🔥Relato Erótico de Incesto: La escritora (8) ❌Sin Censura❌

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Fecha: 2019-11-13


La escritora (8)


Autor: Zorro Blanco

Categoría: Incesto

Bueno mami, no sé que decir, tú me has complacido así que yo tampoco puedo negarme, ¿pero qué te parece si nos salimos del agua? Tengo frío. Relato anterior: AQUÍ Vuelvo a follar con la cornuda protestona y trato de no perderme detalle de lo que hace mi madre junto a ella, agachada en cuclillas. ¡Umm qué rica la pajita que me estoy haciendo, no tardaré mucho en correrme, si quieres córrete tú cuando te plazca. Muy bien mami, yo también estoy disfrutando mucho y me alegro de que disfrutes tú también conmigo, después de todo sin tu ayuda no hubiese podido follarme a esta cabra tozuda. La resistencia del animal se ha convertido en complacencia y ahora se está quieta mientras yo la embisto, y como se está portando tan bien decido hacerlo con suavidad. El orgasmo no tarda mucho en llegar y una idea pasa por mi cabeza, antes de comenzar a correrme saco mi polla de la cabra y me incorporo, comenzando a meneármela delante de los pasmados ojos de mi madre que me mira sin poder creer lo que verá a continuación. Los chorros de semen transparente se proyectan a gran distancia impactando sobre el lomo de la cabrita, aterrizando en su pelo y formando perlas blanquecinas. De reojo miro a mi madre y leo la expresión de asombro y gusto por lo que ve en su cara. Tanto es así que la veo cómo se estremece y las piernas le empiezan a temblar, cierra los ojos y aprieta la mandíbula, comenzando a respirar únicamente por la nariz. Sus manos se deslizan con frenesí bajo su chochito, y comienza a dar pequeños gritos hasta que pierde el equilibrio y se cae de culo. Pero ni en ese momento se altera y continúa gritando y corriéndose aunque ya con menor intensidad. Yo me quedo anonadado ante el espectáculo, aún recuperándome de los espasmos no dejo de mirar a mi madre mientras ella apura también sus últimas contracciones, aminorando el frenesí con que se frotaba el coño. Por fin la zorra esta ha caído, el otro día no pude follarla yo solo —afirmo finalmente. ¡Pero híjo! ¿Qué maneras de hablar son esas? —me recrimina mi madre aún tumbada en el suelo. Lo siento mamá se me ha escapado, es que le tenía ganas a la cabra esta, desde el otro día. Bueno, está bien, pero ya sabes que me gusta que hables bién. ¡Pero bueno, no ayudas a tu mami a levantarse del suelo! ¡Me habré puesto perdida! Al instante la ayudo, tomando su mano y ayudándola a levantarse. Por suerte el suelo estaba lleno de paja y sólo se ha manchado el culo de paja. A ayudo a limpiarse pasando mi mano por sus nalgas, no tándo lo sudorosas que están mientras le ayudo a despegarse las briznas de paja que, debido al sudor, han quedadopegadas a su culo. ¡Bueno hijo ya está bien! Ya termino yo sola —me espeta de repente mostrando cierto enfado. ¿Por qué te enfadas, sólo te ayudaba? —le pregunto yo extrañado. Perdóname Guille, es que me da vergüenza que me veas así, desnuda. No pasa nada mamá, yo también estoy desnudo y ya no siento vergüenza de que me veas. Para mi desconsuelo busca inmediatamente sus bañador poniéndoselo. ¡No te quedes ahí pasmado, vístete que nos vamos a vañar! Con lo que he sudado me apetece mucho un buen baño en la charca. Ya de camino a nuestra charca particular, comienzo una caliente conversación. ¿Me ha gustado mucho hacerlo con la cabra, sabes mami? ¿En serio hijo? Es que debe tener el... bueno el chichi más apretado que la burrita, ¿verdad? Sí, justamente