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Fecha: 2019-08-18


El internado


Autor: pern

Categoría: Bisexual

Buenas alumnas en este internado se conocen profundamente, además de hermanos, cuñadas y algún can juguetón. todos los personajes contribuyen a darse placer los unos a los otros sin celos ni malos rollos. I. Su nombre es Juana y es una belleza. Sus pijos padres para librarse de ella, a la que consideraban un estorbo y así poder dedicarse a sus amantes la mandaron a estudiar a un caro internado de señoritas. Allí nos conocimos el día de la inscripción. Yo asistía a mi primer año y ella al segundo y ya tenía amigas allí. Amigas más intimas de lo que yo podía suponer. Como era la primera vez que salía de casa buscaba una amiga, una protectora, una guia y ella era alguien en quien se podia confiar. Además me tomó bajo su protección casi nada mas verme al salir de la secretaría del colegio. Me arrastró hasta un banco que había en el pasillo y me hizo un interrogatorio en toda regla, sobre mi vida y mis andanzas. Ayudada por la casualidad, nos asignaron juntas a un dormitorio doble. Nunca llegué a saber si también le hacía el amor a la bella secretaria del colegio. Intentó seducirme casi desde el primer momento. Desplegó conmigo toda la simpatía de que fue capaz y ayudada por su educación de niña rica era mucha. La primera noche que pasamos juntas quizá pensó, que era muy pronto, que estaria intimidada por la situación o cansada por el viaje y no intentó nada. La segunda, decidida a no quedarse sin su parte del pastel de placer en aquél mausoleo empezó una aproximación ayudada por la meteorologia. A la hora de acostarnos estalló una terrible tormenta que venia gestándose durante toda la bochornosa tarde del final del verano. Los sentidos excitados por la electricidad estática que flotaba en el ambiente, la piel casi al descubierto por el agobiante calor reinante. Los truenos no eran mas que una excusa pero funcionó. Bajo las cortas faldas del uniforme ninguna llevábamos las reglamentarias medias, apenas unas mínimas braguitas y los juveniles sostenes se transparentaban en la blanca y fina seda de nuestras carísimas blusas. Algún botón desabrochado permitía la vista del arranque de los juveniles pechos y de los encajes que los cubrían en casi todos los casos con muy poco éxito, pues los vigorosos y duros pezones se marcaban perfectamente. Delante de las maestras y padres visitantes había que guardar el correspondiente decoro pero no así con las nuevas compañeras y los grupos de viejas amigas delataban actitudes de gran confianza. Yo no podía dejar de fijarme en las caricias, los besos casi en los labios, los roces, y hasta la franca exposición de alguno de los encantos que propiciaban los reencuentros. La noche anterior yo había dejado que se desnudara primero, para conocer las costumbres del lugar y saber como actuar. Pues el baño comunal estaba muy lejos para cambiarse allí. Ella me demostró que el pudor entre personas del mismo sexo no existe y menos todavía si las intenciones de una de ellas es seducir a la otra. Sin ningún tipo de vergüenza Juana desnudó su cuerpo por completo. En una exhibición casi impúdica de su belleza lo lucía con movimientos sensuales para después enfundarlo en un transparente y corto camisón. La prenda era completamente antirreglamentaria y era lo único que cubrió su cuerpo en toda la noche pues gracias al calor reinante ni las sabanas podia soportar sobre su ardiente cuerpo juvenil. Seguí su ejemplo y me desvestí por completo aunque ahorrándole en todo lo posible la contemplación de mi anatomia, incluso cuando me sacaba las bragas y cubriéndola con una prenda mas amplia y tupida que la suya. Posteriormente me confesó que aquella demostración de pudor la excitó y la decidió aún mas a intentar mi conquista. Yo desvelada durante un rato contemplaba sus bellamente torneados muslos desnudos, incluso el vello del pubis que sus inquietos movimientos habían dejado al descubierto o sus pechos poderosos y firmes marcándose en la liviana y trasparente prenda. Ya en nuestro dormitorio la furia de la tormenta se desató por completo. Cuando nos estábamos desnudando brilló el primer rayo. Un estremecimiento francamente sensual recorrió su cuerpo en ese momento ya desnudo del todo. El camisón se le había subido hasta las axilas. Cada vez que la luz se filtraba a traves de las cerradas contraventanas ella se ponía a temblar y era imposible no darse cuenta de ello. Y por eso le pregunté: -¿tienes miedo de las tormentas? Me contestó que sí y yo amable e inocentemente le ofrecí a compartir mi cama, mi compañía y mi protección en ella. Aunque yo era menor que Juana el miedo es libre. Aceptó y de inmediato se acostó junto a mí, lo mas cerca que pudo. Estábamos tumbadas de costado mirándonos y cuando se vió el siguiente relámpago me abrazó y aproximó su cara a la mía procurando esconderse. Frotó sus tetas contra las mías y metió sus piernas entre mi camisón. Me estuvo rozando el coñito un buen rato con su rodilla y sobre todo con su muslo. Esto me estaba excitando bastante y cuando fue a retirarse creyendo que me iba a asustar por sus avances, rodee su cuerpo con mis brazos y la besé. Primero en la mejilla, pero me fui aproximando a la comisura de sus labios. Como es natural ella no se enfadó y terminó besándome en la boca. Metimos las lenguas explorando la boca de la otra. Cruzándose y lamiendo, deslizando hilos de saliva de una boca a otra. Abrí la mia y