🔥Relato Erótico de Sexo Gay: CASI SOBRINOS. (10). ❌Sin Censura❌

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Fecha: 2022-11-28


CASI SOBRINOS. (10).


Autor: GUILLEOS1

Categoría: Sexo Gay

Tríos para elegir y decisiones para los que molestan o pueden llegar a molestar.. TRÍOS Y DECISIONES. (10). Felipe movía sus caderas como desesperado por el movimiento de mis dedos y dejando el penecito de Alejandro me preguntó si ya lo iba a coger, “dijiste que primero a mí para que viera si la aguantaba”, -saltó Ale demostrando algo de celos-. “Vamos a probar, pero no me gustan los celos ni que me hagan enojar”, -le dije mirándolo serio y me pidió disculpas bajando los ojos-. En definitiva, se puso en cuatro esperando que lo penetrara y como ganas me sobraban, coloqué el glande y comencé a empujar. Ayyy, tío, está muy grande, me duele y siento que el culito se abre, pero me gusta mucho, metela más adentro, hasta el fondo, -pedía para que lo escuchara su amiguito-. Que hombrecito que sos, que bien te aguantás mi verga en tu culito, me gusta mucho meterla, -le decía sabiendo que, aun estando acostumbrado, el pistoneo le dolía un montón-. Movete tío, siento que ya entró toda y me encanta, dale, sé bueno, cogeme con todo, -expresaba y no tan sólo para que Felipe escuchara-. ¿Te gusta como lo cojo a Ale?, ¿estás seguro que vas a aguantar mi verga en tu culito?, -le preguntaba a Felipe volviendo a remover su entrada con mis dedos-. Sí tío, a mí no me va a doler, ya me metiste los dedos y yo no tengo miedo como Ale, -dijo mirándome desafiante-. Me reía por dentro escuchando esto, estaba seguro que pediría por la madre y no podría aguantar las lágrimas, pero era importante que él creyera que era todo un valiente. Ale ya se movía a gusto sintiendo el placer por la cogida y empujaba sus nalgas dejándome saber que ya estaba por tener sus tan ansiadas cosquillas. Sentí su orgasmo “seco” cuando tembló y tuvo contracciones anales que me apretaron el tronco y no me detuve porque sabía que lo potenciaba al continuar con mis entradas y salidas. Ale tardó muy poco para recuperarse y salí despacio y limpio del interior de sus tripas pues el putito ya sabía de mantener su culito limpito. Llegaba el momento de romper un culito virgen y así lo entendió Felipe que adoptó la misma posición que tenía Ale, pero esto no me convenció porque estando así podría zafar cuando mi glande se introdujera en su ano y le provocara el primer dolor, entonces lo puse boca arriba y levanté sus muslos aprisionándolos con mis brazos. Sus huevitos estaban contraídos y su penecito erecto a reventar, pero el agujerito se veía demasiado chico a pesar de la dilatación y le pedí a Ale que hiciera de “mamporrero” dirigiendo mi verga al orificio semi cerrado. Al muy putito le brillaron los ojos y se dueño de mi verga para hacer diana con el glande lubricado, él mismo se ocupó de moverlo buscando el recto y la cara de Felipe se transfiguró cuando la mitad del glande estuvo dentro de su culito, se le fue la cara de suficiencia y la valentía a la mierda al comenzar a rogar… Me duele tío, me duele mucho, ayyy, ayyy, me duele, sacala, sacala, no la aguanto, -decía a punto de llorar y ni problemas que me hice, el glande era lo más difícil, pero ya había entrado todo y era lo que yo buscaba-. Es lo que vos querías, no seas cagón, relajate y aguantá un poco, Ale, meté acá tu cabeza y chupale el pitito, -casi que no me dejó terminar la frase y, acomodando el cuerpo, se puso a la tarea-. Yo me quedé quieto buscando que se acostumbrara, pero Felipe se movía tratando de zafar y no le alcanzaban las chupadas de Ale para lograr una relajación. No me podía apurar porque seguramente lo rajaría todo, aunque, casi sin darme cuenta y por los movimientos que el nene hacía, más la lubricación de su culito y de mi verga, pronto la mitad de ésta estuvo dentro de él. El amiguito de Ale lloraba abiertamente sin poder aguantar el dolor por su verdadera rotura de culo y me esforcé para quedarme quieto, pero le hablé con voz dura y un gesto que denunciaba enojo… Quedate quieto, vos fuiste quien vino a pedir que te la metiera, al final, además de cagón sos un cobarde, Ale, alcanzame el celular y luego besalo con lengua para que no siga quejándose, -le ordené a Ale quien se aprestó a cumplir enseguida el pedido-. Me duele mucho tío, sacalo, por favor, mi culito no te aguanta, el pito de mi vecino era más chiquito y me dolió menos, -decía balbuceando y lagrimeando con la cara desencajada-. A Ale también le dolió y se las aguantó como un hombrecito, ahora me voy a mover un poco y no quiero escucharte, vas a ver que, de a poco te va a gustar, -expresé comenzando