🔥Relato Erótico de Incesto: ADRIANA, MI PEQUEÑA DIABLITA ❌Sin Censura❌

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Fecha: 2021-04-17


ADRIANA, MI PEQUEÑA DIABLITA


Autor: Ivan El Terrible

Categoría: Incesto

Cuando regresamos a casa, la relación entre mi nena y yo se volvió más fuerte, éramos más unidos. Adriana en cierta forma era más posesiva conmigo y eso le molestó a Alicia. La ya de por si fría relación entre nosotros se terminó por congelar. A la noche siguiente que regresamos, cuando regrese de trabajar, mi nena me esperaba en su cuarto, ya en la cama y arropada, entro para darle beso, ella me abraza y me besa en los labios, me aprisiona el cuello con sus brazos y me atrae a ella. Un beso lleno de pasión y perversa lujuria. Luego de unos minutos, le digo que tengo que bañarme, había sido un día pesado. Me dice que me apure, que me tenía una sorpresa. Eran cerca de media noche y Alicia ya estaba dormida, así que me fui a bañar y cuando termine, regresé al cuarto de Adriana, quien me esperaba tapada. Cierro la puerta y con la tenue luz de su lamparita del buro me acerco a la cama, me siento y levanto la sabana para descubrir que estaba completamente desnuda. Nada más de verla seme puso duro el miembro debajo del bóxer que traía. -Que hermosa te vez así mi nena.- le digo, mientras ella me sonríe y estira los brazos. -Ven papi, abrázame ¿te gusto la sorpresa?- me pregunta mientras me besa las mejillas y luego los labios –Porque así te voy a esperar todas las noches- me contesta. -Claro que si me gustó.- le contesto mientras me fundo con el calor de su cuerpo en ese deseado abrazo. Nos besamos con tremenda lujuria mientras mis manos acariciaban su espalda, bajando hasta sus nalguitas, metiendo mis dedos entre ellas y picando su pequeño culito y su vaginita. Adriana me sonríe -¿Te gusta papi? Porque a mí me gusta mucho que lo hagas.- me dice mientras suspira lento y prolongado. Bajo besando su cuello, su pecho, hasta sus lindas tetas que cada día van creciendo y poniendo más ricas. Las chupo a cada una, muerdo despacio sus pequeños pezones, deleitándome con ellos. Bajo por su abdomen hasta llegar a su vaginita, que de inmediato ella me ofrece al ponerse boca arriba y con las piernas separadas. -Méteme la lengua papi.- me dice entre jadeos mientras me acomodo y pasó mi lengua a lo largo de su rajadita. –Me gusta mucho cuando lo haces, aunque más me gusto cuando me metiste tu ese y me metiste tu lechita.- suspira mientras acaricia mi cabeza. No pierdo tiempo y le meto mi lengua en su vaginita, se al saco y vuelvo a meter hasta donde alcanzo con ella. Apoya sus pies sobre la cama y separa al máximo sus piernas, empujando sus caderas contra mi cara cada que meto mi lengua hasta el fondo de su vaginita y la hincho durante un buen rato, hasta que la saco un poco y con la punta presiono su botoncito, juego con él para arrancarle en pocos segundos un suave y prolongado suspiro que le hace apretar las piernas contra mi cabeza y sacudir con fuerza sus caderas. Luego, separa sus piernas y sus manos me jalan de los brazos hacia arriba. -Ven papi, méteme de nuevo tú ese papi.- me implora mi nena. Y antes de subir mi cuerpo sobre el de ella, me despojo de mi bóxer y mi miembro golpea con fuerza su cama, esta duro y bien erecto dispuesto a complacer los caprichos de mi nena. Me subo por completo sobre ella, mi miembro golpea la entrada de su vaginita y la presionan. Mete una mano Adriana, agarra mi miembro y lo talla varias veces en su caliente y húmeda vaginita, luego lo acomoda la punta en la entrada de su vaginita y despacio comienzo a metérselo, hasta que toco el fondo de ella. Suspira de gozo mi nena, jadea y levanta sus caderas contra las mías. Se lo saco y vuelvo a meter despacio, arreciando un poco mis movimientos. -Que rico se siente papi, me gusta, sigue.- entre suaves jadeos me lo pide mi pequeña diablilla. –Me das tu lechita aquí papi y otro poquito para que me la tome, que casi ya no he tomado.