saboreé aquel beso con todas mis fuerzas. Como pueden comprender yo no era primeriza en esas lides. En el anterior colegio ya había tenido mis escarceos. Entonces puso su mano en mi culo y comenzó a acariciarme y a subirme el camisón. Pronto mi coño y culo quedaron al descubierto, acercó la mano a mi vulva encharcada y comenzó a masturbarme, sus ágiles y sin duda expertos dedos acariciaban mis labios con maestría y se introducían lo mas posible en el interior de mi cuerpo. Cierto es que podían introducirse bastante pues ya mi coñito había sido visitado por algunos penes. Ni era virgen ni era mi primera experiencia lésbica. Una vez que me corrí por primera vez en sus brazos, gimiendo y suspirando, debido a la tremenda excitación. Bien pronto, se irguió lo suficiente para que pudiera sacarle el camisón sobre la cabeza. Metí la mia entre sus senos maternales y los acariciaba con las manos mientras los apretaba contra mis mejillas. Sus manos no paraban quietas, acariciando mi culo con una y los pechos con la otra. Besaba sus tetas suaves, redondas, plenas, con adoración comencé por el derecho lamiendo todo su volumen chupando su pezón rosado que correspondió a mis cariños poniéndose tremendamente duro. Al pasar al otro lado de su cuerpo, ella aprovecho para sacarme el camisón. Ya desnudas las dos mi lengua volvió a recibir la suya jugando ambas en un intimo conocimiento. Recorría mis dientes y paladar, toda mi garganta, mientras nuestros juveniles pechos se frotaban sin descanso. Sentía sus duros pezones moverse por mis pechos mas reducidos que los suyos pero duros y muy sensibles. A veces conseguía meter una de mis tetas entre las suyas y mover mi pezón arriba y abajo acariciando su piel con el como con un dedo más. A la vez que sentia una de las suyas en la misma posición recorriendo mi sensible epidermis. Lo mismo pasaba con nuestras piernas quedando un muslo entre los de la otra sintiendo en su parte superior el calor del coñito. Frotándolos y apretándolos contra la vulva de la otra buscando proporcionar placer. Sentia su músculo firme bajo la suave piel de su pierna apretada a mi almeja moviéndolo suave lento apretando mi clítoris buscando hacerme gozar. Sus manos acariciadoras en mi espalda, los dedos curiosos pellizcando, palpando arriba en mis omoplatos, llegando hasta la nuca, uno de mis puntos erógenos, hasta la base de mi cabello o bajando y llegando a mi culo. Abriendo las nalgas e insinuándose en el agujero de mi ano, rozándolo con dulzura. Mis manos se ocupaban casi de lo mismo, llegando hasta los suaves muslos sin olvidar el ano cerradito que me fascinaba. De pronto ella se levantó tremendamente excitada, dejándome tumbada boca arriba se subió encima arrodillada a la altura de mi cabeza con una pierna a cada lado de esta bajando su coño a mis aún no muy expertos labios. Comencé besando la entrada, acariciando con la nariz los rizos de su coño y metiéndose entre sus labios aspirar el aroma fragante que desprendía. Pronto mi lengua quiso entrar en acción separando los suaves labios de su vulva, iniciando una placentera penetración buscando el pequeño y sensible clítoris. Sin prisa lamiendo las bellezas ocultas de su almeja sin par. Buscando sus labios menores fue cuando me recompensó con una primera corrida, que me anunció con gemidos y suspiros. Volví a pegar mis labios a su piel hasta que sus jugos pasaron a mi boca mientras ella retorciéndose de placer mesaba mis cabellos esparcidos por la cama. Se dio la vuelta para quedar mirando hacia mis pies e inclinándose sobre mis caderas su vientre hizo contacto con mis tetas y sus dos volúmenes en el mio. Casi simultáneamente unos dedos juguetones abriendo los labios de mi vulva para exponerla a su vista curiosa. -no sabes como te deseo. Me decía. Sentía también uno de sus dedos entrando en mí, hurgando en los mas profundos rincones de mi conejo. Yo también me corrí pronto y ella entonces se decidió a chuparme. Su lengua ocupó el sitio del dedo y este pasó a mi culo que también penetró. Eso era algo nuevo para mí, caricias simultáneas en ambos lugares. Y al sentir en mi ano y vagina todo eso volví a tener otro orgasmo. Quise imitarla y y mis manos abrieron sus nalgas dejando sitio para meter un índice humedecido con los jugos de su coño por su estrecho agujero. Comencé a girarlo para procurarle el máximo placer posible y su vulva volvió a abrir sus compuertas sintiendo en la lengua el sabor de una nueva corrida. Así casi una encima de la otra nos dormimos, ella con la cabeza apoyada en mi muslo y los labios casi junto a los labios de mi coño y teniendo entre los muslos mi cabeza. El despertador nos sorprendió así. Estaba bellísima desnuda, de pie frente a mí después de haber pasado la noche juntas sobre mi cama. Como buenos días la besé en la boca chupando enérgicamente su lengua. Nos duchamos juntas en los enormes baños comunales, en el mismo cubículo observando que no éramos las únicas en tan sáfica práctica. Que en otros cubículos había parejas de chicas y no solo con el fin de ahorrar tiempo y agua en la higiene. Pues en algunos casos se entretenían mas que nosotras. Restregué su bonito cuerpo voluptuoso con el gel paseando mi mano por los generosos pechos, por el abdomen ligeramente abombado, por el coño abundantemente peludo, por el culo abundante y por la arqueada espalda mientras seguíamos besándonos en la boca y ella se abrazaba a mí. Entonces me hizo la revelación: II. -Hoy te voy a presentar a dos de mis mejores