a filmar con el celular desde su culito penetrado a medias hasta su cara lacrimosa y de sufrimiento-. Se quejaba sin articular palabras, sus lágrimas iban disminuyendo con el ritmo lento y despacioso de mis salidas y entradas púes no avanzaba más de la mitad del miembro. Lo había apartado a Ale para que no saliera en la filmación y comencé a notar que ya no había quejidos, algún que otro gemido se le escapaba, pero la resistencia había cesado totalmente, ya se dejaba coger y le gustaba lo que sentía, de todos modos, aunque ganas no me faltaban, no quise entrar más en su interior. “Metelo hasta el fondo tío, ya no me duele tanto”, -pidió pasándose el dorso de la mano por las mejillas para sacarse las lágrimas de la cara-. No dejarse ver como un cobarde y tratar de emular a Ale en el aguante dio el resultado esperado. Comenzó a tratar de mover las caderas hacía adelante buscando más penetración, pero yo sabía que mi verga se ensanchaba un poco más antes de llegar a la base y traté de contener sus ganas, independientemente de esto, mis movimientos no cesaron y le cambió el tono de la voz cuando le habló a Ale. Viste Ale, ya me cogió un señor grande y, aunque todavía me duele, ahora me está gustando. Sí, pero no te la metió toda, a mí me entró toda y no lloré. Es que es muy re grande, pero la próxima vez me va a entrar toda, te lo prometo. No va a haber próxima vez si abrís la boca y contás algo, además, si volvés a coger con tu vecino no te dejo entrar nunca más a mi casa, -le dije con seriedad-. Te prometo que nadie más que vos me va a coger y no le voy a decir nada a nadie. Más te vale porque ahora tengo un video dónde se te ve cuando te rompen el culito y no quisiera dárselo a tu mamá o ponerlo en las Redes. Sólo yo te la podré meter y vas a tener que dejarlo a Ale, porque, si no hacen ruidos y se portan bien, los voy a dejar que jueguen entre ustedes. No tío, por favor, mi mamá no puede enterarse de nada, nadie puede porque todos me van a decir que soy un putito, porfi, porfi, no se lo mostrés a nadie… Vos vas a ser sólo “mí” putito y sin celos de ninguna clase, ¿está claro? Sí tío, te lo prometo, sólo vos y Ale, ¿yo también puedo cogerlo a él? Yo te dejo, pero eso tenés que preguntárselo a Ale, pero cuando haya gente tendrán que portarse muy bien. Palabras más, palabras menos, casi me salgo de lo que me había propuesto y me faltó muy poco para darle un pijazo que le removiera hasta las tripas de la panza, no sé cómo hice para contenerme, lo que ya no quise contener fue mi acabada y lo llené de semen escuchándole decir con cierto alivio que mi leche estaba muy calentita. Al sacarla sin esperar mucho dio un pequeño grito, pero era lo que yo quería y mi celular registró su culito hartamente dilatado, luego le dije a Ale que lo acompañara al baño y le enseñara como tenía que hacer para la limpieza interior y como hacer con el agua fría para que el culito se le cerrara más rápido, yo me metí en otro baño porque tenía mierda hasta en los huevos. Luego de todo esto y de perfumar y orear un poco la habitación, aunque caía la tarde hacía mucho calor y los mandé a los dos a jugar a la pileta, las madres no tardarían en llegar y, seguramente volverían excitadas por las compras y por lo que habrían hablado. Yo me puse a preparar las cosas del mate para sentarme al costado de la pileta y se me ocurrió llamarla por teléfono a Graciela para pedirle que comprara carne, me había dado por hacer un asadito y en casa no había nada para darme ese gusto. Ya venían en camino y tardaron un poco más porque fueron a comprar, pero me venía bien porque me puse a preparar el fuego. Vigilaba a los chicos que, a pesar de estar recién cogidos, ya estaban inmersos nuevamente en sus juegos y miraba como se encendía la pila de carbones y leña chica. Me cebé un mate y vibró mi celular, era Jacinto, sólo esperé que no me hiciera ningún problema por el tema de la amiga de mi “ex”. Hola José Luis, disculpá que no pudimos estar hoy en la oficina, es que teníamos que ir a concordar por el tema de la fecha en el Registro Civil. Jacinto, yo no te pido explicaciones, necesitaron el día y punto, ¿ya tenés la fecha? Sí, es en dos semanas y vas a tener que ser uno de los testigos, jajaja. No hay problemas hombre, contá conmigo, si es para ayudar a que Esmeralda te ponga las esposas no tengo problemas, jajaja. Me llamó Gloria y me dijo que hoy tuviste un pequeño problema en la oficina… Yo no, cuando algo no me gusta lo arreglo fácil. ¿Tenés alguna predilección con esa rubia? Nooo, estás loco y menos que menos cerca de Esmeralda, ¡¿querés que me castren?!, sucedió que el tío habló conmigo y, como el Título la avalaba, la