habrá sido por eso, cuando se le ha habierto lo suficiente ha dejado de dolerme la punta y me ha gustado cada vez más, ¡ummm! —le confieso. Ha estado bien, hacía tiempo que no tenía una corrida así. Supongo que me ha excitado verte hacerlo con la cabrita —confiesa mi madre sincerándose como nunca antes lo había hecho en este tipo de temas conmigo. Ya te he visto correrte al final, ¡hasta te has caído! —le comento riéndome, provocando igual risa en ella. ¡Qué vergüenza hijo!, ya sé que tú te has acostumbrado a que te vea desnudo pero para mi es la primera vez que me ves masturbarme y encima corriéndome así. No sientas vergüenza mami, para mi ha sido algo natural el verte. Aunque la verdad es que como aún no he visto a una mujer así desnuda y corriéndose pues admito que me ha impresionado un poco. ¿Sí?, ¡Tierra trágame! ¡Igual te has traumatizado y todo al ver a tu madre como una guarrilla tocándose así el coño! ¡Tampoco exageres mamá! —afirmo yo quitándole hierro al asunto. Ya hemos llegado a nuestra charca, que se muestra tan apacible como todas las tardes, de modo que sin dilación nos metemos en el agua, siempre helada por otra parte, por lo que entramos poquito a poco y dando respingos a cada centímetro que nuestros cuerpos se introducen en el “gélido” elemento. Oye hijo, convendría que te quitases el bañador y te labases bien bajo el agua el pajarito, pues la cabra estaba sucia y puedes coger una infección. Yo también me labaré un poco el culito por si se me ha pegado algo del suelo. Está bien mamá. Como no se donde poner el bañador opto por tirarlo a la orilla a una roca junto al agua, mi madre saca también el suyo tras quitárselo y con el mismo problema que yo opta por idéntica solución y lo lanza sobre el mío. Con algo de pudor ella comienza a frotarse bajo las aguas de la charca y sin querer me quedo observándola, por lo que se gira recriminándome mi “voyerismo”. Por lo que se acaba el espectáculo y opto yo también por girarme mostrándole que yo tampoco soy un exhibicionista aunque ella sea mi madre. Oye, no me mires tanto Guille, que me da vergüenza, y lávate tú. Tras un par de minutos de cuidadoso lavado nos volvemos a girar y nos quedamos sin saber qué decir. Oye mamá, ¿qué te parece me baño desnudo? El agua está muy fresquita y es muy agradable sentirla así íntimamente —le propongo en lo que a mí respecta, sin atreverme a proponerle que se una a mí. Me lanzo nadando y cruzo la charca hasta la orilla cercana sentándome en unas piedras que quedan sumergidas para descansar. ¡Qué diablos! Pues yo también me quedo así, ¿a ti no te importa no Guille? ¡Claro que no mami, te lo llevo diciendo toda la tarde! Además, ¿quién nos va a ver en este sítio tan apartado y protegidos por estos álamos como estamos? Es cierto, pues ala, ¡el sujetador también va fuera! —dice mi madre despojándose de la parte superior del vikini. Se acerca a mi nadando y se sienta a mi lado en otra piedra bajo el agua. De nuevo un silencio se abre entre nosotros y lo aprovechamos para descansar y recordar con gusto los ricos placeres disfrutados momentos antes. Finalmente vuelvo a romper yo el silencio. Oye, mamá, ¿me pregunto si será lo mismo hacerlo con una mujer? Pues bueno hijo, en esencia es lo mismo, aunque si algún día lo haces enamorado de la otra persona descubrirás que es aún más placentero. El amor es muy importante en el sexo, ¿sabes? ¿Si, en serio? Y tú cuando lo hacías con papá enamorada disfrutabas, ¿más que hoy por ejemplo? Bastante más hijo, ya te digo que con amor todo es diferente. ¡Pues