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Fecha: 2022-07-24


Encontré a mi hija de 10 masturbandose con mis videos porno


Autor: BERT25

Categoría: Incesto

Mi hija Sofia, de tan solo diez años, comienza a masturbarse cuando encuentra porno en mi PC. Estuve mucho tiempo pensando si escribir esto o no. Vi muchas historias que sucedieron en la cuarentena y me parecía que al principio iba a quedar como algo muy obvio, pero no podía esperar más para poder compartir esta experiencia. Por cuestiones de seguridad, voy a cambiar los nombres y las ubicaciones geográficas de todo lo sucedido. El resto, es real. No deseo que la lectura se vuelva tediosa, pero recuerdo muchos detalles de la historia que les voy a contar y trato de ser lo más minucioso posible, pero entiendo que no puedo extenderme mucho. Les prometo, que al final, valdrá la pena para ustedes, tanto como lo fue para mí mismo. Mi nombre es Adrián, tengo 40 años y soy contador. En casa vivo con mi esposa, Mariela, de 35 que es médica y mi hija, Sofía de 10 años, protagonista principal de esta historia. Un año antes de la pandemia, compramos una casa en un barrio cerrado en las afueras de la ciudad. Todos los días, yo conducía 20 minutos hasta la ciudad, dejaba a Sofi en la escuela y me iba a mi trabajo en una empresa. Mi esposa, por su lado, en su propio auto se dirigía al Hospital. Vino la pandemia y todo se desmadró a nivel mundial. En mi trabajo me mandaron a continuar con nuestras labores de manera remota desde casa. En el caso de Sofi, por supuesto que, con las clases suspendidas, se ordenó la educación virtual. Mariela, en cambio, al ser médica, tenía que continuar yendo a trabajar. Sin embargo, ella salía temprano todos los días y volvía pasado el mediodía. A los dos meses, a Mariela le ofrecieron un trabajo más arriesgado, pero mucho mejor pago. Debería viajar a una ciudad del interior, a unos 400km de donde vivimos a trabajar en las terapias intensivas. Como la distancia era muy larga, le ofrecían alojamiento en un hotel por cuatro días de la semana. Así que ella trabajaba en ese lugar los lunes, martes, miércoles y jueves. El viernes a la mañana, volvía a casa para pasar el fin de semana con nosotros. Durante esos días, las clases en la escuela de Sofi habían aceitado mejor la cuestión de la educación virtual, así que ella se conectaba todos los días desde las 8 de la mañana hasta las 13 horas. Lo hacía desde mi computadora personal que estaba en una oficina personal que me había preparado yo para cuando tenía clientes particulares por fuera de mi trabajo normal. Así que nuestra rutina, cuando no estaba Mariela, consistía en levantarnos temprano, yo le preparaba el desayuno y luego se encerraba en mi oficina aprovechando que mi PC tiene cámara web. Yo, por mi parte, me quedaba en el living de casa, trabajando desde mi laptop. Vale aclarar una cosa. El barrio donde nos habíamos mudado un año antes, todavía no tenía en funcionamiento a la perfección todos los servicios, era bastante nuevo y aun había muchas casas en construcción; así que muchas veces el servicio de internet se cortaba. Si teníamos suerte, era por algunos minutos, cuando no la teníamos, podíamos pasar medio día sin conexión a red. La maestra de Sofi estaba de aviso sobre esta situación, así que cuando yo veía que se nos caía la conexión de internet, le enviaba un mensaje para ponerla de sobre aviso. Un día, aproximadamente como a las 11 de la mañana, yo estaba trabajando en el living, cuando recibo un mensaje de la maestra de sofi preguntando si nos habíamos quedado sin internet porque mi hija se había desconectado. Me pareció muy raro porque mi laptop estaba funcionando a la normalidad. Me levanté de mi sillón y me dirigí hacia la oficina donde estaba Sofi, lo hice de manera silenciosa porque estaba seguro que ella se desconectó para ponerse a jugar a algún jueguito online o ver a esos youtubers que pululan hoy en día. Así que abrí la puerta con mucho cuidado y me asomé. Lo que vi me dejó helado. En la pantalla había un video porno donde un hombre penetraba salvajemente a una rubia en posición de perrito. Sofía miraba la pantalla con una atención impresionante. Se la veía más fascinada que asustada. Mi primera reacción fue apartarme, como si yo estuviera entrometiéndome en algo, así que cerré la puerta. Luego pensé “tiene diez años, de donde sacó una página pornográfica