amigas, y ya sabes lo que eso significa aquí. Quiero que entres en este círculo pero he de advertirte que entre nosotras no ha de haber celos. Somos libres de acostarnos las unas con las otras y quizá con alguna más. Chicas dispuestas a follar y hacer el amor sin trabas. Tras ese discurso y terminar de asearnos yo sin dejar de contemplar la belleza del resto de mis compañeras semidesnudas distribuidas por el resto del baño bajamos a desayunar pues nos encontrábamos famélicas tras la noche de sexo. En el mismo comedor Anabel se unió a nosotras en la mesa, una belleza de cabello castaño claro y profundos ojos azules, labios rojos y carnosos, su delgado y blanquísimo cuello salía de un cuerpo capaz de quitar el sueño. Blanco como la nieve, con un par de pechos grandes y algo colgantes pero firmas y una vez que los probé terriblemente suaves, un vientre plano que rivalizaba con la poblada mata de vello castaño que cubría una profunda raja, húmeda y amorosa vulva. La arqueada espalda y unas prominentes nalgas de las que salian los muslos bellamente torneados, finos finalizan la descripción de su bello cuerpo. Thais la otra amiga, la forma de su cuerpo muy parecida, excepto en que era una morena profunda de cabello negro ala de cuervo y ojos oscuros y se afeitaba el vello del pubis con lo que exponía su raja sin trabas a la contemplación. La única de nostras que enojes lo llevaba así. Sus voluptuosos cuerpos llamaban poderosamente mi atención pues yo soy muy delgada mis tetas pequeños conos de carne increíblemente firmes y mis nalguitas prietas casi insignificantes al lado de sus poderosas grupas. Mi blanca y nívea piel hacía contraste con las suyas mas bronceadas excepto Anabel, juntas parecíamos dos vasos de leche. Vinieron esa noche de visita y se quedaron hasta casi el amanecer sin que ninguna durmiéramos nada. A ese paso no se como iba a estudiar ese curso. Entraron en nuestra habitación cubiertas por largos camisones que de inmediato se quitaron al entrar en el cuarto quedando completamente desnudas a nuestra vista. Nosotras ya estábamos igual que quedaron ellas en una cama gozándonos. En nuestros juegos amorosos nos veíamos casi todas las noches las cuatro en nuestra habitación o la suya. A veces formando parejas me acostaba con cada una de las tres indistintamente pero siempre prefería a Thais. Nunca me cansaba de acariciar su cuerpo depilado al completo y aunque no llegamos a hablar de amor me atrevo a decir que eramos una especie de novias. Me buscaba por la cama cuando estábamos acompañadas y yo podía disfrutar de su coño sin pelo en mi boca durante horas provocándole orgasmo tras orgasmo. III. Cierto fin de semana vino de visita el hermano de Anabel un año menor que yo pero guapo y masculino, un chico macizo, todo un ejemplar de hombre. Mis amigas sabían que yo era la mas bisexual de todas, que había tenido buenas experiencias con chicos. Y Anabel que quería mucho a su hermano y a mí, me preguntó si no me importaría acompañar al muchacho durante las noches que se iba a quedar en los dormitorios de los invitados y familiares. Accedí con mucho gusto pero diciéndole que no le dijera nada, que yo iba a ser su sorpresa y regalo. Pasamos la primera tarde paseando por los jardines y enseñándole el colegio, rivalizando todas por acariciarle y demostrarle cariño. Montamos toda una farsa para despistarlo. Parecía un poco abrumado con tantas manos femeninas acariciándolo. Aunque yo me hacia la dura sin dejarle tocarme, no hacia mas que ponerle ojitos tiernos. Ataviada solo con mi falda plisada y la blusa blanca sin nada debajo me dirigí esa noche al cuarto que le habían asignado, afortunadamente dormiría solo en un dormitorio. Me abrió con cara de susto aunque no podía dejar de apreciar mis pezones duros pidiendo guerra transparentándose en la fina tela. Sin darle mucho tiempo a reaccionar me lancé a su cuello buscando su boca como con desesperación. Poco tardó en darme su lengua. Colgada de su cuello y bien pegada a él dejaba que sostuviera mi desnudo culo con sus fuertes manos. Le arranqué la camisa y como hacia con mis amigas empecé a comerle sus pezones con lascivia. Algo que nunca se me había ocurrido hacer con otros chicos hasta que había empezado a hacer el amor con chicas. Eso pareció gustarle pues gemía suave en mi oído. De vez en cuando sacaba la lengua y me la metía allí. Notaba la dureza de su polla clavada en mi pubis mientras rodeaba su cintura con mis piernas. Saltando directamente a sus fuertes brazos para que me sostuviera en vuelo Lamiendo su oreja le dije: -espero que le hayas hecho caso a tu hermana y te hayas traído condones. Por que no pienso dejar que te escapes sin follarme. Yo me había traído los míos de casa, pero tenía pocas posibilidades de renovarlos antes de las siguientes vacaciones. Andando hacia atrás caímos juntos en la cama. Me bajé de él lo justo para arrancarle los pantalones y el bóxer y meterme aquella hermosa polla en la boca después de darle unas buenas chupadas a sus huevos. Aprovechaba ese momento para desnudarme yo y dejar caer al suelo mi faldita y la blusa. Anonadado se dejaba hacer y yo me sentía bien controlando la situación. Yo misma le puse el condón en un rabo que era imposible que estuviera mas duro. Parecía que iba a estallar. Con un gemido me la clave hasta que mi culo hizo tope en sus testículos. Mirando a sus bellos ojos iguales que los de su hermana y dejando que él viera mi cara de vicio. Lo cabalgué despacio sintiéndome llena de