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Fecha: 2019-10-06


Hermanos con derecho a roce


Autor: Ulpidio_Vega

Categoría: Incesto

Las primeras veces eran por tonterías, pero Nuria venía todos los domingos a la mañana a mi habitación. Tu “puti hermana” la habían bautizado mis amigos cuando hace tres años mi vieja de casó con su papá y se vinieron todos a vivir a casa, en la que, por suerte, hay lugar de sobra. Y de toda la movida a mí lo único que me había perturbado un poco era la llegada de Nuria. Una morocha con cara de putona y un culo que era el único tema en el vestuario después de los partidos. Tenía los pómulos ampulosos y una boca grande, carnosa. “Debe chuparla como los dioses”, me repetían en fila mis amigos cada vez que la veían en casa o se la encontraban en algún lado. Nuria siempre usaba minifaldas o jeans super ajustados. Tenía una cintura fina y un culo paradito, trabajado en el gimnasio. Debo reconocer que alguna que otra vez se me paró la pija cuando la veía haciendo sentadillas en bikini en la pileta. Se le balanceaban las tetas y el culo era asesino. Era jujeña y en sus rasgos se lucían sus antepasados milenarios. Igual yo nunca le di mucha cabida porque tengo 18 años y ella 26. Yo me la paseaba boludeando con mis amigos y Nuria por ahí no estaba por dos o tres días porque se quedaba a dormir en lo de su novio, un rugbier grandote que no daban muchas ganas de acercarse, con cara de pocos amigos y pura fibra. Eran una parejita de revista, aunque a Nuria la vendía un poco la cara de puta. Otro espectáculo era cuando bajaba a desayunar en musculosa y sin corpiño. Le explotaban las tetas y tenías los pezones bien parados. Era un minón infernal pero yo no podía hacer nada por miedo a complicar a mi vieja y además porque Nuria ni me registraba. Bueno, eso es lo que creía yo…. De pronto hace como tres meses un domingo a la mañana se metió en mi habitación. -“No tengo señal en mi cuarto, me puedo quedar un rato acá”, me dijo. .. Obvio, no hay problema le contesté en calzoncillos y un poco al palo como me levanto cada mañana cuando tengo ganas de ir al baño. Pasé por delante de ella y no me importó que se notara la erección, al fin de cuentas ella estaba en mi cuarto y todavía yo no entendía bien qué es lo que hacía ahí. Noté que un poco siguió con la mirada mi pija y eso me calentó un poco, pero se me aflojó meando. Cuando volví al cuarto se había tirado en la cama, en un costado. “Te jode si me quedo un rato, estoy rota”, me dijo y le contesté que no había drama, que se quedara todo lo que quisiera que yo tenía fútbol. Era mentira, pero su presencia me perturbaba. Tenía las piernas largas y unos mulsos bien marcados. Me dieron ganas de tirarme en la cama para apreciar en primer plano ese culo divino. Pero otra vez sentí que no podía hacer ninguna locura. Pasaron los meses y siempre Nuria venía a mi cuarto los domingos a la mañana por alguna excusa. “Me podes sacar fotos lindas para armar un perfil en Tinder, el pelotudo de mi novio me tiene medio aburrida”, me dijo y estaba producida como para la guerra: Un top blanco con unos diminutos pantalocitos de jeans que le marcaban bien el cuerpazo que tenía. Juntaba los brazos para sacar tetas y ponía la boca como bebota y a mí la pija automáticamente se me ponía como un palo. “Vos creés que levanto algo con esto?”, me disparó a quemarropa y traté de salir con elegancia. “No necesitás Tinder para levantar, sos la mujer que muchos desearían tener”, le dije mientras le sacaba la última foto y le devolvía el celular. Mis palabras la habían perturbado, había aflojado el ceño ya no parecía la mujer inalcanzable con novio patovica. Era un caramelo a mi alcance, pero había que ser inteligentes y cuidadosos. Un sábado que la había visto salir con un vestido corto pegado al cuerpo y unas botas de cuero largas tuve que contenerme para no masturbarme. Yo tenía una novia, cogíamos de tanto en tanto, pero no como a mí me gustaba realmente. Pensaba en eso mientras Nuria se metía la cinta de la cartera entre las dos tetas y no había manera de no estar mirándoselas todo el tiempo. Era una yegua. “Vos no hacés nada hoy? ¿Necesitarías un poco más de acción?”; me dijo y me pellizcó el culo. Me calentó al instante, me dieron ganas de empujarla contra la pared, abrirle bien las piernas y penetrarla así de parado, en el palier de la casa, pero tenía miedo de quedar como un pendejo pajero. “Lindo culo tenés”, agregó y me dejó los labios con rouge marcados en una de mis mejillas. Tenía una boca comestible… pero era mi hermana. Una