Sometida por una lesbiana dominante

2019-08-16


Breve relato de una joven lesbiana de tendencia sumisa, captada por una mujer dominante que comprueba su grado de sumisión y entrega. Ana Pons, una joven de 21 años, entró en el ascensor vacío, apretó el botón del piso diez y esperó a que las puertas se cerraran y comenzara a ascender. Justo cuando las puertas comenzaban a cerrarse, se produjo un golpe de mano entre ellas y una rubia de unos treinta años entró en el ascensor, pulsó el botón de su piso y se giró para mirar con descaro a Ana. La rubia vestía un traje azul oscuro, una blusa de seda blanca y unos elegantes zapatos negros… Hubiera sido considerada guapa, sino fuera por el hecho de que tenía un aspecto duro, con su pello rubio corto, que se lo tiraba a un lado y una actitud de control total. Después de varios segundos de silencio, la rubia, mientras miraba directamente a los ojos de Ana Pons, le preguntó: - "¿Eres una sumisa, no es así?… Puedo olerlas a un kilómetro de distancia" Ana Pons se puso roja como un tomate y, mientras evitaba sus ojos, respondió suavemente: - "¡Sí… Sí lo soy!" La rubia lanzó un bufido y contestó: - "¡Estas perras son todas iguales… Se visten y se ponen guapas, esperando ser recogidas por una mujer dominante para joderlas bien jodidas!" Al escuchar la cruda conversación de esta completa desconocida, Ana Pons tuvo una reacción inmediata y su vagina se fue inundando de humedad al comenzar a palpitar su clítoris. El ascensor se detuvo, y las puertas se abrieron suavemente y la rubia le dijo: - "Este es mi planta… Ven conmigo, que hoy has encontrado la mujer dominante que buscas"… Y sin más, cogío a Ana Pons del brazo y la condujo por el pasillo hasta su piso. Una vez abrió la puerta, la rubia la empujó dentro, cerró la puerta y le dijo: - "¡Vamos, pequeña zorra, ábrete la blusa y déjame ver tus tetas!" Ella se desabotonó la blusa mostrando su sujetador escotado y pechos abultados a los ojos hambrientos de la dom rubia, que alargó la mano y comenzó a pellizcar y tirar de sus pezones a través de las copas de encaje del sujetador. Ana Pons se quedó sin aliento, tanto por el dolor como por la excitación de tener sus tetas maltratadas por la extraña lesbiana rubia dominante… Luego se dejó llevar al salón y una vez allí la rubia le dijo: - “Veamos si te gusta esto... Vamos, zorra, ponte de rodillas y cómeme el coño… A ver cómo lo haces", le ordenó la rubia levantando su pierna y colocándola en el brazo del sillón… Se subíó la falda mostrando su coño bien peludo y esperó. En esos momentos, el coño de Ana Pons era un caldero de jugos calientes, y la visión del coño de la rubia le resultaba increíblemente excitante… Sin perder tiempo, se arrodilló y apoyó la boca en la hendidura que ya goteaba, lo que hizo que la rubia se quejara en voz alta cuando su lengua le atacó su clítoris erecto. - "Cómeme, maldita perra", silbó la rubia con los dientes apretados… - "¡Cómete mi jodido y peludo coño, puta!" Sintiéndose y siendo una sumisa, Ana Pons estaba acostumbrada a tener mujeres dominantes ordenándola… Y esta mujer dominante le estaba haciendo explotar su coño antes de siquiera tocarselo. Ana Pons le comió el coño como si no hubiera un mañana, hasta que explotó en un espasmo justo antes de que un tremendo orgasmo le atravesara el coño… La rubia no pudo reprimir su grito cuando su coño se sacudió fuertemente alrededor de la lengua de la sumisa Ana Pons… Su cuerpo se estremeció convulsivamente. Después de que su orgasmo hubo disminuido, la rubia empujó a Ana Pons a sus pies y la besó profundamente en la boca, saboreando el sabor de su propio sexo en los labios de Ana Pons. Tirando de ella, la rubia le preguntó: - "Te encanta chupar coño, ¿verdad, perra?" Ana Pons sólo asintió con la cabeza y esperó más instrucciones. - "Desnúdate", le ordenó la rubia… Y ella lo hizo sin detenerse hasta que estuvo desnuda frente a la lesbi dominante… Sus pezones se arrugaron al instante por el ambiente fresco y la rubia, que los quería tiesos, alargó ambas manos y comenzó a retorcerlos ​​con dureza. Mientras jugaba con las tetas de Ana Pons, la rubia se dijo a sí misma: "Me encantan las grandes tetas", y se inclinó, cogió uno de los pezones de Ana Pons en su boca y lo chupó con fuerza, mordiéndolo, lo que provocó que gritara de dolor y placer. - "¿Te gusta eso, no, coño caliente?", babeó la rubia mientras chupaba los pezones grandes de Ana Pons, que no respondió, pero gimió ruidosamente mientras estos fueron chupados, estirados y mordidos por la cachonda rubia. Tomando asiento en el sillón, la cara de la rubia quedó a sólo centímetros del coño de Ana Pons, y su aliento caliente tan cerca de su coño hizo que ella suplicó alivio. - "¿Quieres que te chupe… Qué te corra?", preguntó la rubia sarcásticamente, mientras bromeaba con Ana Pons dándole algunas lamidas en sus labios externos. Ana Pons se quedó sin aliento cuando la lengua resbaladiza de la rubia le alcanzó el clítoris… Un rayo de placer se disparó como una corriente eléctrica a través de su cuerpo. La rubia, mientras tanto, quería hacer sufrir a esta pequeña perra sumisa, que no podía esperar más… Necesitaba desesperadamente que le chuparan su clítoris. - "¡Oh, Dios mío!", - "Cómeme… Cógeme, por favor… Dame un orgasmo… Lo necesito", gimió Ana Pons cuando la rubia enterró su lengua profundamente en su coño humeante… Durante los siguientes minutos, sus papeles se invirtieron… Ana Pons ordenó a la dom rubia que le comiera el coño… Y la rubia le comió el coño chorreante sabiendo muy bien como hacerlo con su experta lengua viciosa…. El coño de Ana Pons estalló como un petardo y su orgasmo irradió placer desde su coño a todo su cuerpo, provocando que se quedara totalmente agotada. Sin apenas darle tiempo a recuperarse, la rubia se agarró a la cintura de Ana Pons, estabilizándola y ayudándola a mantener el equilibrio. De pie, la rubia empujó su coño desnudo directamente en el de Ana Pons, y las dos mujeres unieron sus vaginas hasta que sus clítoris hicieron contacto directo el uno con el otro. Besándose de nuevo, las dos lesbianas, lentamente, trabajaron juntas sus coños pegados, tratando desesperadamente de mantener sus clítoris frotándose, mientras sus lenguas se entrelazaban, en busca de un clímax mutuo. Gimiendo una en la boca de la otra, las dos mujeres continuaron aferraban, la una a la otra, con sus clítoris en contacto intimo para lograr tener el nuevo orgasmo, que alcanzaron en poco tiempo, quedando ambas, de nuevo, muy agotadas. Una vez terminaron, la rubia se sentó en el sillón y poco después observó a Ana Pons vestirse hasta que terminó… Salieron del salón abrazadas y besándose… Antes de marcharse la rubia le pidió su número de movil y le hizo una llamada perdida para que ella lo tuviera también. Cuando ya estaba en la puerta, la rubia le dijo: - "¡Te espero mañana a la misma hora!" Con su coño todavía zumbando por su orgasmo, Ana Pons le dio un beso a la rubia en los labios y le susurró: - "A la misma hora, sin falta, mañana estaré aquí.” F I N

Autor: yanine10 Categoría: Sexo Lésbico

Leer relato »