carne caliente y disfrutándolo. A esas alturas ya tenía claro que me encantaba disfrutar de los dos sexos. No sentí cuando se corrió pero lo vi poner los ojos en blanco mientras pellizcaba sus pezones y él amasaba mis tetas. Si noté cuando la hermosa polla entró en cuarto menguante, le quité el condón y se la limpié con mi lengua. Con un último y lascivo beso en el que aún tenía el sabor de su semen en mi boca me despedí de él y volví a mi dormitorio. Allí me esperaban mis amigas, amantes, deseosas de que les contara como me había ido. Se lo relaté con pelos y señales evidentemente. IV. Nos costaba separarnos en las vacaciones, que la lejanía de nuestros hogares nos obligaba a pasar separadas. Yo me sentía muy sola sin otra boca que me diese placer en mi sexo ahora también depilado al completo. Había abandonado un poco a mis amigas de casa y no creía tener confianza suficiente con ninguna chica como para hacerla mi amante y compartir mi placer con ella. Así me decidí a entrenar a mi perrita Una fox terrier muy sexi que traía locos a todos los perros de la vecindad para que me chupase la vagina. Debo hablar algo mas de este singular chucho, desde niña me gustaba jugar desnuda con ella, frotar su piel caliente y viva con la mia, con mi cuerpo sin ropa, me encantaba. A veces cuando estaba en celo yo misma la follaba con mis dedos para calmarla. Siempre me gustó el espectáculo de verla follando con perros y alguna vez con canes de confianza mi mano guiaba su pene al coño de mi zorrita perra o a su culo si el chucho era tan feo que no quería cachorros. Comencé su entrenamiento poniéndome cebos en los labios de la vagina o sobre el clítoris y si pretendía alcanzar la golosina debía lamer el coño ofrecido. A los pocos minutos yo me había corrido y le daba un premio mas grande. Comencé a suprimir las golosinas que me metía en la vulva y a dejar solo el premio final cuando me corría. Y lo curioso es que a la puta del chucho le gustaban los jugos de mi orgasmo y los bebía con gusto, asi que dejé también de usar el premio y en cuanto me levantaba la falda y bajaba la braga ella se lanzaba sobre mi sexo para hacerme gozar todo lo que yo creía necesario. La perra le daba rápidos lengüetazos a los labios del coño o yo los abría con los dedos para que que metiera la lengua lo mas profundo en la vagina o lamía el clítoris. Nunca dejé que sus dientes entraran en juego castigándola severamente cuando lo intentaba. A pesar de que alguna vez mis compañeras habían marcado su dentadura en mi piel y a mi me encantaba dar algun mordisco mezclado con los besos en los hombros de mis amates. La perra siempre había dormido a los pies de mi cama pero desde entonces siempre lo hizo entre mis muslos dentro de mi camisón, los pocos días que me acordaba de ponérmelo. V. Se acercaba el final de las vacaciones y el momento de volver al colegio y el problema de con quién dejar a mi mascota y sus nuevas habilidades. Una persona de confianza que se encargara de mitigar, controlar o por lo menos vigilar la fogosidad del can. No se le ocurriera hacer gala de sus nuevos conocimientos ante mi madre o alguna desconocida, lo que hablaría bastante mal de su dueña. Con mi madre me unia una gran confianza, aunque me hubiera mandado a un internado para follarse todo lo que se menea, pero no se podían tratar ciertos temas. No tenía hermanas y pensaba que debía ser una mujer que se aprovechara de las habilidades del animal. Pronto se me ocurrió la solución. Mi cuñada, la mujer de mi hermano era la veterinaria que siempre la había cuidado y que ademas la apreciaba mucho. Con un cuerpo deseable larguísimas y bien torneadas piernas, anchas caderas que le dejaban un culazo tremendo, esbelto talle unos grandes y un pelin colgantes pechos, y una carita preciosa de labios rojos carnosos sensuales, ojos castaños oscuros, melena negra larguísima y piel bronceada, muy muy oscura. El cabrón de mi hermano siempre tuvo buen gusto para las mujeres y desde que yo había aprendido a apreciarlas me daba cuenta de eso. Le llevé el animal a su consulta con la excusa de un chequeo normal. Había quedado con ella para un rato en el que no tendría clientes y estaríamos a solas, su enfermera con el día libre, aunque no me hubiera importado que ella también participara en el asunto. También era una mujer de bandera. Sandra llevaba solo la ropa interior, una lencería sexi y cara, bajo una bata de laboratorio según su costumbre de tener puesta la calefacción a tope. Yo iba dispuesta a ligármela. Cogió a la perrita y comenzó con las pruebas de rigor, la ayudaba en lo que podía a la vez que comencé a hablar de sexo, el del chucho y su vida amatoria pero haciendo bastantes generalizaciones hasta que deslicé la insinuación de que el animal sabía comer coños. Ella dio un respingo y dijo: -¿¡qué!? ¿lo sabes de cierto o solo lo parece? Haciéndome la inocente y con una cara de cemento armado contesté que solo tenia indicios pero que todo indicaba que así era. Incluso acusé al pobre bicho de meterse entre mis piernas cuando tomaba el sol en bikini. Trató de quitarle importancia pero la reté diciéndole: -si no me crees haz tu misma la prueba. Le picó el orgullo y la curiosidad y probablemente la excitación. En sus años de medicina animal no se había topado con ningún bicho de tan singulares características. Me ordenó cerrar la puerta con llave se abrió la bata y se bajó un tanga muy sexi que llevaba y que por entonces yo no me atrevía ni a soñar y dejó a la perra