para ver ese video?” Había puesto control parental en la computadora sabiendo que ella la iba a usar. Luego recordé algo: hacía un tiempo largo tenía algunos videos pornográficos guardados en mi PC y me había olvidado que estaban allí. El sexo con Mariela había disminuido casi a cero, no por falta de amor, sino por rutina. Ambos terminábamos el día agotados, sobre todo ella, y por la noche simplemente nos dormíamos profundamente. A veces, yo tenía que terminar algún trabajo importante para el otro día, así que me quedaba hasta la madrugada en la PC. Varias fueron las veces que recurría a páginas porno y terminaba masturbándome para liberar un poco mis bolas. Cuando nos mudamos, y por los problemas de internet, decidí bajar algunos videos para tenerlos “offline” por si me daban ganas. Así que ahí estaba yo, del otro lado de la puerta después de haber visto a mi hija de diez años viendo porno. Mi segunda reacción, fue de enojo. Pensé en ingresar y retarla por lo que estaba haciendo, pero luego recapacité, ella era una nena inocente y se sentiría bastante mal por recibir un regaño por ver algo que simplemente le daba curiosidad. ¿realmente le daba curiosidad? Pensé. Por supuesto, no creo que una nena de diez años llegue a excitarse por el sexo. Seguramente encontró los videos en mi pc, abrió uno y le dio intriga como era eso del sexo. Volví al living sin saber que hacer. Para evitar problemas, le contesté el mensaje a la maestra de mi hija diciéndole que efectivamente nos habíamos quedado sin internet. Comencé a hacer “ruidos” en la casa, moviendo un sillón de lugar, haciendo de cuenta que hablaba en voz alta por teléfono, etc. Dio resultado, a los pocos segundos se abrió la puerta de la oficina y salió sofí a ver por qué tanto ruido. Hola Sofi – le dije – las clases? Hola pá, estamos en recreo, la maestra nos dijo que nos tomemos media hora de descanso. Que bien, mi amor. ¿Todo bien con la conexión? Si papá, hoy no tuve problemas. Luego de eso fue a sentarse al sillón, prendió la TV y comenzó a hacer zapping. Como si nada hubiera pasado. Yo ingresé a la oficina con la excusa de buscar algo y ahí se veía la PC con todo normal, como si nada hubiera pasado. Se veía el programa especial de clases virtuales de la escuela con un cartel en amarillo que decía “descanso” con una cuenta atrás que iba por los 28 minutos y disminuyendo. Se volvió a conectar. En mi oficina, muchas veces recibía clientes que debían hacer pagos. Así que cuando nos mudamos supe colocar una cámara de seguridad tipo domo para mayor seguridad. Estaba desconectada, así que aproveché esa oportunidad para conectarla nuevamente. Vería todo lo que sucede allí adentro desde mi laptop. Al rato, volvió a clases. Cuando se encerró nuevamente, inmediatamente conecté la cámara de la oficna a mi computadora personal y comencé a observar. Se la veía a Sofi en clases, de manera normal y hasta incluso participar respondiendo algunas consignas de la maestra. Comencé a trabajar nuevamente, tratando de olvidarme del incidente, pero no podía. Comencé a pensar qué era lo que me turbaba de la situación ya que, pensando lógicamente, era una niña de diez años que había encontrado unos videos en la computadora de su padre y le dio cierta curiosidad. Sin embargo, no podía dejar de pensar en eso. Acaso… ¿me excitaba? Deseché esa idea, más por pavor que por ridícula. De todas formas, ese día continuó normalmente. Sofi no se desconectó nuevamente y terminó su clase. Por la noche, ingresé a la PC para ver que videos tenía guardados. Eran unos diez en total, porno normal del que se encuentra en las páginas de ese estilo. Quise borrarlos, pero algo me detuvo. Quería saber cómo seguía la cosa. Comencé a masturbarme con uno de ellos, no lograba la excitación necesaria, hasta que se me cruzó el recuerdo de mi propia viendo el video. A los pocos segundos eyaculé. Al día siguiente, el día comenzó normal. Sofi se levantó de su cama, se lavó la cara y los dientes y se sentó a desayunar. Le pregunté cómo había dormido y ella me respondía con absoluta normalidad. Mas tarde, a la hora indicada, se encerró en la oficina a comenzar otro día de clases. Era mucho tiempo para estar todo el tiempo mirando por la pantalla para ver que me devolvía la cámara, así que cada tanto observaba mientras yo trataba de ponerme al día con el trabajo que se me había acumulado. A media mañana, otro mensaje de