Reunión de antiguos amigos de colegio

2019-08-16


Vaya payaso… me he pasado horas duchándome a fondo, me he cambiado de ropa como diez veces para terminar poniéndome la camisa entreabierta y pantalones negros que me marcan bien el rabo, el mismo conjunto de siempre que salgo a ligar. Todo por Sara. Con la de años que llevo cascándomela en este mismo baño. O en los baños del instituto. O en la cama. Pensando en ese culo respingón, en esas tetazas que ponían todas las pollas duras en las clases de gimnasia. Y aún nada. Joder, espero que la empalmada que llevo no haya dejado marca en el calzoncillo, tampoco tengo tiempo para cambiármelo pero de todos modos sé que hoy no va a cambiar nada, todo rutinario. Cenita de rencuentro, colegueo y ya. Y todavía menos ahora que Laura se ha acoplado al plan. - Jorge!! Estamos en la puerta! Baja ya que nos estamos muriendo de hambre! - Bajo, ni apaguéis el motor, Sara - Teniendo en cuenta que mi novio lleva meses fuera… a mí sí que me van a tener que apagar el motor hahaha Te esperamos! Muak. Joder, este último mensaje no va a ayudar a que se me baje la empalmada- piensa Jorge. Agarra con fuerza el rabo, aprieta hacía arriba y se lo coloca entre la cintura del pantalón y el abdomen – No se disimula del todo pero ya me están llamado de nuevo, me taparé con la cazadora, suda. Bajando nervioso las escaleras, se recoloca la cazadora de cuero. La misma cazadora que le recomendó comprar Laura porque sabía que a Sara le gustaba y que luego tanto le elogió cuando se la vio por primera vez en clase hará más de seis años. - Laura!! Sara!! Joder, cuánto tiempo! Vaya modelitos me lleváis para una cena de colegas, ¿no? ¿No tendréis otros planes para luego, verdad? - Hahaha Ni tanto, pero algo sí que podrías haber aprendido de nosotras, tú siempre igual… cómo sabes lo que te sienta bien, por eso… - Dice Sara, vestida con un vestido rojo, apretado, que deja al descubierto la espalda cuando se quita la cazadora negra motera. Dejando poco espacio a la imaginación. A cada paso que da se le sube la falda y deja entrever el final de las nalgas. Ella lo sabe, siempre espera unos segundos. Llega a ponerse delante de Jorge, que observa hipnotizado como poco a poco se lleva las manos al final del vestido para bajarse la falda y cubrirse de nuevo el culo. Escote de infarto, dónde las tetas parecen pelearse por el espacio. Esas tetas con las que tantas veces Jorge ha soñado con tener en la boca. Ahora las tiene ahí, apretadas, justo delante de su cara, casi al descubierto. - ¿A mí no me vas a decir nada o qué, capullo?- Laura también parecía venir buscando guerra, con los labios carnosos pintados de rojo, vestida con un pequeño top negro que dejaba ver la barriga y una faldita negra que apenas le tapaba los muslos. Tampoco hacía tanto tiempo que no follaba Jorge, pero ese día, con esa escena delante suyo, tan sólo podría suplicar que se girase el viento para observar el culo de Laura en primer plano, que se le cayesen las llaves a Sara para poder observar con total precisión aquellas tetazas. Poder sacar imágenes mentales para las pajas que vendrían una vez en casa. - No te hagas la interesante que sabes de sobra que el comentario iba para ambas. Estáis geniales, me habéis sorprendido de veras. Felicidades. Ahora, ¿vamos al restaurante? - Tú siempre sabiendo que decir en cualquier momento… No como mi novio, a ver si le das lecciones. Venga, vamos, amores! Me pido el asiento de atrás! Tú Jorge de copiloto! El viaje transcurrió sin accidente alguno. Sara al volante, el volumen no muy alto para poder hablar con tranquilidad pese a que a Jorge le costaba centrarse, no podía parar de mirarle las tetas a Sara. - Qué, Jorge, disfrutando de las vistas? – Dice Laura desde el asiento de atrás mientras lo mira a través del retrovisor delantero. - Eh… no, digo, sí, o sea, tantos años en esta ciudad y todo sigue igual, una sorpresa. - Qué intenso te pones cuando quieres Jorge. Aparco aquí que el restaurante está a dos calles. Me vas a tener que ayudar a bajar Jorge, entre los tacones y el vestido se me va a ver absolutamente todo sino hahahaha - Me va a tocar verlo a mí, entonces - Si no te apetece que me ayude Laura… - Yo paso, voy corriendo al restaurante que me estoy meando. Seguro que a Jorge no le importa. Nos vemos dentro! Jorge baja después de Laura, la empalmada ya bajó así que disimuladamente se recoloca el paquete al pasar por delante del coche para abrirle la puerta a Sara. Sale agachándose un poco, mostrándolo todo y Jorge no puede sacarle los ojos de encima ni a sus tetas ni a su pequeña falda que deja a la vista lo poco que lleva. - Gracias corazón, haremos como que yo no he visto que te manoseabas la polla al abrir la puerta ni que tú has visto que no llevo ropa interior. Es un coñazo el tanga con este vestido – le dice a la oreja. - Eh… no me he tocado el rabo… y tú… - Hahahaha tranquilo!! Ni que nos acabáramos de conocer! Vamos, no se lo contaremos a mi novio, también está demasiado lejos como para que le importe, no crees? Le agarra de la mano y siguen los pasos de Laura hacía el restaurante. Al llegar, Laura ya está sentada ojeando la carta, mordiéndose los labios concentrada en la elección de la noche. Al verlos, les levanta la mano sonriendo y el top se levanta a su vez, dejando ver por unos segundos de nada las pequeñas tetas que esconde. Hoy no se ha puesto sostenes, ya lo ha notado en el coche, pero ese poco cuidado al dejarlos mínimamente descubiertos sorprende a Jorge. Se sientan. Piden y entre copa de vino, cervezas y comida transcurren las horas. - El otro día me encontré a Javier! Ese chaval de clase rarito que me confesó que se hacía pajas pensando en mí, ¿os acordáis? Está mucho más guapo ahora, no me importaría que me lo hubiese dicho de nuevo… - ¿Te ha subido un poco el alcohol o la ausencia de tu novio te está pasando factura? - Un poco de ambas imagino, Laura. Ya sabes que yo tengo mis necesidades y las sesiones de Skype están muy bien pero no te diré que no echo de menos tener a alguien debajo de mí de vez en cuando, y más después de cinco meses… - ¿Debajo de ti? – dice Jorge sin filtrar la información. Su mano empieza a recorrer el bulto que le está creciendo bajo el pantalón, de manera inconsciente. Lo siente cada vez más cálido y le importa cada vez menos que estén en un espacio público. - Yo siempre arriba – dice Sara mirándolo a los ojos. - A mí me gusta más ir cambiado de posiciones jiji – Dice Laura a la que claramente le han subido sus copas de vino. - Yo siempre arriba – vuelve a repetir Sara sin quitar la mirada de los ojos de Jorge. Jorge lleva toda la cena tratando de no mirarle las tetas a ninguna de sus amigas. Imposible cuando esas tetazas están prácticamente acaparando todo el espacio. Trata de mirarle fijamente a los ojos a Sara, pero se le resbala la mirada y ambas amigas lo notan. - Os propongo algo, pagamos y nos aireamos con el coche. Podemos ir a echar un vistazo al descampado que hay cerca de aquí, no nos van a molestar y al menos podremos fumar o hacer lo que nos apetezca sin que nadie vea nada… - Laurita y sus ideas siempre salvando la noche hahaha Una vez pagada la cuenta dirección al coche de nuevo, Laura va dando pequeños saltos. Jorge no sabe si es porque va algo pedo pero no deja de darle golpecitos a Sara, empujándola sutilmente hacia Jorge quien accidentalmente le roza las tetas varias veces. - Pues ya estamos aquí… Tenías razón, no hay absolutamente nadie por aquí. Nos podríamos montar una fiesta y nadie se enteraría hahaha - Pues no me parece mala idea en absoluto, de hecho tengo unas birras en la neverita de camping en el maletero, os apetece una última con música? - Sara, siempre tan preparada! Las voy a buscar, id encendiendo la música! - Jorge, que caballeroso eres siempre… - dice Sara besándole cerca de la comisura de los labios. El lugar está tremendamente vacío. Da incluso miedo bajarse del coche, además hace más frío de lo que se podría esperar por la estación del año. Jorge piensa que sería buena idea sacarlas del coche. Ver como esos pezones se erizan con el frío, imaginárselos dentro de su boca, lamiéndolos, mamándolos a su antojo. Recoge las cervezas y se mete de nuevo en el coche. - Qué frío así de repente, no creeis? - Dirás, nos montamos la fiesta pero dentro del coche… - Pero venid para atrás que no me mola estar hablándoos por el retrovisor, y así entramos un poquito más en calor! Total… la música ya está sonando… - Vamos, va… - Hahaha va a ser divertido esto, a ver como entramos los tres. Jorge, metete en medio. Ahí. Perfecto. - Hahaha menos mal que la parte de atrás de este coche es amplia que sino… - A veces pienso que me gustaría que fuese más estrecho, sobre todo cuando estoy con mi novio… - Así que te lo montas en estos asientos con tu novio…No sé si el espacio da para tanto…- Laura empuja a Jorge hacia Sara con los pies – ¿Me haceis una demostración? - Joder Laura, para, si que andas taja para lo poco que has bebido - Te importa que estemos tan apretados, Jorge? – Pregunta Sara. - No es que me moleste, pero que diría tu novio sobre esto…? - Mi novio no está aquí, solo estamos Laura, tú y yo… no? – dice acercándose a la cara de Jorge – nadie jamás sabría lo que puede llegar a ocurrir ahora mismo, y si se lo contases, nadie te creería, no es así Laura? - Yo no se lo diría a mi novio tampoco… - Pe..pe…pero que estáis insinuando… que estáis diciendo… - Esto – Sara le agarra la cara a Jorge y le comienza a comer la boca. Parece una bestia, no se detiene a respirar, la saliva se comparte al ritmo que marca Sara, sus manos recorren la nuca, el pelo que te agarra fuerte, aprieta contra su cara. - Mmmm oh joder, Sara, segura? Laura? - Cállate – vuelve a agarrarlo y ahora con una mano tras la nuca con la otra recorre el pecho, le desabrocha la camisa, se la quita y la lanza al asiento delantero. – Dime que jamás soñaste con esto, dime que jamás te pajeaste soñando con estas tetas – le conduce las manos a esas tetazas – dime que jamás te has corrido pensando en mí… - Si..sí… - dice Jorge cada vez que puede tomar aire- pero.. ahora… Laura… - Mira a Laura y dime que no está bien… - Se…seguid… - Laura está roja como nunca, una de sus manos está acariciando y pellizcando sus pezones por turnos, totalmente duros. Con la otra mano se está tocando el coño por encima del pantalón… - Ven – Sara agarra la mano de Laura y se la lleva a la boca – Mmmm – empieza a mamarle la mano mirándole a los ojos a Jorge y a Laura, por turnos. La saliva chorra tanto la mano con la boca de Sara, con una mirada de bestia que quiere ser follada y quiere follarse a cualquiera – Ahora… pajéate el coño… - Joder… Sara… Oooh, joder…- Jorge tiene la polla durísima, le duele el contacto con el pantalón. Laura está contra la puerta, con un movimiento torpe se acaba de quitar la parte de abajo, sigue como una bestia, tiene el coño de cara a Jorge y Sara. No deja de gemir “se…se..seguid, mmm, aah… seguid”. Sara vuelve a agarrar a Jorge, Jorge se retira, quiere llevar él las rendas. “Hoy mando yo, llevo demasiado tiempo soñando con esto”. Le empieza a sobar las tetas, mete la cara mientras las lame a consciencia. “No, yo”. Y de repente, lo empuja contra Laura, quien acomoda a Jorge entre sus piernas, dejando libre su coño que está caliente y húmedo, chorreando. “Chupa” le dice Laura a Jorge metiéndole los dedos en la boca y me los mete enteros en el coño “aaah, joder…”. Sara así tiene espacio suficiente a sacarse el vestido de golpe y con un par de movimientos le saca los pantalones a Jorge. - Joder Jorge, que polla… ya se decía que la tenías grande para lo pequeño que eres pero este pedazo de polla no sé ni si me va a caber en el coño… Pfff joder – dice después de escupir en él para lubricarlo y pajearlo más cómodamente. - Tendremos que comprobarlo – Le agarra la cara y se la acerca a él, se comen la boca como si fuera lo último polvo – ¿quieres probar esta polla? ¿la quieres? - Es toda mía, joder- dice mientras se frota el coño contra su polla – Mmmm… joder, Jorge, la quiero dentro, mira que mojada estoy… - Yo también quiero polla – Gime Laura mientras se pajea el coño que cada vez siente más húmedo Jorge en su espalda – Dame – Deja de apretarse los pezones y agarra el rabo con dos manos… - Joder había soñado tanto con esto… Sara empieza a pajearse mientras se morrea y escupe en la boca a Laura. Jorge lo ve todo desde arriba y no puedo no gemir. - Joder, tías, joder… sí, más fuerte, apriétame bien la polla… que tetas joder, podría morir ahora. - Tú no te vas a morir hasta que no te haya follado este pollón. – Dice Sara mientras se recoloca – Vamos a destrozar el coche, coño haha Ufff que putas ganas tenía de esto – Dice Sara mientras escupe en la polla, dejando el culo a la vista de los otros dos mientras se pone la polla entre las tetas – Y ahora, Jorge? Estás gozando las vistas como antes? Eh? Qué me dices… - Joder… dale, joder, dale… - Empieza a follarse las tetas de Sara, sin piedad, mientras ella hace todo lo posible por metérsela en la boca, consigue darle pequeños lametones pero nada más – la quieres en la boca, pedazo de perra? Eh? Plas, plas – Se incorpora para azotarle el culo. - Chúpale la polla Sara, mé…métetela entera en… en… la boca… por...por favor… ah… Sin pensárselo dos veces, se acomoda soltando gemidos, se mete una mano en el coño, se lo frota, húmedo, goteando, palpitando por una buena follada. Se encara a esa polla, que está a reventar, la huele “Que ganas tenía de tener algo así para mí mmm… me vas a llenar con esta, Jorgito?”. Le pega un lametón de arriba abajo. “MMM como echaba de menos el olor de una buena polla MMMM”. Se la mete entera en la boca, se la chupa frenética, de arriba abajo, llena de saliva, absorbiendo el capullo como si se lo fueran a quitar. Hasta la campanilla se la mete de una embestida mirándole a los ojos a Jorge, se le caen unas lagrimillas. - Joooder AHHH joder Sara, no pares cabrona… Ahh… Joder, que boquita tiene la muy zorra… así… sí joder…- Levanta un poco el culo para ponerle los huevos en la boca mientras agarra la mano de Laura para que le pajee – Vaya par de cerdas estáis hechas… aaaah joder, eso, lámeme las pelotas, zorra. - No… no… no pares… - Dice Laura mientras se agarra a las espaldas de Jorge y mueve su pelvis para pegarla contra él mientras se restriega. Una follandole la espalda y la otra comiéndole los huevos. - Si… si… si te sigues moviendo así…. Joder – agarra la cabeza de Sara y le folla la boca- Vamos a tumbar el co..co…che… JOOODER. - PFFFFF CABRÓN! Sara se deshace de la polla de Jorge con la cara llena de saliva, y le suelta una bofetada. Seguidamente le agarra la polla y empieza a comerle la boca, lamiéndome la cara, las orejas “Mmmm joder… entérate que aquí mando yo”. Sigue lamiéndole el cuello, mordiéndole el labio, absorbiendo el sudor de su sobaco, desbocada, mientras se sigue tocando el coño, frotándoselo contra la pierna de Jorge. “Ahora voy a disfrutar yo”. Sara se gira torpemente. Y le pone el coño en la cara “Lámemelo, cómeme el coño antes de follarme AHHH joder así, justo ahí, no pares… siiii joder, así… joder que len…AHHH joder, no me quiero correr aún”. Empieza a mover el culo, de arriba abajo, controlando la velocidad. “Pon la lengua dura, fóllame con la lengua”. Sube y baja, metiéndose la lengua de Jorge dentro del coño. “Así… así… así… ASÍ JODEEEER”. - Sa…Sa…Sara… te llama tu novio… -Dice Laura entre jadeos. - Cógelo, se que te lo quieres follar, pues cógelo. - Ho..hola… soy Laura… - Dice mientras se sigue pajeando viendo como Sara se folla la cara de Jorge – Ahh… perdona… no… Sa… Sara… se ha ido y se ha dejado el móvil en casa… ¿Los ruidos? Pfff Le estoy llevando el… móvil… el co…el coche… joder… quiero que me folles, me vas a follar? Tengo el coño en llamas, no para de chorrearme, quiero que me lo lamas y luego me metas esa polla de la que tanto me ha hablado Sara, quiero que me folles hasta correrte dentro… Jooooder, me vas a follar??? Joooooder, aaaaah coñoo! Me corro jodeeer, fóllame cabrón, aaaah… AAAAHH… Entre los movimientos del coche, la comida de coño que estaba presenciando, lo cachonda que se había puesto hablando con el novio de su mejor amiga, Laura se había corrida por todas partes. El primer squirt de su vida había sido en el coche de su mejor amiga. “Cabrones… hahahaha”. Después de lanzar el teléfono, le agarra lascivamente la cara a Jorge y la empieza a lamer junto con su corrida, limpiar todo lo que ha manchado. “Mmmmmh ven Sara”. - Te has corrida como una perra mientras le decías a mi novio que querías que te follase hasta el final, verdad? - Sí…sí… quiero más… - Ajá…- Se recoloca, poniendo su coño encima de la polla de Jorge rozándola, sin metérsela todavía, empieza a lamerle boca a Laura, compartiendo flujo, subor.- Quieres más… eh… - Sí, más, más!! Sara agarra la polla de Jorge y se la empieza a meter suavemente. Poco a poco, centímetro a centímetro. “Joder, métetela toda ahhh… me vas a matar”. Cuando lleva la mitad empieza a metérsela y sacársela. Cada vez más deprisa. “Aaaahh que pollón, uffff la quiero toda dentro cabrón AAAAH”. Se la acaba de meter entera, la nota en las entrañas, está tan húmeda que parece que se haya meado, pierde el norte, y empieza a embestirse sola, cabalgando la polla como si estuviese loca. - ASÍ JODEER… NO PARES, NO PARES, ZORRA NO, NO PARES… AAHH - MMMM UFFF te gusta?? AAAH JODER!! - SÍ JODER SIGUE SIGUE SIGUE SIIIGUE… - Cómeme las tetas Laura cómemelas AAHHH JODER asíiiiiii así así así sí joder no pares De un golpe se abren la puerta trasera del coche y entra un aire frío. Casi se cae Laura pero va tan cachonda que se revuelca, quiere seguir mamando esas tetazas, vuelve a estar húmeda. “Mmmmm sí sí sí”. El coche se tambalea al ritmo de las embestidas. “Te gusta que te esté AAAHH JODER QUE ME CORRO COÑO que te folle?? Quieres llenarme de lefa, cabrón?? AHHHH JODER”. Aumenta el ritmo, cada vez cabalga más rápido. - No puedo… no puedo… no puedo más, Sara me voy a correr joder…. - Todavía no AHH sigue, sigue, no pares, lléname entera… - Me corro me corro me… corro- Dice Laura que sigue amorrada a las tetas de Sara mientras se pajea enfurecida, roja, sucia, mojada… - AAAAAH JODEEER MIERDAA! - Me co…SÍ SÍ SÍ… ME VOY A CORRER, ME CORRO JODERR!!!! – Sara saca la polla que empieza a palpitar en su coño y chorrea flujo y corrida en el pecho de Jorge y Laura se lanza a lamerla la quiere toda, sigue con el coño de Sara – Jooooder Lau…joder, joder, ufff con la santíta del grupo, que contento ahhh JODER que contento debe estar tu novio hahaha - Quiero… quiero correrme… joder… - Suplica Jorge que ve la escena desde abajo… - Tu turno Laura cambia de posición, trepa por su pecho y le pone el coño en la cara, sentándose sobre ella y se amorra a la polla. Sara sigue sus pasos, Laura mama un rato y luego le mete el rabo en el coño aún chorreando de Sara. “Aaaah cabronas… joder, vaya par de viciosas, no pares, sigue así, así, joder zorras… me voy a correr, me voy a … me JOOODER”. Jorge se corre entre mamada y follada. Llena la cara y la boca de Laura de lefa, que la lame como si fuese oro. “La quiero dentro”. Sara se sienta en la polla, mirándolo con cara de vicio, y sigue follándoselo, ahora más despacio. “Joder, mierda… HAHAHA que… ahh joder, para para… ufff…que cojones… ”. - Qué ganas tenía de algo así HAHAHA quien lo iba a decir, después de tantos años, la cantidad de polvos que podríamos haber echado! – Dice Sara mientras se saca la polla de Jorge y se acomoda en el asiento – Gracias chicos, ha sido de los mejores polvos que he echado jamás. - Sí… sí… lo siento por lo de tu novio… lo siento mucho… - No te preocupes! Le podemos decir que ibas borracha, me ha puesto a mil - Tías, gracias… llevaba años soñando esto… hemos dejado el coche hecho un Cristo… cuando se lo cuente a mis colegas… - Nadie te va a creer, lo vamos a negar. Esto puede ocurrir más veces, no Laura? - Por favor… sí… pero… - Pero sólo ocurrirá si mantenemos todos la boquita callada, entendido? - Sí, joder, prometido! - Va…vale… - Ahora a casa, sin limpiarnos, quiero oler a vosotros hasta mañana y hacerme una paja con los restos. Yo conduzco, ni os molestéis en vestiros, a estas horas no hay nadie por la calle. - Os quiero. - Te quiero… sobretodo quiero a tu rabo, pero a ti también te tengo aprecio - Ya vuelves a ser la Sara de siempre Hahahaha De nuevo ante el espejo. Moratones por todos lados, chupetones, te han manchado toda la ropa de corrida, imbécil, y pensar que creías que no ibas a follar con ellas jamás. Vivan las reuniones de colegas…

Autor: Paul Categoría: Bisexual

Leer relato »

