🔥Relato Erótico de Transexual: Tomé las riendas de mi situación carcelaria ❌Sin Censura❌

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Fecha: 2019-08-25


Tomé las riendas de mi situación carcelaria


Autor: PamelaTs

Categoría: Transexual

La sepsis es inminente, debemos incidir y remover ambos testículos o podríamos enfrentarnos a una infección generalizada de mayor riesgo; Desperté de nuevo en la misma cama de hospital atada a ella como la vez anterior, pero esta vez no había nadie para recibirme, tenía el vientre muy dolorido, la entrepierna me dolía y la parte baja del vientre en el lado izquierdo me ardía muchísimo. Cualquier movimiento por más leve que fuera sentía que me ardía por dentro como el mismísimo infierno. Mis gemidos y gritos ahogados debieron llamar la atención de una enfermera, abrió la puerta con una mano y sin entrar, se alejó de ella mientras gritaba -El paciente de la 8 se ha despertado Doctor- Al menos ella no era agresiva conmigo, solo pareció ignorarme. A los pocos minutos un médico entró, esta vez era un médico diferente, más pulcro, no digo que los otros estuvieran sucios o desaliñados, pero en su andar, su postura, su ropa, le hacia ver más integro o más recto que los anteriores. Se acercó a mi con una tabla y un folder grueso lleno de hojas médicas, me vio por arriba de sus delgados lentes y suspiró. Tiene un traumatismo escrotal; el hemiescroto derecho presenta una inflamación muy severa, se encuentra aumentado de tamaño y el edema podría estar comprimiendo las estructura internas; mientras que en el lado izquierdo presenta torsión testicular, ha estado sufriendo isquemia quizá desde hace más de 24 horas, la sepsis es inminente, debemos incidir y remover ambos testículos o podríamos enfrentarnos a una infección generalizada de mayor riesgo; contactaremos a su madre para que venga a acompañarlo. Yo me quedé estupefacto, sin poder decir nada, el médico se giró y se alejó de mi sin decir nada más mientras me dejaba allí un poco confundido con todo aquello. Yo no tenía idea de que estaba pasando, ni siquiera sabía por que estaba en una prisión en primer lugar, todo era confuso para mí, y parecía no recordar nada, aunado a eso, nadie estaba dispuesto a decirme nada, aunque sus rostros, palabras o maneras de comportarse conmigo decían a gritos que ellos sabían perfectamente porqué estaba allí. Pasaron varias horas, una enfermera entró a mi cuarto, hizo algunas cosas y se retiró sin dirigirme ni una sola palabra, esa noche intenté dormir, pero no logré hacerlo, tenía acides estomacal, por no ingerir alimentos en sabrá cuantas horas o quizá días, sin embargo, no sentía nada parecido al hambre, mi estomago se sentía revuelto, y cada movimiento, hacia arder mis entrañas. A las 8 en punto de la mañana siguiente entró una enfermera y sacó mi cama de aquel cuarto. -No logramos que nos dieran el permiso para su madre. Lo llevo al quirófano, lo sedaremos y mañana a esta hora podrá seguir recuperándose. No emití palabra alguna, las cosas malas es mejor dejarlas pasar y no pelear contra ellas, pensé. Me pasaron a otra camilla, me puse una bata verde con un cuadrado grande en la zona inguinal, y un doctor me puso una mascarilla ya que estuve en la cama. -Contaremos desde 10; 10, 9, 8, …, …, - y no supe más, desperté de nuevo, esta vez alguien tomaba mi mano, me esforcé para distinguirla, pero la anestesia aun tenía efectos en mi -todo estará bien Antonio, ya estoy aquí – Era mi madre, me esforcé lo más que pude y logré abrir los ojos apenas unos milímetros, pero pude verla en claro, tenía media cara vendada y solo su ojo izquierdo estaba descubierto, traía un paliacate al rededor del cuello, para sostener su brazo, pero este no estaba ni enyesado ni vendado. - ¿Que ocurrió mamá? -Tu no tengas cuidado, todo estará bien. Entró una enfermera y se la llevó, yo no había notado que estaba en silla de ruedas, todo seguía enredándose aún más, pasaron los días y nadie me explicó nada, las enfermeras no me contestaban, solo iban a mi cuarto a dejarme la comida, hacerme curaciones y a checar mis vitales de vez en vez, pero ni siquiera el médico volvió para verme. Pasadas casi 3 semanas, entró un oficial de la prisión, el chico del bigote en cuadro, se parecía al ahora famoso bigote de Henry Cavill, solo que este chico a pesar de tener un físico marcado, se miraba más enfocado en lo atlético, correr, quizá hasta nadar, pues era bastante delgado. -Hora de irnos recluso, estas de suerte esta vez no irás directo a tu pabellón, los médicos ordenaron reposo absoluto así que te tocará a caja durante un mes. Durante un mes mi mundo cambió a de una habitación de hospital sin ventanas a una simple habitación… sin ventanas, aunque cada tercer día me