- me dice. -Si mi nena, ahorita te doy tu lechita.- le contesto mientras le saco mi miembro y me tumbo sobre la cama, la jalo hacia arriba de mí. Adriana se sube y agarra mi miembro y lo centra en su vaginita, sentándose despacio sobre él. Su vaginita no alcanza a comérselo todo, pero toca el fondo. La agarro de sus nalguitas y la empujo hacia arriba y hacia abajo, entonces Adriana comienza hacerlo sola, comienza a cabalgarme, subiendo y bajando sobre mi miembro. Pone sus manos sobre mi pecho y lo hace con más fuerza, aprendiendo rápidamente. Lleva un feroz ritmo, jadea cada vez más fuerte, suspira y respira aceleradamente, aumentando el peligro de despertar a Alicia o que se oiga hasta la casa de mi suegra y mis cuñadas, las cuales viven muy pegada a nuestra casa. -Ven mi nena, chúpamela.- le digo después de montarme por un buen rato. -Si papi.- se levanta y comienza a chupármela muy deliciosamente, despacio, saboreándola, pero a la vez con ganas d exprimírmela. Baja y lame mis huevos como le había enseñado, lo hace rico, me los chupa uno a uno. Luego regresa a mi miembro y me lo chupa con fuerza. Si la dejo me hará venir. -Ven mi nena, ven a la orilla de la cama.- le digo, Adriana se levanta y me pongo de pie. Le indicó que se ponga en cuatro, ella obedece, para su colita y separa las piernas, me coloco detrás de ella, la sujeto de sus caderas y despacio se la vuelvo a meter, cogiéndola, poco a poco haciéndolo más y más fuerte. Su empapada vaginita hace que nuestros chasquidos suenen cada vez más fuertes y es excitante por el riesgo de ser descubiertos. La sigo cogiendo hasta que no puedo más y me vengo dentro de su vaginita, descargándole un par de chorros y antes de soltar un tercero se la saco y Adriana se voltea para chupármela y terminar de tragarse varias venidas más. Me la chupa con desesperación y fuerza, dejándomela limpia en cuestión de segundos. Luego se levanta y se pone una playerota larga, que le queda debajo de sus ricas nalgas. Se acomodó en la cama, abriéndome espacio para dormir con ella. De mañana, de tarde, de noche, en la casa, en el carro, en algún motel, siempre buscaba el lugar a petición de mi nena, era una pequeña diablilla hambrienta de sexo, lujuriosa y pervertida. A los diez años Alicia la metió a estudiar catecismo para que hiciera su primera comunión. Era un sábado en la tarde cuando estando solos, quiso que la alimentara y que le diera leche. Me estaba montando, cabalgándome despacio cuando –Papi, hoy dijo la maestra del catecismo que un papá y una hija no pueden casarse ni tener sexo porque es pecado ¿es cierto?- me preguntó. Me quede callado por unos segundos –Si mi nena, es cierto.- le contesto mientras me cabalga con más fuerza. -¿Y te gusta?- me pregunta y antes de que le conteste me dice ella –Porque a mí me gusta, no me importa que sea pecado- -Me gustas mucho mi nena y te amo. Me encanta hacer el amor contigo.- le contesto. -Sera nuestro secreto entonces papi.- me dice –Pero siempre serás mío.- me añadió entre jadeos. -Y tú mía.- le conteste. -Si papi, siempre seré tuya ¿no quieres que tengamos un hijo?- me pregunta. -Más adelante mi nena, primero estudia y disfrutemos de hacer el amor.- le contesté. Esa tarde me cabalgo con furia y la cogí con fuerza como ella me lo pedía, al saber que lo que hacíamos era pecado y que sería nuestro secreto por siempre. Que prácticamente había firmado un pacto de pecado, perversión y lujuria con el diablo. Mientras mi relación con Alicia iba de mal en peor. A los diez años de Adriana la comencé a llevar a mi trabajo, ya tenía una oficina para mí solo y por el horario me era fácil llevarla, donde muchas veces pudimos disfrutar de nuestro pecado. Ahí mismo, en mi trabajo le presente a Lorena, quien era mi amante desde hacía cinco años y con quien tenía una hija de cuatro años. De inmediato hicieron buenas migas, aunque Adriana rápido se las masco que