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Aroma de mujer

2020-01-05


Algeciras, el puerto del sur de Europa, zona de paso, de llegadas, de salidas, en invierno la zona aledaña al puerto es verdaderamente tétrica, casi siniestra, poca gente, cierta sensación de inseguridad y alguna rata de tamaño king size que cruza la calle como si fuera suya. Esa era la perspectiva, un container de la empresa para la que trabajaba salía para Singapur y allí estaba yo comiéndome el marrón en la gestoría naval, mi primer trabajo de responsabilidad para ellos según mi jefe, un coñazo de gestión que a ningún jefecillo de la empresa le interesaba, bajar a Algeciras a disfrutar del horrendo viento de levante un lunes otoñal era un plan poco deseable, la gestión fue lenta, eran las once de la noche pasadas cuando hambriento salí de las oficinas con la sensación del deber cumplido y me encontré con unas calles vacías y sórdidas, para colmo el hotel de cuatro estrellas de la cadena Husa mas parecía una pensión con pretensiones repleta de marinos de distinto pelaje borrachos y ruidosos y algún viajero despistado de paso, llame a mi esposa, era un buen marido, sin excesivo apasionamiento pero sin ninguna pretensión de infidelidad, mi única pretensión, en esos momentos era comer algo, un bocata, una tapa de ensaladilla, algo que aliviara mi estómago vacío antes de irme a dormir y partir por la mañana hacia Madrid y no volver a ver Algeciras en mucho tiempo, después de llamar a mi mujer callejeé por las calles desiertas, lunes, todo cerrado, cerradísimo, al llegar a un cruce de calles observé una taberna tipo irlandés que a pasar de tener la persiana echada hasta la mitad aún tenía la luz encendida me asomé bajo la persiana, un par de clientes terminaba sus consumiciones. El camarero me dijo que iba a cerrar pero se debió de apiadar de mi cara de hambriento pues se acercó a la cocina para preguntar, una chica con un gorro blanco de cocina que le tapaba el pelo asomó su cara por la ventanilla y me preguntó que quería comer, mi respuesta fue sencilla: -Lo que tengas, no son horas para caprichos amiga. Ella sonrió y me dijo que se iba a preparar un filete de ternera con un huevo frito, sonreí como si me hubiera tocado una cesta de Navidad en un sorteo y le dije que si me hacía lo mismo a mi le estaría eternamente agradecido, ella sonrió y me dijo que en diez minutos podría cenar, me pedí una cerveza que bebí mientras los dos clientes terminaban y se despedían, la chica de la cocina le dijo al camarero que como no iba a cenar podía irse si quería y que ella se encargaría de cerrar el bar y cobrarme, parece que el camarero esperaba la propuesta como agua de mayo pues en el acto acepto el ofrecimiento, se echó una caña de cerveza, la bebió de un trago y se largó por la puerta. Diez minutos y mi filete con patatas y huevo frito estaba delante de mí, la chica con su indumentaria de cocinera lo sirvió, fue en ese momento, cuando comenzamos a hablar del poco ambiente de la ciudad cuando noté por primera vez que no era española, le pregunte: -Soy de Marruecos pero llevo ya quince años en España. No era hermosa, nada en ella me llamaba la atención. Me propuso compartir mesa y acepte por cortesía, comimos, ya sin su uniforme de trabajo mejoró un poco pero no mucho, normal de cara, regordeta, un par de tetas, eso sí, bien puestas, bajita, poco más de 1.60, tras comer me ofreció café y acepte encantado, me senté en la barra a esperar mientras la maquina hacia los cafés y la chica, realmente amable, limpiaba y recogía la mesa donde habíamos comido, cuando puso los cafés la chica se sentó en el taburete y comenzamos a charlar, se llamaba Lily, era despierta, agradable aunque su vestuario, unos vetustos vaqueros de mercadillo y un ajado jersey de lana no ayudaban a realzar sus presuntos encantos, entonces algo impensable me ocurrió, su proximidad, su olor a sudor, no era un olor desagradable a pesar de que soy bastante escrupuloso con estas cuestiones, era el olor típico de una persona limpia que trabaja a altas temperaturas entre fogones y suda, su olor, su odor di femina, no solo no me resultaba desagradable de entrada sino que me afectaba, yo mismo estaba casi escandalizado de mi reacción involuntaria, su olor me atraía, su química corporal había soltado algún recóndito resorte de mi cerebro, un resorte más normal en un hombre de las cavernas que en un ciudadano del siglo XX, su olor me excitaba, me calentaba, me hablaba de una hembra receptiva, llámalo química, feromonas o como coño quieras llamarlo, despertaba mi instinto sexual mas animal, yo un joven casado, formal, sin ánimo de aventuras sentía un deseo inexplicable por una chica que no me había resultado atractiva físicamente, salvo su abundante melena negra y rizada una vez se deshizo del gorro de cocinera que lo ocultaba, nada de su físico me había llamado la atención especialmente, ella parecía también dejarse llevar por la situación, como si de mi se desprendiera algún tipo de señal de la que yo no era consciente, hablamos y charlamos como amigos y la invite a tomar una última copa en un pub que había junto a mi hotel, ella no bebía alcohol pero aceptó la invitación, caminamos por la calle juntos con buen rollo, sonriendo y charlando, su olor me invadía, lo tenía en la nariz, en el cerebro, en el sentir y me resultaba cada momento más atrayente. En el pub estuvimos charlando hasta que a las tres de la madrugada nos dijeron que el cierre seria inmediato, yo me debatía entre invitarle a subir a mi habitación o no hacerlo, no quería engañar a mi mujer, no quería abusar de la confianza que me había ofrecido y del magnífico rato que habíamos compartido pero me la quería follar, algo dentro de mi se rebelaba, cada vez que me acercaba aspiraba inconscientemente para embriagarme con ese olor, que generalmente en las mujeres me produce rechazo y asco y que en ella era como un imán, como un cebo en el anzuelo invitándote a picar. Cuando salimos del bar me quedé callado, ella me preguntó que me pasaba: -Me caes de puta madre, lo estoy pasando genial y aunque soy casado me gustaría seguir más tiempo contigo pero no quiero estropearlo ni que pienses que me quiero aprovechar de ti o que no te respeto pidiéndote que subas a la habitación, estoy temblando, nunca mi conciencia y mi deseo habían vivido una confrontación semejante. Ella sonrió comprensiva: -A mi me pasa lo mismo, no me gustan los rollos de una noche pero hay algo que me empuja a ti y a intentar gustarte, estamos en las mismas -¿Qué hacemos? –pregunte queriendo evadir mi responsabilidad pero también porque la veía más capaz y lucida para tomar una decisión. -Vamos a tu habitación –me dijo convencida y sonriente- aquí la gente tiene una frase que dice “de perdidos al río” Subimos en el ascensor un poco cortados, mirándonos, serios, ella soltó una risita nerviosa y me tomo la cara con una mano y me beso en los labios. La habitación que a mi me aprecia un horror a ella no se lo pareció tanto, sobre todo el baño, completo con bañera, ella me dijo que si podía abusar de mi confianza y darse una ducha pues la necesitaba, sudaba mucho trabajando. -Que suerte tener un baños así, el de mi casa es muy pequeño, solo con un plato de ducha. Recordé que llevaba en la bolsa de aseo unas sales de baño y le dije: -Lo he pensado bien, no te vas a duchar aquí Ella me miró seria interrogándome con la mirada como si hubiera hecho algo que me hubiera molestado. No le di tiempo a preguntar, zanje su preocupación en la siguiente frase. -Te voy a preparar un baño de princesa, tu prepara algo de beber del minibar mientras yo te lo apaño- también descubrí en mi neceser, no sé que hacia allí, una vela de color amarillo. -No puedes entrar hasta que yo te llame- le avise desde el baño. Abrí el agua caliente un potente chorro, la gradúe la temperatura hasta que me aprecio correcta y justo donde caía el agua iba echando abundante gel de baño a la vez que removía el agua con la mano con lo que conseguí una espesa espuma sobre el agua, cuando el nivel del agua superaba la mitad de la bañera, encendí la vela, apague la luz del baño y la llamé: -¡Lily! Ya puedes venir Ella se asomó tímida a la puerta del baño y sonrío radiante cuando vio la luz tenue y el baño repleto de espuma, de forma espontánea nos abrazamos y besamos, me encanto su boca, su lengua, su sabor, el grosor de sus labios que mordí con dulzura, pero era el olor que emanaba de su cuerpo lo que me volvía loco, nos separamos y le dije que se tomara las cosa con calma, sin prisa: -Disfrútalo, yo veré un poco la tele. Y la deje sola en el baño con la puerta entreabierto, me puse ropa cómoda, un pantalón de chándal y una camiseta, me fume un cigarrillo y espere paciente, después entre en el baño, Lily, ensimismada, dio un pequeño respingo al verme, sorprendida, le sonreí y le lance un beso al aire, ella respondió con una sonrisa. Encendí la televisión mientras la oía salir del baño y el ruido del secador de pelo unos minutos después, tímidamente asomó con una toalla liada en el cuerpo, su abundante melena negra recién lavada lucia salvaje, esbozaba un amago de sonrisa, entre la timidez y la complicidad. Me quedé boquiabierto, la toalla ajustada a su cuerpo marcaba una silueta realmente atractiva, su trasero que me había pasado casi inadvertido bajo sus ajados vaqueros apretaba la toalla, sobresalía, de perfil ofrecía la vista que debe de ofrecer un culo como Dios manda, bien puesto y en su sitio, y nuevamente me puse nervioso y tembloroso, nuevamente presentir que podía ocurrir algo, que iba a ocurrir algo entre nosotros, titubeando, con el deseo rogándome que me acercara y ella y la conciencia frenándome, fue ella la que con una hermosa sonrisa tomo la iniciativa, nos besamos, con nuestras lenguas buscándose, fue un beso largo, kilométrico, donde se fundían el deseo y la complicidad, a pesar del olor a limpio, a gel de baño, ese inexplicable fragancia que me subyugaba prevalecía, invadía mis sentidos, no me quería alejar, tentado de despojarla de la toalla y tenerla desnuda ante mi me contuve, yo estaba vestido, así que la tome de la mano y la invite a ir a la cama y ahí si, ahí el nudo de la toalla se deshizo y esta callo sobre la cama, Lily me ayudó a quitarme la camiseta porque yo me quede embobado, durante diez años el único cuerpo desnudo que había visto, en vivo y en directo, era el de mi esposa que era delgada y con poco pecho, el físico de Lily era generoso, su melena negra y rizada, sus pechos llenos y redondos coronados por abultados pezones marrón oscuro, su coño, oculto por una pelambrera negra, rizada y poblada que ascendía hasta su ombligo, sus muslos gruesos, sus pantorrillas estrechas y un culo redondo, sobresaliente, su piel fina poblada de vello oscuro, en sus brazos, sus axilas, a las que disimuladamente acerqué la nariz para aspirar su aroma, era la primera vez que estábamos juntos, que nos prodigábamos caricias y besos pero parecía que lleváramos en ello toda la vida, compenetrados, fluidos, me empeñe en sus tetas, fantásticas, duras, las bese y amase, chupe sus pezones que respondieron con dureza, a Lily le gustaba, gemía sin cortarse: -No sé lo que me pasa contigo -me dijo- normalmente soy muy cortada en la cama, sobre todo la primera vez. -Yo soy igual pero estoy contigo como no he estado nunca con una mujer –y dicho esto me armé de valor baje de sus tetas besando y lamiendo su vientre soplando y besando la zona de vello bajo su ombligo hasta llegar a su pubis, aparte el pelo que tapaba el tesoro y me encontré con un coño fantástico, con dos gruesos labios marrones y un clítoris victorioso, del tamaño de una perla, aspire y me impregne de esa fragancia animal que me enervaba, de ese olor a hembra que había sido el motivo por el que me había pasado por el forro las convenciones y mis pretensiones de marido fiel, la fragancia de su coño fue la responsable de una de las erecciones más soberbias y salvajes de mi vida, pase mi lengua por su raja, la penetré con la lengua, le di chupaditas a sus labios y me empeñe en el clítoris que respondía erecto y duro a las caricias de mi lengua, Lily me tomaba de la cabeza y la apretaba desbocada contra su coño, su olor, su sabor, me resultaban hipnóticos, comí coño como pocas veces lo he comido y como pocas veces lo he disfrutado, su fragancia era adictiva, su mojada abundante, su pelambrera estaba pegajosa, la parte interna de sus muslos brillantes de néctar derramado, tenía la mandíbula desencajada pero seguía comiendo coño, chupando y lamiendo su clítoris, sus labios, penetrándola con los dedos, sintiendo como después de su primera corrida los orgasmos sobrevenían continuados, como estiraba sus piernas, apretaba mi cabeza y gemía profundo y ronco anunciando su venida, un torrente de zumo de coño que degustaba con un ansia y un placer que pocas veces en mi vida he vuelto a experimentar. Me incorporé a su altura y la bese con autentico amor, sus ojos negros brillaban delatando los efectos de su placer y sonreía, la chica que me había parecido del montón se me ofrecía ahora a los ojos hermosa, deseable, una diosa norteafricana que se estaba saltando conmigo los tabúes de su pérfida y represora cultura musulmana al igual que yo me estaba pasando por el forro de los cojones todos los tabúes de la pérfida y represora cultura católica. Recuerdo aquel beso, aquel abrazo, el roce de sus pezones duros en mi pecho, sin desprenderme del beso me situé sobre ella, entre sus piernas, no tuve que ayudarme de la mano para dirigir mi polla a su objetivo, como si tuviera un sonar en el prepucio mi verga atinó a la primera en su objetivo, entrando en un coño más que cálido, caliente, jugoso, apretado, exquisito, cuando la penetre en su totalidad ella suspiro con cierto alivio y comenzamos un lento y sinuoso movimiento de follada, estaba en el cielo, después he tenido la suerte de experimentarlo con otras amantes pero no es una cualidad muy extendida en ellas y mucho menos una condición innata, el cascanueces le llaman los franceses, la habilidad, en este caso innata y en la mayoría producto de un entrenamiento específico, de una mujer para controlar los músculos internos de su coño y aplicar a la polla que le penetra la presión adecuada para aumentar el placer y el gozo del hombre, pocas veces he tenido tanto autodominio en una situación sexual, quería amarla, darle placer, darle lo mejor y me sentía fenomenal pues a pesar de la excitación y la calentura que la experiencia me proporcionaba me sentía con una plenitud inédita, entregado a recibir placer y darlo, de disfrutar de un cuerpo afín que reaccionaba, casi telepáticamente, a mis estímulos como yo reaccionaba a los suyos, la sensualidad disparada, nunca una acción tan básica, tan ancestral meter y sacar la polla del coño, el coito, había tenido para mi una dimensión tan erótica, tan espiritual, una verdadera comunión de los cuerpos, modulábamos el deseo, acelerando o atenuando el ritmo de la follada hasta que Lily derramó sus jugos en mi polla empapando mis pelotas, salí de ella con la polla brillante y lubricada, apenas unos segundo empleó Lily en recuperarse de sus orgasmos y complacida y complaciente acerco mi polla, brillante por su néctar a su boca y la mamó como una experta, pajeando el tronco y chupando con ganas la cabeza, le avise de mi urgencia: -¡Me corro! Apretando mi polla con la mano la saco de su boca, mi corrida fue una erupción, la leche salía disparada, a su cara, a su pelo, a sus pechos, mi verga sufría convulsiones orgásmicas mas que placenteras, una sensación única, imborrable en mi memoria. Con una gracia propia de las mejores amantes, moviendo su esplendoroso trasero, Lily se fue al baño y se metió en la ducha, yo le seguí y me metí con ella, no quería dejarla, quería tenerla junto a mi, quería amarla, quería acariciarla, besarla, olerla, bajo el chorro de agua de la ducha, abrazados como dos adolescentes. Volvimos a la cama y charlamos, confidencias de dos conocidos con almas gemelas, me sorprendió contándome que siempre le había dado un poco de asco chupar polla y que sin embargo conmigo le había parecido tremendamente excitante, que había actuado, por primera vez en su vida, como vio que mamaba polla una actriz porno en una peli que vio, que los escrúpulos habían desaparecido, abrazados, cuando mi polla en un tiempo inusualmente corto recupero su erección, una más que notable erección, ella tomó la iniciativa, yo quede tumbado en la cama y Lily se subió a horcajadas sobre mi, nuevamente no fue necesario manipular nuestros órganos sexuales para que se encontraran, sentí los labios de su coño besando la punta de mi polla y como mi verga era acogida en el interior de Lily, un coño perfecto, el refugio mas acogedor que mi polla ha encontrado, el mejor anfitrión. Reanudamos la follada lenta, cariñosa, Lily se movía felina sobre mi, dejando caer el peso de su cuerpo en mi polla para que la penetración fuera total y haciendo movimientos circulares y de vaivén sobre mi, el paraíso en la tierra, nos besábamos, chupaba sus pezones entregado, sintiendo como mi polla vibraba en su coño y cuando la penetración era total sintiendo ese estimulante apretón de los músculos de su vagina, el ritmo tranquilo, el sonido de mi polla chapoteando en el coño encharcado de Lily, han pasado mas de veinte años y su recuerdo sigue indemne, aun aspiro el aire esperando encontrar ese olor de mujer, odor di femina, que me hizo alcanzar el éxtasis con una mujer desconocida, Lily saco mi polla enhiesta de su coño y comenzó a juguetear con ella a la entrada de su culo, nueva sorpresa, hacia mas de una docena de años que mi polla no visitaba un culo, tuve una novia aficionada el sexo anal, después mi esposa se había negado tajantemente a que le penetrara por el culo, ahora con toda naturalidad la cabeza de mi polla ya había abierto el culo de Lily sin apenas dificultad, solo con la lubricación de sus jugos y penetraba en su angosto y estrecho agujero, cuando Lily se dejó caer sobre mi polla y esta le penetró hasta la raíz comenzó a mover su cabeza y su cuerpo como en una letanía mística y comenzó unos movimientos sensuales que me transportaron al mas cálido universo del placer, sus pezones estaban a reventar, desafiantes, los ofrecía a mis labios mientras arreciaba la follaba y Lily botaba literalmente sobre mi verga, discretamente la vi tocarse el clítoris, nunca había visto a una mujer actuar con tal confianza en la cama y yo tampoco lo había hecho, no había fronteras, estábamos unidos, éramos uno, mantuvimos la postura hasta que note un poco cansada y le ofrecí cambiar. Lily se puso a cuatro patas y un poco mas y me da un infarto, su culo moreno, redondo, duro, elástico, fantástico, precioso, con una raja oscura que acababa en su coño peludo, sus labios magníficos asomaban en esta posición entre la pelambrera rizada y negra, apunte la polla en su ojete palpitante y la penetre, ella colaboró en todo momento haciendo la entrada de la polla en su culo mas placentera y rápida: -Dame duro cariño, ahora estoy a punto. Podía sentir su mano que manipulaba su clítoris y mis pelotas mientras yo embestía en su culo, sus gemidos, su entrega, una enculada de ensueño a una mujer que la gozaba, su mojada no se hizo esperar y nuevamente el olor me llevó al paroxismo, su orgasmo disparaba fragancias que me capturaban, que me entregaban, que me exaltaban, me corrí en su culo, mientras ella abriendo y cerrando su receptáculo ordeñaba mi rabo como una maestra del sexo, como una diosa, recibiéndome en sus entrañas, ella cayo tumbada boca abajo y yo sobre ella, oliéndola, lamiéndola y besándola, la luz del día asomaba entre las cortinas de la ventana, así nos quedamos dormitando, después de lado, con mi polla dentro hasta que la pérdida de su dureza facilito el desalojo. Me desperté sobre las diez de la mañana, sin atisbo alguno de remordimiento, solo sensación de plenitud que se vio acrecentada cuando observé el plácido sueño de Lily, nunca una mujer me había parecido tan hermosa, nunca había tenido la certeza al despertar de estar con la mujer que me podía hacer feliz, con la que mejor me había compenetrado, con la que mejor había follado, mis besos y caricias la despertaron en el momento justo en que ya situado entre sus piernas mi polla ingresaba en su coño, abrió los ojos encantadora, me regalo una sonrisa y emprendimos la mas sabrosa follada mañanera de mi vida, apreciamos que llevábamos toda la eternidad juntos, un polvo maravilloso. Nos duchamos juntos, tristes y felices, felices por lo vivido, tristes por la separación: -¡No quiero dejarte! -le dije convencido -No me hagas promesas que no puedes cumplir -me contestó. Yo era un hombre casado, poco experto, un tipo normal sobrepasado por los acontecimientos, ella una chica de familia musulmana humilde, todas las convenciones sociales actuaban en nuestra contra. Nos despedimos sin besarnos a la salida del hotel, respeto y discreción, verla partir, con sus vaqueros raídos, con su jersey de lana pasado de moda, en mi alma algo se quebró, no intercambiamos direcciones, teléfonos, no eran tiempos de móviles y email, lamentablemente. Mi matrimonio fue para mi a partir de ese momento y hasta mi divorcio una trampa social, ahora sabía lo que era amar y no fue por amor por lo que me case sino obligado por la situación y las convenciones sociales. Un mes pase debatiéndome en lo mas profundo de mi ser, un día armándome de valor llené el deposito del coche y me planté en Algeciras, Lily, su olor, su sonrisa, sus pezones y forma natural y sana de tratarme estaban impregnados con tinta indeleble en mi mente. El bar donde trabajaba estaba cerrado, pregunte a los vecinos y a los comerciantes cercanos, nadie sabía nada, el bar donde trabajaba cerró sus persianas definitivamente un par de semanas después de mi encuentro con Lily, nunca mas la vi, nunca mas supe nada de ella.

