🔥Relato Erótico de Sexo Anal: Al principio no quería saber nada. ❌Sin Censura❌

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Fecha: 2022-09-01


Al principio no quería saber nada.


Autor: IvánIván

Categoría: Sexo Anal

Me llamo Iván, tengo 26 años y vivo sólo. Me separé hace casi dos años y y estoy viviendo en el norte de Argentina. Hay una pobreza extrema, pero por suerte acabo de cobrar una indemnización y dinero no me falta. Todos los días tocan el timbre de casa para pedir dinero, algo de comer o lo que sea. La semana pasada llamó una señora de unos 50 años y me pidió que la ayudara con algo. Le dí una bolsa de alimentos y me lo agradeció mucho. No pasó ni media hora que sonó el timbre de nuevo. Estaba por acostarme a dormir una siesta y decidí no atender. Tocaron otra vez y espié por la ventana. Era una criatura de unos 10 años, delgada, de cabello largo y negro. Tenía un pantaloncito corto de jean, una blusa celeste y zapatillas blancas; todo muy limpio, pero muy roto y gastado. Ya desde adentro se veía que la estaba pasando muy mal por el intenso calor, estaba transpirada y el rostro colorado. Seguro venía a pedir o vender algo. Me asomé y la saludé. Me ofreció pan casero, tenía una canasta enorme y repleta. Le dije que me diera dos panes y me pidió por favor un poco de agua. Le pregunté si andaba sola, para evitar problemas y me dijo que sí. Entonces la invité a pasar, afuera las calles ardían. Yo tenía prendido el aire acondicionado, y al entrar,la chica pareció revivir. Recuerdo que dijo que mi casa parecía otro mundo. - Acá se puede respirar!!! Qué agradable...!!! Afuera es un infierno. Me dió mucha pena y le dije que se sentara en el sillón mientras le traía un vaso de Coca Cola. Apoyó la pesada canasta en el piso y se sentó. Al volver con la gaseosa, estaba agachada atándose los cordones de las zapatillas. No había advertido que tenía un shorcito tan corto que al agacharse se le salía la mitad de la cola para afuera. Me sentí un malpensado, pero en ese momento estaba seguro de que se vestía así porque sabía que era capaz de provocar. Me quedé mirando el culo de mi invitada hasta que me vió. - Acá tenés gaseosa, podés tomar todo lo que quieras. Cómo te llamás?- pregunté. - Ayelén, y vos...? - Iván. Y cuántos años tenés, Ayelén? - Mucho gusto, Iván. Tengo 9. Y estoy vendiendo pan porque somos 3 hermanos y el dinero no alcanza. Mi hermano mayor trabaja de vez en cuando, pero se gasta lo que gana en cerveza, vive borracho. La niña necesitaba ser escuchada y me contó que no conoció a su padre y que la madre era alcohólica, pero pedía en las casas y conseguía para poder comer algo todos los días. Me dijo que salió un rato antes que ella y que iba a andar por este barrio, pero después ella se ponía a beber y ya no volvía a verla hasta la noche. Me acordé de la mujer que pasó antes que la niña y le pregunté si la mamá tenía un vestido cortito y floreado. Si era bajita, como de 1,50 m. y llevaba el cabello atado con una colita blanca. Se rió y me dijo que sí. - Tu mamá tiene un bolso a cuadros rojo y negro? - Jajajaj...sí, es ella!!! Estuvo aquí? - Creo que sí. A ver si hablamos de la misma persona- le dije para entrar en confianza- no me digas que tiene un culo muy grande y que se le mueve muchísimo cuando camina. Y unas tetas enormes que pareciera que les pesan un montón.... - Jajajajajajaja...!!! Siiii, esa es mi mamá!!!! Jajajajajaj...me hiciste reír mucho!!! Sí, tiene una cola enorme...jajaja.... Entró como decaída y ahora se estaba muriendo de la risa. Eso me hizo sentir bien. Nos seguimos riendo un buen rato y me acordé de la señora que resultó ser la madre de Ayelén. La mujer caminó delante de mí antes de irse y me impactó ese culo que se bamboleaba de un lado para el otro. - Qué pedazo de culo que tenía- pensé. Y volví a la tierra para preguntarle si iba a seguir vendiendo con semejante calor. Dijo que sí y se levantó como para seguir trabajando. Se acomodó el short subiéndoselo hasta que los cachetes del culito de Ayelén se volvieron a salir del pantalón. También se levantó la blusa y se la ajustó con un nudo, dejando adivinar las tetitas que ya estaban bastante bien crecidas. No podía dejar que la adorable criatura se fuera así nomás y lo intenté. Le ofrecí comprarle todo el pan si no me dejaba solo y aburrido. Si me hacía compañía hasta la noche para después volver a su casa. Se rió segura de que estaba bromeando. - Te lo digo en serio, me da pena que salgas a la calle con este sol. Te va a hacer mal. Conté los panes, saqué la cuenta y le dí mucho más dinero de lo que ganaría si lo salía a vender. Se puso loca de contenta y me lo agradeció colgándose de mi cuello y abrazándome con mucha fuerza. - Y qué tengo que hacer...???? - me preguntó y se me ocurrieron mil cosas diferentes, pero le dije que empiece por ponerse cómoda. - Ya que te vas a quedar, sacate las zapatillas. Quedate descalza, el calor no se soporta. - Tenés razón...