Lorena era mi amante, no hizo drama, ni se enojó, simplemente guardó silencio. Como Lorena la consentía y platicaban mucho, un día la llevé a casa de Lorena, ahí le confirme lo que ya pensaba, presentándole a su hija Brenda de seis años y a Zaida de cuatro años, la hija que tenía con Lorena y que era su media hermana. Lorena se dio cuenta del fuerte lazo que había entre Adriana y yo, de cómo era unida conmigo, de cómo nos mimábamos uno al otro, ella solo sonreía y decía que le gustaba nuestra unión. Igual que con Lorena, hubo buena química entre Adriana, Brenda y Zaida, platicaron, la invitaron a jugar y todo marcho bien. Un año después compre una casa de interés social, con tres recamaras donde se fue a vivir Lorena con las niñas, fue a los dos años, cuando Adriana tenia doce que me separe de Alicia. La situación fue insostenible, por lo que decidimos separarnos, un acuerdo forzado. Adriana se quedaría con Alicia de lunes a jueves, pero desde el viernes por la tarde, sábados y domingos se iría conmigo. Lorena desde que se había instalado en la casa, había dispuesto que la tercera recamara seria de Adriana, pensando en que algún día pasaría un fin de semana ahí. Incluso, la lleve cuando nos entregaron la casa, Lorena le pregunto qué recamara quería y ella eligió la suya. Cuando me separe de Alicia, me mude a vivir con Lorena, Adriana lo acepto sin problemas, sabiendo que el fin de semana estaría conmigo. Lorena era dócil, cariñosa, atenta y prácticamente a mi disposición cuando yo quería, algo lujuriosa y pervertida. Desde el primer viernes que llegó Adriana con nosotros, durante la cena, mi nena me dijo –Papi ¿te duermes conmigo?-. Y antes de que yo le contestara, lo hizo Lorena –Si preciosa, tu papi se dormirá contigo el fin de semana, nada más no me lo desgastes mucho.- y sonrió, mientras mi nena la miraba con una sonrisa pero algo sorprendida. Lorena para tranquilizarla –Si, nada más no lo desveles mucho platicando, acarícialo y aprovecha que están juntos llenándolo de besos.- con una sonrisa maliciosa le añadió. Adriana se alegró y cuando fui a su recamara para acostarme con ella, ya me esperaba desnuda bajo las sabanas. Apenas entre a su recamara, cerré la puerta y saltó para darme un exquisito beso en la boca, luego se agacho y me bajo el bóxer para chuparme el miembro con ansias, casi hasta hacerme venir, luego la acosté sobre la cama y chupe su vaginita, metiendo mi lengua y recorriendo cada centímetro donde ya había explorado y penetrado desde hacía tiempo mi lengua y mi miembro. La hice tener un par de orgasmos, le encantaba el sexo oral, le gustaba que lamiera y chupara su vaginita, para que después la penetrara con mi miembro despacio y terminara cogiéndola con fuerza. Abrir sus piernas al máximo y sentir mi peso sobre ella en cada penetrada. No importaba la posición en la que la pusiera, solo deseaba sentir dentro mi trozo de carne golpear el fondo de su vaginita, sentir mi leche dentro de ella y tomarse el resto. Esa noche no sería diferente, la penetre a mi antojo y a su gusto, suspiraba largo en mis oídos y me decía lo mucho que le gustaba sentirme dentro y que esa noche deseaba tomarse toda mi leche, que tenía bastante hambre. Yo sabía lo que eso significaba, aunque nunca se había tomado toda, sin derramar algo, pero esa noche sería diferente. Después de cogerla con fuerza agarrándola de sus caderas por detrás, antes de venirme dentro de su vaginita, se la saque y rápido se giró ella, agarro mi miembro y se lo llevo a la boca, chupándolo con ganas para hacerme venir enseguida con un par de fuertes descargas. Contuve una tercera para darle tiempo a tragar, así lo hizo, solté un para más y las tragó. Haciéndolo así se tomó finalmente toda mi leche. Ya no nos aseamos, así nos quedamos, solo nos arropados y abrazados dormidos, con toda la recamara apestando a sexo. Al amanecer del sábado, Lorena nos fue a despertar, encontrándonos abrazados y arropados, no