🔥Relato Erótico de Sexo Gay: Cuando mi macho me compartió por primera vez. ❌Sin Censura❌

¡PRUEBA LA NUEVA WEB: EROTISMOSINTABÚ!


VER CONTENIDO PROHIBIDO



Fecha: 2019-09-03


Cuando mi macho me compartió por primera vez.


Autor: Argens

Categoría: Sexo Gay

Tres sementales hacen de mí su zorra sumisa. Mi chulo les ha traído a casa, acaban de follarme bestialmente los tres y esto no ha hecho más que empezar. Me tiembla todo el cuerpo de gusto. Abrí los ojos y estaba tumbado en la cama, abierto de piernas y con mi culo chorreando la leche de tres machos. Me acaban de dejar, como decían ellos, “el coño lleno de lefa”. Había sido una follada bestial, Paco y sus dos amigos habían hecho conmigo lo que les había dado la gana y yo lo disfruté como una auténtica perra. Todo había comenzado un par de meses atrás, la primera vez que follé con Paco. Nos conocimos en una aplicación y quedamos para echar un polvo. Paco tiene 15 años más que yo, está a punto de cumplir 60 y el cabrón folla como los dioses. Desde el primer momento, supo la clase de sexo que me gustaba. En el primer morreo que me dio, mientras me apretaba los cachetes del culo, me preguntó si me gustaba que me trataran como una puta y gemí que sí. Ya os contaré cómo fue aquel polvo pero descubrió que me ponía muy cerdo que me trataran como una hembra en la cama. En las siguientes citas, empezó a traerme ropa femenina: bragas, ligueros, sujetadores. Me hacía ponérmelas y quedarme de pie en mitad de la sala. Luego empezaba a comerme la boca y a lamerme todo el cuerpo mientras me tocaba dentro del sujetador y me decía que le encantaban mis tetitas de zorra, el cabrón me ponía muy cachondo. Metía su mano dentro de mis bragas y me susurraba al oído que se iba a follar mi coño de puta como a él le diera las gana. Me estuvo tratando como su puta durante los meses anteriores al encuentro que os voy a relatar hoy. Hasta que un día, mientras me estaba montando de fábula, yo abierto de piernas sobre la cama y él clavándome su polla dura hasta los mismos huevos, me ordenó pajearme y me dijo que quería verme zorrear con algún amigo suyo, que quería comprobar si yo era tan puta como cuando me follaba a él a solas. Yo estaba tan caliente con el polvo que me estaba echando y tan a punto de correrme que le dije que sí, que estaba dispuesto a follar con él y con quien el quisiera, que soy una sumisa que lo único que quería era ver cachondo a mi macho. Comenzó a escupirme en la cara, a darme bofetadas y clavarme su rabo todavía más duro con unas embestidas de animal salvaje. Con ese trato me puse cerdo como nunca y, al poco rato, me corrí chillando como una perra, como hacía mucho que no me corría, mientras él me llenaba el culo de leche. Así llegamos al principio de esta historia. Ese día me había avisado por teléfono de que iba hacer realidad mi secreto inconfesable y me pidió que me lavara muy bien por dentro y que preparase algunas bebidas y algo para picar. Me dijo que estaría a las seis en mi casa con una sorpresa que me iba a encantar. A las 6:10 de la tarde llamaron al portero automático, descolgué y escuché la voz de Paco decirme “abre, guarra, que traigo unos cuantos rabos para ti”. El corazón se me aceleró y reconozco que sentí como se me dilataba el culo. En tres minutos aparecía por la puerta del ascensor acompañado de dos amigos, les abrí vestido con un pantalón corto y una camiseta. Pasaron a mi casa, el último en entrar cerró la puerta y Paco me dijo “antes de presentarte a mis amigos te vas a poner esto” entregándome una bolsa y mandándome a mi habitación. Allí extraje todo el contenido: bragas de encaje, un sujetador a juego, unas medias que se sujetaban con un liguero a mi cintura. Dentro de la bolsa había una nota donde decía que me pusiera las bragas por encima del liguero, imaginé que era para poder quitármelas y seguir con el liguero puesto. Me vestí con toda aquella ropa y salí al salón. Ellos ya se habían servido unas bebidas y, cuando entré, todos silbaron y dijeron “vaya pedazo de zorra nos vamos a follar esta tarde”. Paco se acercó a mí, me pegó contra su cuerpo, me apretó las cachas del culo mientras me comía la boca y solo sagú su lengua para decirme que me iba a presentar a los cabrones que me iban a montar. Señaló a uno de ellos que tendría más o menos su edad y me dijo “este es Juan, otro vicioso como yo, ya hemos compartido alguna de nuestras putitas” y señalando al otro, un hombre de unos 32 años, dijo “y ese de ahí es Andrés, lo he conocido por un anuncio en una web de contactos, está loco por tirarse a su primera travesti, ve a darles un beso”. Me acerqué a Juan y éste me agarro del cuello, apretándome contra él y metiéndome la lengua en la boca. Casi me deja sin respiración y cuando se despegó de mí me dijo “me encantan las mariconas que tenéis pinta de machotes pero sois unas sumisas cuando os follan, me voy a hartar de echarte polvos“. Le agradecí el halago y Paco gritó desde donde se encontraba “¿qué pasa, puta, es que no le vas a decir que estás deseando que te monte?”