No era un chalet, era una casa de putas

2019-08-16


Alex tenía 26 años, era moreno, de ojos negros, nariz aguileña, cabello marrón, corto y rizado, culo redondito y prieto... Era un cachas. Se fue a su habitación para vestirse e ir de juerga. Al pasar por delante de la habitación de su hermana Lorena creyó oír gemidos. Cómo la puerta estaba entreabierta asomó la cabeza. Daniela, su madrastra, una treintañera, rubia, de ojos azules, delgada, con ricas tetas y con un polvazo bestial (se parecía a Bo Derek cuando hizo La Mujer 10), tenía las piernas abiertas y las rodillas flexionadas. Con el dedo medio de su mano derecha se acariciaba el coño, coño que parecía una mariposa con las alas abiertas. En la otra mano tenía unas bragas rojas y las estaba oliendo. Vio cómo después de olerlas acariciaba sus grandes tetas con ellas, lentamente, y lentamente las fue bajando y frotó su su coño con ellas, para luego subir por donde habían bajado, volver a acariciar sus tetas con ellas y volver a olerlas profundamente. Al ver aquello y sentir a su madrastra gemir, Alex, pilló un empalme de burro. Sabía que era normal que las mujeres se desahogaran ellas solas, lo que no esperaba era que su madrastra lo hiciera oliendo unas bragas de su hermana. La visión era tan excitante que se quedó a mirar. Vio cómo su madrastra, sin dejar de oler las bragas, metía medio dedo dentro de su vagina... El dedo iba a entrar, salir, acariciar su clítoris unos segundos, luego vagina y clítoris, acariciaba los labios, y volvía a empezar... Al comezar a salir jugos lechosos del coño de su madrastra, Alex sacó la polla y empezó a menearla. Daniela, algo más tarde, pasó de meter la mitad de un dedo a meter dos dedos enteros dentro del coño... Volvió a hacer lo mismo de antes, acariciar el clítoris de nuevo de abajo a arriba, pero con más celeridad. Cuando volvió a abrir el coño, de su vagina ya no salían jugos lechosos, ahora eran cremosos. Siguió masturbando el clítoris y los jugos cremosos empaparon su coño y bajaron de él por el periné hasta el ojete. Daniela, con dos dedos los repartía por los labios y los saboreaba de cuando en vez. Siguió masturbando el clítoris con un dedo cada vez más aprisa. Sus gemidos subieron de tono. Arqueó su cuerpo. Su pelvis quiso llegar al techo de la habitación. Al correrse y alcanzar el placer sus más altas cotas, de su coño salió un chorro de orina y después siguió meando hasta dejar la cama perdida. Alex soltó otro chorro, pero este de leche, que se estrelló contra la puerta. A este chorro siguieron cinco más. Las corridas fueran brutales. Alex, al acabar de correrse, sacó la toalla, limpió la leche de la puerta con ella y se fue a su habitación. Tres días después era el cumpleaños de Daniela. Un mensajero llamó a la puerta del chalet. Le abrió Karla, la doncella, una joven de veinte y pocos años, que vestía un uniforme azul con cofia. El mensajero le entregó un paquete. Karla se lo llevó a Daniela, que estaba en la cocina, desayunando, en bata de casa, despeinada y sin maquillaje. Daniela abrió el paquete y lo que vio le sacó una sonrisa. En el paquete había un consolador vaginal y otro anal. Karla, lavando unos platos en el fregadero, giró la cabeza, miró para el contenido del paquete y le dijo: -Le aconsejo a la señora que busque un amante. -¡Qué graciosa! -Yo no le veo la gracia por ninguna parte. Karla, la doncella, era una morenaza que tenía los ojos color café, grandes tetas, buen culo... Tenía otro polvazo. Había llegado huyendo de Honduras tras cometer un desfalco, y que mejor sitio para esconderse que trabajando de doncella. Daniela, la estaba puliendo. -Esas cosas no se dicen, Karla, una mujer debe saber guardar sus secretos. -Los gordos los guardo, señora. La curiosidad entró en escena. -¿A qué llamas secretos gordos? -Si se los cuento me despide, señora. -Tienes mi palabra de que no lo haré. Karla se puso a largar. -La última vez que usted se la rascó su hijo se la peló mirando cómo lo hacía. A Daniela casi le da algo. -¡¿Y tú cómo sabes eso?! -Porque yo también la rasqué viendo cómo se movía el brazo su hijo y oyendo sus gemidos en la habitación. Nos corrimos los tres. -¡Nunca pensé que te masturbaras! Pareces tan ingenua... ¿Te metes un dedito o dos? -Me meto de todo, señora. Dedos, zanahorias, pepinos, plátanos, salchi... Paró de hablar, pero ya era tarde. -¿Te metes las salchichas que comemos en el coño antes de freirlas? -¡Que vergüenza! -No la tengas. ¡Qué morbazo! ¿Y después de ver cómo las comemos qué haces? karla, quiso escaquearse. -También me masturbo con el móvil, al vibrar, ya sabe... Me masturbé sentada encima de la lavadora... Me metí el rodillo de la cocina... -¡Que barbaridad! ¿Te masturbaste pensando en mi después de comerme salchichas que metieras en el coño? -¡Ay, señora! Qué me voy a quedar sin trabajo. A Daniela le dio la risa. -¡Que cabrona! ¿Me comes el coño en tus fantasías? Antes de responder, Karla, bajó la cabeza. -Sí, señora. -Y parecías una mosquita muerta. ¿Qué más secretos tienes? -Si se lo digo, ahora sí que me despide. -¡Qué no! Es algo sobre mi marido y tú. ¿A qué sí? -¡¿Cómo lo sabe?! -Sumando uno y dos. ¿Le das con tu zapatilla? -Parece una adivina, señora. -¿Te la mete en el culo? -Sí, me lo tiene más abierto que el coño. -Vamos a hacer una cosa. La próxima vez que quiera estar contigo me lo dices. -¿Para qué? -Para ponerle el culo negro a zapatillazos. Ya sabía yo que al no pedírmelo a mí tenía a alguien de mano. -¿Y a mí me va a hacer algo, señora? -Comerte el coño, y te lo voy a comer ahora. -¡Ay, señora! -No me hubieras calentado. Limpia la mesa y desnúdate. -No me gustan las mujeres. -Cuando acabe contigo te van a encantar. Ya le encantaban, pero sabía mentir muy bien, Karla limpió la mesa, se quitó los zapatos, el uniforme y la cofia. Sus tetas eran enormes, con pezones gruesos y bellas areolas marrones. El coño lo tenía peladito. Daniela cogió un tarro de miel, echó una poca el su coño, y le dijo: -Cóme, morena. Karla se puso en cuclillas, le echó a su jefa las manos al culo y le lamió la miel del coño. -¡Que rico coñito tiene, señora! Daniela no era de orgasmo fácil, pero Karla había visto mucho porno y sabía donde y cuando lamer, donde y cuando chupar y donde meter lengua. Tan cachonda la puso que Daniela se dio la vuelta, cogió el rodillo de la cocina, lo untó con mantequilla, y le dijo a Karla: -Lámeme el culo. Daniela metió el mango del rodillo dentro de coño. Karla le lamió el culo. Al ratito el rodillo, cómo si fuera la gorda polla de un negro entraba y salía del coño, haciendo bueno el dicho: Mujer flaca, coño de vaca. Poco después, cuando Daniela se follaba el coño a toda hostia con el rodillo y jadeaba cómo una perra, Karla, le metió la punta de la lengua en el ano, ese fue el detonante para que explotase, chillando: -¡¡¡Me corrooooooo!!! Las piernas de Daniela comenzaron a temblar. Karla vio que su jefa se iba a derribar cómo un castillo de naipes bajo la lluvia. Se levantó y la sujetó. El rodillo lleno de jugos cremosos cayó al piso de la cocina, luego cayeron las babas y al final una meada que dejó el piso que daba pena verlo. Karla miró a la cara a su jefa y vio que tenía los ojos en blanco. Ya estaba excitada y esta visión aún la puso más cachonda. La sentó en una silla y mientras se recuperaba le pasó la fregona a las baldosas. Daniela cumplía lo que decía. Al acabar Karla de fregar el piso de la cocina la cogió por las axilas, la sentó sobre la mesa, y le dijo: -¿Lista para disfrutar? -Lista, señora. Una voz las interrumpió. -¿Me dejas que la haga yo disfrutar, mamá? Daniela, sonrió, giró la cabeza y le dijo a su hijo: -Toda tuya, cariño. Karla supo en ese momento que madre e hijo ya estaban cansados de follar. Alex venía en bata de casa de color dorado. Entró en la cocina, quitó el cinturón, cogió la miel, untó la polla empalmada con ella y se la metió en la boca a Karla. La joven se la mamó. Al poco le quitó la polla de la boca. Le echó miel en las tetas y se las lamió haciendo círculos sobre ellas hasta llegar a los pezones. Después chupó las tetas y los pezones hasta dejarlos duros cómo astas de toro. Daniela, agachada, le chupaba la polla a su hijo. A acabar con las tetas le echó miel en las axilas, en el vientre y la barriga hasta llegar al clítoris. Lamió muy lentamente hasta que no quedó rastro de la miel, luego le dijo: -Date la vuelta, putita. Karla se dio la vuelta. Alex untó de miel su nuca, su espina dorsal, el ojete y el periné. De nuevo lamió lentamente hasta llegar al culo. Allí lamió periné y ojete y le folló el agujero con la punta de su lengua dándole pequeños cachetes en las nalgas. Esta vez no le dijo nada. Le puso una mano en la barriga y ya Karla se dio la vuelta. Le echó miel en las plantas de los pies y en los dedos, luego lamió las plantas y los deditos... Después de esto echó miel en el interior de sus muslos hasta llegar al coñito, lamió y luego echó miel alrededor de la vulva, la lamió y acto seguido sacó la polla de la boca de su madre y se la frotó desde el ojete hasta el clítoris pasándola entre los labios del coñito... Se acabó corriendo en la entrada de la vagina. Con la leche de su hijo entre los labios del coñito de Karla, Daniela se lo comió... Entre lamida y lamida, le dijo: -Delicioso, morenita. Alex le quitó la bata a su madrastra, le frotó la polla morcillona en su coño mojado y después se la clavó. Al estar la polla dentro del coño se puso dura. Tiempo después, Daniela, moviendo a lo bestia el culo hacia atrás, sintió cómo su hijo le llenaba el coño de leche, al mismo tiempo, Karla, le llenaba la boca de jugos con una deliciosa corrida. Explotó y se corrió ella también... Otra vez había que pasarle la fregona al piso de la cocina, pero eso sí, se corrieran a lo grande. Robert era un broker que hiciera fortuna. Tenía 42 años y medía un metro ochenta y algo. Con su físico y su porte podría pasar por un gigoló, aunque quien lo viera en aquel momento le parecería un maricón de libro. Tenía los ojos y los labios pintados y llevaba puesta una lencería fina de color negro, sujetador de encajes, liguero que se unía a las ligas elásticas de las medias mediante dos tirantes, unas bragas de encajes donde se marcaba un paquetazo y zapatos negros de tacón de aguja. Paseando de la puerta a la cama contoneando su cuerpo, con voz amanerada, le dijo a su hija Lorena: -¿Que puntuación le das a miss summer? Lorena (era un cuadro de Sofía Loren a los 19 años) que estaba sentada en a cama, también cubierta por una lencería fina de color blanco en la que sus grandes tetas parecían querer romper su sujetador y en la que por los lados de sus bragas y por arriba sobresalían pelos negros (así quería su padre que estuviese), le respondió: -Cero, vaca burra. Tienes más celulitis en el culo que lana tiene una oveja. Robert, moviendo el culo y las manos cómo un marica, le dijo: -¡Ay, quítamela, quítamela! Lorena cogió debajo de la cama de Karla (le habían pagado para que se fuera de copas y les dejara la habitación) una zapatilla con un peluche de perro que tenía el piso negro de goma, y le dijo a su padre: -Ponte sobre mis rodillas, maricón. Robert se echó sobre las rodillas de su hija, y Lorena le dio con ganas en ambas nalgas. -¡¡Plassssssssss, plassssssssss, passssssssss, plassssssss, plasssssssssss, plassssssss, plasssssssss, plasssssssss!! -¿Dónde está mi dinero, cabrón? -En mi culito. Lorena le bajó las bragas y vio que de su ojete salía un papel enrollado en forma de cigarrillo. Lo saco, cogió los cinco billetes de cien euros, se los pasó por la nariz, y le preguntó: -¿Te gusta el olor del dinero? Robert lo olió profundamente, y le respondió: -Sí, cariño. -¡A ti lo que te gusta es el olor a mierda, cerdo! Lorena, le volvió a dar con la zapatilla, esta vez mas fuerte. -¡¡¡Plasssssssss, plasssssssss, plassssssssss, plasssssssss. plasssssssss, plassssssssss, plassssssssss, plassssssssss!! Robert tenía el culo rojo y un empalme de burro. Oyó una voz que le decía: -¡¡Serás desgraciado!! ¡¿No te llegaba la doncella qué tenías que pervertir a tu hija?! Daniela estaba en la puerta de la habitación cubierta por una lencería roja. Iba con idea de encontrar a la doncella con su marido y se llevara una sorpresa. A Robert le importó una mierda que lo pillara. Con su voz normal, le dijo: -Únete a nosotros, cariño. -¡¿Qué?! ¡Serás hijo...., de tu madre! Lorena, poniendo voz de pija, le dijo a su padre: -Sabes, papi, mami es de esas que le dan arcadas si le ponen un chochito en la boca. Daniela, que le tenía ganas a su hijastra, se hizo la ofendida. -Sí, me daría asco estar con otra mujer, no soy ligera de cascos cómo tú, zorrita. -¡Serás puta! Si me pusiera a comerte el coño te correrías tantas veces que te dejaría seca. Ya verías el asco que te daba. Daniela, se regodeó de ella. -Bla, bla, bla, bla. Robert, le preguntó a su hija: -¡¿Tuviste relaciones con otra mujer?! Lorena era tan mentirosa cómo su madrastra. -No, pero veo mucho porno lésbico. -La teoría y la práctica son cosas muy diferentes, pero mira, eso sí que tendría morbo... Mi mujercita con la leche de mi caramelito en los labios y mi caramelito con la cara llena de jugos cremos y... A Lorena no le gustaba quedarse con la curiosidad. -¿Y que? Robert no le quería decir que Daniela iba a mear por ella. -Y te bañaría, hija, y te bañaría. Lorena ya había comido unos cuantos coños y las palabras de su padre no la impresionaron. -Ya no será la cosa para tanto. Daniela, le preguntó a su marido: -¡¿Te daría morbo ver cómo le coño el coño a tu hija?! -Y cómo te lo come ella a ti. Lorena ya estaba caliente. -Por mi no hay problema, papi. Si mami no fuera tan estrecha... -Decente, Lorena, una palabra que tú no conoces. Lorena se acercó a su madrastra contoneando las caderas. -¡Ni te me acercas, putita! -Solo te quiero decir una cosa al oído para que no la oiga mi papi. Acercó la cabeza a su oído, y le susurró: -Coopera si no quieres que le diga a mi padre que follaste con la doncella y con mi hermano. Robert sintió curiosidad y le preguntó a su esposa: -¿Qué te dijo? Daniela, no le respondió, le dijo a Lorena: -Vale, acepto el reto, pero dile a tu papi que se quite esas ropas que me da no sé qué verlo. Robert, protestó. -¡Ala, coño! De actriz principal a actor secundario. Daniela, le dijo: -Vas a ser actor principal y vas a puntuar. -¿Puntuar qué? -Quien mama mejor tu polla. La que iba a protestar ahora era Lorena, pero Daniela le susurró al oído: -Coopera o le digo a tu padre lo que hiciste en la piscina con tu amiga. ¿O prefieres que le diga lo que haces con tu hermano? Robert se quitó la ropa interior y se sentó en una silla. Vio cómo las dos mujeres se ponían en cuclillas delante de él. Daniela cogió sus 18 centímetros de polla por la base (no la abarcaba con la mano). Sin dejar de mirarlo a los ojos, la lamió hasta llegar al glande, lo chupó varias veces, y después metió la polla en la boca hasta que sus labios tocaban los dedos que la rodeaban, después lamía el meato y el frenillo, chupaba de nuevo el glande y volvía a empezar. Acto seguido, mientras mamaba el glande, lo masturbó, más y más y más rápido... A Daniela le caía por la comisura de los labios su saliva mezclada con la aguadilla que salía de la polla. Gemía ella, gemía Robert, y se mojaban las dos. Cuando Daniela vio que Robert se iba a correr, se apartó y le dijo a Lorena: -Mejóralo. Lorena cogió la polla de su padre con su pequeña mano, pasó su lengua por el periné, después por el ojete y se lo folló varias veces con ella, luego le metió mitad del dedo medio en el ano... Subió lamiendo, se paró en el frenillo y le dio un buen repaso con la punta de la lengua, acto seguido puso la legua plana sobre el meato, le folló el culo con el dedo, apretó la lengua contra la cabeza y Robert soltó una corrida inmensa, que le bajó por la polla, y encharcó su pelvis y sus huevos. Al acabar de correrse, le preguntó Lorena a su padre: -¿Quién lo hizo mejor, papi? -Os doy a as dos un diez. ¿Por qué no os coméis los coñitos? -casi les implora- Dadme ese caprichito, queridas mías. Lorena estaba más que dispuesta. Se puso mimosa. -Yo tengo ganas. Anda, se buena, mami, dale ese caprichito a tu maridito. Daniela tenía tantas ganas cómo Lorena. Cuando su hijastra, detrás de ella, le desabrochó el sujetador, no opuso resistencia. Al caer el sujetador al piso las suaves manos de Lorena acariciaron las tetas de Daniela. La besó en el cuello, en una oreja, le besó la nuca... Daniela giró la cabeza y Lorena la besó en los labios, sin lengua. Luego le lamió la espalda. Al llegar a las bragas, se las bajó, abrió sus nalgas y le lamió el culo... Quitó bragas, liguero y medias, y después le volvió a lamer y a follar el culo con su lengua. Le dio la vuelta y lamió sus pantorrillas y el interior de sus muslos hasta llegar al lado del coñito, primero una pierna y después la otra, esto hacía mientras le acariciaba las nalgas. Le separó los labios del coño y vio que la vagina estaba cubierta por sus jugos, jugos que formaban una pasta cremosa. Los lamió. A Daniela se le escapó su primer gemido, el primero de muchos. No se paró más de diez segundos en el coñito, subió lamiendo su vientre y después le comió las tetas, rozándolas, casi cómo acariciándolas con las yemas de los dedos, lamió sus areolas y sus pezones y después se las chupó. Besó su cuello. Cuando la besó en la boca y le metió la lengua dentro, Daniela, casi se la devora con la pasión que puso en los besos. Robert, sentado en la silla, ya estaba otra vez empalmado. Vio cómo su esposa desnudaba a su hija, cómo la echaba sobre la cama y cómo a cuatro patas metía la cabeza entre sus piernas y cómo le comía el coño. Veía el sexo de su mujer goteando gotas blancas y veía el interior de sus muslos mojados. No se pudo resistir. Se metió en la cama. Le lamió el coño y después se la clavó hasta las trancas... La folló despacito para que su mujer no moviera la cabeza del coño de su hija. Daniela estaba tan cachonda, Que al ratito, le dijo: -¡Me corro, me corro, me corro, me corro! ¡¡¡Lléname el coño de leche!!! Daniela se corrió cómo una loba. Robert, sintiendo cómo le anegaba la polla con sus jugos y su meo, se corrió dentro del coño de su esposa. Daniela con el tremendo placer que sentía levantó la cabeza y dejó de chupar, lamer y mamar, Lorena le cogió la cabeza, la volvió a llevar a su coño, y se corrió apretándola contra él y moviendo la pelvis alrededor y de abajo a arriba. Le dejó la cara perdida de jugos mucosos. La serenata de gemidos se repetiría mas veces... Daniela mearía en las tetas y en el coño de Lorena, y muchas cosas más, pero esa ya es otra historia. Quique.

