🔥Relato Erótico de Fetichismo: La Vecina ❌Sin Censura❌

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Fecha: 2023-05-28


La Vecina


Autor: DELFIN

Categoría: Fetichismo

Mientras charlaba con la madre sin ya saber lo que, puse mi mano derecha sobre el hombro de la nena y trayéndola de sobre manera hacia mí, quedamos más pegados. Llevaba una bombachita muy chica por que pude sentir con mi pija que estaba ya de lomas parada y caliente…. La vecina I Una de mis ultimas pasiones es mi vecina, el fondo de su casa coincide con mi fondo, en el cual tengo un pequeño taller donde hago las reparaciones hogareñas que siempre surgen. Ella es una mujer viuda y con costumbres antiguas, con una hija de años a la cual viste con vestidos de la década de los cincuenta. Ella es muy recta y austera, jamás una palabra indebida y también sus costumbres de reflejan en sus vestidos, porque jamás la vi llevar pantalones. Pero sus ropas, dejan entrever una figura bastante deseable y cómo todo lo oculto despierta mas interés, ella siempre me gusto pero cómo ya dijeanteriormente, su carácter era un factor que me alejaba. Todo comenzó un día al volver de trabajar, en la estación central del ferrocarril. Ella se encontraba con su hija en el andén y al pasar me saludo, entonces decidí acercarme a ella, cómo buen vecino que soy. Hola, qué tal, vecino. Qué tal, ¿de regreso a casa? Sí y muy cansada. Al entrar en el vagón seguimos charlando y entre palabras me contó, que su cansancio se debía a que todos los días, el mismo trajín después de un día agotador de oficina, también tenía que pasar a buscar a su hija porla escuela y recién desde allí emprender su regreso a casa. Ambos compartimos recíprocamente las penurias de nuestros empleos. Yo por mi parte le conté que instalé el fin de semana pasado una pileta en el jardín de mi casa. El tren no había llegado a su primera parada cuando se apagaron las luces internas del vagón, era algo que ocurría siempre y a la cual todos estaban acostumbrados, sin dejar por ello de molestar a todo el que viaja, las causas siempre fue un gran misterio de la ingeniería de ese ferrocarril, pero era lo mejor en rapidez para llegar a la paz del hogar, pues en micro es el doble de tiempo. Fuimos parados apretujados cómo es sabido, por ser hora pico en la que todos regresan de sus trabajos. En la oscuridad seguíamos hablando, por la cantidad de gente yo había quedado a un costado de ella y detrás de su hija. Con el vaivén del vagón en movimiento, la colita de su hija fue quedando apoyada sobre mi verga que, al sentir la rayita de su pequeño culito a través de su vestido, se me había parado. Seguí conversando con la madre tratando de disimular lo que me estaba sucediendo en mis pantalones, mientras trataba de verificar si la nena se daba cuenta de lo que sucedía. Después de que el tren volvió a tomar velocidad al dejar una nueva estación, yo me pegaba más a su colita, sin que ella diera a denotar alguna incomodidad por mi proceder, eso me alentó cada vez más, tanto que notaba que su vestidito se le hundía en la rayita de la cola. Ella no oponía resistencia ni siquiera se corrió un poco para evitar mi contacto. Totalmente excitado continuaba intercambiando palabras con su madre a la cual también quería descubrir su punto débil, detrás de esa personalidad severa y algo moralista. Pasado unos instantes decidí jugar una carta para corroborar la situación, separándome un poco de ella y con sumo cuidado reemplacé poco a poco mi cuerpo por tan solamente mi mano, que comenzó tímidamente rozando sus cachetes y poco después llegando a pasarle los dedos por la rayita de su cola, no lo podía creer estar manoseando se culito virgen, a centímetros de su madre, era una sensación de miedo, excitación increíble y sentía los golpes de mi corazón que quería salirse de mi pecho. Con mi mano entre sus cachetes le pregunte, haciendo un alto en la conversación con su madre vas bien Rita, contestando ella un «Sí señor. Voy muy bien, además no es la primera vez que con mamá viajamos con las luces apagadas». Inmediatamente retomé la conversación con su madre, pero dándome sus palabras, pie para llegar a manosearle bien detenida y descaradamente su colita, sintiendo en las yemas de los dedos el contorno de su bombachita y la redondez del final de sus nalguitas. La nena estaba fantástica jamás me lo habría imaginado. Decidí entonces continuar apoyándola pues mi pija estaba super dura y quería frotarla en el pequeño canal que formaba su colita. El tren se llenaba cada vez más y aprovechando la oscuridad me baje el cierre de caliente que estaba y se la apoye, la madre continuaba diciéndome que, si es difícil volver a tener una pareja, tanto cómo hacerse de amigos en el barrio. Dos estaciones antes de nuestra bajada, le levante un poco la pollerita y se la frote sobre la bombachita, hundiendo mi pija entre sus cachetes. Ella tampoco hizo nada por separarse, es más se quedó bien quieta cómo queriendo adivinar que más le iba a suceder, lo cual yo confirmaba por no atinar ni siquiera a bajarse el vestidito de la parte de atrás, que era evidente que, a estas alturas le había comenzado a gustar ser manoseada, por un hombre que por su edad despuntaba su interés por ciertas caricias no santas. Mientras charlaba con la madre sin ya saber lo que, puse mi mano derecha sobre el hombro de la nena y trayéndola de sobre manera hacia mí, quedamos más pegados. Llevaba una bombachita muy chica por que pude sentir con mi pija que estaba ya de lomas parada y caliente, que le llegaba a la mitad de la colita quedándome la cabeza rozando directamente entre sus nalgas, esos momentos fueron interminables, el devenir de nuestra parada lo interrumpió, ya llegando me acomode, Matilde tomándola a Rita de los hombros comenzó a hacerse paso hacia la puerta para poder bajar, quedando yo detrás de ella, quizás de la calentura que tenía, me llevo que al bajar donde todos se amontonan y se forman las confusiones aproveche y en una rápida maniobra gracias que ella llevaba una vaporosa falda, deslice mi mano debajo de la falda esperando el momento justo al bajar, cuando se abrieron las puertas exagere la desesperación que todos toman al bajar y le pase toda mi mano por sus nalgas con el dedo mayor haciendo presión sobre su raya. Al bajar no dijo nada, quedándome con la duda que no dijo nada por estar yo y no hacer un escándalo o porque estaba acostumbrada a que debes en cuando alguien la manoseaba y quizás siendo esta las únicas caricias que recibía sin ningún compromiso y las cuales después formarían el mayor estímulos de sus masturbaciones nocturnas, de algo tiene que vivir una viuda por más decente que sea. La vecina II. Esa noche decidí ir al taller del fondo, la tersura de la bombacha de mi vecina rondaba mi cabeza y me llevaba continuamente a masturbarme pensando en el culito de su hija. Puse una silla sobre el banco de trabajo y llegando al ventilete veía la casa de la causante de mis calenturas. Al ver la luz del baño prendida se me ocurrió entonces, ir por el costado y saltar el pequeño cerco que divide las dos casas y llegarme a él ventiluz de su baño. Necesitaba verla desnuda, robarle su intimidad y saber si era tan seria cuando estaba sola. Pensaba también en hacerme una hermosa paja bajo su ventana. Al subirme a una mesa de material cerca de una parrilla, quede en la posición justa. Estaba ella con su pollera azul vaporosa y ya se había sacado la camisa blanca que llevaba y solo quedándose con su corpiño discreto sostenían unas hermosas y abundantes tetas, cuando este cayo al suelo me dejo apreciar sus pezones marrones y parados, yo pensaba en cómo se los chuparía. El agua corría llenando la bañera mientras terminaba de sacarse la pollera. Yo ya la tenía en mi mano, pero para mi sorpresa eso no era todo. Rita te vas a bañar con mama. Si mama. Al llamar a su hija ella