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Cómo le quité la virginidad a la prima de 7 años (parte 3)

2024-02-20


Sigo con la historia de Laia, esta es la penúltima parte, el inicio del día más loco de todo. Nunca se me olvidará lo que pasó aquel día, me acuerdo perfectamente, el domingo 29 de octubre de 2017 fue cuándo me aproveché del todo de Laia. Ese día la abuela de Laia y Laia se fueron a pasar el día en mi casa, ya que los padres de la niña tenían un papeleo importante y aprovecharon para pasar tiempo con la familia. Yo no tenía claro hasta donde iba a llegar el día en sí, hasta donde podría hacer mía a aquella niña que poco a poco empecé a encaminarla por el sendero del sexo. Aprovechándome de su inocencia y de su curiosidad. La cosa no se hizo esperar, cuando terminó la hora de comer tanto mi padre, como su esposa, mis hermanastros y la abuela debían de salir a comprar en un centro comercial que estaba como a una hora de allí. En verdad tanto Laia como yo también deberíamos de haber ido, pero la niña tenía sueño y le daba pereza ir, así que como era la consentida de la familia la abuela le permitió dejarse en casa mientras estuviera alguien mayor con ella, sí, ese mayor era yo. El más grande de la familia. Así que mi familia salió de casa y nos quedamos ella y yo solos. Me esperé unos minutos hasta ver por el balcón de la casa como el coche se perdía por la carretera y no daba señas de volver (por si se habían olvidado de algo), me esperé desde ese momento unos 15 minutos para asegurarme de que no daban media vuelta. De todas maneras el centro comercial estaba a una hora de ida, otra de vuelta, y añadiendo el tiempo que estarían comprando ropa para la abuela,tenía tiempo de sobras para no arriesgarme. Cuando pasó el tiempo establecido decidí ir con todo. Laia estaba en el comedor, viendo la televisión, concretamente la serie de El Asombro Mundo de Gumball, así que estaba tranquila y yo me senté a su lado, poniendo mi mano en su espalda y dándole un ligero masaje. —¿Qué estás viendo? —le pregunté para distraerla de lo que estaría notando con mi mano. —Gumball —me dijo mirando la tele. —¿Te gusta la serie? —Sí —mientras hablábamos mi mano bajaba lentamente hasta que llegó a alcanzar sus pantalones, y metí un dedo hacia adentro hasta que le toqué el agujero del ano con mi dedo—. ¿Quieres verme el culo? Esa pregunta me sorprendió, ella notó lo que yo quería hacer y al parecer ella también quería que lo hiciera, la había conseguido pervertir del todo y ahora quería que yo la hiciera mía. Le dije que sí y se puso a 4 patas en el sofá, dejando el culo en pompa delante de mí. Le dejé mi móvil para que estuviera distraída, y también porque me dijo que se dejaría tocar si se lo dejaba. Le bajé los pantalones y las bragas hasta quitárselo del todo. Ahí vi el culito de Laia mientras estaba a 4 patas como un perro. Deseaba con todas mis fuerzas meterle mi polla hasta el fondo y sobre todo no sé porque me excitaba la idea de hacerla chillar. Me mojé un dedo con la saliva e hice lo mismo que le hice el día anterior que me aproveché de ella; le metí el dedo por todo el culo hasta que este no pudiera llegar más hondo. —Au —se quejó al principio por la brusquedad que hice. Pero no hizo ademán ni gesto para que lo quitase. —Lo siento —me disculpé por hacerle daño, pero poco después empecé a quitar el dedo casi entero para luego volver a meterlo entero. Empecé poco a poco pero luego fui subiendo la velocidad de mi dedo. Hasta el punto de sacárselo por completo y poco después metérselo de una. Durante ese trayecto Laia me estaba gimiendo a su manera, no era el típico gemido del porno o sexo, más bien era el ruido de gemido que se hace con la.bics cerrada, un sonido de que le gustaba aquello. Esos ruidos me volvieron más excitado y con eso le daba con más fuerza, lo que a ella le gustaba más. Nos estábamos retro alimentando. Me detuve al cabo de 15 minutos aproximadamente, Laia ya había perdido la postura de estar a 4 patas, el móvil no lo miraba si quiera y si cara estaba apoyada en el suelo del sofá, lo único que seguía erguido era su pompis para dar paso a mi dedo, el resto del cuerpo se había rendido al placer absoluto. —¿Cómo estás? —le pregunté acercándome a su cara. —Bien —dijo con la voz débil de agotamiento. —¿Te ha gustado? —Afirmó con la cabeza, ahí aproveché que cómo estaba tan cansada y desprotegida me acerqué a su rostro y le besé la boca de forma muy leve y rápida. Ella no se apartó por el cansancio, pero si se limpió la boca después de que me apartase. Le pregunté si le había gustado y me dijo que sí con la cabeza pero me dijo que le parecía asqueroso. Curioso que le pareciera asqueroso un beso y no meter un dedo por su culo, pero no sería yo quien lo juzgase. —¿Me das un masaje? —me pidió por estar tan cansada, como dije anteriormente era la condena de la familia. —¿Dónde lo quieres? —En la espalda. —¿Lo quieres en la espalda? —dije poniéndole la palma de la mano en la zona en concreto—. ¿O aquí? —y le manoseé una nalga. Ella me miró riéndose de nerviosismo y me dijo que en la espalda mejor. Así que le hice caso y le empecé a dar un masaje por la espalda. Lo que yo no sabía era que Laia en ese momento se volvió una pervertida deseando el placer y sería ella quien me guiaría a mí por lo que quedaba de tiempo. —¿Puedes hacerlo ahora delante? —se refería a que dejase de darle masaje por la espalda y lo hiciera por el vientre. Le di media vuelta, y entonces me se ocurrió una gran idea. —Debo de quitarte la camiseta, si no no sé dónde estoy dando el masaje. Ella se lo quitó directamente, y me dejó ver sus pezones sin senos aún, eran rosaditos y muy lindos y pequeños, se tumbó boca arriba en el sofá y mis manos le dieron masaje por la panza. Luego toqué con mis dedos sus pezones y de nuevo oí esos gemidos leves de Laia. —¿Jugamos a mamá y bebés? —le pregunto de repente. Ella no sabe a lo que quiero llegar, pero antes de que me responda me acerco a ella y meto uno de sus pezones en mi boca, encerrándolo y pasándole la lengua por toda la zona. Las risas de Laia fueron constantes, le daba muchas cosquillas aquello y no la culpo por ello. Me pedía que parase que le daba mucha cosquillas pero yo seguía y seguía, hasta que me dijo: —Ahora masaje en el culo. Y así fue, la volví a poner a 4 patas, ella se puso en posición para aguantar pero se le notaba aún cansada del anal anterior. —¿Cómo lo quieres? —le pregunté aunque me daba igual lo que me respondiera yo ya sabía que quería hacerle. —Primero masaje sin fuerza —con ello quería decirme que de momento no quería que metiera mi dedo a la fuerza por el ano de nuevo, quizá quería adaptarse un poco antes de hacerlo o ni siquiera quería repetir el anal. De lo agotada que estaba no me hubiera extrañado. Pero hice caso omiso a lo que me dijo, primero le masajee las nalgas para que se relajase y cuando estuvo desprevenida le metí el dedo índice de una dentro el culo, sin ir lento ni lubricarlo. —¡Aaah! Te dije que sin fuerza, aaah… —me dijo mientras se erguía por el dolor provocado. —No puedo hacerlo sin fuerza —me excusé. Y luego con una mano la volví a poner a 4 en buena posición y jugué con el dedo metiéndolo y sacándolo primero lento y luego lo más rápido que podía. Laia me gimió de nuevo, esa voz tan infantil gozando eta increíble. Disfrutaba de cada embestida de mi dedo, ahora no sé dónde estará pero seguro que si es tan pervertida como creo el anal será de sus cosas favoritas, ya apuntaba maneras desde el día que la sometí. Esya vez Laia no aguantó mucho, en unos pocos minutos, 3 como máximo, se volvió a caer el cuerpo entero a causa del placer y solo su culo estaba levantando diciéndome que era todo mío. Aproveché y perdí la notición del tiempo de cuántos minutos estuve metiéndole el dedo hasta el final del culo. Cuando me cansé se lo saqué de una y vi como el ano de Laia no podía más, estaba rojo y se contraía sin parar. Había valido la pena. —¿Qué quieres que haga ahora? —le pregunté, haciendo ver que todo era parte del masaje. Laia empezó por la espalda y luego, al ser tan curiosa, quería más, así que me pidió algo increíble. —¿Me dejas ver tu cosa? Me saqué los pantalones y los calzoncillos, me acerqué a ella ya que estaba agotada como para irse hacia a mí y se la acerqué a la cara. —Puedes tocar si quieres —obviamente lo hizo, su curiosidad era mi mejor arma para hacerla hacer lo que yo quisiera. Me tocó y le expliqué cómo masturbar lentamente, ella hizo lo que decían mis instrucciones y estuvo un rato aficionandose a darme placer—. Vamos a hacer una cosa mejor. (Y hasta aquí la tercera parte, porque de seguir sería demasiado largo ya. La próxima parte es la última, donde cuento como estreno con la polla los tres agujeros de Laia. No os lo perdáis).

Autor: JIM ST Categoría: Tabú

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Mis pequeñas modelos (parte 5): Camila (8 años), Fiorela (7) y Matilde (6)

2024-02-20


Mi vida da un giro luego de enterarme lo que me contó Valeria, y nuevas oportunidades surgen para satisfacer mis deseos sexuales.. Ni bien noté que Valeria nos había estado observando, mi cuerpo comenzó a temblar desesperadamente, mi respiración empezó a entrecortarse y sentía que el corazón me latía tanto como si se me fuera salir del pecho. El rostro de Valeria reflejaba lo sorprendida que estaba y sus ojos estaban bien abiertos con las cejas levantadas. Con mucha dificultad para emitir alguna palabra, intenté decir algo. No sabía qué, pero algo, mientras me levantaba rápidamente los pantalones. Yo: – Va… Va… Valeria.. – mi voz no paraba de temblar, lo cual me hacía tartamudear – Déjame ex… Explicarte… Valeria: – Cami, ve a lavarte bien y ponte la ropa que pronto tu madre vendrá por ti. Me sorprendió que no me haya dirigido la palabra y que en lugar de eso se dirigiera a Cami. En ese momento, al estar totalmente consternado por la situación, al observar a Cami noté que también estaba algo nerviosa, como intentando cubrirse el pechito con las manos. En eso observo que Cami camina hacia la puerta de la habitación. Valeria: – Espera, Cami, por esa puerta no, sino todos te verán así. Hay un lavadero aquí dentro, acompáñame. Cami: – O… Ok, senorita Valeria – dijo mi princesa mientras tomaba del suelo su bikini, el cual se había quitado antes. Yo no sabía que hacer, si decir algo, si callarme, si seguirlas, si quedarme allí, si huir. Veo que Valeria lleva a Cami de la mano hacia otra puerta, de la cual yo nunca me había percatado de su existencia, ya que se encontraba en una esquinas de la habitación y no se la podia ver por todas las estanterías que la tapaban. Escucho el sonido del calzado de Valeria y de los piecitos descalzos de Cami caminando hacia allí, para luego oír el sonido de una canilla y el agua, mientras yo seguía parado en mi lugar y la puerta de ese baño se había cerrado. En ese momento tomé la decisión de que, una vez que salieran del baño, interceptar a Valeria e intentar hablar con ella sobre lo ocurrido, si bien no estaba seguro que de qué decirle. Luego de unos minutos, Cami salió nuevamente vestida con su bikini y detrás venía Valeria, sin dirigirme la mirada. Ambas estaban por salir de la habitación, hacia donde estaban todos los demas. Sin embargo, justo antes que de yo intentara detener a Valeria… Valeria: – Cami, tú ve a cambiarte, yo hablaré de algo con Enrique y luego iré. Camila asiente y se retira de la escena, quedando Valeria y yo solos. Mi compañera de trabajo se me acerca lentamente, con los brazos cruzados y mirandome fijamente. Yo: – Veras, Va… Valeria. No es lo.. Lo que tú pien… Piensas. Me imagino lo enojada que debes… Estar… – mientras movía mis manos como intentando acompañar mi discurso. Valeria: – ¿Yo enojada?… Más bien estoy sorprendida, Enrique… Yo: – ¿So… Sorprendida? Valeria caminaba lentamente alrededor mío, mirando al suelo y a mi rostro de forma intercalada. Valeria: – Sí, Enrique. Sabía que te excitaban Cami, Fiore y Matilde, y en especial Cami. Pero estoy sorprendida porque nunca pensé que te atreverías a… Bueno, hacer lo que hiciste recién. Yo no entendía muy bien las palabras de mi compañera. Efectivamente no se la notaba enojada y se había dado cuenta de mi atracción. Yo: – ¿Yo… Yo excitado por las niñas? Valeria: – ¿Y cómo explicas que recién eyaculaste toda tu leche sobre el pecho de Cami? – me preguntó con cara desafiante. Yo: – Bu… Bueno, es que… Valeria: – Vamos, Enrique, admítelo. Es muy obvio que te excitan. ¿Acaso piensas que yo me creí tu mentira de que cuando te sentías mal en las sesiones de fotos era porque algo del desayuno te había hecho mal al estómago? Estabas temblando, ¡y fue justo cuando las niñas salieron en bikini por primera vez! No lo podía creer. Valeria lo venía sospechando todo desde un principio. Intenté gesticular, pero no me salían las palabras. Valeria: – Además, seguro que tú hiciste que Cami te ayudara a ordenar los materiales del set, para poder quedarte solo con ella. Raúl también lo notó. Ambos nos dimos cuenta que ustedes dos permanecían varios minutos solos aquí dentro. Por eso hoy decidí observarlos. Por dentro pensé «vaya, así que por eso Raúl me miraba con esa cara rara estos días; y se ve que eso era lo que se susurraban él y Valeria. Yo: – ¡Bueno, Valeria! Lo… Lo… Lo… Valeria: – ¿Lo qué? Yo: – ¡¡¡Lo admito!!! – dije con un tono de voz elevado y cerrando fuerte los ojos – Lo admito, sí, me atraen las niñas, me excitan… Valeria: – Vaya, y por fin lo dices. Yo: – Por favor, Valeria. No le digas a… ¡A nadie! ¡Juro que no lo haré más! Valeria: – Ay, Enrique, ya te dije que no estoy enojada. Yo: – Que bueno, pero… ¿Por qué? Valeria toma su teléfono celular y empieza a tocarlo, como buscando algo. Valeria: – ¿Ves esto? – dijo Valeria mostrándome la pantalla de su celular. Observo que lo que me está mostrando es una foto de Fiorela posando de espalda en cuatro patas, usando una tanguita negra en su colita y un pequeño top rojo. En la foto Fiorela tenía su cabeza girada mirando hacia la cámara y sonriendo. ¡Me quedé totalmente sorprendido! Estaba realmente hermosa y ese culito blanco era un espectáculo. Decido dejar de mirar la foto y observar a Valeria, quien me sonreía. Valeria: – ¿Y? Yo: – ¡Pero si esa es Fiorela! ¿Es una foto de esta agencia? No recuerdo que ella haya posado así aquí. ¿O acaso es una foto de antes de que yo empezara a trabajar aquí? Valeria: – Jajajajaja Yo: – ¿Qué sucede? Valeria: – No seas tonto, Enrique. No podemos tomar este tipo de fotos aquí en la agencia. Pero dime, ¿te gusta la foto? – dijo nuevamente sonriéndome. Yo: – Bueno… Sí. Valeria: – ¿Qué te gusta? Yo: – Pues… Su culito – me animé a decir, ya que mi nerviosismo se había visto disminuido. Valeria: – Jajaja, ya no te inhibes. Yo: – Pero… ¿De dónde es esa foto? Si no es de aquí… Valeria: – De la agencia de modelaje que tenemos con Raúl. Yo: – ¿Otra agencia? ¿Con Raúl? Valeria: – Sí, y pues allí les tomamos este tipo de fotos más… Yo: – Más sexies. Valeria: – ¡Exacto! Yo: – Pero… ¿Los padres saben que las niñas van a esa otra agencia? ¿Por qué las mandarían a dos agencias? Valeria: – Wow, cuántas preguntas, jaja. Verás, las únicas niñas que van a esa agencia son Fiorela y Matilde por ahora. Sus padres piensan que sus hijas están yendo a una escuela de danza conmigo. Yo: – ¿Pero cómo empezó? ¿Las niñas saben que a sus padres les mentiste? Valeria: – Por supuesto. Yo les ofrecí a Fiorela y Matilde que, como eran muy hermosas, comenzaran a participar en sesiones de fotos más sexies y que además ganarían dinero y que incluso tendrían fans. A ellas les encantó la idea. Por lo tanto, les dije que esas fotos no podían ser tomadas en esta agencia, sino en la nueva agencia que tengo con Raúl y que sus padres no podían saber de qué se trataba. Por eso, les dije a las niñas que les dijeran a sus padres que yo (y solo yo, no Raúl) tengo una escuela de danza y que ellas deseaban asistir a clases allí. Yo: – O sea, les dijiste a las niñas que les mintieran a sus padres, y ellas saben que están mintiendo, para poder sacarse esas fotos y ganar dinero y fans. Valeria: – ¡Sí! Y les dije que si sus padres se enteran, van a querer quedarse con gran parte del dinero de ellas, y que por eso no deben contarles la verdad. De esa manera, Raúl y yo logramos que Fiore y Matilde vengan semanalmente a nuestra agencia. Yo: – Vaya, lo tenían todo planeado. ¿Y desde cuándo empezaron con eso? Valeria: – Desde hace solo dos meses. Yo: – Y las fotos que toman, ¿como son? Valeria: – Hasta ahora hemos realizado muy pocos sets de fotos, pero en su mayoría la niñas posan en vestidos, lencería, bikinis, haciendo poses muy sexuales. Yo: – Y des… ¿Desnudas? Valeria se ríe. Valeria: Jajaja. Aún no, pero la idea es seguir subiendo de nivel… Yo: – ¿Y Cami? Por qué ella no participa? Valeria: – Porque a Fiore y a Matilde las conocemos desde hace tiempo aquí. En cambio, Cami ingresó después a esta agencia, la de la señora Olga. Y pues queremos ir de a poco, para ir ganándonos su confianza y proponerle participar. La idea es que sean las mismas Fiore y Matilde las que se lo propongan, jaja Yo: – Wow, pues Cami sería una excelente modelo en tu agencia. Es mi favorita. Valeria: – Si, lo noté, jajaja. Yo: ¿Y dónde es tu agencia? Valeria: – Es en mi casa, específicamente en mi sótano. Los padres llevan a las niñas toda las semanas a mi casa, pensando que les enseño danza y que estoy sola, sin Raúl, jaja. Yo: – Wow, entiendo. Y deben estar ganando dinero, ¿no? Valeria: – Si, estamos ganando bien. Yo: – ¿Pero dinero de quiénes? ¿Qué hacen ustedes con las fotos? ¿Las venden? Valeria: ¿Por qué mejor no vienes hoy a mi casa y te sigo contando bien? Además, así puedes presenciar la sesión de fotos y participar como fotógrafo, si tu lo deseas… La propuesta laboral de Valeria hizo que comenzara a sentir pequeños latidos en mi verga. Yo: – ¡Por supuesto! Me encantaría, jaja. Valeria: – Ok, aquí tienes mi dirección. Ven a las 17:30 horas, poco después de estar trabajando aquí. Las niñas llegan a las 18 horas. Que ni te ocurra llegar a las 18, porque puedes cruzarte con los padre y les parecerá muy extraño. Ellos piensan que solo estoy yo en mi casa. Raúl también viene a más 17:30 horas. Yo: – Entiendo, tienes razón. ¡Hoy estaré allí! Y bueno, con respecto a lo que viste entre Cami y yo… Valeria: Jajaja, haz lo que quieras con ella, disfrútala. Solo procura que no te descubran. Y, por favor, si vuelves a acabarle en su cuerpo, procura limpiarla bien. Hoy en el baño tuve que lavarla bien, ya que las tetitas le quedaban algo pegajosas, jajaja. Yo: – ¡Lo haré! Valeria se retira de la habitación y yo me quedo solo por un rato, intentando procesar todo lo sucedido y lo hablado. De estar excitado con Cami, pasé al miedo extremo, para luego pasar nuevamente a la excitación, por lo que hablaba con Valeria. Salí de la habitación, ya con mucha mayor tranquilidad. Observo que Valeria está susurrando con Raúl. Ya me imagino de qué, jeje. Voy al baño de la agencia, copio las fotos de mi cámara a mi notebook y luego le llevo mi cámara a Raúl para pasarle las fotos de la sesión de fotos de hoy, el cual me hace una pequeña sonrisa, mientras Valeria me guiña el ojo. Al acercarme a despedir a Cami, ella me mira como queriéndome preguntar algo, ante lo cual yo le susurro al oído «tranquila, Cami, está todo bien, seguiremos jugando». Cami me devuelve una hermosa sonrisa. Al retirarme de la agencia, me dirijo a mi apartamento, casi sin poder aguantar las ganas de que pasen los minutos y llegue el momento de ir a la casa de Valeria. Decido bañarme, y cambiarme de ropa. No podía quitar de mi mente esa foto de Fiorela. ¡Esa colita blanca y redondita me estaba haciendo parar la verga! Pero no quería masturbarme aún. Quería tranquilizarme, así que tomé una merienda, busqué en mi celular la dirección de Valeria, quien me había dicho que estaba a unas pocas cuadras de la agencia de la señora Olga. A las 17 salí de mi apartamento rumbo a la casa de Valeria. Al llegar observo que se trata de una linda casa de dos pisos, con un pequeño jardín delantero. Al tocar el timbre, automáticamente se abre la puerta y me recibe Valeria. Valeria: – Wow, hola, ¡llegaste temprano! Jaja Yo: – Obvio, jeje – Eran las 17:15 horas. Al entrar, Valeria me lleva a la cocina, atravesando el living y me ofrece algo de tomar. Yo: – No, gracias, Valeria, recién merendé. Valeria: – Ok, yo justo había terminado de merendar. ¿Quieres ver el sótano? Respondo afirmativamente y me lleva nuevamente living, donde hay un escaleras que conducen al piso de arriba. Valeria: – Por aquí, Enrique. Resulta que debajo de esas escaleras hay una puerta que, al abrirla, conduce a otra escaleras que llegan hasta el sótano. Antes de bajar, Valeria toca una llave de luz, haciendo que la luz del sótano se encienda y que se vean todos los escalones. Valeria: – Ten cuidado, no te vayas a caer, jaja Yo: – Tranquila, voy despacio, jeje. Al llegar abajo, observo que el sótano es realmente amplio, con un fondo de lona blanco sostenido con dos soportes a ambos lados, cerca de una de las. paredes. Delante de ese fondo de lona había un trípode para apoyar las cámaras que usaríamos. En un rincón había una especie de vestuario. Al observarlo con detenimiento me generó mucho morbo ver tanguitas, y cosas de lencería. En otro rincón había una puerta que daba a una pequeña habitación. Valeria: – Detrás de esa puerta está el salón de materiales. Yo: – Vaya, ya veo. Tienes el sótano bien equipado. Valeria: Sí, y esto es para que las niñas a veces escuchen música mientras posan – dijo señalando un pequeño parlante. En ese momento suena el timbre, anteo cual Valeri se retira por unos segundos y baja nuevamente, pero esta vez acompañada de Raúl. Raúl: – Enrique… Yo: – Raúl… Raúl: Valeria me ha contado todo. Sí que te pasaste con Camila, jejeje. Yo: – Jaja, bueno, es que no podía aguantar más las ganas. Raúl: – Ya me parecía que te gustaban las niñas de la agencia. Las mirabas de pies a cabeza, sinvergüenza, jaja. Yo: – Es que ustedes ya deben estar acostumbrados a verlas asi, para era la primera vez que las veía en bikini, jajaja. Y no solo eso, sino también cuando Valeria les indicaba a las niñas que posaran de espaldas y lamiendo los helados. Raúl: – Jaja, esa Valeria se pasa. Lo hace apropósito. Yo ya le dije que no les diera ese tipo de indicaciones a las niñas en la agencia de la señora Olga. Patricia y Lucia podrían notar algo raro. Valeria: – Ay, vamos, solo me divertía, jaja. Durante los próximos minutos preparamos nuestras cámaras, mientras que Raúl hacia lo mismo con su computadora. Yo quería que Valeria me siguiera contando todo sobre la agencia, pero vi que estábamos muy ocupados. Valeria: – Ya deben estar por llegar Fiore y Matilde, así que estén preparados. Les abriré yo, ustedes esperen aquí abajo Yo estaba realmente muy nervioso. Estaba a punto de ser testigo y partícipe de une sesión de fotos especial. Me preguntaba a mí mismo cómo serán las fotos de hoy, y si Fiorela y Matilde sabían o no que yo iba a estar presente, cuando de repente suena el timbre… Bueno, hasta aquí esta quinta parte. Espero que les esté gustando. No olviden dejar sus comentarios debajo para saber qué opinan! Gracias.