Autor: Quique Categoría: Incesto

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¿Y si escribo un relato yo?

2019-08-16


El día está horrible, especial para leer relatos lésbicos, o para imaginarlos, ¿y si escribo uno? Era un día horrible, llovía, hacía frio, y los relámpagos discurrían por el cielo metiendo miedo al que se animara a andar por la calle. Y sabiendo el pronóstico, no iba a ser yo la que se animara. Era viernes y me había preparado; no pensaba salir. En casa estaba calentita, la calefacción a tope me permitía andar con poca ropa. Mi amiga Luisa, me había recomendado un trago internacional, según ella era la leche. Me había comprado todo lo que requería. Whisqui, shake, ron, tequila y brandy; un jugo de moras que me costó encontrarlo, canela, nuez moscada, y ralladura de una semilla de la india que había conseguido ella, parece que le daba un toque especial. Lo preparé para dejarlo para después de la cena, metí todas las bebidas, los condimentos y le rallé la pepita esa, se me partió un pedazo y fue para dentro de la coctelera. No creía que le iba a cambiar tanto el gusto. Hay veces que lo que abunda no sobra, y ahí batí como la mejor, cuando me pareció que estaba a punto, traté de catar. ¿Presencia? buen color, ¿olor? Cierto aroma a moras con alcohol que te nublaba los ojos. ¿El gusto?, el gusto los conocía mejores; pero ¿cómo exótico? ¡asquerosamente exótico! Justo lo que necesitaba para pasar una noche cómo esa, leyendo relatos eróticos, con una bebida al lado que no me llamara tanto. Terminé de cenar (no soy de comer mucho a la noche, me gusta estar liviana para lo que sea) junté todo, probé un poco de la bebida, que por cierto que ahora que estaba bien asentada, sabía mejor. Me fui a mi ordenador, a ver si encontraba algo, que me ayudara a pasar una noche de fantasía. Empecé por el correo. Me comunicaba con algunas de las que subían esos relatos, para comentarles y animarlas, que supongo que también lo necesitaban “Por si no se dieron cuenta, a mi lo que me van son las chicas. Y porque no se los dije, para que se enteren, me llamó Leticia, y soy como soy, que no viene a cuento de esta historia” A veces encontraba algunos relatos con personajes que me gustaban, pero siempre hacían algo que yo no les hubiese hecho hacer. Yo en esa situación, hubiese hecho que se comportaran diferente. Se los tengo comentado, ¡y vaya contestación que me daban! Pero ¿qué quieres que haga? Si hacen eso será porque quieren hacerlo. ¡Mira tú! Cómo si se escribieran solas. ¿Pero dime? ¿las protagonistas hacen lo que quieren, o lo que tú quieres que hagan? Leti, no entiendes (ya me trata con confianza, que rica) yo pienso la trama, a medida que va, te encuentras que empiezan a ir para donde les parece que está bien. Tienes que pensar que no van a hacer siempre lo mismo, sino sería siempre el mismo relato, déjalas que vivan, que un poco hagan lo que quieren, que no hacen daño. Me quedaba un poco desconcertada. mientras tomaba de la jarra continental, leía esos correos (qué no eran muchos) que me hacían un rulo en la cabeza. - ¿Pero tú cómo eres? Grande, chica, linda, fea, joven vieja, ¿cómo eres? - Soy cómo te imaginas, todo lo que quieres que sea, para ti lo voy a ser. Para qué te voy a explicar lo que te gusta, si tu cabecita ya me imaginó. Mejor que lo que imaginaste ¡no va a ser la realidad! ¡Sí! La verdad, la tenía imaginada - Bueno, pero ¿si todo puede ser como yo lo imagino? Yo imagino que la chavala del cuento tiene bastante más que contar y tú la cortas. - ¡Y sí! a lo mejor, tiene más que contar, pero te lo quiere contar a ti, imagina, escucha, y escribe. Estoy segura que tú puedes. Anda, hoy es un buen día Ese es el último correo que me había llegado. Tomé un buen trago de la jarra y me quedé dudando, ¿abriría la página de los relatos, o imaginaría el relato mío? Me recosté sobre el respaldo mientras seguía tomando del coctel ese, que por lo demás se ve que así asentado ya no parecía asqueroso, para nada. Imaginación tenía, pero a mí, que no me vinieran a hacer lo que se les diera la gana. Iba escribir a mi manera, y ellas chito, que la que mandaba era yo. ¡Sí! Tomé otro trago, y me decidí. Iba a escribir un cuento; un cuento donde hicieran lo que yo quisiera, como a mí me gustaba. Bueno; antes de escribirlo, primero tendría que pensarlo. Me puse la jarra en la mesa de luz y me acosté desnuda (me gusta dormir desnuda, sobre todo si voy a pensar cosas agradables, hay que estar preparada, una nunca sabe) tomé otro sorbo, y a meditar. Si iba a pensar un cuento; que por lo menos me gustara a mí. Todos los fines de semana salía. Salía y casi siempre algo pillaba, esta semana de perros me quedé en casa. Ahora, no sé si por el cuento de la imaginación, o por qué; estoy un poco emocionada, (¿Excitada tal vez?) es mi primer cuento Pues voy a usar mi excitación. Voy a pensar un cuento a mi medida, en el que me hacen lo que me gusta, lo que nunca me quisieron hacer, o nunca deje que me hicieran, ¡y a obedecer eh! A ver, voy a pensar que estoy con una chica en la cama, ¿y cómo llegó a la cama? Bueno, eso lo pienso después. Me chifla un poco imaginarme esa situación. El caso que quiero que este aquí a mi lado, cierro los ojos y no hace falta mirarla. Imagino esos labios carnosos acercándose a los míos, me llevo el dorso de la mano a mi boca y siento la suya, uf…cómo besa la cabrona, quisiera que me besara entera sin soltar mis labios. Sentir su aliento por todo mi cuerpo. Puedo imaginar que hay otra más, pero ¿la primera vez? ¿y ya un trio? me parece que es una putada, ¿Qué le va a parecer? tengo que pensar algo mejor, después de todo un cuento puede quedar para la posteridad. Me siento en la cama, bebo un poco más. A ver, ¿cómo puedo hacer que el gusto me lo dé una sola, pero que me lo de en todos lados? ¡No! algo tengo que pensar diferente, sino terminamos que el cuento va a ser lo que hago todas las semanas. Ya sé, a mí me gusta la mitología, le cambio un poquito nada más, y va a estar. Supongamos. Soy Afrodita, me enteré que uno de los trabajos de Hércules, es matar a la Hidra. Si ella no se iba a meter con él, ¿Por qué? Si no había necesidad, lo que pasa que son machistas y todo lo quieren arreglar a palos . Bueno a lo mejor él no tenga la culpa, a lo mejor es ese rey Euristeo de mierda, ese que le hizo el encargo. La cosa que me voy al golfo de Argolia, a la laguna de Lerma a ver como lo convenzo. Soy Afrodita, soy la diosa del amor, y me va la juerga, pero tampoco es que me vayan a comer de un bocado, que tonta no soy. Si no me quiere hacer caso, ¡a ver cómo le va! Ya está, lo veo venir, lo paro, y le digo buenamente. -Mira Hércules, tú sabes que esto de la guerra, no es lo mío, pero a esa animalita la ando necesitando, así que vamos a ver cómo nos arreglamos. - ¡No! el rey Euristeo me encomendó que la tenía que matar y tengo que hacerlo, es uno de mis trabajos - yo con toda la paciencia le explicaba, - Espera, no te pongas tonto, se puede arreglar de otra manera, date cuenta que él es un rey, pero yo soy una diosa, ¿no me digas que no te das cuenta que no es lo mismo? - quería que notara la diferencia; porque fuerza no le faltaba, ¿pero burro? era burro por donde lo miraras - ¡Y… sí…notar se nota! pero él puede hacerme matar - Y yo puedo hacer que no se te vuelva a poner duro el cacharro que tienes entre las piernas - abre los ojos cómo plato. Me dice casi llorando. - A mí, a Hércules le vas a hacer eso, me van a tomar para la coña. - ¡Calma! cálmate que todo tiene solución; mira, yo con mis poderes hago que Hidra en vez de ser un bicho con cabezas de culebra, que sea una mujer con varias cabezas, tú te matas algunos lagartos por ahí y dices que era Hidra, total, esta no va a aparecer más, me la llevo para mi casa. - ¿Y tú para que quieres una mujer con varias cabezas? - ¿Y a ti qué te importa? ¿te pregunto yo para que quieres que se te ponga duro ese trasto? Si total andas con tu sobrino – se puso colorado y no dijo más nada Al fin arreglamos, él se fue a pillar culebrones por ahí, y yo me traje a la tal hidra. La convertí en una mujer; que había que echarle. Cada carita la quería de un país diferente, internacional, como lo que me estaba tomando, que por cierto cada vez sabía mejor. Y a la cama, las dos solitas; que eso de las orgías para este cuento no me va Abrí los ojos y respiré, (antes también había respirado, pero respiré más). ya había resuelto como tener la chiquitina en mi cama, ahora a ver lo que hacía con ella. Bebí otro trago, ¡y ya! a pensar. Volví a cerrar los ojos, me entretuve un rato pensándome las caras a mi gusto. Uy… que caras bonitas, así todas juntas con un solo cuerpo, el conjunto no se veía muy lindo, pero confiaba que iban a ser funcionales. No sabía cómo tratarlas, si en plural o singular, era un problema, después había que ver como se portaban, que como lagartos, eran bastante jodidas, había que probar, sino, la des pensaba y listo. “Eh tú, la morenita, la del lunar tan chulo, a ver como besas” “Sí mi ama, gracias por salvarnos de ese hijo de puta, nos quería matar y no le habíamos hecho nada (hablaba en plural, ya había descubierto algo) estamos a tus ordenes, tús deseos son los nuestros”. Lo dijo y me emocioné. “Bueno, Bueno, repártanse el trabajo que hay para todas” La morenita se vino a besarme, pero era medio tontarrona, le iba a tener que enseñar, ¿las otras? Un desastre, creo que ni sabían para que servían, parece que antes tiraba fuego, y tenían miedo de quemarme. Yo con la calentura, si no aprendían pronto, las iba a quemar a ellas. -A ver organicémonos, tú, la rubita, ¿ves esto? ¡Esto es una teta! y ahí vas a tener que chupar, ¿a ver? Muéstrame los dientes que la última vez que te los vi, no estaban para chupar nada, uhm…está bien, y tú la chinita, aquí hay otra, tienes que chupar lo mismo. A ver, que más hay, tú, ¡Hay! que negrita más bonita me pensé, uhm esos labios gorditos, me los vas a pasar por la raja y me vas a chupar la pepita, ¡chupar!, que con ustedes nunca se sabe. - Si mi dueña y señora, tus deseos son los nuestros - Ay…pero mira que ricas, que bien que se portan, y a ver tú, puedes meter la lengua en ese agujero; eh tú, quita la cabeza un momento para que pueda mirar esta, ¿a ver cómo andas de lengua? ¡Oye! ¿no puedes sacarla más? mira que cuando te vi, pedazo de lengua tenías, ¿a ver qué es lo que puedes? - Lo que tú mandes mi ama” empezó a sacarla, tuve que decirle que se pare, no era para envolverme. - Bueno, van a ir todas juntas, esperen a ver si quedó algo para tomar - apenas un restito, pues allí va para adentro - Me puse un almohadón abajo del culo, para que estuvieran cómodas y grité, - vamos a ver lo que saben hacer - tardé un poco en concentrarme, pero cuando lo conseguí, eso era para no creer, me gustaba que jugaran con sus lenguas, pero eso ya era un campeonato. Las tetas, bueno, las tetas no sé cómo hacían, pero se las metían enteras en la boca, eso que no las tengo tan chicas, pero les cabía igual, los pezones míos parecían misiles. Es que me derretía de gusto. ¿Por abajo? Era un parque de diversiones, la que me chupaba el clítoris había conseguido que me creciera como la pollita de un nene, así desde aquí arriba por la mamada, le calculaba ocho centímetros más o menos, lo que siempre había soñado. La que me metía la lengua, ¡Oh! Eso era la gloria, me recorría todo, no me lastimaba, pero me llenaba de una manera que no iba a tener lugar para correrme, bueno eso me lo pensé yo, porque cuando me empecé a correr, creo que tuvieron para beber las cinco. Me quedó el cuerpo mojado, no sé si del sudor o las babas de ellas, ya ni podía abrir los ojos, ellas seguían, sentía sus labios por todo el cuerpo, y el cuerpo irradiaba calor. Ellas lo absorbían aliviando mi calentura. Estás habían sido medio serpientes, quizá las serpientes follen así. No sé, pero si siguen haciendo eso voy a terminar arrastrándome yo también. Siempre quise que me chuparan los dedos de los pies, lo había visto en un video, pues ellas se enteraron y hay que ver que gusto. No sé porque, tenía ganas de tocarme, fui llevando mi mano hasta mi abertura, se ve que cuando iba yo, ellas se retiraban porque no me las choqué nunca. Llegué hasta mi almeja, metí mis dedos adentro. Uy dios, ¿qué era eso? Eso era una laguna, si podía poner mis dedos a nadar, buscaba por si me habían dejado todo cómo la gente; pero es que eso me ponía bruta. Ellas, como si nada; dándome lengua por todos lados, hasta se metieron con mi culito. Pues no va que se les ocurrió meterse por ahí adentro. ¿Sera cierto que los personajes, toman vida propia? ¿No será que ya me está gustando? Muchas veces tuve ganas de probar pero no me animé, pensé que podía quedar feo: pero ahora, ¿qué me importaba? Que se metiera, pero como me hicieran doler, le plantaba un bofetón que iba a saber quien mandaba en este cuento. No me dolió ¡qué va! Me metió la lengua esa, pero en plan de amiga, no me hacía doler; iba para adentro, para los costados, engordaba, me hacía delirar (si las colposcopías son así, voy a tener que revisarme seguido) la muy puerca si seguía así se iba a llenar de mierda. Y bueno, que se joda, ¿Quién la mandó? Yo seguía con mis dedos, (que algo tenía que hacer yo también) primero fueron dos, después le fui agregando, no sé a cuantos llegué; creo que más de cinco no tenía en la mano, pero vaya tú a saber. Es que si me pongo a imaginar, no me voy a andar fijando dedo más, dedo menos; la cosa que, con semejante calentón, el coño me rebalsaba. Fui buscando mi punto G; o me aprendí el alfabeto o tenía puntos G para regalar; donde me tocaba, explotaba Puf… que manera de correrme, pero si hasta en un momento, me pareció que eyaculé. Eyaculé o me meé, la cosa que sentía que me mojaba como si lo hiciera, (que no creo que haya sido la famosa Hidra, que si así fuera, se iba a enterar) sentí que me mojaba toda, ¡mi madre que polvazos! Tendría que imaginar bien las cosas si no quería que terminaran conmigo, la estaba pasando como las diosas, pero tampoco abusar. Seguían por todo mi cuerpo, lame, besa, chupa, no se separaban de mí, todo lo que alguna vez había deseado, las cabronas me lo estaban haciendo. No se me metían en el coño porque tenía la mano adentro. Me sentía cómo si tuviera un mechero adentro. Mi cuerpo expelía fuego y estás cabezotas parece que, o me querían aliviar, o se calentaban conmigo. Los orgasmos se sucedían llevándome a la extenuación. La estaba pasando como nunca me hubiese imaginado. Cuando escriba este cuento no me lo van a creer. ¿Escribir este cuento? Eso sí terminaba viva, porque a la Hidra esta, no la veía en plan de parar de darme gusto, y a mí no me parecía nada mal. ¿A ver si todavía tenía que llamar a Hércules y dejar que la mate antes que me mate a mí de placer? ¿Será que ya está haciendo lo que se le da la gana? Aunque ¿buscar a Hércules? Mejor no lo busco, ese paspado vaya a saber por dónde anda, aparte que mucho musculo, mucho musculo, pero me pareció un poco rarito; con Yolao, el sobrino, para mí, algo llevaba. Tampoco era para despreciar, cinco cabezas con sus lenguas dándote el lote. No es para todos los días, que muchas pagaría buena pasta para tenerlas como yo. aj…lo único que me faltaba; meretriz. Como una nebulosa algo me estaba invadiendo el cerebro, me estaba agotando, se me estaban acabando las pilas. Todavía las sentía cerca de mí, cómo mirándome sin saber lo que hacer. ¿Qué les podía decir? ¿Que se queden hasta mañana, que después seguimos? ¿que no me hagan lio, y si no tienen sueño que limpien un poco la casa sin hacer ruido? Bueno, que no hagan mucha bulla, que cuando descanse seguimos, que me dejen ir un rato al reino de los sueños. Que Afrodita también duerme. Y allí fui. Un zumbido penetraba mis oídos, me senté en la cama, era el móvil, quien estaría llamando a la madrugada, atendí, era mi amiga Luisa. -Leti, ¿no quieres venir a mi casa? estoy sola, la podemos pasar bien. - Pero Luisa ¿a ti te parece que me tienes que despertar a la madrugada para invitarme? Podías esperar a una hora decente. - Oye, la una de la tarde, será la madrugada de mañana, no me digas que estabas durmiendo. - ¿Qúeeee? La una de la tarde, no pensé que había dormido tanto - ¿Te preparaste el combinado que te recomendé? ¡te emborrachaste! Eso es lo que pasó ¿Le rayaste la semilla que te di? - Anda, si fui a rayar y se me fue media semilla a la jarra - ¿Media semilla? y todavía estás viva, ¿verdad? - Pero sí mujer si no me hizo nada, me dio un poco de sueño nada más. - Bueno, no es eso lo que me habían contado, pero si vienes te voy a hacer yo lo que no te hizo la semillita esa. - Uhm…está bien, no sé porque, pero no tengo mucha gana de juerga, pero no te voy a dejar colgada. - Pues ven, te quedas a dormir conmigo que las ganas te las pongo yo. - cortó Uf…como tengo la cabeza, no me duele, pero es como si estuviera abombada. Miro la cama, esta mojada, ¿me habré meado? Tomo el olor, ¡y no! ¡Cristo! ¿Habré soñado que andaba de jodienda? Puf…si es eso, por la cantidad, no la pasé nada mal Esto es el colmo, yo de fiesta, y no me entero, ¡lo que me faltaba! Trato de acordarme. A ver; me traje la jarra al lado del ordenador, tomé un poquitín, (bueno no será tan poquitín porque la jarra está vacía) y me puse a leer los correos. Ah…ahí fue que se me ocurrió escribir un relato. ¿Y después que hice? ¡Ya sé! pensé que primero lo tenía que imaginar, y me acosté a imaginarlo. Claro, entre algo que tomé de la jarra, (o bueno, me la tomé toda) y el aburrimiento de querer pensar algo interesante, (qué se ve que no soy capaz), me quedé dormida. Qué idea tonta, querer escribir yo que no tengo imaginación ni para imaginar un churro. Mejor me quito eso de la cabeza, necesitaría tener fantasías y yo de eso, nada Esta bebida con esa semillita, mejor no la tomo más, me quitó las ganas de todo, en otro momento hubiese salido de estampida a pasarla bien, y hoy ni ganas que tengo, y eso que hace rato que no nos cascamos. Si no fuera porque no le quiero hacer un feo a Luisa no iba. Me hubiese gustado escribir un relato: pero que le voy a hacer ¡Qué pena! nunca se me ocurre nada. Eso queda para las que tienen imaginación. Ya sé, es un estilo que se mete en el absurdo, pero me divierte, espero que a algunas también