. Muerto de vergüenza pero tremendamente excitado, le dije a Juan que sí, que estaba deseando que un macho como él, me hiciera su perra. A lo que Juan contestó dándome un azote en el culo y apretando mi nalga derecha: “Cómo sabes que te voy a hacer mi perra, puta, vas a gritar cuando te esté montando con mi rabo metido hasta el fondo de tu coño”. ¿Y yo que?, preguntó Andrés. Tú también vas a hacer de mi una guarra- le dije- si Paco quiere que me folléis, vais a usar mi coño como os de la gana. Claro que sí, puta, voy a hacer contigo todo lo que no puedo hacer con mi novia. Las travestis sois las mejores para follar, os dejáis hacer de todo y estáis siempre dispuestas a satisfacer a los machos en cualquier capricho, ¿verdad? Andrés había sacado uno de mis pectorales del sujetador y estaba tirando de mi pezón mientras me decía esas palabras. Yo empezaba ponerme realmente cachondo y le dije que sí, que por supuesto, que las travestis somos unas guarras muy calientes y que estaba deseando satisfacer cualquier capricho suyo. Como respuesta me propinó una bofetada en la cara. Le miré con cara de sorpresa aunque reconozco que eso me ponía muy cerdo. Antes de que yo dejara salir cualquier palabra, el me dijo “este es mi capricho, quiero follarte violentamente”. Paco se acercó a nosotros, puso sus manos en mis caderas y apretó su paquete contra mis nalgas diciendo “esta zorra se va a dejar que la abofetees todo lo que quieras, te aseguro que se vuelve loca cada vez que me la tiro y le doy hostias. Se corre como una cerda cuando la abofeteo”. ¿Eso es verdad, puta?- preguntó Andrés. Sí, lo reconozco, tengo ese vicio, me encanta que me den bofetadas cuando me están montando y me pone muy cerda que me ostien cuando chupo la polla a un macho. Muchos vicios tienes tú, guarra, me parece que me lo voy a pasar de puta madre follándote con estos cabrones -dijo Juan mientras se acercaba a mí y metiendo su mano entre mis piernas tocándome por fuera de las bragas- tienes el clítoris duro, marrana y juraría que se te están mojando las bragas, afirmó. Cómo me estaba poniendo todo aquello, tenía a tres machos tratándome como a una hembra cachonda, tocándome por todas partes y restregándome sus paquetes por cualquier sitio. Se lanzaron a comerme la boca, las orejas y el cuello, mientras me decían que tenían muchas ganas de follarse a una putona como yo, que llevaban tiempo buscando una guarra que se dejará hacer de todo por tres machos cabrones, que iban a follarme a pelo para dejarme el coño lleno de su leche y que me iban hacer tragar su semen cada vez que quisieran. Yo empecé a gemir y ellos comenzaron a comentar detalles sobre mi: que si se notaba que era una zorra comepollas, que estaba claro que quería ser follada sin piedad, que tenía un culo y unas tetas más que apetecibles… Paco les dijo “y tiene un coño muy caliente que te aprieta la polla como pocos, a la cerda esta le gusta muchísimo que la taladren, que le metan todo el rabo dentro del coño y aprieten, se vuelve loca cuando tiene los huevos de un macho pegados a la entrada de su coño, vais a ver todo lo que le he enseñado a hacer en el tiempo que llevo tirándomela”. Sí -dijo Juan- ya es hora de que empiece a enseñarnos todo eso que nos has contado que sabe hacer. Paco les pidió que se sentasen en el sofá y disfrutaran de la bebida y del espectáculo. A mí me agarró del pelo y me llevó a la mitad del salón de un tirón. Me coloco mirando hacia los otros dos sementales y él se puso detrás mía, restregando su paquete contra mi culo. Agarró mis brazos y los llevó hacia atrás, detrás de su propia espalda y me dijo que me estuviera quietecita, que sus amigos querían un poco de espectáculo antes de follarse a la puta. Tiró del sujetador hacia abajo, dejando libres mis dos pezones y diciendo: Así, guarra, enséñale las tetas a mis amigos. Vamos a mostrarles la clase de puta que tengo. Yo no podía estar más caliente, siempre había fantaseado con que más de un hombre me utilizara como su hembra puta y que hicieran conmigo lo que les diera la gana, sentirme sometido a los deseos de varios tíos dominantes que me trataran como una furcia, que me insultaran, que me repitieran continuamente la clase de viciosa que soy. En realidad siempre he querido follar salvajemente pero hasta ese momento no me di cuenta de que mis prejuicios me habían impedido buscarlo por mis propios medios, por lo que me entregué a un macho que me obligara a llevar a cabo lo que realmente siempre deseé. Paco sabía perfectamente que aquello era lo que ocurría conmigo y por eso sabía muy bien que yo iba a decir que sí a todo, porque yo estaba deseando ser la hembra de tres cabrones. Paco continuaba apretando su paquete, durísimo, contra