hermosura que vivía en mi casa desde hace tres años. Decidí hacerle una trampita ese domingo a la mañana. Me acosté sin remera y con un bóxer de esos que la pija se escapa por adelante cuando te movés para alguno de los dos costados. Suelo despertarme con erecciones tremendas, sobre todo cuando me acuesto así de caliente. Cuando escuché que hacía ruido con la puerta me puse de costado en la cama, me hice el dormido pero con la pija bien al palo, afuera y no le dejé opción de que no la viera porque no había otro lugar en mi cama para sentarse que enfrentada con mi verga hinchada y venosa. “No me podés hacer esto, con lo caliente que estoy”, sentí que decía en voz baja para saber si estaba despierto. “Es muy bueno saber que hay una pija tan linda en la familia” y me la acarició con su mano, comprobó su grosor y le corrió la piel para dejar la cabeza afuera. La miró y amagó a masturbarla, pero la dejo cuando advirtió que yo me estaba moviendo. Cuando abrí los ojos me cubrí el miembro con el calzoncillo y la guardé. “Interesante”, me dijo. “Al parecer a mí nadie me quiere coger”, se despachó y se tiró al lado mío en la cama. Se puso a llorar. Le acaricié la cabeza. Estaba hermosa, con el rímel corrido de una noche larga. “Tengo un novio forro”, me dijo y pude advertir que estaba un poco suelta por las copas y por el sueño. “Vos no te cogés a tu novia?”; me pregunté. “No tengo, así que en esa no te puedo ayudar”. “A lo mejor me podés ayudar igual”. Se quedó un rato mandándose mensajes con el celular y se fue a preparar algo para desayunar. Yo seguía acostado y ella dejó su celular, en la cama, mientras bajaba hasta la cocina. Me apuré a agarrarlo para no tener que recurrir a ninguna clave de bloqueo y estaba abierto en Tinder. El diálogo venía súper caliente. Nuria le decía a un flaco que tenía una pija de foto de perfil: “Me encanta que me besen los pezones y se metan todo mi seno en la boca mientras que me meten los dedos a la boca o en la vagina para dedearme suavemente. Te chuparía todo. Desde el prepucio pasando mi lengua por el tronco... Y luego la metería toda en mi boca para succionarte moviendo la cabeza mientras me agarras del pelo y me decís que estas por eyacular en mi boca y que me la coma toda... O en mis pechosss. De igual manera me pasaría los dedos y me los metería en mi boca para tragarme toda tu leche calentita. Me encanta sentir la suavidad del glande rozando mi garganta y los espasmos del pene cuando acaban dentro de mí. Me encanta. Soy un poco bizarra, me excito más si soy así. De más está decir que mientras hago sexo oral no dejo de gemir y tocarme el clítoris”. Me encanta tu pija parada. No sabes cómo me la comería toda hasta la raíz, te succionaría con mis labios el glande y la lengua te la llevaría por todo el tronco y meter en mi boca tus testículos. Es algo que me enloquece... Que me dominen y ser sumida... Ser tu putita”. La pija se me puso como una piedra. Algo tenía que hacer. Me apuré y me acerqué a la puerta para chequear que no volviera. “Me gusta que me pongan contra la mesa, me bajen la bombacha y me coman la cola, la vagina y me penetren en esa posición. Ahora estoy en llamas. Así que tendré que pedirle a alguno de mis amigos que me haga el favor y me apague el fuego, que me estoy quemando. Hace mucho no me mojaba así”. Y agregó: “Que ganas tengo de que me cojas fuerte. Me gusta el sexo salvaje. Que me den nalgadas y me digan cosas bizarras. De chuparte, comérmela toda y tragármela calentita”. Leí bastante más, pero me apuré a dejar el celular en el mismo lugar en el que estaba. Quedé caliente y estupefacto, tenía mucha información que no podía desperdiciar. Por el horario del mensaje cuando escribió ese último estaba contemplando mi pija sentada en mi cama. Podría ser mi oportunidad. Dejé el teléfono y me acosté otra vez con la pija asomando. Al ratito volvió Nuria con una bandeja y un desayuno. Me hice el dormido para que me despertara. Dejó la bandeja en el escritorio y se acercó a la cama. Se acercó a la cama y me apoyó las tetas en la espalda, las tenía calentitas, ella parecía caliente también. Me di vuelta y mi pija quedó erecta, frente a sus ojos. “Vos necesitas ayuda”, me dijo y la agarró suavemente y empezó a masturbarla. Yo le empecé a acariciar las tetas y ellas las aflojó del vestido para que se las pudiera chupar mientras me seguía acariciando el miembro y los huevos. “Que pija interesante que tenés, la puedo probar”. Y envalentonado con lo que había leído en su celular la agarré de la nuca y la obligué a metérsela toda en