sé si se notaba que estábamos desnudos o no, pero solo nos sonrió y dijo que el almuerzo estaba listo, salió y unos minutos después ya estábamos en el comedor almorzando todos juntos como familia. Ese día sábado llevamos a las niñas a la plaza, a comer, ir de compras y tomar helado. Al regresar a casa, Brenda y Zaida apenas si cenaron, se pusieron sus pijamas y se acostaron a dormir de lo cansadas que estaban. Adriana todo lo contrario, estaba contenta, ella se bañó y se puso una pijama floreada, que era de una blusita de tirantes, que hacían lucir sus ya hermosos senos, grandes como una naranja. Un bóxer bastante pequeño que sus deliciosas nalgas lo devoraban haciéndolo lucir casi como tanga, por delante su vaginita de miraba ajustada y exquisita. Esa noche que “dormí” con mi nena, quiso toda mi leche en su vaginita, esa noche si, se derramo un poco sobre las sabanas. Lorena previamente le había comprado ropa para que tuviera ahí con nosotros, desde interior, para andar en casa y salir, por lo que dejaría ropa ahí y ella se la lavaría. Lorena lavó ropa al día siguiente, levantándola el martes al regresar de trabajar. Ese día ella salió más temprano que yo, yo regrese a casa ya en la noche, cuando Brenda y Zaida se encontraban dormidas. Lorena me esperaba muy sensual para cenar, ya que vestía un conjunto en azul cielo de puro encaje de blusita y un minúsculo bóxer, con lo que sus pechos amenazaban con salirse y sus nalgas comían buena parte de su bóxer. Y es que Lorena era y sigue siendo una mujer muy bella y sensual, aunque cuando la conocí era callada y algo tímida, poco a poco la fui haciendo a mi gusto, a pesar de ya tener una hija. Es de estatura mediana, blanca de piel, cabello lacio y corto a los hombros, de color castaño oscuro. Ojos pequeños y cafés claro, boca chica y labios delgados, nariz pequeña. De pechos grandes, redondos y firmes, cintura estrecha, caderas anchas, piernas delgadas pero bien formadas, con unas nalgas paraditas y redondas que cualquiera voltea a mirar. Al entrar en la casa, me recibe con un apasionado beso. La abrazo y pego contra la puerta para manosear sus ricas nalgas, luego de un par de minutos me manda a bañar en lo que calienta la cena, le obedezco aunque mejor deseaba cenarme a ella. Ya más tarde, cuando estábamos en la recamara, no perdemos tiempo, nos besamos con lujuria mientras volvía a manosear sus nalgas, metiendo mis manos debajo de su minúsculo bóxer, llegando mis dedos hasta su ano, metiendo mi dedo medio en él, sacándolo y metiéndolo despacio. Mi mujer estaba caliente, jadeaba como perra en brama, acariciaba mi cabeza y mi espalda con desesperación. Caminamos así abrazados hacia la cama, la tire de espaldas en ella sin importar que había ropa de las niñas y nuestra recién lavada. Le separe las piernas y hundí mi cara entre ellas, chupando su depilada vagina que apenas si se cubría por su pequeña prenda. Con la lengua se la hice aun lado, para metérsela en su vagina, se la saque y volví a meter, para luego lamer y presionar su clítoris. Chupeteaba toda su vagina mientras con la punta de la lengua le hacía presión, Lorena solo se retorcía de placer, sacudía sus caderas contra mi cara al tiempo que separaba más sus piernas. -Quítame la ropa.- me pidió, pero le dije que no, que así deseaba cogerla, solo le subí su blusita para descubrir sus pechos y chuparlos. Que ricos, los chupe y mordí, lamí cada milímetro de ellos. Me incorpore y me baje el bóxer, dejando salir mi miembro ya duro y goteando líquido seminal que salpico el pecho de Lorena. -Voltéate y ponte en cuatro.