🔥Relato Erótico de Jóvenes: Dany y su profesor de geografía ❌Sin Censura❌

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Fecha: 2019-08-27


Dany y su profesor de geografía


Autor: señoreduardo

Categoría: Jóvenes

Por su aspecto no la pasa bien en la escuela. Hay compañeros que lo acorralan en los pasillos y rincones oscuros para manosearlo y en las duchas, después de cada clase de gimnasia, debe luchar a brazo partido con los más audaces, que se le van encima con el pito duro y el pobrecito sólo logra alejarlos cuando los amenaza con gritar. -Ya te vamos a agarrar, nena. –le advierten y él se enoja: -¡No soy una nena! Los agresores ríen: -Tenés piernas de nena, caderas de nena, ¡culo de nena! ¡sos una nena!... –y estallan las carcajadas. “No soy una nena… ¡no soy una nena!”, repite dolorido para si mismo mientras se viste bajo la mirada codiciosa del grupo de compañeros. Esa tarde había clase de geografía con el profesor Abaroa. A Dany lo inquietaba ese hombre, por su forma de mirarlo con insistencia durante toda la clase. El señor Abaroa tenía alrededor de cincuenta años. Era alto y robusto, calvo, de rostro cuadrado y cabello oscuro sin canas. Esa tarde no fue la excepción. Mientras hablaba a sus alumnos en general, no dejaba de mirar a Dany, que se movía nervioso en su banco. “¿Por qué me mira así?” se preguntaba el jovencito para de inmediato responderse: “Yo sé lo que quiere… ¡es un degenerado!”, y la inquietud le iba creciendo en su interior. Esos compañeros de colegio que lo acosaban, el señor Abaroa, los hombres que lo miraban en la calle. Se sentía como una codiciada presa escapando en un bosque lleno de cazadores y lo sumía en la zozobra el miedo de que terminaran por atraparlo. Mientras tanto lo alarmaba el bajo promedio con que era calificado en Geografía un trimestre tras otro. Hasta que finalmente esas bajas notas hicieron que debería rendir examen en diciembre para aprobar el año y terminar la preparatoria. -Te espero en la sala de profesores, Aguirre. –le dijo el señor Abaroa antes de dar por terminada la clase de ese día, una de las últimas. Dany se presentó allí y debió aguardar un rato al profesor de Geografía. -Estás en problemas, Aguirre. –le dijo el señor Abaroa cuando tomó asiento en una de las cabeceras de la mesa junto a la cual el chico estaba de pie. -No entiendo, señor… -murmuró el chico. –Yo me preocupé, estudié, pero… -No estudiaste lo suficiente, Aguirre. Nunca pude ponerte una calificación adecuada. ¿Qué pasa, lindo? ¿No te interesa mi asignatura? -Sí, señor Abaroa, es que no entiendo por qué usted me pone notas tan bajas… -A ver, ¿vos entendés que yo tengo el derecho de poner las notas que quiera? -Sí, señor Abaroa, pero… -¿Vos entendés que no hay pero que valga? -Es que… -¿Vos entendés que en el examen puedo aprobarte o aplazarte y si te aplazo te la llevás previa y no terminás la preparatoria? -Por favor, señor Abaroa… suplicó el chico muy nervioso. -Vamos a hacer algo, Aguirre. Desde mañana te venís a mi casa todas las tardes y yo te preparo para el examen. Tomá. –y le extendió un papel donde se leía su dirección. Dani tomó al papel con mano temblorosa y murmuró: -Está bien, señor Abaroa… -Mañana a las cinco de la tarde, Aguirre. Podés retirarte. -Sí… sí, señor Abaroa… -musitó el chico y abandonó la sala con el corazón brincándole dentro del pecho mientras el profesor se frotaba las manos, entusiasmado. –El pajarito ya está en la jaula… -se dijo. Dany, mientras tanto, pasó todo ese día angustiado pensando en esa cita con el profesor. No sabía nada de él y se preguntó si sería casado. ¿Vivirá con alguien o solo? Ay, si vive solo me va a tener a su disposición, porque seguro que me hace ir a su casa para… -y el miedo detuvo su pensamiento. -¿Y si no voy? –se planteó. –¿Si me aguanto rendir la asignatura? Pero no, porque en el examen me va a aplazar. Este degenerado no va a parar hasta tenerme. -y la sola posibilidad lo estremeció. Al día siguiente le dijo a su madre que iba a repasar una asignatura a la casa de un compañero y partió al encuentro de lo que el destino quisiera depararle. Previamente se había duchado y mientras el agua tibia bañaba su cuerpo desnudo sintió algo extraño y perturbador. Estaba excitado y movido por un impulso oscuro comenzó a acariciarse. Las manos descendían lentamente por el pecho hasta que sus dedos dieron con las tetillas y se entretuvieron allí jugando con los pezoncitos, de inmediato erizados y duros mientras de su boca brotaban gemidos. La imagen del profesor Abaroa invadió su mente y permaneció allí, dominando sus pensamientos en tanto las manos descendían por las caderas y las rodeaban en busca de las nalgas. Los gemidos arreciaban y le resultaba extremadamente excitante la tibia caricia del agua. La excitación era cada vez más intensa y tuvo que arrodillarse cuando sus piernas flaquearon. Se imaginó al señor Abaroa acariciándolo y