Para cualquier niña, ser modelo es uno de sus sueños, y a veces, llegan a tener esa oportunidad….
Dentro de las actividades de la fiesta del Colegio al que iba mi hija, se organizó un Concurso de belleza entre las niñas, en el que se hizo una especie de desfile de las niñas con distintos modelos de ropa, bañadores y bikinis.
Este desfile se celebró en el salón de actos, al que acudimos, además de los padres de las niñas, amigos y muchas personas más. Las participantes fueron en total unas 15 niñas con edades que estaban entre los 11 y 12 años, que demostraron esa gracia que tienen para hacer este tipo de cosas a estas edades, consiguiendo divertir a todos, por lo que fueron muy aplaudidas y piropeadas.
El Jurado estaba compuesto por algunos profesores y padres, que puntuaban a las niñas, dando como ganadora al final, a una de las más guapas, una niña rubia, alta y con un cuerpo muy bien formado para su edad, quedando mi hija en segundo lugar, que es más morenita, con el pelo negro y que ya tiene también un bonito cuerpo, siendo especialmente aplaudida durante el desfile en bikini, que la verdad le quedaba ya un poco pequeño, por lo que quedaban más a la vista sus formas. En tercer lugar quedó otra niña de 11 años muy graciosa y simpática, pero más aniñada, que consiguió ganar la partida a otras más mayores.
Pero el caso de este relato viene a lo que pasó después de este concurso, que no dejaba de ser una fiesta infantil sin más pretensiones de que las niñas se lo pasaran bien y aumentaran su autoestima con la competición, pero acabaron resultando de ello unas consecuencias poco esperadas.
A los pocos días, se puso en contacto conmigo una persona que me dijo que trabajaba para una Agencia de Modelaje, para decirme que les había gustado mucho mi hija y me preguntaron si nosotros estábamos interesados en que nuestra hija hiciera trabajos de modelo para varias firmas de moda.
En principio, me quedé algo sorprendida por la propuesta, porque nunca habíamos pensado en que nuestra hija hiciera ese tipo de cosas, ya que nos preocupaba, sobre todo, que la distrajera en sus estudios. Pero este hombre me habló de hacer primero una sesión de fotografía de prueba con mi hija para componer un catálogo de fotos, que ellos irían ofreciendo a las empresas para que salieran trabajos para ella. También me dieron detalles sobre el dinero que cobraría por hacer el catálogo y las cantidades que se cobrarían por trabajos posteriores, así que quedamos en que lo consultaría con mi marido y mi hija y ya les respondería.
Cuando se lo dijimos a mi hija, lógicamente, le encantó la propuesta, porque con lo coqueta que era ella, iba a presumir mucho con sus amigas, y porque en realidad, casi todas las niñas desean ser modelos de mayores o cosas así.
Después de hablar entre nosotros de todo ello, mi marido me dijo que tomáramos la decisión nosotras, que como ya veía que le hacía mucha ilusión a la cría, él no iba a oponerse, porque por otra parte, tenía que viajar mucho por su trabajo y no podía ocuparse de esas cosas, dándome la impresión de que se lo tomaba con bastante indiferencia y despreocupación, ya que pensaría que se trataría de algo pasajero que ilusionaba mucho a nuestra hija, pero que no llegaría a ningún lado.
Así que finalmente llamé a la Agencia para concertar una cita para la sesión fotográfica. Al llegar nos colmaron de atenciones, volviendo a decirme lo guapa que era mi hija y como les había llamado la atención en la fiesta del Colegio, sobre todo por su pícara mirada con esos preciosos ojos verdes que tenía y la gracia que tenía para modelar, sin quererme dar más detalles que luego vi que me los habían ocultado.
La hicieron pasar al vestuario, donde se fue poniendo distintos modelos de ropa para hacer las fotos y una sesión final en bañador y bikini, a lo que no le di más importancia.
Mi hija estaba disfrutando muchísimo con todo eso, que la hacía sentirse como una estrella famosa, pero más contenta me puse yo, cuando al final me dieron el dinero pactado, por un trabajo tan fácil y agradable para mi hija.