frente a su vagina. Iba a ser la prueba de fuego del animal. Nunca había chupado otra vulva que la mia. No me defraudó. El can se lanzó sobre el hermoso organo que se le ofrecía utilizando todas la tretas que yo le había enseñado para hacerla gozar. Pronto mi cuñadita comenzó a gemir y suspirar y yo la contemplaba excitada deseando contribuir a su placer. Esperé conteniéndome usando toda mi fuerza de voluntad a que un espasmo de su cuerpo me anunciara un orgasmo para acercarme a ella y separando un poco mas la bata acariciar sus pechos enormes todavía cubiertos por el sujetador de encaje y la besé en la boca suavemente. Ella se derretía entre la lengua de mi perra y las manos en sus pechos retorciendo suavemente sus pezones. Y no tuvo fuerzas, ni probablemente ganas, para rechazar mis avances cada vez mas ardientes. Pronto comenzó a responder a mis suaves besos y pude darle lengua y recibir la suya en mi boca. Comenzó a meter mano por mis vaqueros ajustados y a desabrocharlos encontrándose que previsora no me había puesto ropa interior. Se asombró un segundo de mi coño depilado el suyo aun lucia una hermosa mata de pelo. Me saqué los pantalones y seguí con su bata y suje acariciando su piel bronceada. Terminé por quitarme yo misma la blusa sin separar mis labios de los suyos ni mi lengua de su boca. De pie agachada sobre su camilla donde ella reposaba con mis manos perdidas en su cuerpo. La perra seguía trabajando su sexo colocada entre sus muslos y Sandra me acariciaba a mí buscando mi sexo para comenzar a masturbarme suavemente. Cuando me corrí aparté al chucho encerrándolo, no iba a permitir que a la primera chica a la que podia comerle el coño tras mi abstinencia forzada de vacaciones se la comiera la mas zorra de las perras. El can se tuvo que conformar con mirarnos y volví a la camilla. Ella comenzó a hacerme preguntas. Tuve que contarle como había entrenado al animal y como me había hecho bisexual en los colegios. Y por qué había tenido que seducirla a ella por la necesidad de buscar alguien que cuidara de la perra y desde luego de un maravilloso gusto. Me coloqué sobre ella tras el interrogatorio en un sesenta y nueve arrancando suspiros de excitación. Aunque antes había lavado su coño, lo llevaba con un poblado triangulito de vello sobre la vulva, no estaba dispuesta a lamer las babas de mi perra. De inmediato atrapé los labios de su xoxito con los míos y mi lengua buscó el clítoris. Su lengua recorria todos mis rincones con una experiencia que nunca había sospechado llegando por mi perineo a volverme loca cuando se deslizó en mi ano. Sandra aficionada a meterme los dedos en el culito tras un delirante beso negro, algo que nunca había hecho con mis amigas. Y de lo que tomé nota de inmediato para hacerlo con ellas. Colaborando gustosa le introduje el indice en su apretado agujerito trasero mientras con los dedos de la otra mano ayudaba a mi lengua separando los labios o agarrando el clítoris enorme que tiene y acariciándolo. O lo metía en la boca chupándolo como un caramelo reteniéndolo entre los dientes y acariciándolo con la lengua. Ella no dejaba de chuparme el muy sobado coñito que no se cansaba de alabar tocar y chupar amorosamente mientras me arrancaba mas suspiros de excitación. Ni sé los orgasmos que había tenido cuando me bajé de la camilla para volver a besar sus carnosos labios compartiendo su sabor que retenía en los míos. Lamer sus ojos, nariz, bajar por el cuello, hombros, axilas y dedicarme a los pechos enormes lamiendo los pezones oscuros y duros metiéndolos en mi boca y chuparlos para sacar leche pues en esos días todavía daba de mamar a mi sobrino. Seguí por su vientre ligeramente abombado y dejando un poco de lado su agotado y exprimido coñito bajar lamiendo por los muslos suavemente con la lengua lo mas fuera de la boca para poder saborear su piel suave. Hasta llegar a sus cuidados pies e introducirme los deditos en la boca como pequeños dulces lamiendo el espacio entre ellos y lamiendo sus plantas haciendo que se retorciera de risa y placer. VI. Salió su espíritu de científica y me propuso dejarme comer el coño por la perra que teníamos olvidada para poder observar el fenómeno con cierta frialdad. Volvimos a dejar mi vulva al alcance de la lengua voraz del animal y ella no perdía detalle. Incluso saco fotos con la polaroid que tenía para documentar los expedientes. En ellas se veía perfectamente la lengua voraz del can lamiendo mi depilado coño. Para excitarme más y aunque no lo necesitaba, comencé mi propio interrogatorio particular y le pregunté por sus relaciones con mi hermano, su tamaño, que sabía admirable y de como tenía tanta experiencia amando a chicas. Sobre el tamaño del pene de mi amado hermano me contesto que era algo digno de peli porno, que le encantaba el sexo anal con él y que de vez en cuando hacían trios con chicas a las que ella también hacía el amor. Nunca había tenido tanta confianza con ella, por lo menos para llegar a comentar esos detalles tan íntimos y eso que siempre me había caído bien. Aunque me confesó que se había casado virgen y siendo muy inocente en lo del sexo, mi hermano había sido un gran maestro que la hacía disfrutar terriblemente. Yo iba de orgasmo en orgasmo tanto por lo que me contaba como por las jugarretas de la legua canina. Me pidió permiso para contarle a él lo del animal aunque negando que yo hubiera tenido algo que ver en su entrenamiento. Le di permiso y entonces a ella se le ocurrió una nueva y perversa