quedo fuera del lugar que yo la podía ver, lo cual me dio mucha bronca, pero la conversación que oí compenso con creces mi excitación. Ven que te saco el vestidito. A ver date vuelta, hoy por suerte no te ensuciaste la bonbachiata como la otra vez… No esta vez viaje bien. Si mi amor, me alegro. Sin embargo, hoy a mama por la mañana se la mancharon otra vez. Si Tienes una manchita blanca, como fue. Si mama te va a contar todo, pero vos también le tienes que contar todo a mama como me contaste ayer. S mami… Vos tenías miedo de que me iba a enojar, porque alguien te toco la colita en el viaje. Si mama. Hay hija vos sabes cómo le gusta a tu mami, que le cuentes todo. Cuando te tocan los hombres, vos te quedas quietita sin decir nada y después solo se lo contas todo a mama. A ellos les gusta, tocarnos la bombachita y eso nos da cosquillitas aquí. ¿No mi amor? Si mami a mí me gusta. Si, pero únicamente a mama se lo tienes que decir, sabes. Hoy a mí también alguien paso su mamo debajo de la falda de mami y ayudado por el desorden que se produjo al bajar me manoseo toda la cola. Yo no dije nada por que queda mal sabes. Hasta me apretó un poquito un cachete. Te gusto que te tocara la colita, mama. Bueno sí. Además, estaba mojadita por me gusta mucho hablar con Osvaldo. Y a vos te gusto mi amor. Si mama. Sabes nosotras las mujeres, si somos lindas estamos destinadas a ser manoseadas, pero esto una chica buena no se lo cuenta a nadie, salvo a mí que soy tu mama. Si mami. Te mojaste la conchita. Si mami un poquito mira. Te gusta cuando se te pone así, no mi vida. Ahora vamos a lavarnos bien el tajito las dos, las dos estamos un poco sucias por el flujito que nos sale a nosotras las mujeres, sobre todo cuando nos tocan los hombres. Nos tenemos que lavar bien adentro mi amor. Al imaginarme cómo la madre enjabonaba a la hija y se hacía lavar la concha por su hija, no pude más y descargue todo mi liquido sobre la pared. Los días siguiente, solo tenía una cosa en mente, encontrarla nuevamente, en el tren y poder invitarla algún lugar, cómo para poder conocerla mejor. Todos los días la busqué en la terminal, sin poderla encontrar, hasta que al fin un viernes la vi en el andén con su hija, puse cara de sorpresa y le manifesté lo agradable de viajar con alguien con quien hablar, pues se va haciendo el trayecto más corto y llevadero. Ella con gusto me saludo, y al pasar me comento que en la semana también le extraño que no nos hallamos cruzado. Matilde fue a comprar los boletos y yo me quede con Silvia conversando. Que hermoso vestidito llevas hoy. Me alegra que te guste, mira atrás tiene botones en la cola y mama también me dejo ponerme una bombachita nueva que me compro. Yo me sorprendía lo inocente que era, como hacia para obtener lo que le gustaba. Y de qué color es. Es de color rosa viejo y muy suavecita. Quieres verla. Allí me puse nervioso, y mirando para todos lados, no aquí no… no, linda. Fue la madre, la que me salvo del incomodo, pero excitante momento. Al llegar el tren subimos y cómo siempre parados y a oscuras, cosa tan normal que no hubo comentario de ello en la gente. Mientras hablábamos y por los vaivenes me tome el atrevimiento de tomarla por la cintura, cómo haciendo equilibrio y esperando su reacción. Ella poniendo su mano sobre la mía me aconsejo y mostrando su agrado. No te vayas a caer, que aquí no se ve nada. Gracias Matilde. Durante el viaje note que Silvia su nena, se fue acercando a mí, hasta quedar otra vez cómo la anterior de espalda a mí, siendo esta vez adrede el quedar así, esperando mi reacción, la que no se hizo esperar, no sin volver a sorprenderme por la poca edad de la chica y su interés por volver a sentir las mismas sensaciones del viaje anterior. Mayor sorpresa me dio la madre cuando le dijo a su hija. Silvia ven acércate más a Osvaldo, no te alejes que no se ve nada y es mejor que estemos juntos. Me paso por la mente que la misma madre asentía lo que la hija ya había echo al acercarse a mí, dejando su colita predispuesta a mis caricias. La mayor parte del viaje me la pase hablando con Matilde, llegamos a concretar una cita informal, en realidad fue ella que me invito a cenar en su casa. Y con Silvia, fue mucho mejor, pude pasarle sin problemas mis dedos con su colita casi llegando a su rajita, después también le hice sentir mi pija parada por los cachetes, pero esta vez no pude más y por más que me contuve tire unos lechazos sobre su culito, siendo mi deleite no sacarla de su culito hasta tenerla baja, antes de tenerla totalmente baja le tome la mano a Silvita y se la pase por mi pija, ella dejo su mano todo lo que yo quise y hasta tuve que sacársela yo para que no se diera cuenta la madre, que las manitos tiernas de su hija me manoseaban la pija, delante o cerca de los ojos de su madre. Su madre y yo quedamos en que mañana sábado la iba a mandar a Silvita a mi casa para confirmar la hora de la cena. Esa noche me preocupe, por qué pasaría Sí Matilde veía la bombachita manchada y cómo reaccionaría. La respuesta vendría mañana así que trate de dormir pensando en el mañana. A la tarde siguiente, toca a mi puerta Rita. La vecina III. Hola. Que tal Rita, que te trae por aquí. Mi mama me mando, para que te diga Si quieres venir a comer esta noche a mi casa. Pasa, que voy a hacer una llamada por teléfono y te contesto. Bueno a mi mama, le gustaría mucho que fueras. Si. Si… Así es me dijo que te insistieras, pero no le digas que te lo dije ¿sabes? No te preocupes, ahora voy a hacer la llamada espérame. Al regresar, ella estaba sentada en el sofá. Dile a tu mama que sí. A qué hora es. A las diez. Bueno allí estaré. Puedo pasar al baño. Si linda. Ven por acá, aquí esta. Cualquier cosa llámame. Al rato, ella me llama. Señor. Si linda no me digas señor me llamo Alberto. No hay papel el rollo se acabó. Ya te llevo. Al entrar esta la chiquilla con la bombachita en los tobillos, y con las piernitas abiertas Como esperando secarse, mientras yo acomodaba el rollo de papel del portarrollos. Queres que te limpie Rita. Bueno si usted quiere. Corte un pedazo de papel, y comencé a secarla, ella me miraba y después de seca le pase el dedo por su tajito. No tienes cosquillas aquí. No, pero me gusta. Tu mama te lava bien la conchita, porque la tienes muy limpita. Si con ella todas las noches nos lavamos, por ella dice que las mujeres tienen que ser siempre muy limpias y ella me enseña a limpiarme bien. Y vos le lavaste la conchita a tu mama. Si. Ella tiene muchos pelitos, y me dijo que cuando sea grande yo también voy a tener. Bueno mi amor, pero ahora estas muy linda sin pelitos. Te gusta que no tenga pelitos. Si me gusta. Cuando le lavaste la conchita a tu mama le metiste el dedito. Si, mama me enseño cómo tenía que meterle los dedos en su conchita, por que a ella le gusta y se moja toda y entonces es más fácil meterle el dedo. Y vos. Yo también me gusta y también me mojo mira. Y abriendo las piernitas permitiéndome continuar tocándosela y meterle un poquito la primera falange del índice en su agujerito. Ves cómo me mojo igual que mama. Bueno ahora Súbete la bombachita, mi amor. Decime Silvita ayer se enojó tu mama al ver tu bombachita manchada. Silvia se puso roja. No Puedo decirte nada. ¿Por qué? Por qué es un secreto, que tengo con mama. Yo te entiendo, pero yo solo quería saber si se había enojado conmigo. No mama me explico que cuando a los hombres les gusta mucho una chica les pasa eso y a ella le apreció rica. No entiendo. Si en la bombachita me quedo un poco de leche y ella la probo antes de lavarnos. Yo en ese instante ya la tenía nuevamente parada y con ganas de hacerme una paja. En eso sonó el teléfono. Yo atiendo mientras ahora vengo y me seguís contando. Mientras atendía, mi pija luchaba por salir de mi pantalón, necesitaba una paja ya y no podía esperar. Hola Osvaldo, esta Silvia allí. ¡Ah! hola, Matilde