Autor: vima Categoría: Sexo Lésbico

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Mi conocido del gym

2019-08-16


Esperé un mes para probar a aquel tío, aquel bulto que veía todos los días pasar frente a mí. O aquella polla en las duchas. Un mes... que pasó y llegó. Había pasado casi un mes desde que habláramos por primera vez y desde entonces supimos que conectábamos. Rafa se llamaba. Me sacaba ocho años y en aquel momento yo tenía treinta y cuatro, por lo que él tenía cuarenta y dos. Llevaba dos meses en el gym cuando lo vi por primera vez y me llamó la atención. Un tío algo maduro, bien de cuerpo, y según lo que vi en los vestuarios durante los primeros días estaba muy bien dotado. No llevaba alianza por lo que supuse que no estaba casado y empecé a fijarme en él cada día. Al principio fue un saludo, luego un… qué tal? Hasta que días más tarde nos pasamos wassup y comenzamos a hablar. La temperatura subió un día que me escribió de noche con la escusa de enviarme unas fotos sobre ciertos ejercicios para aumentar volumen en pecho, y a partir de ahí supimos que algún día follaríamos pues fue una conversación subida de tono y ambos buscábamos lo mismo, llegando al extremo de mandarnos fotos sensuales y desnudos. Rafa era un tío simpático, amigable. Pero por wassup era cachondo y espabilado. Empezamos a tomar la rutina de hablar por las noches mediante wassup y un día me envió una foto de su rabo semi empalmado, aunque seguía sin haberlo visto nunca erecto del todo. No era nuevo para mí porque a diario lo veía en los vestuarios o por el gimnasio, pero si fue nuevo que estuviera en bóxer y con el rabo morcillón, a lo que tras mi comentario pareció gustarle el que me hubiera fijado. Un día en las duchas nos liamos bajo el agua pero allí delante de cualquiera que nos pudiera ver en cualquier momento decidimos parar y no pasé de tocarle el paquete. Aquella noche me invitó a su casa pues vivía solo, pero me negué porque madrugaba al día siguiente y me era imposible. Dos días después lo invité yo a la mía y tampoco pudo. Y así estuvimos hasta que hoy, un mes después de verlo en el gym, voy decidido hacia la dirección que me dio porque sí podíamos quedar ambos. A la hora acordada aparqué mi coche cerca del lugar y toqué el timbre. -¿Sí? –Dijo Rafa a través del telefonillo-. -Soy Dani, Rafa. Abre. –Contesté, y tras oir el abrir de la puerta entré en el portal y llamé al ascensor-. Yo soy un chico majete y guapo según dicen. Al llevar en el gym unos cinco años puedo decir que tengo un buen cuerpo. Mido 1,77 cm y peso 72 kg. Soy de pelo moreno, piel clara, buen culo. Buen paquete. Visto de manera casual y no como los tíos modernos de hoy con esos pantalones que parecen mallas de tía. Me considero un tío masculino y todos los chicos u hombres en los que me fijo son así. No me va la pluma. Rafa era similar a mí, pero más maduro. Eso sí, me encantaba su cuerpo, y no sólo por la buena polla que parecía tener, sino por todo su conjunto. Era de mi misma altura y aún conservaba todo el pelo, el cual era plateado debido a las canas. Él molaba porque había observado entre las máquinas que las mujeres lo observaban al pasar. Parecía y era más serio que yo, aunque allí, en su casa, me llevé una grata sorpresa. Cuando llegué al piso ya estaba preparado. Vestía solo un bañador azul y estaba sin camiseta y sin zapas. Sonaba música lounge de fondo y era ya de noche pero tenía la mayoría de las ventanas de su casa abiertas de par en par y a través de ellas entraba el aire fresco de la noche. Se estaba muy a gusto. Rafa vivía en un tercero, en una calle normal llena de bloques, por lo que al otro lado de la calle se veía cientos de ventanas que miraban hacia allí. -¿Quieres tomar alto? –Preguntó nada más entrar en su casa. Le contesté que no casi sin tiempo a penas pues se lanzó a por mí y me empezó a comer la boca-. ¡Qué rico estás, tío! ¡Y qué ganas tenía de esta… quedada! Le comí la boca al igual que él a mí y me dejé meter su lengua en la boca mientras ésta tocaba mi paladar e impregnaba mi lengua con su saliva. A la vez comenzó a acariciarme el culo. Yo tenía puesto zapatillas, una camiseta algo ajustada y un pantalón vaquero corto y algo ajustado, pero Rafa metió una mano entre la tela y mi cuerpo y me sobó el culo. Pasó uno de sus dedos entre ambos glúteos y en aquel momento metió su lengua hasta el fondo en mi boca y llegó a traspasar mi anillo con aquel dedo que estaba seco. Lo sentí. -Mmmm –Gemí-. -Vamos a ponernos más cómodos, tío. Vamos a mi cuarto. Durante el camino hasta allí, Rafa no dejó de sobar mi cuerpo y yo le agarré el paquete palpando su polla morcillona. Parecía muy buena. Nada más llegar allí me desnudó dejando mi verga y el culo al aire y él hizo lo mismo con mi ayuda. Encendió una vela y abrió la ventana del dormitorio por lo que entraba una ráfaga de aire muy rica. Estábamos súper a gusto y tan sólo eran las once de la noche por lo que disponíamos de buen rato al no madrugar ninguno a la mañana siguiente. Entre caricias y besos nos tumbamos en la cama y pude ahora ver bien su rabo en todo su esplendor. Al fin lo tenía duro. Más de veinte centímetros de rabo apuntaban al techo y nunca se lo había visto así. -¿Qué? ¿Te gusta? –Me preguntó cuando vio que no dejaba de mirarle la polla empalmada y mi cara denotaba gusto-. -Sí, claro. –Dije, y me arrodillé en la cama mientras llegaba con la boca a su entrepierna. Olía un poco a sudor y meo, pero también a jabón por lo que no llevaría más de una o dos horas duchado. Luego me metí su glande en la boca-. …mmmmm… -¡Ah! –Gimió Rafa con gusto-. Eso es… chúpala. Moví mi lengua para acariciar su capullo dentro de mi boca y empecé a salivarlo todo lo que pude. A la vez iba bajando mi cabeza y tragándome la mitad. Siempre se me dio bien tragar polla, y tragarla a tope, así que de primeras empecé a mamarla entera. Más de veinte centímetros entraron en mi boca y empecé a subir y a bajar mi cabeza. -Ohh, cabrón. –Dijo excitado-. Cómo la mamas, ¿no? Así estuve con aquella polla en la boca lo menos un cuarto de hora sin parar. Subiendo y bajando, subiendo y bajando. Me la tragaba entera, haciendo que su capullo entera por mi garganta y echando babas con mucho gusto para que Rafa viera como me resbalaba por la barbilla. -Joder, Dani. ¡Cómo la mamas, tío! Mamaba y mamaba. Me encantaba aquella polla. Recta y larga. Algo gorda pero sin llegar a ser exagerada, y con un glande rosado y brillante más que apetecible. Me entraba bien aún así. Sin mediar palabra para no dejarme parar, me giró y levantó para que pusiera mi culo en su boca y empezamos un sesenta y nueve. Noté primero su lengua húmeda y vigorosa. Me recorría toda la raja del culo una y otra vez mientras se detenía en el esfínter y me metía fuerte la lengua en mi agujero para bajar de nuevo hasta llegar al perineo. A veces cogía mis cojones y se los metía en la boca, pero no cesaba en lamerme la raja y darme golpecitos con la yema de sus dedos en el agujero. -¡Paf! ¡Paf! ¡Paf! ¡Paf! –Se escuchaba en la habitación-. -¿Te la clavo ya? –Me preguntó Rafa viendo que yo movía la cadera con ganas. Al yo asentir me cogió de la mano y con cuidado me apoyó contra la ventana de la habitación y le di la espalda-. Apoyó su polla en mi culo y de una enterrada me la clavó de un golpe. -Aaaaaah… -Gemí yo como un cerdo-. Qué gusto, tío. Rafa empezó a meterla y sacarla despacio mientras yo observaba la fachada del bloque de enfrente. -¡Ah! ¡Ah! –Gemía yo mientras notaba como esa barra de carne me abría por completo en canal. Me llenaba el culo y la retraía para sacarla haciendo que yo culeara para que no dejara mi agujero vacío-. Dame fuerte, tío. Estoy acostumbrado. Él empezó un mete saca más rápido y a la vez me daba alguna cachetada. -Desde el primer día que te vi en el gimnasio quise follarme este culo. –Me dijo-. ¡Ah! ¡Cómo se abre! ¡Tu culo pide polla, tío! -Tenía hambre. –Dije sensual y con cara de vicio-. Dame fuerte si quieres, tengo experiencia. Y sin esperarlo Rafa no me dio más fuerte, sino que se lubricó los pulgares con saliva y fue metiéndomelos en el culo a la misma vez que su polla. -Te entran dos fijo, niño. –Me dijo al rato, sin dejar de mirar mi agujero y contemplando cachondo como su polla me resbalaba ahora más en mi culo dilatado-. Tengo algún juguete, ¿quieres? -Si te apetece. Sacó el rabo de mi culo y me quité de la ventana para tumbarme a cuatro patas sobre su cama. Le vi sacar de un cajón dos dildos, uno de unos veinte centímetros y muy, muy gordo, y el otro era de largo como mi antebrazo y puño juntos, lo menos treinta centímetros de goma venosa. También cogió varios condones y lubricante. Reparé en que me la había metido a pelo, pero es que últimamente todos los tíos que me querían follar me pedían no usar gomas, así que no dije nada y me limité a disfrutar de aquella polla, pues ya vería donde echaba la lefa. Introdujo al menos la mitad del dildo largo y fue untándome de lubricante el culo a medida que lo introducía. -¿Quieres popper? –Me preguntó-. Tengo. -¡Sí! –Dije alegre, pues es algo que me hace ponerme muy cerdo y guarro-. Tras aspirar ambos del botecito me dispuse a relajarme y dejé a Rafa hacer todo lo que quisiera. Yo estaba en la cama en aquella posición, y él detrás de mí y dándole la espalda a la ventana, por lo que el aire fresco entraba y nos refrescaba a los dos por igual. -Aaah, Aaah, Aaaah, Aaaah… -Mis gemidos se oían por toda la estancia mientras Rafa jugaba con mi culo y con los dildos-. -Te voy a intentar meter la polla, ¿vale? –Me dijo-. Rafa me tenía el pollón largo de goma metido bien dentro cuando noté que acercaba su glande y escupía sobre aquel agujero cedido. Lentamente lo logró. Al principio me dolió un poco, pero apenas nada si lo comparo con el placer que empecé a sentir mientras tenía el culo doblemente abierto. -Uff, aaaah, ah, ah, qué gusto, niño… -Me decía-. …cómo tienes el culo, y cómo te entran, tío. ¿Puedo echarle una foto? Lo pensé por un momento, pues yo también hubiera disfrutado viendo mi culo así de abierto con la polla de Rafa dentro y la de goma mientras él las movía las dos con el balanceo de su cuerpo. Me he dejado fotografiar o grabar sin que sacase la cámara mi rostro, y no tengo pudor a la hora de mostrarme desnudo pues mi figura gusta y empalmado mi rabo mide unos 18 centímetros. Pero no quería que parase, quería seguir disfrutando de aquel movimiento y de aquellas dos pollas en mi culo. Una real, y la otra de goma. -No, tío. –Le contesté-. Paso de móviles ahora Rafa, ¡fóllame! -Vale, no hay problema. –Dijo Rafa mientras siguió dándome por culo un buen rato más-. Paró y sacó la polla de goma para follarme fuerte durante un rato con su rabo. Sabía que estaba disfrutando conmigo de lo lindo, pues sé que mi culo suele gustar. Tengo experiencia con tríos y a veces me han penetrado doblemente, por lo que no me achanto ante nada. Metió entonces la otra polla, la que era más corta pero mucho más gruesa y las dos entraron bien también, y a la primera. La de él y la más gorda de las de goma. -¡Joder, tío! –Me decía Rafa súper cachondo-. Hacía mucho que no disfrutaba así. -¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! Pues dale. –Le dije mientras miraba hacia atrás y le miraba a los ojos-. ¡Dame más, por fa! Noté como me echó en el ano más lubricante aún y metió su dedo pulgar, pero ya empezó a dolerme y él se dio cuenta, por lo que siguió metiéndome las pollas de gomas alternativamente junto con su polla. Más de una hora de reloj estuvo disfrutando así de mi agujero, haciéndome cambiar de postura mientras me metía las dos pollas de goma y le chupaba su rabo, o alternándolas con su instrumento. -¡Ah! Mmmmmm. –Nuestros gemidos se oían altos-. Tras todo aquello le pedí que me sacara las de goma y se tumbara boca arriba sobre su cama. Así pude subirme sobre él y cabalgarlo mientras me pajeaba. -¡Quiero repetir contigo, Dani! –Me decía Rafa antes incluso de acabar-. ¡Me corro! ¡Me corro! -¡Lléname! –Le pedí mientras botaba sobre su rabo y metiéndome aquellos más de veinte centímetros dentro, pues quería que su orgasmo fuera bestial-. -No, ven aquí. –Me dijo haciendo que saltase y me quedara sin rabo-. Me dio tiempo a ponerme de rodillas al tiempo justo de ver como Rafa se ponía en pie sobre la cama y apuntaba con su cipote a mi cara y se pajeaba fuerte. -Ya viene, ¡tómala! –Me dijo-. Uno, dos, tres trallazos, cuatro y cinco. Todos al interior de la boca y labios, y con abundancia. Hasta que me metió toda la polla dentro de la boca y volvió a tocar mi campanilla con el capullo. El sabor de la corrida inundó mi boca y tragué leche con gusto. Joder, cómo tragué leche aquella noche, además de quedarme toda la cara manchada de los restantes tiros de lefa que me cayeron por la cara. Luego, tras recuperarse, me hizo poner boca arriba y me mamó el rabo hasta que me corrí. La noche terminó genial y nos despedimos con muy buen rollo hasta el día siguiente que nos viéramos en el gym. Me vestí y me fui de su casa. Ya en el coche y a punto de llegar a mi aparcamiento me vibró el móvil. Cuando estacioné el coche abrí y vi que la notificación era de Rafa. Me escribía y me mandaba varias fotos e imágenes. En todas ellas se me veía a mí y a Rafa follando, comiendo rabo, o con mi culo y las dos pollas bien visibles dentro de mi culo. Habían sido tomadas desde una de las ventanas de enfrente al bloque de Rafa, a través de otra ventana. Nuestros rostros no eran muy visibles, pero sí las posturas o lo que hacíamos. Sonreí y me sentí más guarro y cachondo viendo aquellas imágenes. ¡Qué polvazo! -Mi vecino dice que estás muy rico. –Me escribía Rafa al wassup-. Y dice que si mañana quieres volver a venir a casa él también tiene otro buen rabo para que no te meta nada de goma. Piénsalo.