Autor: JMM15M Categoría: Tabú

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Como empecé una relación con mi prima de 5 años. Parte #7

2024-02-20


Advierto que esta es una historia real, en caso de que hiera su sensibilidad por favor no la lean.. Año 2019, un año lleno de besos, dedeo y masturbación. Ella 14 y yo 22. Como ya se dieron cuenta, nos gusta correr riesgos… pero con este historia creo que rompimos los límites. Ese día se sentía una tensión muy fuerte, así como de esos días que no te sientes cómodo. Pues mi prima y yo lo notamos y todo el día la pasamos juntos, al llegar la noche estaba su mamá y una prima en la sala de estar. Prendieron el aire acondicionado donde estábamos viendo la tele. Yo estaba sentado junto a mi prima y empezó a hacer mucho frío, ella trajo una manta y nos tapamos las piernas. Ahí yo solo como un gesto lindo, empecé a acariciar sus piernas. En eso veo, cómo mi otra prima empieza a vernos con unos ojos como si supiera lo que estábamos haciendo debajo de la manta. Yo seguí tocando a mi prima, incluso nos tomábamos de la mano un rato. Mi otra prima no despegaba su vista, de reojo pero nos seguía viendo. Mi tía se levanta a media sala de estar y empieza a usar el teléfono, fue aquí donde me puse nervioso, deje a mi prima y tome mi celular para disimular. A mi prima no le importó, ella incluso subió su pierna en la mía, no se notaba tanto por la manta pero aún así era peligroso. Regrese a tocar a mi prima mientras todo eso pasaba, ¿que podía pasar? Un regaño tal vez y ya. El pantalón que mi prima usaba era de esos rasgados, así que metía mi mano para tocar su pierna desnuda y sentí que usaba una ropa interior muy delgada. Poco a poco empecé a bajar el cierre de su pantalón… no pude, ella sola se abrió el cierre…a mi este tipo de actos me exitaban tanto, metí como pude mi dedo y comencé a tocarla, sobre su clitoris hasta se mojara para meter un poco mi dedo, le dejo caer todo el dedo medio y da un salto que me tomo de sorpresa y me quité. Apenas pude sentir sus dentros. Estoy seguro de que mi otra prima se dio cuenta porque tenía una cara de disgusto que no podía ocultar. Cuando todos se fueron a sus cuartos, ella sonrió y me dijo “Ya se fueron” Meto mi mano en el cierre de su pantalón y sin mediar palabra empiezo a besarla, intencionalmente hicimos que los besos sonaran para que se dieran cuenta de lo que estábamos haciendo. Seguro algo escucharon porque a los 5 minutos le hablaron a mi prima. Ese año hubo muchas interacciones pero esta fue muy adrenalínica. Así fue como intente masturbar a mi prima enfrente de mi tía. ///Sean libres de comentar, hay relatos de sobra con ella. Así que adelante.\\\

Autor: DEPRA20 Categoría: Tabú

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Jorgito de 10 años

2024-02-20


Jorge viene todos los días a darme lo que más me gusta.. Como todos los días a las 5 suena el timbre y ahí está, el pequeño chavalin que me ha regalado el universo. Se llama Jorge, tiene 10 añitos y desde hace unos meses viene por la tarde a mi casa mientras su madre trabaja tras un cambio en el horario de su trabajo. No hay problema por mi parte, les conozco desde hace años, son vecinos. -¡Hola Jorge! ¿Como ha ido el cole? Jorge me da un abrazo muy fuerte, como siempre, y me mira con esos ojazos marrones. Tiene la tez morena, es algo bajito para su edad y está un poco gordito. Nada exagerado, tiene la típica tripita que tienen muchos niños a su edad. Dios mío qué guapo es. No puedo contenerme y le doy un beso en la frente. -Ha ido genial, hoy me han dado la nota del examen de mates. ¡He sacado un 9! -¡Que pasada! Eso se merece un premio ¿eh? Pasa, ¿quieres algo de merendar? -¡Nutella! – Me grita mientras se dirige al salón, dónde se quita la mochila y se sienta en el sofá. Llevo un sándwich para cada uno y nos los comemos mientras vemos en la tele la última serie de dibujos de las Tortugas Ninja. Aunque no se parecen mucho a las que veía yo de pequeño, me alegra ver que el concepto básico no cambia mucho: pizza, cowabunga, y las tortugas mutantes salvando el mundo. Nos comemos el sándwich mientras termina la serie. ¿Y qué premio me vas a dar por la nota del examen? – me pregunta con voz jocosa. Me giró para mirarle. Se ha recostado en el sofá. Me mira, me sonríe. Se ha llevado una mano al paquete y se lo aprieta por encima del pantalón, como solo un niño excitado haría. A estas alturas no necesitamos ninguna excusa, llevo practicándole sexo oral varias veces al día desde hace meses, pero me encanta verle buscar excusas para hacerlo. -Vaya, pues no se me ocurre nada. -Digo disimulando. – ¿Se te ocurre algo qué puedas querer? No dice nada. Solo estira el elástico del pantalón y saca su larga picha al aire, ya bien erecta. Deja el elástico justo debajo de sus huevos, alzándolos hacia arriba. Tiene un miembro precioso, súper duro, sin un solo pelo todavía, medirá 11-12 centímetros, y con un prepucio que se abre como si fuera una flor. Los huevitos los tiene gorditos, apretaditos al cuerpo. Me mira como solo un hombre que quiere que se la chupes puede mirarte, pero este hombrecito tiene 10 años… mi hombrecito. No digo nada más, podría haber alargado más la situación, pero yo también llevo todo el día esperando mi comida favorita, y me la están sirviendo en bandeja. Me acomodo entre sus piernas, que él abre gustoso para facilitarme el acceso, y empiezo a hacer lo que no se debe hacer, jugar con la comida, le beso los huevitos, le lamo el tronco de su miembro, le beso la puntita, vuelvo a sus hermosos testículos, los chupo, los lamo, los adoro. Su picha cabecea con muchísima fuerza, está realmente excitado. Finalmente no puede aguantar más las ganas y toma él las riendas. Siento sus manitas sobre mi cabeza, apretándome fuerte contra sus huevos, indicándome claramente dónde está mi sitio. Me aparta momentáneamente de mi juguete favorito, para agarrar finalmente su picha, y dirigirla por fin a mi boca. Me encanta que tome él las riendas. Su miembro se desliza suavemente entrando en mi boca, siento en la lengua como se retrae su prepucio dejando su sensible glande a mi merced para torturarle. Y vaya si voy a torturarle. Finalmente la comisura de mis labios llega a su pelvis. Mientras su hinchado glande saluda a mi campanilla aprovecho para sacar la lengua y lamer de nuevo sus huevos. Lo oigo suspirar, le siento retorcerse. Retira levemente su miembro del fondo de mí boca para que mi lengua pueda encontrarse con su glande de nuevo. Son viejos amigos, y mi lengua le abraza con fervor. Vuelve a hundir, su picha hasta el inicio de mi garganta. Pero esta vez me aprieta con fuerza mientras abre más las piernas. Sé exactamente lo que quiere. Abro un poco más la boca y meto también los huevos dentro. Aguanto las arcadas mientras el el abraza mi cabeza apretándome fuerte contra su pelvis asegurándose de que no queda un milímetro de su virilidad fuera. Finalmente me deja ir y dejo escapar sus testículos. Es hora de terminar. Agarra mi cabeza con decisión y comienza el mete saca. Mi cabeza apenas se mueve del sitio, son sus caderas las que se mueven frenéticas como si fueran una máquina bien engrasada. Dentro fuera, dentro fuera, dentro fuera. Durante unos minutos me tiene así, usando mi boca para darse el máximo placer. Poco a poco sus movimientos se vuelven más erráticos y sus embestidas más fuertes, hasta que por fin da un último y fuerte empujón. Tiembla, gime, jadea con su voz infantil. Su miembro palpita como loco, su glande se hincha y noto levemente el sabor de su lechita. Apenas sale nada, es muy joven para eso. Me aprieta fuerte mientras sigue temblando hasta que finalmente todo termina. Voy sacando por fin su miembro ahora ya más flácido de mi boca, hasta que mi lengua vuelve a abrazar su glande para su sorpresa. No puede aguantar la sobre estimulación tras el orgasmo, le hace demasiadas cosquillas, se ríe y me intenta apartar con todas sus fuerzas mientras se revuelve como una lagartija. Te dije que te iba a torturar pequeñin. Finalmente dejo escapar el que se ha convertido en el juguete favorito de mis últimos meses. Le doy algunos besos, en el tronco, en la puntita, en los huevos. -Muchas gracias por dejarme chupártela Jorge. Me gusta mucho y la tienes muy bonita. Asiente y me mira mientras sigue jadeando, orgulloso como solo un hombre puede mirarte después de haberse corrido en tu boca. Pero este hombrecito tiene 10 años… mi hombrecito.

Autor: SUBMISSIVE_POV Categoría: Tabú

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JUANCITO, MI NIETO – CAPÍTULO 3.