Nos dijeron que pasarían las fotos por las Marcas con las que trabajaban y que ya nos llamarían si había alguna proposición de trabajo.
Dos semanas después, durante las cuales mi hija no paraba de preguntarme constantemente si me habían llamado para volver a hacer más fotos, me llamaron de la Agencia para comentarnos un trabajo que le había salido a mi hija, y que más o menos iba a ser una sesión parecida a la anterior, según me explicaron, así que lo acepté y allí nos presentamos nuevamente.
Al llegar nos dijeron que esta vez las fotos se centrarían más en ropa de verano, bañadores, bikinis y todo eso, para hacer la campaña de una marca de cara al verano. Y que habían elegido a mi hija para ello, porque les gustó mucho su cuerpo para lucir sus bañadores.
Por tanto, mi hija se fue poniendo varios modelos de bañadores y bikinis según le iban indicando, con los que le hicieron un montón de fotos, durante las cuales le pedían que pusiera determinadas miradas o que adoptara posturas un poco forzadas, con las piernas abiertas o flexionando su cuerpo de una forma que diera una imagen más sexy de ella, a lo que yo no le di más importancia, pero después, cuando le pidieron que se quitara el bañador para hacerle unas fotos desnudas, ahí tuve que intervenir para decirle al encargado:
—Esto no lo habíamos acordado en ningún momento y no me parece bien que le hagan fotos a la niña desnuda.
—No se preocupe, señora. Solo serán unas fotos con unas posturas donde no se le verá nada. Es que necesitamos completar su book de fotos para que le puedan salir más ofertas de trabajo.
Yo me sentí un poco incómoda con esa situación y les dije:
—Pero es que no sé por qué son necesarias unas fotos con la niña desnuda y no sé para qué tipos de trabajos van a servir.
—Es algo normal que hacemos con muchas niñas y no suelen poner ningún problema, porque por estas fotos le vamos a pagar más. Además, le voy a ser sincero. Es que tenemos un cliente que se ha interesado por su hija y nos las ha pedido explícitamente.
—¿Para un trabajo en el que tiene que salir desnuda?
—No, son para una colección privada de este cliente, que no saldrán en ningún sitio, así que no tienen por qué preocuparse de que la vayan a ver en algún lado.
Aunque no me quedé muy convencida del todo, se lo comenté a mi hija y ella aceptó, porque se lo pasaba muy bien en esas sesiones y no quería que dejaran de llamarla por negarse a ello, así que dejé que siguieran haciéndole esas fotos sin nada de ropa, en las que le iban pidiendo que adoptara esos gestos que le iban indicando, que a mí me parecían demasiado sexuales para una niña de su edad.
Pero mi hija parecía encantada con todo eso y después de unas cuantas fotos en diferentes posturas, el Director de la Agencia se acercó a mí, para decirme:
—Mire señora, si nos deja hacer fotos a la niña con las piernas abiertas, la podemos dar bastante más dinero. Su hija nos está encantando y está quedando perfecta. Va a tener mucho futuro en esto.
—Pero eso ya sería pornografía y no sé si será muy legal, ¿no?.
—No tendrían ningún problema con eso. Ya le dije que nuestro cliente es muy discreto y nadie las vería. Sería algo muy privado entre nosotros solo.
Yo dudé ante esa propuesta, pero el dinero que me ofrecían era una barbaridad, y pensé que por unas cuantas fotos desnuda de mí hija no pasaría nada, si ellos respetaban lo que prometían, así que le dije a la cría:
—A ver, hija, ahora quieren hacerte unas fotos con las piernas abiertas, ¿tienes algún problema en eso?
Mi hija me miró un poco sorprendida de que yo hubiera aceptado eso, y me dijo:
—Pero mamá… ¿me van a hacer fotos de mi chichi?
—Lo tienes muy bonito, hija, no tienes por qué avergonzarte. Y ya me dijeron que nadie va a ver las fotos, que solo son para un señor que nos va a pagar muy bien si te dejas hacértelas.