Primera vez en la mazmorra

2019-08-16


Tenía fe cristiana en que iba a hacer de él un buen sumiso. Hoy he visto bailar un hombre. Bailaba mientras sus manos prendían sobre su cabeza. Apenas acariciaba el suelo con los dedos de los pies que se fundían con la pequeña alfombra de cebra que iluminaba la sala, de un negro opaco. Al entrar me transformo, la electricidad sacude mi cuerpo, sale el sadista a saludar. Mi primera vez en una mazmorra plenamente seguro de ello. Ya había paseado, follado, mamado, fisteado anos entre hombres erectos, hombres con el culo suelto, sudados, todos bebiendo agua en diferentes clubes en Berlín. Pero esto era diferente. Una mazmorra para trabajar. A solas él y yo, conscientes de lo que iba a ocurrir. Previos pactos eternos. Sí. No. Esto. Aquello. Rojo y paramos. Fuego por la polla y los huevos y el ano. Flagelación hasta la marca. Cera hasta cubrir la polla. Tenía fe cristiana en que iba a hacer de él un buen sumiso. Entré. Techos altos, antigua fábrica con montacargas en vez de ascensor. Un espacio amplio, armario de roble, poca luz más allá de un pequeño foco bajo el cual se encontraba él. Suspendido de las muñecas y con el antifaz ya puesto. Una cama victoriana con cabecero de hierro y un dosel de tiras de tela negra. Una mesa sobre la que encuentro un frasco de alcohol y un espejo desde el cual espío a mi cómplice. Me acerco y empiezo a notar cómo se me pone duro el rabo. Él está desnudo. Delante suyo un sofá donde me siento. Empieza a respirar fuerte, se siente presa, veo como le gotea el rabo de precum. A mi derecha, sobre el sofá de piel, un flogger con cuerdas trenzadas, una vara de madera, un látigo y una vara pequeña más flexible. A mi izquierda una mesa auxiliar. El dinero en billetes de 50, un par de velas blancas y un mechero. Me levanto y tatareo, lo rodeo mientras rozo con el índice su cuerpo que cada vez respira más y más deprisa. Sé lo que quiere. Digo en alto “Rojo, ¿entendido? Y todo terminará”. Sigo paseándome a su alrededor, ahora con los dedos índices y corazón, paso las uñas sin presión. No responde rápido así que agarro la vara u se la coloco en la garganta. Aprieto un poco y repito. “¿Entendido?” “Sí, amo, entendido” Y empieza la sesión. Su polla se endurece, babosea, se retrae, parece un botón. Tengo que agarrarlo fuerte, controlar que el fuego no le queme más allá de lo que quiere. Se endurece, gime, lubrica como una perra. El tiembla y se aparta. Le golpeo la cara para que sepa que no puede hacerlo. Me da las gracias. Le doy un beso en la mejilla. Me aprieta la polla dentro del pantalón ceñido que llevo sobre el que cae la cera. Decido sacarme el cinturón, le rodeo la polla y los huevos con él y aprieto. “No te vas a escapar”. Tiene los huevos grandes, cuando se porta mal, golpecitos con la palma de la mano. “Sabes que tienes prohibido moverte”. “Sí señor, lo siento señor”. Cuando me canso, le trabajo el ano y la llama le quema los pelos que descuidó al depilar. Se porta bien, muy bien, esta vez. Gime fuerte. Reconozco el subidón de adrenalina cuando me aparto y tatareo de nuevo. Reconozco el deseo. Quiere más, le tiemblan las piernas. Me quito los pantalones y me acerco al sofá. Agarro la vara más larga. Le miro y le acaricio con ella. Me golpeo la mano, después el sofá. Él grita, ríe, su cuerpo se vuelve rígido. Desea la sensación de la madera rasgando la piel. Le acaricio suave y empezamos de nuevo. Probamos la vara, en las nalgas, los muslos. Pasamos al flogger, ya está rojo pero quiere buenas marcas que ver más tarde y pajearse. Agarro el látigo pesado. Doy distancia. Apunto, disparo. Grita, como un animal, desde las entrañas. No deja de soltar líquido por la polla. El blanco de su piel se vuelve rojo. Me acerco y contemplo. Acaricio. Él tiembla. Compruebo la circulación de las manos. Lo pego a mi cuerpo y él gime, se retuerce, busca mi polla con su culo. Le agarro de la nuca y lo coloco a mi antojo. Seguimos con el flogger. Seguimos con el látigo. Lo bajo. Lo pongo a cuatro y mientras me trabaja las botas lo examino. Su cuerpo. Le agarro de los huevos, estiro, aprieto, golpeo, se retuerce. Lo llevo al potro. Lo ato. Le abro las piernas y empiezo a encerarle el culo, la polla, los huevos. Acaricio la piel dalmatada, rojo y blanco, hay miles de colores entre capas y capas de piel. Rasco la cera seca, lubrico su polla con su propio precum. Gime y gime y pide más con el cuerpo. Trata de acercarme el culo pero no puede. Lo intenta y yo admiro el espectáculo. Me aparto, retrocedo y miro. Admiro la bestia caliente, la perra que gime enrabiada, poseída y no se avergüenza. Llegamos a la desesperación. Me pide entre jadeos y ruegos y me hace pensar en las misas dónde alguien exige entre lloros al cura la excomunión. Misas, sacerdotes. Sacerdotisas, sotanas, hábitos, incienso, el cuerpo y la sangre. Esta es nuestra liturgia. Dejo que se corra con mi polla en la boca. Su lefa se mezcla con la cera ya seca. Aquí termina la sesión. “lo has hecho muy, muy bien” le digo. Le cubro con una manta. Nos reímos de nuevo, risas de felicidad ya no más histéricas de placer. Como acordamos él se mete en el baño mientras me visto recojo el dinero y me marcho. Salgo feliz, la dómina que regenta el sitio me enseña las demás habitaciones, charlamos un rato y me pide que vuelva pronto. Me marcho y ya en la calle huelo a sexo, miro mi pantalón y veo manchas de cera que trato de quitar con las uñas pero deja marca. Alguien va a tener que pagar por ello pronto, y más le vale portarse bien.

Autor: Paul Categoría: Sexo Gay

Leer relato »

Mi mujer se la chupa al viejo vecino en su puerta

2019-08-16


So tiene fácil solución, sujete a la perrita, y acto seguido soltó la mano que él le acariciaba y agachándose se puso de rodillas y bajándole los calzoncillos dejo al aire aquel enorme y morcillón rabo que colgaba con una larga piel en la punta, además de un frondoso pelamen blanco y negro que.... Hace un mes una pareja amiga nos dejó su apartamento en una conocida zona turística por unas semanas pues ellos se iban de vacaciones y no se podían llevar a su perro, poniéndonos la condición de cuidar a este. El complejo está ocupado por parejas ya madura pues es un edificio ya con años aunque se encuentra perfectamente siendo muy tranquilo sin apenas ruidos pues no está a primera línea de playa. Cada mañana que sacábamos al perro un vecino del inmueble ya bien entrado en años siempre parecía esperarnos para ver si el perro orinaba en el rellano o las puertas del edifico, era un señor mayor sobre los 65 años más o menos pero con buen aspecto y apariencia educado, incluso algunos días se asomaba a la puerta tan temprano que incluso aparecía con solo con los calzoncillos sin más nada en el cuerpo como recién levantado, pues siempre sacábamos al perro muy temprano. Una mañana mi mujer dijo, a este le voy a callar la boca y esas miradas de mala leche ,mañana sino mira y veras cuando abra la puerta temprano y saque al podre perrillo. Y así a la mañana siguiente nos levantamos y cogió mi mujer el caniche y fue a sacarlo haciendo algo de ruido para que el viejo asomara por la puerta y soltando al perro como si le hubiese escapado, haciendo este ademan de acercarse a la puerta del vecino como a orinar, asomando rápidamente en calzoncillos con cara de pegarle una bronca a mi mujer. Yo me quede mirando por al ranura de la puerta medio a medio cerrar cuando mi mujer le dijo, no se preocupe que no le meo la puerta que está usted todas la mañanas persiguiéndome, o es que quiere verme a mi o le molesta el pobre perrito, no ve que es una miniatura cariñosa que solo se acerca a saludarle porque abre todos los días la puerta. Contesto el rápidamente con medio mal humor que él no se levantaba a verla, solo oirá ruido y abría a ver si era alguien conocido, replicándole mi mujer que entonces porque salía en calzoncillos con el resto del cuerpo desnudo como provocándola. No me digas que te provoca ver a un hombre con poca ropa, le dijo el con cara de pocos amigos, es que no ves a tu marido desnudo en casa o es que te parece que uno provoque. Bueno le dijo mi mujer bajando el tono, tampoco es eso pero sale a sí y con cara de pocos amigos y hasta el perro se asusta, mire que cariñoso es, tomando el perro y ofreciéndoselo y poniéndoselo en el pecho a la vez que con disimulo le rozo con las manos el frondoso y blanco pelo que ofrecía el viejo en los pectorales que hasta a mí me pareció atractivo. El pareció aturdido con el roce de las manos de mi mujer y bajo la guardia cogiendo el perro, mientras mi mujer en medio broma le decía al perro, ves si al final no es un ogro si es un buen abuelito que va a resultar al final es cariñoso con nosotras, pues el perro era también una hembra. Bueno tampoco soy tan abuelito como dices dijo el en medio risas, y lo de ogro tampoco que siempre he tenido fama de cariñoso con las mujeres incluso mi mujer siempre recelaba de mi pensando estaba con otras. Ves le decía mi mujer a la perrita pero refiriéndose a él, al final es un ligón que vamos a tener que cuidarnos y más una no sea intente ligarnos. Bueno tampoco no sea tu marido escuche y se ponga celoso, mientras ahora acariciaba a la perrita junto a la mano de mi mujer que la había dejado sujetándola y seguía tocando su pectoral. Vi se quedaron unos segundos en silencio mientras el acariciaba la mano de mi mujer y está sabiendo había caído en la trampa bajo la otra mano y le acaricio con descaro el paquete a través de los calzoncillos. El reculo un segundo contra la puerta pero al verse atrapado y sorprendido por el gesto de mi mujer se dejó llevar y soltó un gemido de agradecimiento. Ummm dijo mi mujer veo está bien equipado, menudo arsenal hay aquí colgando. Porque no lo has visto en forma bien dijo el, si lo ves en forma y trabajar seguro lo deseas, ya rompiendo el hielo total entre ambos. Eso tiene fácil solución, sujete a la perrilla, y acto seguido soltó la mano que él le acariciaba y agachándose se puso de rodillas y bajándole los calzoncillos dejo al aire aquel enorme y morcillón rabo que colgaba con una larga piel en la punta, además de un frondoso pelamen blanco y negro que apenas dejaban asomar ese par de enormes pelotas que le colgaban. Lo que decía, menudo armamento tiene aquí, dijo mi mujer agarrándolo el tronco de aquel pollon con una mano mientas la otra sacaba el capullo echando la piel hacia atrás y tras comprobar el brillo y grosor de ese, lo lamio y lo chupo como una golosina, haciendo el viejo pegara la cabeza con la nuca en la puerta de su casa a medio entrar en esta y respirara profundamente y gozosamente mientras mi mujer saboreaba aquel enorme barra que iba creciendo a cada lametón. Sujetaba la perrita entre las manos y cuando podía miraba hacia abajo y veía a mi mujer meterse media polla en la boca pues toda no podía de lo gorda y larga que se le había puesto, mirándola este a la vez y golpeándose con ella en los labios y cara haciendo resoplara como un viejo toro que ve a una hembra en celo. Puso mi mujer la palma de la mano abierta y los dedos de una punta a otra no llegaban al final riendo ambos del tamaño de aquel tronco polla y de la forma de medir de mi mujer, que rápidamente volvía a comer bajando de vez en cuando a los huevos peludos y chupando estos con descaro y desenfreno. El viejo estaba loco de placer sin saber que yo los miraba por la ranura de la puerta pues tenía enfrente con buena visión aquella rica mamada que me había puesto empalmado y sin dudar me estaba pajeando viéndolos y a la vez con un poco envidia no tener aquel pollon que se gastaba el viejo. Sujetaba ya con una mano sola la perrita y con la otra ayudaba a mover la cabeza de mi mujer para que siguiera con ritmo chupando su duro y venoso rabo, acelerando la respiración ya con un ritmo y gemidos altos, presumiblemente ya a punto de correrse. Pasa que te folle le dijo, que vas a saber que es bueno le dijo sujetándole la cabeza por el pelo y obligándole a parar la mamada… lo deseo dijo mi mujer pero hoy solo toca mamada mi marido anoche me puso el chocho bueno follandome bien y ahora solo me apetece comértela y que me des tu jugosa leche. Tómala toda si quieres y veras que rica hoy, vas a tener un buen desayuno y acto seguido continuo mi mujer acelerando la mamada hasta que él se puso rígido y comenzó a correrse en la boca de esta mientras mi mujer gemía y tragaba como podía aquella copiosa lechada que le hizo echar un poco por la comisura de los labios. Quedo un rato agachada aun relamiendo y limpiando el resto de la leche sobrante que aun goteaba aquel enorme capullo que poco a poco fue aflojándose quedando como una morcilla de burgos, gorda y colgante, subiéndole mi mujer acto seguido los calzoncillos y levantándose dirigió su boca y le beso, no haciendo este asco aun sabiendo tenia restos de leche en ella. Lo beso lujuriosamente volviendo a agarrarle nuevamente el paquete ahora a través de los calzoncillos y sus lenguas jugaron un buen rato pues él le agarro el trasero con una mano y le dijo, esto va a ser pronto mío, quiero que sientas un buen macho te folla y te desflora el culo que es uno de mis deseos con una mujer como tú, si no te lo han desflorado ya. Primero follame por delante que tienes muy gordo el miembro y por atrás vas a necesitar dilatarme bien, pero lo vamos a dejar para mañana cuando mi marido salga a comprar o a la playa te aviso y vienes y seré tuya. Ummm resoplo el que parecía tener aún más ganas, diciendo si quieres dile a tu marido que vea como te follo y así aprenda como se calma a una mujer y como se le hace feliz… Se lo diré le dijo ella volviendo a besarle y soltándole para salir a sacar la perra mientras le daba un azote en el trasero al viejo cuando este se giró para entrar totalmente en la casa, diciéndolo veo también tiene un buen trasero masculino.. Rio él y con un guiño y una cara de felicidad indescriptible cerró la puerta el abuelo, seguro para sentarse y pensar si lo de esa mañana había sido real o había sido un sueño.

Autor: triomaduro Categoría: Heterosexual

Leer relato »

No es que no te quiera...