la maestra: “Sofi dice que tienen que cortar la luz de la casa para hacer unas refacciones, así que le envié unas tareas para que me presente mañana”. Inmediatamente pasé a la pantalla de la cámara y me dispuse a observar. En la computadora no se veía, por supuesto, el programa de videollamada de la escuela; sino que se la veía a ella claramente tratando de elegir algún video que estaba en esa carpeta. Le dio clic a uno y comenzó a reproducirse. Ella, antes de colocarse los auriculares, miró hacia la puerta como para asegurarse que estuviera cerrada. Al principio se la veía inclinada hacia la pantalla sin perder detalle de lo que veía. Era una mujer, más bien madura, que comenzaba a sacarse la ropa al frente de un muchacho bastante más joven. Primero la blusa y el pantalón, para quedarse con una ropa interior bastante sexy. El brasier fue lo siguiente, por supuesto la actriz del video tenía los pechos enormes y operados. Sofi le puso pausa en ese momento. Parecía mirar con mucha atención las tetas de la actriz mientras ella se tocaba sobre su busto para descubrir que todavía no había crecido nada allí. Puso play y siguió viendo. Ahora la actriz se quitaba la parte de abajo y se acostaba en una cama con las piernas abiertas, tocándose, primero lentamente y luego con más ritmo, toda su vagina. En ese momento la postura de sofi cambió, se reclinó con el sillón y comenzó a dirigir su mano izquierda a su entrepierna. Parecía buscar lo que la actriz tanto disfrutaba, hasta que pareció encontrarlo. Luego de algunos segundos y por la postura que mostraba, parecía que lo estaba disfrutando. Esa situación, que yo miraba como si de una película se tratara, me provocó una erección de manera inmediata. Traté de reprimirla, pero no había forma. Ver a mi hija diez, masturbándose me calentaba una barbaridad. Comencé a tocarme por encima del pantalón, luego metí la mano y empecé a masajear mi miembro ya erecto como hacía mucho no pasaba. Mientras yo me masturbaba, Sofi hacía lo mismo frente a la pantalla de la PC. Ahora el video mostraba a la actriz chupando el pene bien erecto de su compañero. Debo decir que acabé en el instante al notar algo que al principio no veía bien. Mientras ella se masturbaba con la mano izquierda, con la derecha había agarrado un fibrón grueso y hacía de cuenta que estaba chupando una pija. Deseaba con todo mi ser estar allí, no podía reprimir ese sentimiento. En algún momento se me ocurrió ingresar mientras ella estaba en medio del acto, pero me contuve. Quise ver como terminaba, quería saber si podía tener un orgasmo. Un par de minutos después, el ritmo de sus arremetidas sobre su vagina eran cada vez más rápidos, dejó el fibrón a un costado y se reclinó más sobre el sillón. Sus ojos estaban cerrados y su boquita entreabierta. Estaba llegando al clímax, algo que comprobé cuando la vi estremecerse e inclinar su espalda hacia atrás. Sacó su mano de debajo del pantalón y se las olió. Se ve que le gustaba, incluso se chupó uno de sus dedos. Yo estaba con mi pene en el mano bien erecto de nuevo. Acababa de ver a mi hija tener un enorme orgasmo a pocos metros de donde yo estaba. Lo mejor de todo es que ella no terminó allí, comenzó a abrir los demás videos y seguía masturbándose. El segundo orgasmo tardó un poco más, pero llegó finalmente. En uno de los videos había una escena anal bastante importante, y pude ver como ella se reclinó en la silla y comenzó a hurgar sobre su hoyito trasero. Cuando mi imaginación me transportó hacia allí, viéndome en mi fantasía penetrando ese delicioso agujero, volví a eyacular de tal manera que tuve que cerrar todo e ir a limpiarme al baño. Cuando salí del lavabo, me sorprendió encontrarme a Sofi buscando algo en la heladera. Claro, estaba exhausta. Intenté disimular lo más posible, pero lo primero que me salió es acercarme a ella y darle un enorme abrazo y beso en la mejilla. “Te quiero mucho, papi” me respondió. “Yo también, enana” le dije. Me costó muchísimo, pero no le pregunté nada y el resto del día prosiguió de manera normal. Esa noche, comencé a bajar otros videos de internet. Borré los que había y puse algunos donde se veía teens con hombres más grandes. También algunos lésbicos. Me intrigaba pensar qué pensaría de estos últimos. Si están interesados en que continúe, me lo hacen saber. Hay mucho más todavía.


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