Autor: rabolucion69 Categoría: Infidelidad

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Amigos con derecho en el trabajo

2019-12-22


Este va a ser mi primer relato de esta índole, espero les guste. Edgar es un técnico en publicidad, trabaja en una empresa de venta y su principal tarea es visitar a sus clientes y organizar los productos de su marca. Él es un tipo normal, alto con algo de sobrepeso, nada fuera de lo común. Su jefe un tipo que siempre se la pasa al teléfono cuadrando cualquier negocio, su día a día es rutinario, despierta temprano, nunca le ha costado levantarse a primera hora, se levanta sin despertar a su esposa ni a su hijo, que en la madrugada camina a la cama de sus papas, va al baño, se sienta a leer relatos eróticos y se hace una paja de costumbre. A sus 40 años es algo que hace todos los días que va a trabajar. La vida sexual en casa es lo que se definiría normal. Una o dos veces por semana, a veces una vez por semana, a veces cada 15 días. Todo depende del ánimo de ambos. Luego una ducha rápida, se viste toma sus cosas y sale al trabajo. Si no tiene que salir a hacer alguna visita, en el trabajo será simplemente vaciar información, hablar con los compañeros. Al finalizar la jornada se retira a su casa. De vez en cuando le daba el aventón a la secretaria del jefe, una señora se 40 años, que en su momento debió ser un monumento, y que ahora conserva unos grandes senos operados, una cara risueña unas grandes piernas y nalgas, y por el descuido, un vientre algo abultado. Las conversaciones de regreso del trabajo eran normales, las parejas, los niños, el salario, etc. Un día ella llegó con un cuento que no iba a creer. Ella cuenta que para el día de las madres la empresa le regaló un masaje relajante en un local cerca del trabajo. Al llegar al sitio la atendió un señor, dice ella que contemporáneo, que la atendió educadamente. Le dio una toalla y le dijo que se desvistiera y que se acostara boca abajo en la camilla. Me dice que el masaje fue súper relajante, con música y hasta olores a incienso. Pero que debido al roce de las manos del masajista empezó a sentirse más caliente de lo que esperaba. Cuál fue su sorpresa que al momento de masajear sus piernas las manos iban subiendo poco a poco hasta rozar su vagina. Cosa que la puso tensa pero no dijo nada. Las manos del masajista bajaban y subían suavemente por su cuerpo, frotaban fuertemente sus piernas, rozada la parte baja del cachete de sus nalgas, haciendo que ella suspirara, el masajista apretaba en las zonas donde sentía la tensión y pasaba suavemente las manos por el interior de sus piernas, acercando los dedos cada vez más a su vagina que quería ser tocada. El altercado paso un par de veces más y ella sintió que se mojaba y que empezaba a gemir suavemente, relajándose y entregándose a las sensaciones. Hasta que en el último intento ella cerró las piernas, que de pronto pensó en que esa era una invitación de la oficina y que no podía seguir haciendo eso. Así que se terminó el masaje y ella se vistió y se fue con el cuerpo relajado pero con la mente y su vagina pidiendo sexo. Al contarle, Edgar se la imaginó desnuda sobre una camilla disfrutando como le hacían el masaje. Y tuvo una erección. Al estar sentado pensó su amiga no se daba cuenta. Sin embargo, Emilce, como no tenía que fijar su mirada en el camino, pudo observar el bulto en el pantalón que iba creciendo cada vez con cada detalle que daba del relato. Luego de ese relato las conversaciones entre ellos cambiaron a un punto más sexual, mas picante, primero con lo habitual de sus encuentros, luego con lo que le gusta y lo que no. Un día Edgar decidió no llevar auto al trabajo ya que tenía que hacer unas visitas y el parking era una tortura. A media mañana suspendieron las visitas por una reunión de trabajo. Al finalizar la jornada le dijo a su amiga que podrían irse juntos caminando un buen tramo para evitar el congestionamiento del transporte público, así siguieron hablando. Una parte del trayecto pasaron por una zona conocida por tener más número de moteles. - Oye Edgar - dice Emilce - deberíamos aprovechar y pasar por uno de esos moteles y poner a prueba todo lo que hemos hablado. - Deja de decir tonterías - dijo Edgar - Recuerda que soy casado y conoces bien a mi esposa. No tientes mira que ganas no me faltan de probarte. - Tu esposa no se va a enterar - respondió con una sonrisa pícara - o por lo menos no de mi. ¿Qué pasa, te gusto? - si quieres entramos y te demuestro las ganas que te tengo desde el cuento del masaje. Ambos rieron, ella lo tomó de la mano y entraron a un motel. Sin pensarlo mucho, pagaron la mitad cada uno. Luego siguieron a la habitación que le asignaron. Al entrar se miraron nerviosos. - Primero quiero que sepas que lo que acá pasa acá se queda - Dijo Emilce.- Así que quédate tranquilo que tu esposa no se va a enterar. - Vale, quiero que sepas que quiero que esto no joda la buena amistad - Dijo por otro lado Edgar - sabes que eres mi amiga y confidente para muchas cosas. - Tranquilo, si quieres hacemos un pacto, nos damos la mano y decimos nada de romper la amistad y nada de ponerse celosos. - Hecho - Dijeron ambos dándose la mano. Ambos querían darse una ducha por separado, el entro primero luego ella. Al salir se sentaron en la cama con las sabanas hasta la cintura, esperando quien empezaba. Fue Edgar quien dijo: - Voy a romper el hielo de una vez. Y se lanzó a sus piernas, quitó las sabanas y metió su cabeza entre sus piernas. Lo que encontró le sorprendió bastante. Tenía la vagina completamente depilada. Él la tomó por los muslos le dio un seco beso en los labios de la vagina. Ella se quedó mirando a Edgar, no podía creer que le iban a hacer sexo oral, nunca le ha gustado como los hombres hacen eso. Pero se dejó llevar. Edgar lamió sus labios, un par de veces hasta que Emilce fue abriendo las piernas poco a poco para darle cabida, ya al haber lamido repetidas veces los labios tenía ese manjar expuesto ante él. Así que la tomó de sus muslos y metió sus cabeza de lleno por en la vagina, taladrando el clítoris con su lengua, de vez en cuando bajaba a la entrada de su vagina y metía la lengua hasta donde pudo. Pudo sentir como su boca se llenaba de jugos con un sabor exquisito. Con las manos tocaba piernas, torso, esos senos operados, llegó a pellizcar un pezón. - Ey, no - Decía Emilce entre suspiros y gemidos - Me duelen después que me puse implantes. Apriétame fuerte los senos me gusta más. Edgar no respondió, siguió en lo suyo. Hasta que Emilce en un suspiro dijo. - Mi turno Empujo el rostro de Edgar. Hizo que se parara y sentada en el borde de la cama tomo su pene le bajo el prepucio y lo engulló. Edgar Gimió de placer. Con una mano bajaba y subía desde la base del glande hasta el rozar el pubis, con la otra masajeaba lentamente los testículos. Edgar con ojos abiertos como platos solo lograba gemir por lo bajo y seguir viendo como le hacían el mejor oral que le hayan hecho. La lengua de Emilce daba vueltas por su glande. Hubo un momento en que ella puso las manos sobre su torso, él tomó su pene con una mano y con la otra marcaba el ritmo. Ella apretó sus nalgas y luego rozó su ano. Edgar apretó las nalgas por la sorpresa. - Déjate llevar - dijo Emilce - te va a gustar. Pero Edgar aprovecho que la había soltado para acostarla en la cama y penetrarla diciendo. - Si sigues con el oral me vas a hacer acabar y quiero sentir que tan caliente tienes la vagina. Ella abajo, subió sus tobillos a los hombros de él y disfrutó el bombeo por un rato. Luego ella dijo que quería estar arriba, lo cabalgó mientras magreaba sus senos. Ella se quedó arriba y le dio la espalda. El disfrutaba jalando el cabello. Después de un buen rato cambiando de posiciones entre perrito, ella arriba de lado y ya bien sudados ella dijo que la penetrara de misionero y que le avisara cuando iba a eyacular. El subió la revolución del bombeo y le aviso entre gruñidos - Me vengo - Vente papi - respondió Emilce Se vació dentro con todo lo que tenía acumulado con un gruñido - no te pares sigue papi. El dio unos rápidos bombeos que lo llevaron al éxtasis que no había sentido cuando escucho un gran gemido y sintió que lo apretaban fuertemente. Con una respiración entrecortada se dieron un tierno beso corto en la boca y se separaron para respirar mejor. Continuará...

Autor: Cefiro86 Categoría: Infidelidad

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Historias de Centroamérica parte 1