cayó en varios y sucesivos estremecimientos mientras con la mano derecha se buscaba el orificio anal. Cuando lo tanteó con el dedo índice tuvo que detenerse, presa de un miedo intenso. ¡¿Qué me pasa?! –se preguntó aterrorizado y aunque conocía la respuesta trató de borrarla de su mente. Muy nervioso llamó por el portero eléctrico al apartamento A del octavo piso de ese edificio en el barrio de Caballito y tembló al escuchar la voz de su profesor de geografía. -Ya bajo a abrirte, lindo… El profesor bajó y apenas abrió la puerta y apenas el chico hubo entrado le estampó un sonoro beso en la mejilla. -Qué gusto tenerte acá, Aguirre. -Gracias, se… señor… -murmuró Dany y se dejó llevar del brazo hasta el ascensor. La mano del profesor oprimía su brazo y esa fuerza la sintió el jovencito como una especia de cadena que lo sujetaba indefectiblemente a la voluntad de ese hombre. Deseo que una vez arriba hubiera alguien, pero no había nadie. Dany dejó su mochila en una de las sillas que rodeaban la mesa del living y al darse vuelta se encontró con la mirada del profesor que lo recorría de arriba abajo una y otra vez. Acostumbraba vestir ropa amplia para disimular sus formas casi femeninas y esa tarde llevaba un pantalón celeste, bien ancho, una camisa blanca con los faldones fuera, zapatillas negras y medias deportivas también blancas. Se retorcía nerviosamente las manos mientras el señor Abaroa lo devoraba con los ojos y a él las mejillas le quemaban. -Estás muy lindo, Aguirre. Sentate. El chico se sentó, estremecido por el halago tan directo y el profesor se sentó a su lado. -Bueno, lindo, hablemos claro. Si seguís tan flojo en mi asignatura tengo que mandarte a rendir en diciembre. -Pero, señor, yo estudié todo el año, y usted igual me pone calificaciones muy bajas… -No me interrumpas, Aguirre. ¿Estamos? -Sí, señor… -Bueno, sigo. Si te mando a diciembre tenés que rendir el examen y yo tengo el poder para aprobarte o aplazarte. Si aprobás terminás la preparatoria, porque sé que no te llevaste ninguna otra asignatura. -No, señor Abaroa… -Bien, sigamos. ¿Sos consciente de que yo puedo hacer que termines la escuela o tengas que volver a rendir en marzo y en marzo seguiré teniendo el poder? -Por favor, señor Abaroa… -¿Querés aprobar, Aguirre? -S, señor, claro que sí… -Muy bien, Aguirre, ¿y qué estás dispuesto a hacer para que yo te apruebe?... Dany se sentía cada vez más nervioso, asustado y culposamente excitado también. Carraspeó para liberar su garganta de esa creciente tensión que lo había ganado y musitó: -No… no sé, señor… No sé qué quiere usted que yo haga… El profesor de Geografía no le quitaba la vista de encima pero él no se daba cuenta, porque la vergüenza y los nervios le hacían mantener obstinadamente la mirada en el piso, mientras sentía que sus mejillas parecían a punto de arder en llamas. -Es simple, Aguirre, quiero que hagas todo lo que yo te diga… Dany supo a qué se refería su profesor, pero fingió inocencia y contestó: -Sí, señor, está bien. Voy a estudiar para… El señor Abaroa emitió una risita: -No, Aguirre, no se trata de estudiar. Yo sé que la asignatura la sabés muy bien y si hacés de ahora en adelante todo lo que yo te ordene vas a rendir un buen examen. -¿Entonces qué… qué quiere que haga, señor Abaroa?... preguntó con voz temblorosa aunque de sobra sabía la respuesta. -En primer lugar, quiero que te desnudes, Aguirre, que te saques toda la ropita. Ya… -Ay, señor Abaroa… por favor… -¿Querés un 3 en el examen? -No, señor Abaroa, por favor… -Bueno, entonces basta de tonterías y desnúdate de una buena vez. El chico se sintió acorralado, supo que no tenía alternativas y comenzó a desvestirse sin ponerse de pie, procurando exhibirse lo menos posible. Se sacó las zapatillas, la camisa, e hizo deslizar el pantalón por sus piernas hasta los tobillos, para después quitárselo. Vaciló antes de hacer lo mismo con el slip, pero la orden del señor Abaroa lo convenció de que debía completar el striptease. Ya desnudo y temblando de nervios le llegó una nueva orden: -Parate, lindo. -Por favor… -se atrevió a gimotear. -¿Qué pasa, lindo? ¿querés un 2 en el examen? –y entonces se puso de pie, con la vista fija en la alfombra zul. -Muy bien, Aguirre… Muy bien… ¡Qué cuerpo tenés!… Los brazos a los costados, nene, quiero verte completito. –dijo el señor Abaroa cuya verga había comenzado a abultarle el pantalón. Dany se sentía sacudido por una variedad de sensaciones intensas y contradictorias. Nunca había imaginado que estar en poder de ese madurón que quería cogerlo lo excitaría, aunque con miedo y angustia por eso que había empezado a revelársele en su interior. Pensó en el momento en que la verga del señor Abaroa le entrara en el culo. “¡Me va a doler!”, se dijo atemorizado, pero ni ese temor logro anular el turbio y profundo deseo de ser penetrado. (continuará)


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