2024-02-20


Mi hija “paga” con creces sus errores, mi consuegra expone sus necesidades, surge una nueva posibilidad laboral y aparecen un par de amiguitos “cariñosos” de mi nieto, a este paso me van a tener que internar, pero, ¿quién me quita lo bailado?. Apenas terminé de cerrar la puerta y ya la tenía abrazándome, su cara denotaba las urgencias de una hembra en celo y nuestras bocas se fundieron, era una delicia sentir que sus tetas se aplastaban en mi cuerpo y que mis manos acariciaban y apretaban sus nalgas duras y dispuestas. Apenas si se separó para sacarme el cinturón y bajarme los pantalones no sin antes llevarme hasta la cama para que me sentara en ella y dedicarse a sacarme el bóxer. “Ohh, ¡Cristo Santo, era cierto!”, -exclamó cuando vio emerger mi verga en plenitud. La tocaba, la apretaba y, arrodillándose, se llevó el glande a la cara para lamerlo y metérselo en la boca, me miraba haciéndome saber que estaba gozando con su mamada, la levanté tirándole suavemente de los cabellos y le dije, “dejame desnudarte, esto es de a dos”, obedeció sumisamente y casi que ni la ayudé, quedó parada frente a mí dejándome admirar la plenitud de su desnudez. Sus pezones erectos en medio de unas areolas chicas llamaron a mis labios y me prendí como desesperado haciéndola gemir mientras una de mis manos se perdía en su entrepierna empapada. “Ayyy papá, ayyy, nunca me pasó así”, -dijo explotando en un orgasmo que, al margen de lo inesperado, la dejó con las piernas temblando, aún temblaba cuando la coloqué invertida en un “69” y metí mi cara entre sus piernas, me hice un festín de hueco jugoso, labios gruesos, clítoris endurecido y de pulgar, previamente lubricado, que se deslizaba en el interior de su culito cerrado. Cynthia no se esperaba esto o, por lo menos, no con esa intensidad porque no podía dedicarse a mi verga debido a las explosiones de sus orgasmos repetitivos, ruidosos y gimoteantes. “No podés, no podés, esto es increíble, por favor papá, dejame que quiero chupártela”, -decía moviéndose-. Aflojé un poco, pero seguí moviendo mi dedo medio en lo profundo de su culo, no era virgen de allí, pero se notaba apretado para mi dedo y me relamí pensando en cómo me sentiría entrando en lo estrecho de ese conducto. Mi hija no podía meterse más de media verga en la boca, ni punto de comparación con las mamadas de la madre o incluso de su propio hijo de ocho años y no valía la pena insistir con eso, me incorporé moviéndola y la puse boca arriba, quería ver su cara cuando mi verga la penetrara y, arrodillado frente a su entrepierna, le puse las piernas sobre mis caderas para poder jugar con mi glande en sus huecos descubiertos. Con una mano la “pincelaba”, la otra se ocupaba de acariciar sus tetas duras y sus pezones erectos mientras Cynthia gemía con sonoridad y abría y cerraba los ojos experimentando un montón de sensaciones, “cogeme papá, me estoy muriendo”, -dijo sollozando-. Noté que sus carnes se abrían y que los pliegues de su interior me rozaban todo el tronco, a la vez que su cara era un espectáculo aparte porque tenía los ojos abiertos como el dos de oro y se mordía los labios aguantando el grosor de mi verga que la penetraba despacio y sin escalas. Decididamente no estaba acostumbrada a algo similar porque su estrechez me apretaba como si fuera una adolescente y, aunque era profunda como la madre, el glande llegó a chocar contra el fondo de su vagina y gritó en una mezcla de placer y dolor. “Jamás nadie…”, -acotó y los temblores y contracciones de otro orgasmo no la dejaron terminar-. “Me duele papá, ya he parido y me duele como cuando virgen, cogeme despacio”, -expresó moviéndose-, como fuere, quería ser cogida y yo le daría el gusto. El bombeo se hizo rítmico, la sacaba casi toda y la volvía a penetrar profundo, tres veces con delicadeza y tres veces con un poco más de rudeza sin que me importara chocar con su interior. Mi hija se deshizo con orgasmos cortos y repetitivos que le impedían seguir el ritmo, lloraba y se reía gozando de la cogida. No sé cuánto tiempo estuve así, sólo sé que, con la voz débil dijo que no podía más y cuando gritó pidiendo que la llenara, la leche inundó su útero y rebalsó por el tronco haciendo un ruido como de escape a presión que se confundió con su grito placentero. Las veces que quieras o cuando puedas, pero nunca más podrás dejar de cogerme, esto excede mi fantasía, me siento una hembra completa, jamás gocé tanto, tenías razón papito de mi vida, la calidad se impone, jajaja. Nada de completa, aún no terminé contigo, si querés ser mía tu culito será la frutilla del postre, después veré de hacerte tragar mi verga como a mí me gusta. No te lo voy a negar, pero me vas a rajar toda con esa verga, mi marido me la mete hasta un poco más de la mitad y me hace ver las estrellas y con lo tuyo será caótico. Vamos despacio, vos dejame a mí y casi, casi te apostaría que me lo vas a pedir. No sé qué harás, pero yo estoy entregada como si fuera tu esclava. Jajaja, no me des ideas, no me gusta castigar a nadie, pero tampoco me gusta que me contradigan en el sexo. Lo que quieras papá, lo que quieras…, -dijo girando el cuerpo para ponerse en cuatro-. Abrí uno de los dos sobrecitos de lubricante que se entregaban con los preservativos y comencé a tallar su culito con mi dedo medio, éste volvió a entrar cómodo y, con otro chorrito más le mandé el otro dedo y luego un tercero. Cynthia emitía quejidos por la intrusión y yo trataba de meterlos lo más profundo que podía a la par que los hacía girar y salía y entraba con cierto ritmo que ella acusaba elevando su torso y gimiendo hacia el techo. Su culo se veía suficientemente dilatado, pero yo seguí insistiendo hasta que orgasmó y tembló diciendo que no podía ser, de inmediato me lo pidió, “rompeme el culo papá, te necesito adentro” y coloqué el glande para empujar. Sólo me detuve para poner más lubricante sobre mi verga y no me importó que gritara pidiendo que se la sacara, como fuere, me contuve para no romperla y entré lo más despacio que podía a la par que se calmaba y movía sus caderas. Cuando toda la verga desapareció en su interior, me comencé a mover. “La puta madre, me voy a enloquecer”, -dijo moviéndose como no esperaba-. Cynthia estaba gozando de su empalamiento y tiraba sus nalgas hacia atrás pidiendo más, mis caderas también se movían como nunca en el vaivén y podía aguantar sin problemas lo estrecho de su tripa, haber acabado antes me lo permitía, la que no podía con su alma era ella, “tomá, toma, rompeme el culo papi, nunca pensé en que podría acabar con semejante verga en mi culo, dame, dame, cogete a tu hija menor, ¡esto es la gloria!”, -dijo dejándose caer hacia adelante porque el orgasmo le aflojó las piernas. De inmediato gritó porque me llevó con ella, entré hasta dónde no había llegado y me dejé ir inundándola. Cynthia quedó como laxa sollozando sin que yo pudiera determinar si era por el placer o por el dolor o ambas cosas a la vez, pero tampoco me iba a preocupar tanto, me había el gran gusto y, seguramente, repetiría. Claro que, por el momento, no quería más, estaba entumecido y la verga en su interior no bajaba, aunque no pensaba forzar nada y me quedé quieto tapándola con mi cuerpo. “Sacala papá, sacala, la siento hasta en la panza, me late todo con ganas de seguir, pero no puedo más”, -rogó con voz tenue y comencé a salir despacio-. El “plop” fue imposible de disimular y me recosté en un costado escuchándola reír… Jajaja, esto fue maravilloso, pero imagino que no podré usar la tanga en la pileta, me debe haber quedado un hueco tremendo, lo siento muy abierto, me doy cuenta y no lo puedo cerrar. Tranquila princesa, el agua fría ayudará y si seguimos practicando se amoldará enseguida. ¿Practicar de nuevo?, mejor dame un tiempo, con media hora estaría bien, estoy enloquecida, jajaja. Ahora entiendo la cara de felicidad de mamá y el porqué de esa fidelidad a ultranza, aparte del amor, claro está. Ni idea de lo que hablan vos y tu madre, pero querer nos queremos y lo de la fidelidad de parte de ella estoy seguro. Ella cree que vos tenés tus escapadas, pero mira para otro lado porque nunca le faltaste en nada y nunca la humillaste dejando que se enterara de nada. Es lo que yo te decía con tu marido, ¿por qué arruinar todo con idioteces que son más de pendejos que de adultos? Me demostraste sobradamente que tenés razón, salvaste mi matrimonio, mi bienestar y me hiciste sentir más hembra y mujer que nunca, pero… Ya sé viciosa, vas a querer verga de papi un par de veces al mes. Por lo menos o más, jajaja, tengo que acostumbrar a mi culito a recibir este “aparato”, ya buscaré la manera. Bueno, ¿qué hacemos, almorzamos acá o nos vamos al Súper? No, vamos al Súper, tengo que retirar la mercadería que ya tengo encargada, siempre la llevan a casa, pero, ameritaba la excusa. Hablando de otra cosa, ¿de verdad está tan bien su suegra? ¡¡¡Papá!!!, le acabás de romper el culito a tu hija y estás pensando en otra mujer, bueno, sí, ya sé, ya sé, sin celos idiotas. La verdad que sí, está buenísima, hasta a mí se me cruzaron las neuronas alguna vez cuando la vi en tanga, ¿le tenés ganas? A todas las que están bien le tengo ganas, sucede que ya se me está pasando el cuarto de hora y no me gustaría perder tiempo con “arrimadas” o conquistas, mejor vamos a bañarnos, -una vez en el baño se puso a reír sola-. A mí me jodieron con un poco de droga, te hubieras traído un poco y se la dabas a mi suegra, yo creo que si después amanece con vos no te larga, jajaja. Veré que hago entonces con los dos sobrecitos que le saqué al idiota que reventé a palos. ¡Ayyy, por Dios!, me vas a pervertir, avisame que no me lo quiero perder, aunque sea sólo una vez. Qué puta que resultaste hija, vení, vení que te enjabono. El baño fue entre risas, caricias y besos, pero no hubo caso con tratar de levantar al “muerto” y ninguno de los dos insistió. Salimos de allí y nos fuimos al Súper, la mercadería estaba toda preparada y sólo arrimamos la camioneta para que la cargaran. Ya teníamos el mediodía encima, nos habíamos pasado unas tres horas dándole al “bomba-bomba” y necesitábamos recuperar energías con un buen almuerzo. Cynthia me llevó al mejor lugar del pueblo-ciudad y entró colgada de mi brazo, nos acomodaron en un buen sitio y nos dispusimos a disfrutar del aire acondicionado y de una buena porción de pastas caseras. Como ella tenía vista al interior del local, apenas se sentó levantó la mano y saludó a alguien conocido, me intrigó su sonrisa, pero no pregunté de quien se trataba. “Ni que la hubieras llamado”, -acotó-, Graciela, la suegra de mi hija, al ver que su nuera entraba con un hombre al restaurant, se vino de cabeza hasta la mesa y la saludó primero a ella dándome la espalda. Te acordás de él, ¿verdad?, -le preguntó Cynthia luego de darle un beso-. Sí, claro, ¿cómo está Roberto?, -contestó al mirarme sorprendida-. Bien, ¿cómo anda usted Graciela, hace años que no la veía, apenas la vi pensé que era alguna compañera de estudios de Cynthia y juro que si la veo en la calle me hubiese tentado para decirle un piropo. Jajaja, mirá lo que me dice tu padre Cynthia, me está piropeando y si se entera tu madre…, -acotó ruborizándose-. No diría nada, sabe que a mí me puede la belleza femenina, a ella la apabullo con piropos y eso que hace tiempo que estamos juntos, mi esposa es una reina, pero sabe que andan otras reinas por allí y, nobleza obliga, a usted le queda pintado el apelativo. Miralo vos al hombre de ciudad diciéndole cosas lindas a una “vieja del campo”, aunque reconozco que halaga mi ego. Y bien que hace en creérselo señora, pero no le digo más nada porque corro el riesgo de generar algún enojo, ¿gusta almorzar con nosotros?, digo, si no está acompañada… Siempre como sola y jamás me podría enojar con un caballero, pero no quiero importunar… Nada que ver Graciela, háganos la gentileza, vinimos a retirar mercaderías al Súper, tuvimos que esperar, se nos vino el mediodía encima y ya que estamos…, -agregó Cynthia-. En ese caso, me quedo con ustedes, pero yo como sólo ensaladas con algo de fibras. Ahora se entiende…, -acoté mirándola y, a decir verdad, estaba mejor que mi mujer, tenía un cuerpo esbelto, pero lleno de curvas y la pollera a media pierna destacaba sus nalgas altivas-. ¿Qué es lo que se entiende?, -preguntó interesada luego de sentarse-. No se ofenda ni lo tome a mal, es que yo también creo que una buena alimentación ayuda a mantener un hermoso cuerpo como el suyo en que se adivina todo “natural”. Soltó la risa agradecida por lo que le decía, pero no comentó al respecto, luego tuvimos un almuerzo de lo más ameno hablando de cosas del pueblo, de sus habitantes, de la marcha de sus inversiones o de las mías, de Juancito al que dijo que iría a ver a la brevedad… Roberto, usted va a pensar que soy una abuela desconsiderada, pero la culpa la tiene mi hijo y mi nuera, yo no manejo, odio viajar en auto con desconocidos y ellos nunca tienen tiempo para traerlo hasta mi casa, -expresó-. Eso tiene solución mi querida Graciela, yo estoy en plan de abuelo consentidor, mañana le puedo traer a Juancito y nos vamos los tres a comer un helado, ¿le parece?, bueno, eso si no le molesta a ningún celoso, -agregué- No, jajaja, ni falta que me hace, los jóvenes no me gustan y por acá está todo lleno de viejos, hombres con un físico atlético como el suyo no existen y me encantaría salir a tomar un helado con ustedes, ¿vendrá mi consuegra? No lo creo, odia moverse con este calor y se agradece el cumplido, yo también suelo hacer dietas con fibras y cuidé mi físico siempre, más o menos me mantengo. Jajaja, dice que se mantiene, pero él sabe que es un bombón, mi madre no dice nada, pero sabe que mujeres de toda edad que lo persiguen, -agregó Cynthia risueña-. Puede ser, el secreto está en no dejar que me alcancen y me evito problemas con tu madre, -le contesté notando que Graciela me miraba bastante interesada-. Luego de tomar el café no quiso que la lleváramos a la casa pues dijo que no quedaba lejos y le gustaba caminar después de comer, no insistimos y la saludamos para emprender el regreso. Cynthia iba manejando y esbozaba una sonrisa pícara entre sus labios, la miré como preguntando qué pasaba o pensaba y me comenzó a decir: La dejaste loca a mi suegra, me imagino que mañana no le darás el polvo de las pastillas con Juancito en el medio. No mujer, olvidate, lo de mañana será para continuar un poco el ablande, ¿acaso no habíamos quedado en que vos querías estar presente? Pensé que no lo tendrías en cuenta. Desde el momento en que tenemos intimidad siempre voy a tener en cuenta lo tuyo, cuando no se pueda o no se deba te lo diré y espero que lo entiendas, por otro lado, tenían razón las dos, está muy bien tu suegra, pero no debe haber sentido nunca lo que sentiste vos esta mañana. No lo creo, pero si siente lo que yo, se puede morir de un infarto, todavía tengo ganas de que estés adentro de mí, pensé que sólo tenía que cumplir y creo que me envicié. Sos muy putita y me encanta, pero, ojo con las manifestaciones delante de tu madre porque las caza a todas en el aire, no te confíes. Listo, lo tendré en cuenta. Cuando llegamos a la casa mi mujer y Juancito estaban en las reposeras al costado de la pileta disfrutando de los rayos del sol que todavía pegaban fuerte, los saludamos y mi nieto se trepó a mí para llenarme la cara de besos diciendo que me extrañaba y nos ametrallaron contándonos lo que habían hecho durante el día recorriendo parte de las edificaciones, galpones y corrales. Cynthia le contó a la madre que habíamos tardado un tiempo enorme porque le querían cambiar la mercadería, “¿por qué no te la hacés mandar?”, le contestó que antes lo hacía así, pero le mandaban mucha mercadería vencida o de distinta marca a la pedida, por eso prefería elegirla ella. Yo me puse a bajar la mercadería de la camioneta y Juancito me ayudó, allí fue cuando le dije que, en la tarde siguiente, iríamos a la casa de la abuela para salir a tomar un helado, “a mí no me cuentes, prefiero pasarme el día al sol o nadando, nunca sé cuál va a ser el ánimo de mi consuegra”, -dijo mi mujer y Cynthia afirmó que se quedaría a acompañarla. Todo se había solucionado sin haberlo previsto y sin urdir ningún entramado, además no había resquemores de por medio pues estaba Juancito de por medio. Dije que me iba a acostar un par de horas porque estaba viejito para todos esos trotes de subir y bajar mercaderías y antes de que nadie dijera nada me fui para la habitación, me puso bien escuchar que mi hija le decía a mi nieto, “dejalo descansar al abuelo, no lo jodas yendo a hablar porque quiere dormir un rato”. Me venía bien no tenía ganas de aguantar conversaciones ni mimos de nadie, además estaba un tanto excitado recordando el culo de mi hija y como gozó con la cogida, en eso recordé los videos de mi celular y me puse a verlos con detenimiento. El tipo cogiendo era un conejo, era capaz de acabar tres veces sin sacarla y se movía como eléctrico mientras hacía uso, posiblemente por el apuro que experimentaba temiendo que despertaran, las mujeres estaban drogadas así que de hacerlas terminar ni hablar, pero con cada una usó una posición distinta. Lo de Cynthia fue en un misionero clásico que no hacía calentar ni a un adolescente, con otras las puso en cuatro, de patitas al hombro o en “cucharita” y con una repitió estando en cuatro. Todas las mujeres tenían aproximadamente unos treinta a treinta cinco años y eran lo que se dicen “del montón”, salvo Cynthia y otra de cabello corto, que sería interesante conocer. Luego de la cena se apareció Juancito con el libro de cuentos, lo llevé a dormir, pero hubo besos, tocaditas y nada más, insistía con que ya se sentía bien de su colita, pero, se me hacía que mi mujer esa noche no tomaría la pastilla para dormir y no me equivoqué, menos mal que había devuelto el tubito de crema dilatadora y adormecedora a su bolsa de medicamentos. Estaba desatada y tuve que penetrarla tapando su boca porque sus gemidos amenazaban con pasar a la categoría de gritos, lo mejor fue que en la mañana Cynthia me tuvo de punto por la cara de contenta de su madre. Luego de almorzar y después de un largo rato de sobremesa al lado de la pileta, nos preparamos para irnos con Juancito a tomar el helado prometido, para la ocasión de visitar a la abuela se puso un jeans elastizado, pero no había caso, su colita era tan tentadora como cuando vestía el shorcito cortito e hice el viaje con mi nieto prendido y atorado con mi verga en su garganta, le di el gusto por los vidrios polarizados de mi auto y porque no pensaba en tener nada con la abuela, por lo menos ese día no, sólo quería saber cómo se vestía y reaccionaba ante mi presencia. No podía haber sido mejor, nos recibió en su casa vestida de jeans también elastizado que resaltaba sus nalgas duras, medianas y redondas y una remera blanca que atraía las miradas a sus tetas tapadas por un sostén de media copa, calzaba sandalias de taco medio y tenía el cabello suelto, su maquillaje era sutil e insinuantes. Sus ojos brillaron cuando nos vio y estaba seguro que no era sólo por su nieto al que abrazó y besó sin demasiadas efusividades y lo retó porque mascaba chicles, el nene lo tiró, pero ya habían cumplido su función. ¿Cómo anda hoy la reina de la ciudad?, -le pregunté al saludarla con un beso en la mejilla-. Roberto, usted vive haciéndome ruborizar, me lo voy a terminar creyendo y aunque no lo crea, me siento fantástica, no estoy acostumbrada a recibir halagos y a salir a tomar un helado con un hombre tan agradable, en realidad no salgo. Me alegro de que se sienta bien, a mí me da la excusa perfecta para lucirme con una hermosísima mujer del brazo. ¿Del brazo?, pero, pero, tiene razón, yo no tengo que rendirle cuentas a nadie y le aseguro que lo disfrutaré. Me parece muy bien, sólo nos quedaría dejar el “usted” de lado, después de todo, somos casi parientes. Jajaja, tenés razón, vamos a comernos medio kilo de helado cada uno, pero lo haremos en un banco del parque central y mirando el río. Hecho, vos nos guías. Los pezones erectos de sus tetas no se pudieron disimular cuando se tomó de mi brazo y nos dirigimos al auto, pero yo no fijé mi vista en ellos. Luego de comprar los helados nos fuimos a sentar en un banco de las barrancas del parque que tenían vista al hermoso río que se ensanchaba bastante frente al lugar más atractivo de la ciudad. Juancito se puso a tomar el helado sentado en el parque y nosotros en un banco ubicado todo bajó la sombra de un gran árbol que hacía agradable la temperatura y el lugar. Contó de la enfermedad del marido de su vida de trabajo y sacrificio junto a él hasta tener lo que tenían, pero a mí no me importaba tanto eso, me interesó más cuando contó de su soledad. Algo te comprendo, pero no me dan las cuentas o, acorde a mi mentalidad de hombre adulto, es imposible de creer. ¿A qué cuentas te referís? Me decís que tu marido estuvo cinco años postrado y enfermo, hace cinco que sos viuda, además hacés hincapié en lo de la soledad, ¿y tus alegrías?, ¿preferiste aislarte en lugar de otorgarte a vos misma las alegrías que merecías? ¿Vos te referís a salir con otro hombre? Otro u otros, lo importante es sentirse bien y no frustrarse. Y vos no sos de mucho frustrarse, ¿no?, jajaja. Mi mujer es número uno en todo, pero, si la que aparece es discreta, se puede llegar a dar lo que fuere porque yo también soy un tipo muy discreto, claro que cada cual sabrá que lo que se entrega y recibe no pasará de eso. ¿Sólo sexo, sin compromiso y mucha discreción?, ¿es así?, igual no deja de ser un engaño. De acuerdo a lo que pienso, engaño es mentir antes de hacer algo o tratar de aprovecharse del otro. Algo conozco de eso, salí con dos hombres después de viuda, pero, de sexo casi nada y de tratar de acceder a mis activos mucho, eso creo que no pasaría con vos porque tenés tus buenos recursos. Jajaja, ¿estás haciéndome alguna insinuación? ¿Por qué no?, sos un hombre muy interesante y la discreción la doy por descontada, acotó bastante jugada-. A ciencia cierta, vos no sólo sos interesante, sos una mujer muy bella que incentiva todas mis neuronas, pero, siempre suele existir “peros”. ¿Cuáles serán?, si no me decís… En principio, cero celos o condicionamientos y sin pruritos con apertura total a experimentar, pero, nada de hombres, a lo sumo alguna otra mujer en trío. Qué raro me resulta hablar con vos de todo esto, sos taxativo y, sin embargo, no me siento incómoda con ello, debo decirte que, a pesar de ser mujeres de pueblo o de campo y no tan abiertas como las de las ciudades, también tenemos nuestras fantasías. ¿Te referís a estar con otra mujer? Y sí, a veces, al estar sola y no querer compañías masculinas, se te cruzan algunas de esas cosas por la cabeza, pero lo mío es imposible y hasta ahí llego. Respetaré tu silencio, pero creo que debería exteriorizar lo que sentís, claro que con alguien que te inspire confianza, -le dije mientras acariciaba el interior de su muslo-. Es difícil, vos me inspirás esa confianza, pero aún siento mucha vergüenza y esto a pesar que estoy dejando que acaricies mi pierna, no, no, seguí, me gusta y…, aunque no lo esperaba, me excita. Abu, ya terminé el helado, ¿cuándo nos vemos?, -preguntó Juancito-. Bueno, ya nos vamos, llevamos a Graciela, vas al baño y luego nos vamos a casa. Se notó que Graciela se quedó con ganas de seguir, pero no daba para hacer cosas de pendejo inmaduro, ya en el auto le preguntó a Juancito si la madre le haría fiesta para el cumpleaños que sería en cuatro días, yo me había olvidado completamente de eso. El nene le contestó que irían siete u ocho amiguitos del colegio y las madres para pasar el día en la pileta y que no se suspendía porque si llovía se haría en la pileta cubierta. Llegamos a la casa de Graciela, entramos, Juancito se fue para el baño de la planta alta y yo aproveché para abrazar a mi consuegra por detrás, mi bulto se apoyó totalmente en sus nalgas y mis manos acariciaron sus tetas sensibles. Su cuerpo se puso en tensión, pero no renegó de la caricia y el abandono fue total cuando besé su cuello, “seguí, seguí, me encanta y creo que es este momento lo odio a mi nieto, jajaja”, -acotó tirando sus nalgas para apoyarlas mejor. “Mañana te llamo para ver cuando te paso a buscar, estas ganas tienen que concretarse, aunque no me cuentes con que mujer te gustaría acostarte”, -le dije haciéndola girar y le comí la boca con ganas, labios y lengua-. Graciela estaba hirviendo, esa mujer era fuego puro y estaba desperdiciada, luego del beso que ella estiró me preguntó a qué hora pasaría por ella, quedé que en la tarde luego de almorzar y le avisaría. Regresó Juancito y luego de los saludos nos disponíamos a salir y pareció largarse con lo que tenía guardado, “es con tu hija, me encanta y creo que no le soy indiferente”, -dijo para luego quedarse callada y como arrepentida-. Le volví a besar la mejilla y le dije al oído, “muy buena elección”, salí de allí acomodándome la verga y pensando en que todo estaba saliendo redondo, quizás ni siquiera haría falta la droga. Pasé por la heladería y compré dos kilos de helado para mi mujer y mi hija, luego regresamos Me imaginaba a mi consuegra retorciéndose en una cama mientras mi verga la penetraba con ganas y la mano de Juancito acariciando mi bulto me alteró todas las neuronas, “estás todo duro abu”, “es porque pienso en tu colita, sacate el pantalón porque vas a manejar mientras te cojo”, -prácticamente le ordené-. Le faltó gritar de la alegría y se despojó enseguida de su jeans y de su slip, mientras yo me bajaba los míos para dejar mi verga erecta al aire, luego, sin yo pedírselo, se puso a mamarme dejando una enorme cantidad de saliva, a la vez que después se puso con los dedos en su agujerito, de seguido se ubicó sentado encima de mí y tomó el volante con una mano y con la otra acomodó el glande en su agujerito, lo que siguió fue una dulce tortura porque movió las caderas haciendo que el ariete entrara en su interior, estaba apretado por la posición y la insuficiente lubricación, pero se aguantó y pasó de eso. Quejidos, gemidos, algún que otro grito que resonaba en el interior del habitáculo, hasta que terminó por hacer “desaparecer” totalmente a mi verga en el interior de su culo, una camioneta pasó a mi lado a gran velocidad y me tocó bocina, tenía razón, yo estaba disfrutando, pero no era para circular en la ruta a tan poca velocidad y busqué de detenerme en un parador de una estación de servicio, Juancito ni cuenta se daba, estaba en “la de él”, se cogía a gusto subiendo y bajando por mi verga y lanzaba sus gemidos pidiendo más. Me había estacionado oculto por un camión que pareció descompuesto porque le faltaba una rueda, no vi a nadie en los alrededores y, levantándolo para sacarle mi verga pasé a mi nieto al asiento trasero, le quedó el culito blanco parado y mostrando el hueco abierto cuando se arrodilló dándome la espalda y no perdí tiempo, lo volví a penetrar de una haciéndolo quejarse por demás y me moví entrando y saliendo como desaforado. Escuchaba que se quejaba y parecía gimotear, pero no me importaba, la suma de mis pensamientos en el culo de mi consuegra, la calentura que me había agarrado con ella y la colita complaciente de mi nieto lograron lo que quería. Me descargué profundo en el fondo de sus tripas y me quedé un rato dentro de él pellizcándole los pezoncitos, de inmediato pensé que se me había ido la mano, pero los movimientos de sus caderas empujando hacia mi vientre me hicieron saber que aún quería más. “Me dolió mucho abu, pero estuvo rico y tuve cosquillas dos veces”, -me dijo el muy putito-, como sea, noté que tenía un poco de sangre en la verga y usé unos pañuelos descartables para que se limpiara. No se asustó, ya casi no se notaba y salí rápido de allí, me detuve a unos trescientos metros en una banquina ancha y lo hice salir del auto para que expulsara lo que le había quedado en su interior, lo del parador había sido una inconsciencia, hacerlo salir para que fuera al baño a limpiarse podría llegar a complicar todo, felizmente todo salió bien. Faltaba poco para llegar a la casa y le pregunté porque no había dicho nada de la fiestita de cumpleaños. Porque mi mamá invitó a siete u ocho chicos con sus mamás y mis mejores amigos son sólo dos. Está bien, tampoco podés dejar a los otros de lado, hay que hablar y relacionarse con todos, unos son más amigos y otros son menos, pero eso es algo que vas a experimentar durante toda tu vida. Sí, bueno, está bien, pero, Abu, ¿puedo decirle a Marquitos, que es mi mejor amigo que a mí también me cogen? ¡¡¡QUÉ, ¿CÓMO ES ESO?!!!, ¿en que habíamos quedado con vos?, no podés decir nada, pero, ¿cómo es eso que “a vos también te cogen”? No te enojes Abu, yo nunca le diría a nadie que sos vos el que me la mete. Yo quería probar porque Marquitos me cuenta que a él se lo coge el primo desde hace rato y siempre me dice que tengo un buen culito para dejarme coger y que a él le gusta mucho, me invitó un montón de veces a la casa para que el primo me coja, pero mi papá no me deja salir de mi casa a ir de visitas a otras casas. Dejame ver si entiendo, a tu amigo se lo coge el primo y quiere que vos te dejes coger con el primo y por eso querías probar verga, ¿qué edad tiene el primo? Catorce, está por cumplir quince, Marquitos también lo invitó a Luisito que es mi otro amigo, a Luisito le gustaría, pero tiene miedo de que le duela mucho. ¡¡¡Esto es increíble!!!, verdaderamente de no creer… ¿Cuántos putitos hay en tu grado? No sé, el único que me dijo algo fue Marquitos y también lo hablamos con Luisito, de los demás no sé nada, por favor Abu, no te enojes, yo no voy a ir a ver a nadie, vos sos el único que quiero que me coja y tu pito me gusta mucho, -expresó con los ojos llenos de lágrimas-. Está bien, yo te creo y sé que no vas a decir nada, pero todavía no termino de creer eso que me contás. ¿Querés ver unas fotos que me mandó Marquitos en que su primo se la está metiendo?, ayer me mandó cuatro fotos, me pidió que las borrara porque nadie tiene que enterarse y todavía no las borré. No, ahora no me las mostrés porque estoy conduciendo, lo que podés hacer es mandarlas a mi teléfono y luego borrarlas para que nadie te las descubra, luego las miramos juntos. Me pasó las fotos a mi teléfono y borró las que él tenía en el suyo, ya llegábamos a la casa y le dije que después de darnos un baño veríamos de ir a verlas en su habitación. Ingresamos a la casa y dejé los dos kilos de helados en el freezer, las mujeres no estaban cerca y la chica de servicio me dijo que tomaban sol en la parte trasera de la casa. Primero me di un regio baño, había transpirado como marrano en el auto, me puse la bermuda y me fui a hablar con “mis” mujeres. Cynthia tenía puesto un hermoso biquini y me hice a la idea que todavía pensaba que tenía el culo muy abierto, mi mujer se levantó de la reposera para abrazarme y besarme y me ametrallaron con preguntas, casi todas referidas a lo que habíamos hablado y como se había comportado mi consuegra. Les conté que habíamos ido a tomar el helado al parque y les conté una historia de buenos tratos y nada de gestos agrios, amén de la alegría de ver a su nieto… Eso sí, se nota que la pobre tiene una necesidad tremenda de hablar, me contó de toda la enfermedad del marido, de cómo murió, de la soledad, de que está bien así, toda una perorata que aguanté como un Duque, jajaja. ¿No le dijiste que se tiene que dar los gustos íntimos para estar mejor?, jajaja, -preguntó mi mujer-. Ni loco, eso sería entrar en un terreno peliagudo y no sé cómo reaccionaría, preferí escuchar y tratar de pasarla bien, además Juancito se divirtió y eso es lo que buscaba. ¿Dónde quedó mi hijo?, -preguntó Cynthia-. Fue a cambiarse, yo también aproveché a bañarme porque transpiré como un beduino. Otra cosa, no me avisaste qué harías una fiesta por el cumpleaños de Juancito, sabés que yo para las fechas soy un desastre, tengo que comprarle un regalo. No es gran cosa, estarán ustedes dos, mi suegra y vienen unas mamás con sus hijos que son compañeros de colegio, almorzaremos asado y pollos, luego algo de merienda, la torta y listo, no pienso hacerla muy larga. Respecto al regalo, no te preocupes papá, Juancito tiene de todo, aunque podría regalarle un par de juegos nuevos, de esos que sólo él entiende Es buena idea, le voy a preguntar al Técnico en Computación cuales son los dos mejores y veré de tenérselos rápido. De hecho, lo llamé por teléfono, me dio los nombres de los dos juegos y me dijo donde conseguirlos, tendría que hacer unos sesenta kilómetros y era una buena excusa para tomarme un tiempo, ir rápido a comprarlos y meterla a mi consuegra en algún motel, pero no sería al día siguiente para no levantar sospechas y lo dejé para el día posterior. ¿Te olvidaste de nosotras?, -preguntó mi mujer a la que le encantaba el helado-. “Excepto por el helado no había nada que recordar, ¿o me equivoco?”, -dije entrando a la casa para traer el helado que saqué del freezer, enseguida se prendieron a ponerlo en los potes y yo aproveché a mandarle un mensaje a Graciela, “mañana imposible, paso por vos al día siguiente a las diez de la mañana”, luego de enviarlo lo borré, un tema solucionado. Luego de eso hable con Juancito por el tema de los juegos porque me interesaba meterme con él a su habitación y mirar las fotos de su amiguito siendo penetrado, se me habían alborotado todas las neuronas con eso porque cabía la posibilidad de “embocar” a algún culito nuevo, ya que parecía que, sabiendo que había otros que se dejaban coger sin problemas, con la colita de mi nieto no me bastaba. “Vamos a mi cuarto y yo te enseño como se juega y te cuento cuales son los que más me gustan”, -dijo-, algo que me vino bien porque las mujeres estaban entusiasmadas con el helado y sus charlas, “los llamo a la hora de cenar”, -acotó mi hija y eso nos daba un buen margen de tiempo-. Las fotos me pusieron a mil, el primo de Marquitos resultó ser un chico flaco y alto que mostraba una verga, larga y relativamente fina, posiblemente grande para ellos, pero que no tenía ni punto de comparación con la mía, además la usaba moviéndose como un cusquito primerizo que ensartaba a su primera hembra alzada. En la primera foto aparecían juntos como mostrándose y Marquitos mostraba una estampa de gordito querendón de cachetes rosados, flequillo, muslos gruesos y un pitito insignificante, pero sin dudas, daría gusto verlo gozar con mi verga en sus tripas. Las otras tres fotos eran más lanzadas. En una estaba el gordito en cuatro mirando a la cámara con la cara ladeada, en la otra estaba con las patitas al hombro, se veía su pitito chiquito y su cara sonriente entre sus propias piernas, en la última se lo veía de “cucharita”, en ésta no se veía bien su cara, pero su culito parado y gordito era inconfundible, en todas quedaba más que establecido y se veía que se estaba comiendo una buena verga y su cara de felicidad era evidente. “Abu, se te puso el pito duro al ver las fotos, ¿tenés ganas de cogértelo a Marquitos?”, -preguntó mi inquieto y, a estas alturas, lanzado nieto-. No sería mala idea, el culito gordito es tentador, pero no creo que me aguante la verga como lo hacés vos, además no es discreto y puede hablar, -le contesté como una formalidad, pero gustar, me gustaría-. Las fotos sólo me las manda a mí porque quiere que vea como le gusta para que yo coja con el primo, pero tiene terror a que la madre o alguien más se entere, el papá tiene dos carnicerías grandes y ya le dijo que, en cuanto le vea mover el culito como puto le corta los huevos. ¿Por qué le dice eso? Me contó que tiene un primo más grande que se viste como mujer y tiene novio y que un día se armó un lío bárbaro en la casa cuando se apareció y el padre lo echó, ahí fue cuando se lo dijo, sólo Luisito y yo sabemos que le gusta. Igual es un riesgo, nadie debe saber lo nuestro, mejor dejamos de hacerlo porque vos vas a abrir la boca en cualquier momento. Nooo, abu, porfi, yo no le diré nada a nadie, si querés les digo que se queden a dormir y te los cogés a los dos y yo hago de cuenta que duermo para que no sepan. No sé, no sé, dejame pensarlo, -le dije guardando el teléfono y no dejé que diera una mamada como él quería-. Juancito se quedó jugando en la play y me fui de nuevo con las mujeres, mi mujer justo se levantaba porque iba a bañarse y me dijo que se haría dueña del baño por un rato, ya sabía de esto, se metía en la bañera y tenía como para una hora en el baño, por eso, no bien desapareció de nuestra vista, le hice una seña a mi hija y nos fuimos a su habitación. “Todavía tengo el culito muy arritado papi”, -me dijo cuándo la hice apoyar los antebrazos en la cama, pero movía sus caderas con ganas-. Le saqué la parte baja del biquini, el glande se perdió en su vagina empapada y habló con su cara apoyada en las sábanas cuando llegué al fondo de su conducto… ¡¡¡Dios santo!!!, cómo me gusta tu verga, dame más papi, dame más, metela fuerte en el culo si querés, no me importa que me duela”, -expresó antes de estallar en un orgasmo cuyo grito atemperó con su boca aplastada-. Vas a tener que “apurar” a tu suegra, al final me dijo que tiene una fantasía con vos, creo que no se te va a resistir, -acoté mientras bombeaba con ritmo-. ¿Qué te contó?, yo sabía que tenía ganas atrasadas, ¿la cogiste? No, aunque está desesperada por sexo, veremos si se da pasado mañana, vos tendrías que ir mañana a la casa, inventarle que tu marido no te coge bien, que estás mal y tratar de que te de cariño, no creo que sea muy difícil, si se acuesta con vos le tendrás que decir que tienes desde chica una fantasía con tu padre y que eso te tiene mal, veremos después si ella me lo propone al día siguiente y yo aceptaré, que crea que fue ella la que nos pervirtió. Ya entiendo, primero yo, después contigo y al final le hacemos la fiesta los dos, jajaja, sos terrible, pero me encanta la idea, con mi suegra de ladera no te extrañaré tanto. Seguí un poco más que estoy a punto de nuevo, -pidió y un nuevo orgasmo la sacudió cuando la llené-. Ya estábamos en el living sentados cuando mi mujer apareció rozagante después de su baño de inmersión y lo llamamos a Juancito para ponernos a cenar. Las posibilidades de sexo me tenían las neuronas alborotadas, lo de mi hija era fantástico, me resultaba un calco de su madre a esa edad, pero más desatada, lo de mi consuegra se me antojaba como un volcán a punto de erupción y la colita de mi nieto me tenía a mil, sin que tuviera que olvidar a mi mujer y a otras posibles colitas infantiles que aparecieran o alguna amiga de Cynthia que estuviera mal atendida. Decididamente tenía que ejercitarme un poco más y/o en casos extremos usar la “pastillita azul”, ya me había dicho el médico que mi “bobo” funcionaba de maravillas y que podía usarlas sin abusar. Esa noche no hubo “lectura de cuento” para mi nieto, me fui a dormir temprano y, aunque no hice nada, la destapé a mi mujer que dormía a mi lado y admiré su físico de mujer madura, amaba a esa mujer, aun cuando en mi naturaleza no primaba la monogamia. Había tenido a muchas otras, incluso a amigas íntimas de ella, pero siempre estaba ella por delante, ahora era igual, pero mis ganas eran distintas porque cambiaban los protagonistas, muchos eran filiales y, ni hablar de la posibilidad de culitos infantiles, había descubierto que me encantaba eso. En la mañana me levanté más temprano que todos y salí a correr, dos kilómetros de ida y otros dos de vuelta, pude notar que en el campo la oxigenación era fantástica, pero también me di cuenta que estaba un tanto fuera de estado, luego fue una bebida energética, baño y a desayunar. Mi mujer me dijo que le alegraba ver que me “ponía las pilas” nuevamente y Cynthia dijo que tenía que ir a la ciudad porque tenía que sentarse con la suegra a hablar del movimiento de la Estancia. ¿Tu suegra es la dueña de la Estancia?, -le preguntó mi mujer-. No, nada que ver, sucede que cuando quedó viuda anduvo un tiempo con depresión y decidimos con mi marido que ella llevara las cuentas, era una forma de tenerla ocupada, pero ahora se ha diversificado bastante todo y, aunque tiene dos chicas estudiantes de Ciencias Económicas trabajando con ella y no tiene horarios ni presiones, ya no quiere seguir, se nos complica porque habrá que elegir a otro de mucha confianza y a mi marido no le gusta que tomen decisiones “per se” como hacen en los Estudios que suelen dedicarse a esto. Pedile a tu padre que te de una mano, el entiende de números, cuentas, computación y manejo de personal, confianza sobra y se lleva bien con el yerno, podría venir a quedarse dos o tres días en la semana y no lo tengo en casa dando vueltas como león enjaulado. Sabés que tenés razón, lo hablaré bien con ella. Hola, hola, teléfono sonando, alguna me preguntó a mí que opino al respecto, ¿quién les dijo que quiero asumir ese compromiso?, -pregunté por disimular porque me convenía seguir disfrutando de mis culitos filiales-. Dale papi, no es tan complicado, sólo tenés que controlar, todo el trabajo de papelería lo hacen las chicas y las firmas legales la hace un chico recién recibido. Bueno, coméntalo con tu suegra y tu marido, yo vendría a quedarme unos tres días por semana y espero que mi mujer no salga a “revolear las bombachas” cuando yo no esté. ¡Las cacerolas por la cabeza te voy a revolear a vos!, eso sí, si querés que me porte bien, me tendrás que llevar a cenar o una salida los fines de semana, jajaja. Justamente, no dan puntada sin hilo, esto me saldrá carísimo, anda y hablá o hacé lo que debas hacer con tu suegra, -le dije a mi hija que se rio cómplice-. Abu, Abu, después de comer, ¿no me llevás al arroyo a cazar pajaritos y de paso nos bañamos? Yo te llevaría, pero no tengo ganas de andar a caballo, hace mucho calor. Usá el Buggy carrozado que está en el garaje, ese es el que usa mi marido cuando no quiere andar en la camioneta, de paso mamá conoce y no le da tanto el sol. No, no, no, a mí no me cuenten, yo no me voy a pasar toda la tarde metida en el agua sucia o dejando que me piquen los mosquitos o las víboras. No seas exagerada, -le dije rogando para que no fuera, esa tarde era para hacerle la colita a gusto a mi nieto-. A mi dejame en esta pileta o durmiendo la siesta con el aire acondicionado, es más, les hago una vianda abundante y se pueden ir desde ahora, yo almuerzo cualquier pavada, -acotó medio emperrada-. Ni mi nieto ni yo teníamos problemas, Cynthia se fue a ver a la suegra, mi mujer se dispuso a preparar las viandas y Juancito me acompañó a ver el buggy en el garaje, “Abu, Marquitos me mandó otras fotos, pero estas son de él con Luisito, me pidió que las borrara urgente, pero yo quiero mostrártelas, están desnudos y también se chupan los pititos y los culitos, ¿querés verlas?”. ¡Cómo para decirle que no!, le pedí que me las pasara a mi teléfono, lo hizo enseguida, vi una sola y pensé que esa sería una tarde cansadora, verga a pleno, colita y boca de por medio. GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.