Mi hija, finalmente se quedó más convencida y volvió a seguir las indicaciones que le iban dando, poniendo esas posturas tan obscenas para cualquier niña, en las que ofrecía expuesta su vagina a la cámara del fotógrafo, ligeramente abultada y con un vello fino que la estaba saliendo por encima, que le decía lo bonita que la tenía mientras iba disparando su cámara.
Tengo que reconocer que la imagen que ofrecía era muy bella, con esos pequeños pechos abultados y los pezones en punta, su mirada lánguida y sensual con las piernas abiertas mostrando claramente toda su intimidad.
Pero no se conformaron con eso, ya que luego siguieron diciéndole que se abriera ligeramente los labios vaginales con los dedos, que se metiera un dedo y después, otra serie de fotos con el dedo en la boca chupándoselo. La hicieron también, ponerse en cuatro, de lado y en todas esas posturas en las que suelen hacerse las fotos de tipo pornográfico, incidiendo ellos sobre todo, en la expresión de su cara, que iba poniendo según le hacían las fotos, dando la impresión, en algún momento, de que la niña estaba realmente excitándose con todo ello.
La sesión de esas fotos se estaba alargando demasiado, por lo que a mí se me hacía interminable tener que ver cómo le hacían innumerables fotos en todas las posturas posibles, incluso de primeros planos de su vagina abierta, ante la mirada excitada de los presentes que no podían disimular su entusiasmo ante lo que veían y lo que estaban consiguiendo de ella, comentando entre ellos:
—¡Buufff!, que rica está la niña. Nuestro cliente se va a quedar encantado con estas fotos.
—Sí, además con esa mirada que tiene, tan ardiente, mata a cualquiera; es muy obediente y está haciendo hace todo lo que le decimos.
—Se nota que le gusta, porque se está excitando. Mira como se le ha puesto el coñito todo mojado. ¡Cómo me está poniendo, uufff….!, si no estuviera su madre delante, me la comía enterita.
—Bueno, tranquilo, jaja. Si todo va bien, eso ya llegará….. —dijo uno de ellos.
Luego, el fotógrafo se dirigió a mí:
—Señora, vamos a afeitarle esos pelitos que le están saliendo, para que luzca más linda su vulva.
—Está bien, si es necesario….. —acepté yo, ya resignada.
Ellos mismos, con una cuchilla, le fueron afeitando esos pelitos, mientras aprovechaban para toquetear a la niña con todo descaro y deleitándose con ello. Una vez toda rasurada, siguieron haciéndole más fotos, cada vez más provocativas, al decirle que sacara la lengua o que pusiera caras provocativas como si se tratara de una mujer adulta.
Había llegado un momento en el que yo ya estaba bastante molesta con todo eso, y les dije:
—¿Han terminado ya?, yo creo que ya está bien de calentarse con la niña.
—Si señora, hemos terminado, muchas gracias. Pero no se enfade, es que tiene una hija preciosa y es un placer trabajar con ella. ¿No le molestará que la llamemos en más ocasiones?
—Bueno, ya veremos…. —les contesté un poco cansada de todo lo que había tenido que aguantar, aunque por dentro estaba segura de que volveríamos allí a hacer ese tipo de sesiones fotográficas, sin querer reconocer el extraño morbo que había sentido en esa situación, al exponer a mi hija a la mirada de esos hombres y de ese cliente misterioso que pagaba tan bien.
Mientras volvíamos a casa, le dije a mi hija que sería mejor que no comentáramos nada a su padre sobre el tipo de fotos que le habían hecho, porque seguramente no le iban a gustar y no la dejaría volver más a ese lugar, por lo que a ella le pareció bien.
Además, yo me llevaba a casa una buena cantidad de dinero que no sabía cómo iba a poder justificar con mi marido, por lo que me guardaría una parte para darme algún capricho que él no quería comprarme, porque eran muy caros para nuestra economía, claro.
Tal como suponía, pocos días después, volví a recibir la llamada de esa Agencia, en la que me trasladaron su entusiasmo porque a su cliente le habían encantado las fotos y que podrían ofrecerme mucho dinero más, pero ya me contarían los detalles en persona.