vaya, con lo que te ha gustado hoy, con papá debería ser la caña! —exclamo sin cortarme un pelo provocando una honda carcajada en ella. No puedo dejar de observar sus pechos, erizados como siempre al contacto con el agua fresca, redonditos y un poco caídos, sin duda las niñas de mi edad los tienen más subidos pero estos también me parecen muy atractivos, interesantes diría yo por la experiencia que habrán acumulado. Y pensar que yo un día estuve tocándolos y besándolos mientras mamaba de ellos. Tienes unos pechos muy bonitos mamá —afirmo yo girándoselos. ¡Pero hijo, que me vas a poner colorada! —afirma ella tapándoselos. Sólo era un piropo inocente mami, ¿es que no puedo decirle a mi madre que es guapa, o qué? Bueno hijo, está bien, tú también eres muy guapo, eres un sol —afirma acercándose y dándome un beso en la mejilla. Oye mamá, ¿y por qué a los hombres nos gustan tanto los pechos? Yo se los miro a las niñas de mi clase y mis amigos también y nos gustan más los más grandes. ¡Ahh pues supongo que será el recuerdo de que una vez estuvisteis mamando de unos y por eso la naturaleza os hace recordar esos momentos! ¿Tú crees que es por eso? No lo sé, no soy hombre pero es posible. Pues los tuyos son tan bonitos... ¿Es que quieres tocármelos Guille? —me pregunta divertida. ¿Te importaría? ¡Pues claro que sí, me da vergüenza! Pero, ¿por qué me los quieres tocar? No sé, por saber qué tacto tienen unos pechos, no sé, de pequeño los tocaba, ¿verdad? Claro, como todos los niños, hasta te quedabas dormido chupándomelos mientras mamabas. Claro cuando se es pequeño uno no se entera de nada, porque yo no me acuerdo. A ver, ven aquí y dame tu mano. Se ve que el tono de conversación desenfadado le ha hecho gracia y va a complacer mis deseos. Toma mi mano y la posa sobre uno de sus pechos, noto el pezón duro y el pecho también, aunque poco a poco le transmito el calor de mi mano. Ella lo pasea por toda su extensión. ¿También querrás tocar el otro, no? ¡Bu... bueno ya que estamos! Debo de ser buen humorista pues ella no para de reír con cada afirmación mía. ¿Te gusta su tacto? Sí, son muy blanditos y suaves aunque los tienes un poco fríos del agua. Bueno me alegro que te hayan gustado ya sabes como es un pecho femenino. Ahora tienes que concederme tú a mi un deseo, ¿vale? ¿Deseo, qué te puedo dar yo a cambio? Verás Guille, quiero verte el pene de cerca, cuando te veo follar apenas lo puedo apreciar bien con la excitación del momento y me parece tan bonito. ¿Te importa enseñármelo de cerca? Bueno mami, no sé que decir, tú me has complacido así que yo tampoco puedo negarme, ¿pero qué te parece si nos salimos del agua? Tengo frío. Ya fuera del agua buscamos las toallas y las extendemos en el suelo, pero al ir a ponerla donde siempre lo hacemos mi madre me corrige. Hoy no hijo, me da vergüenza que pueda aparecer alguien y vernos así a lo lejos. Vente detrás de estos matorrales —me indica tendiendo su toalla al abrigo de unos arbustos que crecen cerca del tronco de uno de los grandes álamos del lugar. Una vez tumbados, ella observa mi erección mal disimulada. Supongo que el agua fría me ha excitado, mamí. ¿Sólo el agua? —se pregunta ella maliciosamente. Bueno, lo admito es que me ha gustado tocarte los pechos, ¿eso es malo mamá?, ya se que eres mi madre pero no he podido evitarlo. ¡Claro que no hijo! Una teta es una teta, ¿verdad? Bueno así será mejor, justo como quiero verlo, ¿entonces me dejas? Saludos cordiales. (zorro.blanco2003@gmail.com)


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