Hola.
Siempre quise narrar lo que a continuación contaré, pero que por precisamente tabú, no me había atrevido.
Esto sucedió hace muchos años, cuando todavía era un niño de 9 años y estudiaba en un internado de mi ciudad.
El internado estaba ubicado afuera de la ciudad y era el de tipo militar. Era mixto, habíamos varones y mujeres estudiando ahí.
Debido a que era una escuela bastante estricta, solamente nos permitían salir cada mes para pasar un fin de semana con la familia, siempre y cuando fueran por nosotros. Particularmente, mis padres iban muy de vez en cuando por mi.
Al principio fue muy traumático para mí, estar, con esa edad, lejos de casa y de mis padres y hermanos. De tal manera que tuve que hacer amistades con niños que pasaban por los mismos problemas.
Me hice de amigo de dos niños, Heriberto de 10 años y Edmundo de 9 igual que yo. Por cierto me llamo Arturo. Los tres éramos inseparables dentro de las instalaciones del plantel. A dónde iba uno íbamos los tres. Nos llevábamos muy bien y nos ayudabamos en todo lo que podíamos. Así pasaron varios meses. Cuando alguno de nosotros salía a ver a su familia, los dos que quedaban extrañaban al ausente.
Cabe mencionar que con el que más amistad tenía era con Heriberto ya que teníamos las mismas aficiones y más o menos el mismo carácter.
Edmundo era un poco más extrovertido pero aún así lo apreciábamos.
Aquí viene lo bueno:
Un fin de semana que Heriberto se fue a su casa, Edmundo y yo buscábamos la oportunidad de pasarla juntos, platicando, contando cuentos inventados, leyendo cómics, etc. Recuerdo que era un sábado lluvioso que nos fuimos a leer cuentos a la parte más lejana del plantel: el taller de carpintería, mismo que colindaba con un pequeño rancho. Estábamos acostados leyendo, cuando oímos un relincho de caballo que nos llamó la atención.
Un caballo grande que olía el trasero de una yegua, misma que levantaba su cola constantemente. De repente, el miembro del caballo empezó a ponerse largo y duro. Cabe mencionar que en esa época no había mucha información sexual y para nosotros fue algo impactante ver semejante verga. El caballo se le subió a la yegua y de un solo golpe le metió su enorme miembro en la vagina. Después de unos empujones (no tardó mucho), el macho se bajó y de su miembro aún escurría un líquido espeso y blanco. No sabíamos que era eso.
Quedamos muy impresionados por el espectáculo que acabábamos de ver.
Yo sentí que mi pequeño miembro reaccionaba y lo sentía duro. No dije nada, me daba pena.
Sin embargo, Edmundo, al fin más aventado, me dijo:
-Ed; ¿Viste eso? Se la cogió.
-Yo: si lo ví claro.
-Ed: se me paró la verga. Y se sacó del pantalón su pequeño pene
-Ed: ¿Y si cogemos tú y yo?
-Yo: cómo crees, si nos ven nos expulsan del internado.
-Ed: nadie lo va a saber y ahorita no hay nadie que nos pueda ver.
Yo estaba en shock todavía pero no me desagraba la idea.
-Yo: es peligroso le dije.
-Ed: ¿Qué te parece si nos vamos al baño y ahí lo hacemos?
Dudaba yo todavía pero me atraía la idea de coger, aunque no sabía que es lo que iba a suceder. Él tampoco sabía, creo.
-Yo: está bien, pero quién se coge primero a quien, le pregunté.
-Ed: tiramos un volado y el que pierda se pone primero y luego cambiamos.
-Yo: me parece bien.
Perdí el volado por lo tanto yo sería cogido primero.
Nos fuimos al baño y nos metimos a uno de los WC. El se puso atrás de mi y yo me bajé el pantalón y me metió su verguita que por cierto no sentí nada. Mientras el me penetraba, yo me jugaba el pene y un líquido clarito empezó a salirme.
-Ed: ya, es tu turno.
Cambiamos de lugar y me tocó a mi penetrarlo y después de unas embestidas, sentí que algo muy sabroso salía de mi verga. Fue maravilloso. Después supe que fue mi primera venida.
Ya que terminamos, nos cambiamos todo apenados y salimos del baño con mucha precaución para que no nos vieran. No había nadie.
Ya afuera, platicamos de nuestra experiencia y el me dijo: me tomaste. No supe que decirle.
Quedamos que nadie debía de enterarse lo que sucedió ahí. Y juramos y nos prometimos que únicamente quedaría entre nosotros.
Así pasaron varios días y un día me dijo que quería repetir pero ahora en un lugar discreto que el conocía. Fuimos al lugar y efectivamente era muy discreto y ahí me lo volví a coger. Él a mi ya no. Así paso durante varias ocasiones.
En una ocasión que Edmundo se fue con su familia, Heriberto me dijo que quería platicar con migo de algo que le había contado Edmundo. Inmediatamente supe de que se trataba.