Autor: DaniX33 Categoría: Sexo Gay

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La primera vez con mi amigo

2019-08-16


Una chica bisexual y su amigo virgen. Es difícil follar cuando eres una adolescente. En primer lugar, tus padres pocas veces te dejan sola en casa el tiempo suficiente para echar un polvo en condiciones (los rapiditos no son lo mío). En segundo lugar, hace falta alguien que me guste lo suficiente como para follarmelo. Su sexo me suele dar igual. Mi especialidad son las chicas, aunque solo pido que no sea un, o una, gilipollas. Noé (como el del arca, no el diminutivo de Noelia) es un poquito imbécil, pero es mi amigo y le quiero. Además es virgen y nunca he follado con un chico virgen. Bueno, mejor dicho: nunca he follado con un chico. Como dije, mi especialidad son ellas, no ellos. Así que se podría decir que también iba a ser su primera vez. Desde que le conocí y comenzamos a tener confianza, esperé con ansia que mis padres se fueran para invitarle a mi casa. Parecía el chico perfecto con el que perder mi heterovirginidad, como la llamo yo. El día de tirarmelo tardó en llegar, pero por fin, un dia, mis padres se marcharon de viaje dejándome la casa toda para mí. —Noe, ¿qué coño estás haciendo con mi cobaya? Mi amigo, imbecil con cariño, estaba sentado en el sofá y tenía a Robbie, mi cobaya, sobre la cara. Su voz sonó asfixiada bajo mi mascota. —Nada. Se subió aquí ella solita. Será que le gusto. Me acerco al sofá dónde está sentado y le quito a Robbie de encima. Me siento a su lado y dejo a mi animalillo en mi regazo. Robbie se queda quieto mientras le acaricio la cabeza. —En el baño hay toallitas, por si quieres limpiarte la cara -informo a Noé, viendo como se pasa la mano por la cara, quitándose las gafas para librarse de algún pelo que se le ha caído a Robbie. —Va, ahora vuelvo. Y se tarda una eternidad. Me da tiempo a aburrirme de Robbie, a encerrarle de nuevo en su jaula y a poner la tele el tiempo suficiente para darme cuenta de que no hay nada interesante. Me siento tentada de poner porno (mi padrastro tiene un Pen Drive lleno de eso y cree que yo no lo he descubierto) pero al final decido ser una buena anfitriona y no asaltarle sexualmente a la primera de cambio. Voy a por algo de beber y cuando vuelvo a sentarme, con un vaso de Coca cola light en la mano, él sale del baño. Por fin. —¿Qué, te estabas poniendo guapo, princeso? —le digo, con tono burlón. —Que va. Estaba cag… Paso de oír sus tonterías y me muero por ver que hay en sus pantalones. Dejo el vaso en la mesa. Me interpongo en su camino levantándome del sofá. Le agarro de la camisa para ponerle a mi altura y le beso. Sé que dije que no me lo tiraría a la primera de cambio pero no he estado esperando todos estos meses para ahora escuchar sus tonterías. La curiosidad por descubrir cómo es una polla, y la excitación que llevo conteniendo semanas, me empuja a actuar de manera impulsiva. El beso es intenso, casi agresivo. Él también me deseaba, aunque lo había ocultado bien. Ahora lo siento en cómo me besa, en cómo sus labios se mueven devorando mi boca. Pierdo el equilibrio y me caigo en el sofá sin soltarle, lo que provoca que él casi se caiga sobre mí. En un alarde de buenos reflejos, que no esperaba que tuviera, Noé apoya sus manos en el respaldo y se inclina para seguir besándome. —Me vas a aplastar, pelmazo —le digo. Mi voz suena un poco jadeante por los besos. Noé se deja caer a mi lado. Le miro un instante antes de quitarle las gafas con cuidado. —No veré una mierd… —Da igual. Deposito las gafas en la mesa, al lado de su vaso de Coca cola light que no ha podido catar, y vuelvo a besarle. Ni siquiera le prestamos atención a la tele. Nos besamos y mis manos se apoyan en su pecho y de vez en cuando trepan hasta sus mejillas. Nos detenemos el tiempo justo para respirar y nos miramos cachondisimos. ¿Cómo ha podido mantener las manos quietas cuando se nota a la legua que se muere por meterme mano? No puedo evitar mirar la abultada entrepierna de sus pantalones, como él no es capaz de disimular esas miraditas a mi escote. Sin pensarlo dos veces, me coloco a horcajadas sobre él, con una pierna a cada lado. Agarro su cara con mis manos, sintiendo como me pinchan los cuatro pelillos de barba que tiene. Mientras nos besamos, muevo mi cintura frotándome contra su entrepierna. Noto el bulto duro presionando mi coño a través de toda la ropa y la verdad es que quiero sacarle la polla ya. Cuando intento meter mi lengua en su boca, Noé se aparta, cortándome un poco el rollo y sacándome del trance en el que estaba metida. Tiene las orejas rojas y las mejillas ardiendo. —Solo era un beso con lengua. —Es que me he puesto nervioso. Yo que sé —me mira un instante y luego aparta la mirada. No soy capaz de discernir qué ha pensando, en que se han fijado sus ojos grises y miopes, para que se sonroje todavía más. —¿Qué pasa? —Nada, solo que lo había imaginado de otra manera —responde, sin mirarme a los ojos.— ¿Me pasas la Coca cola? Tengo la boca seca… Mil y un comentarios mordaces pasan por mi mente, pero decido quedarme callada. Me giro, sujetándome con una mano en su muslo, y me inclino de medio lado para coger su vaso. —Toma, anda. Se lo bebe de un trago, intentado ver la tele por encima de mi hombro, como si yo no existiera. —Gracias. Por fin me mira. Cojo el vaso de su mano y lo dejo sobre la mesa. Me inclino para besarle con suavidad. Sus labios tienen un regusto a coca cola y, cuando vuelvo a intentar meter mi lengua en su boca, esta vez no se resiste. Su lengua se mueve torpemente y me sorprendo pensando que apenas siento ninguna diferencia entre besar a un chico o a una chica, porque Noé no tiene barba y no me pincha con ella. Con lo que sí me pincha es con la polla, sobre la que de nuevo me estoy restregando. Siento su polla muy dura y mi coño tampoco está sereno precisamente. Siento una leve humedad entre mis piernas, mojando el tanga negro que llevo bajo los pantalones cortos. Estoy tan cachonda como cuando María, mi ex, sacaba ese cinturón con polla y me decía que me pusiera a cuatro, que íbamos a jugar… ¿Su polla será como ese juguete? La ropa comienza a molestarnos. El acaricia mis tetas por encima de mi camiseta de tirantes, sin atreverse a meter sus manos por debajo. Como no llevo nada sujetador, mis pezones se marcan y él se está haciendo una idea de cómo son mis tetas, pero yo quiero sentir sus dedos contra mi piel. Y tengo que ser yo la que le invite a desnudarme. Levanto las manos y él me quita la camiseta. Mis tetas, del tamaño justo para llenar su mano, botan un poco cuando escapan de la apretada camiseta. Noé se queda mirando mis pechos. Dudo de si verá algo o necesita las gafas para hacerse una idea de lo que tiene delante. Al final, para mi sorpresa, y deleite, agarra mis tetas con sus manos y comienza a masajearlas, moviéndolas un poco y apretando con los dedos. Me imagino que debió de ver esos movimientos en el porno. Se nota que intenta esforzarse aunque no tiene muy claro lo que debe hacer. Juguetea con los pezones, sin atreverse a llevárselos a la boca. Le acaricio esa mata de pelo castaño y rebelde que le cubre la cabeza, sintiéndome tentada de empujarle y forzarle a que lama mis pezones. Pero aun soy una buena chica y trato de que se relaje y se sienta cómodo. Sin embargo, algo me distrae. El bulto de su entrepierna, durísimo bajo mi culo, me tienta a que lo toque e investigue. Y ya no puedo resistirme, quiero ver lo que oculta bajo los pantalones. Abandono esas tiernas caricias y le beso, mientras él sigue pendiente de mis tetas. Tira de uno de mis pezones y yo le muerdo labio… mientras una de mis manos se mete entre mis piernas y comienza a acariciar su entrepierna. Sus manos se detienen un instante, luego vuelven a sobar mis pechos. Agarro y aprieto su entrepierna, sintiendo el calor que emana de debajo de la ropa, pero en mi caso no me vale para hacerme una idea de cómo es su polla. Trasteo con su bragueta y al final me rindo. Dejo de besarle y me centro en desabrocharle los pantalones. Él abandona mis tetas y mira lo que hago. Una chica bisexual con las tetas al aire peleándose con sus pantalones. —Oye, me podrías ayudar. —Plana —responde. No necesito mirarle para saber que se está burlando de mí. Le miro de todas formas. Sus labios dibujan una sonrisa, mezcla de diversión y excitación, que me recuerda porque he decidido perder mi virginidad con este chico. Dulce y gracioso hasta el los momentos más calientes. Le beso sin que mi objetivo sea ponerle cachondo. —Entonces, no es así como lo habías imaginado? —le pregunto cuando paramos un instante de besarnos. —De momento me está gustando más que cómo lo había imaginado —responde, y por primera vez se atreve a besarme. Nuestras lenguas se rozan. Dejamos a un lado la ternura y volvemos a ponernos cachondos. Oigo como se baja la cremallera de los pantalones y un calor recorre mi cuerpo hasta mi entrepierna. Detengo el beso y bajo la mirada. Noé ha dejado su bragueta abierta, pero sin sacarse la polla. Se ha quedado quieto, indeciso. Pero también un poco provocador, dejandome decidir a mí si quiero ver más. Trago saliva, viendo el bulto que cubren sus calzoncillos. Ahora casi me puedo hacer una idea de lo que hay ahí. Casi. Paso la palma sobre ese bulto, frotándolo, sintiendo el calor que emite lo que hay debajo. Acerco mis dedos al borde de sus calzoncillos y los bajo despacio. Rozo su piel suave, recién depilada, y luego me topo con algo duro. Paso la tela por encima y por fin veo la punta de su polla. Hinchada, de un tono rojizo, próximo al morado. Sigo bajando. El tronco tiene venas que se me antoja lamer. Deslizo los calzoncillos hasta la base de su polla y la agarro con la otra mano. Me sorprenden dos cosas: lo caliente que está y lo suave que es. La aprieto y me sorprende también lo durísima que está. Escucho a Noé soplar y volver a respirar. Había estado conteniendo la respiración el muy tonto, de manera inconsciente supongo. —Madre, está mazo dura —la pajeo un poco, arriba y abajo y añado:— y super suave. No se parece mucho a los juguetes que he usado. Solo en la forma, pero las sensaciones al acariciarlo son muy diferentes. Me pregunto a qué sabrá y me inclino para lamerlo… pero cuando mi lengua está a un par de centímetros de su polla, la posición me parece demasiado incómoda y decido dejarlo para luego. —Joder —le escucho jadear. Me siento a su lado, sin soltar su polla. La pajeo lento, sintiendo todo el músculo con las yemas de mis dedos. —¿Quieres tocar tú también? —le pregunto para provocarle. Me apetece ver qué tal se maneja con los dedos en mi coño. —Va —dice en otro suspiro mientras le aprieto la polla fuerte. Me levanto y me quito rápidamente el pantalón y el tanga, mientras él hace lo mismo empujando su ropa hasta el suelo. Me tumbo en el sofá de lado, apoyando la espalda en el respaldo. Él se tumba a mi lado, al borde. Le he dejado espacio de sobra. Agarro su polla de nuevo y me sorprende otra vez su calor. —Estás ardiendo —le escucho comentar. Sus dedos ya han empezado a explorar mi vagina. No me molesto en responderle. Sus dedos se mueven entre los labios de mi coño, buscando el clítoris. Lo acaricia de vez en cuando por casualidad, pero se nota que está perdidísimo. Me conformo por el momento con sus caricias, le dejo que me explore por sí mismo mientras yo me divierto con su polla. La pajeo más rápido y un jadeo se escapa de los labios de mi amigo. Le beso un instante, sin parar de pajear. Su mano se ha quedado laxa sobre mi vagina, centrado en lo que le hago a su polla. Entonces decido que ya quiero descubrir a qué sabe. Me siento y me inclino hacia su pene. El pelo me tapa la cara y lo aparto con la otra mano mientras él me mira, atento a lo que voy hacer. Saco la lengua y me aproximo a ese glande hinchado. Lamo la punta su polla, pero no me sabe a nada. La meto un poco en mi boca y la envuelvo con mis labios, moviendo la lengua a su alrededor. No está mal. La saco de mi boca y lamo el tronco, pasando mi lengua a lo largo por el lado que no estoy sujetando con la mano. Entretenido. La pajeo despacio mientras chupo la punta y luego intento ver cuánto me cabe en la boca. Bajo por su polla, metiéndomela en la boca hasta que mis labios chocan con mi mano. Suelto su polla, metiéndola más y más. Tanto que me da una arcada. La saco tosiendo. —¿Estás bien? —su pregunta esta vez no suena a que esté riéndose de mí. —Creo que no me gusta comer pollas —gruño. Unas lágrimas difuminan mi visión y solo veo la cara de Noé como una mancha. Me froto los ojos mientras él se incorpora. Le beso, sentados uno frente al otro. Noé me empuja hasta tumbarme en el sofá y se coloca sobre mí. Paso mis brazos por sus hombros y le abrazo para que no pare de besarme. Pronto vuelvo a estar tan cachonda como antes de que me atragantara. Atraigo su cuerpo más hacia mí. Acaricio su nuca con una mano, mientras con la otra presiono su espalda. Siento algo cálido que roza mi vagina. Aparto la cara a un lado y le suelto. Contemplo nuestros cuerpos, el suyo sobre el mío, cerca de estar piel con piel pero aún separados. Su polla, dura, apunta hacia mi vagina. Llevo mis manos hacia ahí. Mi vagina está muy empapada y acaricio mi clítoris, más por costumbre que porque lo necesite. Le miro sin para de masturbarme. —Metemela. Noé obedece. Me besa y baja el cuerpo, aplastando mi mano. La retiro y vuelvo a abrazarle. Su polla se frota contra mi vagina. Arqueo la espalda y su polla se desliza en mi interior. Gimo contra su boca. Él para de besarme y oculta se cara en mi cuello. Siento sus labios antes de que me muerda mientras comienza a follarme. Al principio me duele un poco, siento como mi vagina se dilata por el tamaño de su polla, pero no es algo nuevo. Cuando otras chicas me metían juguetes, también me dolía hasta que me acostumbraba. Su polla no es muy diferente de esos juguetes. Cierro los ojos y me abandono a las sensaciones. El placer recorre mi cuerpo. Le abrazo fuerte para que no se detenga. No paro de gemir, le pido que vaya más rápido. El cae con todo su peso sobre mi. Chillo, corriéndome, abrazándole con las piernas y sintiendo toda su polla dolorosamente dentro de mi. Tiemblo mientras él me folla un poco más. Luego se queda quieto. Se incorpora. Alargo los brazos en su dirección y me ayuda a sentarme. Hay algo blanco en su polla, pero no me preocupo por eso ahora. O porque hayamos podido manchar el sofá. Ya habrá tiempo de preocuparse luego. Bostezo. Él saca un pañuelo de sus pantalones y se limpia la polla antes de abrazarme y tumbarse conmigo. No dice nada, ninguna broma forzada para romper el hielo. Creo que nos quedamos dormidos así poco después.