2019-08-16


Un cuentecillo con forma de perorata, con cornudo, mujer bien servida, escenas de sexo homosexual, y todas esas cositas que me gustan, ya sabes. Si no es que no te quiera. Realmente no es tan grave, cariño, no hay por qué dramatizarlo. De hecho, creo que, cuando te acostumbres, incluso te gustará. Por lo menos, me parece coherente con estos últimos días. Con tu rol, quiero decir ¿Es que tú no lo ves? Mira, recuerdo perfectamente la primera noche, la del club de intercambio, en septiembre ¿Te acuerdas? A la vuelta de vacaciones: Mientras Lucía y Paco nos contaban sus aventuras en aquella terraza del puerto, me di cuenta de cómo te brillaban los ojos, y estuve segura de que la cosa acabaría en uno de esos sitios. La verdad es que no me sorprendió nada que me lo propusieras, y tengo que confesar que, a mí, cuando me lo dijiste, me puso como una moto. Bueno, como una moto ya estaba, porque hay que ver lo bien que eliges los momentos tú: boca arriba, con los muslos abiertos y tu polla clavada hasta la garganta, follándome como un animal. Me estabas haciendo ver las estrellas cuando vas y me sueltas: - ¿No te gustaría ir a uno de esos sitios, putita? Joder, fue como si me lo vertieras en el cerebro. No necesité más explicaciones. De repente me vi rodeada de desconocidos calientes con sus pollas bien grandes follándome por todas partes, y me corrí como una perra ¿Te acuerdas de eso? Debieron oírme todos los vecinos del bloque, porque acabé chillando a lo zorra zorra. La verdad es que no era la primera vez que me corría fantaseando con otros hombres con buenas pollas, porque la verdad es que la tuya... Bueno, no es que no me guste, cielo, pero ¿quién no quiere una grande de verdad? No te voy a negar que al principio me resultó raro lo de estar allí tomándome una copa contigo mientras la gente se enrollaba de aquella manera a nuestro alrededor. Sobre todo porque parecía que todo el mundo se conocía, y nosotros estábamos allí como de plantón, sin conocer a nadie, en aquel sitio donde todo el mundo sabe a lo que se va... Pero a la segunda copa... A la segunda copa ya estaba yo toda animada. A mi lado había una pareja que me empezaron a calentar. La tía se lo comía a besos, y le meneaba la polla de una manera... Menuda polla tenía el tío. Muy guapo no era, pero... Ahí yo ya estaba supercaliente. Les miraba por el rabillo del ojo, como disimulando, hasta que la tía me animó a mirar sin vergüenza y me preguntó si no quería probar. Ahí ya fue el acabose: no sé ni como me atreví, pero el caso es que se la agarré al tipo y la muy zorra empezó a comerme la boca. En cinco minutos me tenía con las tetas al aire, y me lamía los pezones que me estaba poniendo a cien. Hasta me cogió la mano y me hizo tocarle el coño. Yo no había tocado a una mujer ni en sueños, pero me resultó tremendamente excitante la sensación de sentir en los dedos su humedad, y aquella manera de gemirme en la boca ¿Te acuerdas no? Martia, sí Martia. ¡Cómo se contoneaba! Al cabo de un rato, su marido, José, me tenía a cuatro patas y me follaba mientras yo le comía el coño. Estaba perra perra. Y tú nada. Mira que ella te llamaba con el dedo. Yo creo que estaba loca por comértela, pero tú ni puto caso. Te quedaste allí con la polla como una piedra y cara de palo, mirando como un pasmarote. Y entonces aparecieron Luna y Curro. ¿Te acuerdas? Ahí fue donde perdí la razón del todo. Luna empezó a morrear a Martia. Mientras, le metía los dedos en plan “te voy a dejar seca”. La otra culeaba que era un puntazo verla. Y yo que ni sabía que se podía una correr tantas veces tan seguidas, que me encontré con otra polla en la boca. Joder. Entre el que me estaba poniendo el coño como una olla a presión, y el que me la clavaba en la garganta que no podía ni respirar, es que uno se me iba y otro se me venía. Cuando me quise dar cuenta, tenía corro alrededor. Las chicas me jaleaban y los chicos me daban con todo lo que tenían. No sé ni como, me encontré cabalgando a uno, comiéndoles las pollas a dos, y con las manos saltando de una en otra. Me salpicaba leche por todas partes. Hasta que, de repente, un empujón en el culo y yo que creía que me iba a partir en dos, pero que no podía parar. Martia me tranquilizaba comiéndome la oreja y susurrándome yo qué sé qué. Que si “vamos, putita, que tú puedes con esto y con más”; que si “venga, demuéstrales quien es la más zorra”. En una de esas, estábamos las dos comiéndonos la misma polla. Ella estaba a cuatro patas, y un negrazo muy grande le reventaba el culo. La muy puta me jadeaba en los morros, y el capullo del otro entre las dos, pasándonoslo de una a otra. Se empezó a correr en mi boca y ella que medio se peleaba conmigo para pillar su parte. Al final, nos corríamos como perras morreándonos y pasándonos la leche de la boca de la una a la boca de la otra. Ahí ya me vino una que no pude más. Martia gritaba “¡¡¡Asíiii… asíii… córrete asíii, puta!!!” y yo es que, más que correrme, me convulsionaba. Ya no sabía ni quien me estaba follando, pero quien fuera no podía ni sujetarme. Se me venían unos escalofríos que me retorcía en el suelo chillando, y las chicas, alrededor, se las pelaban a los chicos, que se me corrían encima. Medio me desmayé en aquel baño de leche chillando y pidiendo que me lo dieran todo. Y, cuando me quise dar cuenta, la fiesta andaba por otra parte. Yo ya creía que para mí se había terminado. Solo quedaba Martia a mi lado, que se había encariñado de mí. Parecía que me cuidaba como a una niña, dándome besitos y haciéndome caricias. Pero qué equivocada estaba. Cuando me quise dar cuenta, se había echado a nuestro lado Maurice. Te juro que en mi vida había visto nada igual: tan grande, tan fuerte, tan negro… Me miraba sonriendo mientras ella acariciaba aquella polla monstruosa. Agarrándola, ni siquiera conseguía juntar los dedos, como si tuviera manos de muñeca. Sonreía y aquellos dientes blancos perfectos parecían iluminarla la cara negra. Y tú con aquellas dos nenas. Yo no andaba como para preocuparme por ti, porque ya me había dado cuenta de que iba a terminar con aquel pedazo de polla clavada y estaba acojonada, pero me llamó la atención. Al principio pensé que estabas tonto, que no te habías dado cuenta, pero enseguida te vi agarrándoselas a las dos por debajo de aquellas falditas cortas como de uniforme escolar. “¡Vaya con el maricón de mi marido!”, pensé, pero me dio igual. Bastante tenía con haber conseguido meterme en la boca aquel pedazo de capullo. Al cabo de un momentito, apareció Denis, su hermano. Yo estaba tratando de comerle la polla a Maurice con poco éxito. Él me clavaba los dedazos aquellos negros y grandes en el coño, y me tenía encendidita. Vi cómo Martia se la cogía. Tú, por entonces, estabas ya hecho una nenaza, comiéndoles la boca a aquellas dos y meneándoselas. Recuerdo que, en el mismo momento en que Marti me lió para que me echara encima de Denis, te arrodillabas y empezabas a comérselas a las dos al mismo tiempo. Ibas de una a otra como una mariposilla, de flor en flor. La verdad es que me puso todavía más cachonda. No sé por qué, la imagen de mi marido mariconeando mientras yo me clavaba aquel pollón negro me puso perra perra. Pero no te creas que fue fácil. Martia me animaba. Yo estaba de rodillas, encima de Maurice, que sonreía. Siempre sonreía. No hablaba ni palabra de español, pero sonreía. Me fui bajando muy poco a poco, porque aquello era como empalarse en una estaca. La sentía entrar centímetro a centímetro. Por una parte, me volvía loca la sensación de tener aquella tranca dentro; por otra, parecía que me iba a desgarrar. Me daba miedo. Me fui dejando caer, resoplando como una loca, hasta que la tuve dentro entera. Me dolía, pero estaba muy caliente. Marti me chupaba el culito. Pronto empezó a moverse. Mira que yo no tengo las tetas pequeñas, pero le cabían enteras en aquellas manazas. Martia me chupaba el culito. Yo casi no podía ni hablar. Le veía las intenciones, pero ya no podía hacer nada por evitarlo. Aquel cabrón había empezado a moverse y cada pollazo que me daba era como una revolución. Se me saltaban las lágrimas. Entonces te vi por el rabillo del ojo: le habías subido la falda a una de las nenas y le clavabas la polla por un lado del tanguita aquel de cuadritos escoceses. Su pollita asomaba por encima. La otra se había sentado en el mostrador, y se la estabas comiendo. Las dos chillaban como auténticas locazas. Y entonces, la golfa de Martia, me clavó tres dedos en el culo. Creo que chillé como una posesa. Me lo veía venir, y le decía que no, que era muy grande y me iba a destrozar, que me dejara… Pero ya no había nada que hacer. Maurice me estaba follando como un animal. Su pollón entraba y salía de mi coño como Pedro por su casa. Lo sentía arder. Me sujetó con un abrazo de oso sin dejar de follarme mientras me chupaba los pezones como si quisiera ordeñármelos. Yo me corría enterita. Cuando me apuntó aquel rabo entre las nalgas… ¡Madre mía! Entró como una locomotora. Martia lo había lubricado bien con un gel que no se de dónde había salido, así que entrar entraba, pero era como si me partiera en dos. Yo lloraba, gemía, suplicaba, pero me dio igual. Al principio, creo que no me había metido ni la mitad, y ya me estaba bombeando. Parecían sincronizados: Uno entraba y el otro salía. De repente, sentí un empellón, y aquella otra me atravesó entera también. Casi me desmayo. La puta de la Marti, tirada a nuestro lado, despatarrada, se clavaba los dedos en el coño como si quisiera rompérselo. Para mí, todo era un batiburrillo. Se me iba la cabeza. La veía a ella frotándose como una loca, a ti sentado en la pollita de aquella maricona y comiéndosela a la otra, y sentía aquellos dos rabos reventándome por dentro. Me dolía, y me corría sin parar. Cuando reapareció Jose, y empezó a follarme la boca, aquello fue el acabose. Yo no podía ni mamársela. Bastante tenía con respirar. Era él quien me follaba la garganta enchufándomela entera. ¿Sabes? Era terrible. Me moría de dolor y, sin embargo, me daban un placer brutal al mismo tiempo. Vi que, nuevamente, se había formado corro a nuestro alrededor, pero en esa ocasión, tú y tus nenas estabais a nuestro lado. Te habías sentado sobre una de ellas y la otra, empujándote, se había hecho hueco también entre tu piernas. Te follaban las dos el culito, y tu jadeabas como un animal mientras te la meneaban. Todo el mundo nos jaleaba, y comenzaron a turnarse. Primero fue Jose el que empezó a corrérseme en la boca. Vi que otro de los hombres hacía que tú se la comieras, y tú encantado, hecho un maricón. El traqueteo ya era una locura. Los dos hermanitos me follaban como si quisieran matarme a pollazos. Yo, cuando no tenía una verga en la boca, lloriqueaba ya sin fuerzas para nada. Había empezado a correrme, y aquello era como un orgasmo que subía y bajaba. Como en sueños, sentía las pollas en mi boca, no sé cuántas. Llegaban, me la metían, empujaban hasta el fondo, y sentía su leche pasarme por la garganta. Cuando la sacaban, babeaba y tosía para coger aire hasta que llegaba el siguiente. Las chicas me animaban y me daban palmadas en el culo. Había como un millón de manos sobándome las tetas, y me corría sin parar de tragar leche. Debí beberme como un litro. Y tú, a mi lado, haciendo lo propio, con la pollita amoratada y dejándote follar por dos mariconas chillonas mientras tragabas y tragabas. Cuando empezaron a correrse los hermanos, fue como dos explosiones de leche al mismo tiempo. Me clavaron las dos hasta el fondo a la vez y me puse a gritar como una perra. Parecía imposible, pero me las clavaron los dos hasta el fondo. Sentía toneladas de lechita estallándome dentro. Me ahogaba. Todavía algunas pollas me salpicaban la cara, y tú gimoteando, corriéndote mientras te chorreaba esperma por el culo. Tenías la cara llena de lefarrones y tu polla palpitaba en el aire y soltaba un chorro tras otro. Ahí fue cuando medio me desmayé. No recuerdo exactamente como, pero perdí la conciencia y, cuando la recuperé, Marti me tenía en el jacuzzi. La pobrecita me daba cachetitos para reanimarme, y me lavaba con una esponja suave hablando diciendo que si aquellos animales, que si hay que ser más considerado, que si pobre Coque… Cuando me vio reaccionar, se volvió como loca de contenta. Me daba unos besos tremendos, y yo me dejaba hacer sin resistirme. Al final, terminamos abrazadas en el agua, con las piernas entrecruzadas y frotándonos. Nada comparable con lo otro, claro, una cosa tranquila, como de quererse, pero muy excitante. A ti ya no te encontramos. Como estaba que casi no podía ni andar, Marti y Jose me llevaron a su casa. “No vaya a ser que lleguemos a la tuya y te encuentres a esos tres mariposeando”, me dijo Jose con mucho retintín. En fin, a lo que vamos, que es que me pongo a acordarme y me voy por los cerros de Úbeda, que le he estado dando vueltas al asunto y contigo… Bueno, como que no. Que es que me da la risa de pensarlo ¿sabes? Además… es que esa pollita tuya… Pues eso, que me da la risa. Vivir juntos sí, sin problemas. Te pasas al otro cuarto y listo, porque yo voy a ver si le acabo de coger la horma al pollón de los franceses una temporada, y luego ya veremos. Tú, si quieres verlo, pues nada, que, cuando vengan, te pasas a mi cuarto y nos miras, que eso de verte hecho un cornudo me pone muy cachonda, pero en mi cama no duermes. ¡Ah, oye! Y, si quedas con las mariconcitas esas tuyas, no te cortes, te las traes a casa y me dais un espectáculo, que eso también me pone. Pero en mi cama… No, en mi cama no duermes. Por cierto… ¿No te gustaría que Maurice…?

Autor: Clementine Categoría: Sexo en Grupo

Leer relato »

Donde está el limite de la perversión?