que tal. Si está aquí. Me vino de maravilla, pues llevaba las palabras de Silvita en mi cabeza y ahora escuchar la vos de la madre era lo máximo para mi paja. Me la saqué y comencé a acercármela con unas ganas terribles. Ya le digo que vaya para allá. Sabes llame por una estupidez, espero no haber interrumpido nada. No para nada, sabes que me encanta escuchar tu vos y por teléfono me pasaría las horas hablando con vos. Mira cómo estoy ordenando la ropa que nos vamos a poner hoy… Por mí no se preocupen. Te noto la vos como entrecortada. Bueno como ya te dije me pone muy bien que me llames. Que tan bien, pícaro. Bueno… Muy pero muy bien. Bueno me alegro… ¡Ah! pregúntale a Silvita si se cambió ya. Para mi sorpresa Silvia estaba en el marco de la puerta, mirándome como me pajeaba mientras hablaba con su mama. Si ya le pregunto. Deje mudo el teléfono. Acércate Silvia, es tu mama quiere saber si te cambiaste. Ella sin dejar de mirarme la pija me dijo que no se había cambiado de ropa todavía. Hola acá Silvi me dice que todavía no. Mientras tanto le hice señas con la mano para que se acercara y cuando estuvo lo suficiente cerca tome una de sus manos y le enseñaba como pajearme, y ella con mucha curiosidad me la tocaba. Bueno dile que yo sé la preparo. (mute el teléfono) Que bombachita tienes… muéstramela, mientras me pajeas… sabes tu mama te está preparando la ropa para esta noche. Esta mira te gusta. Dice que bueno, quieres hablar con ella. Bueno pásamela. Tu mama te quiere hablar. Mientras Silvi tomaba el tubo, yo la di vuelta y le arrimé mi pija a su colita. ¿Puedo quedarme a jugar mama? Quiere hablar con vos. Hola Osvaldo, mira no te enojes, pero otro día te la mando, así se queda un ratito con vos, pero ahora mándamela, pues nos tenemos que preparar. Bueno gracias por tus preocupaciones, pero no creo que lo merezca. No digas eso, las dos hoy te vamos a atender cómo vos te lo mereces, te lo prometo. Bueno ya te la mando. Chau hasta las diez. Dice que no, podes quedarte ahora y que vayas para tu casa. Bueno. Tu mama te espera. Silvia seguía mirándome el pantalón por la todavía la tenía parada. Me querías preguntar algo. Si, pero… Pero. Que cosa querías saber. Por donde le sale la liquido blanco a los hombres. Yo pensé (Pone tu manito y yo te voy a tirar mi lechita calentita en ella). Mi pantalón y mi mente no daban más, quería pajearme allí mismo frente a ella. Pero me contuve. Pues no quería meter la pata y arruinar mi cita con la madre. Te lo muestro otro día. Continuara… La vecina IV. Me recibió Matilde, estaba con una falda amplia negra de tela muy suave, la cual marcaba su cuerpo, también llevaba una camisola blanca algo transparente que dejaba adivinar un corpiño blanco y sobre ella un chaleco negro, estaba sencilla y ello hacía mucho más inquietante su hermosura. Cuando llamo a su hija avisándole que yo ya había llegado, me comento que ella me había tomado mucho aprecio. Espero que vos también. Matilde sonríe y en ese momento vino corriendo hacia mi Silvia, ella llevaba puesto un vestidito blanco de gasa, Como sí fuese de comunión pero era muy corto tanto que apenas se agachaba dejaba ver su bombachita blanca. Todo parecía un juego en el cual la madre me quería hacer entrar y yo quería participar. La cena estuvo estupenda, Matilde además de saber cocinar me demostró que se puede ser una mujer muy decente fuera de casa y dentro de ella, una mujer deliciosamente femenina. Cuando terminamos tomamos un café, sentados en un sillón frente al televisión, había alquilado una película para esta ocasión. Me contó que una de las cosas que más le gustaba era ver una película con toda tranquilidad eso la calmaba mucho del stress de todo el día. Una vez tomado el café, nos dedicamos a la película. Ella me dijo que tenía frío y trajo una manta y la puso sobre nosotros. Silvia aprovecho la situación y enseguida me pregunto sí podía sentarse encima mío. A lo que la madre mirándome me dijo. Si a vos no te molesta. Como me iba a molestar, si mi mente volaba a mil, al ver a Silvita con su minúscula pollerita, quedo sentada sobre mi tan solo con su bombachita, la manta era un campo que no podía desperdiciar, por debajo de la manta y tan solo con la luz del televisor le tome la mano a Matilde, que me correspondió con una mirada tierna y picara a la vez. Mi otra mano paso poco a poco bajo la falda de Silvia que sin decir nada abrió lentamente un poco las piernas dejándome llegar, hasta el borde del elástico que con dos dedos lo corrí, llegando a su tajito. Por un lado, mi mano quedo sobre la falda de Matilde y ella apoyo su cabeza sobre mi hombro, mientras tanto mi otra mano ya la tenía empapada del flujito de esa pequeña conchita. -Osvaldo ponte cómodo, yo me voy a sacarlos zapatos. -Silvita me permites ponerme en otra posición. Cambiamos de posición quedando yo abrazando a Matilde y Silvia sobre mí, y aproveche ese momento para ir bajando el cierre de mi pantalón para sacármela afuera, Silvita se dio cuenta enseguida por que inmediatamente levanto su pollerita y se sentó sobre mí. dándome la posibilidad de tocar con mi pija su pielcita y su bombachita hundida entre su colita. Pasado un tiempo coloque mi pija entre sus piernitas y ella apretó las piernas siendo esta una sensación divina, sentir el rose de sus músculos y su conchita, aunque separada por la tela de la bombacha que estaba toda mojadita en su parte delantera. La madre me hizo ver que su hija se durmió. Y yo aproveché ese instante y le di un beso hermoso. Pero yo sabía que Silvita no se había dormido por que bajo la manta ella con su manito me la estaba tocando, no cómo una mujer experta sino cómo una niña, que recientemente había aprendido a pajear por primera vez. Tal fue mi estado que acabe sobre su bombachita y no sé si en su mano, en el mismo momento que me besaba con la madre y con la mano acariciando uno de sus pechos generosos. Osvaldo entre mi hija y yo te vamos a hacer el hombre más feliz. Silvia se dejó caer a un costado, cómo dormida, justo cuando Matilde corre la manta antes de que pueda cubrirme. Y mirando lo que habia ocurrido, me dice: No te preocupes mi amor, Silvia es muy chica para saber de estas cosas. Tomándomela entre sus dedos, me dijo. La próxima vez te la hago yo mi amor. Matilde quiero hacerte el amor. Vayamos al dormitorio. Pero antes voy a acostar a Silvia, y cambiarle la bombachita, mira que eres impulsivo. Tiene las piernitas y la bombachita llena de leche. Es que con vos me vuelvo loco, tenía muchas ganas de ti. Si, te entiendo, pero esto también me demuestra que seres tan cochino y asqueroso cómo yo. Nunca pensé que te gustaría hablar tan sucio. Eres tan formal. Si mi amor, en la calle. Pero en casa me gusta ser un poco degenerada. Que tan sucia puedes ser. Todo lo que vos quieras y más. La tomé de los hombros y le di un beso y mis manos pasaron bajo su falda. Te repito desde hoy podrás tratar a Silvita cómo si fuera tu hija y a mi cómo tu ardiente esposa. Decime que tan ardiente y degenerada puedes ser con tu hombre. Mientras mi mano ya jugaba con la entrada de su conchita totalmente mojada ya lista para recibirme. Solo para empezar, esto te parece poco. Haciéndome señas, para que no despierte a Silvia. le levanto el vestidito y lenta pero sabiamente le fue sacando la bombachita y al tenerla en sus manos. Te gusta esto mi amor. Dicho esto, le paso la lengua a la bombachita tomando la leche que quedo en ella. Además, desde hoy tienes mi permiso para, pasar tus manos por debajo de mi pollera y la de mi hija cuando lo desees, a y si te portas bien con tu nueva esposa, tal vez…. Espérame en el dormitorio que la llevo a su habitación, enseguida te alcanzo la quiero seguir tomándola del envase, cuando vuelva mi amor. Continuara… La vecina V. Al volver al dormitorio, nos hicimos el amor hasta quedar dormidos… Al día siguiente. Por ser domingo