¡PRUEBA LA NUEVA WEB: EROTISMOSINTABÚ!


VER CONTENIDO PROHIBIDO




Mi tía se venga

2020-10-28


Había llegado el día. Me tocaba volver a Mallorca, a casa de mi tía. Había estado rehuyendo el volver. La tensión sexual con mi tía había cobrado vida en forma de relación, durante mi último viaje. En uno de mis deslices sexuales, ella me descubrió, me quiso putear pero le salió mal. Esa tarde nunca se podrá borrar de mi memoria. Los siguientes 5 días estuve trabajando. Cuando terminé me despedí de ella y de mi primo, y me marché. No había vuelto a hablar con ella desde entonces. Pero llegó el día de volver. Había estado incluso pensando en irme a un hotel, pero todo podría resultar sospechoso para la familia. Así que decidí hacer como si nada. Me dispuse a escribirle, pero ella se me adelanto: "Hola, he estado hablando con tu madre y me ha dicho que te toca volver. Cuento contigo como siempre no? Un beso cariño”. Ese mensaje me dejó descolocado, no nos habíamos vuelto a decir nada, que es lo que quería...? Le contesté que sí que iba. Me intentaba convencer a mi mismo, seguro que quiere seguir con normalidad, como si no hubiera pasado nada. Me decidí a mandarle un mensaje a mi primo: "Primoo, voy el finde, el viernes estoy por ahí. A ver si avisas a estos y nos tomamos unas copas que estaré hasta el martes". "Hey tío, pues hasta el lunes no vuelvo, que tenemos un congreso, así que a ver si aprovechamos a la noche. Un abrazo". Ese mensaje me acabó de dejar roto, mi primo no iba a estar, y mi tía no solo hacía como si no hubiera pasado nada, sino que tampoco me había dicho nada de que su hijo no estaría. Así que llegó el día, como siempre cogí el coche de alquiler y me fui a la casa. Allí me esperaba ella. Era mediodía, llegué y actuamos con total normalidad: -Hola cariño, que tal el viaje? -Hola tía, muy bien, además llegó todo en hora Me preguntó 4 tonterías más, pero no tuvimos mucha más conversación, así que la comida fue un poco tensa. Después de comer, me dijo: -Cariño, voy a comprar un par de cosas al súper. Vengo pronto. Había estado recordando la última vez en su casa mientras comía, y estaba súper cachondo. Así que aproveché su ausencia para comenzar a masturbarme. Algo no me convencía, después de la última vez, así que decidí poner la cámara a grabar, pero escondida, y en otro lado del mueble. Terminé y me limpié, y me recosté en el sofá. Ella volvió: -Cariño, podemos hablar un momento? -Si claro, dime -Quería hablar sobre lo que pasó la última vez Me quedé un poco cortado… -Mira, sé que es raro, pero he estado pensando mucho en ti. Yo llevo un tiempo sola, y cuando te vi... no sé si fue la mejor reacción, pero pensé que te gustaría. No hemos hablado desde entonces, pero yo he soñado contigo mucho. Sé que no debo, pero no puedo controlarlo... -y cada vez se me acercaba más -Yo, tía, no sé... que puedo decir, a mi me encantó pero no sé si es lo mejor...- y entonces se sentó encima de mí y me empezó a besar el cuello -Dios tía, no... no sigas por favor... -pero yo ya estaba entregado Ella me empezó a tocar, me quito la camiseta y me agarró las muñecas fuerte. Me subió los brazos por encima de la cabeza, y me puso las muñecas en el cabecero del sofá, mientras me besaba. Mi cabeza estaba en otro mundo, cuando sentí un metal cerrándose alrededor de mis muñecas... Pegué un tirón pero era tarde. Le había puesto una placa con una argolla al sofá, y tenia preparadas unas esposas por dentro. Lo había conseguido, me tenía esposado al sofá. No reaccione, ella se rio, y después se giró. No vio ninguna cámara y me dijo: - Bueno cariño, está vez no me vas a grabar eh. Te tengo que agradecer lo de la última vez -Ah si? Me vas a premiar? -Mmm… bueno... no sé si se le podrá llamar premio. Empezó a desnudarse, y entonces sacó algo de una bolsa. Era una jaula de castidad. Había visto varias, de hecho tenía una, pero nunca como esa. Era de acero, y la funda tenía una sierra por dentro. Me acabo de desnudar, cogió la jaula y me pasó los huevos por dentro de la argolla, y puso la funda. La cerró con el candado. Mi polla intento crecer, pero se topó con la sierra interior. Un terrible dolor se apoderó de