2019-08-16


Una madre manda a su hijo expiar a la nueva pareja de su ex-marido. Pero no esperaba que aquella mujer a la que consideraba fea y de segunda, guardara aquella sorpresa entre las piernas. Hacia poco más de un año que se habían establecido como pareja. No habían dado el paso de vivir juntos, pero si que habían iniciado una relación estable donde cada fin de semana ella venia a dormir a su casa, o iban juntos a la casa de la playa. - Hijo, esa mujer es una destroza hogares, seguro que lo entiendes. Solo tiene 9 años más que tu, y ya anda liada con tu padre, un hombre de 50 años. Si por lo menos fuera atractiva. Ana, era la nueva pareja de su padre. Una mujer de 29 años, bajita, ligeramente redonda y cuyo único atractivo era un pelo rubio platino y unos ojos azules intensos. Él tampoco veía como podía gustarle aquella mujer. Su madre, estaba como loca, la separación le había afectado muchísimo, y saber que su ex-marido estaba con una mujer mucho menos atractiva que ella, le ponía de los nervios. Él, Marcos, por estudios, había decidido que lo mejor era vivir el mayor tiempo posible con su padre, pero mantenía la promesa que en cuanto acabase la carrera volvería con su madre. Pero de mientras su madre tenia otros planes. - Tienes que encontrar lo que sea. Esa mujer esta jugando sucio. Me imagino lo peor. Algo se trae entre manos. Tu padre no tiene tanto dinero como para que valla a por él una caza fortunas. Esa mujer no es atractiva. Y lo mejor, tu padre nunca ha sido brillante en el sexo, eso tampoco puede ser. - Joer mama, no hables de esas cosas. - Ya eres mayor, tus padres tuvieron actividad sexual, pero tu padre siempre fue un aburrido. Has de encontrar que es. Espiarlos y contármelo. Prometeme que lo harás. Su madre estaba siendo un poco exagerada, pero era cierto. Aquella mujer, Ana, era demasiado joven para su padre, y su popropía madre, siendo bastante mayor, era mil veces más atractiva y sensual. Algo de razón tenia. Su padre era un hombre tranquilo, puede que si fuese aburrido. No era del tipo de hombre que fuese a por sexo. De eso estaba seguro. Cumpliría los deseos de su madre, y los espiaría. La oportunidad se le presentó ese mismo fin de semana. Ana le invitó a ir junto a su padre al apartamento de montaña que tenia ella. Un dublex con ático y salida al exterior, en un pueblo mediano, en una zona no excesivamente turística en medio de las montañas. Una zona excelente donde hacer deportes de aventuras. Ir con su padre y su nueva novia no era un buen plan, pero pensó en su madre. No perdió el tiempo, fue a investigar tan rápidamente como pudo. Lo dejaron un rato solo, y lo aprovechó. Ellos salían a comprar la cena, y él dijo que no tardaría en salir a buscar algo de ocio nocturno. Evidentemente no salió. Rebuscó, por todos los armarios, cajones, estanterías, cajas…. Todo lo que encontró fueron objetos personales. En la habitación de ella, que tenia una cama excesivamente pequeña para ser de matrimonio, solo encontró ropa interior demasiado atrevida para aquella mujer, algunos juguetes eróticos y un par de botes diferentes de lubricantes aromáticos. No tenia ni idea si su madre también tenia esas cosas, lo que si que quedaba claro era que aquella mujer era activa sexualmente. No era lo que buscaba, aquello era insuficiente. Tampoco tenia esperanzas de encontrar información tan rápido. Aquella habitación tenia una puerta que daba acceso a una planta superior privada. Ana no se la había enseñado. Un pasillo estrecho daba a una escalera corta, a un descansillo, y para su desgracia a una puerta que parecía cerrada con llave. Por el cristal veía que era una terraza pequeña con una zona de descanso sencilla. Si, sencilla, pero bonita. Volvió a bajar. - ¿No esta? Marcossss!!!- Era la voz de su padre. Se le heló la sangre. Aquello era una ratonera. Si salia por la puerta, sabrían que estaba espiando. - Si que se ha ido rápido. Si no hemos tardado nada en volver.- Esa era la voz de Ana, y sonaba muy cerca. - Mejor.- dijo con una risita su padre.- Eso quiere decir que acaba de salir, no tenia llaves verdad? Vamos a aprovechar ahora, que por la noche seguro que te oye gritar. - Tu si que vas a gritar, suplicando que te deje correrte otra vez en la boca. Hoy te voy hacer sufrir de lo lindo. Hay dios, pensó. Estaban en la habitación y estaban apunto de hacerlo. Miró por una ranura de la puerta. Sí allí estaban, encima de la cama besándose. - Joer, me van a pillar.- se dijo para si mismo. Luego comprendió, que aunque no fuese de gran ayuda, puede que grabarlos le fuese útil a su madre. Era arriesgado, pero desde aquella zona, era fácil poder espiar sin que lo viesen. Sobre todo si mantenían solo la luz de la mesita de mesa encendida, y se dedicaban a follar tumbados de forma aburrida. Pronto descubrió que tanto su madre, como él, estaban equivocados. Aquella pareja si estaba por el sexo. Los gritos orgásmicos de Ana empezaron casi al instante. Una locura, que le ponía a él, con su juventud y sus aventuras, por los suelos en lo que era sexo salvaje. Ana no se cortaba, animaba a su padre a reventarle, a que le diera fuerte y que la metiera profundamente. Fueron solo unos pocos minutos, en los que su padre se puso encima de ella, en la clásica postura del misionero, y descargo toda su furia y energía. Era excelente postura para poder gravarlos. Parecía que habían acabado. - Vas muy bien, te falta fondo, pero ya no te corres tan rápido. - Dijo Ana saliendo de debajo. - Hoy te has ganado el premio. Se escondió tras la puerta rápidamente. Ahora era mejor que no los espiara. Esperaría a escuchar gemidos de nuevo. - Joder que culo tienes. Como me gusta esto. Que maravilla. - Tu dejame hacer. Voy a sacarte todo lo que tienes. Tuvo la tentación de mirar. Estaban ya metidos en faena, y era el momento. Se quedó blanco cuando al mirar, se encontró a Ana subida sobre su padre, en la postura inversa, cabalgando de forma lenta y sensual. Su padre estaba tumbado y quedaba tapado por el cuerpo de ella. Pero a ella, la tenia justo en frente, a muy poca distancia. ¿Lo había visto? Se volvió a esconder rápidamente. Estaba seguro que ella lo había visto, lo había mirado, e incluso había sonreído un poco. Se le puso completamente dura con la visión de su cuerpo. Tenia unos pechos enormes y duros, blancos, con unos pezones bien marcados. No se la veía tan gorda desnuda. Las curvas eran marcadas y sensuales. Joder, pensó, se había excitado con aquella mujer? Lo tenia claro, era puro fuego, y conociéndola, era normal que su padre se perdiera. Siendo sincero, a él mismo le gustaría probar aquella mujer. Se había excitado mucho. Ahora no iba a mirar por espiarlos, era por pura excitación. Su pene había tomado el control. Se quería ver follar aquella mujer. Se asomó, y fue consciente de que ella lo estaba viendo. No era difícil ser consciente, le había giñado un ojo, le sonreía mientras gemía y se corría, e incluso se había llevado un dedo a la boca para que indicarle que se mantuviera callado. Quería que participara como espectador. Ella estaba tumbada entre las piernas de su padre y movía las caderas de una forma que no había visto nunca moverlas. Sabía que su padre se lo tenia que estar pasando en grande. En su mente se hizo la visión de ver aquel culo, mostrando el sexo abierto siendo penetrado. Él ya se habría corrido. Solo de pensarlo creía que se iba a correr. Ana volvió a realizarle un gesto. Que mirase, que mirase con los dos ojos? Y señalo la polla de su padre. Y se señaló la boca. - Joder, quiere que vea como se corre en su boca.- Se dijo casi en voz alta. - Esta mujer es una obsesa. Posiblemente ella podía verlo tan bien que interpretó su cara. Le hizo una negación con el dedo. Y volvió a indicarle que mirase. En ese momento, ella podía comunicarle lo que quisiera, sus muslos y su coño tapaba cualquier tipo de visión o sonido que pudiera llegar a su padre, y este parecía muy entretenido comiendo aquel coño rubio. Mientras masturbaba a su padre, y empezaba a chupar la punta, otro mensaje muy claro. Le señaló a él y le hizo el gesto de masturbar. Luego otro dato, se señalo a ella misma, y a su padre, y luego a él. Ese mensaje era claro, si no se masturbaba, se lo diría. - Comemela, ya!!!- Dijo su padre sacando un poco la cara de entre aquellos muslos.- No aguanto. - Te dije que te iba hacer sufrir. Quiero que sea divertido. Quiero ver como te corres poco a poco, y si no lo consigo me voy a enfadar. - Esto ultimo, lo dijo mirándolo a él, y señalándolo. Ahora no había duda, quería verlo como se masturbaba. El tenia unas dudas enormes, pero estaba completamente salido. Tenia una carga de semen enorme pendiente de ser descargada. La imagen de Ana comientole la polla a su padre, de forma sensual y lenta, no ayudaba. Empezó a tocarse. Ana le sonrió con la polla en la boca. Le hizo un gesto otra vez. El mensaje era claro. Su padre no veía, así que quería que se asomara un poco y le dejara ver como se masturbaba. La pareja parecía estar disfrutando muchísimo. Y él, apoyado en el marco de la puerta, con la polla completamente fuera, se masturbaba completamente fuera de sí. Se corrió al instante con la sola visión de la boca de Ana expulsando el semen que no podía tragarse. Chupando con vicio el tronco y recogiendo las gotas para que no se escaparan. No era que se tragara el semen por placer, lo estaba haciendo de forma visible para que él lo viera, para excitarlo aún más. Justo cuando dejó de correrse, comprendió el enorme error que había cometido. La primera eyaculación había salido violentamente, con demasiada fuerza, a presión, y había cruzado casi la habitación. Ahora estaba allí en medio, y el no podía ir a limpiarla. Entró otra vez a su escondite, presa del pánico. Hizo la ranura de la puerta lo más pequeña que pudo, mirando acojonado si llegaba su fin. - Toma, anda, limpiate. - Le dijo Ana tirandole una toalla.- Y no te muevas, aún no he terminado. Completamente desnuda, se dirigía hacia su escondite. Llevaba una toalla en la mano, una pequeña, la dejó caer muy hábilmente encima de su corrida, se agachó a recogerla, limpiando aquella enorme mancha. Su padre ni se enteró, estaba demasiado concentrado en no olvidarse de respirar. Ana entró en el pasillo y cogiéndolo de la mano, lo llevó escaleras arriba. - Eres un autentico semental, niño. Te ha gustado el espectáculo? Estaba demasiado cerca de él. Podía sentir su calor, su sensualidad. Quería follarsela. Ponerla cara a la pared, y darle con todo lo que tenía. - ¿No respondes? - Le metió la mano entre los pantalones.- Te has corrido como un elefante, no puedes negar que te ha gustado. Le sacó la polla, sin que él se opusiera, o hiciera ningún tipo de gesto. Estaba demasiado sorprendido por todo. Ella se agachó y se la chupó. - Me gusta tu semen. Pero quiero probarlo en serio. ¿me dejarías?.- Y lo besó en la boca. - Estoy segura que puedo enseñarte muchas cosas a ti, y de paso podrías darme la caña que me falta y tu padre no me da. Él solo pudo asentir con la cabeza. - Mira, si quieres volver a espiarnos, cosa de la que estaré encantada de que hagas, solo tienes que mirar en esta repisa. - Sacó una llave del marco.- Salgamos. La terraza era más grande de lo que parecía, y en un lado había un sofá bajo una cubierta de madera. Las vistas daban a la montaña, y ella podía ir completamente desnuda que nadie la vería. - Ese muro da al terrado de la escalera. Es fácil saltar, por eso cerramos con llave. Encontraras otra llave en el comedor. Si estas fuera, puedes entrar por aquí y espiarnos follar. - Y le guiñó un ojo. - Sal a la calle bajando por la escalera y date una vuelta. Cuando estés tranquilo vuelve. Pero danos tiempo a terminar. Eso hizo. Estuvo como una hora fuera de casa, supuso que era tiempo suficiente para un segundo asalto largo. Ya estaba calmado, tenia hambre y no encontraba nada que hacer. En su mente solo había sitio para aquellos ojos azules mirándole mientras el se corría en su boca. Su madre estaba equivocada. Aquella relación era solo puro sexo. Era, seguramente, orgía tras orgía, perversión tras perversión. Y ahora Ana lo había incluido a él en la ecuación. Miró un par de veces el video. Los gritos de Ana podían ser fingidos, pero no se lo parecía. Aquella mujer vivia el sexo, lo disfrutaba de verdad, y no le daba ningún miedo reconocerlo. Él también quería una mujer así en su vida. Cuando llego a casa, ellos ya estaban fuera de la cama, vestidos y preparados para salir. - Marcos, sabes si el colmado esta abierto ya? - Le pregunto su padre. - Creo que si. - Bien, bajamos otra vez rápidamente, que antes no pudimos comprar. Nadie hizo preguntas, ni se sorprendió por aquella extraña situación. Los tres tenían algo que esconder. Aunque Ana parecía no querer esconder nada y se mostró excesivamente cariñosa con él. Cenaron en casa y luego salieron juntos a beber y conocer la escasa actividad nocturna de aquel pueblo. No era la mejor temporada y eso estaba claro. Encontraron un bar tranquilo y pasaron un par de horas hablando con tranquilidad y conociéndose. Cuando volvieron, su padre estaba visiblemente perjudicado por el alcohol. Marcos, solo estaba algo mareado, estaba mucho más acostumbrado a beber que su padre, parecía. Quien no parecía nada afectada, era Ana, que se había controlado muchísimo al beber. En aquella situación no había mucho más que hacer, todos se fueron a dormir, y la noche estuvo tranquila, aunque a marcos no le dejaban de venir imágenes de sexo duro, iguales a las películas porno. Le costó dormir, debatiendo si masturbarse pensando en Ana, o esperar por si la fortuna le sonreía y podía follársela con todo. Follar con ella, quizás era demasiado, pero no lo veía improbable. Si se la encontraba a solas, lo intentaría. Soñó que follaba con ella a lo loco, dejando en el acto hasta el ultimo aliento. Que le destrozaba el coño con embestidas fuertes. Que follaba como un animal y ella lo gozaba con esos gritos que ya se le habían metido en la cabeza. Sintió una fuerte erección, de aquellas que duelen, de las que con pantalones, aprieta y queda visible el tronco. Estaba medio despierto, necesitaba liberar a la bestia. Se estaba imaginando a Ana, en la misma postura en la que se puso en la tarde anterior, arrodillada y chupándole la punta llena de semen. Solo que esta vez, era para comérsela de verdad, para que el violento orgasmo acabara dentro de su boca. No podía aguantar, el sueño de estar con Ana y que esta se la comiera, era demasiado real. Incluso podía sentir como se la comía lentamente mientras lo miraba con aquellos ojos azules y aquella sonrisa de adicta. - Incluso siento la humedad de su boca.- Murmuró despertándose. El sol estaba apunto de salir, podía ver claramente los primeros rallos. Aun era pronto. Alargó la mano para sacar la polla de su prisión. - Peroooooo!!!!- Exclamó sorprendido. - Si que has tardado en despertarte, ya pensaba que te ibas a correr dormido. Ana, metida entre sus piernas, tumbada con casi medio cuerpo fuera, masturbaba su enorme miembro mientras lo chupaba lentamente, como si fuera un helado. - Que pollón tienes tu también, niño, de largo creo que es como el de tu padre, pero definitivamente es más gordo. Menudos sementales he encontrado. Se metió la polla en la boca de nuevo y continuo chupando. - Pero que estas haciendo?- Marcos estaba apunto de correrse, su mente no le funcionaba correctamente. - Intentar que te corras en mi boca. Estoy apunto de conseguirlo. Pero si no quieres, paro. - No, no, nooo. Ana, que era toda una experta en conseguir que los hombres se corrieran, había comenzado a masturbarle rápidamente, metiéndose la polla en la boca con velocidad. Marcos no fue capaz de resistir aquel ritmo y enseguida sintió como el semen se le acumulaba apunto de explotar violentamente. Y así lo hizo. Ana no paró en ningún momento, controlando a la perfección la intensidad del trabajo que le hacía, para acompañar los espasmos de las eyaculaciones, con el movimiento de su boca. No sacó su boca en ningún momento, y el semen que se escapó, volvió a recogerlo con la lengua al terminar. Para Marcos, había sido el orgasmos más intenso y largo de su vida, también el más excitante y en la situación más extraña. Se puso a pensar, tenia narices que el mejor sexo hubiera sido oral con la novia de su padre. Aquella experiencia era insuperable. Pero aquello no era normal, le había robado la pareja a su padre. Que clase de hijo era. Ana parecía que le leía la mente. - Ep!!! Tu tranquilo, tu solo quedate con lo bueno de la experiencia.- Se acerco y lo besó en la boca.- Déjame a mi, y no pienses en tu padre. - No pienso en él, lo que pienso es en reventarte ese coño rubio que tienes, para que puedas comparar. Potencia o experiencia. Ana se hecho a reír, y se subió encima de él. Hasta entonces no se había dado cuenta que estaba en ropa interior. Ana se desabrocho el sujetador y liberó aquellos dos enormes pechos. Cogió una de las manos de Marcos y la guió hasta su coño. - Mira, mete un dedo. Crees que este coño se puede quedar sin catar esa polla enorme que tienes? Si estoy que no puedo más. Marcos no quiso esperar, su polla palpitaba aun con reminiscencias del ultimo orgasmo, y estaba aun medio dura. Podía correrse fácilmente de nuevo, tenia las hormonas del sexo por las nubes. Quiso darle la vuelta, inmovilizarla y metersela violentamente. Pero descubrió que Ana era ágil, enormemente ágil, flexible y con una fuerza sorprendente para una chica de aquella estatura. - Ningún hombre ha conseguido nunca imponerse a la fuerza. Aprenderás, como ha aprendido tu padre, que en el sexo, mando yo, y solo yo. Vas a follarme, pero no aquí. Los gritos despertarían a tu padre. - Se incorporó, y lo tomo de la mano.- Siguemé. Marcos se puso nervioso al comprobar que se dirigían a la habitación de la pareja. Intento dejarse llevar, controlando los nervios. Respiró al ver que entraban por la puerta que llevaba a la terraza privada. - Arriba puedes darme con todo, yo puedo gritar, y tu padre no se despertará. De paso le damos un poco de alegría al pueblo. Veamos si consigues sacarme gritos que se escuchen desde el otro lado del pueblo, y al medio día todo el mundo pregunte quien era esa mujer.- Le dijo casi susurrándole al oído mientras le acariciaba una polla que iba al aire y completamente dura de nuevo. Y Marcos cumplió con su parte. La empotro violentamente contra la pared mientras le daba desde atrás con todas sus energías. Ella gritaba completamente desatada a pleno pulmón a los 4 vientos. Sin ningún tipo de complejos o de control. - Desgarrame el coño, destrozarme, dame más fuerte.- Lo animaba. El coño de aquella chica parecía no tener fin, su polla se deslizaba con sorprendente facilidad, y por fuerte que la metiera, ella lo único que hacia era gemir de placer. Independientemente de si realizaba un movimiento violento, la metía profundamente de golpe, o le pegaba en la nalga con la mano. Hiciera lo que hiciera, ella gritaba de placer, y su coño respondía mojándose y eyaculando, haciendo que la polla resbalara aún más. Desesperado por no conseguir domar aquella mujer, la tumbó en el sofá y encima de ella, usó todo su peso y fuerza para conseguir tener ese polvo desesperado que consiguiera que ella cediera y le demostrara que ya había tenido suficiente. Lo único que consiguió fueron más gritos de ella, y su propio orgasmo. Un orgasmo descontrolado, que no pudo evitar que fuera dentro del coño de ella. Cuando se quiso escapar para correrse en su cara o sobre aquellos dos golosos pechos, descubrió que ella lo tenia apresado con aquellos dos enormes muslos. Descargó todo lo que tenia dentro de ella. - Espera, no te muevas, dejala dentro. - Dijo Ana mientras lo besaba. - Has estado a punto de conseguir que llegara al limite. Eres el hombre que más cerca ha estado de conseguir que me quedara saciada con un solo polvo. Y eso es mucho. Marcos la miraba intentando entender que quería decir con aquello. Ahora, pasada la excitación comprendía lo que había hecho. Estaba compartiendo mujer con su padre. Aquella mujer era una diosa del sexo, sumamente inteligente. Se había follado al padre y al hijo. - Te mereces un premio. Uno épico.- Se levantó como si quisiera que el semen se quedara dentro de su coño y no se escapara. - Sígueme, vas a ver como cumplo una de mis mayores fantasías sexuales, y tu estas en ella. Dejate llevar. Los dos desnudos, chorreando de sudor y fluidos sexuales, bajaron de nuevo por aquella escalera. - Ves, tu padre no se ha enterado de nada.- Le dijo al oído. - Siéntate en ese sillón y coge aire. Mantén el silencio y observa. Ana se montó sobre su padre, y besandole, fue sacando la polla de entre las sabanas y se la metió en aquel coño lleno de semen. Marcos, vio aquella perversión como algo completamente nuevo y excitante. Su padre la estaba metiendo en el coño que acababa de llenar él. Los instintos primarios de cualesquier joven era poder demostrar a su padre que podía fecundar a una hembra mejor que el progenitor. Comprendía que era el juego de Ana. La perversión del hijo era follarse a la mujer del padre, sin ser su propia madre. La del padre, era sentirse orgulloso de su hijo y disfrutar del trabajo realizado. - Que es esto? Tienes el coño fantástico, como se desliza. Me vas a matar. - Decía su padre mientras disfrutaba del movimiento sensual de Ana. - Te gusta, eh!!! ves como tienes que hacerme caso.- Miró a Marcos y le indicó que se acercará.- Tu hijo es el responsable de esto. Entre los dos, hemos prepara el terreno. Te gusta el regalito especial? Miró a su hijo, loco de placer, sabiendo que aquello tan placentero que sentía, era los fluidos de su hijo. Pero no podía parar. Era demasiado placentero, y Ana se movía como una autentica maestra, y tumbada sobre él, controlando la penetración, era imposible no correrse cuando ella se lo proponía. Marcos vio como su padre se corría descontroladamente dentro de aquel coño ya inundado. Se estaba excitando con la escena y con el olor a sexo que adquiría toda la habitación. Pensó en Ana. Aquella mujer desprendía un aura calida, un aroma que hacia que fuera imposible no desear follártela, por muy exprimido que estuvieras, por muy acostumbrado que estuvieras a follarte mujeres jóvenes con cuerpos perfectos. Porque Ana era la diosa del sexo. Y podía enseñarles muchas cosas a los dos. - Ven.- Le dijo a marcos, sin sacarse la polla de su padre del coño.- acercate. Le dijo algo al oído, algo que su padre no pudo escuchar. Se tumbó encima y comenzó a besarlo, mientras poco a poco liberaba la polla de su inundada prisión. Marcos, obediente como un perro domesticado, cumplió los deseos de Ana, y colocándose detrás de ella, esperó a que terminara de salir la polla de su padre y la metió el a continuación. Aquella era la orden de Ana, que él también experimentara el placer de meter la polla en el coño caliente recién regado. Para Marcos, lo que podía parecerle una guarrada o depravación, ahora era un autentico placer. Ana gimió como loca al oído de su padre, intentando excitarlo al máximo. - Ves, mira lo que tu hijo hace por ti. Esto lo hacemos para tí. Mira como me destroza, mira como me corro. Ana tubo un fuerte orgasmo tumbada sobre su padre. Pero Marcos había recibido instrucciones precisas, e iba a cumplirlas. La voluntad de Ana se debía cumplir siempre, pues llevaba a nuevas fronteras del placer. Sin pensárselo, cogió la polla de su padre, que estaba dura de la pura excitación de vivir el orgasmo de Ana a manos de su hijo, y la introdujo en el coño aun húmedo de ella. Se acomodó y apuntó su polla. ¿destino? Su culo. Ahora, con un control absoluto, y con un territorio inexplorado para él, pensaba en conseguir reventar aquel culo, como venganza de no haber podido apagar el fuego de aquella mujer. El trío fue salvaje, y si antes los dos hombres habían pensado que Ana tenia orgasmos demasiado animales, ahora serían conscientes de que podían ser aun más intensos. Ambos se corrieron en sus respectivos agujeros mientras ella gritaba con todas sus fuerzas. - Si, si siiiiii. Por finnnnnnn!!!!!! El grito de Ana desgarró la misma realidad, atravesando las paredes y paralizando los corazones de los dos hombres. Sabían, que habían conseguido atravesar la barrera infranqueable del placer de Ana. Por fin estaba saciada. - Dios, que bien. Habéis cumplido. - Dijo jadeando. - Es el mejor polvo de mi puta vida. Me duele todo. Que orgasmo dios….. Padre he hijo se miraron sonriendo. Habían derrotado a la bestia. Habían conseguido domar a la yegua, pero se daban cuenta que solo era una ilusión y que continuaban bajo su mandato. - Veis, tenéis que hacerme caso. El mejor sexo para un hombres es cuando la mete en caliente, disfrutando de un coño compartido. Cuando se juntan en su polla el orgasmo de ella, con el orgasmo de otro hombre. Y que mejor manera de compartir un coño que entre padre he hijo? Ellos callaban exhaustos. Ella dominaba aquel ámbito, ella tenia el control. - Para los dos era la primera vez, verdad? Supongo que de ahora en adelante no seréis capaces de tener sexo normal. Ahora los dos sois míos. - Ana!!- Dijo Marcos absorto sentado en el sillón.- Podemos corrernos los dos en tu cara? Ana se rio con una fuerte carcajada, se levantó y sentándose en su regazo, tomó la polla con la mano. - Así me gusta, que expreses tus fantasías. - Miró al otro hombre que continuaba en la cama. - Dejamos para la noche un polvo tranquilo? Seréis capaces de cumplir? Ambos asintieron con la cabeza. Desde ese mismo instante, preferirían morir, a no cumplir un deseo sexual de aquella mujer. Una mujer en su casa, a solas, tardaría en descubrir que había perdido la batalla. Había perdido a un marido, y ahora a un hijo. Mas cornuda no podía ser. Pero se vengaría.

