🔥Relato Erótico de Erotismo y Amor: Solo para ti ❌Sin Censura❌

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Fecha: 2022-08-13


Solo para ti


Autor: Anónimo

Categoría: Erotismo y Amor

Recuerdo esa noche, entre y te vi entre la multitud, nuestros ojos se cruzaron en ese gran salón y adore tu mirada al instante, poco a poco nos acercamos, atraídos por algo invisible, nos presentamos y por detrás alguien me saludo, te cogió la mano y me presento, mi alma se partió en mil pedazos cuando descubrí que nada pasaría entre tú y yo, lo nuestro acabo aun antes de empezar, desde ese momento cualquier historia entre nosotros estaba prohibida, pero señores no saben ustedes que basta con prohibir algo, para hacer que pase a ser aún más deseable? Eso me paso a mí, el resto de la noche te observe, te escuche embelesada mirando tus labios al hablar y yo esa chica liberal, la que juraba nadie domaría caía en tus redes sin echarlas siquiera. Esa noche acabo y me dormí pensando en ti, soñé con tus caricias y el problemas no es que estuvieras en mis sueños, el problema es que no podías estar en mi realidad. No volví a verte en semanas, hasta que la vida nos volvió a reunir, un fin de semana por delante y mucha gente más. Para mí solo existías tú, tus conversaciones, tus miradas, tus besos a ELLA. Eso hacía que me doliera el alma y me recordaba de nuevo que lo nuestro estaba prohibido. Estábamos en el campo y me caí, tú me diste la mano para levantarme y note chispas entre nosotros, tus manos rozaron mi piel y estabas tan excitado como yo, el temblor de tus manos te delataron. Tus ojos lanzaban chispas y te apartaste, tú sabias que no podías sentir eso por mí. Escapaste de mi lado tantas veces como pudiste, aunque cada vez nos costaba más, te amaba tanto que adoraba oír tu voz, verte a lo lejos y solo saber que estabas allí ya me llenaba el alma de felicidad. Nunca pedí una vida más fácil, solo pedía ser más fuerte, para ser capaz de decir que no al amor, al deseo de sentir tus caricias, tus besos, el calor de cuerpo desnudo junto al mío. Y oculte durante meses mis sentimientos, tú hacías lo mismo con los tuyos y tan solo disfrutamos el uno del otro a lo lejos. Un día nos encontramos en el centro, jamás olvidare ese día en el que tuve que concentrar todo mi amor por ti. Nos saludamos y me invitaste a un café, nos sentamos en esa mesa redonda y demasiado pequeña, nuestras rodillas se rozaron, y volvieron a saltar las chispas. En ese instante me miraste, cogiste mi mano y me dijiste: -a veces me pegaría, por no ser capaz de tener el valor para ir a buscarte y cometer todas las imprudencias que esto que hay entre nosotros exija, sé que sientes lo mismo –me dices nervioso- -no es posible, no podemos hacerle esto, ella te adora y yo la adoro –te digo con pesar- -yo también pero no puedo evitar esto que siento por ti nena. -podemos como hasta ahora hacer como que no sentimos nada –te aconsejo sin estar demasiado convencida- -quieres que haga como que no siento esta locura por besar tus labios, por desnudar tu lindo cuerpo y besar cada rincón de él mientras te repito mil veces que te amo y que siempre te amaré. Cuando oigo que me amas mi corazón se hincha y mi cuerpo responde excitándose, mis pezones se endurecen bajo mi fina blusa blanca y te das cuentas, miras mis pechos y mis pezones se endurecen aún más bajo tu mirada, sin poderlo evitar, miras hacia los lados y estiras tu mano, la punta de tus dedos rozan mi pezón y yo jadeo. -cómo puedo evitar no desearte, dime que hago para no sentirme así en tu presencia nena -no sé qué decirte, no sé cómo reaccionar, como voy a pedirte que no me desees… si me muero porque me toques. Le gente a nuestro alrededor no imagina el suplicio que vivimos. -ven conmigo nena, solo hoy, te necesito. Por favor Tú te levantaste y tendiste la mano, yo no puedo decir más veces NO. Cogí tu mano y juntos salimos de esa cafetería, nos mezclamos entre la gente que paseaba en esa tarde invernal de un sitio a otro, nos mirábamos mientras tu mano acariciaba la mía, calentándola, haciendo que esa mínima caricia mandara corrientes eléctricas al resto de mi cuerpo. Me senté en tu coche y salimos de la ciudad sin hablar, a veces es mejor no romper el silencio si no eres capaz de mejorarlo. Por el camino paraste y llamaste por teléfono, yo sabía a quién y también sabía que le estabas diciendo, sabía que estabas excusándote, pidiendo un tiempo muerto a tu vida, un tiempo para nosotros, único. Volviste a mi lado y tan solo me sonreíste, cuando llegamos al sitio cogiste de nuevo mi mano y juntos entramos en ese hotel, juntos