mi culo mientras me sobaba las tetas con una mano y metía la otra dentro de mis bragas exclamando lo guarra que era y lo mojado que tenía ya el coño, que estaba deseando ser montada toda la noche. Yo le contestaba que sí, ya totalmente entregado al vicio, le decía que había nacido para ser puta de machos y que dentro de mí lo único que deseaba era ser follada salvajemente, que le daba las gracias por haberme traído a sus amigos para que abusaron de mí, que yo estaba deseando entregarles mi coño y mi boca, que me moría por tener sus pollas en mi interior y que me llenarán de lefa por todas partes. Los otros dos se pajeaban mirándome con vicio. Entonces Paco me hizo girarme, me dio una bofetada que me volvió la cara y me ordenó: “Ponte de rodillas, perra, que vas a empezar a mamar pollas”. Cuando me tuvo donde él quería, metió su pie entre mis piernas, moviéndolo de un lado a otro y gritándome, “¡tienes que estar siempre con las piernas abiertas, pedazo de guarra, tu coño siempre tiene que estar a nuestro alcance, que te quede muy claro!” Mientras me decía eso, se sacaba la polla del pantalón y me daba otra hostia ordenándome que abriera la boca. Apenas me dio tiempo a hacerlo cuando ya me había clavado su polla hasta la garganta y me ordenaba que se la mamaras como me había enseñado. Me apliqué en comerle el rabo utilizando todas las técnicas que había aprendido. Le chupé el capullo, le lamí el tronco. Succione, mordisqueé, llené de babas su rabo, le hice varias gargantas profundas, tuve arcadas varias veces pero continué mamando. Mientras, Paco tiraba de mi nuca con una mano para apretarme contra sus huevos y me daba bofetadas con la otra exclamando que lo estaba haciendo muy bien, que estaba demostrando la clase de perra cachonda que era y lo bien que sabía comer pollas, que sus amigos estaban disfrutando del espectáculo y él estaba gozando com un cabrón de la comida de nabo que le estaba proporcionando. Después de tenerme mamando no sé el rato, me sacó la polla de la boca, me dio dos bofetadas y me dijo que caminara a cuatro patas hacia las pollas de sus amigos. Hice como me ordenó, sumisa. Juan y Andrés tenían los rabos tiesos y durísimos. La polla de Paco mide 17 cm. La de Juan era un poco más corta y la de Andrés debía ser más o menos igual o un poco más grande. Tres pollones gordos y duros que me iban a destrozar de gusto durante toda esta tarde-noche. Cuando estuve cerca de ellos, Juan fue el primero en tirarme del pelo y arrástrame hacia su rabo duro. Procuré a esmerarme en la mamada, para demostrar la buena comepollas que soy y hacer que mi chulo se sintiera orgulloso de su puta. Juan bufaba de gusto con cada movimiento de mi lengua y de mis labios sobre su tronco, exclamando que yo era una comepollas maravillosa, que Paco debía sentirse muy orgulloso de lo bien que me había enseñado a darle gusto a un macho. Paco, detrás mía, afirmaba que no tuvo que enseñarme mucho, que yo era puta desde bien pequeña. Al rato fue Andrés el que reclamó mi atención sobre su nabo y me tiró de el pelo para llevarme hasta su polla y metérmela hasta la garganta. Me decía que me iba a tratar como le viniera en gana, que era una zorra, que me iba a hinchar de comer rabos. Me daba alguna bofetada de vez en cuando y me escupía en la cara. Daba golpes con su pelvis follándome la boca y no paraba de repetir: “así, puta, cómetela así”. Paco se puso detrás de mí, con sus rodillas entre mis piernas y me bajó las bragas hasta medio muslo, separó los cachetes de mi culo y dijo “guau, esta zorra tiene el coño que le echa humo”. Sentí caer su saliva sobre mi ojete y la presión de su dedo apoyándose en mi esfínter, empezó a meterlo mientras exclamaba que yo ya estaba abierta, que la puta estaba tan cachonda que ya tenía el coño abierto. Se amorró a mi agujero y comenzó a darme lengua como él sabe. El cabrón me vuelve loca con las comidas de culo que me da. Me muerde las nalgas, la besa, escupe saliva, me pasa la lengua por todas partes, me va metiendo dedos poco a poco, me da un gusto terrible. Sabe muy bien cómo tocarme la próstata y hace que me excite y que gotee. Cuando Paco me come el ojete, me excita como pocos hombres me han hecho excitarme. Mientras Paco se comía mi culo, los otros dos se pusieron de pie y comenzaron a golpearme con sus pollas en la cara, alternándolas en mi boca. Le decían a Paco que fuera preparando bien el coño de la puta porque tenía muchas pollas que aguantar. Paco ya podía meter su lengua perfectamente dentro de mi culo, ya me entraban tres dedos y, de vez en cuando, paraba para comentar como estaba yo de abierto: “la zorra tiene el chochito dilatado, está como una auténtica perra, se nota que es una sumisa de las de verdad, se le abre el coño solo con que la traten a hostias”. ¿Sí, pues vamos a abrirle el chochito de verdad, dijo Andrés metiéndome su rabazo en la garganta, sujetándome