Autor: GUILLEOS1 Categoría: Tabú

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Mi primera vez siendo tocada

2024-02-20


Vivo en una ciudad pequeña, por motivos familiares tuve que irme a la capital a vivir con mi hermana. No conocía a nadie, creí que estaría sola haciendo compañía a mi hermana o eso pensé hasta que mi hermana me presento a Joel un chico serio y formal, era alguien a quien no hermana conocía desde pequeño, cabe saber que yo tenía 17 años y el 25 años. La primera vez que lo ví me pareció como ya mencioné alguien serio y formal, conforme iban pasando los días me di cuenta que era en parte reservado, le costaba interactuar o salir de su zona de confort, ya que cuando lo hacía se volvía alguien torpe y tímido, algo que me gustaba. Fuimos tomando confianza, el venía a mi casa y yo iba a la suya. Teníamos muchísima confianza ya que nuestras familias se conocían desde antes de que yo naciera. Mi hermana tenía su novio y a veces se iba a su casa y yo me quedaba sola y para hacerme compañía me llamaba por teléfono porque aún no estaban de moda los celulares por el 2000 Un día comunicaron por mi zona que no iba a ver mucha agua por motivo de mantenimiento y necesitaba asearme, mi hermana se iba a casar de su novio a asearse así que yo le pedía de favor si podía ir a lavar mi ropa y ducharme a lo que accedió. Teníamos mucha confianza de jugarnos de manos, empujarnos pero recuerden que yo tenía 17 años y mentalmente era muy aniñada y no pensaba mal de nada ni de nadie. Así que cuando jugábamos jalandonos o empujándonos él siempre me abrazaba tomándome mis caderas, mi cintura hasta ... ... que entre juego y juego me tocó mis senos y posiblemente lo hubiera pasado de ser percibido sino hubiera sido por apretó mis pezones cosa que me hizo saltar porque sentí como si una electricidad recorriera mi cuerpo y me asusté, no le mencioné nada por no querer verme como una exagerada pero comencé a tomar más en cuenta las diferentes situaciones. Cuando venía algunos de sus primos y se me acercaban o intentaban abrazarme él los alejaba de mí cosas que me causaba gracia porque creí que me estaba cuidando. Otro día fui de nuevo a su casa pero está vez con una sobrina en común, ella entro a ducharse mientras nosotros veíamos una película en su cama, y comenzamos a pelear por el control yo lo tenía en mi mano estirándome por no dejarme ganar cuando perdimos el equilibrio y terminamos tumbados en su cama. El cayó sobre mi pero la posición en sí me dejó por un momento en shock ya que yo caí a la cama con las piernas semi abiertas y él encima mío. Al principio no sabía que hacer cuando él comenzó a moverse, creí que se iba a parar pero no, él empezó a moverse sobre mí de arriba - abajo, comencé a sentir raro en la parte de abajo, mis pezones se notaban duros ya que como era chiquilla no le gustaba usar sostén ya que me fastidiaba. Él se dió cuenta de mis pezones duros y comenzó a tocarlos, apretarlos mientras me comía el cuello todo eso me hizo estremecer y comenzar a arquearme dandole una gran accesibilidad a mis zona sensible, se seguía moviendo, sentía su paquete duro encima de ...... mi cosita que estaba super sensible cuando escuchamos a mi sobrina desde la ducha pidiendo que le pasemos la toalla, ahí mismo me miro sorprendido y se levantó yendo a pasarle la toalla, cuando regreso solo me miro y no dijo nada pero aún podíamos sentir que la tensión estaba entre nosotros que si uno decía que lo quería hubiera aceptado sin poner resistencia. Al momento de despedirnos yo seguí con los senos adoloridos y los pezones súper duros ya que me dió una polera para taparme para que no se notarán mucho. Creí que la exitación iba a pasar ni bien saliera de su casa pero lo que hizo que mi cuerpo se erizará era que al momento de salir de su casa me tomo del brazo y se acercó a mi cara para darme un beso de despedida pero me dijo: "La próxima vez te haré llorar" no entendí bien el significado pero mi cuerpo pedía porque ese día llegué y obvio que llegó pero esa es otra historia ?

Autor: Gatita en celo Categoría: Tabú

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Mis pequeñas modelos (parte 4): Camila (8 años), Fiorela (7) y Matilde (6)

2024-02-20


Un nuevo momento de goce con mi niña, el cual se ve interrumpido por algo inesperado…. Habiendo disfrutado de lo sucedido el día anterior, me propuse continuar el proceso que venía trabajando con Cami. El hecho de que ayer las niñas estuvieron lamiendo y chupando helados durante la sesión de fotos me había dado la idea de cuál podría ser el próximo paso. Es por eso que en el día de hoy, ni bien me desperté y desayuné en mi apartamento, antes de ir hacia la agencia decidí pasar por el quiosco para comprar nuevamente unos dulces y, además, un yogurt de frutilla. Caminando hacia mi lugar de trabajo iba sintiendo cada vez una emoción y necesidad mayor de ver a Cami. Cada vez que día a día regreso a mi apartamento no puedo esperar para volver a verla. Una vez que llegué a la agencia, saludé en forma cordial a Patricia y Lucía. Cuando me dirigí a saludar a Valeria, observé que Raúl le estaba susurrando algo, como si lo que le estuviese comentando fuera algo importante. Ni bien Raúl se da cuenta de mi presencia, se sobresalta, deja de susurrar y comienza a hablar normalmente con Valeria sobre temas cotidianos. Raúl: – ¡Ah!… Ho.. Hola, Enrique. Valeria: – ¿Qué tal, Enrique? – me preguntó Valeria con una sonrisa. En ese momento los saludo amablemente y comienzo a preparar mis cosas, cuando a lo lejos escucho que suena el timbre y observo que las tres niñas llegaron juntas. Esta vez noté que Camila vino con una blusa amarilla y una faldita color azul que le llegaba hasta por encima de sus hermosas rodillas. Mientras tanto, Fiorela llegó con una blusa ros y unos leggins violetas que hacían remarcar su culito. Finalmente, Matilde me sorprendió trayendo puesto solo un top negro y un shortcito bien corto. Las tres niñas me saludaron cariñosamente, sintiendo su hermoso aroma de niña y haciéndole cosquillas en la barriga a Matilde. Camila: – ¡Hooooliii, Enrique! – con una sonrisa de oreja a oreja y dando pequeños brincos hacia mí para luego darme un afectuoso abrazo. Fiorela: – ¡Hola, señor Enrique! Matilde: – ¡Buenos días, Enrique, jaja! Me agradó que Matilde vaya ganándose mi confianza poco a poco. Con respecto al set con el que trabajaríamos hoy en día, Olga nos explicó que debíamos montar una especie de pasarela, sobre la cual las niñas desfilarían y posarían en bikini. No me pareció nada descabellado, hasta que la sesión de fotos comenzó. Luego de haber armado la sencilla pasarela, Valeria procedió a explicarles a las niñas cómo modelarán hoy, para luego ir a cambiarse en los vestidores. Mi corazón palpitaba una vez que veía que las cortinas de los vestidores se abrían y Camila, Fiorela y Matilda hacían su sensual aparición con sus bikinis. Escuchar el sonido de sus piecitos descalzos caminando hacia el set me generaba un morbo cada vez mayor. Cámara en mano, damos comienzo a la nueva sesión de fotos. Detrás de la pasarela había un biombo desde el cual las niñas iban saliendo entrando para cambiarse rápidamente de bikini y traje de baño en general. La primera en salir de atrás del biombo fue Matilde, quien caminó lentamente por la pasarela posando un hermoso bikini violeta. La siguiente fue Fiorela, quien posó usando una malla enteriza verde. La próxima fue mi favorita, Camila, la cual hizo acto de presencia con un diminuto bikini rojo que hacia resaltar los cachetitos blancos de su culito, mienttas caminaba moviendo la cadera sensualmente y recibiendo los fines de nuestras cámaras. Lucía: – ¡Muy bien, Cami! Sigue así, sonríe. Valeria: – ¡Excelente; ahora date la vuelta y regresa! – mientras Valeria le hacía flashes en la parte trasera de Cami, lo que me llamó la atención. No era la primera vez que una indicación me sorprendía. Recordemos que el día anterior también Valeria les había indicado a las niñas lamer el helado mientras las fotografiábamos. A medida que una de las niñas desfilaba por la pasarela y regresaba al biombo para cambiarse, otra de las niñas salía a la pasarela a posar, y así se iban turnando. La verdad es que me hacía excitar mucho saber que detrás de ese biombo las niñas se desnudaban y cambiaban. Terminó la sesión de fotos, de manera que comenzamos a guardar los elementos del set. Camila – ¿Y, Enrique? ¿Cómo estuve hoy, jiji? Yo: – Estuviste excelente, Cami. Me ha gustado mucho cómo desfilabas y mirabas en forma coqueta a la cámara. Sin duda eres una niña hermosa Camila: – ¡¡¡Awwww, gracias, Enrique!!! Que tierno eres – dijo mi niña mientras sonreía y me abrazaba. Yo: – Jeje, de nada, Cami. Por otro lado, recuerda… Camila: – Sí, Enrique, jijiji, ahora vamos. ¡Quiero ganarme más dulces! Una vez que estábamos entre todos terminando de desmontar el set, tal como ayer les digo a mis compañeras que no se molestaran en seguir guardando las cosas, y que yo me ocuparia. Camila: – ¡Yo te ayudo otra vez, Enrique! Yo: – Gracias, Cami. Qué solidaria eres. Patricia: – Jaja, ok, encarguense ustedes dos, pues. En ese mismo instante, observo que nuevamente Raúl le susurra palabras a Valeria, la cual me mira. Yo no entendia muy bien. ¿Acaso sabrán algo de lo que sucede entre Cami y yo? Imposible, ya que yo siempre intento ser precavido y me fijo que no haya «moros en la costa» antes de disfrutar de mi modelito preferida. Con Cami entramos y salimos de la habitación, llevando y guardando objetos del set, hasta que finalmente encontramos nuestro momento oportuno. Observo que todo el personal se encuentra ocupado con otras tareas por un largo rato, lo que me da pie a dar comienzo con Cami, quien estaba en bikini. Yo: – Ok, Cami… Mira los dulces que tengo. Ya sabes que hacer. Camila: – ¡Wiii, dulces! Pero esta vez, ¿donde me chuparás? – señalándose con una mano las tetitas y con la otra la vaginita. Yo: – Por supuesto que en ambos lados, mi princesa, jaja. Así que para eso deberías quitarte tanto el corpiño como la bombacha de la bikini. Cami sonríe en forma pícara, se ruboriza y se quita lentamente toda su bikini, ante lo cual yo decidí disfrutar plenamente de ese momento, ¡ya que es la primera vez que veo a mi niña completamente desnudita! Al ver ese cuerpito infantil como dios lo trajo al mundo hizo que mi verga comenzara a efectarse. Esa piel, esos piecitos, esas piernitas, esa vaginita, ese culito, esa barriguita, esas tetitas, esa carita, esa boquita, esos ojos, ese pelo… ¡Cada milímetro del cuerpo de Cami era digno de ser admirado! De esta forma, acerqué mi boca y decidí succionar y lamer con mucha pasión esas tetitas y esa vaginita, así como también darle tiernos besos en el culito. Ver esas partes del cuerpo de Cami cubiertas de mi saliva era algo que me fascinaba y que hacía que mi libido aumentara cada vez más. Dentro de la habitación solo se oía el sonido de mis besos sobre el cuerpito de Cami. Me sorprendió que, a diferencia de ayer, esta vez no note que Cami se sintiera nerviosa. Su piel sentía calma. Observo su rostro que está sonriendo y riéndose un poco. Camila – Jijiji, otra vez me da cosquillas – mientras retuerce su brazos y piernas levemente. Era hermoso dibujar ríos y caminos de saliva en ese cuerpito de niña, incluso delicioso. Yo: – Mmm… Cami, ¡que sabrosa estás! Verte desnudita y lamerte toda, uff. Aquí tienes tus dulces, preciosa. Camila: – Jiji, ¡gracias, Enrique! Que bueno que te guste mi cuerpo, jaja. En ese momento decido seguir avanzando con lo que tenía planeado. De esta forma, saco de mi mochila el yogurt de frutilla, ante lo cual Cami abre enormmeme sus ojos. Camila: – Wowwww, ¿eso es un yogurt? ¿¿Es para mí, Enrique?? – mientras me miraba con cara de ilusión y estando toda desnuda. Yo: – ¡Por supuesto, hermosa! Pero primero, ¿recuerdas que ayer te dije que lo de tomar y lamer helados me dio una idea para hoy? Camila: – Ah, sí, Enrique, es verdad, jaja. ¿Y qué idea te dio? – preguntó Cami con curiosidad. Yo: – Dime, Cami… ¿¿Sabes qué tenemos los hombres aquí? – mientras me señalo mi entrepierna. Camila, ruborizandose: – ¡Ayyy, Enrique, jijiji! Pues… Una verga, por donde hace pipí, ¿no? Yo: – ¡Exacto, princesa! ¿Y alguna vez has visto una? Camila: – Mm… Solo la de mi hermano pequeño cuando mi mamá lo baña, jaja. Yo: – Jaja, pues me imagino que debe tener una verga muy pequeña, pero los hombres adultos como la tenemos mucho más grande. Camila : – ¿De veras? – preguntó Cami sorprendida. Yo: – Sí, Cami… ¿Quieres ver? El rostro de Cami se pone aún más colorado, abriendo bien sus ojos. Cami: – Bu… Bueno, Enrique, jaja. Me bajo los pantalones, para luego ir quitándome el calzón lentamente. Noto que Cami me está observando la entrepierna con suma atención. Mi verga, que estaba algo erecta, hace su aparición ante la atónita mirada de Cami, quien no podía quitar sus ojos de mi pene. Yo, sonriendo: – ¿Y, Cami? ¿Que piensas? Cami: – ¡Wowwww, Enrique! ¿¿Esa es tu verga?? Tiene algunos pelos, y creo que se le ven las venas, ¿no? Yo: – Jajaja, sí, Cami. Se le marcan las venas y está duro… ¿Te gustaría tocarlo? Cami: – O… Ok, Enrique. Al sentir los pequeños dedos infantiles de Cami sobre mi verga sentí como una fuerte corriente eléctrica desde mi pene hacia todo mi cuerpo. Era una sensación única. ¡El contraste entre la manito fría de Cami y mi pene caliente hizo que el morbo se incrementara! Camila: – Ayy, tienes razón, está duro, jiji, ¡y además se lo siente caliente, Enrique! – expresó Cami con un menor nerviosismo y con mucha curiosidad. Yo: – ¡Uffffff, Camiiii! Qué lindo cómo me la tocaaaas. Haz los siguiente. Rodea todo el ancho de mi verga con tus deditos y mueve la mano hacia arriba hacia abajo, así. Le hago una demostración a Cami con mi propia mano. Ella luego coloca sus deditos alrededor de mi pene y comienza a hacer lo movimientos que le había mostrado. Yo: – ¡Uffffffff, hermosa, qué bien lo haces! ¡Sigue así? Cami: – Ayy, jaja, ¿de veras te gusta esto, Enriq…? ¡Woww, se está poniendo aún más duro! Yo: – Siiii, Camiiii, me encantaaaa. ¡Y se pone ma duro porque lo estás haciendo muy bien! – dije mientras comenzaba a sudar y a respirar de forma entrecortada por la excitación que esa manito infantil me estaba brindando. Camila: – Pero, Enrique, ¡espera! ¿Qué tiene que ver esto con lo que me decías del helado? – preguntó Cami luego de detener el trabajito manual que me estaba haciendo. Yo: – Bueno, Cami. Mm.. Resulta que… La verga es como un helado. Cami: – ¿Como un helado? – preguntó la niña confundida. Yo: – Sí… Como tú sabes bien, el helado se chupa y se lame… Y pues, la verga .. Cami: – ¿…la verga también? Yo: – Exacto, Cami. ¿Quieres probar? – pregunté con nerviosismo. Cami: – Pero… ¿Sabrá rico? Yo: – Eso tendrás que averiguarlo tú. De todos modos, no te preocupes. Para eso es el yogurt que traje. Tomo un poco del yogurt de frutilla y lo unto sobre el tronco y glande de mi pene, ante la atenta mirada de Cami. Yo: – ¿Ya ves? Así se te hará más fácil chuparlo. Cami: Mmm… Bu… Bueno. ¡¡Está bien!! – respondió Cami, con una sonrisita, disipando sus dudas Esa respuesta positiva hizo que mi pene quisiera erectarse aún más. Cami tomó nuevamente mi pene con su manito, y comenzó a acercar su boquita. Dio un tierno beso de piquito en el tronco de la verga, siendo la primera vez que sentía los labios y la boca de Cami en mi pene. Continuó con los tiernos piquitos. Cada uno de esos besitos eran una electricidad que se disparaba en mi cuerpo. Luego, empezó a usar su lengüita, haciendo recorridos cada vez más largos sobre el tronco, comiéndose el yogurt. ¡Ver cómo mi verga iba quedando mojada con su saliva era algo muy placentero! Cuando empezó a lamer mi glande, sentí un fuerte impulso para eyacular, el cual tuve que resistir a como de lugar. Cami jugaba con su lengüita sobre mi glande, haciendo círculos y humedeciendolo cada vez más. Se notaba que estaba haciendo eso con total curiosidad y buscando la exploración. Yo: – Ufff, Camiii, ¡qué rico me lo lames! Eres buena en esto, jeje. Camila: – Jiji, ¿de veras lo estoy haciendo bien, Enrique? Yo: – Siiii, corazón. Ahora chupalo. Metete la verga en la boquita, pero no lo muerdas, jajaja. Cami se ríe y contempla mi pene mientras lo sostiene con su mano. Luego de unos segundos, abre su boquita y se introduce el glande y parte del tronco de mi verga en su boca. La sensación era casi indescriptible. De repente sentí la boquita húmeda de Cami en mi verga, así como tambien era muy agradable ver desde arriba cómo mi pene iba desapareciendo dentro de su boquita infantil, mientras sus labios arrasaban con todo lo que estaba delante. Sus movimientos iniciales eran algo torpes, pero muy placenteros. Yo: – Ahhh, muy bien, Cami. Mientras la chupas, juega con tu lengua. En ese instante siento cómo Cami usa su tierna lengua dentro de boca, saboreando mi verga. ¡No podía creer que un angelito de tan solo ocho añitos me estuviera generando todo este placer! Yo – Ayyyyy, Cami, preciosa, que bieno haceees. Ahora quitatelo un poco de la boca y vuelve a metertelo. Deber ir hacia atrás y adelante en la chupada, y cada vez más rápido, ¿si, corazón? Cami se quita mi pene de la boca, y observo que queda un hilo de saliva y líquido preseminal entre mi glande y el labio inferior de su boquita, lo cual era una imagen totalmente excitante. Cami: – ¡Okiii,jiji! En ese momento ella usa su lengua para comerse ese hilo y continúa con la chupada tal como se lo indiqué, y solo se escucha el sonido de la chupada. Cami: – GLUB, GLUB, GLUB.. MMM… GLUB, GLUB, MM… GLUB, GLUB, GLUB… Mi verga desaparecía en la boquita de Cami y luego volvía a aparecer cada vez más humedecida, y así sucesivamente. De inmediato sentí que en cualquier momento iba a eyacular, pero no quería que Cami se encontrara con eso si avisarle, por lo que decidí primero interrumpir la mamada. Yo: – Espera, Cami. ¡Me estás por hacer acabar! Camila: – ¿Acabar? – preguntó Cami con sus labios totalmente mojados con liquido preseminal. Yo: – Si, hermosa. En algún momento, debido a tanta excitación y calentura, mi verga va a expulsar un líquido algo blanquecino y viscoso en forma de chorros, ¿si? Camila: ¿Un… Un líquido blanquecino? Wowwww, ¿pero dónde tirarás esos chorros? Yo: – Ufff, ¡en tus tetitas, Cami! Luego te limpias y listo, ¿ok? Camila: – Mm… Okiii, jaja. Yo: – Sigue chupándola y yo te aviso cuando llegue el momento de bañarte las tetitas de leche, que así es como la llamo. Cami da continuación a su espectacular mamada, chupando mi pene cada vez más rápido y jugando con su lengüita. Cami: Mm… GLUB, GLUB, GLUB… Mmm… GLUB, GLUB. Ver el cuerpito desnudo de Cami parado saboreandi mi verga cada vez con mayor pasión hizo que sintiera que me iba a venir. Yo: – AHORA SÍ, CAMI, VOY A ACABAR Cami deja de mamarmela y coloca su pecho cerca de mi verga y, como su cabello tapaba un poco sus tetitas, ella lo corre hacia atrás, dejando a la intemperie esos puntitos rosados. Yo: – ¡¡¡AHHHH, AYYYY, AHHHH, SIIIIIIII, AHHHHH, AHHH, AYYY, AHHHH, RECIBELA TODAAAAA, SIIII, UFFFFFF!!! Chorros y chorros de semen disparados desde mi verga saltan y caen sobre las tetitas de Cami, bañándolas de leche. Una vez que termino, sacudo mi pene por sobre sus tetitas, para que hasta la ultima gota de leche quede en su pechito de niña. Cami apenas atinó moverse mientras recibía los chorros de semen y cerraba los ojos por las dudas. Ver mis hilos de leche cayendo y deslizándose a lo largo de su pechito y su barriguita era algo fascinante. Cami: – ¡Ayyy, cuánta lecheee, Enrique!eee! Me manchaste todaaaa – exclamó Cami algo desconcertada y sorprendida, pero no enojada. Yo: – Ufff, disculpa, Cami, acabé mucha leche porque fue excelente la mamada que me diste, jaja. Toda esa la generaste tu, preciosa. Cami: – Jajaja, bue… Bueno, me quiero limpiar esto… Yo: Si, Cami, te buscaré un papel… En ese mismo instante, mientras giro para ir en busca de papel en la habitación, observo que Valeria se encontraba de pie en la puerta de entrada de la habitación, observando que Cami estaba totalmente desnudita con las tetitas y barriguita llenas de leche y yo semi desnudo ¡No lo podía creer! ¡Me quería morir en ese mismo momento! ¡Que me trague la tierra! Sentí que mi corazón se me iba a salir por la boca… Continuará.

Autor: JMM15M Categoría: Tabú

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JUANCITO, MI NIETO – CAPÍTULO 2.