mí. Las puntas se clavaban a lo largo de mi polla, nunca había sentido esa máquina de tortura. Cogió la arandela con dos llaves del candado y las tiró por la ventana. Me quede blanco... sería capaz de haberlas tirado?? Mi cabeza quería creer que tenía otra, pero ya todo podía pasar. - Te gusta perrito? Ay... que bien lo vas a pasar con eso puesto para siempre -Sabes que esto lo terminarás pagando no?? -Le dije serio -Veremos... Empezó a meterse mi polla en la boca, con la funda. Quería que me excitase, quería verme sufriendo. Yo cerraba los ojos, intentando evitar la excitación, y entonces sentí un latigazo en el pecho. Abrí los ojos y tenía una fusta en la mano: - Ya que te gustan mis botas, tenía que tener algo a juego Esa imagen... Era impresionante... Que buena estaba, y lo que me iba a hacer sufrir... Allí estaba yo, desnudo y esposado al sofá, con un cinturón de castidad rodeando y castigando mi polla. Las supuestas llaves del candado en la calle, y mi tía delante al más puro estilo dominatrix. La situación no podía ser más excitante, pero sucedió algo que no me esperaba cuando mi tía cogió su móvil: -Hola?? Sii, todo arreglado. Puedes subir cuando quieras, te espero desnuda... -Que? Con quien cojones hablabas? Suéltame va, que no me hace gracia. Ehhh, escúchame, joder!! Suéltame de una p... Sin dejarme terminar cogió su tanga y me lo metió en la boca. Después le dio a mi cabeza un par de vueltas de cinta americana. Empecé a revolverme, pero sin tiempo a nada sonó el timbre - Voooy Era ese capullo, su ex. El hijo de puta vivía en el primero. Pensaba que no estaban juntos ya, pero se ve que mi tía es más tonta de lo que pensaba. Ese cabron la había engañado más de una vez. Mi primo era un asiduo putero, ligaba mucho pero tenía obsesión por las prostitutas. Un día que bajamos a tomar una copa me llevo a un local, y allí estaba este cabron, yéndose con una. Lo habían dejado, y el sabía que lo habíamos calado, pero allí estaba otra vez. En cuanto llegaron a la sala, ella se abalanzó sobre él. -Vamos a ponerle cachondo Empezaron a enrollarse y ella se puso de rodillas, le bajo los pantalones y se puso a chupársela. De vez en cuando me soltaba un fustigazo. Se la metía hasta el fondo, empujando su cabeza, pasaba por sus huevos y volvía a lamer. Le miraba a los ojos y me miraba a mi. Yo me ponía súper cachondo, pero al momento me venía un gran dolor. Esa jaula se clavaba a lo largo de toda mi polla. Ella me acariciaba los huevos para provocarme más erecciones. Estuvo así un rato y luego se fue a lamerle el culo, y después le puso un condón y se recostó encima de mí. Esa visión, sus pechos y toda ella encima de mí, que no podía moverme ni un milímetro. El la cogió y la empezó a romper. La embestía sin parar, solo por el coño. Yo pensaba, para mí, que no le daba su culo a cualquiera, y era verdad. Entonces él se corrió en el condón, ella se lo saco y le dijo: - Ahora hay que limpiar esto Se acercó a mi agarrándole a él de la mano: -Ahora se la vas a tener que chupar a él para limpiársela - Hahaha olvídate! Ni te acerques -Ah no? Muy valiente estás ahora si, pero te voy a quitar la valentía. - Zorra de mierda... PLAS! Me soltó un bofetón que resonó por toda la casa. - Quieres esa mierda puesta toda tu vida no? Tome aire y pensé. Tenía que hacerle creer que ella tenía el poder, aunque no sabía que yo estaba grabando. Y está vez todo estaba de su contra, fue ella la que vino a mí, la que se insinuó, y la que me engañó. Tenía que intentar que no hubiese ninguna referencia directa a lo ocurrido. Así que agache la vista... y ella asintió sintiéndose ganadora. Ella no quería dañarme, quería pasarlo bien conmigo, pero no conocía mis límites. Mi mente es muy abierta, pero a ese tipo le tenía mucho asco, y tenía que actuar de modo que ella sintiese que había perdido el control y asumiese las consecuencias. Así que en deje que me metiera la polla en la boca, y cuando había entrado, mordí. Lo hice fuerte, con ganas. El gritaba de dolor, así que me pegó un puñetazo para liberarse. - Que haces imbécil, que es mi sobrino!!! - Pero que me ha mordido!! - Joder tío, vete, échate algo y ya hablaremos Él se marchó con