el pelo y empezando a darme bofetadas en un lado y el otro de la cara, escupiéndome entre los ojos y repitiéndome continuamente la clase de puta guarra que era yo y que ellos estaban allí para destrozarme el coño a pollazos, que me iba morir de gusto. Esta es una perra de las buenas, dijo Juan. Ya le caben casi cuatro dedos en el coño, hay que empezar a montarla, que está en celo, confirmó Paco. ¿Y quien va ser el primero en follársela?, preguntó Juan. Por supuesto, yo. Voy a ser el primero en meterle el rabo y el último en hacerlo. Paco reclamaba la propiedad que le correspondía sobre la perra. No había terminado de decir eso cuando me encajó su polla. Entró fácilmente hasta la mitad, Paco gritaba lo abierta que estaba yo, lo puta que era y como se notaba que me estaba encantando todo aquello. Mi propia polla goteaba de excitación y fui a tocarme cuando Paco me metió un azote durísimo en el culo gritándome que ni se me ocurriera tocarme todavía, que me querían cachonda y abierta mucho rato, que no podía correrme. Aquello era lo único que me faltaba para chorrear como una auténtica zorra, sabía que iba estar gozando de tres machos sin que se me bajara la calentura en ningún momento. Paco separo mis nalgas y con un golpe fuerte de cadera, clavó su rabo hasta los huevos en mi culo. Me agarró una de mis manos y la llevó a entre mis piernas para que tocase sus pelotas. Ahí tienes los cojones de tu chulo, zorra, siéntelos pegados a tu coño, como a ti te gusta. Los tengo llenos de leche hirviendo y me la vas a sacar tú cuando yo te diga. Paco comenzó a bombear en mi culo como sabe que me vuelve loco diciendo: Mirad, así es como le gusta a mi puta que se la follen, con toda la polla dentro y bombeando. Le encanta tener el rabo del macho completo dentro de su coño y sentir como los huevos le golpean en la entrada, si os la folláis así, se corre como una loca. Y tenía razón, no hay nada que me guste más que sentir todo el pollón de un hombre dentro de mí, sin que la saque apenas. Así lo siento perfectamente contra mi próstata y el placer es tan grande que gimo como una putita, no puedo parar de pedir polla todo el rato. Cuando me follan así, pueden hacer conmigo lo que les da la gana, Paco se dio cuenta desde el primer polvo, aquel día me tenía abierto de piernas sobre la cama, recibiendo toda su tranca. Ahí se dio cuenta de que podía hacer conmigo lo que le saliera de los cojones. Lo comprobó cuando empezó a decirme que era una puta, que me encantaba abrir el coño para un macho, que se notaba que era una hembra follando. Ese día me dio la primera bofetada y yo gemí como una zorrita sumisa. Me preguntó si quería más y le contesté que sí, que estaba tan caliente que podía hacer conmigo lo que quisiera. Continuó follándome sin descanso, embistiendo su rabo entero dentro de mí, abofeteándome, escupiéndome, diciéndome lo zorra y puta que era y lo mucho que le estaba gustando follase mi coño. Ahora, aquella tarde en la que me había traído dos amigotes para compartirme, me tenía a cuatro patas, follándome igual de bien, y con las pollas de dos amigos suyos peleando por meterse en mi garganta y provocarme arcadas. La saliva que me escupían los machos a los que estaba mamando, me escurría por toda la cara y Paco me hacía sentir sus huevos contra la entrada de mi culo mientras me azotaba las nalgas y me ordenaba que siguiera dándole gusto a sus amigos, que era su puta y la puta de todo el que él quisiera. Yo gemía como una zorra satisfecha. En realidad eso era lo que yo estaba siendo en aquellos momentos la puta más feliz de toda la ciudad. Les pedía más, que siguieran follándome el coño y la boca, que me escupieran y que me dijeran la clase de guarra depravada que soy. En esas estábamos cuando Juan pidió su turno diciendo que quería follarse mi coño, que estaba deseando comprobar si de verdad era un coño tan follable como Paco decía. Mi chulo sacó su rabo de mi interior y, amablemente, cedió el puesto a su amigo diciéndole que disfrutara del chocho de su puta. Juan no se anduvo con miramientos. Dejó caer un buen chorro de lubricantes sobre la raja y embadurnó su rabo. Lo colocó la entrada de mi ojete, separó las nalgas, exclamó “qué pedazo de coño tiene esta marrana” y me jodió el culo hasta el fondo de sola estocada. La verdad es que el cabrón tenía un rabo bien gordo que me llenó por completo y se me escapó un suspiro de gusto cuando sentí sus cojones pegados a mí. Parece que la puta le ha gustado, dijo Andrés. Por supuesto, a esta guarra le encanta que la rellenen bien rellena, exclamó Juan comenzando una follada intensa y bestialmente rápida. Se oían los cojones de Juan golpeando contra mis huevos, el cabrón gemía como un poseso, como a mí me vuelve loca. Me excita mucho oír a un macho gimiendo cuando me follan. Juan me azotaba repitiendo continuamente el coño tan maravilloso que tenía la