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Fecha: 2023-01-31


Acto de cultura


Autor: INDIORAM

Categoría: Sexo Lésbico

Vi una bailarina bonita me gustó me convenció tuvimos sexo y no la volví a ver. Este relato lo cuenta una amiga se cambian los nombres para mayor discreción. Hola, mi nombre es Daniela, tengo 25 años y esto que les voy a contar me ocurrió a los 12 años. Para ese tiempo, yo era una niña linda de piel blanca, cabello castaño claro, sonrisa linda mirada inocente, estaba de vacaciones dónde mis abuelos en el pueblo, dónde celebraban sus tradicionales fiestas, desfiles, muestras culturales, etc. En ese momento estaba empezando a desarrollarme así que experimentaba cambios en mi cuerpo, mis senitos empezaban a crecer, tenía cola grande y bonita, en realidad era una niña muy hermosa. Ese día que todo pasó estaba con mis abuelos en el desfile del pueblo, bailes coloridos, trajes, muchachas que bailaban muy bien y también hermosas. Luego de terminado el desfile, me distraje un poco entre la multitud y perdí de vista a mis abuelos, yo en medio de mi angustia, seguí un camino y entré a un edificio, la casa de la cultura, allí veía a los artistas llegando para acomodarse, descansar y cambiarse, no quería interrumpirlos, luego al pasar al fondo ví una habitación, no ví letrero ni nada y pensé que podía entrar ahí a mirar, lo hice y descubrí por error que era un camarín, el de la bailarina más importante, al verme, puso una mirada seria, tuve miedo pero también curiosidad, ya que ella estaba en ropa interior, es una mujer de piel negra, cabello largo, brasier y brasilera roja, mirada sería senos grandes, más grandes que los míos, piernas torneadas, abdomen plano y un trasero tonificado, luego de observarme por un rato preguntó: – Niña que haces por aquí? Este cuarto es privado sabes?. – Lo siento, es que andaba con mis abuelos en el desfile, me perdí y pues no tuve otra opción que entrar acá para estar segura y entré a este cuarto, perdóname si quieres me salgo. – No no te preocupes, no pensé que estabas perdida, es que en mis cuartos que me asignan en las fiestas siempre alguno invade mi privacidad y pensé que era mala intención. – No no es eso. – Mucho gusto, mi nombre es Janeth. – Me llamo Daniela. – Daniela, que bonito nombre, oye que te parece si te quedas conmigo mientras tus abuelos vienen por ti? – Está bien. Janeth era una mujer de más o menos unos 35 años, (no pude preguntarle la edad) se veía muy hermosa, cuando empecé a detallarla mi corazón empezó a latir más, tal vez eran los cambios hormonales pero era raro. – Oye Daniela, y cuántos años tienes? – Tengo 12 años. – Ahh que bien y me imagino que viniste por estar de vacaciones. – Si claro que sí. Mientras ella hablaba conseguía de una neverita que tenía en el fondo del cuarto un par de botellas de agua, me regaló una a mí diciéndome: – Toma, debes de tener sed, después de ese calor que hizo en el desfile. – Muchas gracias señora Janeth. – Ohh no me digas señora, simplemente dime Janeth. Tomamos mucha confianza, yo le hablaba del colegio y de mi gusto por la moda, ella me contaba de sus itinerarios hasta probaba trajes para que yo los viera y daba mis «opiniones» como si fuera profesional. Uno de esos trajes, elaborado de un material hermoso, me acerqué a tocarlo y a sentir su textura, luego sentí que estaba siendo observada, cuando subo mi mirada estaba Janeth, mirándome fijamente, yo también fijé mi mirada en ella, aunque mucho más grande que yo, algo en mí despertaba cosas que vine a entender después; sudoración fría, mi corazón aceleraba su palpito, en un momento ella acercó sus labios a los míos, sentía miedo, pero a la vez una rara curiosidad y excitación, ya no solo mi corazón temblaba, también lo hacía mi vaginita, ella me robó un beso en la boca, quedé estupefacta, no encontraba reacción a ello, ella tranquilamente fue y cerró su cuarto con llave, para no ser interrumpida, la ovejita iba al matadero y veía una loba dispuesta a devorarla. Janeth volvió a tomar mi cara y me volvió a besar, no pude resistirme y me dejé llevar por ese beso, que tenía fuego y hielo, me descompuso totalmente, ese beso me desarmó y me sirvió a Merced de ella, me besaba con maestría, digna de su edad, luego empezó a chupar mi cuello, sentía que mi respiración faltaba, respiraba fuerte, sentía esa boca, con ese aliento caliente y húmedo recorrer mi cuerpecito, me fue desnudando, quitándome una blusita de esqueleto, no llevaba brasier, dejando mis tetitas al aire y para ella, quería demostrar que esto no me gustaba, mis pezones me traicionaron, ya que estaban erectos, Janeth empezó a chuparlos, mi respiración aumentaba en velocidad e intensidad, ella logro sacarme un gemido, seguía pasando su lengua por mi ombligo, al llegar a mi vientre, fue bajando lentamente mi sudadera, dejándome solamente con mis cacheteros puestos, luego me dió un azote en mis pompas, dolió pero en vez de hacerme llorar, me excitó, mi vagina se movía cada vez más rápido, ella quitó mis cacheteros y me dejó desnuda, ya no solo estaba desnuda en mi conciencia, también lo estaba en la realidad, luego me acostó en su colchón y siguió lamiendo y chupando mis piernas hasta que llegó a mi vagina, la cual no tenía vello, pero ella jugaba con ella, recorría