la polla sangrando. Cuando ella volvió de la puerta comencé a gritarle: - SUÉLTAME JODER!! QUE ME SUELTES DE UNA PUTA VEZ - Yo, yo... lo siento... no... nunca pensé que pudiera terminar así... solo quería que lo pasáramos bien. -Quítame esto y suéltame las manos ya Mi tono la dejo helada, era tranquilo pero firme - Vale, pero tranquilízate porfa Marchó a su habitación y vino con una pequeña llave en la mano, tenía otra guardada así que me soltó la jaula de castidad, y me quitó las esposas. Sin dejarla levantarse de encima de mí, la agarré y la giré bruscamente en el sofá, y la agarré del cuello - Quien cojones te crees que eres? - Solo quería que nos divirtiéramos, de verdad - Crees que puedes traer a ese imbécil, y pretender que le coma el rabo? Zorra de mierda eso te lo dejo a ti… Sin dejarla replicar, la agarré del pelo y me la lleve al baño a rastro. Le metí la polla hasta donde no cabía más. Embestía una y otra vez, y le venían arcadas. La mantenía agarrada del pelo, así que cuándo le venían, sacaba la polla y le metía la cabeza en el váter. Así una y otra vez, mientras le gritaba lo puta que era. Cuando estaba a punto de correrme saqué la polla y me corrí por toda su cara, sus ojos. De nuevo a rastro del pelo, la lleve al sofá y la tiré boca abajo. Cogí la fusta y empecé a fustigarla. Perdí la cuenta de cuántas veces le di, pero ella lloraba en el sofá. Tenía el culo y la espalda llena de marcas. Mientras seguía allí tirada cogí la cámara y la guardé. Me vestí y me marché. Cogí el móvil y busqué un sex shop. Esto no iba a quedar así. Compré un cinturón de castidad femenino, así como una máquina de electrodos, una de descargas eléctricas. Ya tenía las esposas, la mordaza y alguna que otra cosa, junto con cinta americana y cuerdas. Paré a tomar una cerveza, y volví a la casa. Allí estaba con los ojos llorosos. Pasé sin decir nada, fui al cuarto y pasé el vídeo al móvil. Me senté en el sofá, y me llevé la bolsa solo con el cinturón. Encendí la televisión y me senté a verla, hasta que al rato vino: - Podemos hablar? - Que quieres? - Creo que te has pasado. Estábamos jugando, y tú lo has sacado. Le has agredido a él y a mí - Cierra el pico, coge la bolsa y ponte lo que hay dentro - Que? Te estoy hablando en serio - Que te calles y obedezcas Yo sabía que no estaba enfadada de verdad, que no se lo había tomado como una reacción violenta, pero era parte del juego. Ella necesitaba recuperar el control de la situación. Pero yo no podía dejar que eso ocurriese. Miro la bolsa, sacó el cinturón y me dijo: - Pero tu chaval!!! De que vas? Crees que me puedes tratar como a una puta. Por lo de hoy te puedo denunciar! - El que te puede denunciar soy yo... -y entonces saqué el móvil y le enseñe el video. -Se ve que no miraste muy bien si había cámara hoy, si es que eres tonta con ganas. Ella miró hacia abajo avergonzada. Sabía que estaba jodida, en el vídeo se veía como me ataba a traición y todo lo de después. Estaba jodida, así que cogió el cinturón y se lo puso. Su coño quedo tapado por esa especie de arnés, por el que sólo podía mear y cagar. Cogí el candado, del que ya me había guardado una llave, se lo puse, y tiré igual que ella las otras dos por la ventana. - El martes me marcho, pero vuelvo en 7 días. Te quiero con eso puesto hasta entonces, a ver si aprendes a quien perteneces. Y ese imbécil me las va a pagar, así que habla con él y pídele perdón, porque vas a tener que atraerlo hasta mi. Se quedó con el puesto el resto del finde. Entre sábado, domingo y lunes me debió de hacer unas 30 mamadas. El lunes mi primo volvió, nos fuimos de cañas y acabamos de putas. Llevaba 3 días con mi tía en castidad y estaba súper caliente. El venía de currar y tenía ganas de descargar también. Cogí a una venezolana madurita y la folle hasta dejarme todo. Casi no salía leche, toda había terminado en la boca de mi tía. Casi me quedaba dormido encima de esa latina espectacular. Marchamos para casa y nos fuimos a dormir, y al día siguiente me marché. Ni siquiera me despedí de ella, solo pase por al lado y le di un cachete en la nalga y dos toques en el cinturón, que sonó al contacto con el acero - Buena chica...