guarra que se estaba follando y decía: Con razón Paco le da todos los caprichos a esta perra, este coño vale muchísimo, seguro que hay más de cuatro tíos dispuestos a pagar por follarse a la guarra que me estoy tirando yo ahora. Paco había acercado su polla mi boca: Come puta, sabe a tu coño y tienes que probarlo. Andrés, mientras tanto, se había dado un respiro y se había servido otra cerveza. Lo vi acercarse desde la mesa donde estaban las bebidas mientras Paco me clavaba su rabo hasta la garganta y Andrés me follaba como si no hubiera un mañana. ¿Cuando me va a tocar a mí follarme a la hembra?, preguntó Andrés antes de dar un sorbo su cerveza. Ahora mismo, estoy a punto de correrme y todavía no quiero, no veas el coño tan caliente y apretado tiene. Para ser tan puta y estar tan bien follada, es increíble como te aprieta el rabo con el chocho. Juan se salió de mí y fue a por una bebida mientras Paco continuaba provocándome arcadas con su polla en la tráquea. Andrés se disponía a meterme su tranca. Me quitó las bragas (hasta entonces habían estado en mis rodillas) porque, según él, tendría que abrir mucho más las piernas. Cuando me tuvo abierta por completo, me dijo: Ya te avisé que te iba a follar con violencia. Y no me engañaba, de un solo pollazo me la clavó hasta los huevos, empujándome todavía más contra la polla de Paco que me dió una arcada y me provocó un pequeño vómito. Te jodes, puta, estás aquí para eso- gritó Andrés- eres mi zorra y hago contigo lo que me sale de los cojones. Si te quiero follar duro y hacerte daño, te aguantas. Gemí sumisamente y Paco, mientras acercaba un paño para limpiar el bocado de comida que había vomitado yo, le dijo a Andrés: Sigue, y dale caña que a la zorra le gusta, está gimiendo cómo la maricona sumisa que es. Le encanta que los machos la traten así, porque le encanta que se los follen tíos de verdad, como nosotros, que cuando nos ponemos cachondos, perdemos los papeles, ¿verdad, zorra? Yo levanté la mirada para mirarles a los ojos y decirles: Siiiiiii -jadeé- a mí lo que me gustan son los hombres de verdad, los machos cabrones que no pueden evitar ser unos hijos de puta cuando se tiran a una guarra. Me vuelven loca los machos como vosotros, que cuando montáis de verdad os volvéis animales salvajes. Cada vez que me azotáis o me escupís se os ponen las pollas todavía más duras y me revientan el coño de gusto- Andrés aceleraba sus pollazos en el fondo de mi chocho mientras yo seguía delirando de gusto y pidiendo más -os suplico que sigáis tratándome como una perra y sigáis dándome polla como me la estáis dando, estoy disfrutando por el coño como no he disfrutado en mucho tiempo y eso que Paco me tiene follada de maravilla. Miré a Paco le dije: Sabes que me vuelves loca pero estar entre tres cabrones es algo que nunca había experimentado. Entonces se agacho hacia mí, me morreó y me dijo : A mí me encanta que seas mi puta en exclusiva pero verte follando con dos amigos míos y siendo tan puta me tiene mucho más cachondo que de costumbre, así que aquí estamos disfrutando todos. Sí -dijeron Andrés y Juan a la vez- aquí estamos disfrutando todos: la perra y los machos. El rabo de Andrés me perforaba sin piedad, no paraba de gritarme que yo era una grandísima puta que iba a hacer con mi chocho todo lo que le saliera de los cojones. Me azotaba con una mano, me tiraba del pelo con la otra, a veces la mano con la que me azotaba el culo iba delante y me abofeteaba la cara desde atrás, no paraba de empujar su polla dentro de mi culo gritando que yo tenía el mejor coño que se había follado en mucho tiempo. Las pollas de Juan y Paco se turnaban en mi garganta. Las juntaron por los capullos y me las hicieron meter ambas en la boca. Era imposible tragármelas pero relamí sus cabezotas y las succioné todo lo que pude. Ellos no paraban de bramar, como verracos en celo, Mi culo no podía estar más dilatado y gozando más, me chorreaba el líquido preseminal, yo sabía que si me tocaba la polla me correría inmediatamente porque aquellos tres sementales me estaban tratando como de verdad yo quería ser tratado hacía mucho tiempo: nací para ser la zorra de un buen macho y ahora estaba siendo la puta de tres. Paco se sentó en el sofá y me dio la orden de que me subiera en su rabo así que me escapé de la polla de Andrés y me encaramé en el rabo de mi chulo. Él me sujeto de las nalgas, elevándome un poco para tener ángulo suficiente y poder bombear su rabo dentro de mi culo diciéndome que ya faltaba poco para que me dejara embarazada: Me encanta ver cómo te botan las tetitas cuando te clavo la tranca en el coño, ufff, cómo me pones, guarra. Desde el principio has sido mi puta favorita pero ahora eres mucho más favorita todavía. Si te portas tan bien como te estás portando esta tarde, me voy a dedicar a follarte en exclusiva a ti. No me importa que tengas alguna otra guarra por