2024-02-20


Es todo cada vez más erotizante. El camino hacia mi hija queda libre, sólo debo aprovecharlo y algunos que se creen “vivos” sufren serias consecuencias.. Esa noche dormí muy bien y desperté temprano, mugidos, relinchos, cacareos, quiquiriquíes y el piar de distintas aves cantoras implicaba que, seguir durmiendo no fuera muy fácil para un citadino, sin dudas que eran sonidos maravillosos, pero los primeros dos o tres días eran torturantes. Me fui para la cocina y allí me encontré a las dos mujeres y a Juancito que se levantó a saludarme con un beso y un abrazo, mi mujer me tenía el mate preparado y me senté a comer unas tostadas, Cynthia esbozó un hola paupérrimo, pero, si estaba enojada era un problema de ella, yo no tenía nada que perder. En un momento mi mujer fue a buscarme un bronceador y mi hija se acercó… Papá, ¿podemos hablar? No, no podemos, creo que después de anoche está todo dicho y ya te lo dejé claro, vos tenés la última palabra, aunque no sean precisamente palabras, jajaja. Pero, no seas cínico, no me podés pedir algo así… Pensalo bien, en una de esas se hace realidad una de tus fantasías y no tendrás que ver videos pornos de amor filial a escondidas. ¿Estuviste revisando la computadora? Fue casualidad y no me resistí, de paso, te viene bien para borrar todo ese material pues queda a mano de cualquiera, -le dije mientras su cara cambiaba de color pasando de la palidez al rubor-. Vení Juancito, la abuela te va a poner bronceador en la cara, los brazos y las piernas, expresó mi mujer apareciendo y cortó la conversación-. Dejalo así, ya nos vamos y ahora no hay mucho sol, yo le pongo cuando estemos en el arroyo, ¿dónde hay que ir a buscar al caballo? Mi marido te lo dejó al costado de la casa antes de irse al aeropuerto, -acotó mi hija-. Pusimos la comida con unas latas de gaseosas en una mochila que llevaría yo a mis espaldas y subí al nene al caballo, muy manso, por cierto, para luego montar y sentarme detrás de él, mi mujer nos deseó que nos divirtiéramos y yo le contesté: “Ustedes también, mandale saludos a la consuegra y pórtense bien, sabés que a ella no le gusta nada que se porten mal en la familia”. Mi hija Cynthia estaba muda y ya no les di más bola, me dediqué a tomar las riendas y partir despacio mientras lo apretaba a Juancito contra mi pecho. Ya me habían dicho que no me hiciera problemas por la gente que trabajaba en la Estancia, todos ellos estaban ocupados en una parcela de cincuenta hectáreas ubicada en el lado contrario al que nosotros íbamos y luego de recorrer unos doscientos metros mi nieto me indicó para dónde teníamos que ir y luego acomodó su culito tratando de hacer contacto con mi bulto, el caballo iba tranquilo y me acomodé sobre el enorme recado sentándome bien atrás para que tuviera más lugar, pero antes le apreté los pezoncitos y besé su cuello diciendo… ¿Tenés muchas ganas de llegar para que te dé una buena cogida? Sí, tengo muchas ganas, pero vos me dijiste que me la meterías arriba del caballo y yo me puse la tanga que me pediste, ¿querés ver cómo me queda?, -preguntó e hizo que mi verga reaccionara como si le hubieran inyectado aire comprimido-. Claro que quiero verla, pero va a ser difícil que te la pueda meter estando arriba del caballo. Podemos probar, este caballo es manso y yo me puedo estirar para quedar casi arriba del cogote, así, ¿ves?, -dijo tirando el cuerpo hacia adelante y dejó las nalgas paradas y aún cubiertas a mi disposición-. Intentarlo sería una experiencia nueva y, como la senda en que nos movíamos daba una vuelta, ya habíamos perdido de vista la casa y nos rodeaba el campo y algunos árboles de cinacina de baja altura, nos detuvimos al lado de uno de esos árboles de baja altura y me saqué la bermuda, mi nieto se sacó el shorcito y no quise que se sacara la tanga de la madre, la tirita se le perdía entre las nalgas y me pareció más excitante. Lo abracé para comerle la boca y gimió pidiendo que se la metiera, “todavía no mi cielo, dijimos que lo haríamos arriba del caballo”, -le contesté aguantándome porque me moría de ganas de cogerlo en cualquier posición-. Antes de subir al caballo le embadurné el culito con suficiente crema, guardé la ropa en la mochila y nos subimos al caballo, pero desnudos desde la cintura hacia abajo, él en parte, aunque igual no tapaba nada. No bien emprendimos nuevamente la marcha le corrí la tirita de la tanga que hacía ver sus nalgas más tentadoras y cuando se tiró hacia adelante, apoyé mi glande en su asterisco. ¡Agggg, no pensé que fuese tan delicioso! Mi nieto se quejaba, pero a mí no me importaba mucho, era inexplicable el placer cuando vi que el glande entraba despacio y todo el tronco se perdía en su hueco a medida que el caballo caminaba. Me duele abu, tu pito parece más grande, -decía, pero no dejaba de mover sus caderas y yo entendí que era por la posición incómoda-. No importa aguantá un poquito, tu culito se ve fantástico cuando se come toda mi verga, -le decía arrimándolo más a mí para entrar lo más que podía-. El caballo apuró un poco el tranco y las entradas y salidas se intensificaron, sus músculos y su conducto estrecho apretaban todo mi miembro, Juancito se quejaba por la cogida y por la fricción en su interior, pero seguía con sus movimientos y alternaba todo con gemidos y exigiendo casi con gritos que se la metiera más. Estuve un rato largo disfrutando de las penetraciones y de sus nalgas blancas que se comían mi verga desafiando las Leyes de la lógica que te decían que ese hueco no podría albergar semejante tronco, como fuere, no tenía ganas de acabar y Juancito también disfrutaba de esto. Finalmente llegamos al bosquecito y al arroyo. El lugar era verdaderamente espectacular, parecía aislarte del mundo y comencé a sacar mi verga de su agujerito, las nalgas blancas, la tirita roja al costado y el hueco abierto que parecía llamarme, te erotizaba hasta las uñas. Bajé del caballo notando que no tenía vestigios “raros” en la verga y le pregunté a Juancito si se había lavado la colita por dentro, “sí abu, usé una perita de goma con que mi mamá me pone agua para hacer caca cuando estoy duro, lo hice como tres veces hasta que ya no salió nada de agua sucia”, -me contestó contento porque le dije que había hecho muy bien. Saqué los dos toallones grandes y nos acomodamos debajo de unos árboles que daban buena sombra, el agua nos quedaba cerca y luego le saqué el recado y el freno al caballo, lo dejé sólo con el cabestro y lo até para que pudiera pastar luego de que tomara agua. Juancito me ayudaba moviendo sus nalgas que parecían más excitantes con la tirita de la tanga perdida entre ellas y me miraba con ganas de seguir, pero ese día sería distinto, seguramente quedaría seco, pero la “pastillita azul” que creí necesario llevar me ayudaría a dejarle el culito echando humo. “Todavía no me diste lechita abu, ¿no me vas a coger más?”, -preguntó haciendo pucheros, le contesté bajándome la bermuda y le dije que si quería leche tenía que tragarla toda, al muy putito se le iluminaron los ojos cuando se tragó de una media verga morcillona y comenzó a mamar y esmerarse en el oral. Me daría otro gusto con mi nieto que no había podido lograr con mujeres mayores, tomé su cabeza a medida que mi verga crecía y le cogí la boca, pero esta vez haría que su nariz se estrellara en mi pubis. Tosió, se le cayeron las lágrimas y algo vomitó, pero su intento no decayó y, forzándolo, logré que su nariz se aplastara en mi pelvis depilada. Cinco o seis veces lo hice empujando su cabeza, hasta que dejé mis manos de lado y Juancito lo hizo solo como por inercia. Resultó desquiciante notar como movía la lengua por el tronco mientras lo tenía casi ahogado, mi verga comenzó a palpitar y le llené la panza de leche porque pasó de largo por su garganta dilatada, luego dejé que la limpiara y terminé besándolo y agradeciéndole que lo hubiera hecho tan feliz al abuelo. “mi cielo, mi hermoso/a putito/putita, hiciste muy feliz al abuelo, así es como se debe dar una buena mamada”, -le dije y me respondió con un beso lleno de pasión y saliva-. El calor era agobiante y estábamos los dos transpirados, entonces le propuse meternos un rato en el agua y nos fuimos a refrescar llevando las latitas de gaseosas en las manos para ponerlas a enfriar en el agua fresca y transparente. Lo pasamos bien allí, el piso era de tosca, el agua corría con cierta fuerza y mis dedos se aprovecharon del culito de mi nieto, claro que no hizo ningún intento de negarse a ello, luego salimos para ponernos a almorzar los emparedados y gaseosas que habíamos llevado. En un momento dado Juancito me tocó los huevos y me preguntó si yo no tenía pelos en el cuerpo, le expliqué porque no los tenía y me aseguró que él haría igual cuando fuera grande. No comí mucho, pero la gaseosa ayudó a tragar la famosa pastilla y una media hora después lo puse a Juancito boca abajo para ocuparme con mi lengua de su asterisco, ya no tan cerrado, gimió, gritó, contó de sus cosquillas y sus ganas de hacer pis, hasta que pidió con cierta desesperación que le metiera el pito duro. Le hice apoyar la cabeza en el recado mientras estaba boca arriba y le levanté las piernas, sólo probé con crema en mi verga y su culito comenzó a tragarla en medio de quejidos que escapaban de su boca. “Cogeme con todo abu, me duele, pero cada vez me gusta más”, -pidió totalmente emputecido y le di para que tuviera y guardara-. En el bosquecito se escuchaba el correr del agua del arroyo, el piar de distintos pájaros, los quejidos y gemidos de mi nieto y el “plas, plas” de mi pelvis chocando en sus nalgas. Era sacarla toda y volver a entrar profundo, otras veces me quedaba quieto incrustado en él y le pedía que tratara de mover los músculos para apretarme el tronco, de a poco lo fue logrando, aunque enseguida no pudo, estaba rebalsado de carne en barra, pero poco a poco lo logró y se calentó por demás con esto, tanto así que, las “ganas de hacer pis” derivaron en un chorrito transparente que cayó en su propia panza y él mismo lo tomó en sus dedos para llevárselos a la boca. Ver eso me hizo correr un escalofrío que descendió por mi columna y derivó en una acabada fenomenal instalado en lo profundo de ese culito al que ya sólo le faltaba hablar. Juancito todavía tenía resto y, a pesar de mis contracciones, lo dejé que me limpiara la verga con su boca mientras yo descansaba mirando el follaje de los árboles que nos proporcionaban la sombra tan necesitada. No se te baja abu, todavía estás duro, -me dijo tirándose a mi lado-. Eso es porque tu boca, tu colita y todo vos me calientan mucho. ¿Te gusta ser mi putito/a? Sí, me gusta mucho cuando siento tu pito duro adentro de mi colita, yo voy a dejar que me la metas cuando vos quieras, pero, ¿cómo vamos a hacer cuando vos te vayas? Primero vamos a disfrutar todos estos días y después veremos, vendré yo a visitarte o haré que tu madre te mande unos días a mi casa, -le contesté notando que el muy calentón iba a necesitar más verga de la que yo podría darle, pero, mientras yo estuviera…-. Dormité un rato pidiéndole a Juancito que hiciera lo mismo, pero que, si no tenía ganas que no se fuera a meter al arroyo, me hizo caso y me dejé vencer por la tranquilidad del lugar y, sin dudas, por el trajín que venía teniendo. No sé cuánto tiempo tenía de dormir cuando me desperté sintiendo que mi verga estaba siendo manipulada, no sólo eso, también mamada y de eso se ocupaba mi nieto tratando de introducirla hasta la garganta, “no puedo dormir abu y como te la vi parada y dura quise metérmela en la boca hasta el fondo como a vos te gusta”, -me dijo como si hubiera sido pillado en falta-. Enseguida le contesté que estaba bien, pero que quería cogerlo y había que practicar otra posición. Sí, sí, dale abu, ¿cómo me pongo?, -preguntó entusiasmado-. Vas a aprender a cabalgar, ponete crema en la colita y poneme un poco a mí en la verga, luego te vas a sentar encima y despacito, despacito, te la tenés que meter toda. El muy putito tardó un pestañeo en ponerse crema, lubricarme a mí y arrodillarse al costado de mis piernas, no podía embocarla bien y le dije que tenía que llevarla con la mano para apoyar la cabeza en el agujerito. Lo hizo un tanto apresurado y se quejó cuando el glande entró, “despacio, hacelo despacio o te va a doler mucho”, -le dije ordenándole-. Al rato se había comido todo el tronco y apoyaba sus nalgas duras en mi pelvis, “movete, movete subiendo y bajando”, -le pedí y resultó un “jinete” innato-. Se quejaba, se mordía los labios, se le ponían los ojos en blanco, pero Juancito continuaba con su cogida acompañándose de apretones a su pitito endurecido. La nueva posición le encantó, temblaba y se quedaba quieto con toda mi verga en su interior cuando lo hacía y luego continuaba con sus entradas y salidas. Sus pezoncitos resultaron muy sensibles y se estremecía todo cuando se los acariciaba y apretaba. Yo sabía que en esa posición me costaba terminar, lo dejé que se agotara con su “cabalgada” y cuando ya transpiraba por su frente y pecho, se la saqué y lo ubiqué en cuatro y el que me moví entrando y saliendo fui yo, claro que dejé de lado las suspicacias, de hecho, entré de una en un pijazo que lo hizo gritar y luego, afirmado en sus caderas, lo hice bramar por la cogida bastante violenta que le di, pensé que lo partiría, pero el muy putito se movió pidiendo más, a la vez que trataba de acoplarse a mi ritmo. Ya era al pedo seguir aguantando y lo llené dando un grito, él recibió todo encantado de la vida, tampoco esperé a “desinflarme”, salí de su culo para ver qué tan abierto había quedado y me sorprendí, el hueco era enorme comparado con el tamaño de su culito, era tremenda la dilatación que lograba y lo levanté para llevarlo al agua y meterme con él. Nos pasamos un buen rato jugando en el agua y Juancito se divertía como cualquier chico normal, alejado del sexo en sí, pero poniendo de manifiesto una enorme necesidad de cariño. Al salir del agua lo sequé y su sexualidad volvió a manifestarse porque se prendió a besarme con ganas y lengua y a gemir cuando yo lo acariciaba. “Si me la querés meter yo me dejo, pero vas a tener que tener mucho cuidado abu, el culito me arde adentro”, -dijo cuando dejó de besarme-, lo revisé y aunque ya no estaba dilatado, los alrededores del asterisco se veían irritados y no era para menos, me imaginé como estaría por dentro, le había entrado con fuerza y ganas, un adulto tampoco hubiese aguantado entonces lo sequé con cuidado y lo embadurné con crema en su interior usando mi índice para eso. El putito se calentó con esto y gemía moviendo las caderas y las nalgas lo que hizo que algún resto de la pastilla celeste siguiera actuando porque me volví a endurecer y, a ciencia cierta, si por mí fuera, lo hubiese ensartado de nuevo, esa colita, ya abiertamente pedigüeña, me calentaba horrores, máxime cuando con sus gestos y su mirada rogaba por verse perforado nuevamente, como sea, me contuve, aunque dejé que me acariciara. ¡Qué grande que la tenés abuelo!, yo no pensé que me entraría en el culito y al principio tenía mucho miedo, pero ahora pienso que es una lástima que no sea una nena porque me la podrías meter por otro agujerito. Juancito, estás hecho un vicioso, te cogí un par de veces y ahora pedís verga a gritos. Es que me gusta mucho cuando me la metés, también me gusta que me des besos y que me la metas en la boca, pero tu pito me da como electricidad cuando está adentro, mis cosquillas y mis ganas de hacer pis me hacen sentir bien, por eso, si fuera una nena me sentiría mejor porque me la meterías por otro lado. ¿Te gusta ser nena? No abu, yo soy un varoncito, pero si vos querés me visto con alguna ropa que se dejaron mis primas cuando pasaron las vacaciones el año pasado, hay dos polleritas y sandalias de taconcitos que mi mamá dejó en mi placard. Bueno, cuando podamos te las voy a ver puestas, pero nadie tiene que saber nada de que te gusta la verga porque tu padre te puede llegar a matar, tampoco deben saberlo tus compañeritos porque los más grandes te querrán coger. Nooo, nadie va a saber nada, sólo voy a dejar que vos me cojas y nadie, nadie se enterará. Me sonreí para mis adentros, Juancito eran tan putito como putita debió haber sido la madre y cuando yo no estuviera cerca alguno se ocuparía de mantener ese culito contento, pero no era momento de ponerme en celoso a cuenta de un futuro que desconocía, solamente me quedaba disfrutar de sus ganas mientras estuviera cerca de mí y vaya que lo disfrutaba, aunque, por el momento, dejaría pasar un par de días para usarlo porque se me había ido la mano con la cogida. Dejé de lado las elucubraciones y le pedí que trajera las gaseosas para terminarlas y prepararnos para regresar. Estuvimos un rato más en el agua, terminamos toda la comida y ensillé el caballo. No eran las cinco de la tarde cuando regresamos a la casa, Juancito se había quedado dormido por el cansancio y tuve que llevarlo medio torcido y dejando que apoyara su cabecita en mi brazo. La chica que quedaba en la casa me dijo que las mujeres aún no regresarían y ella se llevó el caballo para que lo largaran y desensillaran, yo lo dejé a mi nieto sobre su cama y me fui a tomar una copa al living, el aire acondicionado me sentaba mejor que la sombra de algún árbol, cuestión de costumbres… Como era de esperarse, me quedé profundamente dormido en la semi penumbra de clima artificial templado y postigos entornados. Me despertó mi mujer preguntando por el nene, le dije que aún debía estar durmiendo y me mandó a despertarlo porque si no, no dormiría en la noche. Juancito tuvo que hacer un esfuerzo para levantarse de la cama, le pregunté si le dolía algo y me sonrió con picardía, “el culito abu, me duele el culito, pero ya se me está pasando, ¿hoy también me vas a leer un cuento?”, -preguntó con la doble intención que sólo nosotros conocíamos, “hoy no, vas a tener que dormir sí o sí, no seas acaparador”, -le contesté y me estiró los brazos para que lo llevara al baño donde lo dejé-. ¿Qué tal estuvo la tarde con la consuegra?, -pregunté regresando al comedor-. Bien, nos hizo caminar de un lado al otro para hacer sus compras y eso que estaba furiosa. ¿Se enojó con alguna de ustedes dos? No, estaba enojadísima con una amiga que la defraudó, en todos lados tuvo algo que decir de esa mujer, creo que la pobre se va a tener que mudar del pueblo que, aunque ahora sea ciudad, mantiene los chusmeríos de pueblo, jajaja, -expresó divertida mi mujer-. Jajaja, mi consuegra debe ser una “monja inquisidora”, me imagino si alguna de ustedes le hace alguna trastada, seguro la prende fuego en la plaza principal, -dije mirando la cara de mi hija-. Jajaja, tenés razón, pero por ahora zafamos, -agregó mi mujer-. Sí, por ahora, está todo bien… Bueno, no seas así, tampoco es que sea tan mala persona. Me imagino cariño, me imagino… Mi mujer se fue a ponerse cómoda porque decía no aguantar más los zapatos y yo me serví un aperitivo antes de cenar, le pregunté a mi hija si quería tomar algo y me pidió una gaseosa de naranja cortada con un poco de gin, se lo serví y le alcancé el vaso, en ese momento me retuvo la mano… Está bien, vos ganás, ¿cómo querés hacerlo?, pero no te vayas a creer que será más de una vez. Jajaja, al final resultás graciosa, vos no estás en condiciones de poner ninguna condición, yo seré quien decida, te daré la oportunidad de satisfacer una fantasía y después veré como hago para escaparme de tus ganas de repetir. Ahora sos vos quien me hace reír a mí, ¿quién te crees que sos? Apenas un tipo que se tiene fe en ese metiers, vos podés creer que tenés mucha experiencia, pero estoy convencido de que nunca tuviste a nadie que te dejara con el culo al norte por haber gozado de una cogida memorable. ¿Cómo podés saber vos?, a ver si te la creíste… No mi cielo, sucede que yo no me cojo a ninguna “mina”, les hago el amor y les doy su lugar como mujer, aun con un “rapidito” o con sexo duro, me tomo el tiempo de besos, caricias y de buscar su placer por sobre el mío, ¿por qué crees que tu madre, después de más de treinta años, nunca tiene cara de infeliz mal cogida? ¿Quién tiene cara de infeliz mal cogida?, -preguntó mi mujer entrando en el comedor-. Según tu hija, vos, bueno, en realidad dijo que nunca la tuviste. Ayy nena, estas no son cosas de hablar, pero tu padre nunca me dio motivos para quejarme, jajaja, si yo contara, aunque, ya sabés lo que sucede cuando contás esas intimidades que te hacen sentir muy bien, florecen las “interesadas” en saber si es cierto o cómo es, jajaja. Mejor me voy a ver si está la comida, me van a hacer poner colorado… Me quedé mirándolas mientras hablaban, parecían haberse desentendido de mí y mi mujer que, cuando se le soltaba la lengua pudiendo hablar de algo que la ponía bien, con la ventaja anexa de que estaba hablando con Cynthia y la supuesta competencia no existiría jamás, se largó a contarle intimidades a la hija. Decir que escuchaba sería una mentira enorme, los ambientes amplios y el comedor de por medio hacían que las palabras no llegaran a mis oídos, pero… las gesticulaciones, ah, las gesticulaciones me hacían poner bien, sin dudas que eran madre e hija porque su verborragia se acompañaba siempre de ademanes y gestos. Risas, abrazos, las palmas de las manos de mi mujer enfrentadas como a veinte centímetros y el gesto de mi hija con el índice y el pulgar extendido, más otros gestos explícitos, me daba la pauta de lo que hablaban. Me terminé mi trago y me fui a buscar a Juancito que andaría en sus cosas, estaba en su habitación esperando a que lo llamaran a comer y jugaba con su play con un jueguito en que uno o varios protagonistas mataban a monstruos, cosas raras, destruían vehículos y edificios, nunca me habían gustado esos juegos, tampoco los entendía, pero me puse a mirarlo a mi nieto que jugaba. Estaba enfrascado en lograr no sé qué puntaje y apenas si me saludó, me preguntó al pasar si me gustaría jugar y le contesté que no, que no sabía y no me gustaban, pero que lo miraría mientras lo hacía, “dale abu y yo te cuento como se juega, mi papá nunca se pone a hablar conmigo cuando juego, dice que pierdo tiempo”. Eso que me decía me dio pie para pensar que yo había cometido ese mismo error cuando era joven y ya más “veterano” es como que se afianzaban las malas mañas y se nos escapaba el tren, se hacía imposible ponerse a la altura de los chicos y jóvenes que vivían más acelerados y con accesos a alternativas que nosotros no habíamos tenido. “Si elimino a esos zombis paso de nivel y comienzo otro juego”, -me dijo Juancito y me hizo “regresar”, pero luego de verlo disfrutar de su condición de nene que se contraponía con sus actitudes y ganas cuando se tragaba mi verga y cuando movía las caderas a medida que el tronco horadaba sus entrañas me hizo meter nuevamente en mis cavilaciones. ¿Por qué mi nieto buscó que le rompieran el culo?, ¿por qué la búsqueda de cosas nuevas y sensaciones que en mi época no se daban o si se daban era en una proporción mucho menor?… “Culitos gentiles” hubo siempre, quizás por eso nuestros padres no nos dejaban juntar con los “más grandes” y nuestras etapas se “quemaban” según los tiempos, además se sabía poco de eso, el escarnio era monumental si se sabía y el “pecado” era más que mortal. Aun con nuestras inquietudes que, sin dudas, existían, estábamos más en juntarnos para jugar al fútbol, las figuritas, las bolitas y la tele era un divertimento para ciertas horas y luego de cumplir con nuestras obligaciones escolares, en horas más avanzadas era potestad de los adultos. Hoy por hoy no es así, el incentivo mediático para los chicos es infernal, despiertan sus ganas de experimentar desde muy temprana edad, tienen accesos ilimitados a videos, pornografía, películas y telenovelas en que se besan hombres con hombres y mujeres con mujeres como algo normal, noticias de casamientos entre personas del mismo género y, aunque los padres los traten de limitar, no faltan los compañeritos que tiene más libertad de parte de los padres y lo cuentan como si supieran, con todo lo que implica la falta de conocimientos y el mero afán de “saber cómo es”, tal que, “si lo hacen todos y nadie les dice nada, debe ser lindo o posible”. Ni hablar de las madres que incentivan “noviazgos” desde el Jardín de Infantes o visten a las hijas de diez, once o doce años como si fueran “lolitas” que deben enseñar el culito que se cargan o sus tetitas incipientes o que ellas mismas muestren más de lo debido porque “es moda” y nadie debe opinar al respecto. Si a eso le sumamos que no se vende un kilo de Yerba Mate si no se pone el culo de una modelo en primer plano o que los adultos también se apabullan con el aluvión de sexo que los bombardea y que la “carne fresca” es más atractiva, genera “uniones” que no deberían ser, muchas de las cuales, se buscan… Cualquiera me podría decir que el adulto debe saber que hacer o como detenerse, pero… ¿quién tira la primera piedra cuando una criatura busca atenciones y te dice que le gustaría que se la metieras? Quizás lo que yo pensaba daba para miles de horas de debate, aunque lo único que contaba en ese momento era tener en mis manos las tetas y el culo de mi hija y eso también era producto de “lo que no se debe”, pero que subyace en cualquier padre cuando aparecen en sus hijas las primeras formas de mujer y no me vengan con hipocresías, quizás no daba para pajas por esto o para violarlas y sacarse ganas, pero mirar siempre se las mira y cuando no que se piensa quien será el afortunado que las “emboque”. Todo entra en el mismo combo mediático o en la famosa apertura sexual incentivada por Políticas de Igualdad que no comparto, pero que calan más profundo en la cabeza de los más chicos. Las Leyes punitivas existen, pero siempre se buscará la manera de buscarles la trampa y aprovecharse de ello. La voz de mi mujer me sacó definitivamente de mis pensamientos y lo alcé a Juancito para irnos a cenar, claro que, entre risas y cosquillas, ninguna de sus nalgas se salvó de mis caricias ni mis oídos de recibir sus suspiros y gemidos por esto. Mi hija se había puesto una especie de enterizo de color rosa, parecía de felpa y la ropa se ceñía a su cuerpo, no tenía breteles y no sé cómo hacía para que sus tetas se mantuvieran allí adentro, el canalillo, como dicen los españoles, parecía un faro para atraer miradas, ni hablar del shorcito que dejaba una cuarta parte de sus nalgas al descubierto. “Nena, te queda hermoso, creo que yo también me compraré uno para mí parecido al de tu suegra”, -expresó mi mujer, pero no le di bola, mi táctica para no mirar y babearme con semejante aparición era hablar con Juancito del juego de la Play. Luego del café y mientras le sacaban el cuero a la suegra de Cynthia, bastante disimuladamente para que Juancito no se diera cuenta, pero no lo suficientemente disimuladas como para que yo no me diera cuenta, entendí que la señora, viuda desde hacía cinco años, se conservaba mejor que mi mujer, aun cuando tenía tres años más, que no tenía cirugías y andaba “necesitada”, pero en el pueblo no quería dar lugar a habladurías y tampoco se animaba a ir a otro lugar porque su experiencia en esto era nula. Estaba podrida en dinero, pero su limitada experiencia no la dejaba ser feliz, según las dos, por eso el carácter agrio. Se me vino a la cabeza que no estaría mal darme una vuelta por el pueblo e invitarla a tomar algo a la viuda, se me daba bien el trato con las mujeres y con intentar sutilmente no me haría perder nada, pero tenía que buscar un buen motivo. Juancito se me acercó con un libro en la mano diciendo que se iba a dormir y si no le quería leer un cuento, “porfi abu, sólo un par de hojas”, -pidió rogando delante de su madre y de su abuela y no me negué-. No bien entramos a su habitación, él mismo trabó la puerta, me dijo que sabía que no podíamos hacer nada, pero me pidió que cerrara los ojos, le hice caso y escuché que abría una de las puertas de su placard, también ruido de ropa y, finalmente, me pidió que mirara. La remera era la misma, pero estaba calzado con unas sandalias de plataforma de niñas y tenía puesta una pollerita tableada tipo minifalda que hacía resaltar sus nalgas altivas y deseables, ni hablar de su mirada pícara y de un supuesto e imaginativo cartel en su frente que decía “cogeme”. “Esta pollerita y otras cosas las dejó mi prima Gimena cuando se fue después de pasar las vacaciones con nosotros, “abu, ¿no te cogerías a Gimena levantándole la pollera?”, -preguntó con gesto y voz intencionada-. Resistirse era al pedo, mi cerebro envió órdenes urgentes a mi cabeza sin neuronas y la verga se me puso a reventar, me senté en la cama y lo atraje hacia mí para comerle la boca, mis manos se fueron directas a sus nalgas que descubrí desnudas, pero se quejó cuando intenté con el dedo, “metela si querés, tengo crema porque me arde, pero yo me aguanto”, -acotó con dulzura, eso atemperó mis ganas, lo que menos buscaba era dañarlo-. “Escondé toda esa ropa, te prometo que cuando estemos solos te voy a coger con la pollerita puesta, ahora trágate toda mi verga como me gusta”, -le dije y le brillaron los ojos cuando me bajó la bermuda-. La mamada era cada vez mejor, comenzaba despacio y ya casi no tenía arcadas, es cierto que me llenaba de babas, pero eso hacía más llevadera su tarea, ni necesidad de moverme tuve, él sólo se cogió la boca gimiendo y mamando como cachorro hambriento. Yo me recosté en la cama apoyando los codos y lo miré hacer, amén de disfrutarlo, claro está. Luego de tragarse todo y cambiarse la ropa de la prima, se puso su short y se acostó, no tardó nada en dormirse, me quedé mirándolo porque mi nieto era un diablillo, pero todo en su rostro lo hacía parecer un ángel y dormido se le notaba más. No habían pasado quince minutos cuando me fui al exterior a la zona de la piscina, allí estaban las dos, no habían pasado más de diez o doce minutos y ya mi mujer bostezaba sin pudores. Seguro tomaste alcohol con la pastilla, mañana no te despierta ni una banda de música, -le dije sabiendo que el alcohol, en lugar de disminuir, potenciaba los efectos-. No me importa, estamos de vacaciones, además vas a tener que ayudarla a Cynthia con las compras del Súper y yo me voy a quedar cuidando a Juancito. Ahh, bueno, veo que ya decidieron por mí, está bien, iremos al Súper. Bueno, pónganse de acuerdo, yo me voy a dormir, -dijo mi mujer y encaró para la habitación luego de saludarnos-. ¿Te gustó mi enterito?, -me preguntó mi hija apenas su madre se alejó- ¿Me estás jodiendo?, esa ropa es para calentar a los muertos, no sé cómo tu marido te permite mostrarte con eso. No va a decir nada porque no pienso mostrárselo, además, le importa poco lo que me compro para vestir, lo compré para que vos me vieras, tengo que comenzar a “pagar” mis errores. Eso me parece muy bien, pero no entiendo porque esa forma de hablar de él o de “cagarlo” con otro tipo, comprendo que puede ser un obsesivo del trabajo, pero no te hace faltar nada, ni a tu hijo, ¿no existen los diálogos de pareja para solucionar los problemas?, ¿es más fácil “cagarlo” y a otra cosa? Nunca fue mi intención, dejé todas mis mierdas de lado cuando me casé y quedé embarazada, pero un día de enojo y discusión con él me mandé una “cagada” que derivó en otra peor. Claro, entiendo… No sabés ni te imaginás, ¿eso es todo, no me vas a preguntar qué pasó? No, ya sos adulta, un poco idiota para solucionar tus problemas por esa manía de querer “estar de vuelta de todo”, sos responsable de tus actos o eso es lo que quiero creer, aunque tengo dudas. Además, si me querés contar lo vas a hacer sin que te pregunte. Un día discutimos por el tema de las vacaciones, de su imposibilidad de salir y su negativa a que me fuera sola con Juancito, me enojé, llamé a una amiga y salimos a tomar algo, en la confitería se acopló un comerciante conocido y lo pasamos bien por un rato, algo nos puso en el trago porque no tomamos tanto, pero no estábamos en condiciones de conducir y él llevó primero a mi amiga y luego desperté en un hotel de las afueras, hubo fotos y te imaginarás lo que sucedió después. Por eso digo que parecés idiota, siempre hay modos de arreglar esas cosas, tuviste que llegar a situaciones límites para terminar de pegarte la cabeza contra la pared y estar a punto de destruir todo lo bien logrado, seguís sin pensar que tenés padres a quienes recurrir, para no aguantar retos y enarbolar vergüenzas te comés el problema sola y las soluciones brillan por su ausencia, te creía más inteligente. Pensé que lo podría solucionar, estuve cinco veces con él y la última fue en mi casa, allí me di cuenta que estaba pasando muchos límites y que incluso me estaba gustando, por eso le dije que se terminaba, que no me importaba lo que hiciera con las fotos, pero insiste en que las subirá a Internet y eso será fatal. Está, luego me vas a dar unos datos, ¿qué es eso de mañana en el Súper? Nada, te pensaba llevar a un hotel y pedirte que me ayudaras, vos me tenés ganas y yo admito que siempre tuve la fantasía. Ni en pedo te voy a coger estando este problema metido en el medio, para mí no sos “agujeros para rellenar”, dame el nombre del tipo y la dirección, ¿es casado, vive con alguien? No, es separado y vive solo, ¿qué pensás hacer? Nada que vos tengas que saber, pero, quieras o no, ya estás hasta las muelas con esto, trataré de que me de las fotos, estos tipos suelen ser muy cobardes y ceden a la tentación de algo de dinero. A mí no me quiso aceptar dinero… Es lógico, de vos obtenía lo que quería, dame un beso y andate a dormir. Me anotó los datos que le pedí y se agachó para saludarme, pero, ya que estaba, nada de besito en la mejilla, la tomé de un brazo haciéndola sentar sobre mis piernas y le comí la boca usando labios, lengua y algún que otro mordisquito. Una de mis manos se ocupó de su teta que saltó de su enterito y llenó mi palma en la caricia junto a los apretones a su pezón, la otra mano se aventuró por sus nalgas duras y los gemidos de Cynthia no se hicieron esperar. Una de sus manos se aferró al bulto mientras me seguía besando y se apartó para mirarme, “mamá me dijo que eras grande, pero creo que lo tuyo supera mis expectativas, dejame besártelo”, pidió arrodillándose, pero la hice levantar-… “¿Qué es lo que no entendiste?, primero tu problema, luego veremos”, -le dije recordando que no me había lavado después de la mamada de Juancito-. Me miró raro y se fue moviendo el culo que pronto rompería a gusto, era lógico, le costaba entender que alguien la pusiera en su lugar, aunque no pareció molesta. Esperé un rato y cuando el silencio en la casa era total, saqué mi auto del garaje y me fui para el pueblo, no sería la primera vez en que le hacía morder el polvo a un aprovechador. Ubiqué rápido la casa del tipo, era un hermoso chalet tradicional, jugaba a mi favor el hecho de que estuviera en una esquina y que a los costados hubiera baldíos, parecía un típico barrio de clase media que faltaba rellenar, ni tránsito había a las diez de la noche, tampoco había rejas, sólo un pequeño portón que daba entrada hasta el porch, el coche que me había dicho Cynthia que tenía estaba estacionado en un garaje sin puertas a un costado de la casa y vi por una ventana que el tipo, en apariencia, mayor que yo y medio retacón, estaba sentado frente a la computadora. Yo no estaba para perder tiempo, me puse unos guantes de cirugía que llevaba siempre en la guantera del auto y toqué repetidas veces el timbre de la puerta sabiendo que eso lo haría reaccionar como esperaba. “¿Qué le pasa hombre, se le quedó el dedo pegado?”, -preguntó abriendo la puerta de par en par sin mirarme-. El golpe dirigido con el puño hacia arriba impactó violentamente en la boca del estómago y no bien se agachó abriendo la boca por la falta de aire, lo senté de culo empujándolo para adentro de la casa, los dos puñetazos siguientes, uno en la quijada y otro en la nariz, lo dejaron desmayado, entonces me moví más tranquilo. Busqué en la computadora y tenía archivos de por lo menos cuatro mujeres, además del de Cynthia, los pasé todos a una cuenta de mail que usaba con nombre falso y los borré haciéndolos desaparecer para que esos archivos no se pudieran rescatar, los aprendizajes en computación para controlar los ingresos e Inventarios de las ferreterías, daban sus frutos. Busqué en los bolsillos su celular, pero lo vi sobre una repisa, lo estaba cargando y accedí rápidamente a él, tenía los mismos archivos y montones de mensajes de whatsapp, también los mandé a mi cuenta y le reseteé totalmente el celular, luego lo dejé cargando. El tipo estaba reaccionando, lo tomé desde atrás para que no me viera y lo arrastré luego de patearle los riñones, “me manda “fulana”, (usé el nombre de una de las mujeres que había en los archivos) dice que vos no vas a joder más, por ahora es un aviso, si seguís jodiendo te morís”. Le hablaba desde atrás de su cabeza y el tipo lloraba pidiendo por la madre y jurando que no lo haría nuevamente, daba asco el hijo de mil putas y le pregunté dónde guardaba la droga que usaba. Me mostró un neceser y en uno de sus cajones encontré unos veinte saquitos con un polvo y varias pastillas sueltas, no sabía mucho de drogas y le pregunté que usaba, “muelo pastillas de Éxtasis con un poco de Burundanga”, el coctel era “especial” para lograr la voluntad de las mujeres elegidas y, lógicamente, tuvo que probar tragando algunas pastillas, después me ensañé con su cara, le quedó deformada a golpes y luego de desmayado sus testículos le deben haber quedado como pelotas de fútbol porque la volea de mi empeine calzó justo, algo parecido pasó con sus costillas y luego me fui apagando las luces. El barrio seguí tan tranquilo como lo había encontrado, eso de irse a dormir temprano debía ser una constante en esa localidad, yo salí del pueblo sin problemas y regresé a la Estancia silbando bajito, el tipo no estaba muerto, pero le costaría curarse y debería explicar la tenencia de esa droga pues excedía el total para consumo propio. Ya era un problema de él y no podría acusar a nadie, fundamentalmente porque se incriminaría y carecía de pruebas. El Audi no hizo ruidos al ingresar al garaje y me fui a dormir junto a mi mujer que estaba en el mejor de sus sueños, apenas si alcancé a ver que aún no eran las doce de la noche. Dormí profundo y relajado y cuando me levanté ya mi mujer no estaba a mi lado, me bañé y bajé a desayunar. Cynthia me miró interrogante y yo me limité a saludarla con un beso en la mejilla, al poco rato apareció Juancito, nos saludó a todos con un abrazo y, como todos los días, tomó el desayuno sentado sobre mis muslos, pero no lo dejé acercar sus nalgas a mi bulto. ¿Adónde la vas a llevar a la abuela a conocer?, -le preguntó mi mujer a Juancito-. Podemos ir a ver a las gallinas que ponen los huevos grandes, traer algunos y después… ¿Cómo es eso de los huevos grandes?, -inquirí-. En los galpones hay más de mil quinientas ponedoras, son todos huevos de casi 70 gramos y se llevan dos cajones y medio por día, mi marido lo mantiene porque se lo pidieron los comerciantes, pero no es un ingreso significativo. ¿Qué es significativo para tu marido?, a groso modo es un ingreso de un millón por mes, -pregunté haciendo cuentas-. La mitad papá, para cada cosa que se produce en el campo tenés que calcular una ganancia de la mitad y un poco menos, los gastos y los impuestos te llevan casi el 60%, otros rubros te dejan menos ganancias. Bueno Juancito, llevá a la abuela por dónde quieras, estás listo papá. Sí dale, nos vamos, pórtense bien ustedes dos. Nos subimos a la camioneta de Cynthia y nos dispusimos a irnos, la RAM era comodísima e imponente, daba gusto estar sentado allí adentro y me acomodé bien viendo que mi hija la maniobraba como si fuera una bicicleta. Le pregunté si había mucho que traer y me contestó que no, pero fue un poco parca, entonces volví a preguntar si estaba enojada por algo… Algo así, más que enojada, caliente y con dudas. Anoche me dejaste con los “patitos volados” y te fui a buscar a la habitación, pero no estabas, ¿qué hiciste? Jajaja, mirala vos a la señora, ¿pensabas violarlo a tu propio padre? No jodas papá, contame que hiciste. Nada en especial, fui a solucionar el problema de mi hija y por lo que pude saber, de cuatro mujeres más, además le dejé todo listo a la policía para meterlo preso por tenencia de drogas. ¿Cómo es eso?, ¿qué pasó?, ¿de qué mujeres me hablás?, ¿estás seguro que no me joderá más?, ¿dónde está ahora? Pará un poco mujer, sos una máquina de preguntar, sólo tenés que saber que debe estar en el hospital con varios huesos rotos, los huevos a la altura de la panza y la cara desfigurada, que la policía debe haber encontrado varios sobres de drogas y pastillas que tenía guardadas y que no joderá a nadie porque no le quedaron pruebas de nada pues borré todo lo que tenía, nunca me vio y lo único que escuchó es que me mandaba una tal Gloria, hubieras visto como lloraba el cobarde. ¡Ayyy, por Dios!, ¿hiciste todo eso por mí, te metiste en problemas por mi culpa?, ¿cómo zafarás de esto?, ¿qué hay con eso de “otras mujeres”? ¿Sos mi hija no?, hubiera hecho lo mismo y más por todas ustedes… ¿Problemas yo?, no creo que tenga, nadie me vio y a él no le quedan pruebas para acusar a nadie, conozco de computadoras y no hay forma de rescatar ningún archivo borrado, lo mismo con su teléfono, a las mujeres no las conozco, pero parece que era un proceder habitual, tenía fotos y videos de cuatro mujeres más, aparte de lo tuyo claro está. ¿Cómo cuatro más?, Ayy, mi Dios, ¿quiénes son? Pará, para, orillate a un costado, andá debajo de esos árboles, -lo hizo sin preguntar-, bien, mirá mi teléfono y decime vos, yo no conozco a nadie, -tomó el teléfono temblando y se puso a mirar fotos y videos-. Lloraba e hipaba cuando miraba en detalles las distintas fotos y los videos, de todos modos, sólo la vi hacerlo con las primeras dos y me bajé de la camioneta. Estuvo como media hora viendo todo lo que le había sacado al tipo y yo me senté apoyando la espalda contra uno de los tres árboles aislados que no sé qué tenían que estar haciendo allí a un costado de la ruta y apartados a unos tres metros de la alambrada de un campo vecino. Al rato Cynthia me dijo que nos fuéramos, ya estaba recompuesta. Lo que le hayas hecho es poco, el muy hijo de puta extorsionaba y se cogía a mujeres que también conozco, hasta la esposa del nuevo Gerente del Banco está ahí. Jajaja, ¿están buenas?, digo porque sería interesante hacerles saber que tengo todos esos videos y fotos, jajaja. Ni sueñes con eso, en cuanto pueda te borro todo, aparte… No hay problemas, tengo todo en otro lado, pero, ¿aparte qué?, -pregunté viendo que se salía del camino al pueblo y tomaba la ruta nacional-. Vos sólo te podés coger a mamá y a partir de ahora a mí, quiero que seas mi amante, mi hombre en las sombras, él que me haga delirar, seré toda tuya, jamás ningún hombre se la jugó por mí así, no te imaginás todo lo que siento en mi interior. Por dentro no sé, pero por fuera noto que tenés los pezones a reventar, de todos modos, tu propia madre sabe que a mí no me condiciona nadie, no aguanto celos ni idioteces, lo único que te prometo es hacerte gozar, -no pude decir más, ya estaba pidiendo una habitación en el motel de las afueras del pueblo-. El garaje en que estacionó no dejaba a la vista la camioneta y caminó delante de mí hasta ingresar a la habitación, me vino bien esa distancia porque pude acomodarme la verga que ya me dolía al estar aprisionada en mala posición, no era para nada ilógica la erección, a ese lugar no se iba a conversar y el hermoso culo de mi hija con el shorcito de jeans que dejaba al aire casi la mitad de sus nalgas incentivaba cualquier neurona, por lo demás, ya me imaginaba entrando ahí adentro mientras la “señora” gritaba mordiendo las almohadas. GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.