con su dedo índice mis labios, ya me movía, respiraba más fuerte y gemía más rápido, Janeth, consentía mi vagina de una manera que jamás olvidaría, luego pasó su lengua por alrededor de mis labios, labios que ya estaban hinchados y se veían ansiosos porque esa lengua le empezara a dar ese placer que concientemente desconocía. Finalmente, ella metió su lengua, arqueé mi espalda, mis ojos blanquearon, entraba en un éxtasis, no lo podía creer una mujer me llevaba hasta las estrellas, seguía lamiendo y después ya chupaba mi vagina, esta mujer tenía hambre, pero su hambre era por una niña, y yo era quien iba a satisfacer su hambre, me volvió suya, me hacía gemir y gritar, exploré algo que nunca pensé que iba a pasar, luego, ya lubricada por mis líquidos, procedió a meter uno de sus dedos, cuando entró, a pesar de la lubricación, sentí un poquito de dolor, ella se quedó quieta y me estimulaba para tolerar ese dedo, lo que no me esperaba era la masturbada que me iba a dar, empezó a mover el dedo suave mientras seguía comiéndome literal mi vagina, cuando sentí ese placer, ella se dió cuenta y aceleró sus movimientos, metía y sacaba su dedo más y más rápido yo gritaba, me sentí toda de ella movía mi cabeza de un lado a otro, hasta que logre un éxtasis, temblé toda, contraje y tuve un orgasmo, mi primer orgasmo, mi vagina quedó supersensible, cualquier caricia de ella me ponía a temblar, luego ella se acostó al lado mío: – Estás bien? – Si, claro que sí. – Recuerda que esto no lo puedes contar vale? – No lo contaré lo prometo. Después, Janeth al darse cuenta que me había normalizado, se levantó, y procedió a hacer un striptease, bailaba para mí, el ver bailar a esa mujer morena, me volvió a excitar, veía caer su brasier rojo, veía unos senos más grandes todavía, una aureola y un pezón casi morado, inexplicablemente sentí hacer agua mi boca, tenía ganas de ellos, ella se acostó y acercó uno de sus senos a mi boca, no pude resistir y la abrí, ella brillaba por su sudor pero el olor que emanaba me tenía hipnotizada, estaba sometida a ella, chupé su seno, me parecía delicioso, sentí que ella se le aceleraba su respiración, se volvía más pesada, pasé a su otro seno, la verdad casi no me cabian en mi mano ni en mi boca de lo grandes que eran, luego, se volvió a levantar, y con un baile sensual, se quitó su brasilera roja, dejándome ver su desnudez total, concentrándome en la pequeña selva que tenía entre sus piernas, confundiendo el color casi morado de su vagina consu vello negro abundante y rizado, su baile me atrajo, me arrodillé y empecé a lamer su vientre, su ombligo, tomaba sus nalgas con mis manos, tenía hambre, quería comer, su olor, una mezcla de sudor y líquidos vaginales, al principio no me gustaba, cuando pasé por primera vez mi lengua, me sentí en la gloria con su sabor, Janeth gemía, yo lamía, me metía sus vellos en mi boca, me empezaba a sentir sucia, pero esa vagina era mía, saboreaba como un dulce, sentía la mano de ella en mi cabeza pegandome más a esa vagina, casi no podía respirar, en mi nariz tambien entraba vellos, subía un poco la mirada, Janeth estaba en éxtasis, solo cerró sus ojos y con su mano agarrando en mi cabeza, movía artísticamente su cintura, el ritmo no lo daba una nota musical, lo daba mi lengua y mi boca, gemía más fuerte mientras su pelvis golpeaba mi cara como las olas del mar golpean las murallas, hubo un momento en que ella me volvió a acostar y ella fue quien se arrodilló, con sus muslos encerró mi cara, si vagina volvía hacia mi, saqué mi lengua con más ansias y seguí chupando, muchos vellos entraban en mi boca, mi lengua los sentía cada uno de ellos, y también sus labios vaginales, con muchos pliegues, cada uno de ellos acariciaba mi comisura mientras otra vez Janeth bailaba al ritmo de mi lengua, me sentía sucia, pero también importante dándole placer a aquella mujer, todo lo veía al detalle, sus movimientos cada vez más rápidos, su dureza en sus muslos cada vez que se movía, veía algo blanco líquido salir de su vagina, instintivamente abrí la boca y chupé su vagina, Janeth tuvo su orgasmo, me lo bebí todo, después de su orgasmo se desgonzo, dejándome casi sin poder respirar. Se bajó y se acostó al lado mío, con morbo me prestó un espejo y me dijo: – Mírate. Yo me miré, tenía todos mis labios y mi nariz todavía untada de los líquidos vaginales de Janeth, ella me miró con morbo, en el espejo mi mirada era de una niña inocente, pero que tenía huellas de haberle dado placer a una mujer. – Ven te arreglo, a cualquier momento llegan tus abuelos y ya sabes, no pueden saber nada de esto. Ella me limpiaba y me organizaba con la ternura y el cuidado de una madre, ella, la mujer que me hipnotizó y me sometió, dándome un placer que no esperaba pero tal vez quería y experimentar ser la sumisa de ella, es algo que no pude olvidar inclusive años después. Al rato llegaron mis abuelos, ella ya se había cambiado, la magia había terminado extrañamente no quería que acabara. – Adiós Daniela, que estés bien nos veremos pronto, adiós señores González. – Adiós Janeth. Atiné a decirle. Desde ese día no la olvido y creo que ese «nos veremos pronto» no va a suceder. Espero que les haya gustado la historia hasta la próxima……


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