ahí -le dije- pero yo quiero darte todo el gusto del mundo a ti y tenerte siempre bien atendido, mi coño está para darle gusto a tu polla y a tus caprichos de chulo dominante. Él seguía bombeando con furia dentro de mi coñito, me tiraba del pelo y acercaba mi boca a la suya para morrearme. Cuando dejaba de comerme la boca, me decía que era su puta, su hembra, que me iba tener siempre muy bien follada. Yo le pedía que no parase, que me estaba destrozando el coño de gusto. Pero en ese momento, él me dijo: Una buena puta atiende a todos sus clientes y tienes que ir a darle el coño al siguiente. Me morreó, me escupió en la boca y me dijo: Me estás haciendo muy feliz, me encanta follar contigo. Y tú a mí, mi macho, me estás convirtiendo en la guarra que siempre he querido ser. Entonces me sacó la polla del coño y casi me tiró sobre Andrés que estaba sentado al lado. A él también lo cabalgué mientras le decía obscenidades de sumisa entregada: ¿Estás disfrutando de mi chochito? Mi chochito es para darle gusto a tu polla, me encantan los machos como tú, haz conmigo lo que te salga de los cojones, semental, soy tu puta, me tienes locaaaa. Sigue cabalgado mi rabo, perra. Guau, qué coño tienes, como se traga mi pollonazo, puta, eres una guarra tragapollas, tienes el coño más abierto que la boca del metro, pedazo de puta. Muévete, mueve el coño y dame gusto en el rabo, cerda. Me agarraba los pezones con una mano alternando entre uno y otro. Me abofeteaba con la mano libre y me escupía, todo eso todo eso sin parar de bombear su polla dentro de mi coño. En un momento determinado, me empujó hacia abajo, clavándome su rabo más profundo de mi culo: Quédate quieta, perra, que estoy a punto de correrme y no quiero. ¿No? Pero si mi coño es para que lo llenéis de lefa, córrete, no te cortes, úsame como tu puta y préñame toda. Que no, zorra, que tenemos algo reservado para el final, quítate. Me levanté y me encaramé a la polla que me faltaba, la de Juan. El tampoco se anduvo con tonterías, bombeaba con una fuerza increíble para un hombre de su edad, estoy seguro de que habían tomado Viagra todos porque aquello era fuera de lo normal. Me pegaba contra su pecho, abrazándome mientras bombeaba su rabo con una furia impresionante. Con su boca en mi oído me decía cosas muy sucias: Me voy a correr en tu coño violándote. Esto no es una violación, guapo, estoy disfrutando de la follada como una loca, los papis me ponéis muy cerda y muy pocos tíos de tu edad son capaces de follarse a una guarra tan bien como tú me estás follando a mí. Ya sabrás a lo que me refiero, puta, pero me gusta que te ponga tan cachonda la forma en que te follo, te quiero de puta más veces aparte de la de hoy. Así estuvo un buen rato hasta que, como hizo Andrés, clavó su polla en lo más profundo de mi cuerpo y me dijo que todavía no había llegado el momento de echarme la leche. Me levanté y Andrés me dijo que lo siguiera. Tomándome de la mano, me llevó a la habitación mientras Juan y Paco nos seguían. De un empujón, Andrés me tiró en la cama: Ahí, puta, ahí quiero verte, abierta de piernas, venga, ábrete y ofréceme el chocho. Le obedecí abriéndome de piernas todo lo que podía mientras él se iba subiendo encima mío. Yo estaba con las medias puestas, el liguero a la cintura y, claro está, sin bragas. Le miré a los ojos: Aquí tienes a tu puta, con el coño abierto y esperándote, hazme lo que te salga de los cojones, que estoy aquí para eso, mi toro. Apuntó su rabo y me lo metió de dos estocadas. En la primera me metió la mitad de la polla y me dio una bofetada: Ábrete el coño con las manos, puta, que quiero meterte la polla hasta los huevos. ¡Ufffffff! Ya me tienes toda abierta, preparada para que me folles viva, por favor, dame polla, no puedo más. Así me gusta, perra, que me pidas que te monte, prepárate. Me clavó el resto de polla y se dejó caer sobre mí, apretando su rabo profundamente dentro de mi coño. Así, perra, así te quería tener, abierta, conmigo encima, cubriéndote. Vas a saber lo que se siente cuando un semental te monta. Se incorporó un poco, empezó a embestirme con su rabo volviéndome loca de gusto, me lo hundía entero, lo retiraba un poco y luego volvía a clavar, profundo, fuerte, duro. Se escuchaba sus cojones golpear contra mis nalgas. Empezó a decirme: Eres una puta, zorra y guarra y eso es lo que me gusta: follarme hembras muy marranas. Comenzó a darme bofetadas y escupirme. Quise mover las manos pero él me dio una bofetada aún más fuerte: De eso nada, puta, tus manos tienen que estar abajo, abriéndote el coño para que mi polla te entre bien, me voy a correr en tu coño y voy a correrme sometiéndote. Sumisamente le dije: Sí, sí, soy tu puta y estoy aquí para que me montes como te salga de los huevos. Dame, dame polla, úsame. La verdad es que yo estaba al borde del orgasmo después de todo aquel festival de pollas que llevaba