puse con Gloria, pero no le di ninguna Jefatura, no sé qué le sucedió a la chica. Por lo que me dijo Gloria, creo saber que sucedió, parece ser que la chica es amiga de mi “adorada ex” y me reconoció cuando entré preguntando por vos, jajaja, debe tener muy malas mentas de mí, “la puta” no debe haber ahorrado epítetos cuando nos separamos, ya sabés que siempre tratan de llevar agua para su molino y buscar aliados, decir la verdad no le conviene. ¿Qué es lo pensás hacer con ella? Nada, que por ahora trabaje con el tío, está muy bien y ya veremos si en algún momento le doy un “trato preferencial” para que después le cuente a la otra, jajaja. Sos terrible, jajaja, cuando tu “ex” se enteré todo el dinero que tenés se va a querer suicidar. Esa sería muy buena idea, pero por ahora tengo otro tipo de problemas y es un poco complicado. Contame, si se puede se soluciona. ¿Viste la chica que te presenté como nueva Ama de Llaves y su nene?, bueno, todavía es la mujer del tipo de la “atención preferencial” de tus “amigos”. A vos te lo puedo decir, la mujer me interesa mucho, pues bien, el tipo está saliendo del problema y comenzó a joderla de nuevo. ¿Qué se puede hacer para “sacarlo del negocio”? porque vía judicial es muy engorroso. Tengo una idea al respecto, pero, dejame hablarlo antes con la persona que me puede proveer el contacto, mañana por la tarde date una vuelta por la oficina y lo hablamos bien, además tenemos que ver de armarte una oficina. Lo de la oficina dejalo stand by, estaré contigo para que me des un doble comando, pero vos seguirás al frente, cuando “te pongas las cadenas” usaré tu oficina, jajaja, saludos a Esmeralda. Se me ocurrió hablarlo con Jacinto porque él tenía conocimientos que yo no tenía, además al igual que el Abogado conocía secretos de mi padre y de su vida que yo ignoraba por completo. Ese tema me había estado rondando en la cabeza porque no podía permitir que Alejandro y Graciela tuvieran problemas por ese abusador y asustarlo resultaría beneficioso sólo por un corto lapso de tiempo, mandarlo preso por abusos con el hijo no era una opción. El nene debería pasar por el interrogatorio en una Cámara Gesell y seguramente allí yo quedaría tan involucrado como el padre, además de lo engorroso y traumático que sería para él. El resultado de mi propio “dos más dos” y con dinero y Poder para ejercerlo me indicaba que había que “tomar al toro por las astas” y, sin ningún tipo de dudas, el fulano no saldría bien parado de eso. Las brasas estaban en su punto y llegaron las mujeres, Graciela se sonreía como para sí y Elizabeth se mostraba excitada y acelerada. Bajó del auto llevando en las manos unas tres bolsas grandes y no tuvo ningún empacho en acercarse hasta la parrilla y darme un abrazo haciéndome sentir la dureza de sus tetas en mi pecho. Gracias José Luis, muchas gracias, nunca me había pasado algo igual, menos que menos en esas tiendas, espero no haber abusado de tu confianza. Esa chica Gloria nos atendió de maravillas y creo que voy a tener que replantear las tarifas que te pasé. ¿Acaso me vas a cobrar más caro al saber que tengo un buen ingreso? No, para nada, no tendría que cobrarte nada, ¿siempre sos así con gente a la que apenas conocés? No, nada que ver, sólo es con aquellos que me generan una confianza inmediata, pero es algo muy finito, la mínima falla implica “bajar las cortinas” y retirar los beneficios. Por otro lado, las tarifas están bien y no tienen nada que ver con esto, ellas hacen a tus ingresos y no se tocan. Graciela, me hacés el favor de salar la carne, ya tengo las brasas listas. Graciela me habló de como sos, ¿querés que te mostremos lo que compramos? Luego de cenar vemos, ahora quiero hacer el asado. Yo la ayudo, creo que voy a ser tan incondicional como ella. Luego de preparar todo y mientras la carne se cocinaba, se fueron las dos a la habitación de Graciela y por como “pintaban” las miradas y los gestos, pensé en decirle a Ale que se encerraran con el amiguito en su habitación y no jodieran para nada a los mayores, se me hacía que esa noche les rompería el culo a dos mamás necesitadas de verga y la posibilidad me entusiasmaba bastante. Mientras las mujeres ordenaban la cocina me fui para el living y lo llamé a Ale… Apenas te pida que se vayan a dormir, se van los dos a la habitación y no joden para nada. ¿Te vas a coger a mi mamá y a la mamá de Felipe?, -me preguntó con los ojos brillantes-. No, tenemos de conversar y no me gusta que andes siempre con esas ideas en la cabeza. Bueno, no digo nada más, ¿podemos jugar con Felipe?, -reculó enseguida titubeando cuando vio mi cara seria-. Sí, pueden ver videos y jugar entre