2019-12-10


Hola me llamo Vanesa tengo 38 años soy de un país de Centroamérica tengo 2 hijos uno de 4 y otro de 10, 20 años casada con Roberto él tiene 44 años alto y de contextura gruesa fue me segundo hombre y con el conocí los placeres del sexo bueno eso creí hasta q me paso lo q estoy a punto de contarles. Soy piel blanca estatura mediana tengo el cabello castaña hasta la mitad de la espalda, algo rellenita pero sin barriga por herencia de mi madre soy tetona pezones gruesos y caderas anchas piernuda pero lo q más resalta de mi son mis nalgas, grandes ,redondas ,anchas y macizas tengo problemas con los pantalones siempre me cuesta encontrar mi talla o por lo menos uno q no se me rompa por lo ajustado de atrás de pequeña tuve complejos pero con los años se convirtió en mi mayor orgullo y hasta aprendí a sacarle provecho a mi marido nunca le gusto q me afeite así q por complacerlo tengo un triángulo delineado pero bien poblado vellos súper largos y rizados en la colonia donde vivo las vecinas a pesar de disimular siempre les noto la envidia ya q hasta sus maridos se babean por mi y me echan miradas q Devoran pero nunca tuve la necesidad de ser infiel siempre tuve buen sexo con Roberto y por mi estatus social. Vivimos en un residencial pequeño de clase media todos los vecinos nos conocemos en especial a Don José un hombre de 40 años de estatura mediana bien parecido siempre bien arreglado y perfumado, trigueño calvo algo gordo y barrigón casado con patricia tienen un hijo de 10 años amigo del mío el es dueño de la única tienda en el residencial un mini súper q siempre estaba bien abastecido el se dedicaba a la tienda mientras su mujer trabaja en una maquila como gerente de 7 am a 7 pm. Mi marido no lo soportaba y a veces hasta sentí q por envidia siempre me decía q era un pobre gordo aprovechado q se sentía más de lo q era. A mi me caía mal por q a parte de creído siempre me piropeaba cuando la tienda estaba sola y me miraba las nalgas de una manera muy pervertida nunca le dije a mi marido para evitar problemas yo simplemente lo ignoraba y mantenía distancia. Las malas finanzas y el estilo de vida q teníamos nos llevo casi a la ruina teníamos la suerte de tener casa propia pero el dinero cada vez alcanzaba menos y los gastos no paraban Roberto tenía un primo en Estados Unidos quien se ofreció ayudarlo con el dinero para q se fuera mojado por las fronteras, yo no estaba de acuerdo pero el insistía q sería algo temporal y por nuestro bien. Al final embarco su viaje al norte y me dejo una buena cantidad de dinero mientras el llegaba y conseguía trabajo, la noche anterior tuvimos buen sexo le dimos rienda suelta a la pasión a el le encantaba ponerme en cuatro y darme por el culo cosa q yo disfrutaba mucho me decía lo afortunado q era al tener una mujer como yo con un culo majestuoso grande me decía q parecía una porno star de Brazil, me hizo prometerle de mil maneras q seria fiel y q esperaría hasta q el volviera cosa q prometí entre llantos. Pasaron las semanas y su ausencia se notó los vecinos preguntaban y los hombres no perdían tiempo para insinuar algo pero siempre los mandé a la chingada a los hijos de puta, por su parte Don Jose se hizo presente ya q su mujer era mi amiga y le contó Don José: Vanesa ya me enteré de lo de Roberto cualquier cosa q necesite estamos a la orden con mi mujer. Yo: gracias lo tomaré en cuenta yo creo q ya en estos días llega y todo va estar bien. Me sentía muy deprimida lo extrañaba mucho sobre todo el sexo siempre andaba ganosa, paso un mes y recibí una llamada de Roberto me dijo q estaba en México D.F. Y q estaba bien q pronto salían a la frontera. Pasaron 2 meses y el dinero comenzaba a bajar comencé a pedirle fiado a Don José con toda la vergüenza del mundo, pero para mi sorpresa él siempre se mostró amable Don José: Vanesa llévate todo lo q necesites lo apuntamos en la libreta pero por favor todo bajo discreción no se lo digas ni a mi mujer ok! Yo: muchas gracias te lo agradezco y no preocupes seré muy discreta yo tampoco quiero caer en chismes te prometo q te pagaré. Don José: tranquila yo confío en ti todo le saldrá bien a Roberto. A partir de ahí entablamos una pequeña confianza sus piropos me daban gracia siempre me decía q me veía bien cada día me ponía más hermosa de lo q era, q tenía un cuerpazo de una brasileña q me imaginaba en traje de baños q seguro me robaba las miradas yo sabía q se refería a mi culote pero me hacía la sonsa q si él hubiera sido Roberto ni loco me deja sola cosas así y claro siempre lo pillaba mirándome las nalgas de una forma muy pícara, morbosa deseando poseerlas pinche gordo q se creía me aguantaba por la necesidad... pasaron 4 meses y Robert estaba preso en una cárcel gringa y cada vez tenía menos dinero y mi deuda en la tienda iba en ascenso me sentía desesperada y Don Jose me decía siempre q mantuviera la calma q él me apoyaría en todo lo q pudiera la verdad me sentía bien tener este hombre cerca de alguna manera aun sabiendo q me deseaba y sus miradas morbosas q me tenía q aguantar, a los 5 meses paso la razón de este relatos. Fui a la tiendas por más cosas no tenía nada en la nevera y mi hijos no tenían para sus snack en el colegio. Don José: hola Vanesa Yo: hola Don José como está? vengo por unas cosas q necesito le dije tímidamente y con mucha vergüenza Don José: uy vane me da mucha pena contigo pero la verdad la cuenta ya va por $1,000 necesito un pago por lo menos La revisé y en efecto estaban todas las fechas y mi firma. En ese momento sentí q el mundo se me cayó pensé en mis hijos y en el desgraciado inútil de mi marido.. no sabía q hacer me sentía muy avergonzada. Yo: por favor mis hijos no tienen q llevar para el colegio te prometo q te pagaré el doble cuando mi marido salga y trabaje. Don José: lo siento Vane pero es mucho dinero y necesito un pago o alguna manera q me puedas pagar para poder darte más Yo: si quieres puedo ayudarte en la tienda de verdad te prometo q te pagaré Se acercó a mi me tomó de la cintura y me miró a los ojos jamás olvidaré esas palabras Don José: tu eres una mujer muy hermosa, ninguna vieja de estas ni mi mujer te llegan a los pies no tienes necesidad de pasar por estas crisis por los caprichos de tu marido, tu te mereces todo, si quieres yo olvido la cuenta y te doy todo lo q me pidas. Yo: de q hablas? Yo no soy ninguna puta yo amo a mi marido Don José: y de q te sirve se fue para el norte y te dejo a tu suerte por su mala cabeza y no saber cuidar lo q tiene, yo te doy todo olvido la deuda y te sigo dando todo pero a cambio quiero q seas mi mujer! Nadie tiene por q enterarse. Bajo su mano y me acarició una nalga para luego apretarla sutilmente y me besó el cuello Yo: suéltame yo sabía q algo querías por eso cambiaste de actitud yo amo a mi marido y no caeré en esa bajeza te voy a traer hasta el ultimo centavo desgraciado, q te crees? Me miro serio y me soltó. Don José: como quieras el dinero tráelo cuando quieras pero si quieres más ya sabes la condición puedes volver cuando te decidas, no seas pendeja tu marido al llegar se va buscar otra vieja y tú pasando necesidad por hacer la casta. Me fui furiosa pinche gordo q se creía... al llegar a mi casa me sentía frustrada recibí una llamada era mi esposo pero decidí no decirle nada el idiota me dijo q su caso estaba retrasado y q lo más seguro era q tardía un mes más o dos . Eso me desespero más cuando colgué lloré de furia el inútil de mi marido me hablaba de lo más tranquilo y yo con mis hijos pasando necesidades yo no quería me daba asco el gordo pervertido ese pero pensé en mis hijos y en lo q José me dijo y seguro tenía razón mi marido al salir seguro se buscaba otra vieja y yo pasando necesidades por hacerme la decente. Esa noche no dormí pensando en la propuesta y decidí aceptarla por mis hijos por sus bienestar. Al siguiente me bañe me depile toda y le di forma a mi vello púbico como de costumbre mucho perfume me maquille me puse un Jean ajustado q marcaba mis nalgas y una blusa escotada q dejaba ver mis tetas Al llegar don José casi se le salen los ojos Don José: hola vanesita q hermosa te vez, te vez muy rica con esa ropa cada día me gustas más! Pensaste bien las cosas? Yo: sí lo pensé y acepto solo te pido q guardes discreción y q mantengas tu palabra no quiero problemas con tu mujer y yo creo q ni tu con marido Se acercó no había nadie en la tienda me tomo por la cintura y me beso el cuello y por encima de mi busto al mismo tiempo q apretaba y amasaba mis nalgas me dio un beso y les juro q me daba asco sentir ese pinche gordo manoseándome pero tenía q se fuerte y salir de mi crisis por mis hijos. Don José: ay mamacita q rica estas no sabes cuanto llevo esperando este momento de hacerte mía a mi no me engañas esa cara de puta no te la quita nadie pero yo me voy a encargar q no te falte nada ni tu buena ración de verga q ya te debe estar haciéndote falta nadie va saber nada, ok. Lo vamos hacer muy discreto nadie lo sabrá. Me dijo q al siguiente día tenía q ir a buscar mercadería q nos encontráramos en el centro del mercado cercano a las 9 am y q llevara ropa interior sexy q íbamos a tener todo el día para estar juntos ya q mis hijos y el suyo salían a las 3 pm de la escuela. Al siguiente día me prepare me puse ropa sexy como me lo pidió me puse una tanga blanca q se perdía en mis nalgotas y un bra q me apretaba las tetas y las hacía ver más grandes un pantalón de tela bien ajustado y una blusa, Llegar lo esperé en el punto acordado los hombres me miraban y me decían cosas pervertidas pinches cretinos hasta q el llego puntual me subí a su carro y fuimos a un hotel pago 4 horas pinche gordo lo voy hacer venirse rápido pensé . al entrar al cuarto el me seguía y me daba nalgadas y me las apretaba tenía q aguantar si quería acabar con mi crisis Me tomo de la cintura y me comenzó a besar parecía un pulpo me tocaba toda, me besaba y me metía la lengua yo solo cerraba los ojos y me dejaba llevar .. lentamente bajo el cierre de mi pantalón y acaricio mi cuca por encima de la tanga la verdad tanto tiempo sin sexo me comenzaba a calentar la falta de sexo me traicionaba pero seguía teniendo asco Don José: q Rico Vanecita estas muy rica pinche culo está muy grande la tanga se te debe perder entre esos grandes cachetes uyyy y la cuca q rica la tienes peludita como a mi me gusta ahora si me permites este pantalón me estorba para todas las cosas q te quiero hacer jeje Me quito la blusa y el bra y me mamaba las tetas muy rico con una lujuria me Jalaba los pezones con lo labios pero seguía fingiendo haciéndome la seria luego bajo mi pantalón poco a poco me besaba el cuello mientras se deleitaba con mis nalgas me lo bajo hasta la mitad y me jalo la tanga para q se me metiera en la nalgas tipo hilo luego lo bajo hasta quedar en Pantie me miro como una diosa y no era para menos tengo cuerpaso los pelos de la cuca se me salían por los lados de la tanga y mi culo se veía enorme Don José: wow Vanesa q rica te vez de ahora en adelante no te va faltar nada yo te lo voy a dar todo te lo juro este culo va ser mío y solo mío Mientras se arrodillaba y me daba beso en la cuca por encima del pantie luego me giro y me mordía las nalgas las besaba y pasaba la lengua me acostó y me bajo el pantie lentamente se lo llevo a la nariz lo olió y me vio con ojos de lujuria y deseo me fue besando uno a uno los dedos de los pies luego subía con su lengua por mis pantorrillas y mis piernas se sentía muy rico hizo los mismos con ambos pies y luego con su lengua se fue acercando a mi cuca. Don José: ay mamacita te voy a coger bien rico vas a ver q te va gustar Me abrió las piernas de extremo a extremo jamas me había sentido tan expuesto y mucho menos a otro hombre q no fuera mi Marido hasta q sentí como pasaba su rostro por mi cuca me besaba los pelos restregaba su rostro en ellos de pronto sentí su lengua y sus labios en mi cuca dándome un mamada increíble no podía disimular lo hacia muy rico tenía mucha práctica intentaba cerrar las piernas y me las abría más y me jalaba fuerte el clitoris y lo soltaba lentamente con lo labios pasaba su lengua por la división hasta llegar al culo me lo chupeteaba todo me metía la lengua dentro del ano subía a mi vagina y me daba lengüetazo de una manera muy rica y rápida Yo: ahhh uhhhh ayyy q me haces? Me retorcí y me apreté las tetas, pude sentir claramente como me vine y el lo noto ya q siempre he mojado mucho Don José: ven quiero q me la mames quiero ver como la mamas chiquita Me puse de cuclillas en la cama le quite la camisa y vi parte de su cuerpo obeso y su gran barriga le baje el cierre y cuando le baje el bóxer me quede sorprendía tenía la verga algo peluda pero bien larga, un poco delgada era doble de larga de la de mi marido y los huevos eran gordos y grande Yo: wow la tienes bien grande, se la medí con ambas manos jamás pensé q tuviera la verga tan grande. Él sonrió y me la fui metiendo a la boca poco a poco le daba pequeñas mamadas y me la iba metiendo poco a poco toda hasta q choque con sus pelos nunca había visto una verga así la tenía muy rica y grande se la mamaba como nunca a nadie le chupaba la cabeza como si fuera un bombón. Don José: ay q Rico yo sabía q eras una maestra en la materia sigue sigue chupame los huevos ahhhh Me puse en 4 para q me viera el culo tan grande q me cargo y se la mamaba fuerte el me apretaba los labios de la vagina con sus dedos como midiendo el grosor y me metía dos dedos estaba muy mojada y afanada mamandosela con mucha maestría sentí como me abrió el culo y me escupió el ano y me fue metiendo un dedo pare y le dije q por ahí no pero por dentro me moría de ganas q me diera por el culo pero no le pensaba dar ese gusto al gordo de José Don José: a ver Vanesa a lo q venimos te quiero meter la verga hoy vas a saber lo q es q te metan una buena verga cuando te la meta toda Me acosté de misionero me fue abriendo y se acomodó tenía la verga bien parada sentí como entro y la fue empujando poco a poco la metió toda con mucha calma sentí como me tocó la matriz para q ambos sintiéramos la penetracion yo estaba muy mojada tenía meses sin sexo y sentir esa gran verga me tenía excitada hasta q llegó hasta el fondo me abrió todo lo q pudo y sentí su barrigota en mi vientre me la fue metiendo cada vez más rápido para ser gordo movía muy rápido la cintura sentía muy rico estaba admirada la tenía súper larga estaba gozando mucho no pude más y se lo dejé saber Yo: ohhh siii q rico sigue ahhh Don José: q rico estas bien mojada ahhhh Luego paro se acostó y me dijo q lo cabalgara a estas alturas estaba muy caliente y entregada me apretaba las nalgas las amasaba y me daba unas fuertes nalgadas me mamaba las tetas comencé a moverme muy rápido en círculos vi por el espejo como mis nalgas rebotaban como gelatina se veían enormes le daba mucho placer al gordo lo bese muy rico me desconocía estaba bien caliente la verdad... me puso de lado y me daba fuerte Don José: no mames Vanesa q grande tienes el culo tienes la cuca muy rica y mojada ahhh Yo: tu también tienes la verga bien rica y grande ayy sii q rico me coges dame más duroo ahh luego paró y me la saco Lo mire desconcertada pero luego imagine lo q quería Don José: a ver chiquita ponte de perrito quiere ver ese culo en 4 llevo años deseándolo y no pienso desaprovechar esta oportunidad Puse mi pecho contra la cama pare las nalgas lo más q pude y me las abrí con ambas manos y le pregunté así? Sii me respondió me puso la verga entre las nalgas ufff q grande ahora entendí por q se creía tanto luego se puso en cuclillas y me la fue metiendo poco a poco me penetraba muy rico jamás pensé disfrutar tanto y me agarro del pelo y me daba duro me soltaba fuertes nalgadas de pronto sentí como me la metió toda solté un fuerte gemido y me vine estaba cansada y agitada mi respiración eras cortos suspiros Luego me abrió las nalgas y me mamaba el ano muy rico y me metía un dedo mientras bajaba a mi vagina y me jalaba fuerte el clitoris luego subía a mi ano y me lo penetraba con la lengua disfrutaba mucho este gordo era muy superior a mi marido en experiencia y en tamaño de verga Yo: ahh q rico me mamas el culo ahhh. Me vas hacer venir otra vez anda vente conmigo Don José: q ricas tienes las nalgas bien grande y tienes el ano algo abierto yo se q te gusta el sexo anal anda déjame metertela un poquito por el culo no seas así, te va gustar Yo: ok ... a todo eso el ya tenía la cabeza en la entrada de mi ano ahhh siiii despacio ahhhhh ayyy despacio me metió la mitad y comenzó a penetrar lento pero sólido Don José: q rico tienes el culo bien apretado té va quedar bien abierto cuando te la meta toda Comenzó a penetrar más fuerte me daba nalgadas me tenía de la cadera podía sentir como poco a poco me metía más y más la verga llegando a lugares q mi marido nunca llegó ni llegaría la tenía bien larga sentía como si me estuvieran metiendo una manguera delgada en el ano .. recibía cada embestida con el culo bien parado Don Jose: ahh q culo más tragón yo sabía q te iba gustar ahh me vengo me vengo ahh Solté un fuerte gemido cuando me la empujó toda ahhhhh pinche gordo tenía la verga bien larga y rica jamás había disfrutado tanto sentí uno a uno cada chorro de semen la cabeza del pene le palpitaba tenía los ojos en blanco las piernas me temblaron y tuve el rogamos mas fuerte de mi vida no conforme me la empujó un poco más para llenarme todo el intestino de su semen . Me la saco poco a poco sentí el ano súper abierto como si faltara algo plop sonó y sentí como su semen bajaba por mi vagina Don José: q Rico tienes el culo me encantas ahh q Rico me vine lo disfrute mucho no sabes cuantas ganas te traía condenada este culo debe ser mío y solo mío Yo:yo también me vine muy rico me sorprendiste eres muy bueno en la cama y tienes la verga bien grande q afortunada tu mujer jaja Don José: tu también eres muy buena y esas nalgas están bien ricas.. afortunado yo de tener el culo más deseado del residencial ninguna de esas viejas está tan rica como tu, ni mi mujer y cumpliré mi palabra Nos besamos me abrazo y fuimos baño ah asearnos el me lavaba la cuca y las nalgas mientras yo le lavaba la verga y los huevos regresamos al cuarto me seque.. ya todo había acabado y me había gustado mucho hasta podría decir q quería el segundo round justo cuando me pensaba poner el pantie el me detuvo y me abrazo por la espalda Don José: espera Vane por favor quédate otro rato todavía tenemos tiempo anda no seas mala deja q se me pare otra vez Me daba besos en el cuello y me acariciaba el cuerpo muy rico la verdad es q yo también tenía ganas de seguir cogiendo lo bese y le apreté la verga Yo: está bien pero para q esperar a q se te pare si yo te la puedo poner dura otra vez Lo bese y fui bajando hasta llegar a su pene se lo mame como nunca quería ponerlo duro otra vez mientras lo hacías le preguntaba si le gustaba y el no lo pensaba dos veces para decirme q si, le dije q tenía muchas ganas q me penetrara y poco a poco cogió fuerza hasta ponerse dura otra vez.. fuimos a la cama y está vez no tuvo piedad me cogió bien Rico y duro por mis dos huecos cogimos fuerte estábamos muy excitado y sudados jamás había disfrutado tanto el sexo, mi vine varias veces me puso en cuatro y me daba duro por el culo y por la cuca salía de de un hueco para entrar en el otro me la metía toda y me la sacaba de un golpe se sentía muy rico gemía y gritaba como loca el gordo cogía más rico de lo esperaba disfrutaba mucho todo lo q me hacía hasta q se vino y me dejo la vagina llena de semen Nos cambiamos me fui en taxi hasta mi casa y cumplió con su palabra mantuvo mucha discreción y nunca más pase necesidades por q el se encargaba de satisfacerlas todas pero eso es algo q luego les contaré. Continuará...