idea: VII. -¿Quieres vernos follar?. Me dijo. A mí era algo que me encantaría y me pondría cachondísima. Él tenía la costumbre de pasarla a recoger a la hora de cerrar y no era la primera vez que ella lo calentaba y terminaban follando en esa misma camilla que estábamos usando nosotras. Con todo lo que había pasado conmigo estaba calentorra y no pensaba esperar a llegar casa para follarse a su marido. Yo podria verles desde la otra habitación por la puerta entreabierta y si llegaba el caso unirme a ellos apareciendo desnuda. Llegó al rato, ella se puso solo la bata, sin nada debajo, para recibirlo y yo me escondí. Juan le dio un beso y ella abrió la boca no dejando que separa la suya. No se ando con muchos rodeos y mientras le apretaba contra ella con una mano con la otra en su bragueta le bajaba esta dejando salir la polla morcillona de su encierro. Era algo monstruoso algo que yo sospechaba de cuando lo espiaba cuando vivía en casa de mis padres. No me imaginaba un aparato así en mi coño pues de los que yo había disfrutado eran de tamaño mas manejable. Mientras yo pensaba todo eso le había abierto la bata apreciando la desnudez de su esposa. Se daba cuenta de que con lo caliente que iba ella no necesitaba preliminares. Sin pérdida de tiempo le había dado la vuelta y con ella apoyando los antebrazos el la camilla se la envió dentro de la vagina. Desde mi posición a un costado de ellos apreciaba las embestidas y como los labios del coño agarraban la perfecta circunferencia del tronco absorbiéndola como si no quisieran que marchara. Enseguida volvía al ataque clavándose de nuevo, ella giró la cabeza guiñándome un ojo. La besaba en los hombros con la cara sumergida en el larguísimo cabello, las manos agarrando las tetas sosteniéndolas con cariño apretándolas con suavidad y retorciendo los pezones con dedos hábiles. Yo me estaba calentando mucho con las manos en mi coñito acariciando los labios con la yemas de los dedos. Hacía rato que había perdido la cuenta de los orgasmos que llevaba esa tarde. Separando los labios para introducirme un dedo hasta la boca del utero. Entonces me acordé de la perra, era una ocasión perfecta para que hiciera una de las suyas, y la solté dentro de la consulta. Como una flecha fue en busca del coño de mi cuñadita que ya estaba ocupado por la enorme tranca. Asi que mi hermano sintió una lengua lamiendo sus huevos y el tronco de su polla cada vez que la sacaba de tan húmeda gruta. Preguntándose que diablos era eso miraba entre sus piernas donde descubrió a mi mascota dándole placer a ambos. Puesto que el animal cumplía bien con su parte no pareció plantearse mucho mas. -¿esta no es la perra de mi hermana? Fue lo único que dijo. Yo me partía de la risa escondida viendo los esfuerzos de la perra mientras ellos iban de orgasmo en orgasmo y viendo a mi hermano follarse a mi cuñada. Era hora de unirme a ellos asi que abrí la puerta del todo y les pregunté: - ¿y a mi no me vais a dejar participar?. Juan se llevó la sorpresa de su vida viendo el cuerpo desnudo de su hermanita pequeña que había desarrollado todos sus encantos pidiendo una participación de su polla. Pero enseguida se repuso, el chico era rápido de reflejos, y me tendió la mano sin sacarle polla a su mujer. Yo le ofrecí la lengua y el supo darme uno de los besos mas húmedos y calientes que me ha dado nunca un hombre, aunque pudo ser el morbo de hacerlo con mi querido hermanito. Deslizó una de sus manos por mi coñito depilado y encharcado haciéndome suspirar mientras una de mis manos iba a sus colgante huevos volviendo a apartar a mi mascota de sus placeres y la otra a los pechos de su esposa. Ella compadeciéndose de mí se apartó de su chico sin dejarlo eyacular y le dijo: - te vas a follar a esta preciosidad. Volvió a encerrar a la perra mientras nosotros nos besábamos y sentia las fuertes manos de mi hermano recorriendo todo mi cuerpo. De pie uno frente al otro notando la dureza de su polla en mi vientre casi a la altura de mis pechitos pues Juan es bastante mas alto que yo. En sus brazos me sentia querida y protegida y ellos me levantaron y depositaron sobre la camilla que tan buenos ratos nos estaba haciendo pasar. Colocando mis piernas apoyadas en su pecho empezó a buscar con el glande la entrada s mi vulva. Sujetando fuerte mi cintura apoyó el glande en mis labios forzando su impresionante tamaño tan delicada abertura, yo estaba viendo las estrellas, pero de placer. Su esposa se dedicó a besarme y a acariciarme las tetas. Por fin entró al completo y mi propio hermano me follaba haciéndome la chica mas feliz del mundo. A la vez que era una de las folladas que mas gozaba, cada entrada la sentía casi hasta mi corazón y cuando la sacaba no quería que lo hiciera. Me corrí casi la primera vez que me la metió hasta el fondo y disfruté cada uno de los orgasmos que me dio gimiendo y suspirando. Hasta que la sacó a punto de eyacular para que ambas pudiéramos recoger su semen en nuestras bocas hambrientas. Arrodilladas a sus pies era mi lengua la que lamia el tronco mientras su mujer alcanzaba el semen o este llegaba a mi garganta mientras la lengua de su esposa le chupaba los huevos. Turnándonos hasta que terminó de salir leche. Asombrándome aún mas ella se incorporó y comenzó un morboso beso con Juan dándole su propio semen a beber. El líquido que retenia en la lengua y ella me levantó para que compartiera el beso con ellos. El resto de la noche y de la tarde la pasé en su casa tras avisar a mi