ustedes, pero no molesten, ¿estamos de acuerdo? Si tío, quedate tranquilo, no nos moveremos de allí, -afirmó-. Graciela apareció con una bandeja trayendo sendas tazas de café y nos sentamos los tres para degustarlo, ese fue el momento que aprovechó Elizabeth para hablar porque se salía de la vaina para contar todo lo experimentado… Jamás me hubiera imaginado que eras el dueño de esas tiendas, ya las conocía porque alguna vez hice un par de entregas de productos a domicilio, pero nunca había entrado como clienta, las instalaciones son enormes. Jajaja, parecía tan tonta como cuando me dejaste allí con Ale para poder comprar mis cosas, -acotó Graciela-. Es verdad y menos mal que esa chica Gloria nos puso una vendedora para llevarnos a los lugares, acorde a lo que queríamos comprar, sino aún estaríamos dando vueltas allí adentro. Está bien, lo importante es que hayan comprado cosas que necesitaban y que las hagan sentir bien, lo del gasto es relativo. Lo de “relativo” es para vos, yo nunca podría haber gastado lo que gasté allí, bueno, que me regalaste de allí y te quiero decir algo más… Dale, te escucho. Graciela me contó que por motus propio es una especie de esclava, amante o lo que vos quieras que sea y me gustaría sentirme igual, las dos aceptaríamos lo que decidas. Graciela te habrá dicho que la cosa no es tan sencilla, yo exijo fidelidad absoluta, aceptación sin remilgos y absoluta discreción con entrega total, no vas a tener problemas económicos, pero deberás seguir trabajando en lo tuyo, algo similar hace Graciela atendiendo mi casa. Además, y que quede claro, no serás una, número 2, pero Graciela es mi número 1, ¿se entiende? Más claro imposible, aunque tengo una duda sobre mi posible performance, jajaja, estoy un poco oxidada. Jajaja, “en la cancha se ven los pingos”, habrá que averiguarlo, pero, por otro lado, ¿qué compraron? Pantalones, remeras, zapatillas para Felipe, un par de vestidos, ropa interior y traje de baño y otras cosas que me dijo Graciela, pero no elegí de lo más caro, -expresó como atajándose-. A mí no me mires, yo le dije que no se fijara en eso, pero la entiendo, a mí me pasó igual, -aclaró Graciela cuando la miré-. Está bien, siempre hay tiempo para cambiar por otras cosas, ¿qué les gustaría mostrarme? Ella quería que te mostráramos la ropa interior y las tangas y yo creo que no sería mala idea, -opinó Graciela-. De acuerdo y creo que son muy pillas, pero acá no, lleven todo a mi habitación. Salieron como disparadas hacia mi habitación llevando las bolsas en sus manos y riendo, las cartas estaban echadas, Elizabeth tenía ganas de probarme y a Graciela no le costaría nada repetir y darme el gusto por lo comentado sobre los tríos. Veríamos que resultaba, pero, por lo pronto, los dos culos parados, uno más grande que el otro, aunque igual de armados me generaban muchas ilusiones que se trasuntó enseguida en el bulto que se hizo notar en mi entrepierna. Elizabeth le dijo a Graciela de ir cambiarse en el baño y aparecer luego para mostrarme, pero entendí que ya estaba todo “puesto en bandeja” como para andar con vueltas y generar unos deseos que ya sobraban. “A mí me gustaría que se saquen la ropa y se cambien mientras las miro o, mejor aún, Elizabeth mostrame vos mientras Graciela se ocupa de mi entrepierna”, -le pedí sentándome en la cama e indicándole a la rubiecita que me sacara el short-. Mi Ama de Llaves no la dejó contestar, prácticamente se arrojó de rodillas al costado de la cama y me bajó el short mientras la ayudaba levantando un poco las caderas. Elizabeth había quedado parada en el medio del cuarto y abrió los ojos asombrada cuando mi verga apareció en plenitud, sólo sacudió la cabeza como tomando conciencia de lo que veía y comenzó a sacarse la remera sin despegar los ojos de las manos y la boca de Graciela que se ocupaban de falo erecto. No vi cuando se sacó el sostén, sí pude apreciar que sus tetas de areolas grandes y oscuras estaban un poco caídas, en realidad, no tanto, lo que sucedía es que el tamaño hacía imposible que se mantuvieran erguidas, entonces las tomó en sus manos apretándose los pezones y se acercó a la rubiecita que se afanaba por tragar todo el ariete. “¡No te puedo creer, es enorme, salvo en videos nunca vi una pija igual!, ¡madre santa, ¿cómo hacés para tragarla toda?!”, -preguntó arrodillándose a la par de Graciela que no podía contestarle-. Pidió que la dejara a ella y Graciela accedió para quitarse toda la ropa en un abrir y cerrar de ojos. Ni por asomo podía Elizabeth tragarse la verga de la manera en que lo hacía Graciela, pero el morbo pasaba por otro lado. La rubiecita, completamente desnuda, se acercó al cuerpo de