la boca, la apreté todo lo que puede hasta que con su nariz rozaba mi pelvis y con la otra mano le sobaba las tetas. Empezó a chuparla con desesperación, iba y venía con su lengua y volvía a metérsela toda en la boca hasta sentir que la tenía toda. “Quiero la leche”, me dijo y empezó a chuparla con más intensidad. Yo no tenía intenciones de aguantar y le volví a apretar la cabeza contra la pija y empecé a eyacular cuando la tenía hasta la garganta. Ella gemía y se desesperaba por la leche. Con la otra mano se tocaba el clítoris y pude sentir como acababa cuando mi chorro le llenó la boca. “Qué rica leche hermanito, me encanta, tenés una pija hermosa”. Se acomodó el vestido y fue a buscar la bandeja. “Ahora que estás más relajado, vamos a desayunar, en este caso primero la leche, después el café”, me dijo con esa cara de puta que tanto elogiaban mis amigos. “Me tengo que ir a ver a mi novio a jugar al rugby, nada más aburrido”. Me dio un pico y se fue. En la semana era casi imposible cruzarnos por la casa, así que le puse todas las fichas al domingo. Recordaba las cosas que había puesto en sus mensajes y no me quedaba más remedio que hacerme la paja. “Me encantaría sentarme arriba y moverme fuertemente. Mientras me decís las chanchadas que se te ocurran. Soy bastante putita. Me encanta el sexo y disfruto muchísimo. Si no me dan unas nalgadas siento que algo falta. Es súper importante. Y comerla bien, para que este bien al palo y me rompas la colita... Y me cojas por la cola en diferentes posiciones. Me encanta cambiar de posición cuando me cogen por la cola. Sentada encima. De frente, de espalda arriba. Boca abajo, y que besen el cuello los bombos mientras me la rompen. De costado pero por la cola también me encanta. Creo que me gusta más el sexo anal que el vaginal... Porque término y hago squirt”, decía ese último mensaje que le había leído aquella mañana. El domingo me puse el despertador a las 4. Ella llegaba a esa hora más o menos cuando la dejaba el novio. Se había ido a un casamiento vestida para matar y yo sabía que podía ser mi oportunidad porque nuestros padres se habían ido a la Costa el fin de semana por unos torneos de tenis. Cuando escuché el auto, la pija me empezó a latir, estaba muy caliente con mi hermanita y me la iba a coger, como a ella le gustaba. Cuando sentí que había cerrado bien la puerta con llave me le acerqué de repente y le besé el cuello y con la otra mano le di una fuerte palmada en el culo. Ella siguió el juego y se levantó un poco el vestido. Sabía que sólo ella y yo estábamos en la casa y que no había peligro de nada. Le apoyé bien la pija mientras le mordía el cuello y la manoseaba toda. Tenía un lomazo, un culo y unas tetas de modelo. Y unos labios gruesos, carnosos que la convertían en una morocha infernal. “Dale unas nalgadas a tu hermana mayor por putita” y me senté en el sillón del living con ella boca abajo y su culito al aire. “Dale lo que se merece a esta putita”. Y le empecé a dar palmadas. A cada palmada gemía, se retorcía y se mordía los labios. Se puso en cuatro y me dejó la cola parada. Y le empecé a comer el culo y la vagina mientras con dos manos le apretaba fuerte las nalgas y le daba golpecitos para excitarla más. Tenía la pija hinchada y muy caliente y se la empujé primero en la vagina para lubricarla más. Con mis dedos le dilataba el agujerito del culo que se dilataba cada vez que se la enterraba hasta los huevos. Cuando sentí que estaba acabando se la saqué de golpe y me quedé con la cabeza apuntando entre su vagina y su ano. “Dámela hermanito por favor” y se la metí de un solo movimiento en el fondo del culo. Empezó a temblar y a pedirme que le metiera las manos en la boca. Me chupaba los dedos como si fueran pijas y me daba golpes con su culito redondo para que se la metiera más. Empecé a cogerla fuerte, con toda la calentura que tenía acumulada y le llené la cola de esperma caliente. Ella acabó también y se apretaba más a mi miembro para que no se lo sacara. “Dejala adentro, dámela toda”, me dijo y empezó a gemir más fuerte mientras le daba más y más besos en el cuello con la pija adentro de su culo y con mis dos manos sobándole las tetas. “Yo sabía que me podías ayudar”, me dijo y me llevó con ella hasta el baño. Abrió la ducha y empezó a enjabonarme suavemente por todo el cuerpo. Se bañó ella también y cuando me secó me dio otra divina mamada como la de la mañana del desayuno. “Somos hermanos con derecho a roce”, me dijo y se fue a ver al novio jugar al rugby.


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