Autor: armando Categoría: Incesto

Leer relato »

Mi experiencia en el sector del telemarketing

2019-08-16


El ser jefazo en un sector como el del telemarketing tiene sus cosas malas. Pero también sus cosas buenas. Mónica fue la primera que me lo enseñó. Al final me pasó como a tantos otros de mi generación. Estudié una carrera, realicé un master, cursos de todo….pero al final lo de encontrar trabajo fue una locura. En un par de años estuve en varias empresas, hasta que terminé en el sector del telemarketing. Es un sector duro, con mucha movilidad, sueldos y condiciones de mierda…..pero necesitaba trabajar ya que había empezado a vivir con mi pareja y los gastos se acumulaban. Afortunadamente tras varias experiencias desastrosas terminé en una empresa que, lejos de la venta del telemarketing, se dedicaba a prestar atención telefónica a usuarios de un servicio público, de una administración. Las condiciones eran buenas y el trabajo no era excesivamente duro. Y encima tuve bastante suerte, ascendiendo rápido a jefe de equipo. De esta forma tenía bajo mi cargo un equipo de unas 10 personas y me dedicaba fundamentalmente a motivarlos, controlar su desempeño, realizar escuchas, organizar horarios, decidir si se renovaban contratos y cosas así. Era jodido a veces, pero me sentía muy cómodo, la verdad. Y encima el sitio de trabajo, en Sevilla capital, estaba a poca distancia de mi casa. En como suele ser habitual en ese sector, la mayoría eran chicas y mujeres. Más de una vez me encontré mirando un culo o un par de tetas, pero no pasaba de allí. La verdad es que estaba bien con mi pareja y no quería jaleos. Pero el tiempo pasaba y había situaciones que no pude dejar escapar. Con Mónica fue la primera. Mónica había entrado hacía cuatro meses en la empresa. Era una chica de treinta y pocos. Pecosa, tirando para pelirroja, piel blanca, ojos claros, algunos kilos de más. Una vez me había contado que su familia materna era de origen danes. Se le notaba. Estaba casada con un crio de algunos años. Cuando le faltaba poco para terminar el contrato empezó a hablar más conmigo. Cualquier situación parecía buena para charlar. Yo sabía que lo que le pasaba es que sabía que su renovación o no dependería de mi informe. Y aquella situación me gustaba. La verdad. Quizás fuera una situación injusta, o no, pero me gustaba. Sabía que esos cafés en los que ella aparecía, esas sonrisas o esas conversaciones tenían para ella un objetivo, pero me daba igual. Cuando le faltaba una semana más o menos para la terminación del contrato le hice una jugada. Teníamos el encargo del cliente de mantener las lineas abiertas durante un par de horas más de lo normal un viernes noche, ya que había surgido un problema en otra plataforma. Mi equipo debía ser el encargado, pero dado el horario que sería sólo serían necesarias un par de personas. Vi la ocasión y no la perdí. Le dije a Mónica que había que mantener el servicio abierto y que yo me quedaría para cubrir ese hueco y que me gustaría que, aunque no estaba obligada a ello, se quedara ella también. Me comentó que lo tenía que hablar con su marido y tal y que me diría lo que fuera al otro día. Yo sabía que, dadas las circunstancias, iba a decir que si Y sí fue. La respuesta al otro día fue un sí, tal como me imaginaba. No sé si fue queriendo o sin querer, pero me soltó que su marido se iría con el hijo a casas de sus abuelos ya que saldría tarde del trabajo un viernes y, la verdad, eso me envalentonó. Fue decirme eso y ya me la veía a cuatro patas recibiendo mi leche. No sé si fue, ya digo, un comentario inocente o no, pero en mi jugó un papel determinante ante aquella situación. Ese viernes le había dicho a mi mujer que volvería tarde porque tendría trabajo hasta las tantas. Ella no mostró sorpresa ya que mis horarios más de una vez conllevaban eso. Llegué al trabajo y solo miraba la puerta para ver cuando entrara Mónica. Entró un par de minutos antes de empezar su turno. Unas zapatillas de deporte NB de color rosa, unos vaqueros y una camiseta sin mangas blanca. Una sonrisa al pasar a mi lado y a empezar la jornada. Fueron pasando las horas hasta que nos quedamos solos. Y entonces ataqué. Viendo que el trabajo era apenas ninguno y tal, me acerqué a ella. Ella estaba con el móvil, sin trabajar tampoco, porque como digo a aquellas horas las llamadas eran casi inexistentes. -Qué tal? Hablando con el marido? -Si, si. Me decía que mi hijo estaba ya acostado. -Es que estas horas…. -Ya te digo. -En mi casa, igual seguro, todos acostados. Pero yo ya con el jaleo del trabajo….deseando que termine la jornada pero ya verás para coger el sueño. Pensando en tomarme una copa que estoy. - jajajaj, que te gusta un bar. -Estas horas es lo que tiene! Oye, podías apuntarte a la copa. Una y verás como duermes más relajada. Además, si no te espera nadie en casa….. Vi la duda reflejada en aquellos ojos, pero la respuesta fue la que esperaba. Que vale. Me volví a mi sitio medio morcillón ya. Cuando llegó el final de la jornada laboral bajamos juntos al parking hablando de chorradas. Nos despedimos del guardia de seguridad y nos dirijimos a los coches. -Bueno, ¿dónde vamos a ir a por esa copa? - le dije inocentemente. -Donde tú quieras. Yo sabía que ella vivía en Alcalá de Guadaira, a las afueras de Sevilla, así que le dije un sitio de Sevilla Este que no le caería mal de camino a casa. Ella conocía el sitio. Obviamente me decisión no había sido casual. Había elegido un sitio tranquilo, donde tomarnos no una, sino varias copas, sin peligro de ser reconocidos. Cada uno nos fuimos para allá en su coche. El que llegara primero debía avisar por whatsapp. Lo hice yo el primero. Pero ella no tardó mucho. Nos sentamos en la terraza del sitio y pedimos un par de copas. Ella ron. Yo ginebra. Era un sitio bastante concurrido, pero por una gente joven que era difícil que nos conociera. La conversación fue sobre chorradas. En el fondo yo creo que ambos sabíamos que iba a pasar aquella noche, pero ya sabéis que pasa en estas ocasiones. Charla intrascendente. Habíamos dicho una copa, pero a esa primera le siguió una segunda. Durante esa segunda copa, en medio de la charla sobre gilipolleces, le saqué el tema de la renovación. Le comenté que me gustaría que siguiera con nosotros, pero que no me lo estaban poniendo fácil. Que la idea de la empresa era ir rotando gente, pero que yo estaba luchando porque la renovaran. Ella me dijo que estaba muy contenta en el trabajo, que lo necesitaba y que, por favor, yo hiciera lo posible por conseguirlo. Le dije que no dudara de mi interés en que siguiera. Esa caía esa noche. Fui al baño y pagué la cuenta. Cuando volví a la mesa le dije que ya estaba todo pagado y no acepté sus protestas ni su dinero. Le solté, de forma inocente pero con toda la maldad, que ya que estaba sola en casa, invitara a una última copa en su casa a cambio de mi invitación. Sus ojos lo decían todo. El no saber que hacer ante aquella propuesta. Pero aceptó. Me dio su dirección y nos fuimos, de nuevo, cada uno en su coche. Me costó aparcar cerca. Pero al final lo hice. Ella ya me había avisado de que había llegado, ya que tenía parking. Mentiría si dijera que iba tranquilo, iba con el corazón a mil, medio empalmado y loco por follarme aquel cuerpo. Vivía en un bloque de pisos modernos. Un pequeño jardin con una valla que daba acceso a un pequeño pasillo. Allí llamé al número que ella me indicó. La puerta se abrió y me encaminé al ascensor. Vivía en el segundo. Subí y me esperaba en la puerta. Me dijo que no hiciera mucho ruido que no quería jaleo con los vecinos. Nos encaminamos dentro, mi mirada clavada en aquel culo. Era un piso bastante cómodo. El salón tenía un chaisselong de color gris, una pantalla gigantesca, una mesita y juguetes del niño tirados allá y acá. -Perdona el desorden, pero ya sabes que… -Jjajaj, no te preocupes. Sé lo que significa tener hijos y tener nuestro horario. -Ya ves. Qué quieres tomar? -Si tienes ginebra…. -Si, claro. Te preparo algo y vengo. Se fue para la cocina y me dejó allí sentado. Mis ideas eran claras. Cuántas veces habría follado Mónica en aquel sofá con su marido? Cuántos gemidos habría soltado allí? La situación me tenía a mil. Al poco volvió con las dos copas y de nuevo empezó la charla intrascendente. Pero yo no pensaba dejar escapar la ocasión y cuando llevaba la copa a medias me lancé al cuello. No sabía si me llevaría un ostión o no, pero me lancé. La respuesta de ella fue dejar de mi boca y mi lengua recorrieran su cuello mientras mis manos apartaban su pelo. Sentía como su respiración se disparaba. Y aún lo hizo más cuando mi mano fue a sus tetas. Unas tetas grandes pero firmes. Joder. Notaba sus pezones duros. Esa tía estaba caliente a mil, algo que pude volver a comprobar cuando mi mano entró en sus vaqueros y se topó con un coñito depiladito y húmedo a tope. La miré a la cara y solo le dije una cosa: “voy a reventarte a pollazos”. Me aparté de ella un poco y me bajé los pantalones. Mi polla lucía erecta y no hizo falta decir nada para que Mónica se fuera directa a ella. Vaya mamada me hizo la tía. Tras esa cara de niña buena se escondía una buena zorra. Sabía lo que hacía con la lengua, recorriendo una y otra vez mi polla, ensalivándola de lujo. Todavía recuerdo y me pone a mil como jugaba con mis huevos con su lengua. Había pensado mil formas de follarme aquella tía, pero la realidad estaba siendo la mejor. Le apretaba la cabeza contra mi polla y se la metía entera. No parecía molestarle. Como me tenía la tía. Pero en mis planes no entraba correrme en su boca. Iba a correrme dentro de su coño si o si. Le dije que se apartara y que se desnudara. Vaya cuerpo tenía. Una piel blanca sólo “manchada” por unos pezones rosados, una pequeña línea de pelo en el coñito y un par de tatuajes: una mariposa en una cadera y el nombre que compartían su marido y su hijo escrito en la espalda sobre el culo. Yo me desnudé al mismo tiempo. Y tras meterle la lengua en la boca le dije que siguiera comiéndome la polla. Allí de pie en el salón, con ella de rodillas a mis pies, con mi polla en su boca, mi mano apoyada en su pelo rizado…… joder como me tenía. Me encantaba sentir esa punta de la lengua en mi polla, en mis huevos…. Pero me iba a hacer que me corriera y no quería. La levanté y la puse en el sofá tumbada para lanzarme a comerme el coño. Lo tenía superhúmedo. Tenía un sabor dulzón. Me gustaba. Lo saboreaba con placer mientras sus gemidos iban creciendo. Aquella tía estaba consiguiendo que aquella noche fue la de mi mejor polvo. Me agarraba la cabeza y me la hundía contra su coño al tiempo que decía que no parara. Allí estaba yo relamiendo aquel coñito, saboreando sus fluidos, disfrutando de sus gemidos y del tacto de sus dedos en mi piel. No podía más. Me agarré la polla y se la metí sin miramientos en el coño. Se deslizó hasta dentro gracias a lo mojada que estaba. La respuesta de Mónica fue agarrar mi culo y rodearme con sus piernas, pidiendo que la follara. Joder con Mónica. ¿Sabría su maridito lo que se escondía tras esa mirada de niña buena de su mujercita? Sentía mi polla en su cuerpo, mis huevos golpeando contra su cuerpo, mis ojos anclados en sus pupilas dilatas…… El movimiento de sus tetas ante mis acometidas era hipnótico. Las gotas de sudor que recorrían su cuerpo se multiplicaban al ritmo de mis pollazos. Pero no me iba a correr así. La hice girarse y ponerse a cuatro patas. Así veía el tatuaje que llevaba. Y veía su culito. Por un momento pensé en reventarle el culo, meterle la polla en el culo y escuchar sus gemidos ante ello. Pero al final se la metí de nuevo en el coño. Y empecé a follarla todo lo duro que podía. Me encantaba el movimiento de su culo ante mis movimientos. Me dedos se clavaban en su culo, dejando marcas rojizas en su blanca piel. Le di un bofetón en el culo y el rojizo que apareció hizo que mis acometidas fueran a más. Quería que mi leche la llenara, que su interior se viera relleno con mi lefa. Recorrí su cuerpo con mi mirada. Desde el pelo rizado caído a un lado del cuello, su espalda blanca salpicada de sudor, su tatuaje sobre el culo, su culo mezclando el blanco con el rojo, y al final mi polla entrando y saliendo ella, rebosante de sus fluidos que goteaban contra el sofá Joder, me iba a ir. Entonces vi la foto. Era una foto que estaba sobre un mueble del salón. Se veía a Mónica y a su marido abrazados y contentos en uno de sus viajes. Me quedé con la mirada fija en aquella foto mientras se la clavaba. No conocía al marido. Pero me podía la situación. Ver aquella foto de ambos. Su marido ahora descansaría tranquilo sin imaginar que su mujer estaba abierta de piernas frente a mi, recibiendo mis pollazos y deseando recibir mi leche. Lo miraba y pensaba...mira tío, que guarra es tu mujer….mira como folla la zorra. Y encima en ese momento vi el anillo en el dedo de Mónica. El anillo de casada. No pude más. Mis manos apretaron su culo y de un último pollazo, con un gemido, se lo solté dentro todo. Fueron cuatro o cinco chorreones enormes. No se merecía menos Mónica. Sentía, con una sonrisa, mi leche derramarse dentro de ella ante mi respiración agitada y sus gemidos. Necesité luego un buen rato para recuperarme, antes de vestirme y tirar para mi casa. Por cierto, mi informe para su renovación fue positivo.