Autor: comechocho Categoría: Infidelidad

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La viuda Fernanda

2019-12-08


Ella tenía más de 5 meses de haber quedado viuda, Fernanda quien fuese mi compañera de secundaria, había quedado viuda empezando el año y su vida se había vuelto un poco complicada. A veces le ayudaba con algunas cosas ya que aparte de ser mi compañera de secundario nos volvimos amigos al salir de la misma, notaba mucha tristeza en su entorno, la verdad me sentía muy mal por lo que pasaba, tan mal que su hermoso cuerpo pasaba desapercibido para mí, incluso varias ocasiones me quede solo con ella hasta la madrugada, pero no pasaba por mi cabeza nada erótico ni sexual. Pero tarde o temprano uno va notando las cosas que están a su alrededor y es que Fernanda luce espectacular, su color de piel blanco, sus nalgas firmes y grandes, unas tetas medianas y firmes, todo eso acompañado por minifaldas, pantalones ajustados y licras, me empezaban a despertar el instinto salvaje que vive en mí. Cierto día fui a su casa ayudarle con sus cortinas, ya que quería cambiar las cortinas de sus cuartos, ella lucia espectacular, una blusa escotada color amarillo entalladísima, una minifalda café y sus sandalias mostrando sus hermosos pies, ¡la verdad se veía riquísima! F: ¡Muchas gracias por ayudarme! L: ¡No tienes nada que agradecer, para eso estamos! F: ¡Espero no causarte problemas con tu mujer! L: Para nada, Lety esta consiente de la situación que vives, además somos amigos de hace tiempo, ¡no pasa nada! F: ¡Son un amor! La tarde s eme fue en estar ayudándola y en mirar sus hermosas piernas y fantasear un poco, pero bueno solo era eso, fantasear ya que ella estaba de luto y yo no quería ser ¡imprudente! L: Bueno corazón listo, ya está listo todo, ¡ahora me tengo que ir a cenar algo! F: Ah, ¡es que te preparé una cena e incluso abrí un vino espumoso para cenar! L: ¡Bueno nena, cenemos y después me iré a casa, deja aviso a Lety para que no me espere y siga en lo suyo! Cenamos muy rico y luego charlando empezamos a acabarnos el vino, ya ambos estábamos mas y más pegaditos, ella se recargaba en mi contándome sus penas, pero yo estaba más atento a las caricias que me daba con sus pies. Al ver su fragilidad mi mano comenzó a recorrer sus piernas, de su rodilla para abajo y a sus muslos, ella no me decía nada, de hecho, se recargaba más en mí, ¡pegando sus tetas a mi brazo! F: ¡Hay Luis, no sabe cómo necesito cariño! L: Pues aquí estamos amiga, ¡para apoyarte! F: ¿Eres o te haces? L: ¡Jajá, es que no entiendo! F: ¿En serio? ¿Tú el don Juan número uno que conozco, no me entiende? L: ¡Guau! En serio? ¿Pero que no estas de luto? F: Si lo estoy, pero la necesidad es la necesidad y antes de que pierda con cualquiera, ¡mejor con un amigo como tú! Una vez ella termino de hablar inmediatamente nos comenzamos a besar muy apasionadamente, el beso francés enrollaba nuestras lenguas con sabor a vino, mis manos acariciaban su espalda bajando por su cintura y llegando a sus duras nalgas, ¡Fernanda ponía su mano en mi verga y la acariciaba suave frotándola muy rico! F: ¡Luis, te tengo ganas desde hace tiempo! L: ¡Y yo a ti, ven vamos a tu cama! F: ¡Mejor aquí, en este sofá, quiero respetar esa cama aun! L: ¡Como digas hermosa! Nos fuimos al sofá cama de su sala, ahí le quite su blusa dejando sus tetas al aire para mí, también le quiete su falda y su tanguita, la recosté en el sofá y lleve mi lengua por todo su cuerpo, desde los dedos de los pies, pasando por en medio de sus nalgas, su cuello y sus ojos, mi lengua recorría completito el sabor de ella. Le abrí sus piernas y mi lengua empezó a saborear su vagina húmeda por las acciones anteriores, mis manos también masajeaban los labios y el clítoris de la nena, ella cerraba sus ojos y gemía de placer, la miraba mientras me comía su concha y le apretaba las tetas, ¡con mis dedos hacia presión en su clítoris y mi lengua ya follaba la concha húmeda de la nena! F: ¡Agh, sí que rico, esto es maravilloso! L: ¡Nena sabes a gloria! F: Síguele bebe, ¡síguele! L: ¡También quiero que me lo chupes nena, quiero que me mames la verga! Me despoje de mi pantalón y mi trusa, nos acomodamos en un 69 casi sentados y empezamos con el oral, Fernanda mamaba riquísimo, lamia la cabeza la succionaba y la mordía mientras sus manos apretaban mis testículos, ponía sus tetas cerca de mi verga lo cual me hacía sentir riquísimo, luego de golpe la tragaba lo más que podía hasta casi ahogarse en ella, ¡yo le besaba y mordía las entre piernas y seguía fallándola con mi lengua! L: ¡Fer que rico mamas! F: ¡Ya me hacía falta esto y una como la tuya más! L: ¡Devórala nena, devórala rico! F: Ya te quiero dentro, ¡te quiero sentir! La recosté sobre el sofá y le abrí las piernas como compas, la penetré suave mientras nos besábamos, le mordía sus tetas para acompañar mis movimientos, ¡ella cerraba los ojos y me apretaba las nalgas para moverse al ritmo de mis penetradas! Levante sus piernas e inclinándome hacia atrás la embestí fuerte, el choque de mi pelvis con sus nalgas me decía que ya la tenía bien empalada, Fenarda gemía y me pedía más, que le diera más, de hecho, ¡en un momento menciono que ni su difunto marido le daba este placer! ¡La puse de pie y subí su pie al sofá, ahí la tomé de la cintura y fue testigo de cómo entraba y salía, yo la tenía durísima y eso la hacía gemir más, le encantaba tenerme dentro, me decía que la tenía grande y que nunca había tenido una así dentro de ella!, nos besábamos nos mordíamos, ¡le apretaba las nalgas y le daba de nalgadas! F: ¡Ah, uf, que dura, así bebe, así! L: ¡Estas riquísima, con razón lo tenías loco! F: ¡Y tú me tienes loca ahora, uhm, así que rica verga, así! L: ¡Date tus entones, empálate sola nena! Me senté en el sofá y Fernanda de un solo impulso metió mi verga en su concha, comenzó a sentarse de manera riquísima, también cabalgaba muy bien haciendo hacia atrás, yo apretaba las tetas, le apretaba los pezones, ella más se levantaba y se dejaba caer, ¡estaba disfrutando de una viuda necesitada! L: Mamacita así que rico, ¡que rico coges! F: Tú también, envidio a tu mujer, ¡se rumora que son swingger y si lo son no la culpo por querer compartirte! L: ¡No hagas caso a lo que dice la gente, tu solo disfruta nena! F: ¡Agh, si dámela, que rica verga! Ella se empino en el sofá dejándome sus ricas nalgas bien parditas las cuales abrí y la penetré fuerte, apoyándome del sofá la embestía con fuerza, ella gritaba gemía y también se movía, sentía riquísimo lo que ella hacía, ambos nos meneábamos en la sala de su casa, no me importaba que su marido alguna vez también fue mi amigo, ¡solo quería darle lo que necesitaba la viuda! F: ¡Agh, me matas, ugh, me voy a venir, me voy a venir! L: ¡Agh, uf, yo también nena, dios! Nos venimos juntos mojando todo el sofá, ella se vino en un squirt y yo saque muchísima leche, el orgasmo era maravilloso, ella quedó perdida en el sofá y yo en el suelo reposando la rica parchada. Después de reposar y tomarle unas cuantas fotos, salí de su casa, desde ese día somos más que amigos y todos los viernes voy en las mañanas a cogérmela rico, ahora ella tiene una nueva relación, pero sigue dándome su rico cuerpo. lf065347@gmail.com

Autor: Esposos(LyL) Categoría: Infidelidad

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Tenía que ser

2019-12-08


No era odio lo que sentía por mi cuñado... tuvo que pasar lo que los dos sabíamos desde hacia mucho. Hola me llamo Tina, 48 años, casada y con una hija, tengo una tienda de ropa de moda, me encantan los trapitos, siempre voy muy arregladita… y muchas veces provocativa, me gusta que los hombres me miren, uno de ellos es mi cuñado, cuando tiene la ocasión que estamos solos me dice lo guapa que voy y lo buena que estoy y en más de una ocasión hasta me roza las tetas o el culo al pasar mientras me lo dice al oído sin que nadie se dé cuenta, y aunque no nos llevamos muy bien tengo que decir que él tampoco se queda atrás , ya que es muy guapo y está muy bueno también aunque yo por supuesto nunca se lo dije , pero bien lo sabe él ya que las mujeres también lo miran mucho, una mi amiga Lucia, me decía que estaba como un tren y que con el sí que le pondría cuernos a su marido y por cómo se miran cuando se ven alguna vez, estoy casi segura que efectivamente le puso los cuernos a su marido. Voy a escoger colecciones de ropa muchas veces a Barcelona y siempre me lleva mi marido o mejor dicho nos lleva ya que siempre me acompaña otra amiga que también tiene una tienda de lencería, vamos y venimos en el día. En uno de los viajes que teníamos programado mi marido no nos podía llevar ya que tenía un viaje por su trabajo también, y le pidió a mi cuñado que nos llevara que así se quedaba más tranquilo, a mí no me hacía mucha gracia pero no había otra alternativa. Íbamos en carretera y a mitad del viaje llamaron a mi amiga que tenía que regresar porque su hija se había puesto enferma; así que la dejamos en una estación y nosotros seguimos, yo cabreada y nerviosa porque me quedaba sola con mi cuñado y a saber que pasaría en aquel viaj. Mi cuñado tiene los mismos años que yo y su mujer también, es la hermana de mi marido y nunca nos llevamos bien; salíamos todos juntos en la misma pandilla y nunca me acostumbre que fuera siempre el centro de todo por su personalidad y encanto…como decían todos, supongo que sería envidia y supongo que con mi cuñado discuto mucho por no haberme escogido a mí y terminara casándome con mi marido dos años más joven que yo y al que quiero mucho porque es muy bueno conmigo y con mi hija además de muy trabajador. Llegamos un poco tarde a Barcelona, buscar un billete de vuelta para mi amiga nos retrasó bastante así que cuando llegamos no pude hacer todo lo que tenía pensado y además me llamó el distribuidor para decirme que tendríamos que solucionarlo al día siguiente, total que no había más remedio que hacer noche con lo que buscamos un hotel para esa noche. Mi cuñado se encargó de reservar una habitación para cada uno después de llamar a su mujer para decírselo y yo a mi marido. Teníamos toda la tarde por delante sin nada importante que hacer así que le dije a mi cuñado que iba aprovechar para ir de compras ofreciéndole que viniera conmigo respondiéndome que sería mejor que fuera sola ya que si no terminaríamos discutiendo y no quería molestarme, se iría a dar una vuelta y a tomar algo… igual hasta ligo, me decía riéndose, pensando yo que no le sería nada difícil; bueno de verdad, me voy a tomar algo tranquilamente algún bar musical a relajarme hasta la cena, si te apetece que cenemos juntos claro , si no, pues nada, , me avisas con lo que decidas, chao y se dio la vuelta alejándose mientras lo miraba. Me quede pensativa, algo se removía dentro mí, me extraño que desde que nos quedamos solos no me dijo ni lo guapa que era ni lo buena que estaba y creo que lo echaba de menos, tanto que mientras miraba su precioso culo según se alejaba me empecé a sentir muy celosa, subí a mi habitación a por unas cosas y no dejaba de pensar y fantasear con él y decidí no ir de compras sino que lo llamé y le dije que había cambiado de idea y que me apetecía tomar algo con él a no ser que le estropeara los planes de ligue, le dije riéndome a lo que el respondió que si iba con él ya no necesitaba ligue, aquello me calentó definitivamente y salí hacia donde estaba, era un bar musical muy bonito y con buena música, a él le encanta la música. Pedimos unas copas y hablamos de cosas sin importancia sin darnos cuenta que no parábamos de hablar y reír. El bar era grande y muy acogedor empezó a llegar mucha gente y nos sentamos en un rincón muy cómodo, me di cuenta que había poca luz y me recordó cuando éramos críos siempre buscábamos un sitio así en la discoteca para morrear y meternos mano y aquello me removía más aun por dentro, Se levantó a por otras dos copas y aunque yo ya estaba algo mareada me apetecía mucho, cuando le vi volver a la mesa me di cuenta de cómo dos chicas lo miraban y hablaban de él sonriéndole una de ellas y haciéndole un guiño, me puse celosa como una leona y cuando se sentó a mi lado mire a la chica muy fijamente aunque ella no se molestó mucho ,seria porque no nos veía como una pareja y me puse muy furiosa conmigo mismo notándolo y preguntándome que me pasaba, le dije que si no había visto a la chica y me dijo que sí, cual es el problema? no estarás celosa…la chica no deja de mirar cree que no somos pareja le dije; pues desengañémosla, que no pierda el tiempo me decía mientras veía su cara acercarse a la mía para besarme y acariciarme una teta con mucha suavidad por el costado, estuvimos más de un minuto comiéndonos la boca, cuando se separó de mí la chica ya no estaba, me abalancé sobre él y esta vez fui yo la que le comió la boca mientras le desabrochaba dos botones para meter mi mano dentro de su camisa y acariciar el bello su pecho mientras él acariciaba mi culo con una mano y con la otra mis tetas, nos separamos un momento para mirarnos y preguntarnos…? Nada. Fui yo la que le propuse ir al hotel, estaba muy caliente pero me dijo que más tarde que quería ir de bares conmigo y pasarlo bien antes. Fuimos a otro bar musical, y aunque había mucha gente nos instalamos en un rincón como pudimos, pedimos unas copas, la música estaba muy alta y nos teníamos que arrimar mucho para hablar con lo que aprovechamos para comernos a besos, a mi aquello me encantaba, era como volver atrás muchos años, aunque también estaba algo nerviosa entre la situación y las ganas de follar que tenia; le dije que necesitaba ir al lavabo y pasó algo muy curioso…al pasar entre tanta gente escucho una voz por detrás que me dice –que suerte tienes, era la chica que en el bar anterior le había hecho un guiño, me la quedé mirando celosa como una leona y le dije –ni se te ocurra arrimarte a él; aquello me calentó aun mas, incluso me sorprendí a mi misma al escucharme ya que no me acordaba para nada de mi marido, estaba como una perra en celo así que cuando llegue me puse a bailar rozando bien mi cuerpo contra él mientras me lo comía a besos mirando de reojo donde estaba la chica .Se sorprendió un poco con mi repentina actitud y se lo dije, le dije lo de la chica a lo que me respondió que llevaba mucho tiempo con ganas de follarme así que no iba a perder el tiempo con ninguna otra y que aquella noche me iba a follar como nunca nadie me habían follado, yo ya no podía más y se lo dije, le dije que quería sentir su polla corriéndose en mi coño, se sonrió y empujándome contra la pared en aquel rincón oscuro me besaba mientras metía la mano entre el calor de mis piernas susurrándome al oído lo mucho que lo estaba deseando. Salimos del bar y pedimos un taxi, nos fuimos al hotel a mi habitación por si mi marido llamaba…ya que es muy celoso y seguro que llamaba con alguna disculpa para asegurarse que estaba en mi habitación. Una vez dentro empezaron los fuegos artificiales yo quería aquella polla, ya en el ascensor le había quitado el botón del pantalón así que no me costó mucho al tiempo que me arrodillaba bajarle el pantalón y el slip –madre mía ¡¡ que preciosidad de polla ¡¡-no exagero , era más grande que la de mi marido y también más gruesa, levante la cara y mirándonos me preguntaba si me gustaba, la respuesta fue metérmela en la boca y chupar como una loca, después de unos segundos y sentir sus gemidos ,le volví a mirar a la cara riéndome yo ahora como la niña que consigue su caramelo mientras me decía lo puta que era…no daba crédito….tenía razón, nunca me había sentido así de puta, volví a sonreír y seguí mamando aquella hermosura, me hubiera gustado sentir la catarata de leche en la boca pero mi coño no paraba de decirme que él iba primero, me levante y …mierda¡¡ justo suena el teléfono , mi marido¡¡ joder¡¡¡ tenía que responder –hola que tal me dice, joder¡¡, si lo supieras bien pensé ; bien cariño y tú?, en ese momento siento la polla de mi cuñado por detrás meterse entre mis piernas, le aparto con cariño pero él sigue ufffff ¡¡ mi marido nota algo raro y me pregunta si estoy bien, -si cariño algo cansada de echo estoy en la cama a punto de dormir, me quedo horrorizada notando como coge aquel pollón y me lo restriega por el culo y por el coño como si fuera una brocha –madre mía ¡¡ por favor le digo con lenguaje mudo, y me la deja pegada en las cachas de mi culo apretándome contra él amasando mis grandes tetas mientras termino de hablar con mi marido ,intento despacharle pero se pone pesado con los detalles del pedido y encima me pregunta por mi cuñado….joder ¡¡ - está tomando algo por ahí ya lo conoces le dije, seguro que está tirando los tejos por ahí alguna, me dice ,sí, si supieras a quien se va a tirar , pensaba yo, mientras casi me corro con el morbo de aquella situación y aquella polla esperando que colgase el teléfono para meterse en mi coño ,-bueno cariño mañana hablamos que estoy muy cansada ,-vale que descanses y nos despedimos ;colgué el teléfono con desesperación y arrastré a mi cuñado hasta la cama ,yo creo que antes de que mi espalda se acomodara en las sabanas ya tenía media polla dentro del coño , el grito de placer que dimos los dos cuando de un golpe entro toda hasta los huevos fue brutal, me corrí casi al momento acariciando su espalda y su culo que no paraba de bombear mi coño, me besaba, lo besaba, me lamia las tetas , las mordía, yo mordía su cuello sus orejas, se paraba, me miraba fijamente, lo miraba suplicando su leche volvía a bombear con aquella fuerza que tenia, le suplicaba que se corriera ya dentro de mi coño, al momento lo sentí rugir como un león cubriendo a su hembra ,madre mía que espectáculo ver aquel macho follar con aquella fuerza ,nos corrimos entre gritos de un placer que nunca pensé que fuera a sentir apretando su culo y notando los espasmos mientras nos besábamos y le decía que tenía razón, nunca nadie me había follado así, después de un rato se salió de mi y se tumbo a mi lado, me incorpore sobre él y mamé muy despacio y con deleite aquella preciosidad de polla hasta dejarla limpia y reluciente, que rica, se notaba las ganas que me tenia …seguía dura y eso me gustaba, me gustaba que aquel macho me deseara tanto, yo a él también así que me subí encima y me la clavé toda empezando a cabalgarlo mientras me daba palmadas en el culo y me decía lo puta que era…me volvía loca, me hacia bajar a besarlo y me comía las tetas mientras acariciaba la entrada de mi culo con los dedos, me volvió a poner erguida y metía los dedos ahora entre su polla y mi clítoris…estaba como loca ,gritaba de gusto, le decía lo bueno que estaba y lo bien que follaba, me iba a correr otra vez cuando de un giro me tumbo a un lado y me dio la vuelta poniéndome a cuatro patas ,que bueno, era lo que me faltaba ya que aquella postura me encantaba también, saque mi culo hacia atrás y sentí entrar su dura polla, cogió mis carderas y me tranquilizo un poco ya que yo estaba como una perra, y nunca mejor dicho, me susurraba lo mucho que le gustaba estrellarse contra la suavidad de mi culo, hacerme sentir sus huevos bien pegados a mí y pararse con ella bien metida dentro; joder¡¡¡qué bien lo hacía todo el cabrón, en un momento que estaba parado con su polla hasta el fondo me ordenó, sí, me ordenó que me la sacara y me la metiera yo sola balanceando mi cuerpo adelante y atrás y así lo empecé hacer sintiendo un placer inmenso y notando el gusto que le estaba dando, me sentía una mujer especial, la mejor del mundo, la más feliz; sentía cada centímetro de aquel hombre entrar y salir de mi coño , de repente aceleré el ritmo y al poco los suspiros se trasformaron en el rugido que me anunciaba otra deliciosa descarga de leche, nos corrimos otra vez entre mis gritos y sus rugidos, ya tumbados en la cama sin casi aliento descansamos un rato abrazados y besándonos. Intentábamos dormir un poco pero yo no podía, miraba a Miguel entre la poca luz que entraba por las cortinas, su desnudo torso con la sabana tapándolo discretamente, tire suavemente de la tela y apareció aquella preciosidad adornada con sus grandes huevos ,los acaricie con una mano mientras me la metí en la boca, me encantaba notarla creciendo y poniéndose dura hasta tener que sacarla para chuparla mejor ya que era muy grande, le lamia los huevos y el culo y se la acariciaba mientras me la pasaba por mi cara me encantaba notar su calor, su suavidad, sus marcadas venas, su gran capullo. Sentía como se removía, me empezó acariciar la espalda y el culo, metió su mano entre mis piernas las cuales se abrieron instintivamente para notar sus dedos acariciar mi húmedo coño mientras yo mamaba y mamaba sin parar. Me apartó ligeramente y me besó, sin dejar de mirarme a los ojos, hizo que me acomodara boca arriba mientras se metía entre mis piernas, nos miramos sin decirnos nada, era un momento precioso y no pude evitar dar un pequeño grito de placer mientras su polla entraba hasta el fondo otra vez juntándose nuestras lenguas. Acariciaba sus hombros su espalda y su culo mientras me bombeaba suavemente en un misionero perfecto se paraba un momento con ella bien metida y nos mirábamos otra vez sin decir nada yo sentía los latidos de su corazón a través de su polla,me acariciaba el culo mientras lamia mis tetas, no teníamos prisa por corrernos el momento era perfecto, lo sabíamos, otra vez me bombeaba sintiendo el agradable golpeo de sus huevos no podía evitar que se me escapara algún grito de placer incluso le llame cariño más de una vez apretando su cuerpo fuertemente contra el mío mientras sentía su agitada respiración. Ahora era yo la que le hacía parar con la polla bien mentida hasta el fondo sujetando su culo como queriendo que me metiera también los huevos, nos miramos un segundo y nos mordíamos la boca el cuello las orejas jadeando como dos locos desesperados , aparto su cara de la mía, agachó su cabeza para lamer mis tetas se incorporó y mirándome se empezó a mover dándome un golpe de riñones que casi me la saca por la boca haciéndome ahora dar un grito monumental, ya no podíamos parar más, se apoyó con sus codos en la cama para dejar mi cuerpo revolverse debajo del suyo , me corrí gritando como una loca sintiendo los golpes de sus huevos contra mi culo a punto de vaciarse dentro de mí, él tampoco podía esperar más, se dejó caer y apretando fuerte mi culo se corrió haciéndome gritar otra vez de placer sintiendo perfectamente sus golpes de abundante y caliente leche; sudorosos nos apretamos fuerte y nos besamos sonriendo y jadeando de inmenso placer. Nos dimos una ducha juntos acariciándonos y besándonos sin apenas hablar aunque sabíamos que tendríamos que hablar, el momento era ese y no hacía falta nada más …ya hablaríamos, dormimos un poco y al día siguiente regresamos . Mientras conducía hablamos de lo bueno que había sido, tendremos que hacerlo más veces, nos decíamos sonriendo pícaramente, metiéndonos mano y claro que lo seguimos haciendo, incluso antes de terminar aquel viaje.