Yo me quedé un poco intrigada, pero no sé por qué, ya me imaginaba el tipo de fotos por el que iban a proponerme por tanto dinero y no sabría si podría aceptar algo así, pero como la curiosidad me pudo más, acabé llevando a mi hija de nuevo a esa Agencia, y al llegar, volvieron a repetirme lo mismo:
—Nuestro cliente se ha vuelto loco con su hija y quiere que le hagamos más fotos al precio que usted le ponga.
—Me imagino que ya serán unas fotos muy fuertes como para proponerme eso.
—Sí, claro, pero serían siempre con el consentimiento de la niña y si en algún momento no se siente cómoda, lo dejamos ahí. El que nos la pide no es ningún empresario de moda con los que solemos trabajar. Ya le dije que es un cliente privado muy poderoso y con mucho dinero, pero con unos gustos especiales que se puede permitir, ya me entiende…..
—Ya lo supongo… Bueno, explíqueme como serían esas fotos.
—Serían conmigo, estando los dos desnudos, acariciándonos, teniendo sexo oral y distintos juegos sexuales, pero sin llegar a la penetración, para preservar la virginidad de la niña. ¿Le parece bien?
—¡Uuuffff! No sé…. Esto está llegando demasiado lejos. Como se entere mi marido de todo esto, me mata.
—Pues no le diga nada a su marido. Ya me dijo que estaba muy ocupado con su trabajo, y no tiene por qué enterarse de nada, si la niña tampoco se lo dice.
—No, claro, ella tampoco, cómo se lo va a decir…..
—Lo único, el dinero. Si su marido lo ve, va a sospechar. Yo le recomiendo que lo ingrese en una cuenta aparte, a la que no tenga acceso él, y si quiere, puede guardarlo para el futuro de su hija, para que estudie o haga lo que quiera de mayor.
—Sí, algo de eso tendré que hacer, porque yo tampoco podría gastarlo sin que él notara algo raro.
—Por eso. Si quiere, nosotros le podemos asesorar donde meter ese dinero.
—¡Ah, bien! Gracias.
Lógicamente, en ese momento ya sentí plenamente que estaba en cierta forma prostituyendo a mi hija y eso me hacía dudar sobre si aceptar su proposición, pero mi hija acabó de convencerme de que quería hacerlo, porque era evidente que ella también estaba excitada con la situación que le proponían. El estar con un hombre desnudo haciendo todas esas cosas, supongo que a ella le atraía también, por lo que tuve que decirle:
—Está bien, pero ya sabes que a tu padre ni una palabra sobre esto, ni a ninguna amiga ni a nadie. El dinero que nos den, lo guardaré para cuando seas mayor, a ver lo que hacemos cuando llegue el momento.
—Qué si, mamá. Ya lo sé…..
Acordadas todas las condiciones del trabajo, pasaron al set donde se hacían las fotos, y el propio Director de la Agencia, apareció desnudo con mi hija, que le iba indicando como tenía que ponerse para que les hicieran las fotos.
Yo me encontraba como abducida por esa situación, absorta mirando como mi hija le agarraba la polla, completamente erecta, al maduro Director y les hacían fotos desde varios ángulos, mientras ella se acercaba la polla a su cara o sacaba la lengua como si quisiera chuparla. En otras, él la tocaba entre las piernas, abriéndole la vagina y metiendo los dedos, e incluso se puso a lamerla mientras le hacían fotos en primeros planos.
La sesión siguió alcanzando mayor temperatura, cuando mi hija pasó la lengua por el glande de su pareja fotográfica, hasta introducirse el miembro completamente en su boca. En ese momento yo me encontraba terriblemente excitada ante la escena, no pudiendo evitar llevar los dedos a mi humedecido coño y frotármelo mientras intentaba disimular mi acaloramiento.
Me sorprendió ver como mi hija estaba disfrutando de todo lo que estaba haciendo, a pesar de no tener ninguna experiencia en estas cosas, pero a medida que iba pasando la sesión, se mostraba más relajada, con más soltura, haciéndolo cada vez mejor, lo que notó enseguida el Director de la Agencia, que le dijo:
—¡Aahhh!, que bien la chupas, no voy a poder aguantarme mucho….