Autor: IreneAdler Categoría: Heterosexual

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La primera vez con mi amigo

2019-08-16


Una chica bisexual y su amigo virgen. Es difícil follar cuando eres una adolescente. En primer lugar, tus padres pocas veces te dejan sola en casa el tiempo suficiente para echar un polvo en condiciones (los rapiditos no son lo mío). En segundo lugar, hace falta alguien que me guste lo suficiente como para follarmelo. Su sexo me suele dar igual. Mi especialidad son las chicas, aunque solo pido que no sea un, o una, gilipollas. Noé (como el del arca, no el diminutivo de Noelia) es un poquito imbécil, pero es mi amigo y le quiero. Además es virgen y nunca he follado con un chico virgen. Bueno, mejor dicho: nunca he follado con un chico. Como dije, mi especialidad son ellas, no ellos. Así que se podría decir que también iba a ser su primera vez. Desde que le conocí y comenzamos a tener confianza, esperé con ansia que mis padres se fueran para invitarle a mi casa. Parecía el chico perfecto con el que perder mi heterovirginidad, como la llamo yo. El día de tirarmelo tardó en llegar, pero por fin, un dia, mis padres se marcharon de viaje dejándome la casa toda para mí. —Noe, ¿qué coño estás haciendo con mi cobaya? Mi amigo, imbecil con cariño, estaba sentado en el sofá y tenía a Robbie, mi cobaya, sobre la cara. Su voz sonó asfixiada bajo mi mascota. —Nada. Se subió aquí ella solita. Será que le gusto. Me acerco al sofá dónde está sentado y le quito a Robbie de encima. Me siento a su lado y dejo a mi animalillo en mi regazo. Robbie se queda quieto mientras le acaricio la cabeza. —En el baño hay toallitas, por si quieres limpiarte la cara -informo a Noé, viendo como se pasa la mano por la cara, quitándose las gafas para librarse de algún pelo que se le ha caído a Robbie. —Va, ahora vuelvo. Y se tarda una eternidad. Me da tiempo a aburrirme de Robbie, a encerrarle de nuevo en su jaula y a poner la tele el tiempo suficiente para darme cuenta de que no hay nada interesante. Me siento tentada de poner porno (mi padrastro tiene un Pen Drive lleno de eso y cree que yo no lo he descubierto) pero al final decido ser una buena anfitriona y no asaltarle sexualmente a la primera de cambio. Voy a por algo de beber y cuando vuelvo a sentarme, con un vaso de Coca cola light en la mano, él sale del baño. Por fin. —¿Qué, te estabas poniendo guapo, princeso? —le digo, con tono burlón. —Que va. Estaba cag… Paso de oír sus tonterías y me muero por ver que hay en sus pantalones. Dejo el vaso en la mesa. Me interpongo en su camino levantándome del sofá. Le agarro de la camisa para ponerle a mi altura y le beso. Sé que dije que no me lo tiraría a la primera de cambio pero no he estado esperando todos estos meses para ahora escuchar sus tonterías. La curiosidad por descubrir cómo es una polla, y la excitación que llevo conteniendo semanas, me empuja a actuar de manera impulsiva. El beso es intenso, casi agresivo. Él también me deseaba, aunque lo había ocultado bien. Ahora lo siento en cómo me besa, en cómo sus labios se mueven devorando mi boca. Pierdo el equilibrio y me caigo en el sofá sin soltarle, lo que provoca que él casi se caiga sobre mí. En un alarde de buenos reflejos, que no esperaba que tuviera, Noé apoya sus manos en el respaldo y se inclina para seguir besándome. —Me vas a aplastar, pelmazo —le digo. Mi voz suena un poco jadeante por los besos. Noé se deja caer a mi lado. Le miro un instante antes de quitarle las gafas con cuidado. —No veré una mierd… —Da igual. Deposito las gafas en la mesa, al lado de su vaso de Coca cola light que no ha podido catar, y vuelvo a besarle. Ni siquiera le prestamos atención a la tele. Nos besamos y mis manos se apoyan en su pecho y de vez en cuando trepan hasta sus mejillas. Nos detenemos el tiempo justo para respirar y nos miramos cachondisimos. ¿Cómo ha podido mantener las manos quietas cuando se nota a la legua que se muere por meterme mano? No puedo evitar mirar la abultada entrepierna de sus pantalones, como él no es capaz de disimular esas miraditas a mi escote. Sin pensarlo dos veces, me coloco a horcajadas sobre él, con una pierna a cada lado. Agarro su cara con mis manos, sintiendo como me pinchan los cuatro pelillos de barba que tiene. Mientras nos besamos, muevo mi cintura frotándome contra su entrepierna. Noto el bulto duro presionando mi coño a través de toda la ropa y la verdad es que quiero sacarle la polla ya. Cuando intento meter mi lengua en su boca, Noé se aparta, cortándome un poco el rollo y sacándome del trance en el que estaba metida. Tiene las orejas rojas y las mejillas ardiendo. —Solo era un beso con lengua. —Es que me he puesto nervioso. Yo que sé —me mira un instante y luego aparta la mirada. No soy capaz de discernir qué ha pensando, en que se han fijado sus ojos grises y miopes, para que se sonroje todavía más. —¿Qué pasa? —Nada, solo que lo había imaginado de otra manera —responde, sin mirarme a los ojos.— ¿Me pasas la Coca cola? Tengo la boca seca… Mil y un comentarios mordaces pasan por mi mente, pero decido quedarme callada. Me giro, sujetándome con una mano en su muslo, y me inclino de medio lado para coger su vaso. —Toma, anda. Se lo bebe de un trago, intentado ver la tele por encima de mi hombro, como si yo no existiera. —Gracias. Por fin me mira. Cojo el vaso de su mano y lo dejo sobre la mesa. Me inclino para besarle con suavidad. Sus labios tienen un regusto a coca cola y, cuando vuelvo a intentar meter mi lengua en su boca, esta vez no se resiste. Su lengua se mueve torpemente y me sorprendo pensando que apenas siento ninguna diferencia entre besar a un chico o a una chica, porque Noé no tiene barba y no me pincha con ella. Con lo que sí me pincha es con la polla, sobre la que de nuevo me estoy restregando. Siento su polla muy dura y mi coño tampoco está sereno precisamente. Siento una leve humedad entre mis piernas, mojando el tanga negro que llevo bajo los pantalones cortos. Estoy tan cachonda como cuando María, mi ex, sacaba ese cinturón con polla y me decía que me pusiera a cuatro, que íbamos a jugar… ¿Su polla será como ese juguete? La ropa comienza a molestarnos. El acaricia mis tetas por encima de mi camiseta de tirantes, sin atreverse a meter sus manos por debajo. Como no llevo nada sujetador, mis pezones se marcan y él se está haciendo una idea de cómo son mis tetas, pero yo quiero sentir sus dedos contra mi piel. Y tengo que ser yo la que le invite a desnudarme. Levanto las manos y él me quita la camiseta. Mis tetas, del tamaño justo para llenar su mano, botan un poco cuando escapan de la apretada camiseta. Noé se queda mirando mis pechos. Dudo de si verá algo o necesita las gafas para hacerse una idea de lo que tiene delante. Al final, para mi sorpresa, y deleite, agarra mis tetas con sus manos y comienza a masajearlas, moviéndolas un poco y apretando con los dedos. Me imagino que debió de ver esos movimientos en el porno. Se nota que intenta esforzarse aunque no tiene muy claro lo que debe hacer. Juguetea con los pezones, sin atreverse a llevárselos a la boca. Le acaricio esa mata de pelo castaño y rebelde que le cubre la cabeza, sintiéndome tentada de empujarle y forzarle a que lama mis pezones. Pero aun soy una buena chica y trato de que se relaje y se sienta cómodo. Sin embargo, algo me distrae. El bulto de su entrepierna, durísimo bajo mi culo, me tienta a que lo toque e investigue. Y ya no puedo resistirme, quiero ver lo que oculta bajo los pantalones. Abandono esas tiernas caricias y le beso, mientras él sigue pendiente de mis tetas. Tira de uno de mis pezones y yo le muerdo labio… mientras una de mis manos se mete entre mis piernas y comienza a acariciar su entrepierna. Sus manos se detienen un instante, luego vuelven a sobar mis pechos. Agarro y aprieto su entrepierna, sintiendo el calor que emana de debajo de la ropa, pero en mi caso no me vale para hacerme una idea de cómo es su polla. Trasteo con su bragueta y al final me rindo. Dejo de besarle y me centro en desabrocharle los pantalones. Él abandona mis tetas y mira lo que hago. Una chica bisexual con las tetas al aire peleándose con sus pantalones. —Oye, me podrías ayudar. —Plana —responde. No necesito mirarle para saber que se está burlando de mí. Le miro de todas formas. Sus labios dibujan una sonrisa, mezcla de diversión y excitación, que me recuerda porque he decidido perder mi virginidad con este chico. Dulce y gracioso hasta el los momentos más calientes. Le beso sin que mi objetivo sea ponerle cachondo. —Entonces, no es así como lo habías imaginado? —le pregunto cuando paramos un instante de besarnos. —De momento me está gustando más que cómo lo había imaginado —responde, y por primera vez se atreve a besarme. Nuestras lenguas se rozan. Dejamos a un lado la ternura y volvemos a ponernos cachondos. Oigo como se baja la cremallera de los pantalones y un calor recorre mi cuerpo hasta mi entrepierna. Detengo el beso y bajo la mirada. Noé ha dejado su bragueta abierta, pero sin sacarse la polla. Se ha quedado quieto, indeciso. Pero también un poco provocador, dejandome decidir a mí si quiero ver más. Trago saliva, viendo el bulto que cubren sus calzoncillos. Ahora casi me puedo hacer una idea de lo que hay ahí. Casi. Paso la palma sobre ese bulto, frotándolo, sintiendo el calor que emite lo que hay debajo. Acerco mis dedos al borde de sus calzoncillos y los bajo despacio. Rozo su piel suave, recién depilada, y luego me topo con algo duro. Paso la tela por encima y por fin veo la punta de su polla. Hinchada, de un tono rojizo, próximo al morado. Sigo bajando. El tronco tiene venas que se me antoja lamer. Deslizo los calzoncillos hasta la base de su polla y la agarro con la otra mano. Me sorprenden dos cosas: lo caliente que está y lo suave que es. La aprieto y me sorprende también lo durísima que está. Escucho a Noé soplar y volver a respirar. Había estado conteniendo la respiración el muy tonto, de manera inconsciente supongo. —Madre, está mazo dura —la pajeo un poco, arriba y abajo y añado:— y super suave. No se parece mucho a los juguetes que he usado. Solo en la forma, pero las sensaciones al acariciarlo son muy diferentes. Me pregunto a qué sabrá y me inclino para lamerlo… pero cuando mi lengua está a un par de centímetros de su polla, la posición me parece demasiado incómoda y decido dejarlo para luego. —Joder —le escucho jadear. Me siento a su lado, sin soltar su polla. La pajeo lento, sintiendo todo el músculo con las yemas de mis dedos. —¿Quieres tocar tú también? —le pregunto para provocarle. Me apetece ver qué tal se maneja con los dedos en mi coño. —Va —dice en otro suspiro mientras le aprieto la polla fuerte. Me levanto y me quito rápidamente el pantalón y el tanga, mientras él hace lo mismo empujando su ropa hasta el suelo. Me tumbo en el sofá de lado, apoyando la espalda en el respaldo. Él se tumba a mi lado, al borde. Le he dejado espacio de sobra. Agarro su polla de nuevo y me sorprende otra vez su calor. —Estás ardiendo —le escucho comentar. Sus dedos ya han empezado a explorar mi vagina. No me molesto en responderle. Sus dedos se mueven entre los labios de mi coño, buscando el clítoris. Lo acaricia de vez en cuando por casualidad, pero se nota que está perdidísimo. Me conformo por el momento con sus caricias, le dejo que me explore por sí mismo mientras yo me divierto con su polla. La pajeo más rápido y un jadeo se escapa de los labios de mi amigo. Le beso un instante, sin parar de pajear. Su mano se ha quedado laxa sobre mi vagina, centrado en lo que le hago a su polla. Entonces decido que ya quiero descubrir a qué sabe. Me siento y me inclino hacia su pene. El pelo me tapa la cara y lo aparto con la otra mano mientras él me mira, atento a lo que voy hacer. Saco la lengua y me aproximo a ese glande hinchado. Lamo la punta su polla, pero no me sabe a nada. La meto un poco en mi boca y la envuelvo con mis labios, moviendo la lengua a su alrededor. No está mal. La saco de mi boca y lamo el tronco, pasando mi lengua a lo largo por el lado que no estoy sujetando con la mano. Entretenido. La pajeo despacio mientras chupo la punta y luego intento ver cuánto me cabe en la boca. Bajo por su polla, metiéndomela en la boca hasta que mis labios chocan con mi mano. Suelto su polla, metiéndola más y más. Tanto que me da una arcada. La saco tosiendo. —¿Estás bien? —su pregunta esta vez no suena a que esté riéndose de mí. —Creo que no me gusta comer pollas —gruño. Unas lágrimas difuminan mi visión y solo veo la cara de Noé como una mancha. Me froto los ojos mientras él se incorpora. Le beso, sentados uno frente al otro. Noé me empuja hasta tumbarme en el sofá y se coloca sobre mí. Paso mis brazos por sus hombros y le abrazo para que no pare de besarme. Pronto vuelvo a estar tan cachonda como antes de que me atragantara. Atraigo su cuerpo más hacia mí. Acaricio su nuca con una mano, mientras con la otra presiono su espalda. Siento algo cálido que roza mi vagina. Aparto la cara a un lado y le suelto. Contemplo nuestros cuerpos, el suyo sobre el mío, cerca de estar piel con piel pero aún separados. Su polla, dura, apunta hacia mi vagina. Llevo mis manos hacia ahí. Mi vagina está muy empapada y acaricio mi clítoris, más por costumbre que porque lo necesite. Le miro sin para de masturbarme. —Metemela. Noé obedece. Me besa y baja el cuerpo, aplastando mi mano. La retiro y vuelvo a abrazarle. Su polla se frota contra mi vagina. Arqueo la espalda y su polla se desliza en mi interior. Gimo contra su boca. Él para de besarme y oculta se cara en mi cuello. Siento sus labios antes de que me muerda mientras comienza a follarme. Al principio me duele un poco, siento como mi vagina se dilata por el tamaño de su polla, pero no es algo nuevo. Cuando otras chicas me metían juguetes, también me dolía hasta que me acostumbraba. Su polla no es muy diferente de esos juguetes. Cierro los ojos y me abandono a las sensaciones. El placer recorre mi cuerpo. Le abrazo fuerte para que no se detenga. No paro de gemir, le pido que vaya más rápido. El cae con todo su peso sobre mi. Chillo, corriéndome, abrazándole con las piernas y sintiendo toda su polla dolorosamente dentro de mi. Tiemblo mientras él me folla un poco más. Luego se queda quieto. Se incorpora. Alargo los brazos en su dirección y me ayuda a sentarme. Hay algo blanco en su polla, pero no me preocupo por eso ahora. O porque hayamos podido manchar el sofá. Ya habrá tiempo de preocuparse luego. Bostezo. Él saca un pañuelo de sus pantalones y se limpia la polla antes de abrazarme y tumbarse conmigo. No dice nada, ninguna broma forzada para romper el hielo. Creo que nos quedamos dormidos así poco después.