ninguno de los dos nos inquietamos, por la hora. Minutos después, entra a la habitación Silvita, vestía un pijama de lo más normal. Puedo ir a tu cama. No te inquietes… Silvita tiene la costumbre que cuando estoy en casa se cruza por las mañanas a mi cama. Si mi amor, pero no ves que hoy tenemos visitas y él se quedó a dormir con mami, así no podes venir, vamos a cambiarnos y después te dejo que estes entre nosotros. Si vos quieres Matilde, me levanto. No querido, tanto ella como yo, las dos tenemos que ir acostumbremos a compartir ciertas delicias, cómo tomar el desayuno en la cama un domingo contigo. Como vos digas mi amor. Yo Puedo ir preparando el café. Vos calienta el agua y vuelve a la cama que yo lo termino. Puse el agua y volví acostarme, al rato regresan las dos. No te parece que ahora está más linda y más presentable. Mis ojos no podían creer lo que veían. Ella llevaba puesto un camisolín totalmente transparente, sus pequeñas tetitas se adivinaban bajo la tela, pezoncitos todavía sin estrenar, dejaba caer la gasa casi hasta finalizar su colita. Debajo una bombachita blanca que en su parte delantera en la zona del pubis era también transparente dejando entrever por la falta de bello su hermoso tajito. Estas hermosa Silvia. Bueno dale un beso y metete a la cama que ya traigo el desayuno. Después del desayuno. Silvia le pidió a su mama si podía dormir a lo que Matilde contesto. Por supuesto mi amor. Dicho esto, Silvia se acurruco cerca de la mama dejándome su bombachita a la altura justa para que sin esfuerzo pudiera acercar mi pija a su colita. Mi excitación llego al momento más culminante cuando Matilde tomo uno de sus pechos y acercándola a su pezón se lo ofreció a su hija que con su boquita lo reclamaba. Es una costumbre que le quedo desde chica antes de dormir le gusta tomarme la teta, aunque ya no tengo más leche. Bueno yo te dije que no quería que haya secretos entre nosotros. Como te imaginaras a mí me encanta y nunca le desalenté la costumbre a Silvia. Quizás… la alentaste. En verdad si al principio me dio vergüenza, pero es un secreto de madre e hija, y ella retribuye con creces su capricho chupándomelas, llegándome a dejar los pezones rosados con los chupones que me da. Yo te voy a decir la verdad… He llegado acabar varias veces, cuando ella me las chupa, y también se transformó en un sedante para mí y mi soledad. Yo le di un beso en la boca y tomando su mano se la llevé a mi verga totalmente parada, y en vos baja me dijo. Espera un ratito mi amor, que se duerma. Pero no retiro su mano la cual comenzó a masturbarme muy lentamente y yo volví a besarla más apasionadamente. Cada día me gustas más, nunca pensé que eras tan ardiente. Las mujeres solas amamos el olor a macho y fantaseamos con erecciones, cómo los varones con las bombachitas que cubrieron las intimidades de alguna mujer. Matilde no había dejado de masturbarme mientras me hablaba en vos baja. Y había llevado su otra mano a su entre pierna y también se estaba pajeando. Matilde al ver que Silvia ya sé había dormido, corrió la sabana y levantando el camisolín. Ayer me di cuenta de las cosas que te gustan, y esto es una prueba de que siempre que complaceré mi amor. Acaba mío amor sobre la bombachita de mi nena. Acelerando su paja y alentándome. Tírale toda tu lechita caliente en su bombachita, que dormida no se da cuenta y por lo caliente de tu pija esto es lo que te gusta, cochino asqueroso. Tres lechazos gigantescos salieron de mi pija y su mano frenética alentaba la salida de más guasca. Así mi asqueroso ensúciale todo el culito a tu futura hija. Así… más lechita que después mamita… tu puta se la toma todita. Así papito termina que mamita siempre te sacara hasta la ultima gotita. Gritando en susurros ella acabo también. Mamita es tan degenerada cómo vos cerdito, dándote servido el culito de mi hija. Que madre puta que soy acabo …acabo para mi macho todas las conchas…tu puta… leche. leche… Sacando los dedos de su vagina llenos de fluyo me los acerco para que los chupe, los cuales chupe uno por uno cómo su fuera su divina conchita. Termino de limpiarme la puntilla haciendo la pasar repetidas veces por el canal que hacia la prenda al hundirse entre los cachetitos de la cola de Silvita que seguía dormida. Silvia despiértate, mi amor despiértate. Continuara… La vecina (VI). Silvia despiértate, mi amor despiértate. Que Osvaldo tu un accidente y te mojo la bombachita, ven párate en la cama que te la saco. No tengas vergüenza desde hoy Osvaldo va a ser cómo tu papa y no tiene nada de malo que una hija le muestre la colita a su papa, mi amor. Bueno la voy a lavar, acuéstate. Perdóname Silvi que te manche. No estoy enojada por eso, sino porque estaba dormida, a vos te gusto mucho mama y por eso sin querer me manchaste. si yo la quiero mucho a tu mama. Viste que curiosa que es esta nena, todo el día quiere que le muestre o le hable, para saber cómo va a ser cuando sea grande. Y con vos va a ser peor si no la paras, porque nunca vio un hombre te podrás dar cuenta. Silvia, mama y Osvaldo te vamos a enseñar todo, pero no hoy. Así que anda a tu cuarto vístete que ya es hora de levantarse, después te vienen a buscar y no vas a estar lista. Bueno ya voy. Y salto de la cama. Silvi dale un beso a tu nuevo papa. Ella se trepo de nuevo a la cama. Un beso y un abrazo mi amor. Silvi se lanzó a mi cuello y yo la abrasé y le di un beso. Me gusta verlos así dijo Matilde y tomándome de la mano me la bajo y me la puso sobre la colita de Silvia y me guiño un ojo y me tiro un beso. Después de comer, Silvia se fue a casa de una amiguita. Y aprovechamos para contarnos nuestras intimidades, mientras nos besábamos y nos hacíamos mimos. Quédate quieto. Bueno si quieres no te toco más. Bueno no es para tanto ven, pero déjame hablar. Yo no quiero que mi hija sea una tonta. A mi desde chica me manosearon, y yo me dejaba manosear, a mi tío le fascinaba cómo yo me dejaba. Y me hacia lo que él quería y además lo buscaba con intenciones de que continuara con sus caricias, que para mí estaban prohibidas. Yo estaba encantada, porque me gustaban muchísimo, es más yo me vestía y hacia cosas para que les sea fácil meterme mano y no sabes cómo me gustaba cuando pasaban las manos debajo de mi pollerita. No fue solamente mi tío, sino que descubrí que a muchos hombres le gustaba tocar las colitas de las nenas. Mi mama me había dicho que eso era malo, pero a mí me parecía que era bárbaro y cómo ya sabrás después, mi tío me enseñó a pajearme y quede cómo loca. Otro día te cuento con más detalle, cómo me empezó a interesar el sexo. Hoy a la tarde viene mi hermana, entonces te quiero poner al tanto mi amor. ¿De qué? Escucha. Todo empezó hace mucho, mi sobrino chico y mi hermana me pidió que lo cambiara mientras iba a comprar al super. Y cuando lo estaba cambiando su pijita se había parado un poquito y sentí a calentura que me invadió todo el cuerpo y la mente, sabiendo que no había nadie acerque mi boca a su pijita y se la chupe, ya mi otra mano estaba entre mis piernas y dos dedos introducidos en mi concha totalmente mojada. Me veía a mí misma chupándosela y pajeándome de tal manera que mi acabada fue cómo si mi hiciera pis encima, nunca había acabado de esa manera. Con ninguna pareja, ni siquiera las mas osadas había logrado tal grado, de degeneración y calentura. Si empezó mi fascinación por mi sobrino, cuando encontraba el sitio y el momento apropiado, el cual yo también trataba de provocar. Aprovechaba para poder chupársela y pajearme cosa que me encanta y de cualquier manera. Cuando creció no lo pude hacerlo más. Hasta que un día la mama me pidió que lo vaya a ver al baño que tardaba mucho, a ver si se había descompuesto. Mi amor te estas calentando cochino. Como no me voy a calentar eres una putita maravillosa. ¿Te arrepentís de compartir conmigo?, ¿no te gusto cómo pareja? Al