desde que entraron por la puerta de casa. Solo con que me hubiera zarandeado un poco la polla, me hubiera corrido como una bestia pero sabía que tenía que esperar a que todos los machos se corrieran para, entonces sí, correrme yo como una auténtica loca. Andrés no paraba de bombear con fuerza, de darme bofetadas. Por suerte, ninguna era fuerte, todas muy excitantes, las hostias que me recuerdan que soy la sumisa de unos machos folladores. Empezó a decirme: Puta, puta, puta, eres una puta y te voy a vaciar los cojones dentro del coño, ábretelo que va toda mi leche. Sí, por favor, macho mío, por favor, dame polla, por favor, no puedo estar sin tu rabo, me tienes como una perra, hace tiempo que el macho no me volvía tan caliente, por favor, te lo suplico, fóllame, fóllame, estoy apunto de correrme. No, puta, no puedo hacer que te corras ahora, eso le toca a Paco, pero sí voy a disfrutar de llenarte el coño con mi corrida. Los tres se habían puesto de acuerdo previamente en que Paco iba ser el que me hiciera correr, ese era su privilegio de macho propietario de la puta. Pero los otros dos me iban a meter unos buenos trallazos de semen en lo más profundo de mi cuerpo y eso me volvía totalmente loco. Andrés estaba a punto, la clavaba todavía con más fuerza, gritaba lo puta que era y lo bien que me había portado, que me iba volver a follar muchas más veces, que le había encantado follarse a su primera maricona travesti y que yo le iba hacer muchos servicios a partir de ahora. Sí, por supuesto que sí, ya soy tu puta también, mi coño estará siempre a tu disposición para cuando quieras llenármelo con con tu tranca dura. Follameeeee… Me la clavó un par de veces más, la sacó casi entera y gritando “¡mira como me corro en tu coño, guarra!” profirió un aullido de macho descargando sus cojones. Me la clavó sin piedad hasta el fondo, se dejó caer sobre mí, apretándome contra su cuerpo para que no pudiera escaparme y sentí perfectamente como su rabo se convulsionaba dentro de mi coño llenándome de lefa caliente. Al sentir su cuerpo presionándome la polla, estuve a punto de correrme. Le dije que se separase un poco, que estaba al borde del orgasmo, él levantó un poco su vientre pero siguió con su pecho sobre el mío diciéndome lo buena puta que era y lo mucho que había disfrutado de echarme aquel polvo. Entonces Juan reclamó su sitio: Venga, chaval, que ya sabemos que la guarra es buenísima pero los demás también tenemos ganas de descargar los huevos de una puta vez. Andrés se salió de mí, se levantó y dejó su sitio a Juan que se acercó con su rabo mirando al techo y diciéndome: Te dije que me iba a correr violándote. Pidió a los otros dos que me agarraran cada uno de ellos por un brazo y una pierna: Abrídmela bien y sujetadla para que no pueda escaparse. Me recolocó la almohada que Andrés me había puesto debajo del culo para poder follarme, y cuando me tuvo en la posición adecuada, sin que yo pudiera moverme porque estaba sujeto por los otros dos hombres, hundió su rabo dentro de mí, profiriendo un gemido y dejando los ojos en blanco: Joder, puta, que caliente te ha dejado el coño ese cabrón, estás mojada como una auténtica guarra. Empezó a embestir, clavando su polla en mi coño como le daba la gana, la sacaba casi entera y la volví a hundir. Yo estaba inmovilizado. Él a veces bombeaba con toda su tranca en mi interior, a veces la sacaba y la metía de un solo golpe hasta los huevos y, todo eso, diciéndome: ¿Ves, guarra? Te dije que te iba violar, te tengo a mi disposición, puedo hacer contigo lo que me salga de los cojones, te estoy follando como quiero sin que puedas escapar. Eres un cabrón, un hijo de puta, pero tienes una tranca que me vuelve loca… y esto no es una violación porque yo lo estoy disfrutando como una perra. Entonces me agarro del pelo y tiró de mi cabeza hacia abajo. Mira, perra, mira la polla que te estoy metiendo en el coño mientras mis amigos te sujetan para que yo te folle como me sale de los huevos, ¿lo ves, puta, lo ves? Te tengo donde quiero. Yo empecé a seguirle el juego: No, por favor, para, me estás haciendo daño, si me gusta pero ya se te está poniendo la polla demasiado grande, me hace daño, ahora la tienes demasiado gorda… por favor, para, por favor, te lo suplico, para, que me rompes el coño. A Andrés le encantaba ese juego. Con los ojos vueltos me tiraba del pelo y me decía: ¡Qué coño tienes, guarra! Te estoy follando como me da la gana, guarra. Te voy a llevar a mi puticlub para que le des gusto a mis clientes. Por favor, por favor, eso no, por favor- le contesté siguiéndole la fantasía. Sí, perra, al final te gustará abrirte de piernas para siete u ocho cabrones cada día. No, eso no, por favor. Y para, por favor, te lo imploro, no sigas, me estás violando, me estás destrozando el coño, la polla se te ha puesto demasiado grande. Ay, ¡ay! ¡Me dueleee! Pero si te está