Autor: salisburi Categoría: Infidelidad

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Primera infidelidad (oral)... con mi jefecito

2019-12-06


Mi jefe me anima a que seamos amantes y sellamos la idea mamándosela en su coche. Me llamo Ingrid, tengo 45 años, tengo un hijo (le llamaré Toño, no es su nombre real) y soy divorciada hace ya muchos años. Salgo con alguien hace poco más de cuatro meses y desde hace unas semanas mientras estábamos calentando motores con un rico faje, empezó a preguntarme sobre algunas experiencias mías; que si había cogido con algún compañero del trabajo, que si había cogido con algún jefe, que si las había dado para conseguir algún contrato –tengo un negocio de organización de eventos para empresas, aunque ocasionalmente doy servicio a particulares- que si era muy cogelona en la prepa o en la universidad, que si le fui infiel a mi ex esposo…en fin. A partir de esa ocasión casi siempre me hace preguntas o me dice que le cuente alguna experiencia –se caliente un chingo- así que decidí escribirlas y publicarlas; de hecho supe de la página por él. Espero se calienten, especialmente tú, mi cabroncito. Espero les gusten. Los últimos meses de mi matrimonio –ya habiendo decidido el divorcio- vivíamos en la misma casa, pero ya cada quien en su recámara; evidentemente eso nos dio mucha libertad a ambos para comenzar a salir con otras personas. Yo no quería una relación, de hecho tardé un par de años en tenerla, pero sí quería salir y pasarla rico; la verdad es que mi aún esposo tenía como dos años que no me tocaba, por eso y porque le descubrí una infidelidad, es que yo le fui infiel. Pero contaré eso en otra ocasión; por ahora les contaré la primera vez que fui infiel con mi jefe de aquel entonces. Trabajé en dos empresas que organizaban eventos, antes de independizarme y abrir mi propio negocio; esta experiencia es de cuando trabajé en la primera de ellas. Por más que me esforcé para mantenerme atractiva después de haber sido mamá (a los 25 años), mi esposo (Carlos) nunca me hizo caso como cuando éramos novios y recién casados; después de nacer nuestro hijo, sólo ocasionalmente teníamos relaciones. Eso me deprimió y me descuidé mucho, subí muchísimo de peso, hasta que una amiga me convenció de empezar a cuidarme de nuevo, a quererme; y así, con dietas y mucho ejercicio, logré ser atractiva otra vez. Poco a poco, comencé a darme cuenta de que no le era indiferente a otros hombres, uno de ellos era mi nuevo jefe en la empresa. Como ya me sentía segura de mi y de mi cuerpo de nuevo, empecé a usar ropa que mostrara mis atributos; caderas un poco anchas, pompis paraditas y un buen par de bubis. Mi jefe (Raúl) comenzó a verme con mayor insistencia y a piropearme todo el tiempo; con cualquier pretexto me llamaba a su oficina, me decía que me quedara horas de más para revisar eventos, logística…y me llevaba constantemente a supervisarlos o a hacer visitas de inspección. Yo poco a poco llevaba ropa que mostrara un poquito más; falda corta o pegadita pero con abertura alta, blusitas pegaditas o con escote, blusas con un botón abierto de más, en fin, ya saben. Me encantaba provocarlo. Un día decidí ir un poco más coqueta que de costumbre y me puse una falda larga blanca pegadita y medio transparente, obvio un calzoncito pequeño y una blusa blanca también, dejando algunos botones abiertos, dejando ver mis atributos. Ya que no tenía coche, me iba en taxi al trabajo y el chofer no dejaba de echarme ojo al escote por el retrovisor; yo disimuladamente abría más la blusa para deleitarlo. Eso empezó a calentarme y ponerme en el mood adecuado para provocar a mi jefecito en el trabajo. En la oficina éramos dos chavas (Caro y Andy) que eran asistentes, tres gerentes (Jorge, Roberto y yo) y el director, Raúl, que lo había puesto la dueña. Todo el día sentí la mirada de los hombres y las chaves me decían: “Te pasas, Ingrid; se te ve todo!” “Se quedan todos pendejos viéndote jajaja” “Te co…men con la mirada!”. Yo me hacía la sorprendida, como que no me hubiera dado cuenta de que se me transparentaba la ropa, ni de las miradas de Jorge, Roberto y Raúl. En la tarde, casi para salir, mi jefe me llamó a su oficina para revisar la logística de un evento. Entré a su oficina y en la mesa de trabajo –a lado de su escritorio- estaban los planos del salón y el material para trabajar en la planeación de la logística, por la forma en que todo estaba acomodado enseguida entendí que lo que quería era que le diera la espalda a su escritorio, así que me incliné para revisar el material y dejar que disfrutara viéndome las nalgas, viendo cómo se transparentaba mi ropa interior. Sentí cómo su mirada se clavaba en mis nalgas y cuando vino a revisar conmigo el evento, sus ojos no se apartaban de mi escote. Cuando acabamos de preparar el evento de ese fin de semana, me preguntó que si podía invitarme a cenar y luego me llevaría a casa; le respondí que sí, que sólo debía avisar a la niñera. Raúl – No se enoja tu marido? Yo – (Sonreí) No, no creo que le importe nada de lo que haga –casi pude sentir cómo se calentaba al ver lo disponible de su directora de logística-. Raúl – Pues avisa y nos vamos. Toda la cena fue puro coqueteo e insinuaciones cada vez más directas; desde un “hoy sí me dejaste sin aliento, buenos a todos en la oficina”, “cuando vayamos a ver clientes repite ese atuendo, o uno parecido, eh”, “cuándo nos damos una escapada para darnos una buena divertida”, “tú eres entrada, plato principal y postre, Ingrid”, “nada más te veo y palpito”, hasta llegar al “estás como para un affair”. Me dijo que cada vez le atraía más y que no sabía si se iba a aguantar mucho tiempo o cuando fuéramos de viaje a algún evento: “eres mucha tentación, Ingrid”. Cuando le dije que ya mi matrimonio estaba muy mal y que hacía meses que no tenía relaciones con mi esposo, incrementó su propuesta del affair y lo bien que la pasaríamos. Raúl - Yo sí te voy a atender como se debe, Ingrid. Yo – A poco tienes para las dos? Raúl – Separadas y juntas. Yo – Jajaja, ay, sí. Raúl – Lo comprobamos? Yo – Eres tremendo! Raúl – Ya verás qué tan tremendo; no estás como para dejarte ir viva. Yo – En serio? Y qué te gusta de mi? Raúl – Todo. Yo – Dime. Raúl – Me la pones dura, Ingrid…está difícil escoger…tienes una mirada muy cachonda, tus labios se me antojan un chingo y ni qué decir de tu trasero, está bien rico…y tus -señaló mis tetas con su mirada- se ven deliciosas; siempre saltan a la vista. Yo – Ah, sí? Raúl – Sí sientes cómo te comen con los ojos, no? Yo – Ay, en serio? Raúl – Cuando vamos a eventos, te encueran con la mirada, sobre todo últimamente. Yo – Por qué “últimamente”? Raúl – Te has puesto mejor que antes. Yo – Qué rico, no? Raúl – Eres canija, Ingrid. Yo – Ya que no la paso bien en mi matrimonio, me voy a divertir fuera de él, como yo quiera, cuando y con quien yo quiera. Raúl – Eres cabrona, mis respetos. Ya en el camino a mi casa, Raúl volvió al tema del affair. Raúl – Entonces qué, nos lo aventamos, Ingrid? Yo – Qué? Raúl – No te hagas…a poco no se te antoja? –me agarró la pierna-. Yo – Se me antojan muchas cosas, de cuál de ellas hablas? Raúl – Vamos a divertirnos rico. Yo – Amantes? O sólo me quieres llevar a la cama hoy? Raúl – Amantes, cómo sólo hoy? Yo – Y tu esposa? Raúl – En casita, igual que tu marido –me acarició la pierna, subiendo un poco su mano; eso me calentó muchísimo-. Yo – Entonces quieres cogerme muchas veces? –me desabotoné un poco más la blusa-. Raúl – Un chingo, Ingrid. Yo – Será? –le acaricié el paquete; estaba durísimo-. A ver si es cierto, eh. Raúl – Cómo no? Si estás deliciosa! –empecé a jalársela sobre el pantalón-. Yo – Ah, sí? A ver, cuéntame. Raúl – Te digo por qué estás rica? Yo – M-hm…quiero saber por qué me quieres llevar a la cama –su paquete se endurecía cada vez más-. Raúl – Tienes una mirada muy sexy, cachonda…se ve que eres una fiera en la cama…tienes un culo delicioso, te ha caído muy bien el ejercicio…y unas tetas de campeonato…no sé cómo tu esposo no te coge todas las noches. Yo – Tiene con quién quitarse las ganas…qué se te antoja ahorita, eh? –le pregunté mientras se la jalaba sobre el pantalón, yo moría por meterle la mano y tocársela, mamársela-. Raúl – Tú qué crees? –entonces le abrí el pantalón, metí la mano y se la saqué-. Yo – Uy, qué rica!! Quieres que te la mame? Raúl – Muero porque lo hagas, Ingrid –me incliné y se la lamí, tenía líquido preseminal en la puntita…lo lamí también, después empecé a mamársela-. Yo - Mmmmmmm…mmmmmm…mmmmmmmm…-él enseguida me acarició las nalgas, me desabotonó la falda, bajó el cierre y me las agarró delicioso; después de unos minutos metió la mano debajo de mi calzoncito-. Raúl – Ay, no jodas, Ingrid…que rico me la mamas. Yo – Mmmmmmm…mmmmmmmm…mmmmm…te gusta? Te gusta cómo te la mama tu directora de logística? Mmmmmmmm…mmmmmm…mmmmmm Raúl – Uy, sí, y está re buena, la canija –me agarró fuerte las nalgas- que rico tener una directora así? Yo – Así, cómo? Mmmmmmm…mmmmmm…mmmmmmmmmm…-sentí cómo el coche se detenía, supuse se había parado en alguna calle oscura en el camino-. Raúl – Así de caliente como tú, Ingrid…vamos a un hotel, quiero cogerte ya. Yo – No, hoy no…llévame después del evento –lo masturbaba- para que me cojas rico...mucho… Raúl – Mmmm…sí, quiero metértela! Yo – Quiero que me la metas bien rico…hace mucho que no me dan una buena cogida. Raúl – Te la voy a dar, Ingrid! –su verga palpitaba ya-. Yo – Se me antoja tenerla adentro…quiero que me cojas como una puta –le susurré- Raúl – Ay, sí…ay, no mames… -se vino en mi mano aunque salpicó un poco su coche; le embarré la verga con su semen mientras se la jalaba otro poquito- puta madre, me calentaste un chingo. Yo – Qué rico…así quiero que me calientas tú, eh –me incliné y le di un par de mamaditas más-. Raúl – Déjame tu calzón, Ingrid –me dijo mientras se vestía-. Yo – Qué??!! Por qué??!! Raúl –Recuerdo…y para jalármela oliendo tu panochita. Yo – Jajajaja...quieres que llegue sin ropa interior a mi casa? Raúl – No creo que le importe a tu esposo, no? Yo – Eres un cabrón pervertido –le dije mientras me quitaba mi panty, en ese momento me di cuenta de que estábamos a una cuadra de mi casa- no la friegues, Raúl, cómo te paras aquí??? Raúl – No te preocupes, no ha pasado nadie. Yo – Hay que ser discretos, no la amueles! Por cierto, dos condiciones; que no se entere nadie de la oficina y nada de celos ni esas tonterías, eh. Cada quien hace de su vida un papalote; tú te coges a quien quieras y yo también. Estamos? Raúl – Las cartas sobre la mesa…me parece muy bien. Entonces nos damos una escapada después del evento? Yo – Claro. Aquí te dejo lo que me pediste. Cuando entré a la casa mi esposo tenía unos minutos de haber llegado, estaba en la cocina tomando algo, lo saludé mientras me servía un vaso con agua y mientras salía de la cocina, me dijo: Carlos - Así te fuiste a la oficina? Sin ropa interior? Yo – Qué raro que lo hayas notado. Buenas noches. Carlos – Te ves muy bien…se te ve muy bien…todo –sentí su mirada en mis nalgas-. En cuanto llegué al cuarto le mandé un mensaje a Raúl: Yo - “Estoy muy hot” –para mi sorpresa me respondió-. Raúl – “Yo también; mientras te veía caminar a tu casa olí tu panty…se me volvió a poner dura”. Yo – “En serio?” Raúl – “Sí. Muero de ganas de probarte la panochita”. Yo – “Qué rico!” –comencé a desvestirme-. Raúl – “Así que estás hot?” Yo – “Sí, me dejaste muy inquieta”. Raúl – “Y qué vas a hacer para quitarte esa calentura?” Yo – “Pues…solita.” Raúl – “Por qué no te coges a tu marida; que vea lo que ya no se va a comer.” Yo – “Qué cruel eres jajajaja.” Raúl – “No se te antoja?” Yo – “Hace mucho que no lo hacemos”. Raúl – “Provócalo, no se va a resistir.” Yo – “Ok…mañana te cuento.” (ingridhot72@gmail.com)

Autor: Ingridhot Categoría: Infidelidad

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Mi familia es testigo de mi oscuro deseo