contrario, pienso que los dos nos podemos comprender y completarnos muy bien. Eso espero mi amor, porque tengo unos gustos muy raros. Mientras te sigo contando si quieres tu putita te la puede ir mamando despacito, para eso estamos las hembras para adorar la leche de mancho. Es la base de la enseñanza que le doy a mi hija. Cuando entre al baño. Te pasa algo, mi amor. No tía, ya salía. Bueno lindo, tu mama estaba preocupada. Ahora que estoy aquí, la tía te la va a secar, tu pito. Le masturbe la pijita y con el papel le secaba las gotitas que caían de la puntilla, al terminar de secarla se le había parado un poquito y le acaricie los huevitos. Que lindos huevitos que tienes. Te gusta cómo te limpia la pijita la tía, mi amor. Si tía. Bueno cuando quieras que yo te la seque, vos llámame y si no se lo contas a tu mama, yo te voy a ayudar, siempre que tú quieras, mi vida. Le di un beso y corrí a mi cuarto a pajearme cómo una loca, la calentura era tal que tuve que ponerme algo en la boca para no gritar y se diese cuenta mi hermana de lo que estaba haciendo en su casa, su hermanita la santa. Después de esa vez y hasta ahora hago todo para calmar las apetencias de mi sobrino. Un día me di cuenta de que hacia lo imposible por mirarme las bombachas y yo cuando no había nadie o en ocasiones especiales dejaba, cómo quien no se daba cuenta, la posibilidad de que tuviera una vista de mis bombachitas, llegando en una época a elegirlas para ponérmelas para que el me la viera y en mi fantasía veía su pijita parada por las piernas y bombachas de su tía que tanto lo amaba. También comencé a dejarle siempre a mano mis bombachitas usadas para que me las robe y se dónde las guarda en su pieza, por que un día que fui a casa de mi hermana descubrí el lugar en el ropero de su pieza, no siempre pero cuando tengo la ocasión las vuelvo a recuperar, cómo te imaginas llenas de leche, mi soledad se sobrelleva con esas bombachas con las primeras pajas de mi sobrino, de su tía favorita. Ahora dentro de un rato va a caer, mi hermana y Raúl mi sobrino, quizás se ponga algo celoso pero yo me voy a encargar de que este feliz y te acepte. Mi vida quieres que te haga acabar. No te creas que es tan fácil, es que todo es nuevo para mí y tengo un montón de preguntas. Si mi vida, yo te voy a respondes todo, pero ahora no hay tiempo. Y no me desafíes que si yo te digo te voy a hacer acabar, yo sé que puedo hacerlo. Mira, ahora vengo y en dos minutos ya no vas a tener más ganas de desafiarme. Cuando volvió, comenzó a chuparme con tal dedicación, que pareciera que yo no existiese, y que tenía todos los sentidos concentrados en mi pija, la cual mojaba abundantemente con saliva. Te traje algo para que acabes, mira esta es una bombachita de mi nena, quiero toda tu leche acá ves donde ella apoya su conchita y hoy cuando regrese yo se la voy a hacer poner para vos, cuando estemos en la mesa vas a saber que tu lechita va estar seca de su tajito. Vamos dame la leche, escupirla sobre la bombachita, mi calentón así Silvita se va acostumbrando a tu guasca. Su mano seguía pajeándome y puso la prenda de su nena, entre sus tetas. Así mi amor acaba sobre mi hija y manoséale las tetas de la putita de su madre, dame también un poco de leche en mis tetas, mira mis pezones están super duros, si todavía tuviese leche gotearían de la calentura que tengo con vos. Mira lo que quiero, es que entretengas a mi hermana, porque mi sobrino me pidió por teléfono, por favor que extrañaba las pajas que yo le hago. Le hice prometer que no se tocara solo, así cuando viniese iba a tener más leche para su adorable tía. Cuando llegaron, nos presentamos y me di cuenta de que Matilde era una calentona de novela y que no me podía perder esa mujer. La charla y la comida fueron de lo más normal salvo algunos episodios el Primero fue, cuando Matilde me llamo a la pieza de ella, para que la ayudara. Al entrar me dijo cerra con llave, con ella estaba Silvita con un vestidito azul y ella estaba a medio vestir tan solo en bombacha y corpiño. – Nos estamos vistiendo para salir a dar una vuelta. – Y vos te cambiaste la ropa interior. – Si mami!. – Muéstrale a papa la bombachita que te di para que te pongas. – Mírame la bombachita papi. Cuando Silvita levanto su pollerita para que yo viera su bombachita cómo su mama le dijo. Vi que la prenda estaba llena de manchas, eran de la leche que yo le tire esa tarde. Te gusta mi amor yo cumplo lo que prometo. La vecina VII. Al ir al comedor Matilde dijo que, aunque se había cambiado tenía un dolor de cabeza insoportable y que prefería quedarse a esperarnos en casa y nos ofreció que al regresar nos iba a recibir con una taza de café caliente. Yo insistí a su hermana que fuéramos igual, lo cual acepto, pero su hijo quiso quedarse acompañar a la tía. Al volver, cómo Matilde lo había prometido nos sirvió una taza de café y además torta. Mi curiosidad no pudo más y me fui a una de las habitaciones y con cualquier excusa la llame, cuando ella apareció cerro detrás suyo la puerta. Cuéntame no doy más. Seres un vicioso estas muy loco. Bueno, pero volvamos rápido que de un momento a otro ya se están por ir. Mira lo que hizo tu esposa con su sobrino. Levantándose la pollera, tenía una bombachita transparente que dejaba ver con total claridad sus pelitos y los pliegues de sus labios vaginales y sobre la tela varios guascazos frescos. Ella me miraba con el semblante radiante. Mira mi amor con añitos, toda la leche que tiene. Yo lo incitaba si hubieras podido ver la desesperación de mi sobrinito pajeandose, frente a mí, mientras lo incitaba diciéndole. Vamos háztela más fuerte y tírale la lechita a la tía, acá mi vida en medio de la conchita así acaba… lechita para tu tía que te quiere tanto. Y cómo les acabas a la tía, mi amor. No todos los chicos tienen la suerte de tener una tía cómo vos tienes. Me siento reputa, esta noche quiero que me hagas de todo, hasta romperme el culo. Me gustaría que me lo contaras con todos los detalles. Si mi amor, y hasta me voy a poner crema en las manos para que tu pija resbalé mejor entre mis dedos. Y cuando estes dentro de mi culito, te lo voy a volver a contar con lujos de detalles. Algunas noches eran un placer, Matilde se encargaba de todo rápidamente para la culminación del día. Esa noche estaba muy ardiente se la metí con un placer supremo después nos quedamos hablando y conociéndonos más. -Cuéntame algo tuyo que te haya gustado mucho. -Qué quieres que te cuente. – Por favor continua la historia chancha cómo las que me contaste la vez pasada. – Si mi amor, prométeme que tendremos más bonitas historias dos juntos… – Claro, nunca te dejare… Cuando era más joven, me toco hacer la suplencia en una escuela de campo, en ese tiempo yo vivía con mi familia, en San Juan. Cómo veras mi hermana se quedó allí he hizo su familia, en cambio yo probé en la ciudad. Pero volviendo al tema me toco un salón donde se daba quinto, sexto y séptimo grado. Halla los chicos son más inocentes, que en las ciudades y más en esos tiempos. Inocentes tanto cómo Silvita y más. Algunos todavía me pedían que los lleven al baño, la primera vez que esto sucedió se lo conté a la otra maestra que además en realidad era mi directora, dado que en esa escuela éramos solo nosotras dos. Al poco tiempo fuimos creando un vínculo entre ambas, de mucha confianza… Yo diría que había mucho más, que eso. Mira si son aquí los chicos pequeños. Tu llévalos, pero la edad la medís vos. Te digo esto, pues te puedes llevar una sorpresa sabes… Algunos no son malos, solamente son pícaros me entiendes. Boba lo que te quiero decir, es que algunos ya se les para la pija, ahora me entiendes. Yo me puse roja y me sentí tonta. Cuando lleve en una ocasión a un chico, tenía en la cabeza las palabras de mi compañera «algunos se les para», cuando termino de hacer pis tome el papel y se lo seque y poco a poco fui