-Heri: Arturo quiero que me digas si es cierto que Edmundo y tú se han estado cogiendo desde hace un tiempo.
-Yo: me sorprende tu pregunta. Cómo crees que algo esté pasando.
-Heri: mira Arturo, yo en realidad me gustaría participar en eso. Lo demás no me interesa.
Me quedé sorprendido con su confesión pero aún así seguí negando que hubiera algo.
-Heri: Edmundo me dijo que la primera vez que lo hicieron fue en los baños que están cerca de los talleres y que después en la casita abandonada que está cerca de la laguna.
Estaba enterado de todo pero yo seguía negando. Me daba miedo que más gente se enterara de lo que hacíamos.
Todo esto sucedió el sábado en la mañana. En la tarde siguió insistiendo y yo rehusando su propuesta.
-Heri: bueno, por lo menos vamos a la casita a seguir platicando para que nadie nos oiga.
Desde luego yo tenía ganas de coger porque ya me había aficionado al sexo pero tenía mis reservas
Llegamos a la casita y nos sentamos en el suelo a platicar. El tratando de convencerme y yo casi que aceptaba.
-Heri: entonces que?;
-Yo: hoy no, quizás otro día.
-Heri: bueno hay esperanzas.
Cómo no queriendo la cosa se sacó la verga para orinar y obviamente para que yo se la viera. Tenía una verga mucho más larga y gruesa que la mía y eso me llamó la atención pero no dije ni una palabra. No pasó nada.
Cabe mencionar que cómo los tres éramos muy unidos, en el dormitorio, las camas estaban una a lado de las otras. Yo en el centro, Heri a la derecha mía y Ed a la izquierda.
En la tarde noche fuimos a la ducha de la tarde y después a la merienda.
Las luces del dormitorio se apagaban a las siete de la noche porque todos los días nos levantabamos temprano a hacer ejercicio, bañarnos y después desayunar.
Ya estábamos acostumbrados y pronto nos dormíamos.
No se a qué hora de la noche sentí que alguien estaba acostado detrás de mi y antes de que yo pudiera hablar o gritar, me taparon la boca y me susurraron en la oreja: soy yo Heri, no vayas a hacer ruido.
Estábamos de lado los dos. Yo con mi boxer y con una sabanita que me tapaba y entonces sentí que algo me rozaba el trasero. Me imaginé que era. No dije nada y bajé mi mano para tocar su verga bien tiesa y mojada. Ya sabía lo que iba a pasar.
Él me bajó el boxer, me puso saliva en el culo y empezó a explorar mi ano. A pesar de que yo cooperaba su miembro no entraba. Le echó más saliva a su verga y a mi orificio trasero y fue así como empezó a entrar el intruso. Me dolió mucho mucho. Afortunadamente no tardó demasiado y con un empujón bastante fuerte se quedó quieto. Poco a poco me fue sacando su verga hasta que por fin salió totalmente. Se paró y se fue a su cama cómo si no hubiera pasado nada. Eso me disgusto un poco pero el dolor que sentía en el culo me hizo olvidar el enojo. Me subí el boxer y me fui al baño. Como pude me revisé y me di cuenta que me había sangrado y que la sangre estaba mezclada con otro líquido que yo sabia que cosa era. Me limpié y me fui a acostar. No se cuanto estuve despierto pero al fin me dormí.
Al otro día era domingo y lo teníamos libre después de hacer nuestros deberes. Hasta entonces Herí y yo no habíamos hablado.
Más tarde, nos reunimos y me pregunto
-Heri: ¿Cómo estás?
-Yo: muy adolorido, le contesté.
-Heri: vamos a la casita, te voy a revisar.
Llegamos al lugar, me bajé el pantalón y el boxer, me revisó y me dijo
-Heri: estás un poquito lastimado pero nada más. ¿Quieres que lo hagamos de nuevo?
-Yo: vete a la chingada que no ves que me duele mucho.
-Heri: pero dime una cosa, ¿Te gustó?
-Yo: sinceramente si pero quién sabe si aguante otra vez.
-Heri: ahora te toca a ti cogerme.
-Yo: no creo que se me pare, le dije.
-Heri: yo me encargo.
Me bajó de nuevo el pantalon y el boxer, se hincó delante de mí, se metió mi verga en su boca y ésta empezó a reaccionar. Siguió mamandome la verga hasta que con un grito me vine es su boca y se la tragó.
No dijimos más nada, nos vestimos y nos fuimos de ahí.
Esa fue la primera de muchas veces que Heri y yo cogimos. Me gustaba cogerlo, pero me gustaba más que él me cogiera.
De Edmundo nos olvidamos por completo. Solo éramos Heri y yo.
Así fue mis inicios en mi vida sexual. Soy bisexual, me gustan las mujeres pero de vez en cuando me gusta mamar y que me metan una buena verga.
Saludos