Al poco rato, la salida del semen de su polla sobresaltó a mi hija, aunque no mostró ningún rechazo a tragarse parte de él, escurriendo el resto entre la comisura de sus labios.
Cuando dieron por acabada la sesión de fotos, yo todavía permanecía como ida, con la imagen del semen de ese hombre en la comisura de los labios de la cría, sin asumir plenamente lo que había pasado, pero mi hija parecía encantada con todo ello, en un estado de sobreexcitación que la daba energía para tirar de mí hacia la salida, mientras nos despedíamos con una buena cantidad de dinero en el bolso.
De vuelta a casa, ya recuperada un poco, comenté más tranquilamente con ella lo que había sucedido:
—¡Oye!, te vi muy excitada en la sesión de fotos. ¿Tanto te gustó?
—Sí, mamá, el señor me hizo correrme, ¿no te diste cuenta?
—Sí, ya vi cómo te frotaba el coño, y todo lo que gemías.
—Estuvo genial, tenemos que volver otro día, mamá.
—Supongo que nos volverán a llamar, pero es que todo esto, me da mucho miedo, no sé qué será lo siguiente que te van a pedir y no me quiero imaginar que tu padre acabe enterándose de todo esto.
—A lo mejor me piden follarme, pero da igual. Yo me lo paso muy bien, aunque me da pena que esto no se lo puedo contar a mis amigas.
—Ni se te ocurra, hija. Qué viciosa te estás haciendo…., pero la culpa es mía por permitir todo esto.
—Yo también quería hacerlo. Mis amigas a veces hablan de estas cosas…, y de las ganas que tienen de tener sexo con un chico.
—¿Ya habláis de esas cosas…?
—Claro, mamá. Los chicos mayores nos lo piden y nos enseñan la polla para que nos dejemos tocar, pero nunca había visto una polla tan grande como la del Director de la Agencia.
—¡Ay, hija! No me doy cuenta de que vas creciendo y ya no eres una niña.
Una nueva llamada de la Agencia, me sobresaltó días después. Me decían que querían hacerme una nueva proposición para mi hija y que sería mejor que fuéramos allí, para explicárnoslos mejor:
—Supongo que le sorprenderá lo que le vamos a decir, pero tenemos que proponerle algo nuevo, con lo que va a ganar mucho dinero.
—Está bien. Dígame de que se trata.
—Verá. Nosotros tenemos ya a varias niñas metidas en esto y que han llegado hasta aquí, con el permiso de sus madres, claro. El caso es que tenemos varios clientes que pagarían muy bien para que dejara pasar una tarde a su hija con ellos. No sería exclusivamente para sexo, sino para llevar a su hija a comprarse ropa, invitarlas a tomar algo, llevarlas al cine, al parque, ese tipo de cosas. Lógicamente también tendrían su intimidad con ella, pero no harían nada que ella no quisiera, ya me entiende, no sé qué le parecerá.
Yo me sentí un poco indignada con esa proposición y les dije:
—Pues me parece que mi hija no es ninguna “señorita de compañía” y no sé si estoy dispuesta a llegar tan lejos con ella. Eso es prostitución, y siendo una niña todavía, no me parece muy correcto.
—Sí, lo entiendo, que es algo bastante fuerte y poco habitual, pero como le digo, tenemos a varias niñas que ya han ido a esas citas con estos clientes y no hemos tenido ninguna queja de ellas, ni ningún problema con estas personas. Son señores adinerados, extremadamente educados y son muy cuidadosos con ellas, que van encantadas a estas citas siempre que las llaman.
—Pues no sé qué hacer, ¿qué te parece a ti, hija? Por mucho que nos diga éste, seguro que van a querer follarte. Son gente muy viciosa que les gustan las niñas.
—Bueno, me da igual. Yo quiero ir, mamá.