Autor: sevillano Categoría: Infidelidad

Leer relato »

Mi vida con mi abuelo. Dominación, filial.

2019-08-16


Mi abuelo solía decir que, al igual que nosotros ordeñábamos las vacas, un día él me ordeñaría a mí, pero que antes tenían que crecerme las tetas. Nadie sabía que yo existía, y vivía con mi abuelo desde que nací, en una casa en el monte. No sabía quiénes eran mis padres, o cómo había llegado allí, pues todos mis recuerdos estaban en aquella casa. Mi abuelo me decía que nadie sabía de mi existencia: el parto había ocurrido en la misma casa y nadie notificó nunca que, quien fuese mi madre, estaba embarazada. Así que, por unas cosas o por otras, vivía sola con un señor mayor, en mitad del campo y a un par de horas del pueblo más cercano. Nadie me echaba de menos. Con 6 años solía pensar que en el mundo sólo existíamos mi abuelo y yo, y que todo lo que pasaba en el campo, era natural. Era natural que yo hiciese las labores de la casa desnuda en verano, era natural que mi abuelo me pellizcase los pezones, era natural que a veces durmiese en el suelo junto con las vacas que teníamos. Mi abuelo solía decir que, al igual que nosotros ordeñábamos las vacas, un día él me ordeñaría a mí, pero que antes tenían que crecerme las tetas. No recuerdo el primer día que mi abuelo empezó a tocarme mis tetas aún sin desarrollar o mi culo, pero recuerdo, como si fuese ayer, la primera vez que me folló. Estaba en el sofá tumbada, con un camisón, sin hacer realmente nada, mirando al techo, tranquila y relajada, era algo tarde. Mi abuelo estaba delante de mí, mirándome de arriba a abajo como de costumbre, lo cual era normal, mientras él bebía una copa de vino. Parecía que tenía dudas sobre si hacer algo o no, y me miraba tanto con pena a ratos, como con convicción. ¿Te pasa algo, abuelo? —dije mirándole desde el sofá, lo cual pareció darle fuerzas a que se decidiese. ¿Por qué no te quitas el camisón ese que llevas? Hace calor, ¿no? Yo me quité el camisón y me senté con las piernas cruzadas en el sofá, seguía mirándome y bebiendo vino. Anda cielo, vete ya a dormir, que ya se ha puesto el sol, pero deja el camisón aquí. Me levanté del sofá sonriendo, le di un beso de buenas noches y me fui a mi cama, en el cuarto de al lado del suyo. Llevaría un par de horas durmiendo cuando noté cómo mi abuelo entraba en la habitación, se subía a mi cama, me bajaba las bragas y se colocaba encima de mí, cogiéndome el culo, ahora desnudo, con las manos. Yo dormía boca abajo, así que no podía verle la cara. Abuelo, ¿qué…? Shhh, tesoro, tranquila, soy yo. —Dijo mientas me daba un beso en la cabeza. ¿Qué… qué haces? ¿por qué me quitas las braguitas? Cielo, no te preocupes, todo está bien. Pero… Duérmete, ¿quieres, tesoro? no pasa nada, confía en mí. Esa frase me tranquilizó, asentí con la cabeza y me acomodé en mi cama, con mi abuelo aún encima de mí. Pasaron unos segundos y mi abuelo comenzó a tocarme el culo de nuevo, esta vez con más fuerza, agarrando cada nalga con una mano y apretando con fuerza una y otra vez, abriendo y separando las nalgas. Notaba cómo se me hinchaba el culo por el dolor bajo sus manos. - Abuelo, me duele lo que haces —dije susurrando. Shhhh cariño, no pasa nada…no pasa nada —repetía suave en mi oreja, mientras me acariciaba el pelo— Lo estás haciendo muy bien…, muy bien cariño. En ese momento sentí cómo me untaba algo en el ano, que más tarde me diría que usó mantequilla, y cómo introducía poco a poco un dedo en mi culo. Abue… Sh, cállate, me estás poniendo nervioso, o te comportas como una niña buena o te tapo la cabeza con la almohada para que te calles. Me entró miedo y guardé silencio mientras notaba cómo su dedo entraba poco a poco en mi culo, para posteriormente salir y volver a entrar. Era una sensación que no me gustaba nada, me dolía el ano y me quemaba, y cada vez lo hacía más rápido. Yo guardaba silencio con los ojos cerrados con fuerza. - Bien, parece que esto ya está mejor —dijo. — Voy a introducir otro dedo, ¿Vale tesoro? Y quiero que te portes tan bien como hasta ahora. Yo asentí con la cara en la almohada, no sabía lo que pasaba y esto nunca había pasado antes. Él cogió más mantequilla y empezó a meter dos dedos por mi culo, y una vez que los tenía dentro, sentía cómo los separaba, para crear más espacio dentro de mí. Pasarían varios minutos en los que hizo el mismo movimiento: masturbarme el ano y dilatarlo, sin importar que me doliese o me molestase. Salieron lágrimas de mis ojos cuando sacó los dos dedos de golpe de mi culo e introdujo tres en él sin avisar, para masturbarme con ellos con fuerza. Por favor — susurré — no aguanto más, por favor… abuelo, lo que haces… duele. Cariño, tienes que aprender a complacer a los hombres, ¿lo entiendes? ¿Entiendes lo que quiero decir? Yo negué con la cabeza. Él mantenía los tres dedos dentro de mi culo, aunque ahora no movía la mano, sino que paró para escuchar lo que yo decía. —dijo con voz comprensiva y suave — y tienes que hacerme feliz, igual que yo te hago feliz a ti, ¿lo entiendes? Ahora asentí con la cabeza, aunque seguía sin estar muy segura de lo que estaba pasando. Bien, así me gusta, pues ahora voy a follarte, ¿vale? tienes que quedarte quieta. Sacó los dedos de mi culo y con una mano me agarró la cabeza y la aplastó contra la almohada. Supongo que no quería oírme más. Se embadurnó la polla de mantequilla, una polla que era de un señor mayor, enorme y dura, y empezó a meterla en mi culo. Yo me quejaba casi en silencio, y cada vez que me oía quejarme, aplastaba más mi cabeza contra la almohada. He esperado mucho tiempo para esto —dijo mientras terminaba de meterme su gran polla en mi culito de niña recién estrenado. —Y quiero que merezca la pena. Me folló al principio despacio, sin prisa, sacando y metiendo su polla totalmente en mi culo, una y otra vez, y vuelta a empezar. Su polla entrando lentamente por mi ano, abriendo mi culo en dos, dejándola dentro unos segundos, sacándola despacio de nuevo. Volver a meter la punta, el tronco, toda entera: sus huevos chocando con mi culo. Otra vez. Yo lloraba en silencio. Empezó a moverse más rápido, y uno de los dedos de la mano que tenía sobre mi cabeza, lo metió en mi boca, provocándome arcadas. Shh, shhhh… Me ardía el culo, creo que estaba sangrando incluso, y él cada vez sacaba y metía su polla más rápido que la embestida anterior. Su dedo en mi boca impedía que me quejase, las lágrimas por mi cara caían deprisa, al igual que se movía su polla dentro de mí. Finalmente, al cabo de muchos minutos, sentí cómo un líquido salía de su polla para quedarse dentro de mi culo. Yo no entendía nada. Él sacó sus dedos de mi boca y se apartó de mi lado, y dándome un beso en una mejilla me deseó buenas noches. Se fue a su cuarto a dormir.

Autor: Jimena Categoría: Incesto

Leer relato »