Autor: IreneAdler Categoría: Heterosexual

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Mi hija me convirtio en su esclavo y juguete.

2019-08-16


Soy un hombre maduro de 52 años.Vivo con mi esposa y una hija nuestra llamada Paloma Mi hija tiene 26 años y se vino a vivir con nosotros despues de que su marido muriera muy joven.Ella no pudo hacer frente a la hiporteca y tuvo que venir a vivir con nosotros.Su madre no hacia mas que echarla en cara que no trabajaba y ella decia que lo buscaba ,pero yo veia que pasaba mucho y que era bastante vaga y no encontraba nada que la gustara. Mi mujer tenia un grupo de amigas con las que se iba algunos fines de semana y nos dejaba solos a los dos. Lo malo de ser padre de una hija que que cuando es pequeña la adoras y la ves como una hija ,pero ella habia crecido y se habia convertido en una mujer preciosa y yo empece a desearla y verla como una mujer.Ademas mi mujer ya casi no practicaba el sexo conmigo.Asi que me masturbaba bastantes veces. Mi hija a veces me pedia dinero y yo a veces se lo daba de lo que tenia para mi ,no era mucho pero asi ella podia salir a tomar algo.Aunque los fines de semana los pasabamos metidos en casa ,yo porque no me apetecia salir y ella porque no tenia dinero. Mi hija encima se paseaba con un camison por la casa y me dejaba ver el canal de sus tetas y un poco sus braguitas.Creo que al principio no lo hacia con mala intencion pero quizas luego se dio cuenta de como la miraba. Una noche de viernes estabamos los dos viendo la tele y ella estab acurrucada como adormecida en un sillon y yo la miraba las piernas y el canalillo. No pude mas y dije que me iba acostar y en mi habitacion,despues de cerrar la puerta me puse a ver peliculas de señores mayores con chicas jovenes y me masturbe muy fuerte.Luego me dormi. Al dia siguiente mi hija habia hecho el desayauno y nos pusimos a desayunar y cuando estab tomando cafe ella me solto: -¿Que hacias anoche? Me atragante y dije: -¿A que te refieres? -No te hagas el tonto ,te estabas haciendo una paja,y menudo ruido hacias. -Eso es una cosa de mi intimidad. -Si pero menudo ruido hacias. Nos que demos un momento en silencio y despues ella meneo la mano riendose como haciendo el movimento de la masturbacion masculina y dijo : -¿Asi lo haces? -¿Porque me averguenzas asi,hija mia? -Porque eres mi padre ,pero tambien eres un viejo verde.Me he fijado como me miras. -Y quizas tu deberias taparte un poco . -¿Deberia taparme o quedarme mas fresca?Es verano y hace mucho calor.¿Sabes que?aunque seas mi padre y no puedas tocarme nunca quizas no pasaria nada si me vieras mas ligera de ropa. -¿Pero que dices? -Si me das 50 e,te dejare verlo. -Claro que no quiero hacerlo. -Ademas podrias hacercarte a olerlo solo olerlo y te podrias hacer esa paja que tanto te gusta mirandolo. -No quiero. -Esta bien ,ahi lo dejo. Ya durante el dia no dijimos nada hasta eso de las 18:00 y yo no podia mas y fui a mi cuarto y donde tenia yo mi dinero saque los 50 e y se los lleve y sin decir nada ,se lso ofreci a ella que estaba sentada. Ella sonrio picara y dejo los 50 e encima de la mesa y dijo: -Quitate los pantalones y arrodillate. Me sorprendio el tono dominante que uso.Pero asi lo hice. Ella se levanto y se bajo las bragas y se puso frente a mi.Era el coño de mi hija pero era precioso y me acerque a olerlo y pase mi lengua por el coño y ella se retiro aunque no se enfado si no que dijo riendose: -Esto no es lo que habiamos quedado. -Por favor dejame lamerte,por favor hija mia. -Quizas si me dieras otros 50 e... -Sabes que no puedo,eso es de mi dinero y tu madre no sospecha nada ,pero al darte esto me quito muchos almuerzos. -Esta bien pero haras una cosa por mi. -Si dime hija. -La proxima vez que mama me ponga a caldo tu te pondras de mi parte.Si lo haces asi te dejare lamerme todo. -Si lo hare. -Pero hoy no ,ese debe ser tu premio si te portas bien. -Por favor-dije suplicando. -Esta bien te dejo que me lamas el culo. ¿con eso te vale? -SI. Ella se dio la vuelta y me puso a lamer el culo.Estaba sucio pero lo limpie con mi lengua y entonces ella se empezo masturbar por delante y yo tambien. Y nos corrimos los dos a la vez. Despues nos sentamso exahustos en el sillon y ella me dijo: -Van a cambiar muchas cosas,vas hacer todo lo que yo te diga,cuando yo lo diga.Y ni por un momento pienses que vamos a follar o yo te voy a chupar.Soy tu hija y eso no podra ser. Y vi que si,que algo habia cambiado.

Autor: Tortuga9 Categoría: Incesto

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Sometida por una lesbiana dominante

2019-08-16


Breve relato de una joven lesbiana de tendencia sumisa, captada por una mujer dominante que comprueba su grado de sumisión y entrega. Ana Pons, una joven de 21 años, entró en el ascensor vacío, apretó el botón del piso diez y esperó a que las puertas se cerraran y comenzara a ascender. Justo cuando las puertas comenzaban a cerrarse, se produjo un golpe de mano entre ellas y una rubia de unos treinta años entró en el ascensor, pulsó el botón de su piso y se giró para mirar con descaro a Ana. La rubia vestía un traje azul oscuro, una blusa de seda blanca y unos elegantes zapatos negros… Hubiera sido considerada guapa, sino fuera por el hecho de que tenía un aspecto duro, con su pello rubio corto, que se lo tiraba a un lado y una actitud de control total. Después de varios segundos de silencio, la rubia, mientras miraba directamente a los ojos de Ana Pons, le preguntó: - "¿Eres una sumisa, no es así?… Puedo olerlas a un kilómetro de distancia" Ana Pons se puso roja como un tomate y, mientras evitaba sus ojos, respondió suavemente: - "¡Sí… Sí lo soy!" La rubia lanzó un bufido y contestó: - "¡Estas perras son todas iguales… Se visten y se ponen guapas, esperando ser recogidas por una mujer dominante para joderlas bien jodidas!" Al escuchar la cruda conversación de esta completa desconocida, Ana Pons tuvo una reacción inmediata y su vagina se fue inundando de humedad al comenzar a palpitar su clítoris. El ascensor se detuvo, y las puertas se abrieron suavemente y la rubia le dijo: - "Este es mi planta… Ven conmigo, que hoy has encontrado la mujer dominante que buscas"… Y sin más, cogío a Ana Pons del brazo y la condujo por el pasillo hasta su piso. Una vez abrió la puerta, la rubia la empujó dentro, cerró la puerta y le dijo: - "¡Vamos, pequeña zorra, ábrete la blusa y déjame ver tus tetas!" Ella se desabotonó la blusa mostrando su sujetador escotado y pechos abultados a los ojos hambrientos de la dom rubia, que alargó la mano y comenzó a pellizcar y tirar de sus pezones a través de las copas de encaje del sujetador. Ana Pons se quedó sin aliento, tanto por el dolor como por la excitación de tener sus tetas maltratadas por la extraña lesbiana rubia dominante… Luego se dejó llevar al salón y una vez allí la rubia le dijo: - “Veamos si te gusta esto... Vamos, zorra, ponte de rodillas y cómeme el coño… A ver cómo lo haces", le ordenó la rubia levantando su pierna y colocándola en el brazo del sillón… Se subíó la falda mostrando su coño bien peludo y esperó. En esos momentos, el coño de Ana Pons era un caldero de jugos calientes, y la visión del coño de la rubia le resultaba increíblemente excitante… Sin perder tiempo, se arrodilló y apoyó la boca en la hendidura que ya goteaba, lo que hizo que la rubia se quejara en voz alta cuando su lengua le atacó su clítoris erecto. - "Cómeme, maldita perra", silbó la rubia con los dientes apretados… - "¡Cómete mi jodido y peludo coño, puta!" Sintiéndose y siendo una sumisa, Ana Pons estaba acostumbrada a tener mujeres dominantes ordenándola… Y esta mujer dominante le estaba haciendo explotar su coño antes de siquiera tocarselo. Ana Pons le comió el coño como si no hubiera un mañana, hasta que explotó en un espasmo justo antes de que un tremendo orgasmo le atravesara el coño… La rubia no pudo reprimir su grito cuando su coño se sacudió fuertemente alrededor de la lengua de la sumisa Ana Pons… Su cuerpo se estremeció convulsivamente. Después de que su orgasmo hubo disminuido, la rubia empujó a Ana Pons a sus pies y la besó profundamente en la boca, saboreando el sabor de su propio sexo en los labios de Ana Pons. Tirando de ella, la rubia le preguntó: - "Te encanta chupar coño, ¿verdad, perra?" Ana Pons sólo asintió con la cabeza y esperó más instrucciones. - "Desnúdate", le ordenó la rubia… Y ella lo hizo sin detenerse hasta que estuvo desnuda frente a la lesbi dominante… Sus pezones se arrugaron al instante por el ambiente fresco y la rubia, que los quería tiesos, alargó ambas manos y comenzó a retorcerlos ​​con dureza. Mientras jugaba con las tetas de Ana Pons, la rubia se dijo a sí misma: "Me encantan las grandes tetas", y se inclinó, cogió uno de los pezones de Ana Pons en su boca y lo chupó con fuerza, mordiéndolo, lo que provocó que gritara de dolor y placer. - "¿Te gusta eso, no, coño caliente?", babeó la rubia mientras chupaba los pezones grandes de Ana Pons, que no respondió, pero gimió ruidosamente mientras estos fueron chupados, estirados y mordidos por la cachonda rubia. Tomando asiento en el sillón, la cara de la rubia quedó a sólo centímetros del coño de Ana Pons, y su aliento caliente tan cerca de su coño hizo que ella suplicó alivio. - "¿Quieres que te chupe… Qué te corra?", preguntó la rubia sarcásticamente, mientras bromeaba con Ana Pons dándole algunas lamidas en sus labios externos. Ana Pons se quedó sin aliento cuando la lengua resbaladiza de la rubia le alcanzó el clítoris… Un rayo de placer se disparó como una corriente eléctrica a través de su cuerpo. La rubia, mientras tanto, quería hacer sufrir a esta pequeña perra sumisa, que no podía esperar más… Necesitaba desesperadamente que le chuparan su clítoris. - "¡Oh, Dios mío!", - "Cómeme… Cógeme, por favor… Dame un orgasmo… Lo necesito", gimió Ana Pons cuando la rubia enterró su lengua profundamente en su coño humeante… Durante los siguientes minutos, sus papeles se invirtieron… Ana Pons ordenó a la dom rubia que le comiera el coño… Y la rubia le comió el coño chorreante sabiendo muy bien como hacerlo con su experta lengua viciosa…. El coño de Ana Pons estalló como un petardo y su orgasmo irradió placer desde su coño a todo su cuerpo, provocando que se quedara totalmente agotada. Sin apenas darle tiempo a recuperarse, la rubia se agarró a la cintura de Ana Pons, estabilizándola y ayudándola a mantener el equilibrio. De pie, la rubia empujó su coño desnudo directamente en el de Ana Pons, y las dos mujeres unieron sus vaginas hasta que sus clítoris hicieron contacto directo el uno con el otro. Besándose de nuevo, las dos lesbianas, lentamente, trabajaron juntas sus coños pegados, tratando desesperadamente de mantener sus clítoris frotándose, mientras sus lenguas se entrelazaban, en busca de un clímax mutuo. Gimiendo una en la boca de la otra, las dos mujeres continuaron aferraban, la una a la otra, con sus clítoris en contacto intimo para lograr tener el nuevo orgasmo, que alcanzaron en poco tiempo, quedando ambas, de nuevo, muy agotadas. Una vez terminaron, la rubia se sentó en el sillón y poco después observó a Ana Pons vestirse hasta que terminó… Salieron del salón abrazadas y besándose… Antes de marcharse la rubia le pidió su número de movil y le hizo una llamada perdida para que ella lo tuviera también. Cuando ya estaba en la puerta, la rubia le dijo: - "¡Te espero mañana a la misma hora!" Con su coño todavía zumbando por su orgasmo, Ana Pons le dio un beso a la rubia en los labios y le susurró: - "A la misma hora, sin falta, mañana estaré aquí.” F I N

Autor: yanine10 Categoría: Sexo Lésbico

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Reunión de antiguos amigos de colegio