subimos en el ascensor, yo olía tu perfume que enturbiaba mis sentidos, abriste la puerta y entre, cerraste tras de ti. Me quede de pie en el centro de la habitación y te acercaste, abrazaste mi cintura y bajaste tu boca a la mía, me besaste y en ese momento sentí que ese sería el beso por el que mediría el resto de los besos de mi vida. Pasamos no sé cuánto tiempo besándonos, sin hacer nada más que juntar nuestras bocas, nuestros labios, nuestras lenguas. Allí de pie subiste tus manos por mi espalda y un escalofrió recorrió mi columna vertebral. Desabrochaste uno a uno los botones de mi camisa y la abriste sin quitarla, tu boca beso mi escote, toda la piel que escapaba al sujetador, suspirabas cada vez que notabas mi piel erizarse bajo tu lengua hambrienta. Desabrochaste mi falda que cayó a nuestros pies y sacaste la camisa por mis hombros, mis medias siguieron a mi falda y yo seguía atesorando cada movimiento tuyo para revivirlo mil veces el resto de mi vida. Reuní el valor para desabrochar tu corbata, saque tu camisa del pantalón y empecé a desabrochar los botones, metí mis manos y por primera vez toque tu cuerpo, tu piel estaba caliente bajo mis dedos, aparte la camisa y bese cada milímetro de esa piel, tu suspirabas. Desabroche el pantalón y poniéndome de rodillas lo baje lentamente, dejando solo tu ropa interior, que abarcaba tu sexo henchido, la tela estaba tirante y acerque mi boca, lamí hasta mojarla y note crecer aún más tu sexo, tu jadeabas flojo agarrado a mis hombros desnudos, baje el calzoncillo y tu sexo apareció ante mis ojos, tu polla se me antojo preciosa, respire echando mi aliento sobre ella y tú me levantaste por debajo de los brazos. -ven preciosa Me llevaste a la cama y me sentaste al borde de esta, te arrodillaste ante mí y volviste a besarme, bajaste por mi cuello y de nuevo en mi escote, esta vez no te paro el sujetador, sacaste mis pechos y jadeaste justo antes de besarlos, de mordisquear mis pezones ya duros. Tus dedos y tu boca acariciaron mi vientre, mis muslos, mis piernas y volvió a subir, se detuvo en mis muslos, besándolos, lamiéndolos, mordisqueando la cara interna y subiste a mis inglés, mi sexo palpitaba anhelante, casi me daba vergüenza la humedad que encontrarías, cuando tus dedos buscaron mis braguitas y apretabas en el centro hundiéndolos en mi sexo con solo la braga separándote de mi interior. -levántate preciosa te quiero desnuda Desabrochaste mi sujetador sin dejar de mirarme y bajaste mis bragas, volví a sentarme y me abriste las piernas, llevaste tu boca al centro de mi cuerpo y abriendo los labios de mi vagina posaste tu lengua, lamiste toda mi rajita, me dolía el sexo de tanto deseo, succionaste y hasta mordisqueaste mi vulva. Yo jadeaba mirándote, agarre tu cabeza y te empuje un poco hace mi sexo, metiste tu lengua en el penetrándome hasta que tuve un orgasmo sin dejar de mirarnos. -te deseo tanto que me duele, me da miedo no darte lo que quieres, lo que necesitas, guíame princesa. Dime lo que quieres -te deseo solo a ti, hazme el amor, follame, dámelo todo porque hoy soy enteramente tuya Te levantaste y tirando de mí me sentaste en la mesa que había, abriste mis piernas y te colocaste en medio y tu polla rozo mi coño hambriento, me agarraste los muslos y te hundiste en mí. Me estabas follando y me estabas volviendo loca, entrabas y salías, una y otra vez, dentro y fuera hasta que no pude más y agarrándome a la mesa me corrí, apreté tu polla en mi interior y me miraste -me encanta estar dentro de ti, he soñado tantas veces con follarte Me levantaste de la mesa y me llevaste a un sillón, subiste una pierna mía, y mientras me acariciabas volviste a penetrarme, me tocabas la pierna y empujabas dentro de mí, detrás de mí, mordiéndome un hombro, empujando, empujando moví mis caderas apreté tu polla y note como te corrías jadeando, mordiendo, lamiendo y besando mi hombro. Aun acariciabas mi muslo cuando saliste y note como por mis muslos escurrían tu semen. Nos duchamos juntos y nos tumbamos en la cama, ambos de lado, volvimos a acariciarnos, hablamos de encuentros pasados y me dijiste: Desde que te vi en la fiesta supe que serias mi condena, con el tiempo fuiste mi amor prohibido, esa mujer que por más que intente jamás dejare de amar. Me fundía con tus palabras, con tu mirada, con tus caricias ahora dirigidas de nuevo a mi entrepierna, te colocaste mi pierna sobre tus caderas y frotabas mi coño de nuevo mojado, metías tus dedos dentro penetrándome, haciendo que gimiera de placer, mientras mordías mi boca, ahora no eras tierno, no había delicadeza en tus dientes y yo amaba también