Vanesa es una niña de 8 años que vive enfrente de mi casa. Gloria, su mamá, está separada y bebe demasiado.
Una mañana, hace casi un mes atrás, me vino a visitar como de costumbre cuando estaba muy alcoholizada y se quedaba sin dinero.
Yo no tenía problemas de dinero y la recibía para darle cerveza.
Era una forma de evitar que se vaya de la casa, dejando a la niña sola para regresar al otro día.
Aquella mañana, muy temprano, como a las 7, se apareció en casa, pero estaba tan borracha que no podía caminar sin tambalearse.
Trajo a la nena envuelta en un toallón y me dijo que recién se terminaba de bañar.
La criatura estaba acostumbrada a ver a la madre en ese estado y no le parecía algo anormal.
Le serví un vaso grande de cerveza y se tomó la mitad de un trago.
Era tal la borrachera que tenía que parecía que se iba a caer en cualquier momento de la silla. Me pidió con mucha dificultad para hablar si podía ayudarla con la nena.
- Ya está vestida, sólo tenés que ponerle la remera.
Me dió una remera cortita que tenía en la cartera y se empezó a dormir sobre la mesa.
No quería que se caiga y se lastime, y menos en mi casa. Quedó dormida sobre la mesa con los brazos colgando al costado del cuerpo
Me cansé de llamarla, gritarle y hasta pegarle 3 bofetadas fuertes en la cara y me di cuenta de que estaba completamente inconsciente.
Le dije a Vanesa que la iba a llevar a mi cama y la alcé hasta arrojarla con un poco de bronca en la cama.
- Bueno, mi amor, tu mamá está durmiendo. Sacate ese toallón así te pongo la remera.
Agarré la ropa de la nena y cuando me dí vuelta la ví desnuda como nunca la había visto antes.
- Mi mamá te dijo que estaba vestida, pero tomó tanto que se olvidó que no me puso la ropa.
Le pedí que se ponga de pie, me puse detrás de ella y no podía creer que una nenita de tan sólo 8 años pudiera tener un culito de semejante belleza.
Vanesa es muy robusta. Los brazos, las piernas y la espalda grandes y macizas, pero lo que me dejó perplejo era el culo gordo y firme que tenía.
La criatura es bien rellenita.
Gordita, mejor dicho, la panza grande de una niña muy bien alimentada.
- A ver.... agachate un poquito. Quiero ver si tu mamá te limpió bien, porque está re borracha y te pudo haber dejado sucia.
Me obedeció, se agachó y le pedí que se abra los cachetes de la cola.
Lo hizo y al verle el agujerito del orto le dije que estaba sucia y que la iba a limpiar.
Le besé varias veces el culo y se quedó quieta
Cuando le empecé a meter y sacar la lengua en el agujerito del ojete se abrió las nalgas y escuché cómo suspiraba y gemía.
A la gordita le gustó tanto que me pidió que le metiera la lengua más adentro.
La llené de saliva, la acosté sobre la mesa y se la metí despacito hasta que le entró la punta y gritó.
Me llevó mas de una hora para lograr meterle la verga hasta la mitad sin hacerle doler mucho.
Me dijo que le gustaba, pero le dolía mucho y me acosté sobre ella para hacer que mi verga durísima se le meta entera en el agujerito tan chiquito, cerrado y apretado que sentí que estaba por acabar.
Se la saqué del orto y se la metí en la boca.
- Ahora te vas a tomar toda la leche que te voy a dar, gordita!!! Tomá!!!! Tomá ¡¡!!!
Le eché como 5 chorros violentamente dentro de la boquita hasta que se ahogó y tuvo que escupir el semen que no había podido tragar en las manos.
- Te tomás toda la leche, gordita. Toda!!!
Y se chupó los dedos hasta que terminó de tragarse todo
Me besó, dijo que le había gustado mucho y me preguntó si tenía más leche para seguir tomando.
La madre se despertó 12 horas después, y Vanesa se quedó a hacerme compañía...