2019-08-16


Vaya payaso… me he pasado horas duchándome a fondo, me he cambiado de ropa como diez veces para terminar poniéndome la camisa entreabierta y pantalones negros que me marcan bien el rabo, el mismo conjunto de siempre que salgo a ligar. Todo por Sara. Con la de años que llevo cascándomela en este mismo baño. O en los baños del instituto. O en la cama. Pensando en ese culo respingón, en esas tetazas que ponían todas las pollas duras en las clases de gimnasia. Y aún nada. Joder, espero que la empalmada que llevo no haya dejado marca en el calzoncillo, tampoco tengo tiempo para cambiármelo pero de todos modos sé que hoy no va a cambiar nada, todo rutinario. Cenita de rencuentro, colegueo y ya. Y todavía menos ahora que Laura se ha acoplado al plan. - Jorge!! Estamos en la puerta! Baja ya que nos estamos muriendo de hambre! - Bajo, ni apaguéis el motor, Sara - Teniendo en cuenta que mi novio lleva meses fuera… a mí sí que me van a tener que apagar el motor hahaha Te esperamos! Muak. Joder, este último mensaje no va a ayudar a que se me baje la empalmada- piensa Jorge. Agarra con fuerza el rabo, aprieta hacía arriba y se lo coloca entre la cintura del pantalón y el abdomen – No se disimula del todo pero ya me están llamado de nuevo, me taparé con la cazadora, suda. Bajando nervioso las escaleras, se recoloca la cazadora de cuero. La misma cazadora que le recomendó comprar Laura porque sabía que a Sara le gustaba y que luego tanto le elogió cuando se la vio por primera vez en clase hará más de seis años. - Laura!! Sara!! Joder, cuánto tiempo! Vaya modelitos me lleváis para una cena de colegas, ¿no? ¿No tendréis otros planes para luego, verdad? - Hahaha Ni tanto, pero algo sí que podrías haber aprendido de nosotras, tú siempre igual… cómo sabes lo que te sienta bien, por eso… - Dice Sara, vestida con un vestido rojo, apretado, que deja al descubierto la espalda cuando se quita la cazadora negra motera. Dejando poco espacio a la imaginación. A cada paso que da se le sube la falda y deja entrever el final de las nalgas. Ella lo sabe, siempre espera unos segundos. Llega a ponerse delante de Jorge, que observa hipnotizado como poco a poco se lleva las manos al final del vestido para bajarse la falda y cubrirse de nuevo el culo. Escote de infarto, dónde las tetas parecen pelearse por el espacio. Esas tetas con las que tantas veces Jorge ha soñado con tener en la boca. Ahora las tiene ahí, apretadas, justo delante de su cara, casi al descubierto. - ¿A mí no me vas a decir nada o qué, capullo?- Laura también parecía venir buscando guerra, con los labios carnosos pintados de rojo, vestida con un pequeño top negro que dejaba ver la barriga y una faldita negra que apenas le tapaba los muslos. Tampoco hacía tanto tiempo que no follaba Jorge, pero ese día, con esa escena delante suyo, tan sólo podría suplicar que se girase el viento para observar el culo de Laura en primer plano, que se le cayesen las llaves a Sara para poder observar con total precisión aquellas tetazas. Poder sacar imágenes mentales para las pajas que vendrían una vez en casa. - No te hagas la interesante que sabes de sobra que el comentario iba para ambas. Estáis geniales, me habéis sorprendido de veras. Felicidades. Ahora, ¿vamos al restaurante? - Tú siempre sabiendo que decir en cualquier momento… No como mi novio, a ver si le das lecciones. Venga, vamos, amores! Me pido el asiento de atrás! Tú Jorge de copiloto! El viaje transcurrió sin accidente alguno. Sara al volante, el volumen no muy alto para poder hablar con tranquilidad pese a que a Jorge le costaba centrarse, no podía parar de mirarle las tetas a Sara. - Qué, Jorge, disfrutando de las vistas? – Dice Laura desde el asiento de atrás mientras lo mira a través del retrovisor delantero. - Eh… no, digo, sí, o sea, tantos años en esta ciudad y todo sigue igual, una sorpresa. - Qué intenso te pones cuando quieres Jorge. Aparco aquí que el restaurante está a dos calles. Me vas a tener que ayudar a bajar Jorge, entre los tacones y el vestido se me va a ver absolutamente todo sino hahahaha - Me va a tocar verlo a mí, entonces - Si no te apetece que me ayude Laura… - Yo paso, voy corriendo al restaurante que me estoy meando. Seguro que a Jorge no le importa. Nos vemos dentro! Jorge baja después de Laura, la empalmada ya bajó así que disimuladamente se recoloca el paquete al pasar por delante del coche para abrirle la puerta a Sara. Sale agachándose un poco, mostrándolo todo y Jorge no puede sacarle los ojos de encima ni a sus tetas ni a su pequeña falda que deja a la vista lo poco que lleva. - Gracias corazón, haremos como que yo no he visto que te manoseabas la polla al abrir la puerta ni que tú has visto que no llevo ropa interior. Es un coñazo el tanga con este vestido – le dice a la oreja. - Eh… no me he tocado el rabo… y tú… - Hahahaha tranquilo!! Ni que nos acabáramos de conocer! Vamos, no se lo contaremos a mi novio, también está demasiado lejos como para que le importe, no crees? Le agarra de la mano y siguen los pasos de Laura hacía el restaurante. Al llegar, Laura ya está sentada ojeando la carta, mordiéndose los labios concentrada en la elección de la noche. Al verlos, les levanta la mano sonriendo y el top se levanta a su vez, dejando ver por unos segundos de nada las pequeñas tetas que esconde. Hoy no se ha puesto sostenes, ya lo ha notado en el coche, pero ese poco cuidado al dejarlos mínimamente descubiertos sorprende a Jorge. Se sientan. Piden y entre copa de vino, cervezas y comida transcurren las horas. - El otro día me encontré a Javier! Ese chaval de clase rarito que me confesó que se hacía pajas pensando en mí, ¿os acordáis? Está mucho más guapo ahora, no me importaría que me lo hubiese dicho de nuevo… - ¿Te ha subido un poco el alcohol o la ausencia de tu novio te está pasando factura? - Un poco de ambas imagino, Laura. Ya sabes que yo tengo mis necesidades y las sesiones de Skype están muy bien pero no te diré que no echo de menos tener a alguien debajo de mí de vez en cuando, y más después de cinco meses… - ¿Debajo de ti? – dice Jorge sin filtrar la información. Su mano empieza a recorrer el bulto que le está creciendo bajo el pantalón, de manera inconsciente. Lo siente cada vez más cálido y le importa cada vez menos que estén en un espacio público. - Yo siempre arriba – dice Sara mirándolo a los ojos. - A mí me gusta más ir cambiado de posiciones jiji – Dice Laura a la que claramente le han subido sus copas de vino. - Yo siempre arriba – vuelve a repetir Sara sin quitar la mirada de los ojos de Jorge. Jorge lleva toda la cena tratando de no mirarle las tetas a ninguna de sus amigas. Imposible cuando esas tetazas están prácticamente acaparando todo el espacio. Trata de mirarle fijamente a los ojos a Sara, pero se le resbala la mirada y ambas amigas lo notan. - Os propongo algo, pagamos y nos aireamos con el coche. Podemos ir a echar un vistazo al descampado que hay cerca de aquí, no nos van a molestar y al menos podremos fumar o hacer lo que nos apetezca sin que nadie vea nada… - Laurita y sus ideas siempre salvando la noche hahaha Una vez pagada la cuenta dirección al coche de nuevo, Laura va dando pequeños saltos. Jorge no sabe si es porque va algo pedo pero no deja de darle golpecitos a Sara, empujándola sutilmente hacia Jorge quien accidentalmente le roza las tetas varias veces. - Pues ya estamos aquí… Tenías razón, no hay absolutamente nadie por aquí. Nos podríamos montar una fiesta y nadie se enteraría hahaha - Pues no me parece mala idea en absoluto, de hecho tengo unas birras en la neverita de camping en el maletero, os apetece una última con música? - Sara, siempre tan preparada! Las voy a buscar, id encendiendo la música! - Jorge, que caballeroso eres siempre… - dice Sara besándole cerca de la comisura de los labios. El lugar está tremendamente vacío. Da incluso miedo bajarse del coche, además hace más frío de lo que se podría esperar por la estación del año. Jorge piensa que sería buena idea sacarlas del coche. Ver como esos pezones se erizan con el frío, imaginárselos dentro de su boca, lamiéndolos, mamándolos a su antojo. Recoge las cervezas y se mete de nuevo en el coche. - Qué frío así de repente, no creeis? - Dirás, nos montamos la fiesta pero dentro del coche… - Pero venid para atrás que no me mola estar hablándoos por el retrovisor, y así entramos un poquito más en calor! Total… la música ya está sonando… - Vamos, va… - Hahaha va a ser divertido esto, a ver como entramos los tres. Jorge, metete en medio. Ahí. Perfecto. - Hahaha menos mal que la parte de atrás de este coche es amplia que sino… - A veces pienso que me gustaría que fuese más estrecho, sobre todo cuando estoy con mi novio… - Así que te lo montas en estos asientos con tu novio…No sé si el espacio da para tanto…- Laura empuja a Jorge hacia Sara con los pies – ¿Me haceis una demostración? - Joder Laura, para, si que andas taja para lo poco que has bebido - Te importa que estemos tan apretados, Jorge? – Pregunta Sara. - No es que me moleste, pero que diría tu novio sobre esto…? - Mi novio no está aquí, solo estamos Laura, tú y yo… no? – dice acercándose a la cara de Jorge – nadie jamás sabría lo que puede llegar a ocurrir ahora mismo, y si se lo contases, nadie te creería, no es así Laura? - Yo no se lo diría a mi novio tampoco… - Pe..pe…pero que estáis insinuando… que estáis diciendo… - Esto – Sara le agarra la cara a Jorge y le comienza a comer la boca. Parece una bestia, no se detiene a respirar, la saliva se comparte al ritmo que marca Sara, sus manos recorren la nuca, el pelo que te agarra fuerte, aprieta contra su cara. - Mmmm oh joder, Sara, segura? Laura? - Cállate – vuelve a agarrarlo y ahora con una mano tras la nuca con la otra recorre el pecho, le desabrocha la camisa, se la quita y la lanza al asiento delantero. – Dime que jamás soñaste con esto, dime que jamás te pajeaste soñando con estas tetas – le conduce las manos a esas tetazas – dime que jamás te has corrido pensando en mí… - Si..sí… - dice Jorge cada vez que puede tomar aire- pero.. ahora… Laura… - Mira a Laura y dime que no está bien… - Se…seguid… - Laura está roja como nunca, una de sus manos está acariciando y pellizcando sus pezones por turnos, totalmente duros. Con la otra mano se está tocando el coño por encima del pantalón… - Ven – Sara agarra la mano de Laura y se la lleva a la boca – Mmmm – empieza a mamarle la mano mirándole a los ojos a Jorge y a Laura, por turnos. La saliva chorra tanto la mano con la boca de Sara, con una mirada de bestia que quiere ser follada y quiere follarse a cualquiera – Ahora… pajéate el coño… - Joder… Sara… Oooh, joder…- Jorge tiene la polla durísima, le duele el contacto con el pantalón. Laura está contra la puerta, con un movimiento torpe se acaba de quitar la parte de abajo, sigue como una bestia, tiene el coño de cara a Jorge y Sara. No deja de gemir “se…se..seguid, mmm, aah… seguid”. Sara vuelve a agarrar a Jorge, Jorge se retira, quiere llevar él las rendas. “Hoy mando yo, llevo demasiado tiempo soñando con esto”. Le empieza a sobar las tetas, mete la cara mientras las lame a consciencia. “No, yo”. Y de repente, lo empuja contra Laura, quien acomoda a Jorge entre sus piernas, dejando libre su coño que está caliente y húmedo, chorreando. “Chupa” le dice Laura a Jorge metiéndole los dedos en la boca y me los mete enteros en el coño “aaah, joder…”. Sara así tiene espacio suficiente a sacarse el vestido de golpe y con un par de movimientos le saca los pantalones a Jorge. - Joder Jorge, que polla… ya se decía que la tenías grande para lo pequeño que eres pero este pedazo de polla no sé ni si me va a caber en el coño… Pfff joder – dice después de escupir en él para lubricarlo y pajearlo más cómodamente. - Tendremos que comprobarlo – Le agarra la cara y se la acerca a él, se comen la boca como si fuera lo último polvo – ¿quieres probar esta polla? ¿la quieres? - Es toda mía, joder- dice mientras se frota el coño contra su polla – Mmmm… joder, Jorge, la quiero dentro, mira que mojada estoy… - Yo también quiero polla – Gime Laura mientras se pajea el coño que cada vez siente más húmedo Jorge en su espalda – Dame – Deja de apretarse los pezones y agarra el rabo con dos manos… - Joder había soñado tanto con esto… Sara empieza a pajearse mientras se morrea y escupe en la boca a Laura. Jorge lo ve todo desde arriba y no puedo no gemir. - Joder, tías, joder… sí, más fuerte, apriétame bien la polla… que tetas joder, podría morir ahora. - Tú no te vas a morir hasta que no te haya follado este pollón. – Dice Sara mientras se recoloca – Vamos a destrozar el coche, coño haha Ufff que putas ganas tenía de esto – Dice Sara mientras escupe en la polla, dejando el culo a la vista de los otros dos mientras se pone la polla entre las tetas – Y ahora, Jorge? Estás gozando las vistas como antes? Eh? Qué me dices… - Joder… dale, joder, dale… - Empieza a follarse las tetas de Sara, sin piedad, mientras ella hace todo lo posible por metérsela en la boca, consigue darle pequeños lametones pero nada más – la quieres en la boca, pedazo de perra? Eh? Plas, plas – Se incorpora para azotarle el culo. - Chúpale la polla Sara, mé…métetela entera en… en… la boca… por...por favor… ah… Sin pensárselo dos veces, se acomoda soltando gemidos, se mete una mano en el coño, se lo frota, húmedo, goteando, palpitando por una buena follada. Se encara a esa polla, que está a reventar, la huele “Que ganas tenía de tener algo así para mí mmm… me vas a llenar con esta, Jorgito?”. Le pega un lametón de arriba abajo. “MMM como echaba de menos el olor de una buena polla MMMM”. Se la mete entera en la boca, se la chupa frenética, de arriba abajo, llena de saliva, absorbiendo el capullo como si se lo fueran a quitar. Hasta la campanilla se la mete de una embestida mirándole a los ojos a Jorge, se le caen unas lagrimillas. - Joooder AHHH joder Sara, no pares cabrona… Ahh… Joder, que boquita tiene la muy zorra… así… sí joder…- Levanta un poco el culo para ponerle los huevos en la boca mientras agarra la mano de Laura para que le pajee – Vaya par de cerdas estáis hechas… aaaah joder, eso, lámeme las pelotas, zorra. - No… no… no pares… - Dice Laura mientras se agarra a las espaldas de Jorge y mueve su pelvis para pegarla contra él mientras se restriega. Una follandole la espalda y la otra comiéndole los huevos. - Si… si… si te sigues moviendo así…. Joder – agarra la cabeza de Sara y le folla la boca- Vamos a tumbar el co..co…che… JOOODER. - PFFFFF CABRÓN! Sara se deshace de la polla de Jorge con la cara llena de saliva, y le suelta una bofetada. Seguidamente le agarra la polla y empieza a comerle la boca, lamiéndome la cara, las orejas “Mmmm joder… entérate que aquí mando yo”. Sigue lamiéndole el cuello, mordiéndole el labio, absorbiendo el sudor de su sobaco, desbocada, mientras se sigue tocando el coño, frotándoselo contra la pierna de Jorge. “Ahora voy a disfrutar yo”. Sara se gira torpemente. Y le pone el coño en la cara “Lámemelo, cómeme el coño antes de follarme AHHH joder así, justo ahí, no pares… siiii joder, así… joder que len…AHHH joder, no me quiero correr aún”. Empieza a mover el culo, de arriba abajo, controlando la velocidad. “Pon la lengua dura, fóllame con la lengua”. Sube y baja, metiéndose la lengua de Jorge dentro del coño. “Así… así… así… ASÍ JODEEEER”. - Sa…Sa…Sara… te llama tu novio… -Dice Laura entre jadeos. - Cógelo, se que te lo quieres follar, pues cógelo. - Ho..hola… soy Laura… - Dice mientras se sigue pajeando viendo como Sara se folla la cara de Jorge – Ahh… perdona… no… Sa… Sara… se ha ido y se ha dejado el móvil en casa… ¿Los ruidos? Pfff Le estoy llevando el… móvil… el co…el coche… joder… quiero que me folles, me vas a follar? Tengo el coño en llamas, no para de chorrearme, quiero que me lo lamas y luego me metas esa polla de la que tanto me ha hablado Sara, quiero que me folles hasta correrte dentro… Jooooder, me vas a follar??? Joooooder, aaaaah coñoo! Me corro jodeeer, fóllame cabrón, aaaah… AAAAHH… Entre los movimientos del coche, la comida de coño que estaba presenciando, lo cachonda que se había puesto hablando con el novio de su mejor amiga, Laura se había corrida por todas partes. El primer squirt de su vida había sido en el coche de su mejor amiga. “Cabrones… hahahaha”. Después de lanzar el teléfono, le agarra lascivamente la cara a Jorge y la empieza a lamer junto con su corrida, limpiar todo lo que ha manchado. “Mmmmmh ven Sara”. - Te has corrida como una perra mientras le decías a mi novio que querías que te follase hasta el final, verdad? - Sí…sí… quiero más… - Ajá…- Se recoloca, poniendo su coño encima de la polla de Jorge rozándola, sin metérsela todavía, empieza a lamerle boca a Laura, compartiendo flujo, subor.- Quieres más… eh… - Sí, más, más!! Sara agarra la polla de Jorge y se la empieza a meter suavemente. Poco a poco, centímetro a centímetro. “Joder, métetela toda ahhh… me vas a matar”. Cuando lleva la mitad empieza a metérsela y sacársela. Cada vez más deprisa. “Aaaahh que pollón, uffff la quiero toda dentro cabrón AAAAH”. Se la acaba de meter entera, la nota en las entrañas, está tan húmeda que parece que se haya meado, pierde el norte, y empieza a embestirse sola, cabalgando la polla como si estuviese loca. - ASÍ JODEER… NO PARES, NO PARES, ZORRA NO, NO PARES… AAHH - MMMM UFFF te gusta?? AAAH JODER!! - SÍ JODER SIGUE SIGUE SIGUE SIIIGUE… - Cómeme las tetas Laura cómemelas AAHHH JODER asíiiiiii así así así sí joder no pares De un golpe se abren la puerta trasera del coche y entra un aire frío. Casi se cae Laura pero va tan cachonda que se revuelca, quiere seguir mamando esas tetazas, vuelve a estar húmeda. “Mmmmm sí sí sí”. El coche se tambalea al ritmo de las embestidas. “Te gusta que te esté AAAHH JODER QUE ME CORRO COÑO que te folle?? Quieres llenarme de lefa, cabrón?? AHHHH JODER”. Aumenta el ritmo, cada vez cabalga más rápido. - No puedo… no puedo… no puedo más, Sara me voy a correr joder…. - Todavía no AHH sigue, sigue, no pares, lléname entera… - Me corro me corro me… corro- Dice Laura que sigue amorrada a las tetas de Sara mientras se pajea enfurecida, roja, sucia, mojada… - AAAAAH JODEEER MIERDAA! - Me co…SÍ SÍ SÍ… ME VOY A CORRER, ME CORRO JODERR!!!! – Sara saca la polla que empieza a palpitar en su coño y chorrea flujo y corrida en el pecho de Jorge y Laura se lanza a lamerla la quiere toda, sigue con el coño de Sara – Jooooder Lau…joder, joder, ufff con la santíta del grupo, que contento ahhh JODER que contento debe estar tu novio hahaha - Quiero… quiero correrme… joder… - Suplica Jorge que ve la escena desde abajo… - Tu turno Laura cambia de posición, trepa por su pecho y le pone el coño en la cara, sentándose sobre ella y se amorra a la polla. Sara sigue sus pasos, Laura mama un rato y luego le mete el rabo en el coño aún chorreando de Sara. “Aaaah cabronas… joder, vaya par de viciosas, no pares, sigue así, así, joder zorras… me voy a correr, me voy a … me JOOODER”. Jorge se corre entre mamada y follada. Llena la cara y la boca de Laura de lefa, que la lame como si fuese oro. “La quiero dentro”. Sara se sienta en la polla, mirándolo con cara de vicio, y sigue follándoselo, ahora más despacio. “Joder, mierda… HAHAHA que… ahh joder, para para… ufff…que cojones… ”. - Qué ganas tenía de algo así HAHAHA quien lo iba a decir, después de tantos años, la cantidad de polvos que podríamos haber echado! – Dice Sara mientras se saca la polla de Jorge y se acomoda en el asiento – Gracias chicos, ha sido de los mejores polvos que he echado jamás. - Sí… sí… lo siento por lo de tu novio… lo siento mucho… - No te preocupes! Le podemos decir que ibas borracha, me ha puesto a mil - Tías, gracias… llevaba años soñando esto… hemos dejado el coche hecho un Cristo… cuando se lo cuente a mis colegas… - Nadie te va a creer, lo vamos a negar. Esto puede ocurrir más veces, no Laura? - Por favor… sí… pero… - Pero sólo ocurrirá si mantenemos todos la boquita callada, entendido? - Sí, joder, prometido! - Va…vale… - Ahora a casa, sin limpiarnos, quiero oler a vosotros hasta mañana y hacerme una paja con los restos. Yo conduzco, ni os molestéis en vestiros, a estas horas no hay nadie por la calle. - Os quiero. - Te quiero… sobretodo quiero a tu rabo, pero a ti también te tengo aprecio - Ya vuelves a ser la Sara de siempre Hahahaha De nuevo ante el espejo. Moratones por todos lados, chupetones, te han manchado toda la ropa de corrida, imbécil, y pensar que creías que no ibas a follar con ellas jamás. Vivan las reuniones de colegas…