2019-12-06


Han pasado 8 meses desde que nació mi bebé y cada día mi obsesión por ser fecundada de nuevo esta vez por mi amigo de color Tony es más grande. En esta época de fin de año, mi familia suele tener varias reuniones de fin de año, en la más reciente, invité a Tony para que nos acompañara, mi marido estaba enterado ya de mi deseo de quedar embarazada de él, no opuso resistencia cuando llamé a Tony para invitarlo a la reunión, sabía bien que llegar acompañada de ellos dos sería como un aviso a la familia de que algo tramaba de nuevo. Zapatillas de tacón de aguja negras, minifalda negra de pliegues, blusa blanca y saco negro eran mi atuendo de la noche, mi esposo al verme así me felicitó por seguir siendo tan cachonda después de convertirme en mamá. Pasamos por Tony y al verme exclamó: -Mariela, que linda te ves!! Ruborizada como colegiala le agradecí el cumplido y decidí pasarme al asiento de atrás del auto con él. En cuanto arrancó mi marido el auto Tony se acercó a mí, acariciando mis piernas mientras me decía al oído: "He pensado mucho en lo que me pediste, de verdad quieres un hijo mío? Lo haremos si me aceptas como pareja para algunas reuniones y días especiales…" -Claro Tony!, te acompaño a donde quieras cuantas veces quieras!, abriendo mis piernas para darle acceso a su mano a mi velluda vagina mientras acariciaba su enorme tolete que deseaba tanto me penetrara muchas veces, te deseo mucho mi macho de chocolate! Sus manos abrieron mis piernas mientras yo me recargaba en el asiento acariciando su cara empezando a sentir la urgencia de ser penetrada por él… Levanté mis caderas para dejarlo bajarme la tanga y al terminar de hacerlo Tony me abrí la raja con las manos diciéndole: -ven! Métemela aquí amor! Mi esposo observaba todo desde adelante y dijo: -ya están calientes? -sabes bien que deseo mucho a Tony desde siempre, algún problema? -no, solo que apúrense porque ya vamos a medio camino… Tony se bajó los pantalones y se sentó recargándose en el asiento sosteniendo su enorme verga diciéndome: "Ven, es tuya Mariela, mámala" Rápidamente me lancé sobre su verga hermosa, empecé a mamarlo con lujuria mientras gemía y mi raja empezaba a mojarse de mis fluidos previos a la penetración… Adoraba a este hombre! Su verga negra era tan grande que apenas me cabía un tercio en la boca!, lo mame con lujuria y cuando me acomodé para montarlo un pensamiento cruzó mi mente: No solo deseaba que me fecundara, lo deseaba como pareja fija, como mi hombre permanente… Me divorciaría de inmediato si me pidiera casarme con él… Volteé a ver a mi marido y le dije: -lo quiero siempre, quiero un hijo con él y quiero estar con él todo el tiempo… me aceptas así? Viéndome en el espejo, mi marido dijo: -siempre he sabido que no eres mujer para un solo hombre, si así lo quieres así será! Acomodándome sobre la verga de Tony, empecé a bajar lentamente sintiendo como mi raja se abría recibiendo su pene inmenso… Siempre era como la primera vez, era tan grande que mi vagina sufría para recibirlo lentamente, empecé a gemir con cada CM que entraba en mi raja y lo besé con amor y lujuria, Tony entendió mi sensación y me abrazo fuertemente mientras metía su vergota hasta el fondo y empezaba a penetrarme rítmicamente… Mi mente giraba a mí mientras lo sentí empezar a llenarme de su semen hirviendo mientras decía: -Marielaaa… Me vengooo! -Sí, sí… Dámela amor, damelaaa!!! Seguimos moviéndonos como una pareja de baile que se conoce de años terminando nuestro primer palo del día… Dándonos un beso francés intenso mientras mi marido nos veía por el espejo retrovisor del auto llegamos a casa de mi tía donde sería la reunión…. Debe haber habido cerca de 40 personas, entre familia y algunos invitados de ellos, saludamos y nos mezclamos con la gente para empezar a convivir con ellos… La prima que le dio el ano a Israel en otra reunión previa, -publicado aquí- (Después de casada -parte 2) no perdía detalle de mi accionar con mi amigo de color, había varias mujeres muy guapas y cuando Tony me pidió ir a bailar, mi prima rápidamente se acercó a mi esposo y discretamente lo llevo a otro lado tomándolo de la mano… Mi mamá no me quitaba la vista de encima, en un momento en que me acerqué a la barra a pedir día tequilas para Tony y yo, se acercó rápidamente y me dijo: -Estás segura Mariela?, mira que todos ya se dieron cuenta de que lo ves con ojos de deseo… -Sí, lo deseo mucho, y él ya aceptó embarazarme, estoy feliz de darle un hijo de color y de que todos sepan que me coge un hombre de color tan guapo!, respondí feliz y sonriéndole. -Pues adelante!, sabes bien que te apoyo en lo que decidas -dijo mi mamá- y en una de esas le doy una probada también a tu macho negro… -Dijo riendo- solo para saber a qué sabe... jajaja Se alejó meneando las nalgas y entendí que también ella estaba dispuesta para la noche… Seguimos bailando y en un momento dado, me di cuenta que mi esposo y mi prima platicaban en un rincón de la sala muy entretenidos y muy cerca… Conociendo a mi marido, si mi prima lo dejaba, iba a intentar darle una buena cogida y parece que ella estaba de acuerdo por cómo lo veía y le acariciaba las manos… La música paró y mi prima anunció el inicio de los juegos de las velada, pusieron varias sillas en fila, encontradas una junta a la otra de manera que quedara una de frente y otra al revés, eran como 5 sillas y entonces tomaron a 6 parejas, mi esposo y mi prima, Tony y yo y mi mamá con un sobrino y tres parejas más de invitados… Era el tradicional juego de las sillas! Empezamos a bailar las mujeres alrededor de los hombres que estaban sentados en las sillas y al parar la música corrí hacia Tony y me senté en su regazo riendo mientras mi mamá se sentaba en mi esposo y mi prima con su primo adolescente… Al eliminar algunas parejas quedamos solo las tres: mi mamá y su sobrino, mi prima y mi esposo y Tony y yo… Tony y yo estábamos ya calientes… Sentía su tremenda erección cada vez que me sentaba encima de él… Entonces mi prima subió el nivel del juego y separó las sillas entre sí y nos indicó que ahora cuando la música parara tendríamos que sentarnos de frente a la pareja… Iniciamos de nuevo y me tocó sentarme frente a mi marido y a mí mamá con Tony mientras mi prima lo hacía con nuestro primo… Abrazando a mi marido moví las caderas como si estuviéramos cogiendo y el me abrazo también diciéndome: -estás preciosa! -Gracias! -Contesté mientras volteé a ver a mi mamá con Tony, noté la cara de ella de lujuria y vi cómo le movía las caderas también ofreciéndoselas a mí macho negro mientras él la tomaba de las caderas… Mi prima hacía lo mismo con mi primo y se veía contenta de estar ahí… La anfitriona detuvo de nuevo la música y dijo que si estábamos realmente dispuestos a seguir el juego hasta el final pasaríamos al jardín junto a la alberca en la parte de atrás de la casa… Volteando a vernos las tres parejas y decidimos seguir hasta el final… Los demás invitados empezaron a reunirse junto a nosotros y al salir al jardín, mi prima nos indicó que pasáramos a los vestidores para ponernos una sorpresa que había ahí. Sí éramos lo suficientemente atrevidos. Viendo a Tony me encaminé hacia el vestidor siguiéndolo con la mirada mientras él hacía lo mismo en el que estaba reservado para los hombres… Entramos las tres y había ya una cajita con el nombre de cada una de nosotras… Las tomamos y al abrirlas me quedé sorprendida, eran unos bikinis que dejaban atrás aquel que había usado en Cuernavaca en aquella reunión de familia (Fin de semana en Cuernavaca con la familia (final?)), Estaban realmente diminutos y eran totalmente transparentes aún sin mojarse!! Los tres eran blancos de la talla correspondiente para cada una de nosotras, mi mamá volteó a ver a mi prima y le dijo: -no tienes que hacerlo si no quieres… A manera de respuesta, mi prima empezó a desnudarse para ponérselo y nosotras hicimos lo mismo riendo satisfechas… El bra de estos bikinis era simplemente una tira que rodeaba los senos sin cubrir nada, dejaba a la vista los pezones totalmente y la tanga era un hilo que cubría solamente la raja dejando todo lo demás a la vista… Mire desconcertada a mí mamá preguntándole con la mirada que estaba sucediendo, está no era definitivamente una reunión de familia tradicional y entendiendo mi duda dijo en voz alta para que mi prima escuchará también: -Tu prima quiere iniciar en el mundo swinger y decidimos arreglar esta reunión para que parezca algo sin planear, los invitados que no son de la familia son swinger discretos que ella invitó para mezclarse con la familia y lograr que todo mundo se relaje, yo le ayude a organizar todo, por eso traje a tu primo, para iniciarlo en esto también, tú qué dices? -Preguntó a mi prima… -Que yo le entro a esto! -dijo ella terminando de ponerse el bikini y calzándose sus zapatillas altas… Se veía riquísima! Le dediqué una mirada de lujuria y así darse cuenta río y me dijo: -Yaaa… Que me vas a volver lesbiana!, devolviéndole la mirada recorriendo mi cuerpo con admiración… Mi madre se veía realmente cachonda! Sus piernas se veían muy bien y su velluda raja como la mía sobresalía de su bikini, sus senos se veían muy apetecibles y levantándose dijo: -vamos pues! Ya los hombres esperaban en las sillas que habían puesto de igual forma que en el salón donde estábamos antes, ahora estaban en un área de madera que pusieron sobre el pasto para que pudiéramos caminar nosotras sin problema… Tenían puesto un traje de baño como de competencia de natación lo que dejaba ver claramente la erección de ellos… Las miradas de las mujeres ahí presentes estaban fijas en Tony, su tremendo tolete estaba erecto al 50% ya y era suficiente para llamar la atención de ellas... Entre aplausos y chiflados de aceptación caminamos hacia donde estaban ellos, mi marido me vio feliz de saberme su esposa y volteó a ver a mi prima que se veía francamente deliciosa con ese bikini… Llegamos al centro del espacio junto a los hombres y la música comenzó de nuevo, me di cuenta de que varios hombres me veían con lujuria y me gustó ser motivo de su calentura en esos momentos, mi raja velluda estaba totalmente expuesta a la vista de mis primos y tíos ahí presentes, y Les dediqué una mirada sexy mientras nos poníamos en nuestros lugares, mi raja empezó a oler a sexo de manera tremenda igual que la de mi madre, ambas estábamos calientes, podía olerse a distancia ya los fluidos de ambas que estando calientes salían de nuestras velludas rajas… Continuará…

Autor: Ejecutiva MX Categoría: Infidelidad

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El deseo de su mujer

2019-12-06


Juan y Karla. Un matrimonio entrando en los 30's. A Juan siempre le gusto beber después del trabajo, con algunos amigos y... ¿Por qué no? Alguna compañía femenina, acompañando aquel brindis. Karla. Ama de casa; aun sin un hijo al cual cuidar. Su hermosa figura hacia que tuviera más de una invitación para darle cavidad a la acción corporal. Mujer que solo podía conformarse con las pocas caricias y besos en aquel cuerpo delgado, pero bien formado. La que aún no sabía lo que era un orgasmo; conformándose con ser penetrada por su marido; el cual no demoraba más de 5 minutos en terminar. Parecía que el romanticismo se había terminado para la hermosa Karla. El único consuelo en esos momentos de calor eran dos dedos y su mano acariciando esos redondos pechos, jalando sus pezones de color rosados. Sus propias caricias deleitaban aquellas piernas largas y bien torneadas; a pesar de no darse el lujo de tener ejercicio. -Hola Karla. ¿Te parece si nos reunimos para comer en mi casa mañana? Exclamaba la voz de su querida amiga y confidente Laura. A diferencia de Karla, Laura poseía unos voluptuosos senos; pero de igual exquisitez que su gran amiga de la infancia. Laura. Esposa de Ricardo. Un hombre responsable, pero a la vez criticado por sus grandes aventuras e infidelidades. Por otro lado, su mujer era objeto de burlas en cuanto al soporte de las muchas mujeres con las que Ricardo se relacionaba. -Hola. Ricardo. Laura me pidió que viniera para comer juntos. Esa voz tan serena que Karla poseía hizo que aquel hombre en la puerta le sonriera. Juntos los tres, se pusieron al tanto de lo que pasaba en sus vidas. De cómo Karla soportaba el vicio de Juan. Al igual que la pareja se entre quejaba de lo que la gente murmuraba. Hasta que... -Karla tenemos una propuesta para ofrecerte. Dijo Laura. Karla no podía dar crédito a lo que su amiga le pedía. Un trio?? No soy una de esas mujeres que salen corriendo para estar en los brazos de otro hombre y mucho menos con el marido de mi gran amiga. Pero... Laura. El recuerdo de las dos amigas encerradas en aquel salón de clases donde por una apuesta con otras dos amigas, estas dos tenían que besarse delante de las chicas que habían ganado. Pero quien realmente gano?? La sensación de la calidez de los labios de Laura; aun sus lenguas revolcándose dentro de las bocas. Las manos de ella en sus pechos en crecimiento, de la otra mano acariciándole los muslos por debajo de la falda. Tema del que jugaron jamás volver a tocar. Pero ¿Ahora? Laura... Laura. Se repetía una y otra vez al momento que se hallaba acariciándose, mordiendo su labio inferior. Esa noche su marido llego como siempre. Borracho. Pero esa vez hicieron el amor como nunca. La cosa es que en cada beso, acaricia que Juan le daba a su mujer. Esta cerraba los ojos e imaginaba que era su amiga la que le besaba. Esa noche Karla tuvo un orgasmo por ver a su confidente enredada entre sus piernas. Solo bastaron cinco minutos de dejarse llevar para que esa miseria de amor por parte de su vicioso e irresponsable cónyuge fuera suficiente para que Karla sintiera un deseo por su gran amiga. Laura... Decía al momento que Juan se volvía a vestir sin importarle si su mujer había quedado satisfecha. Esa noche. Karla soñó entregándose al placer con su querida amiga. Sueño tan candente que ella despertó con un gran calor que invadía su entrepierna. Toc. Toc, toc!! Ya voy!! Respondía Laura desde adentro. -Karla!! ¿Qué haces aquí, pensaste en la propuesta? ¿Te pasa algo, te hizo algo el idiota de Juan? -No. No es eso. ¿Me dejas pasar? -Claro. Pasa. ¿Te ofrezco un té para que te relajes un poco? Te veo muy nerviosa. -No es eso amiga. Solo necesito... En eso Karla se acercó a su amiga. Tomándola de la cintura con cierta brusquedad como cuando Juan la tomaba. Laura no sabía qué hacer y mucho menos que decir. Pronto se dio el encuentro de sus bocas. Comenzando los besos despacio, para luego tornarse en un beso tan apasionado, que a cualquiera dejaría sin aliento. Su respiración se volvía agitada, sus lenguas hurgaban por los rincones, sus manos masajeaban con cierta desesperación el cuerpo de cada una. Esta vez Karla inicio las caricias más atrevidas debajo de la falda de Laura. Entre apretando aquellas carnes blancas, esos muslos firmes. Su dedo se rozaba con maestría por encima de su braga, haciendo que la otra comenzara a humedecer la prenda. La boca de Karla se posaba sobre el cuello de su amiga, recorriéndola hasta los hombros. Las manos de Laura sobaban los senos de Karla. Pronto las dos ardientes mujeres se despojarían de sus ropas. Sin importar los quehaceres, o que Ricardo entrara a la casa; ya que ellas se encontraban en la sala. Karla. Llena de deseo poseía a su amiga con frenesí. Se amamantaba de los pechos de la mujer, como bebe hambriento. Sus dedos hurgaban su intimidad, su clítoris. Que placer sentía esa mujer tan descuidada de placer. Su boca bajaba por el abdomen de la amiga, para posarse en su vulva. Vulva que escurría literalmente a cada lamida de clítoris que su amiga le daba. El aroma a sexo por esas dos hembras en celo era tan denso que hubiera podido embriagar a cualquiera que estuviese presente. Laura aullaba como cual gata en celo, por el placer que recibía. Como pudo. Hizo que entre Karla y ella hiciera un 69 bastante húmedo. Jugos y saliva salían por la intimidad de cada quien. De la nada. Karla sintió una penetración; pero como estaba tan extasiada bebiendo los jugos de Laura, hizo caso omiso. Después de un tiempo. Karla escuchaba a Laura como dando besos al aire. -Ricardo!! Perdón!! No sé qué decir!! Decía la amiga de su esposa tratando de tapar su cuerpo. -Vamos. No te preocupes. Discúlpame por haberte penetrado, pero ustedes dos son hermosas y me excitó lo que vi hace rato que llegue. Laura. Volvió a besar a su amiga, prendiendo de nueva cuenta el deseo. Ahora Laura estaba empotrada en el sillón, haciéndole un oral a su amiga y el feliz marido atendía a su mujer por atrás. Aquel hombre pidió permiso para poseer a la amiga de su mujer. Una vez aceptado. Él se dispuso a gozar de la mujer de Juan. Karla trataba de besar a su amiga, como a su marido, posando sus manos en el casi perfecto abdomen de él. Los espasmos de la mujer a causa de los múltiples orgasmos que aquel matrimonio le propinaba, hacían que se volviera una máquina de jugos vaginales; los cuales los amigos bebían con gusto. Después de tres orgasmos seguidos provocados, tanto por la lengua de la amiga, como el gran miembro de su marido. Hizo que Laura estuviera exhausta. Karla parecía una máquina de lujuria. Por lo que no perdonaba a la cansada amiga. El marido de la anfitriona, gozaba a la amiga con bastante ímpetu. Karla quiso chuparle el miembro a aquel hombre y al mismo tiempo hacer chocar su clítoris contra el de su amiga. Luego de gemidos hechos unitono. Karla probó por vez primera la leche de un hombre. Laura quedo satisfecha y Ricardo quedo fascinado por haber compartido con su mujer a una buena amiga. Luego de un tiempo Karla se separó de Juan, para irse a vivir a casa de sus más íntimos amigos. Ricardo estaba feliz de que su amada esposa tuviera una pareja aparte de él. Laura. Aunque seguía compartiendo las aventuras con su marido; pudo meter a su gran amiga a la acción de ambos.