El atrevimiento de mi hija era mucho mayor que el mío, aunque supongo que su inconsciencia influía también, pero el Director siguió intentando convencerme:
—Si quiere venir mañana, podemos presentarla a otra madre que va a venir con su hija para hacer una sesión de fotos. Ella lleva tiempo ya en esto con varias citas, y podrá contarle sus impresiones. Creo que es lo mejor, para que se quede más tranquila.
—Está bien, mañana vendré y hablaré con ella.
Al día siguiente cuando llegué, vi que ya estaban haciéndole fotos a una niña como de unos 14 años, realmente preciosa, con un buen pecho ya y su pubis con el vello recortado lucía muy bonito. Me quedé mirándola con la boca abierta, porque estaba con otro señor haciendo todo tipo de posturas sexuales en las que estaba siendo penetrada por él, momento en el que se acercó a mí uno de la Agencia, para comentarme:
—Ahí donde la ve, esa niña es toda una veterana y ya llevamos tiempo tomándole fotos para unos clientes muy especiales, que la adoran. Le presentaré a su madre.
Me llevó a donde estaba la madre de la niña y tras presentármela estuvimos charlando mientras tomábamos un café, se puso a decirme:
—Ya me han comentado que te cuesta trabajo aceptar que tu hija vaya a esas citas con esos señores mucho mayores que ellas, y te entiendo, pero mis dudas del principio se acabaron cuando mi hija me contaba todo lo que hacían y lo bien que la trataban. La mía ya lleva dos años teniendo esas citas, desde que empezó a la edad de la tuya. Créeme que ellos son muy respetuosos y las tratan como nadie las trataría. Mi hija se inició en el sexo en estas citas y creo que ha sido lo mejor para ella. Lo disfrutó desde el primer momento y yo la veo como una auténtica privilegiada al poder estar en esos ambientes tan lujosos donde tiene todo lo que quiere.
—Ya me han asegurado los de la Agencia que esto es así, como dices. La verdad es que es muy tentadora la oferta y por lo que me dices, seguro que a mi hija la encantaría también.
—Pues déjala mujer, está en la edad ideal para vivir esas experiencias y no te vas a arrepentir. Además si ella lo quiere también, lo disfrutará y no le pasará nada, porque todo es muy serio y discreto. Mira, yo sé de niñas más pequeñas que la tuya, que sus mamás permiten que vayan con esos señores. Ellos las tratan como si fueran sus papás, salen con ellas, se divierten y luego en casa tienen sus momentos de juegos de intimidad, ya me entiendes…..
—Claro, ya me supongo que no se conformarán con llevarlas al cine y comprarlas un helado. Si pagan tanto dinero es por algo más. Pero si acepto esto, es por mi hija, que me lo está pidiendo también, porque yo no quiero forzarla a hacer esas cosas.
—Créeme, haces muy bien. Muchos nos criticarían por dejar a nuestras hijas hacer esto, pero dime tú donde vas a ganar tanto dinero como el que te dan aquí. Si ellas se lo pasan bien, aprenden a comportarse, maduran muchísimo y aprenden muchas cosas más sobre la vida ¿qué problema hay? Si mi hija se quejara, yo sería la primera en no dejarla ir, pero ella va encantada.
—En la Agencia me dicen que ahora hay mucha demanda de niñas como las nuestras para esta clase de citas y que tenemos que aprovechar ahora que tienen estas edades.
—Sí, está claro, es lo que te decía antes. Además aquí no las quieren sólo para sexo como en otros sitios, que se dedican a follarlas entre varios sin ningún miramiento. Aquí ya ves que es algo más fino, donde sólo contratan a las más guapas, como la tuya que me parece preciosa, no te extrañe que te la vayan a pedir muchos.
Al final, después de hablar con esta mujer, me quedé más convencida porque me tranquilizó bastante, así que acepté la oferta y todavía un poco preocupada por lo que podría pasar, llevé a mi hija a su primera cita, intentando tranquilizarla a ella, aunque yo era la que estaba más nerviosa:
—Tú estate tranquila, hija. Imagínate que ese señor es como tu padre o tu abuelo, que te lo vas a pasar bien con él a donde te lleve, y si empieza a sobarte un poco, tú le dejas, a no ser que sea muy brusco o se ponga violento.