Autor: GUILLEOS1 Categoría: Tabú

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Drogada a los 14 por un hombre mayor de internet

2024-02-20


Les contaré cuando tenía 14 y termine drogada y pidiendo sexo. Empiezo está historia describiendo como era a los 14 años, era la típica chica que dicen no pareces de 14, pechos medianos y trasero normal pero bien formado y abdomen plano , muy blanca de piel. Una vez mientras veía mis solicitudes en instagram ya que mi cuenta está en privado, una solicitud de seguimiento había llegado era un chico con la foto de una banda que yo escuchabas mucho y dije ok lo acepto, empezamos a hablar luego de un tiempo de que el le daba like a mis fotos y me preguntaba si tenía novio cosas que si tenía y me decía que si salíamos a lugares juntos y le dije que no mucho y cosas así más de la música y demás nunca me dijo nada sexual en ese momento, hasta ese momento yo deduje que tenía mi edad no se por qué jaja, luego nos fuimos conociendo más y me preguntó mi edad y le dije que tenía 14 y dijo que parecía de mucha más edad en mis fotos y le pregunté y tu cuántos tienes? 16 le pregunté en todo burlón pensando que diría mi edad y dijo yo tengo 36 seguro ya me vas a dejar de hablar y le dijo pensé que tenías menos luego me dijo no esa es mi edad real, bueno está bien le dije ya un poco rara por qué era muy mayor que yo. Seguimos hablando normalmente y luego de unos días subí una foto con uniforme y el me dijo en privado uy eso que se come tu novio está muy bueno, y le dije ah si jaja, me dijo no me vallas a denunciar por decirte eso jaja y le dije que no pero un poco incómoda, luego me dijo que algún día deberíamos vernos en persona y le puse la excusa de siempre que usaba cuando no quería salir y era que mis padres no me dejaban y me dijo escápate un día como en las películas y vamos al cine o a comer algo y le dije no creo que pueda en realidad no quería, luego seguimos hablando normal y ya no tocó el tema de salir , pasaron unos días y tuve una pelea con mi novio por qué el estaba muy cercano a una chica que AMI me caía mal , estaba muy molesta yo y me fui a mi casa y no lo espere como normalmente hacia , llegue a mi casa y el hombre o chico como le quieran llamar estaba conectado y me dijo que haces y solo le puse un nada seco, luego me dijo estás enojada y le dije que no, luego siguió molestando y me dijo seguro no tuviste sexo con tu novio por eso estás de mal humor y le dije que no que con el nisiquiera hacíamos eso ( yo ya no era virgen pero con mi novio actual no teníamos sexo) y me dijo ah por eso estás enojada jaja seguro , le contesté que no que era otra cosa y ya le conté, luego me empezó a contestar muy rápido y decirme cosas como para darme la razón a mi pero muy rápido como diciendo está es mi oportunidad. Después me dijo mejor salgamos a algun lugar y le dije que no, me dijo te llevo a comer algo lejos de tu casa y si preguntan diré que eres mi hermana y le dije que no que alguien nos podía ver y me dijo mira toma el autobús y te bajas en el parque el boticario ese está muy lejos de tu escuela y creo que de tu casa también , yo te paso a recoger ahí en mi coche y vamos a un más lejos todavía y luego ya no tienes que tomar auto bus yo te pago un Uber para que vuelvas a tu casa , yo estaba muy nerviosa por salir con alguien mayor y aparte había ideado un plan de escape por decirlo así jaja , mis padres como tal no estaban y volverían muy noche pero mis vecinos y amigos podrían verme e ir de chismosos, pero igual le dije está bien te aviso cuando esté ahí, solo me cambio el uniforme a lo que el me dijo nooo vente asi , por si preguntan les diré que te lleve a comer por qué aprobaste un examen o algo así algo inventaré así no sospechan que bienes exclusivamente a una cita y yo pensé tiene lógica y le dije ok estoy saliendo. Luego Le escribo para decirle que casi llegaba cinco minutos antes, me dijo está bien me avisas cuando bajes y así lo hice, luego me escribió y me dijo pasaré por la banca de la izquierda al lado del árbol en mi coche es color rojo, te subes como si me conocieras en la puerta de adelante y fui ahí y efectivamente paso por ahí , abrió la puerta y entre como si lo conocía, hola me dijo y le respondí hola todavía nerviosa por todo lo que estaba pasando y nada estaba planeado ni lo imaginaba una hora antes, luego me dijo te vez muy bien en persona y más con uniforme y le dije gracias, el era alto al parecer iba sentado no se notaba mucho, tenía un físico no musculoso pero tampoco gordo más bien grande y parecía muy nerviosos de tenerme ahí , luego me dijo vamos a comer te llevaré a un lugar y fuimos a un restaurante que parecía bastante elegante y luego que terminamos me dijo iré por agua quieres, y le dije está bien me dio el agua y me empecé a tomar, luego volvimos al coche y me preguntaba que como estaba con mi novio y demás y le dije pues aún no me ah escrito , luego me dijo te debe doler mucho la cabeza y le dije si un poco, espera me dijo iré por algo para ese dolor y se bajó compro un vaso desechable y más agua y saco algo de su bolsa del pantalón , cosa que me di cuenta hasta después de tomarlo, antes solo vi que entró hecho un sobre en el vaso y luego agua y me dijo tienes que tomarlo todo y lo hice , luego dijo es muy temprano para que vuelvas a tu casa, quieres ir al cine o a tomar un helado y le dije pues mis padres no tienen hasta la noche y me dijo pues tenemos tiempo , decide tu adónde vamos me dijo, bueno vamos al cine y entramos a ver una película que la verdad ni recuerdo, bien luego de un rato empecé a sentir calor y escalofrío y aparte nervios luego empecé a recordar cosas de sexo y demás vinieron a mi mente y derrepente siente una mano en mi pierna y me empezó a acariciar la rodilla , no lo detuve porque pensé se tomó la molestia de gastar dinero en mi almenos lo dejo un poco , y yo seguía muy nerviosa con su mano acariciando mi rodilla luego con miedo y nervios supongo el también me subió un poco la mano por debajo de la falda hasta la pierna y eran caricias ya muy evidentes y lo peor es que yo no lo detenía estaba nerviosa pero me gustaba eso era raro, mi mente no querían que me tocará pero mi cuerpo si , luego el me agarró mi mano se me la puso en su pene y yo al ser muy blanca estaba roja de la cara seguramente, ambos viendo hacia el frente como si nada pasara en nuestros asientos, el empezó a mover mi mano sobre su pantalón y sentía que su pene era muy grande , metió su mano bajo mi falda con cuidado y tocó mi vagina arriba de mi ropa interior y sintió mi vagina muy mojada me acaricio un rato y luego me dijo , vámonos la película está aburrida y nos levantamos y nos fuimos , saliendo del cine en el estacionamiento me dijo que rico te mojas y yo bien nerviosa nonle contesté y me dijo vámonos fue de mi lado del coche y abrió la puerta , cuando iba a entrar me sujeto la cintura y me dijo vivo cerca de aquí alcanzas a llegar o quieres que te pasemos a un lugar solo de la carretera, y le dije a qué te refieres y ser río y me dijo a nada. Subimos y empezó a manejar y yo estaba muy caliente pero trabaja de disimularlo , la verdad el chico no era muy guapo , pero mientras manejaba quería que me tocará pero no lo hacía , por lo que abrí mis piernas un poco de modo que mi rodilla tocará la mano que llevaba en la pálanca , el me vio con las piernas un poco abiertas pero no sé veía nada de mi ropa interior quizás un poco de piernas , me empezó a tocar la pierna y me dijo me gusta tu pierna y la empezó a tocar y me dijo no digas nada si te gusta va a sospechar la gente del tráfico y puse mi cabeza contra la ventana viendo hacia el frente y el empezó a tocarme la pierna hasta la vagina y me dijo aguanta un poco ya casi llegamos a mi casa desde ahí te pido el Uber yo seguía callada luego paro el coche y me dijo espera tengo que comprar algo y le dije está bien , se bajó y fue rápido a una farmacia, luego volvió y había comprado condones y metió la caja en la bola de mi camisa y me dijo no los pierdas y me dio y ten esto por si los pierdes y era una pastilla del día siguiente, me la puso en la vagina, luego me dijo voy a darte duro para que pruebes a un hombre deverdad y yo le dije solo pide un Uber a mi casa y ya , puedes tocar mientras llegamos y me dijo que amable , entonces abre las piernas y yo caliente abri las piernas y empezó a tocar y a masturbarme y mi ropa interior estaba muy mojada y su pene muy parado, luego llegamos a su colonia residencial y me dijo agachate que no te vean y me le dije no voy a entrar y me dijo agachate te va a ver el guardia y me empezó la cabeza hacia abajo para que no me viera y su pene era grande y estaba cerca de mi cara me dijo mantente así hasta que te diga si no te verán y saludo al guardia y lo dejo pasar, luego abrió su cochera con una especie de control remoto, y metió el coche y cerro la puerta y quedamos solos el dentro y me dijo listo sal , me levanté y salí del coche y el también fuimos a su sala disque a pedir un Uber o taxi , luego me dijo gracias por dejarme tocar no pensé que una chica de 14 se mojara tan rico y le dije pues ya ves , luego me dijo siéntate pediré tu ubiera y luego se paró y me dijo antes vamos a tener sexo ya que estas en mi casa y le dije que no ni loca , pero yo estaba re caliente y el lo sabía y se paró enfrente de mi y me dijo se que estás caliente y se empezó a quitar el cinturón y se quitó el pantalón y el boxer y dejo su pene al descubierto y era enorme y curvo, su pene era feo y me dijo mamalo estás mojada desde hace horas esto quieres no? Y yo estaba serie y le dije que no y el me puso una pierna al lado de la mía y me abrió las piernas y empezó a tocar .o vagina y me dijo ves estás más mojada que antes chupalo nadie se va a enterar no te aguantas lo se y la calenturase apoderó de mi y lo agarre y me lo llevé a la boca y empecé a darle besos y caricias con mi Mejía hasta y el solo pujaba y luego abrió la boca y metí su cabeza quise meterlo tocó pero me llegó a la mitad nada más y el decía sigue así puta ahhhhh y si me sentía puta en ese momento, espera me dijo y encendió el tele y de dio volumen así nadie oye me dijo , sigue mamando y yo dando mi mejor mamada con asco el era feo la verdad y me dijo ahhh extrañas a tu novio? Y le dije no , entonces se mi perra solo por hoy almenos y le dije que estaba bien me puso de pie y me empezó a besar la boca tocándome todo el cuerpo , me dijo vamos despacio y se sentó en el sofá y me sentó en sus piernas y me dijo abre la las piernas y dime qué te masturbe y las abrí lo más que pude y le dije por favor masturbame y me empezó a hacer círculos en na vagina y a apretar mis tetas y me daba besos en la boca con lengua, luego me dio vuelta y me subió la falta y me dijo , eres una perra por qué tienes novio y estás aquí conmigo y me dio una nalgada que sonó fuerte y me hizo gemir de dolor , mientras tus padres trabajan su putita hija con la vagina hecha agua por un hombre mayor que su padre y me pego fuerte de nuevo, di que eres mi perrita y me pego fuerte de nuevo , mis nalgas estaban rojas de tanto golpe y aparte soy muy blanca , me hizo a un lado en calzón y me empezó a nalguear fuerte mientras me deseaba bruscamente, me puso de pie y me quitó la camisa y el brasier y mis tetas bien formadas quedaron al ahí el se recostó en el sofá y yo quedé solo con falda frente a el y me dijo espera ya vengo y fue al auto por los condones , se sento cuando volvió y saco los condones de la caja y los corto con una tijera para arruinarlos y dejo solo uno y los demás los tiro al basurero y el último lo tiro delante de mi cayó lejos a mi espalda y me dijo vamos se una perra buena y busca el condón para que alguien que no es tu novio y mayor que tu papi te de tan duro que no podrás caminar y yo estaba deseando su gran pene quizás eran 23cm o más y fui a buscarlo no donde estaba pero lo encontré volví y desesperada trate te ponérselo y lo conseguí, luego me dijo empieza a montar y quiero verlo completo dentro nada de la mitad y le dije no se montar nunca lo he hecho , mejor penetrarme tu y me dijo y perderme que una una nena colegiala de 14 me monte con su faldita de uniforme no gracias , se paró me dio una nalgada me bajo el calzón y lo tiro lejos y se sentó de nuevo y me dijo empieza , y me le acerque su pene no me cabía y entro a la fuerza una parte y mi vagina se expandió mucho y gemía fuerte y me dijo si gue y yo le dije ya no puedo y me dijo baja hasta el tronco y me dijo esque no lo as mamado , me saco la mitad y me dijo escupele al condón y y te subes de nuevo y así lo hice estaba igual , luego me dijo a la fuerza te va a entrar si es necesario y me agarró las caderas y lo metió hasta la mitad y le dije que me dolía y me dijo es lo que quiero que sufras y me dio varias embestidas fuertes mientras hacia presión en mis caderas para bajar más y al fin me entró completa y me dijo uffff que rico perra jamás me habían aguantado todo y una niña lo hizo , su pene se veía como levantaba mi estómago y me dijo queee placer y empezó deslizar mejor por lo abierto de mi vagina ya después de un tiempo y lo mojado de mi , ya estaba clavada totalmente y empecé a cabalgar y el a morderme las tetas y dar nalgadas fuertes era tan excitante sentirme usada y ver la cara de un hombre caliente por estar usandome luego me lo saco de golpe y le dijo acuéstate con las piernas abiertas , bruscamente me las termino de abrir y me puso el pene en la entrada para seguir penetrando y le dije espera yo bien caliente le quite el condón y le dije si voy a ser una puta hay que hacerlo bien y le dije cojeme sin condón porfavor, el sonrió y empezó a meterlo y luego a penetrarme duro y le dije sácalo fuera cuando te vallas a correr , puedo quedar embarazada y me dio una embestida fuerte y se me acercó al odio y me dijo , te drogue hace ratos con el agua por eso no puedes controlarte y me decía todo eso mientras me penetraba fuerte y luego se ve vino a la mente como que recobre la conciencia de lo que había hecho, y también la imagen de un hombre feo penetrandome como a una prostituta se me fue la calentura y supliqué que me soltara y empecé a llorar y me dijo te pasa por tonta ahora aguantas y me agarró del cuello y empezó a darme más duro mientras yo lloraba y me dijo toma puta disfruta mi leche y empezó a correrse cada embestida era una chorro de semen dentro de mi , ya no sentía calentura si no asco y ya estaba como en shock hasta que se desvacio todo dentro de mi , se limpio restos de semen con mi falda y se fue a su celular y me dijo en 6 minutos viene el Uber , vístete y te vas y así lo hice, nisiquiera mi limpie me fui con su semen dentro de mi pero antes me dijo toma para que no quedes embarazada saco una pastilla y me dijo abre la boca y la abrí y no me puso la mastilla en la boca, la paso en mi vagina y la lleno de semen y mis fluidos y luego la puso en su pene erecto aún y me dijo tómala con la boca o no te doy nada y lo hice me agache se la puso en la punta del pene y me dijo abre y me lo metió en la boca y me dijo traga y así me la tomé , luego me vestí y me fui a mi casa , adolorida y como si nada. Espero les gustara.