la castaña más grandota y comenzó a besarla en el cuello y la espalda generando, primero contracciones por la sorpresa y luego gemidos por el placer que comenzaba a desatarse. Elizabeth se ahogaba, tosía y dejaba que su saliva rebalsara su boca tratando de meterse lo más que podía, pero se esmeraba en su tarea incentivada, no sólo por los besos que recibía en el cuello, sino también por las caricias que Graciela le dedicaba a sus tetas y pezones con ambas manos. Me acomodé en la cama y las dos se lanzaron a besarme y lamerme, las manos dejaron de tocarme a mí para dedicarse a sus pieles y algún que otro beso profundo surgía entre ella dejando al miembro de lado. Las dos ya se habían trenzado besándose como desesperadas cuando me moví para sacar la crema de la mesa de noche, pronto estuvo el culito de Graciela pidiendo verga después de recibir dos dedos encremados y le pedí que se pusiera en cuatro mientras a Elizabeth la hacía colocar con las piernas abiertas para que su vagina quedara al alcance de la boca de la rubiecita. “No sé si lo haré bien”, -deslizó la rubia y ninguno de los dos le contestó-. Elizabeth la tomó de la cabeza y yo apoyé el glande en el orificio palpitante. Graciela se movía como víbora y ahogaba sus gritos en la vagina de su amiga cuando mi glande, seguido de todo el tronco, penetraba su culo chiquito y tragón. Nada me detendría en mi incursión y se juntaron los quejidos de la rubia y los gemidos altisonantes de la castaña por la mamada que recibía, mientras yo me deleitaba entrando y saliendo de ese culo dispuesto y totalmente mío. El momento era espectacular y aproveché a salir de ese hueco dilatado para entrar en el otro completamente anegado y los gritos ahogados se volvieron a escuchar. Estaban las dos en lo más alto de su placer y cuando, luego de un rato de entrar y salir de allí, volví a meterme en el culo de la rubia, estallaron las dos como si una compuerta hubiera reventado. Antes me había dado cuenta de contracciones y temblores de ambas, todas de menor intensidad, pero ese orgasmo en conjunto fue brutal y lo completé eyaculando en lo profundo de las tripas de “mí” rubiecita. Ninguna de las dos dejaba de temblar cuando salí de ese culo y me tiré de espaldas en la cama. Todavía quedaba Elizabeth y pensé que, si por mí fuera, me echaría a dormir, ser joven, tener cierto estado físico aceptable y buena verga con ganas no te aseguraba un buen rendimiento, yo no era el “Conejito de las pilas Duracell”, que la ponía, la sacaba, acababa y seguí poniéndola y volviendo a acabar. El buen “polvo” con los chicos me había llevado buena parte de la energía y el culo de Graciela otro tanto, no era tan fácil eso que cuentan algunos “cogetuttis” que “funcionan” a gusto del relato sin tener en cuenta el gasto que produce todo lo anterior y lo del momento del acto. Como fuere, debía seguir y con la libido semi agotada el morbo no aparecía, entonces me levanté, pasé por el botiquín del baño y me zampé una pastillita de las “azules”, nunca las había usado, pero, con probar… Luego me fui hasta el living, tomé tres vasos, la botella de vodka, una de gaseosa de naranja y regresé a mi cuarto. En apariencia ninguna de las dos sabía de qué se trataba, pero se notaba enseguida que estaban siguiendo un curso acelerado, los gemidos y la imagen del “69” entre la rubiecita y la castaña ayudó en mucho a que mi “amigo” comenzara a “despertar”. Graciela dio un saltó cuando me notó parado al lado de la cama, se incorporó sin que le importara Elizabeth y me habló bajando la vista, “perdoname José Luis, me dejé llevar y no te pregunté”. Le toqué la cara después de dejar las cosas que llevaba en la mano y luego le apreté la oreja con toda mi mano y la miré con dureza, “sigan, pero que no se te vuelva a olvidar”, -acoté-, no sé si era lo que correspondía a un “dueño”, pero para mí estaba bien y ella sabía que no lo decía en broma. El “69” y la pastilla hacían su efecto y, mientras las miraba, serví un par de vodkas con naranja y yo tomé sólo la gaseosa porque no me convencía eso de mezclar alcohol con medicamentos, luego las llamé para que tomaran su trago… Esto no me había pasado nunca, estoy acabando como una descocida, me falta tener a mi macho y estaría completa, -afirmó Elizabeth mostrándose complacida-. Tendrías que pensarlo distinto si pretendés seguir gozando con ambos, deberías decir: “me falta que mi macho haga conmigo lo que quiera para estar completa”, si pensás que vas a “tener” a alguno de nosotros, vas muerta porque a mí no me interesa y a Graciela menos. Tenés razón, es la costumbre, pero estoy dispuesta a depender de vos y trataré de que esa forma de expresarme