moviendo su pielcita un poquito hacia abajo y otro poco a hacia arriba, casi de inmediato comenzó a ponerse más y más durita. Entonces me asuste, no te lo voy a negar… Y le dije ya estaba y que se subiera los pantalones. ——————- Una tarde habíamos quedado con la directora en salir, (cómo ya te dije nos tratábamos de igual a igual) he ir a tomar un café al pueblo y después ir al cine, mientras esperaba me puse a leer en el patio pues faltaban dos horas para que termine su curso. Fue en esa espera que comencé a darme cuenta de algo. Primero: La vestimenta ella cuando venía siempre se cambiaba de ropa, era muy formal para vestir con faldas debajo de la rodilla, blusas y polleras que no llamaban la atención. Pero en la escuela se cambiaba se ponía el guardapolvo y debajo usaba una pollera corta que no era habitual en ella y los días de mucho calor, solo se ponía el guardapolvo sobre la bombacha. Si en San Juan hace un calor de morirse y aquí nadie viene en horas de clase, pero igualmente eso me aprecio muy audaz. Como para andar así en la escuela Segundo: Que era muy organizada, cuando tenía que llevar a un chico al baño dejaba siempre a toda la clase realizando una tarea o copiando algo, mientras ella llevaba al chico al bañito detrás de la escuela. En mi cabeza seguía retumbando «algunos se le para», pensé que si ella usaba las polleras cortas estaría alentando a los chicos para que sucediera lo que me había contado. Todas estas ideas rondaban en mi cabeza. Y decidí salir de dudas, diez minutos antes que este por terminar la clase, me arrime a la ventana del salón y confirme mis sospechas. Ella estaba dictando, sentada en su escritorio, pero me llamo la atención un chico que estaba en el fondo en línea recta al escritorio, pues con una mano escribía y la otra se estaba abriendo un botón del guardapolvo y se estaba tocando allí mismo en clase. Al mirar a la directora dictar no veía nada fuera de lo normal, pero no lo era, al principio pensé que estaba distraída con el dictado y no la veía en su totalidad, decidí entonces de cambiarme de ventana, para poder verla desde otra posición. Ella se encontraba dictando con las piernas más que abiertas, que hasta yo misma desde la ventana pude ver el final de sus medias negras y casi a la perfección las bombachitas rosadas que llevaba mientras les decía no se distraigan… Y había doble sentido en ello… Chicos que después yo los voy a revisar a haber si están bien. Entre de improviso en el salón y note que inmediatamente ella cerro sus piernas. Saluden chicos a su otra maestra. Ya termino quédate. Ella continuo el dictado por con las piernas bien juntas, lo que corroboro que esa actitud era normal en ella y lo hacía adrede frente a los chicos «algunos se le para» claro pensé se los hacia parar ella mostrándole las bombachas que usaba. No voy a decir que no me había excitado todo lo que había visto y estaba viviendo. A decir verdad, estaba bastante mojada con su actitud enfrente de sus alumnos. Ya en el café hablamos de nuestras vivas y cosas sin importancia. Sabes que me sentí una tonta por lo que te pregunté la otra vez. Bueno no te preocupes. Te paso eso alguna vez. Mira yo no sé si tú eres preguntona o picara. Las dos cosas. Y que quieres saber. Bueno algún chico se le paro mientras lo ayudabas en el baño. Como me preguntas esas cosas. Bueno vos me dijiste que quería saber y te lo dije si o no. Bueno sí. Que hiciste. Ahora me da vergüenza a mí, bueno si vos preguntas es porque ya te paso. La primera vez seguro cómo vos me asuste, la segunda vez me gusto eso de que se exciten por que se las tocas, es cómo tener el poder del placer y ser la Primera mujer que ellos conocen. Si conta. Seguro que tienes la bombachita mojada. Si ya no doy más. Entonces eres de las mías. Mira ahora con algunos chicos de los llevo al baño y yo me encargo de hacerle las pajas y me encanta verlos cuando les salta la leche calentita. Pero si decís esto a alguien te prometo que no vas a dar más clases en tu vida entiendes. Quédate tranquila esto queda entre las dos. Está bien confío en vos, ahora vamos al cine, que vamos a estar más cómodas para seguir charlando. Ya dentro del cine seguíamos hablando en vos baja. Te gusta la idea de pajear a los pendejos. Si, la verdad que me calienta bastante la idea, contarme cómo es. Discúlpame voy a ser sincera con vos, estoy ya bastante calentita y aprovechando la oscuridad me voy a hacer una paja mientras te cuento. No te preocupes, yo también estoy mojada y lo veo excitante pajearse en el cine, pero seguiré contando. Decime la verdad te encanta pajearte. Me enloqueces, nunca se lo dije a nadie, pero soy adicta a las pajas. yo igual desde chiquita, mi mama me retaba porque siempre estaba con la manos debajo de la pollera. Me vas a enseñar cómo hacer para que no se asusten. No te preocupes este lunes vas a tener la mano llena de leche… calentita de adolescente. Como me calienta. Y mira a mí. dicho eso se levantó la falda, para que vea su mano dentro de la bombacha. Tengo la conchita ardiendo. Me tomo una mano y me la llevo a su conchita. Pajéame estoy reputa hacérmela que después yo te la hago a vos. Haber, pero que mojada que estas, estas por acabar cochina, te gusta hacerle a la paja a tu directora en el cine putita. Si me gusta…. piensa que vas a tener en tus manos la leche de esas pijas, antes que las futuras noviecitas. Vas a ser la maestra más querida y más putita. Acabamos las dos cómo dos yeguas, pero en silencio…. Continuara… La Vecina (VIII) Al otro día las dos últimas horas de clase las dimos las dos juntas. Se trataba de una prueba recuperatoria solo para unos seis alumnos que iban más atrasados del resto del grupo, pero las dos sabíamos cuál era nuestro propósito final. Ninguna había hablado abiertamente del tema, pero ambas nos habíamos vestido para la ocasión. Por mi parte me lleve ese día una pollerita tableada, que la usaba cuando tenía quince años, como soy un poco menudita, imagínate si antes me quedaba corta ese día apenas me agachaba se me veía todo. Ambas estuvimos toda la clase dando muestras gratis, de nuestras piernas y ropas intimas, lo cual tuvo un éxito impresionante, todo para que los chicos se calienten con las perras de sus queridas maestras. También alguna que otra buena e inocente escena, preparada por ambas, así de repente, en la que los chicos disfrutaban por separado vista de las bombachitas. Nos intercambiamos miradas y sonrisas cómplices, que en realidad servían para volvernos más atrevidas y calientes. Yo me agachaba por cualquier cosa y eso me ponía como loca, pues sentida los ojos de los chicos, sobre mi cuerpo y la directora desde su silla en el escritorio solo llevaba el guardapolvo más corto que le había visto en el año sino que debajo solo una trusa y el corpiño que acentuaba y dejaba ver la hendidura de sus dos pechos, porque había dejado el primer botón del guardapolvo desprendido, para cuando se le acercara algún chico a hacerle una pregunta se le fueran los ojos a su amplio escote, y al terminar de contestarle lo mandaba de nuevo a su silla, no sin antes no sin antes acariciarles la colita y decirle que eran muy pícaros por mirar lo que no deben. Recuerdo que llegado el momento esperado a mí me temblaban las piernas y mi bombachita estaba empapada, el instante fue cuando uno de los chicos nos pidió de ir al baño, nuestras miradas se cruzaron inmediata y realmente pude ver la calentura que nos unía. La directora dijo: La señorita Matilde té va a llevar al baño mi amor. No te preocupes, Matilde yo los cuido para que no se copien, Si quieres, llévalo vos y yo me quedo a copiar el segundo cuestionario. Si usted desea, lo copio antes de… No mi amor, no te preocupes, que todavía, no terminaron este. El bañito quedaba al fondo del patio, yo caminaba despacio pues me temblaban las piernas. Al llegar le desabroche el pantalón