gustando, puta, tienes el chocho mojado, estás disfrutando de mi polla como una auténtica zorra. Sí, estoy mojada, pero no quiero que sigas, me estás haciendo daño, tu polla es demasiado grande para mi coñito. Pues te jodes, cerda, esta tranca no sale de tu coño hasta que yo vacíe mis cojones dentro. Por favor, por favor… ¡noo! Por favor, no te corras en mi coño… Puta me corro, me corro ya… Me haces mucho daño, para, para, paraaaa Puta, me corrooooooo Gritando como un poseso, diciéndome que era una perra a la que se iba follar cuando quisiera, incrustó su tranca gordísima dentro de mí. Sentí perfectamente como vaciaba su leche en mi recto. Se convulsionaba de gusto, con los ojos en blanco, mientras apretaba su rabo contra el fondo de mi culo. Permaneció unos instantes inmóvil, temblando y bramando, disfrutando del corridón que se había pegado dentro del coño de la puta a la que acababa de someter y humillar. Cuando recuperó la respiración, se dejó caer sobre mí diciendo “vaya pedazo de polvo te acabo de echar, guarra” y me metió la lengua hasta la campanilla. Después de un morreo fabuloso, me dijo: Bueno, puta, ahora queda la tranca final, la de tu chulo- se sonrío y se separó de mí. Entonces vi a Paco acercarse con su rabo totalmente preparado. Me dijo: ¿Sabes?, el chulo siempre es el último en follarse a la puta para asegurarse de que el niño que le hace es suyo. Prepárate que te voy a dar la preñada definitiva, te voy a hacer un bombo. Se acercó, yo me abrí de piernas pidiéndole que por favor me follara, que estaba loca por darle el coño a mi chulo, que quería que me dejase embarazada. ¿Sí, putita, quieres que tu chulo te folle el coño? Sí, cariño, estoy loca por sentir como me clavas tu nabo duro. Ábrete bien, guarra, que te voy a dar lo tuyo. Joder, sí, fóllame, fóllame ya. Toma, perra, abre el coño. Separé mis nalgas, Paco apuntó su polla a mi entrada, coloco el capullo, entrando en mi cuerpo lentamente mientras se dejaba caer sobre mí. Joder, puta, como te han dejado el coño estos dos, lo tienes hirviendo y chorreando. Me va a encantar follarte. Sí, chulo mío, fóllame tú, préñame. Tócate, zorra, que quiero ver como se corre mi puta mientras me la tiro Aquello fue lo mejor de la tarde, Paco bombeando sin parar en mi coño, encima mía, dándome alguna bofetada de vez en cuando para recordarme lo guarra que soy y lo buena puta que me había comportado aquella tarde, que tenía el coño ardiendo, que le encantaba follarse mi chocho y que estaba deseando vaciar sus cojones dentro de mí. Yo estaba a punto de correrme y le decía: Si sigues follándome así de bien me voy a correr como una perra, no pares de joderme como me estás jodiendo, ¡qué bien te follas a tu puta! Claro que sí, puta, ya estoy aquí para darte gusto a mi perra. Sí, por favor, fóllame, fóllame, estoy a punto de correrme. Toma puta, toma polla. Dame, por favor, dame polla, no puedo más, no puedo más. Toma polla, puta, toma polla, que esto es lo que te gusta, que te meta mi rabo hasta los huevos. Ay, sí, por favor no pares, por favor, mi chulo, que me corro, fóllame como tú sabes. Paco empezó a darme estocadas duras y profundas, con todo su rabazo clavado dentro de mí, dándome bofetadas, llamándome puta, guarra, zorra, cerda, marrana, chupapollas... Sí, soy todo eso, y más que voy a ser gracias a ti, que me estás convirtiendo en la puta más grande de esta ciudad. Así me gusta, perra, que sepas obedecer al macho que te monta, ¡toma rabo! Me corro, cariño, me corro. Así, puta, así me gusta, que te corras cuando yo te monto. Dame, por favor, no pares, así, así, así. Toma, toma polla. Me corro, me corro, me corrooooo. ¡Córrete, guarra…! ¡Me corro vivaaaaaaaa! ¡Así! ¡Me corro, me corro como una perra bien folladaaaa! ¡Ay, Paco, macho mío, lléneme el coño con tu leche! ¡Me estoy, me estoy… ay, Paco, que me estoy corriendo yaaaaaaaaa! ¡Toma mi polvo, putaaaaaaaaa! Recibí en mi coño la mejor leche, la de mi macho. Gritamos como dos bestias y yo tuve el mayor orgasmo que había tenido en muchísimo tiempo. Después de correrme, me quedé un rato gimiendo como una nenaza. Paco se había dejado caer sobre mí, exhausto después del polvazo que me había echado y de la tarde de sexo que habíamos tenido. Andrés y Juan comenzaron a aplaudir y a felicitarnos a los dos: a mí por ser la mejor guarra que se había follado nunca y a Paco por tener una puta tan bien enseñada y ser tan buen colega que los había invitado. Paco se levantó y se dirigió con ellos al salón para beber algo y recuperar fuerzas. Entonces yo miré el techo y me di cuenta de que estaba abierto de piernas y mi culo chorreando la leche de tres machos como cuando comencé este relato. Entonces oí la voz de Paco: Puta, esto no ha terminado, métete en la bañera que tenemos ganas de mear. Continuará... (argensrelatos@gmail.com)


¡PRUEBA LA NUEVA WEB: EROTISMOSINTABÚ!


¿Qué te parece el relato?