no se repita, también me vas a tener que tener un poco de paciencia, estoy fuera de training y no sé si me animaré a recibirte por completo, ganas no me faltan, aunque temores tampoco, jajaja, acotó la madre del putito Felipe-. Algo parecido me pasaba a mí, hasta que un empujón sobre mi cabeza y la cremita me hicieron sentir la gloria de poder tenerla toda adentro, después, todo lo demás deja de contar, hasta gritar de dolor o placer te gusta, -expresó Graciela acariciando las nalgas de Elizabeth-. Luego de los tragos que vinieron muy bien, fue Elizabeth la que tomó la iniciativa, pero no hubo caso, la boca de labios más grandes no te asegura capacidad para recibir la verga hasta la garganta y antes de que vomitara como desquiciada dejé su boca sintiéndome a full y con la verga que parecía hervir. Ella sola se puso en cuatro y decidí que tendría que ser una toma más “obligada” y sin que pudiera moverse a gusto, por eso la puse de espaldas, levanté sus piernas para tener sus dos orificios a disposición y antes de penetrarla la mandé a Graciela a que se sentara sobre su cara, en esa posición le resultaría difícil cualquier movimiento y gritar, yo sabía que podría gritar lo que quisiera. Sus nalgas levantadas y su entrepierna resultaban bellísimas y excitantes y más excitante aún fue cuando comencé a penetrar su vagina anegada. Los quejidos quedaban ahogados por la concha de Graciela y yo sentía como se abrían las carnes de su interior cuando el ariete irrumpía abriendo todo a su paso. Llegué al fondo tocando su útero y suavicé la cogida apretando y acariciando el clítoris hinchado y receptivo, quedó claro que podía moverse, no tanto como quisiera, pero se movía con ganas y expulsaba lubricación a raudales con cada contracción. Entraba, salía y de tanto en tanto apoyaba el glande en su orificio anal sintiendo como se contraía, pero no la penetraba, volvía a su vagina que ya me recibía sin problemas y parecía apretarme exigiendo más. Esto lo hice un par de veces hasta que sentí que su orificio estaba relajado y empujé con ganas metiendo media verga en su culo estrecho y no usado desde hacía tiempo. Gritaba con gritos que Graciela ahogaba con su concha y trataba de hablar, aunque sólo eran sonidos inconexos e ininteligibles, así hasta que se fue calmando y sus movimientos se atemperaron, para esto, yo entraba hasta el fondo y salía cómodo de su culo totalmente dilatado, además, aprovechaba para cambiar de lugar cuando se me ocurría y que no quedaran dudas de quien era el que cogía a quien. El dedo medio en el culito de Graciela y el pedido para que se incorporara la dejó libre a Elizabeth para decir lo que quisiera. La miré y su cara estaba desencajada, llena de flujos femeninos, sus ojos rojos y llenos de lágrimas, algunas de las cuales caían por el costado de sus sienes y me habló con voz temblorosa a la vez que trataba de mover un poco más sus caderas: Me rompiste por todos lados, ¡Cristo santo!, ¡qué cogida!, entró toda y no me quedó estrella sin ver, me estoy deshidratando por los “polvos”, pero, por favor, seguí, ahora te necesito más que nunca. Parece que se te pasaron los miedos, ¿no?, -le decía Graciela sonriendo con picardía-. ¿De qué miedos me hablás?, no sabés lo que es esto… ¿Ah no?, ¿te parece que no sé?, jajaja, ¿por qué te crees que él es mi dueño y mi todo? Yo seguía con el bombeo, mi verga estaba a punto de estallar y mis huevos me pedían a gritos una descarga, entonces me ocupé con los dedos de la concha y el culo de Graciela que comenzó a desesperarse por eso, sólo me restó esperar un poco a que las dos volvieran a orgasmar con ganas y, cuando esto sucedió, le llené el culo de leche a Elizabeth que gritó como si la estuvieran matando. Quedaron las dos como desmayadas sobre la cama y mi verga seguía erecta, no es que tuviera muchas ganas de seguir porque hasta las piernas me temblaban, pero ella parecía no darse por enterada. Los culos parados de ambas que se habían dormido como fulminadas no me provocaban nada y pensé que debería ir a lavarme para tratar de aminorar mi erección con agua fría. Sabía por comentarios que las pastillas actuaban distintas en cada persona, a unos le servían para un sólo polvo y luego el falo se “moría”, otros aguantaban un poco más y podían con varios “polvos”, pero, aun así, había mucho de cuento en esto, tenerla “parada” no implicaba que otras partes del físico no hubiera sufrido las consecuencias del acto, la respiración y el oxígeno actuaban aparte, lo mismo pasaba con los músculos de brazos, piernas y abdomen. En definitiva, si no había un buen físico detrás que aguantara todo el trajín, quedabas destruido, cansado, con el “bobo” acelerado y pidiendo aire a borbotones, pero, eso sí, con la verga erecta y sin morbo que incentivara nada. El baño de mis “partes” en el bidet no sirvió de mucho, el trago de vodka con naranja tampoco, esto porque dicen que el alcohol inhibe a los medicamentos y quise probar si era cierto, pero, mi verga seguí en pie. Además, comencé a pensar que otro “polvo” no me vendría mal, el sueño había desaparecido y meterla en cuerpos dormidos y recién usados no era muy de mi agrado, quedaban los culitos de los nenes y, tomando el pote de crema, me fui a buscarlos. La puerta no estaba cerrada con traba, lo que me hizo pensar que Ale había tratado de averiguar que hacía yo con las madres y entré en la habitación que compartían. Estaban ambos boca abajo, desnudos y profundamente dormidos, ver eso y acercarme a tocar lo aterciopelado de sus nalgas actuó de más que suficiente incentivo, pero aún conservaba una cuota de cordura y pensé que penetrar el culito gordito de Felipe no era buena idea, lo rajaría, no podría aguantar el dolor y gritaría como desencajado, pero Ale estaba acostumbrado o, por lo menos, aguantaría mejor. Me puse a la tarea de embadurnar su culito con crema y noté que comenzaba a despertar, “¿sos vos tío?, ¿qué necesitás?”, -preguntó adormilado-, le contesté hablándole al oído, “vengo a cogerte, ponete en el borde de la cama”. No tardó en hacerlo como si estuviera en automático y puse lo último que quedaba de crema en mi glande y el tronco, lo arrimé a su agujerito y empujé tapándole la boca. Mi precaución resultó, de no ser así el grito de Ale se hubiera escuchado en toda la casa, ni siquiera paré para que se acostumbrara, mis entradas y salidas se incrementaron y, aunque ya no gritaba, me di cuenta que lloraba e hipaba por lo repentino y violento de la cogida. Perdoname mi vida, necesitaba metértela en el culito, te extrañaba y no podía dormir. Está bien tío, me duele mucho, pero seguí cogiéndome, también me gusta y me están viniendo las cosquillas, ¿me vas a dar tu leche en mi boquita? Si mi cielo, preparate porque cuando me vengan ganas te aviso para dejártela en la garganta. Ni sé lo que significaba eso de “preparate”, sólo sé que su culito echaba humo por mis entradas y salidas y él trataba de aguantar como el mejor. Mis ganas de acabar regresaron y se la saqué de las tripas para que se girara en la cama y se tragara mi verga de una, se ahogó un poco y tuvo una pequeña arcada, pero eso pasó a segundo plano cuando le llené la garganta de leche y esperé a que tragara todo. Luego de esto, él mismo, sin yo pedírselo, me limpió con su boca y su lengua. Sos el mejor, me encanta cogerte el culito y la boca, -le dije hablándole al oído y notando que se sentía bien con esto-. A mí también me encanta que me cojas así, yo soy mejor que Felipe y te quiero más, ¿no?, -preguntó con cierto temor y demostrando algo de celos-… Claro que sí, pero a él también le voy a enseñar, aunque a vos siempre te querré más, así y todo, no quiero celos ni caras malas, ¿estamos de acuerdo? Sí tío, me voy a portar bien, ¿a él no lo vas a coger ahora? No mi ángel, sólo quería estar con vos, -le dije besándolo de lengua y se prendió como desesperado, pero feliz de escucharme-. Mi mamá y la mamá de Felipe no estaban, yo fui a fijarme y no las vi, ¿estaban cogiendo con vos? Sí, pero esas son cosas de grande y vos no tenés que meterte ahí, ¿por qué querés que me coja a tu mamá? Porque mi mamá te quiere mucho y si coge con vos te vas a convertir en una especie de papá y eso me gustaría mucho, mi papá verdadero es muy malo y Felipe tampoco tiene papá y creo que todos queremos que nos cojas. Me despedí de Alejandro dejándolo que durmiera y me fui para mi habitación, mi verga estaba felizmente dormida y la cabeza me caminaba a mil por hora. El razonamiento que esgrimía el nene era simple, pero sólo para él, a mí me podría complicar bastante la vida. La idea de Graciela a mi lado no me resultaba mala, es más, creo que ella sabía que su hijo era abusado y todo podría llegar a ser un poco más fácil, pero lo de Elizabeth y Felipe ya no era tan sencillo. Ya se vería, en ese momento necesitaba una cama como desesperado. Al despertar a media mañana estaba solo en la cama y el olor a tostadas impregnaba toda la casa o era lo que me parecía, eran las nueve y media de la mañana y se imponía un buen baño, sentía ganas de cantar cuando el agua caía en mi cuerpo y al salir del baño me encontré con Graciela y Elizabeth que habían terminado de hacer la cama y perfumado la habitación. Las saludé con un beso de lengua a cada una entreteniendo mis manos en sus culitos y notando con agrado que estaban bien peinadas, tenían