madre de donde iba a dormir, aunque estaba claro que mucho no íbamos a dormir ninguno de los tres. Una vez allí mi hermano recuperado de las sorpresas de la tarde volvió a follarme ya con mas tranquilidad y dedicado solo a mi placer y aceptó con gusto quedarse con mi mascota morbosa durante el resto del curso. Pensando en los placeres que tan complaciente animalito podía brindarles. Me prometí a mi misma seguir amando a mi hermano y cuñada como ese día disfrutándonos a tope sin celos como hacía con mis amigas. Pensando ademas en cuando mis sobrinos crecieran y se convirtieran en jóvenes con ganas de sexo. VIII. Por fin llegó el día de volver al internado, allí descubrí que me habían cambiado de compañera de cuarto. Y como no estaba dispuesta a pasarme el resto del curso haciendo abstinencia para que la nueva no sospechara. No me quedaba mas remedio que hacer lo mismo que hizo Juana conmigo con la nueva compañera, una pipiola nueva en el colegio. Si Paloma hubiera pasado allí un curso no habría sido tan inocente. Era toda una belleza pequeñita, pelirroja y muy bien formada. Una boca que me recordaba la de mi cuñada, carnosa y de labios sensuales, fino cuello delicioso, piel blanca y pecosa, senos pequeños cónicos y muy bien formados, un vientre plano y blanco como la nieve rematado por una tupida mata de vello rojo como el cobre que ocultaba una vagina de labios finos no desvirgada aún. El suave satén de su piel blanquísima y su figurita repleta de curvas. Todo eso no pude apreciarlo hasta que no siguió mi ejemplo al desnudarse, ella me miraba de reojo y yo yo a ella descaradamente, buscando provocarla con la lujuria de mi mirada. Me gustó ver lo rotundo de sus nalgas cuando se bajó el pantalón y la forma como estiraban la tela de las bragas cuando se las quitó. Bajándolas con mas sensualidad de la que pretendía dándome la espalda. Me prometí a mi misma comérselas muchas veces buscando el ano como Sandra me había enseñado. Su arqueada espalda perfecta prometía acoger mis pechos. Me propuse actuar aquella misma noche sin esperar a tormentas. Empezar a seducirla ya mismo, me coloqué a su lado y le di un suave beso en los labios y abrazándola fuerte junté mis pechos a los suyos, sin explicaciones, sin palabras, solo haciéndole sentir en su piel las caricias de una amante atenta. Apoyé la mandíbula en su hombro para besar y lamer su cuello hasta la base del cabello rojo. Acaricié la espalda suave, solo rozando la línea de la columna y los omoplatos con las yemas de los dedos, erizando su piel, bajando hasta el culo. Sus gemidos en mi oído me decían que estaba consiguiendo mi objetivo. Y entonces comencé a hablarla del mucho amor que le tenia, de lo bien que íbamos a pasarlo juntas de la intima a mistad que nos uniria y alababa su bello cuerpo con todas las flores que me dictaba la imaginación. La tumbé en mi cama mientras seguía acariciando su piel con dedos leves y hablándole al oído. Se dejaba hacer y pronto le arranqué suspiros, su excitación cada vez mas evidente. Por fin se me entregó y comenzó a colaborar acariciándome tímidamente. Poco después me confesaría que la única experiencia sexual que había tenido había sido una violación y que solo mi ternura había conseguido devolver la sensualidad a su cuerpo agarrotado. Comencé a lamer su cuerpo por las nalgas que me tenían embrujada descubriendo el ano con el que gozaba una vez y otra. Ella repitió conmigo ese juego y yo me corría una vez y otra. Con solo eso nos dormimos esa noche. En pocos días aprendió a disfrutar por su ultrajada vagina conseguí hacerle olvidar y se convirtió en una amante perfecta, Aunque sospechaba que iba para lesbiana incondicional, que nunca dejaría que otro hombre llamara a la puerta de su coñito. Durante esos días solo pude compartir alguna siesta con mis antiguas amigas para poder advertirlas que estaba seduciendo a mi nueva compañera y que necesitaba cierta tranquilidad. Durante esas siestas le hice partícipes de los nuevos descubrimientos de las vacaciones y con que gustó, le comí el culito a las dos, lamia el ano de una mientras la otra hacía lo mismo conmigo. En noches sucesivas recibimos la visita de Thais y de Juana que compartieron lecho y placeres con nosotras. A día de hoy Paloma y Juana se han ido a vivir juntas y han adoptado una preciosa niña. IX. A ambas nos daba clase una joven profesora que el año anterior ya le había dado clase a Juana, no sospechaba yo en que forma. A poco de comenzar el curso me llamó a su despacho al acabar las clases con la escusa de ayudarme en un trabajo que debía hacer. Al inclinarme sobre el libro que yo sostenía ella se acercó mucho a mí para explicarme. Y antes que que pudiera darme cuenta sus brazos me rodaban y sus labios se posaron prometo en mi cuello y luego en los míos, suavemente primero. En cuanto le correspondí abriendo la boca de una forma salvaje que me hizo estremecer. Sus manos apresaron mi cuerpo buscando desesperadamente bajo mis ropas. A sus gemidos de placer y a su deseo correspondí con pasión. Hicimos el amor sobre la gruesa alfombra de su despacho una vez que ella me arrancara el uniforme de la escuela y yo a ella blusa y falda. Nos besábamos y reíamos mientras ella me recostaba en el suelo y me masturbaba con sus hábiles dedos que metía profundo en mi coñito ansioso. Yo tenía una mano en su raja y la otra en su culo. Ese trasero que tantas veces había pensado acariciar mientras lo veia en clase recorrer de lado a lado el encerado apretado en