Autor: Paul Categoría: Bisexual

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Primera vez en la mazmorra

2019-08-16


Tenía fe cristiana en que iba a hacer de él un buen sumiso. Hoy he visto bailar un hombre. Bailaba mientras sus manos prendían sobre su cabeza. Apenas acariciaba el suelo con los dedos de los pies que se fundían con la pequeña alfombra de cebra que iluminaba la sala, de un negro opaco. Al entrar me transformo, la electricidad sacude mi cuerpo, sale el sadista a saludar. Mi primera vez en una mazmorra plenamente seguro de ello. Ya había paseado, follado, mamado, fisteado anos entre hombres erectos, hombres con el culo suelto, sudados, todos bebiendo agua en diferentes clubes en Berlín. Pero esto era diferente. Una mazmorra para trabajar. A solas él y yo, conscientes de lo que iba a ocurrir. Previos pactos eternos. Sí. No. Esto. Aquello. Rojo y paramos. Fuego por la polla y los huevos y el ano. Flagelación hasta la marca. Cera hasta cubrir la polla. Tenía fe cristiana en que iba a hacer de él un buen sumiso. Entré. Techos altos, antigua fábrica con montacargas en vez de ascensor. Un espacio amplio, armario de roble, poca luz más allá de un pequeño foco bajo el cual se encontraba él. Suspendido de las muñecas y con el antifaz ya puesto. Una cama victoriana con cabecero de hierro y un dosel de tiras de tela negra. Una mesa sobre la que encuentro un frasco de alcohol y un espejo desde el cual espío a mi cómplice. Me acerco y empiezo a notar cómo se me pone duro el rabo. Él está desnudo. Delante suyo un sofá donde me siento. Empieza a respirar fuerte, se siente presa, veo como le gotea el rabo de precum. A mi derecha, sobre el sofá de piel, un flogger con cuerdas trenzadas, una vara de madera, un látigo y una vara pequeña más flexible. A mi izquierda una mesa auxiliar. El dinero en billetes de 50, un par de velas blancas y un mechero. Me levanto y tatareo, lo rodeo mientras rozo con el índice su cuerpo que cada vez respira más y más deprisa. Sé lo que quiere. Digo en alto “Rojo, ¿entendido? Y todo terminará”. Sigo paseándome a su alrededor, ahora con los dedos índices y corazón, paso las uñas sin presión. No responde rápido así que agarro la vara u se la coloco en la garganta. Aprieto un poco y repito. “¿Entendido?” “Sí, amo, entendido” Y empieza la sesión. Su polla se endurece, babosea, se retrae, parece un botón. Tengo que agarrarlo fuerte, controlar que el fuego no le queme más allá de lo que quiere. Se endurece, gime, lubrica como una perra. El tiembla y se aparta. Le golpeo la cara para que sepa que no puede hacerlo. Me da las gracias. Le doy un beso en la mejilla. Me aprieta la polla dentro del pantalón ceñido que llevo sobre el que cae la cera. Decido sacarme el cinturón, le rodeo la polla y los huevos con él y aprieto. “No te vas a escapar”. Tiene los huevos grandes, cuando se porta mal, golpecitos con la palma de la mano. “Sabes que tienes prohibido moverte”. “Sí señor, lo siento señor”. Cuando me canso, le trabajo el ano y la llama le quema los pelos que descuidó al depilar. Se porta bien, muy bien, esta vez. Gime fuerte. Reconozco el subidón de adrenalina cuando me aparto y tatareo de nuevo. Reconozco el deseo. Quiere más, le tiemblan las piernas. Me quito los pantalones y me acerco al sofá. Agarro la vara más larga. Le miro y le acaricio con ella. Me golpeo la mano, después el sofá. Él grita, ríe, su cuerpo se vuelve rígido. Desea la sensación de la madera rasgando la piel. Le acaricio suave y empezamos de nuevo. Probamos la vara, en las nalgas, los muslos. Pasamos al flogger, ya está rojo pero quiere buenas marcas que ver más tarde y pajearse. Agarro el látigo pesado. Doy distancia. Apunto, disparo. Grita, como un animal, desde las entrañas. No deja de soltar líquido por la polla. El blanco de su piel se vuelve rojo. Me acerco y contemplo. Acaricio. Él tiembla. Compruebo la circulación de las manos. Lo pego a mi cuerpo y él gime, se retuerce, busca mi polla con su culo. Le agarro de la nuca y lo coloco a mi antojo. Seguimos con el flogger. Seguimos con el látigo. Lo bajo. Lo pongo a cuatro y mientras me trabaja las botas lo examino. Su cuerpo. Le agarro de los huevos, estiro, aprieto, golpeo, se retuerce. Lo llevo al potro. Lo ato. Le abro las piernas y empiezo a encerarle el culo, la polla, los huevos. Acaricio la piel dalmatada, rojo y blanco, hay miles de colores entre capas y capas de piel. Rasco la cera seca, lubrico su polla con su propio precum. Gime y gime y pide más con el cuerpo. Trata de acercarme el culo pero no puede. Lo intenta y yo admiro el espectáculo. Me aparto, retrocedo y miro. Admiro la bestia caliente, la perra que gime enrabiada, poseída y no se avergüenza. Llegamos a la desesperación. Me pide entre jadeos y ruegos y me hace pensar en las misas dónde alguien exige entre lloros al cura la excomunión. Misas, sacerdotes. Sacerdotisas, sotanas, hábitos, incienso, el cuerpo y la sangre. Esta es nuestra liturgia. Dejo que se corra con mi polla en la boca. Su lefa se mezcla con la cera ya seca. Aquí termina la sesión. “lo has hecho muy, muy bien” le digo. Le cubro con una manta. Nos reímos de nuevo, risas de felicidad ya no más histéricas de placer. Como acordamos él se mete en el baño mientras me visto recojo el dinero y me marcho. Salgo feliz, la dómina que regenta el sitio me enseña las demás habitaciones, charlamos un rato y me pide que vuelva pronto. Me marcho y ya en la calle huelo a sexo, miro mi pantalón y veo manchas de cera que trato de quitar con las uñas pero deja marca. Alguien va a tener que pagar por ello pronto, y más le vale portarse bien.

Autor: Paul Categoría: Sexo Gay

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Mi mujer se la chupa al viejo vecino en su puerta

2019-08-16


So tiene fácil solución, sujete a la perrita, y acto seguido soltó la mano que él le acariciaba y agachándose se puso de rodillas y bajándole los calzoncillos dejo al aire aquel enorme y morcillón rabo que colgaba con una larga piel en la punta, además de un frondoso pelamen blanco y negro que.... Hace un mes una pareja amiga nos dejó su apartamento en una conocida zona turística por unas semanas pues ellos se iban de vacaciones y no se podían llevar a su perro, poniéndonos la condición de cuidar a este. El complejo está ocupado por parejas ya madura pues es un edificio ya con años aunque se encuentra perfectamente siendo muy tranquilo sin apenas ruidos pues no está a primera línea de playa. Cada mañana que sacábamos al perro un vecino del inmueble ya bien entrado en años siempre parecía esperarnos para ver si el perro orinaba en el rellano o las puertas del edifico, era un señor mayor sobre los 65 años más o menos pero con buen aspecto y apariencia educado, incluso algunos días se asomaba a la puerta tan temprano que incluso aparecía con solo con los calzoncillos sin más nada en el cuerpo como recién levantado, pues siempre sacábamos al perro muy temprano. Una mañana mi mujer dijo, a este le voy a callar la boca y esas miradas de mala leche ,mañana sino mira y veras cuando abra la puerta temprano y saque al podre perrillo. Y así a la mañana siguiente nos levantamos y cogió mi mujer el caniche y fue a sacarlo haciendo algo de ruido para que el viejo asomara por la puerta y soltando al perro como si le hubiese escapado, haciendo este ademan de acercarse a la puerta del vecino como a orinar, asomando rápidamente en calzoncillos con cara de pegarle una bronca a mi mujer. Yo me quede mirando por al ranura de la puerta medio a medio cerrar cuando mi mujer le dijo, no se preocupe que no le meo la puerta que está usted todas la mañanas persiguiéndome, o es que quiere verme a mi o le molesta el pobre perrito, no ve que es una miniatura cariñosa que solo se acerca a saludarle porque abre todos los días la puerta. Contesto el rápidamente con medio mal humor que él no se levantaba a verla, solo oirá ruido y abría a ver si era alguien conocido, replicándole mi mujer que entonces porque salía en calzoncillos con el resto del cuerpo desnudo como provocándola. No me digas que te provoca ver a un hombre con poca ropa, le dijo el con cara de pocos amigos, es que no ves a tu marido desnudo en casa o es que te parece que uno provoque. Bueno le dijo mi mujer bajando el tono, tampoco es eso pero sale a sí y con cara de pocos amigos y hasta el perro se asusta, mire que cariñoso es, tomando el perro y ofreciéndoselo y poniéndoselo en el pecho a la vez que con disimulo le rozo con las manos el frondoso y blanco pelo que ofrecía el viejo en los pectorales que hasta a mí me pareció atractivo. El pareció aturdido con el roce de las manos de mi mujer y bajo la guardia cogiendo el perro, mientras mi mujer en medio broma le decía al perro, ves si al final no es un ogro si es un buen abuelito que va a resultar al final es cariñoso con nosotras, pues el perro era también una hembra. Bueno tampoco soy tan abuelito como dices dijo el en medio risas, y lo de ogro tampoco que siempre he tenido fama de cariñoso con las mujeres incluso mi mujer siempre recelaba de mi pensando estaba con otras. Ves le decía mi mujer a la perrita pero refiriéndose a él, al final es un ligón que vamos a tener que cuidarnos y más una no sea intente ligarnos. Bueno tampoco no sea tu marido escuche y se ponga celoso, mientras ahora acariciaba a la perrita junto a la mano de mi mujer que la había dejado sujetándola y seguía tocando su pectoral. Vi se quedaron unos segundos en silencio mientras el acariciaba la mano de mi mujer y está sabiendo había caído en la trampa bajo la otra mano y le acaricio con descaro el paquete a través de los calzoncillos. El reculo un segundo contra la puerta pero al verse atrapado y sorprendido por el gesto de mi mujer se dejó llevar y soltó un gemido de agradecimiento. Ummm dijo mi mujer veo está bien equipado, menudo arsenal hay aquí colgando. Porque no lo has visto en forma bien dijo el, si lo ves en forma y trabajar seguro lo deseas, ya rompiendo el hielo total entre ambos. Eso tiene fácil solución, sujete a la perrilla, y acto seguido soltó la mano que él le acariciaba y agachándose se puso de rodillas y bajándole los calzoncillos dejo al aire aquel enorme y morcillón rabo que colgaba con una larga piel en la punta, además de un frondoso pelamen blanco y negro que apenas dejaban asomar ese par de enormes pelotas que le colgaban. Lo que decía, menudo armamento tiene aquí, dijo mi mujer agarrándolo el tronco de aquel pollon con una mano mientas la otra sacaba el capullo echando la piel hacia atrás y tras comprobar el brillo y grosor de ese, lo lamio y lo chupo como una golosina, haciendo el viejo pegara la cabeza con la nuca en la puerta de su casa a medio entrar en esta y respirara profundamente y gozosamente mientras mi mujer saboreaba aquel enorme barra que iba creciendo a cada lametón. Sujetaba la perrita entre las manos y cuando podía miraba hacia abajo y veía a mi mujer meterse media polla en la boca pues toda no podía de lo gorda y larga que se le había puesto, mirándola este a la vez y golpeándose con ella en los labios y cara haciendo resoplara como un viejo toro que ve a una hembra en celo. Puso mi mujer la palma de la mano abierta y los dedos de una punta a otra no llegaban al final riendo ambos del tamaño de aquel tronco polla y de la forma de medir de mi mujer, que rápidamente volvía a comer bajando de vez en cuando a los huevos peludos y chupando estos con descaro y desenfreno. El viejo estaba loco de placer sin saber que yo los miraba por la ranura de la puerta pues tenía enfrente con buena visión aquella rica mamada que me había puesto empalmado y sin dudar me estaba pajeando viéndolos y a la vez con un poco envidia no tener aquel pollon que se gastaba el viejo. Sujetaba ya con una mano sola la perrita y con la otra ayudaba a mover la cabeza de mi mujer para que siguiera con ritmo chupando su duro y venoso rabo, acelerando la respiración ya con un ritmo y gemidos altos, presumiblemente ya a punto de correrse. Pasa que te folle le dijo, que vas a saber que es bueno le dijo sujetándole la cabeza por el pelo y obligándole a parar la mamada… lo deseo dijo mi mujer pero hoy solo toca mamada mi marido anoche me puso el chocho bueno follandome bien y ahora solo me apetece comértela y que me des tu jugosa leche. Tómala toda si quieres y veras que rica hoy, vas a tener un buen desayuno y acto seguido continuo mi mujer acelerando la mamada hasta que él se puso rígido y comenzó a correrse en la boca de esta mientras mi mujer gemía y tragaba como podía aquella copiosa lechada que le hizo echar un poco por la comisura de los labios. Quedo un rato agachada aun relamiendo y limpiando el resto de la leche sobrante que aun goteaba aquel enorme capullo que poco a poco fue aflojándose quedando como una morcilla de burgos, gorda y colgante, subiéndole mi mujer acto seguido los calzoncillos y levantándose dirigió su boca y le beso, no haciendo este asco aun sabiendo tenia restos de leche en ella. Lo beso lujuriosamente volviendo a agarrarle nuevamente el paquete ahora a través de los calzoncillos y sus lenguas jugaron un buen rato pues él le agarro el trasero con una mano y le dijo, esto va a ser pronto mío, quiero que sientas un buen macho te folla y te desflora el culo que es uno de mis deseos con una mujer como tú, si no te lo han desflorado ya. Primero follame por delante que tienes muy gordo el miembro y por atrás vas a necesitar dilatarme bien, pero lo vamos a dejar para mañana cuando mi marido salga a comprar o a la playa te aviso y vienes y seré tuya. Ummm resoplo el que parecía tener aún más ganas, diciendo si quieres dile a tu marido que vea como te follo y así aprenda como se calma a una mujer y como se le hace feliz… Se lo diré le dijo ella volviendo a besarle y soltándole para salir a sacar la perra mientras le daba un azote en el trasero al viejo cuando este se giró para entrar totalmente en la casa, diciéndolo veo también tiene un buen trasero masculino.. Rio él y con un guiño y una cara de felicidad indescriptible cerró la puerta el abuelo, seguro para sentarse y pensar si lo de esa mañana había sido real o había sido un sueño.

Autor: triomaduro Categoría: Heterosexual

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