y lo senté en el inodoro, mientras él hacia pis, yo quede de frente a él, arrodillada contra la puerta y con las piernas abierta de par en par, los ojos del chico no podían dejar de fijarse en mi entrepierna, mi bombachita era blanca y pequeña se notaba que estaba mojada y por los bordes se podían ver perfectamente los pelitos que me sobresalían, mientras me hacia la desentendida, cortaba el papel higiénico que había al costado del inodoro del minúsculo bañito. Él no había dejado, de hacer pis cuando ya estaba excitado, lo cual ocasiono que se le parara aun estando, haciendo pis, me mancho el guardapolvo y las piernas. Era muy tierno, fue como una fuente incontrolable. Perdóneme, señorita. No te preocupes mi amor, a veces pasa. Mi vida tranquilízate que yo te voy a ayudar. Esto que parece desagradable, verme manchada de pis en las piernas y toda la ropa me calentó aún más, pero mucho más, no cabía mi calentura, veia el temblor en mis manos, en mi corazón y mi conchita lloraba a mares. Primero vamos a hacer una cosa yo me voy a sacar el guardapolvo para no mancharlo más. Después de sacármelo lo hice cambiar de lugar conmigo y yo me senté en el inodoro y mientras le iba explicando cómo hacer para solucionar el enchastre que habíamos hecho, lo tome y lo subí a mis piernas quedando el enfrentado a mí. La pollera ya la tenía subida hasta la cintura, con la pijita en la mano a unos centímetros de mi bombacha. Y acariciándolo y diciéndole que no se preocupe que no le iba a decir a nadie que me había manchado la ropa, lo comencé a pajear. Te gusta lo que té hace tu señorita, Ricardito. Sí. Seño. Yo té hago esto, así té sentís mejor, pero no se lo vayas a contar a nadie, o que no té lo hago mas sabes… No seño… Decime te gustan mis bombachitas no, té vi muchas veces tratando de mirármelas, mira ahora las puedes ver, son lindas no? Si.. Ricardito ya té sale leche… Si seño… Que bien, té gustaría tirarme la leche aquí en mi bombachita no mi amor, yo te voy a hacer acabar encima de ellas, cuando vi que ya sé venia. Te gusta como tu maestra té pajea Ricardito…así mi vida, toda la lechita, para tu seño en la conchita así todita…. Seño… Como es la concha. Bueno Ricardito, si té portas bien otro día té la muestro mi amor, pero ahora nos limpiamos y volvamos al salón, que la directora se puede enojar con nosotros por tardar tanto y nos va a retar. Cuando llegamos al salón, desde la puerta pude ver a la directora copiando en al pizarrón el segundo cuestionario y al subirse para alcanzar la parte más alta de pizarrón la falda llegaba hasta la mitad de su bonbachita rosada de seda, me ve entrar y me guiña un ojo, como té fue me dijo, mientras que se agachaba a levantar la tiza que intencionalmente dejo caer al piso. Vi que los chicos que estaban con los ojos fijos en la directora y su entrepierna y en el fondo del salón veo a un chico, que al acercarme lo distinguí mejor, se estaba pajeando en el salón. Haber Roberto, córrete un poco de tu asiento los cuales eran de dos, yo te voy a ayudar a copiar. Estaba tan concentrado, que cuando me vio trato de cubriese. Lo detuve y lo senté en mi falda y lo alentaba a que siga mirando el espectáculo que daba la directora en el frente, verbalmente le describía y preguntaba si le gustaban las bombachitas de la directora, y con la mano lo terminaba de pajear. El clima se estaba haciendo cada vez más caliente para nosotras, que yo ni siguiera me limpie la leche que me había caído en las piernas. Me acerque a la directora. Como anduvo acá, nada mal y vos. Muy bien. Mientras no podía de dejar de ver que en la barbilla tenía restos de leche seca, la putita de mi Directora. No te dije, que son encantadores. Desde ese día y con el consentimiento de la directora, regresaba a mi casa con las medias y bombachas manchadas de leche, por que al principio los hacia acabar simplemente pero cuando hubo más confianza algunos los hacia acabar, donde quería y hasta en mi boca. Desde esa época fui comprendiendo que la excitación por lo prohibido difería de la vida que todos deseaban, tanto mis padres cómo la sociedad. Y decidí portarme bien en público una mujer recatada, pero cómo vos ya sabes un tanto cochina en la intimidad. Otra vez estoy excitado. No te preocupes mi amor yo me encargo de eso, a mamita le encanta pajear a su macho. A las mujeres nos encanta hacerles la paja a los hombres nos da poder, aunque algunas tratan de negarlo. Una vez cuando todavía estaba de maestra, una señora la cual comenzó a ser íntima y al poco tiempo me contó que tenía un hijo que no lo traía a la escuela porque era un poco lerdo y que no era retrasado del todo pero no era para traerlo. Y me contó que estaba en una etapa muy complicada y cómo el chico era así, una vez lo descubrió en el baño tocándose y ella cómo buena madre comenzó a explicarle cómo para que no se dañe, la manera correcta de cómo sé hacia y termino haciéndosela ella día por medio. Ella me lo contaba cómo mártir, pero se notaba que le encantaba deslechar lo al hijo. Yo aproveché la confesión que me había hecho y me ofrecí para dar le consejos, en tono pedagógico. Con el correr de los días , ella me invita a su casa justamente cuando no se encontrara el marido y allí yo contribuí también con el trabajo de esa madre tan abnegada y me comí mi buena ración de leche y por la ayuda que le brindaba ella que me llego a chupar la conchita mientras lo pajeaba al nene, sentir su lengua entre mis labios y en mi boca ese néctar caliente, fue algo maravilloso, como imaginaran digno de repetir, hasta incluso hice que su querido nene, le chupara la concha a su mama como para compensarle en algo del sacrificio, de esa pobre madre. En otra oportunidad té lo voy a contar con más detalles… Pero en resumen la muy guacha tenía un placer extra en la casa y se cubría cómo buena madre. Por eso té entiendo, cuando sé té va la lechita en las bombachitas de Silvita. Ella alentaba todo esto pues noche de por medio dejaba que Silvita durmiera con nosotros, a veces sé dormía entre los dos y muchas veces yo despertaba como mi pija parada entre sus cachecitos angelicales, al darse cuenta de esto Matilde, todas las mañanas ella se levantaba más temprano para hacer el desayuno y después levantar a Silvia para llevarla al colegio. Todo Comenzó como un juego y después se fue convirtiendo en rutina, ella toma mi pija ya parada apoyadita en la colita de su hijita y comenzaba a masturbarme muy despacio, tratando de que no me despertara y frotando mi cabecilla por la rayita de Silvi, todo esto mientras su otra mano se perdía debajo de su camisón, yo acababa en la colita de la nena llegando a mancharle toda la pequeña bombachita. Después, ella despertaba a Silvi y la acompañaba al baño y se enceraba con ella, para cambiarla, yo un día sin que Matilde se diera cuenta, la espíe por la cerradura del baño. Pero dada la hora él tramite era muy corto ella la ayudaba a lavarse e incluso había veces que la masturba un poquito cosa que a Silvi recibía de su mami con agrado. Continuara… Continuara… La vecina (IX). Matilde ya tenía programado visitar a su mama y su hermana, los cuales vivían en la provincia de San Juan, ella me pidió que si pudiese faltar dos días a mi trabajo, para quedarme con Rita, con total agrado le dije que sí y entre los dos se lo comunicamos a Rita. ¿Cuándo regresas mami? Pasado mañana, ya estoy de vuelta, y si los convenzo quizás vengan a pasarse unas semanas con nosotros, tu Tía y tu primo y posiblemente venga también Betty Después Matilde me dijo que Betty, era una amiguita de Rita, con la cual ella y toda la familia estaban muy encariñadas. ¿Me vas a extrañar mi amor? ¿Sí mama? Pero Claudio te va a cuidar hasta que yo vuelva. ¿No Claudio? Sí mi amor. Así también, se conocen un poco más, ¿verdad? ¿Puedo dormir con Claudio? Matilde, mirándome, con una sonrisa a flor de labios. Si mi amor, si