eso en ti, con la mano libre estrujabas mi culo y me acercaste a tu polla, sacaste tus dedos y volviste a penetrarme, nos movíamos despacio, sin prisas, esta vez quería que durara. Te echaste de espaldas y me arrastraste encima de ti y cabalgue sobre tu polla ahora existente, tus manos amasaban de nuevo mi trasero, flexionaste las rodillas y la penetración se hizo más profunda, levantabas el culo del colchón y yo movía las caderas, volví a correrme llena de tu polla, mojándote. Me empujaste haciéndome patinar por tu cuerpo, te pusiste de rodillas y me pusiste ante ti de rodillas, apoyaste mis manos en el cabecero y note tu boca en mi espalda tu lengua lamia dejando un camino de saliva siguiendo mi columna, bajaste a mi culo y seguiste lamiendo, abriste con tus manos y note tu lengua lamerlo, mojarlo y un dedo apretaba, intentaba entrar y lo consiguió, note un pequeño dolor. -relájate, quiero poseerte por completo Me decías mientras tu dedo abría mi culito virgen, cuando entro por completo seguías besando, me relaje y empezaste a moverlo dilatándome, hasta que te incorporaste y tu polla mojada de mis fluidos empujo y metiste la cabeza, dolía y tu empujabas, despacio, despacio, dolor, caricias, besos, lamidas, relajación y empecé a sentir que me abrías, me partías en dos y empecé a desear hasta ese dolor, quería más, lo quería todo -sigue, quiero más, lo quiero todo Te agarraste a mis caderas y de un empujón me abriste y yo grite, tú paraste y de nuevo besaste y lamiste hasta que me acostumbre y empezaste a moverte, a follar mi culo y yo empecé a disfrutarlo -qué bueno mi vida, que rico, que estrecho -sigue, no pares -no podría hacerlo por nada del mundo nena Me pellizco el clítoris y empujo, ambos jadeábamos -no puedo más preciosa, voy a llenar tu culito de leche, ahora nena córrete conmigo Empujo y ambos nos corrimos, de nuevo note su semen esta vez en mi culo. -te amo, te amo Nos dijimos antes de quedar dormidos, a media noche desperté y le vi mirándome -no quería perder un minuto de esta noche Me dijiste y de nuevo te desee, baje a tu polla y empecé a besarla, a lamerla, a dejarla resbalar entre mis labios, la metí por completo en mi boca y succione, crecía mas, se endurecía al máximo y yo no dejaba de lamer, de besarla, de masturbarte, baje a tus huevos y los lamí, los bese, los metí en mi boca, mientras te oía jadear, gemías como un loco, y yo seguía cuando tú me acercaste subiste mi pierna y acercaste tu boca a mi coño, lo lamiste y me subiste encima de ti, ambos lamimos, mordimos y besamos a la vez, yo te hacia lo que tú y tu hacías lo que yo hasta que me llenaste la boca de semen y yo me corrí en la tuya, ambos chupamos golosos hasta la última gota. En ese momento pensé que hay momentos en los que miras y no sabes exactamente que paso pero sabes que desde que paso nada volverá a ser lo mismo jamás. Cuando nos relajamos, me miraste y me dijiste: -te amo princesa, como voy a vivir sin ti? -no podemos necesitarnos porque no podemos tenernos Los dos lo sabíamos, jamás seriamos felices haciendo daño a quien más queríamos, y si sacábamos lo nuestro de esa habitación, terminaría muriendo por el dolor que causaríamos. -te propongo algo Me dijiste de repente algo menos triste -cada día veinticinco aquí, una noche, una tarde, una ilusión para poder enfrentarnos al resto de los días sin tenernos. Lo pensé y supe que volvería. Una vez leí que no hay que esperar a que pase la tormenta, es mejor aprender a caminar bajo la lluvia y eso quería hacer No podía seguir ignorando lo que sentía, lo que deseaba, solo podía reducir al mínimo los daños. Además pensé también en que no hay peor nostalgia que añorar lo que no ha existido. Y nosotros existíamos, tampoco éramos culpables de amarnos, yo no lo busque, él no lo busco simplemente sucedió, pensé tras tu beso. Te vestiste y te ibas tras un triste adiós, salte de la cama, te pille ya en la puerta y me abrace a tu cuello, nos besamos durante minutos, te dije mil veces que te amaba, me dijiste mil veces que me amabas, sabiendo ambos que no volveríamos a decírnoslo, ni a besarnos, ni a abrazarnos, hasta el veinticinco. Saliste de la habitación y del hotel y yo mire por la ventana y te vi, te giraste y nuestros ojos se encontraron, me lanzaste un beso que yo devolví como una tonta. Me tumbe en la cama y olí las sabanas que olían a ti, a mi amor, al marido de mi MADRE. Hoy es veinticinco y he recordado todo esto esperándote, oigo la puerta y te veo entrar con una sonrisa, vienes a mi y me abrazas, mientras me dices sobre mis labios.


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