puestas sendas tangas que dejaban sus nalgas al aire y mostraban gran parte del par de tetas que portaba cada una. Bueno, bueno, están hermosas y tal como a mí me gusta que anden por la casa. Es lo que te merecés, pero ni te acerques, jajaja, estamos irritadas hasta en las cejas, -dijo Elizabeth-. Si les sirve, yo estoy igual, hoy ni se les ocurra tocarme. José Luis, tengo el desayuno listo, pero quería hablar contigo sobre lo que me dijeron ayer en el hospital, -acotó Graciela-. Los dejo que hablen, yo voy a servirle el desayuno a los chicos antes de que se metan en la pileta. Pedile a los chicos que busquen en mi tablet lo de las casitas de madera para chicos, después decidimos sobre eso, -le pedí a Elizabeth cuando salía-, ¿qué me querías decir Graciela? Era para saber si vos tenías un buen Abogado por el tema del divorcio. Sí, lo tengo, pero ahora mismo no tenés pruebas en contra de él por abuso y maltrato. Es verdad, pero lo que vos no sabés es que él abusaba de Alejandro y me lo contaba con lujo de detalles, eso se puede utilizar para mandarlo preso, -me dijo largándose a llorar-. Eso es terrible, pero… pensaste en tu hijo, todo el mundo se enterará de lo que hacía con el padre o de lo que le hacía el padre y tendrá que declarar, le estarías destrozando la vida y creo que bastante mal lo pasaba, creo que hay que buscar otro modo. Te entiendo y yo no quiero el mal para mi hijo, pero ¿qué otra cosa se puede hacer? El hijo de puta lo hacía mirar cuando me poseía y una vez lo quiso hacer participar, casi acepto, pero cuando me negué me dio una paliza tremenda, lo peor es que lo hizo tan sumiso como era yo. ¿Vos hubieses aceptado eso? Él me decía que el nene era putito y le gustaba, pero yo no podría tolerar que lo penetrara delante de mí. Puede que me trates de enferma, pero con vos sería distinto, ya vi que te mira con adoración y si tiene esas inclinaciones no las puedo negar o dejarlo que busque en otro lado. ¿Me estás entregando a tu hijo? Perdoname, no te enojes, ya viste que acepto lo que sea en una cama con vos o con quien sea mientras estés, pero… no sé ni lo que digo, estoy desesperada. Primero vamos a calmarnos, yo quiero mucho a tu hijo y no me resulta mal chico, le guste o no la verga, pero ahora lo que interesa es el padre y ese es el que nos puede joder la existencia, ¿vos lo querés a ese tipo? y quiero que me seas muy sincera, todo puede llegar a depender de vos. No lo quiero, para nada, ojalá lo hubieran matado cuando lo robaron y le dieron esa paliza, yo creo que, por la forma en que se ensañaron, debe haber violado a algún otro chico, no se me ocurre que haya sido por otra mujer. Pensé que eso le habías dicho a Julia. ¿Y qué querés que le dijera?, la verdad no podía decirla. Bueno, bueno, está bien, dejalo por mi cuenta, trataré de buscarle una solución que te convenga, después veremos todo lo demás. Ves, ves, por todo eso es que cada día te quiero más, no me juzgás y estás siempre para darme una mano, yo lo tengo muy claro, podés hacer de mí y de mi hijo lo que quieras, -me dijo arrojándose sobre mí para comerme a besos-. No jodas porque después dicen que les duele todo. Elizabeth dirá eso, a mí me podés coger por dónde sea así esté sangrando, ahora mismo podés hacerlo por dónde gustes, yo me siento tuya y yo sólo sé lo que eso significa para mí. En principio quiero que esto que hablamos no salga de vos, teneme un poco de paciencia y no vuelvas a ir al hospital, si necesitan algo que te llamen, yo me voy a ocupar de solucionar el problema. Vamos a ver a los chicos para ver si decidieron que casita quieren comprar para poner en el fondo. Nos fuimos para el lado de la pileta y allí se encontraban los chicos junto a Elizabeth, habían elegido dos posibles casitas y me preguntaron cuál era la que me gustaba más, elegí la que me pareció más cómoda, ocupaba unos diez metros cuadrados, era propiamente una cabaña de troncos elevada unos treinta centímetros del piso, tenía la puerta, una ventana y todo un cerco de troncos alrededor con espacio para colocar sillas o reposeras y techo a dos aguas. Llamé a la empresa, pedí presupuesto con colocación incluida y aceptaron venir para ver el lugar, pues, si era factible el piso y el espacio disponible, comenzarían enseguida con la instalación. Se quedarían las dos mujeres con los chicos porque la castaña no tenía pedidos de viajes y yo me cambié para irme a las grandes tiendas pues, además de tratar de ponerte al tanto con la actividad, tenía que hablar bien con Jacinto por el tema del esposo de Graciela. GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.


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