Autor: LUCI MTZHH Categoría: Tabú

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JUANCITO, MI NIETO – CAPÍTULO 1.

2024-02-20


Jamás esperé algo igual, pero a todo lo bueno hay que sacarle buen jugo.. Tengo cincuenta y cinco, no me considero feo, mido casi un metro con ochenta y cinco, hice deportes toda mi vida y conservo un buen físico con buenas “tablas”, espaldas anchas y buena musculatura en brazos y piernas, aunque ahora me estoy tirando un poco a la retranca porque ya no tengo ganas ni de ir al gimnasio, pero hasta hace un año me anotaba y corría en maratones, ganar no gané ninguna, pero entrenaba duro y desde que recuerdo no tengo pelos nada más que en la cabeza y cortos, para mí es un símbolo de comodidad y pulcritud, hice Boxeo y Artes Marciales, pero trato de no demostrar mi potencial, el prototipo de “Macho Alfa” que quiere demostrar su prepotencia lo dejo para los inseguros. Estoy casado desde hace treinta y tres años con la misma mujer, estaba de novio con ella desde el secundario y una noche el “globito” no aguantó, me solía suceder porque mis 20×5 no ayudaban a que aguantaran mucho, resultado, “bombo” y a casarme, pero no fue dramático. Mis padres eran comerciantes y teníamos buena posición, el “viejo” me ayudó con una ferretería pequeña y, en poco más de veinte años, la hice enorme y con tres sucursales, tuve la suerte de que mi mujer me acompañó en todo, agarré una época buena y fui comprando propiedades, tenemos nueve entre casas y departamentos de buen nivel que alquilamos. Cuando se avizoraban malos tiempos para la Economía, hace unos ocho años, vendí todos los negocios en una muy buena plata en dólares que tenemos depositados en el exterior, eso no se toca, vivimos más que bien con los alquileres y tratamos de no privarnos de nada. Autos, casa grande, buena ropa, vacaciones cuando queremos y de comer nunca falta, no me considero más que nadie, pero que quienes no tienen por ignorancia o por desidia pretendan tener parte de lo mío porque yo sí tengo, no la va conmigo, no se puede trabajar y sacrificarse para obtener un 100% y llevarse un 40% porque “Don Estado” se lleva un 60% para mantener a vagos y aprovechadores. Tuvimos dos hijas, pero yo nunca fui muy apegado a la familia, no mamé de esa escuela, faltar a mi casa no faltaba, ni era lo que se dice “un tiro al aire”, siempre estaba, pero, nobleza obliga, para resolver problemas, de la casa y de mis hijas se ocupaba mi mujer y yo trataba de acompañar. Mis hijas se casaron jóvenes y bien, la mayor me dio dos nietos a los que no veo porque ahora viven en Colombia, debido a que mi yerno es vice presidente de una multinacional, la otra vive en el interior de la Provincia de Buenos Aires, en el campo porque está casada con un muchacho Hacendado, tiene campos, cultivos y cría ganado vacuno, ellos tienen un hijo de nombre Juan Ignacio, pero para todos es “Juancito”. Una tarde que volvía de correr mi esposa me esperó con un refresco y me dijo que quería hablar conmigo, con el tono que usó y medio en pelotas que estaba, vestida sólo con un baby-dolls y una tanga, me imaginé que venía algún pedido detrás, la rubia de un metro con setenta se había descuidado un poco y algunos kilos se le habían amurado, pero hacía volver algunas cabezas al caminar y, sabía desde siempre que a mí me podía “embocar” cuando quisiera. Claro que para eso utilizaba sus “armas” y sutilezas, sabía que imponerme algo era imposible, pero entendió siempre como arrancarme el “si querida”. Mi cielo, tenemos que darle una mano grande a nuestra hija Cynthia. ¿Qué le pasa, no me digas que está por separarse? No, nada que ver, sucede que el marido tiene que ir por diez días a una Feria al Paraguay y no se quiere quedar sola en el campo. Esa nunca está sola, ¿no decís que tiene una buena vida social en la ciudad cabecera de ese Partido? Sí, pero como no nos íbamos de vacaciones, me pidió que la fuéramos a acompañar, a vos te gusta el campo y de paso aprovechamos para estar también con Juancito que hace un año que no lo vemos. Me estás “jugando sucio” porque ya le dijiste que contara con nosotros, pero esto te va a costar una buena mordedura de almohada, -le dije besándola y apretándole las nalgas duras que siempre me podían-. Ya me preparé con la pomada, la verga de mi macho no va a tomar desprevenido a mi culito, jajaja. Al otro día, cerca del mediodía estábamos llegando a la Estancia o Hacienda como le dicen en otros lados dónde vivía mi hija. Nada que ver con que se podía estar mal viviendo en el campo, la casa era enorme, habitaciones con baños privados, gimnasio, pileta climatizada y al aire libre, lugares delimitados o corrales con empalizadas de madera o alambres lisos, camionetas 4×4 para cada uno, Internet, señal de cable y toda la comodidad que el dinero podía otorgar. 500 hectáreas para el ganado y la siembra y sólo dos para la casa y el parque que la rodeaba. Mi yerno no estaba, nos recibieron mi hija que tenía un físico muy parecido al de la madre y su hijo Juancito. Mi nieto era bastante alto para los ocho casi nueve años que tenía, el cabello era de color castaño claro que al sol parecía rubio y había sacado lo mejor de la madre y el padre que era un gringo grandote. No sé por qué, quizás porque mi esposa había venido jugando con mi verga en el viaje, algo que le gustaba, pero que también hacía para congraciarse porque todos esos mimos tenían que ver con que no me daría mucha bola en el resto del tiempo, le encantaba chismear y salir a pasear con su hija y que yo me arreglara solo. Como sea, estaba caliente y me fijé bien en mi hija y también en mi nieto. Tenía la altura de la madre, el cabello claro suelto, calzaba zapatillas de marca, una remera blanca que marcaba bien sus tetas y un shorcito de jeans que dejaba ver parte de sus nalgas asomando por debajo, sus espectaculares nalgas, casi un calco de las de mi esposa siempre me habían impactado, no al punto de masturbarme con ellas, pero si para, alguna vez, entrechocar las neuronas incestuosas imaginando alguna “batallita” de cama metiendo mi verga entre esos dos montes. El nene vestía igual y no tuve tiempo de mirarlo mucho porque se trepó a mí y me abrazó obligándome a tomar sus nalgas con mis manos. La familia de mi yerno y la mía no eran muy demostrativas con Juancito y cada vez que me veía a mí, se desquitaba, me llenaba de besos y hacía que me demostrara más cariñoso que de costumbre, “el abuelo chocho” decía mi mujer y era verdad, hasta yo me desconocía, pero el nene tenía una especie de dualidad, si le hubieras puesto una peluca de pelo largo no diferenciarías su sexo, aunque no era afeminado. En ese momento pensé que, tampoco su culito era normal porque lo movía en mis manos y entrecerraba sus ojos, algo que para el de afuera parecía como normal, pero yo lo sentía como que gozaba con la situación al sentirse acariciado en su colita. Esa mezcla rara de inocencia y de ganas de ser tocado y/o de conocer verga de adulto, según imaginaba mi mente que se abría a lo jamás pensado, me sacaba de quicio. Luego pasó más cuando nos sentamos a conversar antes de almorzar, el nene se había sentado sobre mí y llevó una de mis manos a su muslo, mis dedos se movieron solos y él se dejaba acariciar los muslos y la panza mientras estaba sentado, gemía casi imperceptiblemente y se movía haciendo coincidir mi dureza con la zanja de sus nalgas duritas y redondas. Después llegó mi yerno, nos saludamos y almorzamos todos juntos con el nene mostrándose un poco más distante, más tarde, a los adultos, nos llevó a recorrer gran parte de la Estancia, algo que hicimos en su camioneta y parte a caballo a pedido de mi esposa, esto nos consumió toda la tarde, nos cansamos bastante y al regresar a la casa cuando pintaba la nochecita, nos tocó cenar temprano y nos contó de lo que acontecía en la Feria a la que concurriría en dos días. Nos mostró una película en la que se veían y contaban todas las actividades que allí se desarrollaban y Juancito se volvió a sentar en mi falda, razón por la cual, al estar sentados por detrás de todos los demás, la televisión se convirtió en algo brumoso, mis sentidos estaban puestos en lo que hacían o si miraban mi hija, mi yerno o mi esposa, lógicamente, también en lo que hacía mi nieto que parecía disfrutar del “pedazo” que más duro no podía estar. Si te gusta y querés sentirte mejor, tenés que moverte despacito, -le dije al oído y le apreté una de sus nalgas-. Bueno abu, ¿eso duro en mi colita es tu pito?, -me preguntó en el mismo tono, pero estremecido porque mis labios rozaron su oreja-. Sí, ¿te gusta que esté en tu colita? Me gusta mucho y a mí también se me pone duro el pitito cuando me muevo y me tocás. Bueno, seguí mirando la película, -le dije besándole el hombro, esto hizo que apoyara su espalda en mi pecho y me pegara con su cabeza en la pera lo que provocó una queja que no pude contener-. ¡Quédate quieto Juancito, no molestes a tu abuelo!, -le dijo la madre como al pasar, agregando que era hora de irse a dormir-. No me molesta hija, fue un mal movimiento, dejalo que disfrute de su abuelo. Después te quejás de que te duele todo el cuerpo, -acotó mi mujer sin despegar los ojos de la película-. Igual es hora de que se vaya a dormir y yo voy a hacer lo mismo, en el campo se madruga y no hay fines de semana o vacaciones, además tengo que arreglar varias cosas antes de viajar, -dijo mi yerno levantándose del sofá-. Lo dijo dejando claro que era un animal de trabajo, buen tipo, pero, en definitiva, un animal de trabajo que le consentía todo a su mujer. Mi hija menor había sido un “tiro al aire”, desde los quince años, hasta los veinte me trajo mil y un dolor de cabeza cambiando de novio como de bombacha hasta que lo encontró a su hoy marido y hacía diez años que estaban casados, parecían llevarse bien, pero, la de la vida social, salidas al pueblo y reuniones de amigas era ella, él la acompañaba pocas veces, estaba enfrascado en lo que les otorgaba un excelente nivel de vida. El caso es que el nene se levantó de su asiento, se acomodó el shorcito porque había quedado una nalga casi descubierta, lo hizo sin que lo vieran y se agachó para saludarme con un beso. Me contuve para no saltar porque su mano abierta se apoyó decidida en el bulto de mi verga, “mañana te cuento una cosa”, -me dijo al despedirse y noté un cierto brillo de picardía en su mirada-. No me pude dormir temprano, una porque no estaba acostumbrado, otra porque el culito de mi nieto me daba vueltas en la cabeza, me tenía duro de verga imaginando miles de cosas por hacer con él y el cuerpo dormido de mi mujer a mi lado no me inspiraba en nada. Me quedó claro que las mañanas de campo no daban para seguir en la cama, los sonidos camperos se te colaban por cualquier resquicio y te estallaban en el oído. Mi mujer ya no estaba a mi lado y me tomé mi tiempo para bañarme y bajar a desayunar. Mi hija estaba con su cabello mojado y vestía una tanga que apenas tapaba sus bien nutridas tetas en la parte de arriba y dejaba vislumbrar sus nalgas paradas por el pareo casi transparente que llevaba puesto. Mi mujer, con una malla enteriza y mi nieto estaban igual de mojados, habían nadado un rato en la pileta para refrescarse y hacían sobremesa en el desayuno, mi yerno ni contarlo, vaya a saber por dónde andaría. “Al fin te levantaste papá, Juancito te estaba esperando para enseñarte los corrales y los gallineros, los galpones y demás, anda loco por hacerte de cicerone, jajaja”, -dijo mi hija-. Lo paré justo al nene que se lanzaba a mis brazos para sentarse encima y si lo hacía me dejaría todo el pantalón mojado, “Juancito, andá a cambiarte, lo vas a mojar todo al abuelo”, -ordenó mi hija y el nene acató, pero me pidió que lo acompañara, “jajaja, no te lo vas a poder sacar de encima, acompañalo y yo te preparo el mate”, -terció mi mujer-. Tuve que poner cara de circunstancia, pero por dentro saltaba de alegría porque, seguramente, vería su culito desnudo y no me privaría de tocarlo. El nene tenía una habitación con baño privado que más de uno quisiera y apenas entramos en su cuarto se sacó el short mojado y se movió, en realidad movió su culito desnudo para dirigirse a abrir uno de los cajones de su cómoda. Se secó bien con una toalla y antes de ponerse el short seco saltó sobre mí y acomodó su colita sobre el bulto de mi verga. “Ahora puedo saludarte abu”, -me dijo dándome un beso en la mejilla-. Mis manos actuaron por inercia y tocaron la piel de sus nalgas a las que apreté y acaricié, lo que le provocó un suspiro impensado, para mejor la yema de uno de mis dedos se apoyó en su asterisco cerrado y Juancito experimentó un escalofrío. “Otra vez se te puso duro el pito abu y me gusta cuando me tocás la colita, me da cosquillas ricas en la panza y me corre frio por la espalda”, -me dijo moviéndose, pero ahora con su propio penecito erecto-. “Se pone duro porque me gusta mucho tu colita y me encanta tocártela”, -expresé y ya con ganas de tumbarlo y darle una mamada de culito que lo hiciera delirar. No pude hacerlo, la voz de mi mujer trayéndome al mate hizo que Juancito se separara y se pusiera el short a las apuradas, yo me quedé sentado viendo como se lo acomodaba para que le tapara las nalgas que sobresalían y para que no se notara mi erección al levantarme. Un poco antes del mediodía nos vamos con tu hija a comer en el pueblo y luego pasaremos a visitar a mi consuegra, imagino que no vas a querer venir, -sentenció mi mujer-. Ya me conocés mujer, prefiero dormir una regia siesta a tener que aguantar a cotorras. El yerno anda con la hacienda y los camiones y me dice tu hija que no volverá hasta la noche, te vas a tener que quedar con Juancito. Está bien, el nene no me jode, me gusta estar con él y me hace caso. Igual se queda una chica por si quieren algo, el almuerzo está preparado, no dejés que se vaya solo a ningún lado. Ya tenían todo decidido y me dejaban solo con mi nieto, era mi momento, pero tenía que pensar bien lo que iba a hacer, nunca me había pasado algo igual, era la primera vez que tenía la urgencia y la necesidad de “comerme” un culito tan chiquito, estaba seguro que el nene sería receptivo y que le gustaría todo lo que podría llegar a hacerle antes de penetrarlo, todo en él me lo indicaba, aunque no era cuestión de lastimarlo y cavarme una fosa de la que no podría salir. Se fueron como a las once de la mañana en la camioneta 4×4 que tenía mi hija y aproveché a nadar un rato en la pileta mientras Juancito me miraba desde afuera porque me decía que no tenía otro short para cambiarse. Me extrañó un poco eso, pero no le di mayor importancia, al rato nos llamó la empleada para decirnos que la comida estaba servida y nos fuimos a almorzar, apenas si me sequé con un toallón y me saltó encima para pedirme que lo llevara alzado, lo hice, claro que lo hice, lo dejé que me abrazara y lo mantuve con mis manos en sus nalgas inquietas mordiéndome los labios para evitar que mi bulto se hiciera notar. Comimos en silencio, Juancito estaba pensativo y no quise preguntarle nada, además la chica andaba dando vueltas por la cocina y no daba para meter ningún bocadillo relacionado con su colita o sobre lo que pensaba de su abuelo. Luego de comer me fui a sentar en la computadora para hurgar en mis Redes Sociales y mi nieto se sentó nuevamente en mi falda. “Mi mamá no me deja usar la computadora para que no vea algunas cosas, pero ella la usa siempre”, -me dijo-, eso me dejó pensando y fui al historial. Mi querida hija veía videos porno sobre padres e hijas y sobre lesbianismo, de inmediato se me alborotaron todos los ratones en la cabeza y me puse a pensar en las escapadas a reuniones de amigas del pueblo que nos contaba y ¿por qué no?, a pensar en que podía latir en ella la posibilidad de tener relaciones con su propio padre. Quizás esas ganas existieron y nunca me percaté de ello, aunque debía reconocer que más de una vez había fantaseado con su culo duro y parado y con sus tetas. Pensando en eso se me volvió a endurecer la verga y Juancito comenzó a moverse, la ocasión se daba para hacerle ver al nene algunos de los videos de las penetraciones, pero la entrada de la chica a preguntar si necesitaba algo me enfrió completamente y dije que no, que me iría a dormir la siesta, pero antes dejé la computadora como la había encontrado y lo bajé a mi nieto de mi falda, claro está no dejé de tocarle las nalgas y de decirle que me gustaban. No habían pasado ni quince minutos de estar acostado con la habitación en penumbras cuando escuché que alguien entraba… ¿Abu, a vos también te gusta mi colita como a don Ramón?, -me preguntó decidido apenas entró y se acercó a la cama-. Sí, me gusta mucho y más me gustaría si te la veo desnuda, pero, ¿cómo es eso que también le gusta a don Ramón?, -le pregunté intrigado-. Porque me lo dijo él, ayer yo estaba escondido viendo como Sultán le metía el pito a la Negra, ellos son mis dos perros ovejeros, yo los veía escondidos porque mi papá me había prohibido ir al galpón, pero yo quería saber lo que hacían, había escuchado que le dijo al Emiliano que fuera a hacer servir a la perra y yo quería saber qué era eso y me escapé para ver. Sí, bueno, se entiende, pero que tiene que ver don Ramón con tu colita. Bueno, primero vi que Sultán le lamía toda la cola y a la Negra parecía gustarle porque se quedaba quietita, después vi que tenía un pito enorme de color rojo y que se le subía encima buscando el agujerito de la cola de mi perra. Se lo metió todo, primero le dolió y se quejó como llorando, pero al rato estaba contenta mientras que Sultán se movía como loco, hasta que se quedaron quietos y se pusieron mirando uno para cada lado. Sí, ya entendí, el perro se estaba cogiendo a la perra y a los dos les gustaba, pero, ¿qué con don Ramón? Yo estaba acostado boca abajo mirando desde arriba donde están las bolsas de alimento y con lo que veía mi pitito se había puesto duro, me picaba adentro de la panza y me moví levantando y bajando la colita. Estaba lindo, pero me pegué un susto bárbaro porque la mano de don Ramón se apoyó en mi colita, me quise girar, pero me dijo que siguiera, que tenía una colita hermosa. ¿Te sacó toda la ropa para tocarte? No, me apretó la cola con las dos manos y después se tiró encima apoyándome su pito duro y grande en mi culito diciendo que lo había hecho calentar porque mi cola era espectacular. Yo tenía un poco de miedo, pero me gustó lo que hacía y decía y hasta lo dejé que me diera besitos en el cuello que me daban frío lindo. Después me hizo que le tocara el pito duro diciendo que jugaríamos un juego en el que él haría de Sultán y yo de la Negra. ¿Y, jugaron?, -pregunté con la verga a punto de reventar-. Un poquito nomás porque cuando él iba a mostrarme su pito y me bajaba los pantalones mi papá me llamó a los gritos y tuvimos que dejar de jugar, yo me arreglé la ropa, él me pidió que no dijera nada y yo se lo prometí porque me volvió a decir que mi colita era maravillosa y la quería para él. A vos también se te puso el pito duro, ¿lo tenés todo colorado y grande como Sultán?, ¿me lo vas a mostrar? Sí, mi pito es grande, pero es de color normal como el tuyo, ya te lo voy a mostrar porque también estoy encantado con tu culito, pero vamos a hacer un trato los dos y no se puede romper. Dale, dale, decime cual trato, te prometo que no lo voy a romper. Bueno, te creo y yo te puedo enseñar mejores juegos que los de don Ramón, voy a ser más suave que él y mis besos te gustarán más porque te los daré en todo el cuerpo y vos me los vas a devolver, eso sí, cuando don Ramón se acerque para tocarte le decís que no lo haga nunca más porque si no le dirás a tu papá, tampoco podés contarle a él ni a nadie que jugarás sólo conmigo. Sí, sí, dale, yo quiero jugar, ¿querés que juguemos ahora?, podemos aprovechar que estamos solos, se fueron todos al pueblo y no volverán hasta más tarde y María, la señora que me cuida se fue para la casa del Miguel que es el novio porque le dije que dormiría la siesta. Me levanté de la cama de un salto y fui a trabar la puerta desde adentro, no cabían razonamientos, las cachas de las nalgas gorditas de mi nieto que asomaban por debajo de su shorcito de baño me tenían alterado desde el día anterior cuando se había sentado en mi falda y se movía refregándose en mi verga que no se pudo contener y creció haciéndose sentir. Está bien, vamos a jugar, pero tenemos que desnudarnos para que sea más divertido, -le dije y riéndose, no tardó en sacarse el shorcito para quedar totalmente desnudo, le pedí entonces que me ayudara con mi bóxer y se puso a la tarea sin despegar mi vista del bulto que se marcaba endurecido. Pará, pará, te gusta verle el bulto del pito al abuelo, -le pregunté de sopetón-. Sí abu porque tengo ganas de ver y tocar uno grande como el de ese amigo de mi papá que vino una vez a mi casa y mi mamá se lo metió en la boca, pero después no vi más porque se fueron al cuarto. ¿Vino alguna vez más ese señor?, -le pregunté pensando en que mi puta hija no había perdido sus mañas-. No, pero a mi mamá le gustó porque le decía que era rico cuando se lo metía en la boca, ¿me vas a dejar verlo y probar si es rico? Bueno, terminá de sacarme el bóxer y metelo en tu boca sin rasparme con los dientes. ¡Faaa, abu, el tuyo es más grande que el de aquel señor!, no me va a entrar en la boca. Sólo le entraba el glande y un poco del tronco, pero se esmeraba con eso como si fuera natural, los roces no me importaban, lo único que me interesaba era verlo estirado con el culito parado y cuando me miraba con sus ojos pardos entrecerrados y sostenía mi verga con sus manos dándole chupones como si se tratara de un helado de palito y tragando el líquido pegajoso que de éste emanaba. No sé cómo me aguanté para no llenarle la boca de leche, no lo hice porque no sabía si aguantaría un segundo round y quería tratar de usar su colita. “Lo hiciste muy bien Juancito y veo que te gusta, pero ahora sentate sobre mi pito, quiero darte besos que te van a gustar”. Yo me senté apoyando la espalda en el respaldo y mi nieto se sentó sobre mi pubis haciendo que la verga quedara parada y metida entre sus nalgas, yo apretaba el tronco contra su colita y le daba besitos en la cara, las orejas y el cuello. Juancito gemía, entrecerraba sus ojos y se movía despacio como se lo había pedido el día anterior, lo hacía con placer y se le notaba en la cara. El precum se deslizaba por el tronco y tenía toda la zanja de su culito lubricada, lo que hacía más fácil los movimientos, su pitito parecía a punto de reventar y le pedí que se lo tocara enseñándole cómo hacerlo y apenas se lo toqué tuvo un estremecimiento generalizado que se me antojó como una especie de orgasmo. Su boca le quedó entreabierta y se la “comí” metiendo mi lengua en su interior, luego le enseñé como tenía que hacer para devolver los besos y no tardo nada en aprender y buscarme él con su propia boca. “Tus besos me gustan mucho abu y la cola me pica, parece que latiera”, -dijo acostando la cabeza para dejarme libre el cuello-. “Bueno, veo que te gusta mucho, entonces vamos a cambiar la posición, levantate un poquito y luego sentate, pero ahora sobre mi verga, se llama así, pene, pito, verga, pedazo, vos decile como quieras”, -le dije y lo ayudé a levantar un poco el cuerpo para que se sentara sobre el pene acamado-. Fue delicioso, parecía que sus nalgas duras y rellenas apretaban el tronco como si fuera una salchicha entre panes y a él también le gustó más porque, aparte de su penecito, tocaba el glande húmedo que aparecía y desaparecía por los movimientos que él mismo imprimía. “Me da cosquillas en todo el cuerpo y mi culito parece que se abriera y se cerrara”, -me dijo abrazándome-. Yo tenía que sacar mi verga de allí, sus movimientos sensuales e ilógicos para un nene de ocho años me estaban llevando a una acabada sin retorno y lo levanté para ponerlo boca abajo, “ahora vamos a hacer algo que también te va a gustar”, -acoté poniéndome detrás de él y luego de abrir sus nalgas con mis dedos, planté mi boca y mi lengua en su agujerito, “Ayy abu, ayyy abu, eso me gusta mucho, mucho, mi pitito parece que se va a reventar y tengo ganas de hacer pis”, -decía temblando y le dije que lo hiciera mientras mi lengua trataba de horadar su esfínter-. Parecía que me iba a hacer pis y no me salió nada, pero fue lindo, abu, ¿me vas a meter