—Bueno, mamá, haré lo que me dices….
A pesar de sus nervios, empezó a tranquilizarse cuando el Director de la Agencia la llevó a donde estaba el señor esperándola. Yo les estuve observando desde la distancia y me fijé que era un señor muy elegante, de pelo blanco, como de unos 50 años, que recibió a mi hija con dos besos y tras unas breves palabras se la llevó de la mano hacia su coche.
El de la Agencia me dijo que volviera a recogerla sobre las 10 de la noche. Me pasé esa tarde bastante angustiada pensando en cómo se lo estaría pasando mi hija y si todo iría bien, por lo que antes de la hora, ya estaba en la Agencia esperando a que me devolvieran a mi hija.
Puntualmente, la ví llegar con el Director de la Agencia. Venía muy guapa, con un nuevo peinado y un regalo en la mano. Me dió un beso muy contenta y de vuelta a casa empecé a preguntarle:
—Bueno, señorita, ahora vas a contarme todo lo que hiciste con ese señor.
—Pues me preguntó que donde me apetecía más ir, que si prefería ir de compras, a la peluquería, a merendar, al parque….. Le dije que primero a la Peluquería, por eso vengo así, jaja. Luego me llevó a una hamburguesería a merendar y después estuvimos en una cafetería, donde en el piso de arriba, había más papás con sus hijas, pero me pareció un poco raro, porque ellos les acariciaban las piernas y les daban besos en la boca.
—Serían otras como tú, hija, ya me dijeron que ahora había mucho de esto.
—Bueno, sí, él también hizo un poco eso conmigo y me preguntó si quería ir a su casa a ver una película.
—¡Ah, muy bien!, ¿te lo pasaste genial entonces?
—Sí, mamá, muy bien. En su casa me puso una película donde se veían a niñas con señores mayores haciendo de todo y el empezó a acariciarme y a darme besos por todos lados, mientras me quitaba la ropa y me dejaba desnuda. Él también se desnudó y me puso encima de él abrazándome, tocándome el culo y por todos lados, mamá. Luego me abrió las piernas y se puso a chupármelo todo hasta que me hizo correrme en su boca y me lo comió todo. Yo también se la chupé a él hasta que se corrió en mi boca también.
—¡Buufff!, hija, hiciste de todo, me estás excitando con lo que me estás contando.
—Sí, me puso muy caliente, más que con los chicos que me tocan a veces.
—Claro, hija, los hombres mayores saben más de esto.
—Me dijo que en esta primera cita no había pagado por penetrarme, pero que se moría de ganas por hacérmelo y que me llamaría para tener otra cita en la que sí íbamos a hacerlo.
—Estupendo, el señor te respetó. ¿Y tú tienes ganas ya de que te la metan?
—Sí, claro, alguna amiga a la que ya se lo hicieron me dijo que era riquísimo eso y que te morías de gusto.
—Pues sí, hija, eso es de lo mejor del mundo, pero no sé si tú serás todavía muy joven para empezar a joder con señores mayores. Además, ese hombre debía de tener una polla muy gorda, ¿no?
—Bueno, así como el Director de la Agencia, más o menos, pero estaba muy rica.
—¿Y tú crees que te entrará bien, sin hacerte daño?
—Sí, mamá, él me dijo que estaba en la edad perfecta. Que ya se lo había hecho a otras niñas como yo y que habían disfrutado mucho.
—Bueno, pues esperaremos a que te llamen. Mejor que lo hagas con alguien que te lo va a hacer con cuidado, que no con un chico de esos que van a lo bruto.
Cuando nos llamaron para la siguiente cita, ya íbamos las dos más tranquilas, pero mi hija un poco más ansiosa por disfrutar de la experiencia que iba a tener tan especial para toda mujer.
Después de pasarme esa tarde expectante hasta que me devolvieran a mi hija, cuando fui a recogerla, vino tan contenta como la primera vez, pero con un brillo especial en sus ojos, por lo que me di cuenta de que mi hija se había convertido en toda una mujercita ya, por lo que le volví a pedir que me diera los detalles:
—Esta vez me llevó directamente a su casa. Me dijo que quería aprovechar bien el tiempo que le habían dado.