permitían salir a un patio recreativo, de no más de 3 m x 3m, con una canasta de basquetbol, un balón de soccer y paredes de al menos 15 metros, arriba de este patio se encontraban empotrados otros patios, como si de legos se tratara, a veces no había gente arriba de mí, pero más de una vez, me toco tener encima a un tipo que parecía de Sudamérica, alto, calvo, con vientre un poco abultado, pero con músculos marcados, quizá alguna vez fue deportista, pero no más. -Pero miren a quien tenemos aquí, a la perrita del pabellón B, ¿Es cierto que te cortaron los huevos maricones? ¿Disfrutas más de la verga por el culo ahora? El tipo se acostó en su piso que no era más que una reja reforzada que se suponía estaba diseñada para permitir el paso del aire entre las yardas, pero que en realidad solo le daba al que estaba encima de ti la habilidad de fastidiarte. Se quitó unas gafas de sol que traía puestas y me miró fijamente. -Mírame perra, mírame a los ojos, te prometo que en cuanto salgas mi verga será la primera en penetrar tu pequeño culo; pero sabes qué no tengas miedo, sé que te gustará. Yo me acurruqué en una esquina para alejarme lo más que pude de aquel tipo, pero el comenzó a jalársela fuertemente y a todo pulmón, al parecer se había hecho algún tipo de procedimiento quirúrgico pues la tenía super parada, pero podía moverla hacia abajo sin problema, se quedaba mirándome fijamente mientras se la jalaba, pero a pesar de eso me sentía un poco segura por la defensa que la reja suponía, al menos no podría tocarme aquel animal. Comenzó a gemir más y noté como otros reclusos muy por arriba de nosotros también se estaba masturbando, de repente sentí un salpicón en mi ojo derecho, y algo viscoso escurrió por mi mejilla hasta llegar a la comisura de mi boca, casi instintivamente lo recogí con la lengua, y lo supe en ese instante, el semen de macho contenido sabe exquisito, lo miré indignado, fingiendo enojo, pero aquel hombre logró ver más allá, logró ver el placer en mí. -Oh!! ¡¡Oh!! A la perra le gusta chicos, a la perra le gusta, ¡lo probó con la punta de la lengua y ahora sabe que mi lefa es lo suyo! Yo dejé de fingir y decidí a liberar mi lado femenino, lo había estado negando por cómo había sucedido, y lo doloroso que había sido, pero el haber sido poseía por todos aquellos animales había sido de mi agrado; lo vi directamente a los ojos, y con dedo índice froté mi mejilla, recogiendo un poco del manjar que aun había en ella, era demasiado, amarillento y muy viscoso, como cuando un hombre se ha abstenido por muchos días de masturbarse. Sin quitarle la mirada a aquel hombre, me llevé su jugo a la boca, sabía cómo un manjar. Chorros de semen comenzaron a caer por todos lados, los otros hombres estaban también contemplando la escena y comenzaron a venirse, yo me paré, me saqué la ropa y comencé a correr para intentar atrapar los corros que aun seguían cayendo. -Enséñanos tu chuchi. Gritó uno de ellos, le dije que no con mi dedito y me arqué hacia atrás para mostrarle mi pequeño pene fláccido, en todos aquellos días, no había tenido actividad sexual con él y ni ganas tenía de hacerlo, en eso se escuchó una chicharra y un oficial abrió la puerta. Si tantas ganas tienes de coger, te daremos lo que deseas. Uno de ellos llevaba un taser y lo disparó contra mí, caí de inmediato al piso por el electroshock, tan rígida como una tabla, otro de ellos entró y con un escudo antidisturbios se cubrió la cabeza a manera de paraguas. -No te haces maricón sin pruebas un poco de mi leche. – Gritó uno de los reclusos de arriba. Me tomó de un pie y me arrastró por la yarda, mi cuerpo fue recogiendo el semen que estaba a mi pasó, y aun en mi momento de shock, yo me sentí la más guarra de todas las putas por imaginarme esa imagen. Del otro lado de la puerta me esperaban 5 guardias, todos ellos corpulentos, excepto el chico del bigote, él me tomó de las manos y colocó un cincho en ellas, me cargó como bombero y me llevó a una habitación contigua, en ella había un potro en el centro, en el piso varios ganchos, poleas y demás aditamentos. Me colocó en el potro con el vientre hacia abajo y el cincho de mis manos lo unió a un gancho en el piso, colocó otro cincho, uno en cada una de mis piernas y las abrió para unirlas también al piso, aun estaba un poco floja, pero el potro comenzó a elevarse, como lo hacen las sillas de los médicos, otro de los guardias pisaba una palanca y con cada movimiento el potro se alzaba alrededor de 5 centímetros. Sentí presión suficiente en el vientre y miré al guardia de la palanca. -Así está bien- -cállate perra nosotros sabremos cuando esté bien. -Dijo oro de los guardias y me pegó una cachetada bastante sonora. El potro siguió elevándose y comenzó a