Autor: Vladimir escrit Categoría: Infidelidad

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De aquellos polvos, estos lodos

2019-12-02


Sexo sin penetración en un aseo público. La historia que explico a continuación es verídica. Él y yo fuimos follamigos cuando la palabra aún ni existía, hace casi unos 15 años. Follábamos de madrugada, durante horas, hasta que el cuerpo no daba más de sí. Eramos muy jovenes pero eran unos polvos muy bestias, un sexo adictivo. Había mucha tensión sexual y mucho deseo y eso ha prevalecido por encima del paso de los años, a pesar de que cada uno tiene su pareja y su vida hecha. Ocurrió hace casi dos años, durante esos meses hubieron varias veces de hechos similares. Nos encontramos en el café de siempre, nos sentamos uno al lado del otro y empezamos a charlar de cosas totalmente normales: los trabajos y otras banalidades del día a día. Él derrepente se queda callado mirándome fijamente, eso me pone supernerviosa y hace que se me corten las palabras. Retomo como puedo la conversación y me hace un comentario sobre el pecho que me hace ese vestido, también se ocupa de que me entere que está totalmente empalmado, me empiezo a calentar, aunque con él siempre hay calentón de base, aunque no pase nada y no se diga nada. Conversamos sobre diferentes posturas que hemos visto en internet, inspiración sexual. La cosa se empieza a poner seria y le pido que me coja discretamente la mano para llevarla a su polla. La toco sobre el pantalón, está muy dura, empiezo a ponerme cada vez más, por suerte él aporta coherencia a la situación porque para mí han desaparecido el resto de comensales del bar. Paro. Me toca disimuladamente el pecho. Para. Esto es una tortura. Va al "WC", y yo detrás. se me acelera el pulso a lo bestia. Estoy ya supercachonda, no sé que va a pasar, si es que va a pasar algo, porque es algo que nunca sé, todas las veces que ha ocurrido me ha pillado "por sorpresa" a pesar de los precedentes. Camino tras él, va unos pasos por delante de mí y me invade la culpa durante unos segundos justo cuando le pierdo de vista al entrar en el aseo masculino. Yo me meto en el de mujeres, cierro, me apoyo en la pared "¿y ahora? ¿va a venir?" Me bajo las medias con intención de mear. Imposible, las subo de nuevo, me recoloco al vestido, paso de mirarme en el espejo, a estas alturas ¿para qué? Abro la puerta y al instante él abre la contigua, tras comprobar que no hay nadie más, viene hacia mí, entramos en el aseo femenino y cierra la puerta. Me mira profundamente y con cara de salido, me lanzo a su polla intentando desabrocharle el pantalón, me aparta para hacerlo él mismo, siempre me lo hace y siempre cedo, pero esta vez me quejo, insisto y acabo liberando yo su polla. Por fin. Le palpita, esta superdura, me encanta. No puedo estar más perdida, actuo por impulso y ya no pienso, me limito a vivir lo que está pasando. Empiezo a pajearle y a palpar sus huevos, él me abre el vestido y saca mis tetas por encima de las copas del sujetador. Las besa, las lame, las succiona, me estoy muriendo, sólo necesito que me toque más. Sin darme cuenta, gimo, me manda callar por riesgo a que nos oiga alguién y se acabe la fiesta antes de hora. Estoy muy cachonda, sin dejar de agitarle la polla, ni acariciarle las pelotas, me acerco a su boca y él responde, durante unos segundos entrelazamos nuestras lenguas viperinas mientras intercambiamos salivas. Derrepente, empieza a empujarme hacia abajo con insistencia, sé perfectamente lo que quiere y entre risas le digo "¿te imaginas que me piro de aquí sin chupártela?" "pues me voy" me contesta superserio y hace ademán de ir hacia la puerta. Me rio y me agacho, empiezo a comersela, la meto y la saco enfundándola en mi saliva. Él hace un ruidito de placer y me agarra el pelo. Mientras le como la polla siento que cada vez estoy más salida y sólo pienso en que me folle empotrandome contra la pared, esta excitación hace que sin darme cuenta empiece a aumentar la intensidad al chuparsela, "Calma, más despacio" me dice, me encanta lo debil que suena su chorro de voz cuando está tan cachondo. Aflojo y ahora es él quien me coge fuerte de la nuca y empieza a sacudir su pelvis contra mí. Me ha quedado claro, la fuerza aquí la pones tú, no yo. Cada vez da más fuerte, por mi parte intento participar de algún modo, hasta que claudico en que llegados a este punto, lo único que he de hacer es entreabrir la boca. Debo decir que dejarle llevar a él la batuta me pone a mil. Sigue follándome la boca como un loco y noto que está a punto de acabar. Así es, eyacula en mi boca mucho, no dejo de chuparle, me encanta el olor de su polla corrida. Me lo trago todo, cayéndome parte por las comisuras, me lo aparto con la mano. Me levanto y nos besamos brevemente. Nos arreglamos, sale disimuladamente el primero y cuando salgo yo ya está en la calle, caminamos juntos hasta la estación, nos despedimos como si nada, con un par de besos en la mejilla. Cada uno sigue su camino, y yo voy taaaan cachonda que doy 4 vueltas antes volver a casa, donde una vez y como siempre más me tocará rematarme solita.

Autor: Inflamable Categoría: Infidelidad

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Las Perversiones De Penélope: Seduciendo como puta