—Claro, como todos. Él lo único que buscaba desde el principio era follarte.
—Bueno, mamá, pero es un señor muy bueno y me encantó todo lo que me hizo.
—A ver…, sigue contándome.
—Me llevó a la habitación y me quitó toda la ropa. Empezó a besarme y a acariciarme por todo el cuerpo, hasta que se me puso el chichi todo mojado. Entonces se puso a chupármelo como la otra vez de una forma muy rica y me hizo correrme ya solo con eso. Luego, se la chupé yo. Ya sé hacerlo muy bien, mamá, me lo dijo él. Me tuvo que quitar la polla de la boca porque me decía que se iba a correr demasiado rápido y quería aguantar más.
—Claro, hija. Ya tiene una edad, y no podrá correrse muchas veces.
—No sé, pero después de chuparme y masturbarme, empezó a meterme la polla, muy despacio, mirándome a la cara para ver si me hacía daño.
—¿Y te hizo daño? ¿Cómo la tenía, se le puso muy grande al señor?
—Era grande, pero después de chupársela, se le puso más gorda todavía. Tenía el glande muy hinchado y fue lo que más le costó meter, así que me dolió un poco, pero me dijo que aguantara un poco, que cuando entrara dentro me iba a morir de gusto, así que no me quejé más y dejé que me la metiera toda.
—¡Buufff!, Que gusto, ¿no?
—Sí, empezó a meterla y sacarla despacio y me dio mucho gusto. Me corrí varias veces seguidas, porque cada vez me entraba más fácil y ya luego me lo pudo hacer más duro.
—Jaja, como hablas ya, ¿te gustó que te lo hiciera duro?
—Bueno, eso me decía él. Que estaba convertida en toda una putita, que me gustaba que me dieran duro y se corrió una barbaridad mientras me lo hacía.
—Claro, estabas más dilatada y la disfrutabas bien, toda dentro.
—Sí, mamá, me encantó. ¿A ti te gusta tanto cuando lo haces con papá?
—¡Ay, hija! Después de tantos años ya no es igual. Tú padre solo me lo hace cuando tiene ganas y se corre enseguida. Tú me das hasta envidia, por lo que me estás contando….
—Jaja. Tenías que ir tú también a joder con ese señor.
—Sí, jaja, pero me parece que él te prefiere a ti.
—No sé si me llamará más veces, pero tengo muchas ganas de volver con él.
—Que bien, hija. Me alegro de que lo hayas disfrutado tanto. Tenía miedo por ti.
—Ya te dije que no iba a pasar nada. Fue muy cariñoso conmigo. Me dijo que le hubiera gustado tener una hija como yo, que me tendría todo el día en la cama, jaja.
—Hay que ver.., como son estos hombres….
Mi hija había empezado un camino del que ya iba a ser difícil salir, pero lo mejor es que ese hombre le había enseñado a mi hija como disfrutar del sexo, como moverse para buscar su placer y todo lo necesario para que una mujer pueda gozar como nunca con un hombre.
Esos encuentros se repitieron muchas veces más, con ese mismo señor y otros que la iban pidiendo, hasta los 17 años, que dejó de trabajar para esa Agencia, porque luego se marchó a estudiar fuera con todo ese dinero que se había ganado.
Durante sus estudios, ella siguió teniendo encuentros con hombres mayores, ya por su cuenta, pero yo creo que más por vicio, que por necesidad económica, y porque muchas de sus compañeras hacían lo mismo para costearse sus estudios o porque simplemente les gustaba esa vida de “sugardady”, en la que podían acceder a un mundo de lujo que ni soñaban.
Cuando llegó ese momento, mi marido ya no era un problema, porque nos habíamos separado debido a nuestra situación cada vez más distanciada, por sus continuos viajes. Él se había echado una amante y se marchó con ella, pero casi mejor que hubiera sido así, porque la vida con él era un aburrimiento, ya que me tenía totalmente abandonada y yo también había empezado a disfrutar de la vida con otros hombres.