lastimarme. – Ya, ya por favor – Dije en voz alta y esta vez un taser de vara me alcanzó en la parte interna del muslo. Quise retorcerme, pero no lo logre debido a la tensión que aquel potro ejercía sobre mí. -Quien va primero chicos? -Yo tengo que reportarme en 5 minutos, iré yo -Si, quizá, pero la idea del potro tenso es mía y quiero que le duela desde el primer instante, tu pija de perro no logrará eso -Dijo un oficial de color mientras giraba para acariciar mi rostro, y mostrarme su pito parado. Era tan grade que debió pasar los 45 centímetros, pero a pesar de no se delgado, no podía decir que lo consideraba una verga gorda. Se pasó tras de mí, escupió en mi ano y colocó su cabeza en él, reconsideré lo de no ser tan gorda, aunque la experiencia hasta el día de hoy me diga que no lo es, en ese instante lo fue para mí, empujó un poco más y logró pasar. -Prepárate perra, lo que viene a continuación nunca antes lo habías sentido. Metió su larga verga dentro de mí, y sentí perfectamente la base de su pene chocar contra mis nalgas. Un dolor inmenso me invadió, había sentido como su miembro chocaba contra el potro dentro de mí, se dirigía haca arriba y toma las direcciones que mis intestinos le dictaban, mis ojos se pusieron en blanco y comencé a llorar, pero con cada metida sentía una explosión dentro de mí, algo estaba rosándome fuertemente por dentro y no era aquella verga gigantesca. Yo lloraba y gemía del dolor cada vez que su glande llegaba hasta lo profundo que su cuerpo le permitía llegar, pero gemía de placer cada vez que se ponía en movimiento de nuevo, algo dentro, en mi estaba haciendo precisión y era el causante de ese placer. El negro se dobló en mi espalda, me giró el cuello y me dijo al oído. -Sientes delicioso, ¿verdad? ¿Habías oído de las perlas cubanas? Bueno, esas son para hombres, para los mariquitas como tú, en esta prisión hemos inventado algo distinto, que los hace retorcer del placer ante cada estímulo, es básicamente lo mismo, una perla, pero esta tiene el tamaño de una nuez, y esta colocada junto a tu próstata, ¿Si sabes qué es eso verdad? -Asentí sin abrir los ojos – Bueno, pues te da placer a ti, tanto como me lo da a mí, serás la nueva perrita de la prisión, que bueno que estas poniendo de tu parte, porque así será durante toda tu condena. El negro me la sacó de golpe y entonces por primera vez, sentí lo más delicioso del mundo, un orgasmo anal, “sissygasmo” llamado comúnmente, y había tenido algunos antes, pero esta ocasión, la hiperestimulación ocasionada por aquella perla me hizo correrme como nunca, adosado a eso tenía casi dos meses de cero actividades sexuales así que el jugo contenido dentro de mí era bastante. -Que no se tiré ni una sola gota dijo el oficial del bigote. -Mientras que otro de ellos colocaba una copa bajo mi diminuto y contraído pene que escurría de semen. Tiró de él varias ordeñando hasta la ultima gota y acercó la copa a su rostro para olerla. -mmm juguitos de nena, mis favoritos. Y pegó un pequeño sorbo, pasando la copa a sus compañeros. Todos bebieron de ella y el resto lo colocaron en un recipiente hermético. -Te juntaremos los restos para el día de cumpleaños, ese día festejaremos a lo grande. Pero, no puedes compartir de esto con nadie más, esto es de mis compañeros guardias y mío, así que enjaularemos ese tesorito tuyo bajo llave. Yo ya había usado alguna vez una jaula de castidad, pero esta era diferente, yo ni siquiera había notado la perforación que había en mi pequeño pene, pero la noté cuando ellos metieron una espera pequeña por mi uretra, de unos 8 mm cuando mucho, la empujaron con una vara de metal y llegado el punto un estilete pequeño cruzó mi pene de lado a lado, me asusté, pero no me causó dolor. -No te preocupes, te hicimos perforaciones para eso, a que no las habías notado. La esfera tenía una perforación de modo que tapaba mi uretra, sellándola por completo, y el estilete queda un poco salido, apenas lo suficiente para colocarse en el resto de la jaula, la cual además no tenía salida en la punta. - ¿cómo iré al baño? -No lo harás hasta que nos veamos cada tercer día, así que yo cuidaría lo que bebo si fuer tu. Por otro lado, dicen que coger con la vejiga llena se siente de lo lindo, pero tú decides. Me soltaron del potro y me dieron ropa limpia, esta estaba más ceñida al cuerpo que la anterior. Mandamos hacerla para ti. Si cooperas créeme, todos te tratarán como una reina aquí, asta el alcalde, solo debes hacer lo que deseamos, te llevaremos al pabellón B, tu amo quiere verte. Me vestí y decidí presentarme ante aquel hombre que estaba determinado a causarme dolor, el trataría, pero yo estaba dispuesta a convertir todo aquello en placer.


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