- dijo y se quitó el calzado. Me senté en el sillón de enfrente para ver mejor a la encantadora nena. Tenía los piecitos chiquitos y...perfectos...eran perfectos... Las uñas cortas y bien cuidadas, pintadas de color rojo. Se masajeó los pies como si las zapatillas le apretaran. - Esos piecitos están muy cansados, creo que necesitan un buen masaje. Apoyalos acá- y le señalé mis piernas. Con bastante vergüenza los puso sobre mí y empecé a hacerle un masaje muy suave mientras le pregunté si tenía hambre. Dijo que no comió nada desde ayer y cerró los ojos disfrutando quizás la primera vez que le acariciaban esos bellísimos pies. Le separé los dedos y se los froté lentamente uno por uno. Después le presioné la parte de abajo con los pulgares y sonreía, cerrados los ojos y desparramada en el cómodo sillón. Había logrado relajarla tanto que parecía que se iba a dormir. Sólo abrió con asombro los ojitos cuando me incliné y le besé los dedos y las uñas pintadas de color rojo. - Qué hacés, Iván...?- preguntó sin entender pero sonriendo. No le contesté. Metí uno de sus piecitos pequeños dentro de mi boca y sentí un placer desconocido, hasta que me lo sacó para saber qué era lo que estaba haciendo. No pude deducir si Ayelén estaba confundida o asustada, pero ninguna de las dos opciones me agradaban. Entonces le dije que era una lástima que una niña como ella anduviera con la ropa tan gastada y que iba a vestirla como a una princesa. Volvió a sonreír y me sentí mejor. Un tiempo atrás tuve una tienda de indumentaria infantil, y al cambiar de trabajo me quedó un montón de ropa que tenía guardada en un ropero de mi habitación. - Vení, preciosa, a ver si te gusta algo de lo que tengo. Me siguió, descalza, y le dije que abra el ropero. Lo hizo y quedó extasiada al ver las prendas de todo tipo que había. - Noooooo....lo puedo creer...todo esto es tuyo??? - Si querés puede ser tuyo...depende... depende de cómo te quede... - Revolvé tranquila, después lo acomodo. Mientras gritaba de emoción con cada blusa, vestido o bombachita que veía, me acosté en la cama para ver mejor cómo se le metía el diminuto shorcito entre las nalgas. Al rato me encontré con la mano derecha dentro del pantalón, tocándome la verga erecta y mojada. Ayelén estaba con el culito carnoso casi desnudo de tanto pararse y volver a agacharse. No pude más y le propuse un trato, TODO sería de ella si se lo probaba en mi cuarto, sólo quería decirle qué le quedaba más lindo. Después de todo, el experto era yo. Ayelén dudó de mí, no decía que sí ni que no. Ahí fué que empecé a meter la ropa de nuevo en el mueble y, con una gran sonrisa, le dije que si no quería, no pasaba nada, que estaba todo bien. Cerré el ropero con llave y la invité a comprar algo para comer, mientras la tomé dulcemente de la mano para dejar la habitación. - No, no, no, Iván...perdón...no quise que te enojes...la ropita me gusta y me hace mucha falta... Le expliqué que no me había enojado para nada, sólo que no me dejaba ayudarla, pero para nada estaba enojado. Y la invité a comer otra vez. Me pidió por favor que la perdone y me dijo que no tenía problemas para probarse las prendas y que yo le dijera cuáles le quedaban más bonitas. El interés la hizo cambiar radicalmente de opinión. Abrí el mueble y le pedí que eligiera algo que a ella le guste. Separó una remera de algodón, una minifalda y un par de zapatos de tacón alto. Le dije si pensaba quedarse con la misma ropa interior deshilachada y agujereada y buscó un culotte y un sostén. Empezó a sacarse la blusita anudada y el sostén viejo y sin color. Las tetas de mi niña eran una delicia. Iba a ponerse el sostén nuevo, pero le dije que antes tenía que sacarse todo lo demás. También le recomendé que le hacía falta un buen baño, porque había llegado muy transpirada. Se quitó lentamente el shorcito y después la bombachita gastadísima y le dije que se diera vuelta. Ayelén tenía un cuerpito realmente privilegiado. Le miraba el culo perfecto y me tocaba la verga bajo el pantalón. - Te gustaría tener todo esto y mucho más? - Como qué...? - Como una casa para venir cuando se te ocurra, mucha más ropa y zapatos que estos, mucho dinero para que lo gastes en lo que quieras, las mejores comidas y postres, ayuda para tu familia, para tu mamá. Y todo lo que se te ocurra. - Ssssi...me...me gustaría....claro...claro... Me estás diciendo que vas a cambiar mi vida, Iván...??? Por qué...?? No entiendo...por qué harías tanto por mí...no lo entiendo..... - Porque sos una niña tan preciosa, tan maravillosamente atractiva, que me enamoraste, por eso voy a hacer que tu difícil vida se convierta en una verdadera vida de princesa. - Y yo qué debo hacer.....qué....no