sus faldas estrechas o ajustados pantalones. En clase me imaginaba su serrano cuerpo desnudo mientras se paseaba entre las filas de pupitres. Cubierto por finos vestidos y blusas trasparentes que me dejaban apreciar lo abundante de sus pechos firmes. La anchura de sus caderas, el bronceado de sus muslos o la esbeltez de su cintura. Yo la deseaba, pero ella era una profesora. Paloma para quien no tenía secretos me decía: -Paciencia, amor mio. tu provócala, que sea ella la que te desee. Yo le recordaba que si hubiera tenido paciencia ella no dormiria conmigo desnuda todas las noches ni me comería el coñito de esa forma deliciosa que ella tenia. Pero dio buen resultado fue ella la que tomó la iniciativa. Claro que después me confesó que todo había sido una encerrona preparada por la pérfida y maravillosa amiga Juana a la que ella también había hecho el amor. Juana le había confesado el grupito de calentorras que nos hacíamos el amor, follábamos mas bien, en cada oportunidad que podíamos. Y le animó a que nos sedujera de una en una en la forma mas difícil pero a la vez mas excitante, mientras mi amiga se callaba como puta. De esa forma consiguió desnudarme en su despacho y yo a ella. Lamernos las ardientes vaginas casi durante la hora libre entre clase y clase. Le confesé como follaba con mi compañera de cuarto de la que ella aún no sabía nada por Juana. Y ella me dijo que se había fijado en la belleza pelirroja de Paloma y en su bonito culete. y que había decidido comenzar por lo seguro conmigo. Me pidió que guardara silencio con Thais pues pensaba prepararle la misma encerrona a mi depilada amiga. Yo le invité esa noche a mi dormitorio donde le presentaria a mi compañera de cuarto, a la que advertí de la visita. Paloma , ya te lo dije quedó encantada, pues la bella profesora también había llamado su atención. Excitadas por la anticipación, la esperamos acariciándonos y besándonos. Paloma comenzó a dirigir sus manos a mi rajita. En ese momento llamó a la puerta y la abrí solo con mi tanga, regalo de mi cuñada, y el suje. Como saludo recibí un fuerte beso en la boca que abrí de inmediato para recibir en ella la lengua de mi bella maestra. Cogí su mano para arrastrarla al interior de nuestra habitación no sin apreciar que nuestras vecinas de enfrente también estaban recibiendo una visita en ese momento y que la esperaban desnudas. La llevé junto a la cama donde nos esperaba Paloma. Quedaron las dos frente a frente y casi con timidez se dieron un tierno beso y un lento abrazo y comenzaron a acariciarse con suavidad explorando el cuerpo de la otra todavía desconocido. Sin acercarme a ellas me saqué la lencería que me quedaba y esperé a ver como se desarrollaban los acontecimientos. La profesora se arrodillo para besar el pelirrojo pubis y aproveche para acercarme. Tomando el mentón de mi compañera besarla con lengua a la vez que le sacaba el fino camisón corto y trasparente de tirantes. Beso sus labios que separaron los dedos buscando el clítoris para ponerlo entre sus labios. Paloma se echó en el lecho manteniendo entre sus muslos a la maestra que se puso a cuatro patas sobre la cama. Yo arrodillada junto a la cabecera de la cama puse un muslo a cada lado de a cabeza de mi compañera para que usara su lengua trabajadora en mi coñito. Sentía en mis labios sus dedos mientras ella tenia en los suyos los de la profesora. Cuando tuve mi primer orgasmo reaccioné y me di cuenta que no nos estábamos portando como buenas anfitrionas. Nuestra invitada ni siquiera estaba desnuda y no había gozado todavía. Me separé como pude con un ímprobo esfuerzo, de los succionadores labios de Paloma. Separé a la maestrita de su camiseta y pantalones ajustados de deporte bajo los que no llevaba nada. La coloqué en medio de las dos entre la boca golosa de mi amiga chupando su deliciosa vulva y la lengua de mi maestra hurgando entre los rincones de mi sexo. Solo pude suspirar entre los jadeos del placer: -meteme un dedo en el culito. Ambas siguieron mi consejo y yo tenia en mi ano el de la profesora y ella en suyo los dedos juguetones de Paloma. mientras los orgasmos seguían para todas. Decidí cambiar de posición coloqué a mis amigas en un delicioso sesenta y nueve. Mientras yo las ayudaba lamiendo y acariciando todo lo que me permitían incluido el ano de la que estaba arriba. Actuaba de directora de los movimientos del ballet del placer. X. Durante todo el colegio no nos faltó compañía. A ninguna de nosotras, siempre encontrábamos alguna combinación posible. En ocasiones conseguíamos alguna nueva participante o montábamos orgias con otras grupos que sabíamos tan ardientes como el nuestro. Como con las vecinas del cuarto de enfrente. En la universidad he compartido piso con Thais y Paloma. Más de algun fin de semana venían Juana y el resto de las amigas y profesoras del colegio a pasar algun fin de semana con nosotras a renovar nuestros juegos. También seguía una relación de folla amigos con el hermano de Anabel que ya no era tan tímido como la primera vez que follamos. Sin olvidar a mi cuñada y mi queridísimo hermano y su bella polla y desde luego mi mascota. Cada vez que voy a casa me hacen un hueco en su cama. También he conocido chicos, algunos maravillosos que me han hecho gozar. Ahora he echado mi curriculum en el colegio en el que pretendo entrar como profesora. Se que tengo buenas posibilidades pues ejerce de directora mi antigua profesora y amante.


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