El castigo de mi amo en el metro

2019-08-16


Mi amo me obliga a que se la coma a un indigente y dejar que los ocupantes del vagón de tren hagan conmigo lo que quieran. Dominación, lésbico, fantasía. A la mañana siguiente mi marido apenas me miró. Llevaba el atuendo que me había pedido mi amo solo que con una rebeca encima. Cuando entré al metro me la quité, me bajé el escote y como si no lo percibiera exhibí parte de mis pezones frente a la atónita mirada de los hombres y mujeres con los que me cruzaba, que no decían nada. Estaba nerviosa no le había visto pero sabía que estaría allí, en algún lugar, contemplando mis actos. Pasé por delante del primer indigente pero no me detuve hablaba solo con un perro y un gato y olía soberanamente mal. El siguiente, me dije. Escuché música, procedente de algún lugar y la seguí. Me quedé gratamente sorprendida al ver un chico de unos veinticinco años, un macuto en el suelo, una funda de guitarra abierta y una melodiosa voz rasgada que invadía en ambiente. Me paré justo delante de él, parecía extranjero, tenía los ojos azules, barba de varios días algo descuidada y me miraba de arriba abajo. Saqué un billete de veinte euros y lo deposité en su funda. Abrió los ojos sorprendido y me sonrió, apenas tenía unas monedas. Esperé a que acabara la canción para cerciorarme de que fuera lo que buscaba. —Hola, cantas muy bien. —Gracias —dijo guardándose el billete en el bolsillo y dejando las monedas—. Y usted es muy generosa. —No me llames de usted me haces sentir mayor —coqueteé. Él torció el gesto. —Para nada, tiene un físico espectacular. —Estiré un poco el jersey mostrando mis piercings y le vi salivar. —Gracias. ¿Te dedicas a esto?—Se encogió de hombros. —Es lo único que se me da bien, además de algo tengo que vivir. —¿No vives con tus padres? —Negó. —Vine de Rumania con una mano detrás y otra delante hace más de medio año, pensando que con mi voz era suficiente. Ahora vivo en el metro desde que mis pocos ahorros se agotaron. Voy al día, como decís aquí. —¿Eres un indigente? —Me miró resignado. —Podría decirse que sí, aunque trato de que se me note poco, siempre me aseo en los baños, cada día, que viva aquí no significa que me haya abandonado como otros, algún día un cazatalentos me descubrirá y seré un cantante importante. —Seguro que sí, dije relamiéndome los labios. —Y… ¿ligas mucho? —Abrió los ojos con sorpresa y soltó una carcajada. —¿Está de broma? ¿Es una cámara oculta o algo así? —Negué—. ¿Cree que las chicas matan por acostarse con alguien como yo? —¿Y entonces? —Entonces… —Me mostró la mano y me imitó una paja. —Entiendo. ¿Y te gustaría? —¿Follar? —inquirió sorprendido—. ¿A quién no le gusta el sexo? —¿Y qué dirías si yo quisiera ir algún lugar contigo y aliviarte con mi boca? —Su cara de sorpresa no tenía desperdicio. —¿Me está pidiendo que quiere chuparme la polla? —Sí —afirmé rotunda. —¿Por qué? —Por qué me apetece. —A ese chico no iba a contarle que tenía un amo no lo hubiera entendido. —¿Cuánto? —¿Cuánto qué? —Cuanto va a pagarme porque le deje mamármela. —Eso sí que no lo esperaba, me sentí humillada. —¿Cuánto quieres? —murmuré. —Cincuenta euros. —Está bien —asentí. Era la primera vez que iba a pagar por chupársela a un tío. —Pago por adelantado —Tendió la mano y yo saqué el billete del bolso y se lo ofrecí. Lo guardó sin problemas. —Ven vamos, sígueme. Pensé que me llevaría a un baño o algo así, pero no, buscó un recodo, hizo que me arrodillara y se bajó la goma de los pantalones de deporte, no llevaba calzoncillos. Tenía un bonito ejemplar, con vello rubio ensortijado, de momento estaba relajada. La gente podía verme de rodillas y muy listos no debían ser para saber qué estaba haciendo. —Date prisa, el de seguridad no tardará en llegar. —Me amorré a aquella verga laxa, pasando la lengua de abajo arriba—. Sácate las tetas para que te las vea y pueda empalmarme. —Así lo hice mostrándoselas fuera del jersey—. Joder que puta eres. Traté de esforzarme y hacerle la mejor mamada de su vida. No tardó en comenzar a ponerse dura. Paseé mis dientes por toda su extensión, tenía razón, por lo menos estaba limpio. No tardó en hacerse con el control y meterla de lleno hasta el fondo de mi garganta, ensartándomela por completo y agarrándome la cabeza con fuerza para que no pudiera separarme. Traté de respirar, apenas podía con la presión que ejercía sobre su pubis. Cuando creí que me ahogaba la sacó por completo y volvió a encajarse, repitiendo la operación diez veces más. Me revolví tratando de respirar. —Shhhh, puta, no te muevas o voy a ahogarte a pollazos, eso es, me encantan tus arcadas cobre mi polla. —Apenas lograba contener el vómito cuando comenzó a follarme con brutalidad. Noté el desayuno subiendo por mi garganta e intenté contenerlo. El chico me penetraba sin descanso una y otra vez, cuando creí que ya no podía más empujó mi barbilla hacia abajo y enterró los huevos, friccionándose contra mi rosto hasta descargar por completo. Tragué y tragué, su semen era abundante y espeso, no me dejó que me separara hasta que el último chorro cayó en mi esófago. Después se apartó, me pidió que le limpiara bien la polla y se subió el pantalón. —Muy bien puta, ya has tenido tu ración, si mañana quieres volver a por más ya sabes dónde estoy, y no vengas sin dinero, no dejo que señoras como tú me coman la polla sin pagarme a cambio. Se apartó antes de que pudiera meterme las tetas en el escote y levantarme. Varios hombres se me quedaron mirando. Me incorporé como pude y seguí mi camino. No podía llegar tarde a clase. El metro llegó y me metí en el vagón, pos suerte había un sitio en un banco donde me acomodé. Todavía tenía el sabor de la corrida del chico en los labios. Separé los muslos cómo se me había ordenado y fijé la vista al frente donde una chica miraba entre mis muslos sin pudor. Me daba vergüenza pero sabía que no podía cerrar las piernas, fueron unos minutos eternos, el chico de mi lado se levantó exactamente igual que mi vecina de enfrente, que debía rondar los treinta. Cuando el vagón se detuvo ella se sentó a mi lado y sin decir esta boca es mía arremangó mi falda para colarme dos dedos en el coño. Cubrí su mano con la rebeca pero no cerré las piernas ella me sonrió. —Estás chorreando, muy resbaladiza, me encanta que me hayas enseñado tu coño cariño —murmuró en mi oído mientras no dejaba de follarme con los dedos. Los pasajeros bajaron y subieron de nuevos. El lugar de la chica lo ocupo un hombre de unos cincuenta y largos, trajeado que iba conversando por su móvil. Fue cortar la llamada y fijar la mirada en lo que sucedía frente a sus narices. Vio aquellos dedos meterse en mi coño, mis muslos separados y hambrientos que engullían no dos, sino tres dedos. La sorpresa inicial fue cambiada por una mirada de interés que me hizo humedecer todavía más. Busqué con la mirada a mi amo, estaba convencida que estaría en algún lugar viéndolo todo y yo solo le quería satisfacer. -Separa más las piernas, voy a meterte otro dedo, ¿te gusta lo que te hago cariño? —La chica tenía cara de viciosa, morena, ojos oscuros y con un cuerpo bonito. —Mucho. —Sí, eso me está diciendo tu coñito goloso, es muy tragón, me encantaría que estuviéramos solas en mi piso para jugar contigo. Tal vez puedas bajar conmigo. —Voy de camino al trabajo. —Murmuré notando el cuarto dedo presionando mi entrada para abrirse paso. Gemí audiblemente y ella me giró el rostro para besarme abiertamente dándose un festín con mi lengua mientras me seguía follando. Podía imaginar el hombre de delante cómo le estaría afectando todo aquello, pero yo no podía detenerla y me gustaba mucho lo que me hacía, estaba muy cachonda. Sacó los dedos completamente y empezó a frotarme el clítoris, para después ahondar con los 4 dedos. Era una locura y me encantaba, no podía dejar de chuparle la lengua, no quería que terminara. Los dedos ahondaban y frotaban, ahondaban y frotaban. El vagón se detuvo y ella se apartó de mi boca. —Es mi parada tengo que dejarte —Sacó la mano para ofrecérmela y yo lamí todos sus dedos. Terminó besándome saboreándome en mi lengua y guiñándome un ojo. La siguiente parada era la mía. Miré al frente, el hombre seguía ahí, sin apartar la vista de mi chorreante e inflamado coño. No se movió se limitó a mirarme sonriente lo que incrementó mis ganas de correrme. Cuando el metro se detuvo bajé, apresurada apretando los muslos y notando como resbalaba mi humedad por ellos. En el pasillo noté un empujón que me lanzaba detrás de un pequeño puestecito de bisutería que estaba cerrado. No me dio tiempo a reaccionar que alguien ya me había subido la falda, me estaba pellizcando las tetas y me decía que separara las piernas. —Eres muy zorra, todo el tiempo provocándome con esa bollera en el vagón, ¿te gusta comer coños puta? Pues ahora verás lo que es ser follada por una buena polla. Me la metió sin avisar, sabía que era el hombre que había estado sentado delante de mi. Apoyé las manos en la pared y le dejé hacer, golpeaba con saña mi culo, a la par que me follaba con rudeza. —Golpéate el coño puta, como hizo tu amiga, quiero que lo dejes rojo e hinchado, vamos. Los golpes se sucedieron, los suyos y los míos, el cuerpo se me calentaba y cada vez estaba más cerca de correrme. Gemí con fuerza y él espoleó entre mis muslos. —Eso es puta, te gusta verdad, no hay nada como una buena polla para que te haga comprender lo zorra que eres, ahora voy a romperte el culo puta. Separó mis nalgas y se encajó, lo tenía algo irritado por mi marido pero a él no iba a contárselo. Comenzó a tirar de mis piercings a retorcerlos, yo gritaba y el me follaba instándome a que me golpeara más fuerte, ya no aguantaba más, no podía contenerme. Oí su rugido al llenarme el culo de leche y yo también me corrí eyaculando contra el suelo. —Vaya, que putita has salido, arrodíllate y límpiame. —Así lo hice, sin protestar—. Y ahora limpia el suelo de tus flujos, no queremos darle faena a la señora de la limpieza por una guarra como tú. —No por favor, eso no, el suelo… —olía a orines, estaba segura que ahía había meado más de uno el fin de semana. Su mano me golpeó con contundencia en el rostro y empujó mi cara pegándola a mi corrida. —¡Come perra! —ordenó restregándome el rostro. O tuve más remedio que obedecer pues no paró hasta que dejé el suelo reluciente. Cuando separé mi cara de él, el desconocido ya no estaba, cogí el móvil y busqué algún mensaje de mi amo, ya que no le veía. Las lágrimas de la humillación recorrían mi rostro. Miré la pantalla, tenía un mensaje suyo. —Lo siento puta debemos postergar el castigo para cuando salgas de trabajar esta mañana me ha sido imposible seguirte, ya sabes lo que deberás hacer esta tarde. Que pases un buen día. Lloré tratando de imaginar cómo iba a pasar por eso de nuevo, pero lo único que fui capaz de responder fue: Sí, amo. Continuará…

Autor: sumisaroa78 Categoría: Dominación

Leer relato »

Follada delante de la cámara

2019-08-16


Allí me encontraba, sentada en la cama, en aquel pequeño cuarto a modo de estudio de grabación. Sola, con aquel hombre mucho mayor que yo, a espera de hacer mi primera sesión delante de una webcam a cambio de dinero. Ya era casi la hora. Estábamos esperando a que llegasen las 12 de la noche, momento en el que más usuarios se encuentran conectados en las salas de webcams, para así aumentar el número de espectadores. El a modo de hombre machito machista, vestido con pantalones vaqueros y camisa interior blanca, dejando ver su torso peludo. Yo, a modo de puta sumisa sometida, con un pequeño tanga rojo cubierto por la fina capa de unas medias de color blanco y tela blanca que marcaban mi pequeño pene bajo ellas, una minifalda de colegio y un pequeño top que cubría mis tetitas, y una peluca de pelo largo y color azul. Todo estaba preparado para empezar. Por fin se decidió a dar comienzo al espectáculo, y entrando en la plataforma encendió la cámara. Yo no sabía como funcionaba aquel mundo totalmente ajeno a mí. Los usuarios conectados aportarían dinero a cambio de ver nuestro espectáculo o de realizar ciertos retos propuestos. Al principio, no había ningún usuario conectado en la sala, y él se limitaba a acariciar mi pierna, mientras yo, inquieta, no podía hacer otra cosa que permanecer paralizada. Cinco minutos transcurrieron, y ya eran tres las personas conectadas en la sala viendo nuestra grabación. Comenzaron así comentarios del tipo. - Buenas noches, que buena esta esta perra. - Dile que te chupe bien ese pollón - Fóllatela y déjala preñada. Él comenzó entonces a acariciar su polla por encima del pantalón. Yo pude ver como esta ya se encontraba erecta, pero a pesar de sus ganas de violarme, esperaba a que los usuarios aportasen dinero, que hasta el momento era más bien poco. Al rato de espera llegó una propuesta, la de chuparle la polla a cambio de 1000 monedas virtuales. Él la aceptó y ahora me tocaba a mi hacer la parte del trabajo. Siguiendo sus órdenes, y nerviosa sabiendo que había gente viéndonos, saqueé su polla por la bragueta desabrochada de su pantalón. Era muy grande, una buena polla podría decirse, como las que veía cuando me masturbaba durante todos estos años sola en casa. De un color marrón oscuro, nada de prepucio en la parte superior, lo que dejaba completamente al descubierto la cabeza de esta de color bastante claro en comparación con la piel, y que desprendía un olor no demasiado agradable. La tomé con un mano y, tras pajearsela unos segundos para terminar de ponerla dura fuera, y forzada por su mano sobre mi cabeza que me empujaba hacia abajo, abrí la boca separando mis labios pinados de rojo y me metí la polla en la boca, la cual llenaba casi todo el espacio. Ya dentro de mi boca, comencé a mover la cabeza, y empecé a chupársela. Él entonces se echó ligeramente hacia atrás para que su polla se alzara lo máximo posible y así poder metérmela más adentro en la boca. Yo simplemente hacía lo mismo, mover la cabeza y mamársela, sintiendo un mal sabor de boca parecido a orina que emanaba de ella. Mientras lo hacía, podía oír de fondo el ruido cada vez que uno de los espectadores aportaba dinero. Mientras más fuerte chupaba y mamaba, más numerosas eran las aportaciones. -Para que me voy a correr ya… Dijo al cabo de unos minutos. No dejó de correrse por educación, sino porque la leche en boca era algo que había que vender, razón la cual exigió una determinada cantidad de dinero. Entonces paramos la mamada, y simplemente masajeaba su polla lo suficientemente poco como para que esta siguiera dura sin llegar a correrse. Cuando la cifra se había alcanzado, llegó el momento de dar aquello por lo que se nos había pagado. Yo permanecí sentada en el borde de la cama, y él, bajando completamente sus pantalones hasta el suelo, puso su enorme polla encima de mi cara. -Chúpame los huevos un poquito. Yo obedecí, y agachando aún más mi cabeza, abrí la boca ampliamente y dejé descansar el saco de sus huevos dentro de ella, mientras los lamía con la lengua y el me cogía del pelo. Cuando se cansó, llegó el momento de volver a comer polla y esta vez dejarle acabar. Me la volví a meter en la boca entera y esta vez, con más fuerza que antes y buscando la leche, empecé a mover rápidamente la cabeza mamando, intentando apretar con fuerza mis labios alrededor para hacer más fricción. De fondo, el ruido de las aportaciones de dinero, similar al de una máquina expendedora. A los cinco minutos, no pudo resistirlo más. -Mmmmm….abre bien la boca. Mirándome a la cara, sacó su polla de mi boca, y pajeándose fuertemente, termino corriéndose en mi cada, dejando que toda la leche espesa cayera sobre mis labios. No hizo falta que me lo dijera, y yo saqué mi lengua y empecé a recoger con ella toda la corrida para tragármela, algo que incrementó el número de monedas dadas. Empezaba a comprender como hacer para recaudar más dinero. Después de correrse, la siguiente propuesta era, como no podía ser de otra forma, la follada por el culo. Para ello, tuvimos que esperar a que su polla recuperarse la fuerza para ponerse dura después de darme por la boca. Varios juegos se sucedieron entre mientras, como hacerles pequeños flashes de mis tetas, o dejar que el me acariciara mi pequeña polla por encima de mis medias a ver si se me ponía dura y así comprobar mi impotencia. Al cabo de casi tres cuartos de hora, su polla estaba de nuevo lista para metérmela, y cuando se había alcanzado la cantidad de dinero pedida, llego el momento de la gran follada por el culo. Para ello, comenzó a desnudarme, quitándome la minifalda a la vez que me pegaba y azotaba mi culo. Me veía como siempre había querido, delgada y blanca, depilada, en tanga y con medias, y con la buena polla de un maduro latiendo por follarme el culo. Me puso a cuatro patas, con el culo apuntando hacia la cámara, y me bajó las medias. Visto desde atrás, y al ser mi pene tan pequeño, la forma de mis testículos bajo la tanga no era muy distinta de la de un coño de mujer. Mis piernas estaban separadas, y el hilo del tanga se veía perfectamente atravesar mi ano, tapando el pequeño orificio. Tras unas cuantas bofetadas en el culo, bajó el tanga hasta las rodillas, saliendo mi pequeño pene, que apenas se veía detrás de mis huevos. Con una mano lo agarró y lo masturbó inútilmente ya que no se ponía dura, mientras que con un dedo de la otra acariciaba mi ano como si un clítoris fuese. Debido a la posición de la cama y la cámara, la follada debía de ser a cuatro patas para que esta se viera bien. Fue más rápido de lo que yo pensaba, y al poco más de unos segundo, y sin previo aviso, me clavó la polla por el culo. La costó entras, ya que no había sido lubricado mi ano, y tuvo que separarme bien los cachetes del culo y empujar fuerte para metérmela. Yo esta vez, sí con dolor real, grité como una gata cuando la montan. Ya dentro, y colocando sus manos sobre mis hombros, comenzó a follarme el culo. Yo gemía, mezcla de dolor y de morbo y excitación a ser follada y saber que tanta gente me veía. La follada duró cinco minutos, y tras unas fuertes embestidas a grito de macho dominante, se corrió dentro de mi culo, sacándola rápidamente, y enfocando la cámara hasta mi ano para que la gente pudiera ver como la leche comenzaba a salir y resbalaba hasta caer por mis testículos.

Autor: Perrito Categoría: Sexo Gay

Leer relato »