tu pito como hacía Sultán con la Negra?, -preguntó dejando de temblar y haciéndome volar todos los pájaros-. Si mi amor, tengo muchas ganas, pero te va a doler un poco, podemos probar hasta que aguantes, ¿querés? Si abu, metémelo y yo te digo si aguanto que me duela, a la Negra también le dolió al principio y después le gustó. ¿Tenés muchas ganas de ser mi putito y que el abuelo te coja tu colita hermosa? Sí abu, yo quiero que me cojas como le dice mi papá a mi mamá, “te voy a coger hasta que me pidas basta” y a mi mamá le gusta porque se ríe. Bueno, pero primero hay que agrandar tu agujerito con los dedos, esperá un poquito… Lo dejé tendido sobre la cama con el culito parado y me puse a buscar en el bolso de medicamentos de mi mujer, siempre solía llevar un potecito de crema dilatadora y adormecedora para ponerse en el culo porque era seca de vientre y bueno, para cuando yo le hacía la cola cada muerte de Obispo, aunque hacía poco que lo había usado. Cuando encontré el pomito de la crema fue como si se me iluminara el Cielo, regresé a la cama con una sonrisa triunfante y luego de besarle las nalgas a mi nieto lo acomodé poniéndole un par de almohadas bajo su vientre, el resultado fue espectacular. Le pedí que se abriera las nalgas con las manos y no me aguanté, pasé mi glande por su asterisco cerrado y le volví a generar escalofríos, pero traté de aislarme mentalmente y proceder con la crema, de otra manera era imposible que mi verga entrara allí, la desproporción era descomunal, aunque yo sabía que, “con paciencia y saliva (en este caso lubricante), el elefante se cogió a la hormiga”. Convencido de no apurarme, la yema de mi dedo desparramó la crema que le había puesto y Juancito comenzó a reír diciendo que tenía cosquillas, mejor que lo tomara así, porque en un rato daría un corto paseo por el Infierno. La crema no lo haría dilatar enseguida, pero lo adormecedor actuaba rápido, así y todo, se quejó cuando medio dedo ingresó en su culito, “¿ya me metiste la verga?”, -preguntó corriendo la cara que apoyaba en las sábanas-, le expliqué que primero serían mis dedos porque mi verga era más gruesa y no quería que le doliera. Después de eso me dejó hacer a gusto y ya no parecía sentir dolor, puse más crema y le enterré todo el dedo, lo hacía girar en redondo y lo escuchaba gemir mientras movía sus nalgas buscando más penetración. Era una delicia verlo gozar con el dedo en sus tripas y probé con otro entrando hasta donde más podía, ya no había quejidos, todos eran gemidos y movimientos de caderas y de nalgas, siempre pidiendo más. Se quejó un poco cuando entró un tercer dedo y le pedí que aguantara porque lo cogería como a la Negra, “bueno abu, igual me gusta cuando me metes y sacás los dedos, ya tuve dos veces ganas de hacer pis”, -acotó-. El culo bastante dilatado y ese tono de voz en que se aguantaba y se entregaba, me decidió a intentar con mi verga llena de lubricante. “Despacito abu, ya me di cuenta que es tu verga porque me duele, despacito, porfa, me duele mucho”. Claro que le debía estar doliendo, mi glande y mi tronco, a pesar de la lubricación, parecían aprisionados por su conducto, pero más tranquilo no podía entrar, su interior se abría al paso de mi verga endurecida. “Ayyy, sacala, sacala, me duele mucho abu, no la aguanto, me hago caca y voy a llorar”, -me dijo a punto de quebrarse y me quedé quieto-, igual se seguía quejando diciendo que le dolía y yo no quería que sufriera, aunque comenzó a mandar la cabeza sin neuronas y le enterré la cuarta parte que faltaba. Juancito no se pudo escapar, el peso de mi cuerpo se lo impedía, tampoco podía mover las nalgas, el dolor lo superaba y se largó a llorar con ganas. “Ya va a pasar, me quedo quieto hasta que te acostumbres, sos un putito maravilloso y tu colita es deliciosa”, -le decía acariciándolo-. Ni yo lo podía creer, tenía el cuerpito de mi nieto tapado por el mío y mi verga estaba incrustada dentro de su culito gordito, relleno, duro y parado, eso me superaba, pero intenté no desmadejarme porque mis ganas de entrar y salir de su conducto desvirgado primaban. No me puedo mover abu, mi colita está llena de tu pito duro, parece que latiera y me duele, aunque me gusta y me hace dar cosquillas en la panza”, ¿ya está, ya me la metiste como Sultán?, ¿qué tengo que hacer ahora abuelo?, -preguntaba olvidándose del dolor-. Nada, tu colita se tiene que acostumbrar y adaptar a mi verga y cuando te sientas mejor podés moverte, te va a gustar mucho más que ahora y entonces comenzaré a coger, -le dije y casi de inmediato comenzó a empujar tratando de mover sus caderas. Ya no me duele abu, metela toda como hacía Sultán, -pidió moviéndose más, era tiempo de entrar y salir-. Su conducto parecía una morsa que apretaba mi tronco, pero el lubricante funcionaba bien y el culito de Juancito estaba adormecido. La saqué casi toda y la volví a meter tratando de no ser rudo, sus quejidos se repitieron, pero ya casi no se oían y él colaboraba moviéndose. Se me caían las babas al ver que mi verga desaparecía en su interior y luego de cinco o seis veces de entrar y salir, mi nieto se aflojó completamente y tembló diciendo que se hacía pis. Ya no aguanté y soldando mi pelvis a sus nalgas, le llené las tripas de leche… Ahh, está calentito, ¿te hiciste pis en mi colita?, no importa abu, a mí me gusta y te dejo, yo también me hice pis muchas veces, -expresó al sentir la tibieza de mi leche en su interior-. No mi vida, eso es la leche de hombre, en otro momento te la vas a tener que tomar, pero ahora me hiciste muy feliz y te la quise dejar en tu colita”, -acoté apretando su cuerpito traspirado-. ¿A mí no me sale la leche de hombre? Todavía no, pero tomando la mía por la boca y la colita te va a salir más rápido, por ahora sólo te dan ganas de hacer pis. Entonces me tenés que dar mucha porque yo quiero que me salga un montón. Toda la que quieras mi amor, sólo hay que buscar los momentos en que nadie nos vea y recordá que no tenés que decirle nada a nadie y tampoco dejar que nadie te toque la cola, ahora es solamente mía. Bueno abu, te lo prometo, es sólo tuya para que me metas la verga como a la Negra. Vamos a bañarnos, yo te llevo porque debo tener toda la verga sucia de caca y vos vas a querer ir al baño. Lo levanté y lo llevé ensartado al baño que tenía la habitación que nos habían dado, Juancito se reía porque decía que sentía que mi verga se movía dentro de él y yo me daba cuenta que no se había bajado del todo. Eso hizo que se la sacara muy despacio al llegar al inodoro, él se sentó enseguida para expulsar todo lo que tenía dentro y me puso bien notar que no había manchas de sangre, era importante no haberlo lastimado. Me lavé rápido con jabón en el lavatorio y me giré para ponerle la verga semi flácida cerca de la boca porque, aunque no estaba parada del todo, yo me sentía muy caliente y estaba seguro que aún me quedaba semen en los huevos. “¿Te animás a chuparla y sacarle la leche que me quedó?”, -le pregunté poniéndole el glande en los labios gordezuelos-. Me puso a full enseguida cuando se metió media verga en la boca diciendo que le gustaba chupármela, lo hizo bien y esmerándose, yo me sorprendí porque, sin forzarle la garganta, le cogí la boca y pronto estuve a punto para llenársela. Mis manos en su cabeza no permitieron que se retirara y le dejé el resto que se tragó sin problemas, “parece la leche cuando sale de la teta de la vaca, pero la tuya tiene olor al cloro de la pileta, no es fea, ¿me vas a dar más?”, -expresó y juro que quería seguir y cogerlo de nuevo, pero mi “aparato” ya no quería más. Aún me quedaba fuerza para levantarlo y ponerlo debajo de la ducha, lo bañé, lo toqué por todos lados y practicamos más con los besos que parecían calentarlo en demasía porque se le escapaban suspiros y gemidos al chupar mi lengua y dejar que le chupara la suya. Yo estaba en el séptimo cielo, había hecho algo no esperado, pero el resultado había sido genial, para mejor a mi nieto, convertido definitivamente en mi putito, le encantaba y, ya que estaba con la mente incestuosa abierta, quería ir por más y le pregunté mientras lo secaba. Juancito, ¿vos conocés al señor al que tu mamá le chupaba el pito? Sí, se llama Ramiro, es más viejo que mi papá y me acuerdo de él porque una vez vino a comprar un caballo y hablaron los tres a mi lado cuando yo hacía los deberes del colegio. ¿Cómo fue que la vista a tu mamá y a él? Porque yo estaba jugando en la escalera con mis juguetes y me escondí cuando mi mamá lo hizo pasar y le dio un beso como los que me distes vos y después lo hizo sentar en el sofá y le sacó el pito para chupárselo, pero cuando se fueron al cuarto yo no vi más. Nunca le quisiste contar a tu papá. No, pero escuché que cuando regresó mi papá ella le dijo que había venido a traerle un papel del caballo, mi mamá le debe de haber contado a mi papá, además, si le contaba me iban a retar por espiar. ¿No viste que viniera más? Sí, una vez, pero mi mamá lo echo, parecía que estaba enojada. ¿Cuándo fue eso? El día que terminaron las clases porque recién habíamos regresado del acto de la escuela cuando vino. Eso hacía como unos diez días y me hice toda la película, incluso la de nuestra presencia en la casa en lo que durara el viaje de mi yerno. Seguramente ya no querría saber más nada con el tipo y éste aprovecharía a aparecerse en el tiempo en que mi yerno estuviera de viaje. También pensé que no había sido nada “de ocasión”, el hecho de hacerlo venir a la casa, recibirlo de beso y mamada y meterlo en su habitación implicaba un conocimiento anterior, la muy puta nos estaba utilizando, por lo menos a mí porque no sabía si mi mujer estaba enterada y esperaba que así no fuera porque ardería Troya. Mi hija no tenía estudios como para poder desenvolverse sola y no iba a dejar de lado la posición privilegiada que tenía con el marido, yo estaba seguro que el “gringo” no toleraría los “cuernos” y tenía muchos recursos para que a mi hija se le acabara el buen vivir, sin dinero ni tarjetas, sin auto, sin ropa buena y sin conocidos que son los primeros en darse vuelta y/o posiblemente sin la tenencia del hijo porque, a todas luces, era un mal ejemplo, se le haría demasiado difícil la vida y yo sería intransigente con las posibles ayudas, nunca había contemplado sus quilombos de parejas y no lo haría ahora, pero, mi mente me hacía saber que su hermoso culo no estaba tan lejano. Controlé que el culito de Juancito estuviera bien, nos vestimos los dos, yo de jeans y remera y él igual, aunque de shorcitos y le dije que podríamos dormir un rato la siesta, me contestó que sí porque se sentía cansado, destrabé la puerta y nos quedamos dormidos, el nene decía que estaba cansado, yo estaba “fusilado” y nos despertamos cuando nos llamó mi mujer… Parece que se durmieron todo, -me dijo cuando abrí los ojos-. Sí, el viaje, la cabalgata y mi nieto contándome cosas del colegio, me pasaron de rosca, -dije notando que estaba oscuro-. ¿Cómo la pasaron? Bien, almorzamos en un lindo lugar y luego fuimos a lo de la consuegra, ya sabés como es, parece la dueña del pueblo, pero había que ir. ¿Qué está tu hija?, ¿se está portando bien? Creo que sí, las pavadas de adolescente ya se dejaron de lado, ahora es madre y toda una señora hacendada seria, jajaja. Está bien, si vos lo decís, yo soy medio desconfiado con algunas mañas que se tienen, mucho más al saber que mi yerno trabaja como loco y no le dedica tanto tiempo. No seas así, no podés ser tan desconfiado, vos también trabajabas como loco y yo nunca te falté. Si vos lo decís…, aunque “moscardones” no faltaron, pero tus hijas no son iguales. Sos de lo que no hay, igual yo ya me hubiese enterado y no me gustaría que hiciera ninguna pavada, mejor levantate que voy a preparar la cena. Evidentemente no parecía saber nada de nada, eso me dejaba el camino libre para tratar de lograr ese culo deseado. Juancito se despertó de su sueño profundo y lo cargué para llevarlo al baño, estando allí tuve que contenerme porque el putito quería más leche y se dedicó a acariciarme el bulto por lo que me costó explicarle que no se podría a cada rato, “está bien abu, pero cuando puedas me tenés que meter tu “coso” en mi colita de nuevo y quiero tomarme la lechita”, -me dijo con su mejor cara de diablillo endemoniado-. Mientras esperaba que sirvieran la cena y durante ésta la miré bien a mi hija, estaba mucho mejor que la madre a su edad, si bien sus nalgas eran similares, las de mi hija parecían más duras y mejor armadas, claro que eso era posible por la cantidad de horas de gimnasio que Cynthia tenía encima, además, ese shorcito de jeans eran más erotizante a la vista y yo la hacía más suelta y decidida a la hora del sexo. Algo similar pasaba con sus tetas, firmes, duras, de pezones imposibles de disimular y su boca de labios rellenos que imaginaba rodeando el tronco de mi verga erecta. Para el momento del café y haciendo un rato de sobremesa, todos mis gestos denunciaban lo contrario de lo que pensaba, mis conocimientos del Póker, algo en lo que me desenvolvía muy bien, me ayudaban a no demostrar exteriormente mis ganas de partirla en cuatro, pero no podía hacer lo mismo con mi entrepierna, para mejor, mi nieto ocupó su lugar de privilegio y se sentó en mi falda apoyando sus antebrazos en la mesa. Su culito tenía ganas de verga y lo demostraba moviéndose sutilmente, acomodando mi erección en medio de sus nalgas como si éstas trataran de tragarla. En un momento dado escuché que me pedía de llevarlo a dar una vuelta a caballo… ¿Ahora querés salir a dar una vuelta?, -pregunté sorprendido-. Jajaja, no papá, te está diciendo que lo lleves mañana a dar una vuelta, le encanta andar a caballo y nadie lo lleva ya que el padre no lo deja ir solo, -dijo mi hija-. Yo no tengo problemas, pero nos vamos a cocinar con el sol. Si salen a las nueve, llegan al bosquecito que rodea el arroyo a eso de las diez y el sol no estará tan fuerte, es un lugar hermoso y solitario con un remanso tranquilo que forma una pileta natural donde refrescarse. Yo les preparo unas viandas y pueden distraerse un rato allí, a Juancito le encantara compartirlo contigo. Sí abu, porfi, podemos nadar, tomar sol y cazar con el rifle, si querés dormir la siesta yo no te molesto para nada, -pidió el muy putito y yo estaba seguro que imaginaba lo que haríamos allí-. Yo no tengo problemas, ¿ustedes vendrán con nosotros? Lo haría de buena gana, pero estamos invitadas a almorzar con mi suegra y luego quiere que la acompañemos a comprar ropa, como te darás cuenta, no puedo zafar de eso. Sí, no, claro, si es por imaginar, yo tengo una imaginación tremenda, como cuando imaginaba que estarías toda la noche en casa de tus amigas. No empecemos papá, no echemos a perder estos días, -pidió mi hija y mi mujer me fulminó con la mirada- Está bien, yo me encargo de Juancito y ustedes dos de sus… compras. Bueno hijo, ya está bien, es hora de ir a dormir, dejalo tranquilo al abuelo. Mami, quiero que el abu me cuente un cuento o me lea uno antes de dormirme. A mí no me pidas nada, hablalo con tu abuelo. Me parece que esto va a ser así todas las noches, andá a traer algún cuento que no sea demasiado largo y yo te lo leo, es lo único que puedo hacer, acá la que sabe de contar cuentos es tu madre, -mi hija se mordió para no contestarme, mi mujer volvió a mirarme mal y yo estaba a mis anchas recordándole que había mentiras anteriores que no le perdonaba-. A mí no me miren, yo me tomo la pastilla para dormir y no estoy para nadie, todavía no me acostumbro a los sonidos del campo en la noche y no quiero desvelarme, -dijo mi mujer y me pareció bien, dormía como un tronco con esas pastillas, tal que hubo veces que no recordaba ni cuando le metía mi verga en la boca-. Juancito se fue a buscar un libro y me sirvió para acomodar mi verga a fin de que no se notara la erección que me había provocado, ya buscaría la oportunidad y me ocuparía del culo de mi hija, pero, en ese momento sólo se me cruzó pensar en las nalgas viciosas de mi nieto y en el tubo de crema que mi hija nos había dado el día anterior debido a las posibles rozaduras por la cabalgata que habíamos hecho con mi yerno, ni lo habíamos abierto y ya sabía cómo sería utilizado mientras “leía un cuento”. Mi nieto se subió a mis hombros con un libro en la mano y me encaminé a su habitación, pero lo bajé antes y lo mandé solo antes de entrar en la mía para retirar el pote de crema. Entré luego en el cuarto de mi nieto, trabé la puerta y vi que me esperaba sentado en la cama, desnudo de la cintura para arriba y tapado por la sábana desde la cintura hacia abajo. “Me puse una mallita que me compró mi mamá en Brasil, ¿te gusta?”, -preguntó destapándose y mostrándome una pequeña sunga de color negro mientras yo me sentaba a su lado-. “Parate en la cama y mostrame la colita”, -le pedí-, lo hizo saltando y riendo para estirarse luego y acercar su cara a mi entrepierna, “¿vas a mostrarme tu verga dura”, -pidió tratando de bajarme la bermuda-. Lo ayudé levantando mis caderas y me saqué el resto de la prenda pisándola, a la par que le apretaba las nalgas duras que parecían independientes del resto de su cuerpo. Me embadurné rápido los dedos con la crema y llevé el medio al asterisco intentando entrar al mismo tiempo en que él pasaba la lengua por el glande lamiendo el líquido que fluía. Al meterse el glande y un poco del tronco dentro de la boca, metí un dedo profundamente en su ano lo que le provocó un quejido al que él mismo no le dio mucha bola y pronto intenté con dos, ya no había tanta resistencia y mi mano libre se apoyó en su cabeza, “tragala todo lo que puedas, si toses y te atoras la sacás e intentás de nuevo”, -le dije mientras metía y sacaba dos dedos de su interior. Juancito gemía y gozaba con lo que hacía y lo que sentía, también tosió y le dieron arcadas, pero no cejó en su intento, yo tampoco y puse más crema y otro dedo dentro de sus tripas. Estaba recaliente y no esperé para “hacerle la cola”, hundí mi verga lo más que pude en su boca y se la llené de leche que tragó venciendo los ahogos, “es rica abu, me gusta”, -dijo y luego de dos lamidas más no quise perder tiempo, entonces, antes de que se desinflara, se la saqué de la boca, le puse crema al glande y lo apoyé sobre el borde de la cama con los pies colgando. Tardé décima en apoyar el glande y empujar, más, como no había crema adormecedora, acusó un poco más la penetración y a mí se me puso más dura. Sus ganas pudieron más y mordió la almohada para no gritar mientras yo me metía en su interior sin hacer escalas, se quejó emitiendo gruñidos, pero no trató de sacarme de allí y como comencé a cogerlo sin esperas, esos quejidos pronto se convirtieron en gemidos y en tratar de acoplar sus movimientos a mi cogida profunda y sistemática. “Así abu, así, yo soy la Negra y vos sos Sultán”, -me dijo moviendo el culo ante las embestidas-. “Eso mi cielo, vos sos mi perrita, mi putita y putito a la vez y me encanta meter mi verga en tu colita”, -le contesté casi babeando al ver como entraba y salía de ese culito espectacular-. Volvió a quejarse cuando empujé varias veces más profundo y cuando dijo que le venían las cosquillas y se estaba haciendo pis, lo llené desde lo más profundo. Sabía que no podría mantener mi verga erecta, pero como quería seguir, la saqué de su culo escuchando el “plop” que hizo que se quejara y lo puse boca arriba. Quedó de “patitas al hombro” y lo volví a penetrar, pero viendo que acusaba el ingreso y los ojos se le llenaban de lágrimas apoyé mi cuerpo sobre el suyo y le comí la boca metiendo mi lengua y bombeando como desesperado. No me importó el gusto a semen que tenía en la boca, él me devolvió los besos como había aprendido, pero, en un momento pudo hablar y me dijo con voz lastimera: “Me gusta, pero me duele mucho abu, me llega hasta adentro de la panza”. Comprendí que me estaba sobrepasando y aflojé para comenzar a retirarme despacio, no daba para más, ya me había secado y todo lo que siguiera sería para molestias que quería evitar. Lo dejé sobre la cama y me fui a lavar notando que, además de ciertas “impurezas” tenía un par de líneas de sangre, pero luego lo revisé y no pasaba de allí. “Me metiste el pito de otra manera abu y también me gustó, pero ahora entraste más adentro”, -me dijo sonriendo cuando volví junto a él-. “Hay muchas otras maneras y ya las iremos practicando”, -le dije dándole un piquito que él se ocupó de convertir en un beso de lengua-. “Mañana ponete una tanga de tu mamá y te voy a ir cogiendo arriba del caballo, ¿querés?”, casi grita cuando me contestó que lo haría y después lo limpié, lo vestí y lo puse a dormir dejando el libro al lado de la almohada. Las mujeres no estaban, ya se habían retirado, pero, como no tenía sueño, me serví una copa y me fui para el lado de la pileta, nadé un par de largos y salí sintiéndome como nuevo, la temperatura de la noche ayudaba y mientras me estaba secando vi que mi hija se acercaba vestida con una tanga infartante, se paró delante de mí dispuesta a decir algo y esperé… ¿Se puede saber qué es lo que te pasa conmigo?, ¿por qué me tratás mal? Yo no te trato mal, sólo digo lo que pienso y eso es porque no me generás confianza y, aunque creo que tenés un hermoso cuerpo que me haría olvidar que sos mi hija, pienso que tenés un buen matrimonio y un buen pasar como para que lo eches todo a perder. Ves como sos, sos un sucio, yo sé que siempre me tuviste ganas como mujer. Es verdad y no pierdo las esperanzas, jajaja. Escuchá lo que estás diciendo, ¿cómo pensás que haría algo así con el marido que tengo y la vida que me da? Las posibilidades siempre están latentes, decime algo, ¿es muy celoso tu marido? Sí, es capaz de cualquier locura, pero ¿qué tiene que ver con tu destrato y con lo que me estás dando a entender? Todo tiene que ver con todo, imagino que al ser tan celoso y que te dejaría en la vía, nunca se te ocurriría meterle los cuernos con tu propio padre. ¡Por supuesto!, ¿no sé cómo se te pasan esas cosas por la cabeza?, debés estar mal de la cabeza, -dijo con enojo-. Puede ser, pero la hipocresía no va conmigo porque decís una cosa de la boca para afuera y eso no te impide meter a ese tal Ramiro en tu casa, darle una mamada en el comedor y meterlo a tu habitación mientras tu marido no está, lo que me da a pensar que ya lo conocías de antes. Pero, pero, ¿cómo sabés eso? Eso no importa, lo que importa es lo que puede decir tu marido si se entera, también me importa que nos uses a tu madre y a mí para que te cubramos las espaldas mientras tu marido está de viaje, ¿qué le pasa, quiere seguir cogiéndote a como dé lugar?, ahh, otra cosa más, espero que tu madre no esté enterada de tu amorío porque voy a tener problemas con ella por ocultármelo. No, no papá, mamá me mata si supiera algo, yo puedo explicarte lo que pasó… A mí no tenés que explicarme nada, yo soy zorro viejo y no me “como” ninguna excusa, ningún hombre se acuesta con una mujer si ella no se lo permite, lo demás es todo hipocresía. Te dije que no te tenía confianza y te expliqué el por qué, también te di a entender cuál era mi deseo, ahora todo depende de vos, yo soy un tipo práctico y nada de lo que te pueda suceder me afecta, ya me curaste de espanto desde que eras chica con tus “libertades”. No, no papá, no podés ser así…, -dijo sentándose, totalmente pálida y llevándose las manos a la cara-. ¿Vos crees que no?, probame entonces, los padres están para ayudar a los hijos, pero no para taparles sus cagadas y malas decisiones de adultos, ahora bien, en caso de que lo hagan, les toca a los hijos pagar por sus errores o devolver los favores, vos sabrás. Mejor me voy a dormir, mañana tengo que ocuparme de llevarlo a tu hijo a andar a caballo. Di media vuelta y me fui dejándola sentada, llorisqueando y metida en sus pensamientos, sabía que tenía que poner distancias rápido porque en el supuesto de que hubiera accedido a lo que yo pretendía, aunque estaba muy bien y hacía calentar a los muertos, yo no hubiese podido rendir, Juancito con su boca y su culito me habían secado y no estaba en condiciones de rendirle a nadie. De todos modos, me sentía bien, había dado el puntapié inicial y no se me ocurría perder ese partido. GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.

Autor: GUILLEOS1 Categoría: Tabú

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