2019-12-02


Hasta el hombre más correcto y sumiso es capaz de caer en la tentación de los encantos de una verdadera puta. Penélope lo sabe, y con tal de obtener lo que quiere, es capaz de seducir al marido de su propia prima, que a su ves es el mejor amigo de su marido. ¿Hasta dónde será capaz de llegar? La abuela materna de Andrés, mi marido, había sufrido un infarto desde hacía una semana, tras un espectacular episodio donde la vieja amarga había visto cómo Joan Carlo, hermano de mi marido, y yo protagonizábamos una escena sexual digna de una película de brazzers justo al otro lado de su cama, donde yacía postrada, la habían llevado a parar al hospital. El temor de que la vieja despertara un día y le revelara a mi marido lo que había visto esa noche me tenía con más terror del que le tenía Donald Trump a los inmigrantes. Yo no podía estar tranquila y cada vez que Andrés me llamaba por teléfono temía que su asunto se debiera a que se había enterado de mi infidelidad con mi cuñado. Andrés era un hombre de armas tomar, y tenía el mismo carácter mezquino de su abuela, por lo que sabía que él sería capaz de cortarle los huevos a su hermano Joan Carlo y a mí de empalarme con un garrote puntiagudo en todo lo profundo de mi vagina si descubría que fornicábamos en sus espaldas. Nunca tuve tanto miedo como cuando me anunciaron que la abuela había despertado. La buena noticia es que estaba sin habla, inmovilizada, y que sólo podía parpadear. ¿Cuánto tiempo iba a permanecer así? ¿Cuánto tiempo faltaba para que mi vida se derrumbara si a la vieja mezquina se le ocurría abrir la boca? —Has estado demasiado callada en estos últimos días, Penélope —me dijo Andrés cuando se ajustaba el nudo de la corbata en el cuello. Se estaba preparando para ir a trabajar—. Si es porque no hemos podido tener sexo en estos días quiero que recuerdes que la abuela Conchi está hospitalizada, y que, a diferencia del pendejo de mi hermanito, yo sí me preocupo por su salud. Así que no me reclames que te tenga tan abandonada, por favor. —Yo no te estoy reclamando nada, Andrés —le respondí mientras me preparaba para meterme a la ducha—. Y deja de hablar de tu hermano como si de verdad le fuera indiferente la salud de la abuela Conchi. Simplemente él reacciona de otra manera a las preocupaciones. —Sí, claro, reacciona tirándose a sus putas. —¿Qué? —Sentí que me atragantaba con mi propia saliva. —¿Sabes que cuando le llamé al muy cabrón para avisarle sobre el infarto de la abuela, él se estaba follando a una puta? Y tuvo el descaro de decirme que esa tipa tenía marido y lo estaba haciendo cornudo. ¡Estaba follando con ella mientras yo le daba la terrible noticia! Es un puto degenerado. Si la abuela muere, estaré feliz de que no le deje ni un jodido duro en la herencia. Sentí que el corazón se me saldría por el culo. ¡Esa mujer con la que Joan Carlo había estado cogiendo mientras Andrés le llamaba por teléfono era yo! Dios Santo, si Andrés lo hubiera sabido me habría matado en ese mismo rato. Comencé a toser y a ponerme nerviosa. Me quité el sostén, me bajé mis calzones y me dirigí a la ducha, mientras le decía; —¿Así que eso es lo que te preocupa de verdad, Andrés, que si tu abuela se muere no le deje nada a tu hermano? Mucha ética no tienes, al parecer. —¿Y desde cuándo eres tú la abogada del cabrón de Joan Carlo, Penélope? —me gritoneó con furia. Me apuré a encerrarme en el baño para poder contestarle. Cuando se ponía así me daba miedo de verdad. —¡Sabes bien que siempre he sido imparcial con los asuntos de tu familia, Andrés, y no me parece justo lo que le están haciendo a Joan Carlo! —Ese cabrón se puede ir mucho a la mierda, ¿oíste Penélope? A la mierda. Yo me voy a encargar de que no reciba ni un solo peso cuando la abuela muera. —¿Entonces eso es lo que estás esperando, Andrés, que la abuela Conchi se muera de una vez para echarle en cara a tu hermano que no le dejó ni siquiera uno de sus viejos pelos púbicos? Pero Andrés no respondió. Antes de abrirle a la regadera le oí bufar, aventar las cosas sobre el tocador y a patalear como si fuera un niño de cinco años. Mientras el agua tibia recorría con armonía cada centímetro de mi piel desnuda, mis redondos senos, mis pezones erectos, mi pelvis, los finos vellos de mi vagina, y el arco frondoso de mis nalgas, reflexioné sobre si de verdad yo prefería que la vieja se muriera ya antes de que pudiera hablar y le dijera a mi marido el secreto que mi cuñado y yo intentamos guardar con creciente celo. —Me voy a la oficina —me anunció Andrés. —Y yo me reuniré con Sofía, la esposa de Federico, que cada día que pasa el cáncer lo consume más. —¿Que irás con Sofía? No me digas que sigues con esa tonta idea de asociarte con ella para poner una agencia de organización de fiestas, por dios, mujer. —¡Ya hemos organizado diversos eventos antes, Andrés! Lo único que haremos ahora es formalizar la agencia. Sofía está sufriendo ver morir a su marido poco a poco, y nuestro emprendimiento es un distractor para ella. Además a mí me gusta mi oficio. —¡Pero a ninguna de las dos les hace falta trabajar! Federico es un hombre rico, yo soy un hombre con recursos, ¡no me hagas pasar la vergüenza de que el mundo sepa que mi esposa trabaja organizando fiestecillas! —¡No son “fiestecillas” Andrés! Deja tus estúpidos estándares machistas para otro momento, que yo soy una mujer que estudió en una agencia para desarrollo de eventos sociales, y justo ahora quiero ponerme a ello. ¡No me puedes prohibir hacer algo que me gusta! ¡No me puedes impedir que me desarrolle como mujer! —¡Estás casada, Penélope, tienes un hijo que requiere tus cuidados! Es ahí donde podrás desarrollarte como mujer. —¡Pues no! No voy a dejar que me arruines mis proyectos. Soy una mujer empoderada, ya lo verás. —¿Me estás desautorizando? —¡Ya no estamos en el siglo XX, donde las mujeres nos debíamos de someter a la voluntad del marido! Te recuerdo que tú eres mi esposo, no mi jefe ni mi dueño, y te guste o no, voy a ir con Sofía para ultimar detalles de nuestra agencia de eventos. Ahora, si me disculpas, quiero te salgas del cuarto porque me quiero cambiar. —Ay, por favor, Penélope, no seas ridícula. ¿Desde cuándo te sabe mal que yo, tu marido, te vea desnuda? Te conozco cada lunar en tu hermoso cuerpo, mujer. —¡Que te salgas, dije! —exclamé furiosa. Andrés me observó con aversión cuando salí de la ducha y se marchó de la habitación dando un portazo a la puerta. —¡Pues me largo! —le oí decir mientras daba zancadas en el pasillo—. Pero por mi cuenta corre que no progrese tu tonta idea de querer poner esa ridícula agencia. —¿Y cómo lo impedirás? ¿Amarrándome aquí en la casa? —grité alto para que me escuchara. —¡Soy capaz de cancelar el capital que te tengo destinado en el banco! —me sentenció cuando bajaba las escaleras. —¡Ni siquiera te atrevas, Andrés, ni siquiera te atrevas, maldito! —grité llorando de impotencia. ¿Cómo se atrevía? ¡¿Cómo?! —A ver, Penny, cielo.—Me consoló mi amante cuando le conté por teléfono la discusión que había tenido con Andrés—. Sabes bien que con mis cuadros no gano mucho, pero yo te ayudaré a poner el capital que te haga falta para que montes tu proyecto con Sofía. Tú eres una mujer empoderada y con muchas agallas. No te dejes someter por las amenazas que te ha hecho el cabrón cornudo de mi hermano, yo te ayudaré a sobresalir. —Ay, Joan Carlo… mil gracias por apoyarme siempre. —En cuanto nos sea posible me cobraré comiéndome tu jugoso coñito, cariño, ya lo sabes. —¡No sabes cuánto querría tener tu cabeza encajada en medio de mis piernas justo ahora! —le dije. —No olvides cuidar de mi apartamento mientras me voy este fin de semana a presentarme a la galería a los Ángeles. —Como sepa que te vas de putas, cuñadito, te juro que monto una orgía en tu apartamento —lo amenacé con una sonrisa. —Si la montas no olvides invitarme —me respondió como final. Al mediodía fui con Sofía, pero no la encontré sola; la acompañaba un hermoso hombre llamado Aníbal que al verme me recorrió con la mirada de arriba abajo y luego, tras despedirse con verdadera efusividad, se marchó. No quería ser indiscreta, pero estaba segura de que mientras el marido de Sofía estaba agonizante, ella no perdía oportunidad de saciar sus bajos instintos con aquél hombre que se acababa de retirar. Estuvimos solo un momento platicando ella y yo, porque al cabo de unos minutos recibía una llamada que me inquietó. Era el doctor Sergio Medrano, esposo de Susana, mi prima, un cardiólogo cuarentón que tenía toda la facha de ser soso en la cama. Pero era rubito, y su pinta de seriecito me encantaba. Su único defecto era que amaba demasiado a Susana para poder caer en cualquier clase de tentación. —Disculpa un momento, Sofía —le dije a mi nueva socia—. Me está llamando el doctor Medrano. Será que nos quiere contratar otra vez para organizar el evento de su esposa este año. —Anda, mujer, ve, y agenta cita —me animó Sofía con una sonrisa de entusiasmo. Me levanté del sillón y le contesté. —Qué tal, Sergio, ¿cómo te va? —Buenas tardes, Penny. Te llamo para decirte algo bastante serio. —Dime, ¿de qué se trata? —De la señora Concepción. Por un momento tuve un ataque de ansiedad. ¿Cómo había podido olvidar que Sergio era el cardiólogo de la inmunda vieja esa, la abuela del diablo? —¿Qué pasa con la abuela Conchi, Sergio? —le dije fingiendo un hilo en mi voz de mortificación—. ¿Ya se murió, la pobre mujer? Era tan buena y tan… —No, no… —me cortó en seguida—. Hace un momento tuvo un instante de lucidez, y me dijo algo que me dejó un poco pasmado. —¿Cómo? ¿Ella habló? ¿Ella…? ¿Qué… te dijo…? —Que tú eras la responsable de que ella estuviera así. Que te denunciara porque tú le habías provocado el infarto. Y luego volvió a caer en coma. —¡Pero…! Sergio, yo… ¿te dijo algo más? Tú no puedes creer cosa semejante, ¿verdad? Sabes que ella me odia. Eres parte de nuestra familia. Tú y Susana saben que… —Sí, sí. Tranquila, Penélope, sé que la señora Concepción nunca tuvo un buen concepto de ti. Por eso me preocupa que ella me haya dicho eso. —Estará delirando —intenté justificar su acusación—. Está diciendo cualquier cosa. En su estado debe de ser normal que… —El problema es si debo contarle esto a tu marido… o me lo debo de reservar —me lo dijo como un desafío. En ese momento sentí que un burro me golpeaba con su enorme falo sobre la cabeza. Comencé a tartamudear sin poder decir una palabra cuerda. —Tenemos que vernos, para hablar, Sergio, por favor. Y solo entonces decidirás si le cuentas a Andrés lo que te dijo la abuela Conchi… o no. —Por supuesto, Penélope. Lo que menos quiero es causarte problemas con Andrés. ¿Cuándo y dónde nos vemos? —Esta noche, a las diez, en el apartamento de Joan Carlo. —¿En casa de …? —Él no estará este fin de semana, y me ha dejado sus llaves para que de vez en cuando vaya a echarle un ojo a su casa. Ahí podremos hablar sin que nadie nos moleste. Hubo un silencio del otro lado de la bocina, hasta que por fin Sergio pudo contestar; —Pero… ¿es necesario tanto secretismo, Penny? ¿No es mejor quedar en un café o en un restaurante, como las personas normales? Conozco uno que acaban de inaugurar por La condesa. Es que vernos en un apartamento, a solas. No sé, Penny. La gente podría pensar mal. —No, no, por favor, Sergio —insistí asustadísima. Sentía que las piernas me temblaban—. Me sabe mal que me vean salir con otro hombre que no es mi marido. No me gusta exponerme así públicamente. Soy una mujer respetable y prefiero que las cosas sean como te digo. —Pero… ¿quién podría pensar mal de nosotros? Tú eres la prima de mi mujer, y yo soy el mejor amigo de tu marido. ¿No crees que la gente vería mucho más mal si saben que nos encontraremos a solas en un apartamento vacío? —¡Tampoco es como si nos fuésemos a encontrar en un motel de paso, por favor Sergio! —Lo sé, pero… —Pero nada. Nadie verá mal nada, porque nadie se enterará. Deja de tratarme como si te estuviera citando para… otra cosa. Por favor, respétame, que tus simples insinuaciones me incomodan —le dije de inmediato, simulando indignación y una reputación de esposa abnegada que francamente no tenía. —Sí, sí. Perdona, Penélope, en verdad. No era mi intención. Entonces será cómo tú digas. Me inventaré cualquier excusa a Susana para no preocuparla y le diré que llegaré más tarde. La que tendrá que inventarse algo más serás tú. No es normal que una mujer casada salga de su casa a las diez de la noche. Y mucho menos si tenemos en cuenta que el marido es el férreo de Andrés. —Déjamelo todo a mí. Te espero a las diez, querido —le dije y colgué—. ¡Maldito hijo de puta! —exclamé. —¿Pasa algo, Penélope? —me preguntó Sofía cuando me oyó maldecir. Me acerqué a la sala de estar donde ella me esperaba y le dije; —Pasa que ando metida en un lío muy grueso, querida, y necesitaré que me devuelvas el favor que algunas veces te he hecho. —¿Qué favor, Penny? Me asustas. —Verás, Sofía. Quiero que a las ocho de la noche hables a mi casa y me digas que quieres que te acompañe al hospital porque tu marido se ha puesto mal. Pondré el altavoz para que Andrés te escuche. Sofía hizo un gesto parecido al que yo solía hacer cuando una sorpresa se dibujaba en mi rostro. Ella era una mujer muy guapa, menos voluptuosa que yo, pero igual de hermosa. Su cabello era largo y negro, igual que el mío, solo que ella lo tenía rizado y yo liso. —¿A dónde irás en realidad, Penny, si no es mucha indiscreción? —quiso saber la chismocita mirándome con picardía. —A dónde tú te has ido cuando le has dicho a tu marido que te quedas conmigo —le dije con una sonrisa de complicidad. Ella se echó a reír y me hizo una seña para que hablara más bajito, pues el lisiado de su marido (que estaba postrado en la primera habitación), nos podría escuchar. —No creas que no me he dado cuenta que estás liada con ese hombrezote que salió hace rato, querida. —Ya te contaré, amiga, ya te contaré —me dijo como una promesa—. Cuenta con ello. A las ocho te hablaré. Y así me fui a mi casa, donde tuve que tomarme toda la tarde para hacer un elaborado plan que incluía hacer unas compras en un centro comercial que quedaba cerca de mi casa. A las ocho de la noche muy puntual, mientras cenábamos, Sofía, mi cómplice, hizo su parte del plan y me habló. Para entonces Andrés tenía cara de pocos amigos por la discusión que habíamos tenido esa mañana, sin embargo no dudó en inmutarse cuando escuchó que Federico había recaído y que Sofía necesitaba de mi compañía. —¿Crees que te podrás hacer cargo de Carlitos esta noche, Andrés, o le hablo a la niñera? —No, no, de ninguna manera. Yo me hago cargo del niño. A menos que sea necesario que vaya a lo de Federico. Quiero saber que… Ay, este arruinándome el plan. —¡No!¡No! Ya bastante has tenido con la pena de la abuela Conchi como para que también tengas que cargar ahora con la mortificación de saber a Federico tan mal. Además tampoco es como si lo conocieras demasiado. Bueno, gruñón, me iré a casa de Sofía. Te mantendré informada para si necesito que me alistes mi vestido negro en caso de que el lisiado se muera. Andrés medio sonrió con mi humor negro y me dejó partir, diciendo; —Eres demasiado malvada, mujer. Estacioné en el aparcadero del edificio con rapidez y saqué una bolsa con mis cosas que previamente había guardado en la cajuela de mi auto antes de que Andrés se apareciera. Subí como alma que lleva el diablo y preparé con sumo detalle cada parte de mi plan. Sergio Medrano recibió la ubicación de mi apartamento y llegó puntualmente. Tocó el timbre y le dije que pasara, que la puerta no tenía el pestillo puesto. Lo bueno de Sergio es que era un tipo con grandes modales. Recto, respetuoso y muy devoto de la puntualidad. Era rubio, delgado, y de la estatura de mi marido. Aunque tenía bonitas facciones, le faltaba la masculinidad que tanto me prendía de un hombre. Aún así, saber que estaría a solas con un hombre prohibido e inalcanzable fue el aliciente perfecto para que mi coñito se mojara. Lo recibí con el cabello recogido, un maquillaje bastante elaborado que consistía en pestañas postizas largas y abundantes, sombras en los ojos que profundizaban mi mirada, un delineado perfecto y enarcado en mis cejas que daba cierta seducción a mi semblante, y un color de rojo intenso en los labios que, estuve segura, no lo dejaría indiferente. Además tenía puesto un abrigo de piel negro que me cubría desde el cuello hasta los talones de mis pies. Y tampoco pude olvidar rosearme en mi perfecto cuello un poco de perfume de EVO Coco Mademoiselle De Chanel , para que mi aroma despertara su lascivia. Sergio entró a trompicones, cerró la puerta con pestillo, se tomó de un solo trago una copa de champagne que le di a beber y se dejó conducir a la sala de estar, donde se sentó con las piernas cruzadas mientras yo permanecía parada frente a él. Se le veía nervioso, demasiado nervioso, así que estuve segura que no tardaría mucho en caer rendido a mis pies. —¿Y bien, Penny? —me dijo con su suave voz el rubicundo. Sus ojos azul pálido no dejaban de mirar mi rostro de reojo—. Ya me tienes aquí. ¿Para qué querías que nos reuniéramos en este sitio? Y entonces saqué de mi abrigo una peluca negra y corta que me llegaba a la mandíbula, misma que me encajé con abundantes pasadores sobre la cabeza; y luego un antifaz de zorra blanca que aseguré entre mis orejas, antes de decirle. —Me preguntaba si no te hacía falta una enfermera que te asista en tu consultorio —concluí empleando en mi voz la mayor sensualidad del mundo. En ese momento me desprendí de mi abrigo negro y al doctor Sergio Medrano se le cayó la quijada al suelo cuando miró cómo estaba vestida. Vi cómo sus ojos se abrían como platos, y cómo su piel blanca se ponía más roja que el labial que llevaba pintado en mis labios. Unas divinas medias blancas de red enfundaban mis torneadas piernas hasta mis gordos muslos, terminando con un bonito diseño de encaje que se adhería perfectamente a mi piel. Las medias me quedaban tan ajustadas y adheridas, que parecía que un espléndido pintor las había dibujado sobre mi piel. De ahí, cinco centímetros estaban desnudos, y luego le seguía un sensual traje de enfermera que estaba tan cortísimo y tan escotado, que en cualquier movimiento que hiciera Sergio podría apreciar mi coñito depilado solamente oculto por una diminuta tanga, cuyo hilo se enterraba gloriosamente entre mis dos enormes nalgas respingadas, y en la parte superior, la mitad de mis tetas estaban al aire, pues el escote cubría únicamente mis oscuros pezones. Incluso se podían notar los contornos de mis enormes aureolas en los bordes de la tela. El escote me quedaba tan ceñido en mi pecho, que parecía que en lugar de senos tenía dos enormes globos apachurrados uno contra el otro que estaban a punto de explotar. —¡Santo Dios! —exclamó Sergio sumamente desorbitado—. ¡Pero… ¿qué… significa… esto… Penélo…pe?! Entonces comenzó a sudar a chorros, mirando desde su sitio cómo yo comenzaba a menear de un lado a otro mi cintura, como si le modelara el putitraje. Me vio hacer gestos guarros en mi cara, relamer mis labios con mi jugosa lengua, y mover mis glúteos de un lado a otro mientras oscilaba de mis caderas de forma bastante vulgar. Hice como que se me caía algo en el suelo y me giré, de manera que al agacharme él pudiera contemplar mi glorioso culo, mientras mis nalgas se separaban lentamente hasta que mi resplandeciente ano se exhibiera en medio del diminuto hilo de la tanga. —¡Penélope….! ¡Yo…! Para….! ¡Para…! Luego me volví a girar, y el doctor Medrano vio cómo mi dedo anular descendía y se metía debajo de mi tanga hasta esconderse dentro de mi vagina, mientras le enseñaba mi mejor cara de viciosa. —¿Le gusta lo que ve, querido doctorcito? —le pregunté, extrayendo el dedo de mi coño para llevármelo a la boca, donde saboreé mis propios fluidos vaginales—. ¿Puede ver cómo mi tanga blanca ha transparentado mi chochito, doctor, producto de la humedad que tengo sobre mis labios vaginales? Me acercaré un poco más, para que vea a través de la tela húmeda cómo se transparentan mis labios bajos. Mírelos bien, que se han hinchado. Están listos para que su boquita los chupe. —¡Penélope… Basta… estás loca! —seguía exclamando, pero sus ojos no podían apartarse de mi cuerpo, de mis tetas, de mi culo, de mi coñito. —Puedo escuchar los latidos de su corazón, doctor Medrano —le dije con sensualidad, volviendo a meter ahora dos dedos en mi mojada cavidad—. ¿Sabe cuál es el colmo de un médico cardiólogo, doctor Sergio Medrano? Que el cardiólogo se muera de un infarto viendo el cuerpo desnudo de una mujer. Y rematé con una carcajada diabólica que el pobre hombre tomó como una bofetada. —Tranquilo, querido —continué nuevamente con mi voz candorosa—. ¿Te asusta que tu polla esté tan dura? Me parece increíble que no hayas notado que en tu bebida estaba disuelta una pastilla de sildenafilo soluble, es decir, viagra. Es evidente que a tu edad no lo necesitas, pues para ti habría sido más que suficiente mirarme vestida así para quedar tan empalmado como estás ahora. —¡Estás… completamente loca, Penélope! —Oh, cielos —le dije, ignorando su comentario anterior—. Mira cómo está creciendo ese bulto dentro de tu pantalón. —¡Me largo! —dijo poniéndose de pie—. ¡No puedo creer que hayas caído tan bajo con tal de…! —¿Te vas así, con el bulto así de gordo en tu pantalón? —le dije con una sonrisa, mordiéndome los labios, con mis dedos acariciando mi clítoris—. ¿Por qué mejor no te desabrochas la bragueta y dejas salir a tu polla? ¿Te da vergüenza que la vea? Pobrecita polla tuya, querido doctorcito, cuánto dolor debe de estar padeciendo allí apretada y dura dentro de tu pantalón. —¡Basta, Penélope, no me toques! —me advirtió temblando de desesperación cuando saqué mis dedos mojados de mi vagina y se los estampé en sus labios para los probara. —Tu polla sigue creciendo, doctorcito pervertido —le dije haciendo un puchero de niña, agarrándole con fuerza el bulto de su pantalón, provocándole dolor y placer a la vez—. ¿Me tienes miedo, doctorcito cochino, de verdad me tienes miedo, a mí que soy una simple putita vestida de enfermera? Y con fuerza lo agarré de su corbata, lo atraje hacia mí y comencé a lamerle el cuello, al tiempo que levantaba mi rodilla para acariciarle lentamente su entrepierna. Al principio Sergio Medrano intentó separarme, pero a medida que noté que la dureza de su bulto se hacía cada vez más grande y firme entendí que tenía la batalla ganada. —¡No, no, no está bien! —me exclamaba entre suspiros—. ¡Eres… eres….! —Una puta, dilo —le dije con sensualidad, mordisqueando su piel. —Sí… una puta…. Una maldita puta que no le importa traicionar a su marido con su mejor amigo, y a su prima con tal de conseguir lo que quiera. ¡Eso erees…! —Repítelo, papi, no sabes cómo de cachonda que me pone escucharte decir esas guarradas. A ti, que eres tan respetado y tan caballeroso. —¡Puta, eres una vil puta! —me gritoneó estremeciéndose. —¿Qué pensaría mi prima Susanita si te escuchara decir esas cochinadas, doctorcito? —lo recriminé mientras le mordía con suavidad su labio inferior—. Ella te reprendería y te lavaría la boca con aceite extra virgen. Pero como yo no soy ella, yo te voy a castigar de otra manera. Te lavaré tu boca grosera con los chorros del primer orgasmo que logres sacar cuando me chupes mi chochito. La erección de Sergio palpitó sobre mis manos y yo no pude sino apretarla aún más, hasta hacerlo jadear. Mientras tanto, mi lengua recorría su aromatizado cuello lampiño, y comenzó a gemir. Estaba cediendo ante mis caricias, y yo me estaba empapando como una gatita en celo sabiéndolo sometido a mis encantos. Sintiéndose en la completa indefensión. Sergio solo atinaba a tener sus brazos lánguidos en sus costados, y sus labios entreabiertos donde solo lograba emitir jadeos. Continué restregándole mis senos sobre su pecho, y mi rodilla en su entrepierna, hasta que escuché sus primeros gruñidos de placer. Lo estaba disfrutando el muy cabrón. Entonces me separé unos centímetros de él y con fuerza lo tiré sobre el sillón que estaba detrás de sí, cayendo como un costal de macho hambriento. Y entonces le vi su cara de pervertido, esa que había logrado sacar desde muy el fondo de su ser. Vi su lascivia escurriendo en sus labios, y ese ávido deseo de poseerme. —¿Entonces te quieres ir, doctorcito pervertido? ¿Quieres irte con la odiosa de mi prima Susanita, o prefieres quedarte aquí, disfrutando a una hembra de verdad? —¡Me quedo, me quedo, pero siéntate sobre mí, por favor, hazme tu hombre! —grito casi como una súplica. —Así me gusta, cerdo maldito. Así. ¿No que eras tan ético y moral? Ahora verás donde me voy a meter tu ética y tu moral —le dije, dándome una nalgada en el culo. Entonces me levanté el vestido, a fin de que quedara completamente expuesto mi culo y mi vagina, arriscándolo hasta mi cintura, y me puse a horcadas sobre sus piernas, de modo que mi sexo quedara arriba de su bulto. Así comencé a moverme mientras le quitaba el saco y luego la corbata, misma que usé para atarle las muñecas detrás de su nuca con toda la fuerza que pude implementar sobre él. Después, mientras seguía frotando mi coño sobre su bragueta circularmente, desabotoné su camisa y comencé a lamerle las tetillas hasta que él solo pudo retorcerse de placer. Entonces le puse los pezones en la cara, y no pudo más que besarlos, pasarles su ensalivada lengua a cada uno mientras yo con mis manos las aplastaba sobre su cara. —¡Cómemelas, cabrón, cómemelas! ¿Verdad que están más grandes y apetitosas que las de la ridícula de tu esposita? ¡Enséñate a mamarlas, estúpido, anda! Y entre gemidos y chupeteos se las continué restregando en la cara hasta que se quedó sin saliva, hasta que estuve a punto de ahogarlo cuando se las estampaba en la nariz. Todo el tiempo hice movimientos sexuales con mi pelvis sobre su abultada bragueta, movimientos vulgares que simulaban estar fornicando sobre él, aunque la realidad es que ni siquiera le había sacado la polla del pantalón. —Córrete, cabrón, córrete sin siquiera penetrarme. Solo sintiéndome arriba de ti, maldito, córrete, vamos, córrete sintiéndome arriba de ti. Sabiendo que esta noche no me podrás penetrar… Y cuando emitió un sonido gutural desde su garganta, supe que el muy pervertido se había corrido. Eso me llenó de orgullo y me comencé a carcajear. Me levanté de sus piernas y me lo miré con desprecio. —Ahí está el vulgar doctorcillo, ese que por poco se muere de un infarto como la abuela Conchi. Porque sí, queridito, la vieja ladina me vio fornicar con Joan Carlo, el dueño de esta casa —le confesé. Sergio, agitado y horrorizado, mientras intentaba quitarse las corbatas de sus muñecas, solo atinó a detonar miradas de odio sobre mi cara. —¿Pero tú estás desquiciada, maldita loca? ¡Esto lo tiene que saber Andrés! ¡Le estás poniendo los cuernos! —Sí, sí, con su propio hermano. Igual que ahora tú se los estás poniendo a la estúpida de mi prima y también a él. ¿Eso le irás a contar? —le pregunté mientras me ajustaba mi traje de putienfermera. —Lo negaré todo, Penélope, lo negaré todo. Y él tendrá que creerme —dijo, cuando por fin logró desatarse. Entonces solté en sonoras carcajadas. —Temí que dirías eso, doctorcito. Así que tuve que tomar mis precauciones —le dije, volviéndome a esconder las tetas debajo de mi sostén. —¿Qué quieres decir? —me preguntó angustiado mientras se abotonaba la camisa, la cual había embarrado de rojo intencionalmente con mi labial. —Tengo una cámara de circuito cerrado justo frente a ti, Sergio, y en su ángulo donde sólo sale mi espalda, pero donde tu rostro se ve perfectamente. Por supuesto es un video que no tendrá audio y que yo personalmente editaré, para evitar nuestras conversaciones y las partes donde salga mi rostro. Por eso traigo antifaz y esta peluca en melena. ¿Sabes? Incluso me puse un tatuaje de pega y quita en la parte baja de mi cuello para que los que vean el video no descubran mi verdadera identidad. —¿Qué…. Qué has hecho, maldita puta? —me gritoneó con el rostro desencajado. —¿Creíste que vine aquí solo para follar contigo, estúpido? Claro que no, mi verdadero propósito era filmarte y mostrarle el video a tu querida Susanita, para se entera de la clase de hijo de puta infiel que tiene por marido. ¡Vaya que eres ingenuo y ridículo! —me burlé de él. —¿Qué…? ¡Pero tú estás enferma, Penélope! ¿Dónde está esa cámara? ¿Dónde….? —exclamó, recorriendo con su mirada el techo y los muros. —No te desgastes en buscarla, Sergio, porque no la encontrarás. Pero si deseas ver tus dotes como actor porno, mañana mismo te hago llegar una copia para que recuerdes con calentura cómo agasajamos esta noche. ¿Te imaginas lo que será para Susana descubrir que eres un maldito adúltero? Ay, pobrecita de la ingenua. Y lo mejor de todo es que no hay nada que me inculpe. —¡Eres una enferma, una maldita enferma y pervertida! ¿Me vas a chantajear? ¿Dime qué carajos es lo que quieres de mí? —De ti nada, engreído, que lo poco que podías darme ya me lo diste. Eres demasiado soso para estar completamente contigo en la intimidad, aunque igual me pusiste cachonda. Más bien quiero que de ahora en adelante actúes con inteligencia. Una palabra tuya de lo que dijo la maldita vieja choca sobre mí a mi marido, y te destruyo la vida, ¿oíste? Los ojos claros de aquel rubito comenzaron a lagrimar de odio y de impotencia. —¡Está bien, me callaré y haré lo que tú me digas! Pero por favor, quiero que me des la seguridad de que ese video jamás llegará a ojos de Susana. —Yo soy una mujer de negocios, querido doctorcito, y por tanto sé cumplir mi palabra. —¡Me largo, me largo! —gimoteó. —Ay, pobrecito de ti, Sergio; aún no se te baja tu erección, y tampoco te has limpiado tu corrida: mira, tu verga está tan dura como una deliciosa barra de chocolate que se esconde en tu pantalón. —¡Deja de burlarte de mí, maldita! —me gritoneó mientras buscaba su saco e intentaba ponerle la corbata de nuevo. —Mira que eficiente es la pastillita —le dije paseándome con sensualidad alrededor de él—. Deberías de recetarle unas cuantas a mi marido, porque no se le pone tan dura como a ti. Es que está sometido a demasiado estrés. —Con una cualquiera como tú en casa ya sé por qué está sometido a tanto estrés. —¿De verdad ya te vas, cariño? —le dije mientras lo veía dirigirse a la puerta. —¿En verdad quieres que me quede para que me sigas humillando y amenazándome, Penélope? —Más bien pensaba en cómo bajarte a mamadas tu erección. —¡Enferma, eres una vil enferma! —me gritó. Pero ningún hombre que se precie de serlo, puede conservar la cordura ante la jugosa boquita de una mujer perversa que sabe dar una buena felación. Lo comprobé cuando a los quince minutos me encontraba de rodillas, con su verga metida en mi boca, recibiendo una deliciosa mamada de mi parte mientras con mis manos jugueteaba con sus pálidos huevos. Fue muy perverso que él estuviera llamando a su mujercita, mi prima Susana, para decirle que se demoraría dos horas más en llegar. —Yo… y…o… también te amo… sus…ana… —le dijo en titubeos mientras se corría dentro de mi boca. Recibo sus comentarios en mi correo electrónico. Besitos húmedos para todos. (joslira.libros@hotmail.com)

Autor: JOS LIRA Categoría: Infidelidad

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