puedo creer lo que estoy viviendo...haría...haría lo que quieras... Le pedí que trajera la ropa que eligió para ver cómo le quedaba. Pero que ni siquiera pensara en ponerse esas prendas nuevas y ensuciarlas, porque había llegado con el cuerpo entero lleno de transpiración. Me pidió permiso para bañarse, pero le dije que no era necesario. Yo te voy a limpiar para que te pongas tu ropita y después te bañás. Me preguntó cómo era eso y la olí, y le confesé que tenía mucho olor a sudor, lo que era verdad y lo que también me calentó más que ver su cuerpo desnudo. - Te voy a limpiar para que te pongas la ropa interior. La acosté en la cama, le separé las piernas y empecé a pasarle la lengua por la vagina, la dí vuelta y le hice lo mismo en el agujerito del culo. La chupé tanto que estaba seguro de que ya no había necesidad de que se bañe. Le lavé la cola y la conchita con una cantidad tal de saliva que quedó mejor que si se hubiese pegado un baño. La transpiración de la niña y su delicioso aroma hicieron que la chupara de los pies a la cabeza. Estaba tan caliente que la mocosa quedó mojada como si recién hubiera salido de la ducha. Me moría por cogerla, por metérsela en el culo, por ahogarla a vergazos en la boca, pero esperé. En ese momento me detuvo, me quería contar algo muy importante. Intrigado, saqué la lengua del culo de Ayelén y le pregunté qué era eso que me quería decir. Me pidió perdón por no haber sido sincera conmigo. Y empezó a narrarme que no era virgen. Y volvió a pedirme perdón llorando. Decía que necesitaba ser honesta y no mentirme. Que yo estaba por cambiarle la vida y no podía dejar que no confiara en ella. Su secreto era, como lo dijo, que no era virgen y no me quería engañar. Sus hermanos mayores, de 17 y 20 años, la obligaron a hacer cosas desde que tenía 5 años. Se emborrachaban y ,al principio, le hacían un poco de todo. Pero poco después empezaron a llevar chicos, hombres y hasta mujeres con dinero que les pagaban a los hermanos mucha plata según lo que quisieran hacer con ella. Recuerdo que por sexo anal pagaban tanto que me dejaban descansar varios días, que era el tiempo que les duraba el dinero. Unas de las que más pagaron por mí eran dos chicas muy jóvenes, mi trabajo consistía en chupar la cola de una mientras la otra hacía lo mismo conmigo. Eso era una de las pocas cosas que me gustaban, hasta me provocaban mucho placer, pero como sabía que les cobraban muchísimo dinero, fingía que me daba asco y me negaba a hacerlo. Ya tenía 8 años y aprendí a obtener una parte de la ganancia. No eran muchos los clientes, pero por los autos, la ropa y las billeteras eran gente adinerada. La escuché con la boca y los ojos abiertos y casi sin respirar hasta que terminó de hablar. No sabía si la historia de película de la nena era verdad o lo había inventado. Pero con qué necesidad me mentiría de tal manera...!!! La pequeña que habría apostado que era virgen tenía un pasado novelesco. Había hecho de todo, y yo tenía la fantasía de enseñarle. Lo pensé y me pareció que todo lo que le había sucedido a la niña no era motivo para desecharla, sinó todo lo contrario. Le pedí que me diera unos minutos para asimilar lo que acababa de oír. Ya era casi de noche y le dije que iba a pedir algo para comer. Quiso pizza y pedí pizza. Y 3 cervezas para acomodar mi cabeza. Me dijo que le gustaba mucho la cerveza y pedí 5, por las dudas. Comimos las dos pizzas y no podía creer que tomamos 3 cervezas a la par, codo a codo. Ayelén ya estaba muy alegre y yo me prendí un porro en el baño. Sintió el olor y me golpeó la puerta para pedirme un poco. Esta niña parecía tener 25 años. Le abrí la puerta del baño y le dí el porro. Quedó más loquita que antes. Se bajó el pantalón para hacer pis y le metí la verga en la boca. La besó con tanta dulzura que no acabé de casualidad. Terminó y le sequé la conchita con la lengua. No podía estar más caliente como lo estaba con mi pequeña putita. Se reía sin parar gracias a la cerveza y la marihuana. La arrodillé sobre el piso del baño y pensé que no hacía falta que me contara todo eso para darme cuenta de que no era nada virgen. El culo abierto y anormalmente dilatado era suficiente para ver que ya se la habían cogido muchas personas. Sólo la escupí y la cogí por el culo como no había cogido nunca antes. La sola vista de la nena de 9 años arrodillada delante de mí, con mi verga dentro suyo, el tamaño diminuto de su cuerpito perfecto y tan pequeño me hizo expulsar un chorro interminable de leche que terminó en la boquita angelical de mi niña. Ayelén demostró la experiencia que había adquirido cogiendo conmigo y decidí no dejar que jamás se vaya de mi vida. La segunda parte es de no creer. Espero sus likes y comentarios. Muchas gracias por leer este relato.


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