- le ordene, se levantó y se puso a la orilla de la cama con las piernas separadas y apoyadas sobre rodillas y codos. Era un hermoso panorama ver su rico y gran culo de frente a mí, ver como se metía entre sus nalgas y vagina lo más delgado de su minúsculo bóxer. Metí un dedo por cada una de las nalgas de su bóxer y se lo jalé hacia arriba, metiéndoselo aún más, haciéndola mover sus nalgas y jadear como lo que era conmigo, una perra en brama. Lorena desde que nos conocimos y desde la primera vez que la lleve a la cama, fue así, sumisa, obediente a lo que yo deseara. Gozaba con la dominación que ejercía sobre ella. Después de jalar su minúsculo bóxer entre sus nalgas y vagina, se lo hice a un lado con una mano y con la otra dirigí la punta de mi miembro a la entrada de su vagina, se la tallé y luego de un solo empujón se la metí casi toda, Lorena jadeo fuerte, se quedó quieta por unos segundos, la sujete de las caderas y se la termine de meter hasta el fondo de su vagina ya húmeda y caliente. No dándole descanso y cogiéndola enseguida, fuerte y hasta el fondo. Se la metía y sacaba, sus jadeos eran fuertes que podrían haber despertado a las niñas. Luego la tome de los pechos y la hice enderezarse, parando sus nalgas, pero sin dejar de cogerla hasta que sus caderas se detenían, contrayendo los músculos de su vagina, en señal de la llegada de su primer orgasmo. -Papi, déjame…- me quiso decir pero la callé. -Sssshhh calla, no puedes hablar, solo jadea. Disfruta el trozo de carne de tu papi.- le dije y ella obedeció. Luego se la saque y la hice recostarse boca arriba, ahí mismo a la orilla de la cama, separo al máximo sus piernas, mostrando su vagina depilada y chorreante de lo caliente que estaba. Se la volví a meter sin piedad, sosteniéndola de sus piernas, cogiéndola con fuerza. Me tenía loco el ver como entraba mi trozo de carne en su vagina con su prenda íntima aun lado, era excitante. -Ven mi perrita, chúpamela.- le dije mientras se la sacaba, se sentó a la orilla de la cama y me la chupo enseguida. –Me quiero venir en tu cara.- le dije. -Si papi, donde tú quieras.- me contesto, chupándomela con más ansias. Se la saque de la boca y la empuje hacia atrás, tomándola de las piernas y volviéndosela a meter en su vagina, cogiéndola con fuerza por otro buen rato, fuerte, como eran los jadeos de Lorena. Mi miembro estaba duro, pero sentía que estaba a punto de una venida, así que se la saque y le dije que me la volviera a chupar, así lo hizo hasta que antes de venirme se la saque de la boca y me la jale una, dos veces hasta que lo hice en su cara como deseaba. Una abundante venida salpico su bello rostro, su cabello, su nariz, su boca, sus ojos. Abrió su boca y se tragó lo que le escurría en ella, luego estiro su mano derecha hacia atrás y agarro una prenda de la ropa limpia que había sobre la cama, se limpió los ojos, me miro y me sonrió. -¿Mira que agarré?- me dice enseñándome la prenda y estirándola. –Es una pantaleta de tú hija.- me dice sonriendo. Se termina de limpiar la leche que hay en sus ojos con la pantaleta, la cual es color melón. La estira de nuevo y la observa, la toma de la parte interior más íntima y con ella lo empuña y pasa a lo largo de mi miembro aun duro y erecto, despacio, repitiéndolo varias veces hasta limpiarlo y mirándome a los ojos con una sonrisa. Sin dejar de empuñarlo con la prenda, pasa su lengua por la punta de mi miembro apenas dos veces, cuando se abre la puerta de nuestra recamara. -No dejas dormir mami.- dice Zaida quien entra y se sube a nuestra cama, acostándose en medio de ella, sin darnos tiempo a reaccionar. Lorena se ríe nerviosa y deja la prenda enredada en mi miembro para jalar la sabana y tapar a Zaida. Detrás de ella entra Brenda quien se acuesta también en nuestra cama. Nos miramos uno al otro y nos reímos, se acuesta Lorena a la derecha de Zaida, acomodo a Brenda aun lado de su hermana, apago la luz y me acuesto en la orilla, aun con la pantaleta húmeda de mi nena enredada en mi miembro. Aún estaba excitado y con mi trozo de carne dura, Brenda al sentirme me abraza y coloca su pierna derecha sobre mi cadera. Esa noche me costó trabajo conciliar el sueño por lo excitado que aún estaba y por tener a Brenda ahí, abrazándome.


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