Claudio, deja. ¿Puedo? Vamos a ver cómo te portas, si te portas bien durante el día a la noche, vas a poder venir a la cama de mama. Bueno Rita ahora, anda a tu cuarto, a descansar pues yo me voy temprano, mañana a sacar los pasajes. La mañana siguiente desperté y me di cuenta de que Matilde ya había salido. Me desperece, y lentamente fui a darme una ducha, nada me hace sentir más feliz, que una lluvia de agua caliente por las mañanas. Con solo estar en esa casa, sentía dentro de mí una excitación permanente. Sé que mi cuerpo y me dispuse a afeitarme, a todo esto, yo había dejado la puerta del baño entreabierta, pues ya de temprana hora, comenzaba a jugar, sutil juego, entablado por Rita. Ella siempre me espiaba, y yo hacía que no la veía y cada vez le mostraba algo más, satisfaciendo su precoz curiosidad. Me encontraba afeitándome, frente al espejo, totalmente desnudo, casi como esperando que Rita se levantara y sigilosamente tratara de sorprenderme en mi intimidad. De pronto siento la puerta de su habitación que se abre, y solo pensarlo, tuvo una consecuencia directa en mi miembro que se comenzó paulatinamente a erguirse. Mientras que yo hacía que no notara su presencia, continué afeitándome, encontrándome ya a media asta. Rita se encontraba apoyada en el marco de la puerta. ¡Hola! Buen día, como dormiste Bien y mama Salió temprano, por lo de los pasajes a San Juan. A todo esto, ella no apartaba la vista de mi miembro a medio erguir, entra y se sienta en el inodoro, Levantando su camisón y dejando caer su bombachita, que quedo enrollada en sus tobillos. Te gusta verme afeitar. Sí. No te duele. No estoy acostumbrado. El sonido del pis cayendo, me excito en demasía, ya no podía disimular, la tenía parada frente a ella. Mami te besa allí, ¿no? Dijo Rita señalándome. ¿Y vos como sabes? ¡Eh! Bueno… una vez los vi. Cuando, nos viste. Una noche, que dejaron la puerta entreabierta. A mi mama le gustaba mucho besarte. Ella lo hace muy bien y a mí me gusta mucho cuando me lo hace. ¿Y que más viste? Cuando, mama se tomaba toda tu leche. Me enseñas a hacerlo. No sé, que pensara tu mama. Ella me contó una vez. Que te contó. Una vez, cuando yo estaba por dormirme, mientras le chupaba el pecho a mama, porque vos sabes que, aunque ya no tenga leche, a mí me gusta dormirme, como cuando era chica. Si lo se. Bueno, también me contó que, a los hombres, le sale leche como la de la teta de las mujeres. Me pare frente a ella, su vista se había fijado en la cabeza de mi pija. Bueno, te voy a enseñar… Pone tu mano izquierda acá, así… Como sosteniéndome los huevos, ves sentirlos entre tus dedos, despacito… así ves… así. Está bien así. Bien ahora, con la otra mano, tómame como lo viste hacer a tu mama, pero así acá debajo de la cabeza, ves. Así. Ahora, despacito, pero sin dejar de mover la manito, para atrás… así. Y para delante. Así está bien. Si mi amor, ahora, ves la cabecilla que está seca, pásale la lengua y deja tu saliva, así ponerle mucha saliva para que pueda correr bien la pielcita ves. Como la sentís. Esta dura, muy caliente. Ahora métetela toda en la boca y con la lengua acaríciame la cabecita, así moviendo las dos manos. Después de eso no tuve que decirle nada más, en realidad no sabía si lo había aprendido de verla a la madre, o es algo, que ciertas mujeres lo llevan incorporado, en sus fibras más íntimas. Rita se prendió a mi pija con una pasión y dedicación inusual, para su edad. Así está bien, te gusta. Lo hago como mama. Si me encanta linda. Quiero, aprender a hacerlo como mama. ¿Cada vez lo vas a hacer mejor, sabes? La dedicación era tal, que las gotas de saliva caían estrellándose en el piso del baño. Trataba de prolongar el momento antes de llegar al orgasmo, pero me era casi imposible. ¿Osvaldo, me ves a avisar? De que, mi amor… Cuando te salga la leche. Sí. Pero no me llamas Osvaldo, sabes. Cuando estemos en casa, ya te dijo mama que me puedes llamarme papa. Sobre todo cuando papi te esté enseñando a mamarla, como tu madre. Bueno, perdóname, no te enojes, papi, te la estoy mamando bien. Así si, ya pronto, me va a salir la leche, cuando yo te diga, me va a salir… Vos tienes que mover más rápido la mano, así sale más. Me la puedo tomar papi. Tu mama, se la toma todita y espero que vos hagas lo mismo. Así, mi amor mas fuerte… me viene, chúpala, Rita chúpala toda… Desde su posición, sus ojos me miraban, como queriendo adivinar mis reacciones, y sintiendo el resultado de lo que ella me estaba haciéndome. A todo esto su otra mano había dejado de acariciar mis huevos y la tenía metida en la entrepierna. La descarga llego, como era natural, se sorprendió de la cantidad, fue algo que por aquel entonces no sabía controlar, la leche fue más blanca sobresaliendo de su boquita, varias gotas habían caído en su camisón y sobre su cara. No te asustes, a ver Rita, abrí la boca, mi amor. Al abrirla, todavía tenía restos de leche que no se había tragado. Con una mano acaricié su cabeza, dejándola caer, en su nuca. Pose mis labios sobre los suyos, mi lengua ingreso en su boca, fundiéndose con la de ella, entre saliva y leche. Este es un beso de leche, sabes. Te gusto. Mucho, lo hice como mama. Ya te dije, con el tiempo, lo vas a hacer como mama o mejor sabes. Pero no te apresures, despacito mi amor. Después de esa mañana, Rita paso a convertirse en una adicta al semen, buscaba siempre tener un minuto a solas conmigo. Ya sea antes de irme a trabajar, o en el auto cuando regresaba de la escuela, siempre esta presta y se dedicaba a mamármela. Había creado en mi la obligación, frente a su madre, que por las noches la llevara a su cama. Y Matilde, veía con agrado, mi tarea, la de dormir a su hija. Haciéndose cada día más experta en tomar el néctar, que hasta entonces era solo patrimonio de su madre. Era todo un ritual, yo la acompañaba, a su cuarto, ella se metía en su cama. Yo le daba un beso. Bueno hasta mañana, que descanse. Todavía no tengo, sueño. Pero ahora tienes que dormir. Quédate, un poco más. No me voy, tu mama me va a extrañar. Vos sabes lo que quiero. Yo me ponía de pie, cerca de la cabecera de su cama, y ella me bajaba el cierre, y se ocupaba de todo, ni tenía que limpiarme, porque después de la acabada, ella se encargaba de eliminar todo resto de leche. Diciéndome. Ahora te la voy a limpiar, para que mama no se enoje. Esa noche Matilde, quizás al saber que iba estar ausente, quería tener relaciones, y no sabía como concretar sus intenciones, sin tener que decirlo abiertamente y yo había, tenido un día agitado educando a Rita, así que trataba de no darme por enterado. Y aquí voy, hasta donde llegaba su picardía. Se dio vuelta, entre enojada y furiosa. Hasta mañana. Hasta mañana mi amor. ¿Claudio? ¿Que? ¿Te puedo pedir algo? ¿Sí? (Pensé que la había doblegado, a tener que pedírmelo.) Mañana, cuando yo no este. ¿Qué?. Bueno mañana cuando yo no este, vas a poder hacer todo lo que quieras con Rita ella te adora sabes. No te entiendo. No me entiendes, bueno te lo voy a decir en el oído. Se dio, vuelta en la cama y tomándome el miembro comenzó a masturbarlo con esa suavidad que la caracterizaba, mientras me decía. Sabes, no me molestaría, si una de esas noches que yo no este no puedas contener sin mí, y la bañes en leche, satisfácete sin culpa mi amor. Pero prométeme que, por nada del mundo la vas a penetrar. No te preocupes, nunca haría nada que no quisieras, (Ya había vuelto a ganarme). Estuvimos toda la noche uno encima del otro, según ella fue la mejor despedida que le habían dado en años. Al otro día, nada especial, fuimos a la terminal de Bus y despedimos a Matilde. Antes de regresar, Rita insistió de ir al cine y tuvimos momentos que me hicieron recordar a aquella primera vez, que, en el living de su casa junto con su madre y en el mismo sillón, amparados por la oscurid


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