Autor: Giani7 Categoría: Dominación

Leer relato »

Obligada a follar con mi jefe.

2020-10-19


Acababa de cumplir 18 años. Una de mis ilusiones era el baile y el espectáculo. Una vez cumplida la edad permitida, empecé a buscar trabajo de gogó. Mi físico me lo permitía. Era una chica alta, pelo largo, tenía buenos pechos y un culito bastante deseable. Tenía novio, mi primera relación. Un chico maravilloso, 4 años mayor que yo. No le importaba que me gustara este trabajo, ya que, ante todo, me aceptaba tal y como era. Un día, me llamaron de un local de striptease, diciéndome que el jefe quería tener una entrevista personal conmigo, así que, acepté. Cuando llegué al local, me quedé sorprendida. Nada más entrar, vi como un camarero agarraba del brazo a una bailarina, para bajarla de la barra, le dio la vuelta poniéndola de espaldas a él y empezó a follársela, sin mediar palabra, casi obligándola. Me asusté un poco. Al llegar a la puerta del jefe, había un chico que me dijo que tenía que cambiarme de vestimenta. Me dio una falta muy cortita, me dijo que me quitara las bragas, que no podía llevarlas, y me puso un top, tampoco podía llevar brasier... Me dio mucha vergüenza, y dudé en hacerlo, pero no le di mucha importancia, así que, accedí. Cuando entré, allí estaba el jefe, tras una mesa. Sentado en una silla muy cómoda, sin reposabrazos. Era un hombre maduro, de unos 50 años, era bastante atractivo. Me avisó que tenía que obedecer en lo que me dijera si quería trabajar. Me dijo que no me sentara, sino que me pusiera delante de él, tras la mesa. Empezó a mirarme, de arriba a abajo y empezó a tocarse la entrepierna. Me empecé a asustar un poco, pero su aspecto imponía mucho y no quise moverme de ahí. Me dijo que me arrodillara delante suya. Quise negarme, pero no sé por qué, lo hice. Se sacó una enorme polla de los pantalones. Era muy grande. Me agarró de la cabeza y me dijo que empezara a lamer. Me negué. Dije que no quería hacerlo. Él no dijo nada, solo me cogió con más fuerza y me obligó a meterme su polla en la boca, sin dejarme sacarla ni un instante. Empujaba con fuerza para dentro y para fuera. Podía oírlo gemir cada vez más y más y cuando me di cuenta que se iba a correr, quise quitarme, pero con la fuerza que tenía me volvió a meter su polla en mi boca, sacándola y metiéndola. Sabía que se iba a correr, pero no podía hacer nada. Se corrió dentro de mi boca, llenándomela entera de su semen. Por miedo a represalias, me lo tragué todo. Era increíble como su polla podía seguir tan dura como al principio. Yo me quedé de rodillas, con la cabeza algo agachada, esperando una nueva orden. Me cogió de los brazos y me sentó encima suya. Quiso meterme su polla por mi coño, pero tenía poca experiencia y estaba muy cerradita. Fue una tontería resistirme. Me agarró de las caderas y me empujó hacia abajo, metiéndome esa enorme polla en mi coñito. Pegué un grito del dolor, pero me tapó la boca y me dijo que me callara. Entonces me agarró de las nalgas y empezó a follarme salvajemente. Empecé a llorar del dolor y de la impotencia. No podía escapar de ahí. Notaba como su gorda polla entraba y salía de mi coño. Lo oía gemir continuamente. Le fascinaba obligarme a ser follada. En un momento, nos levantamos, él me puso de frente a la silla, agarrándola con fuerza y él detrás mío, agarrándome de las caderas, y volvió a metérmela de nuevo, follándome con fuerza. Llegué a tal punto, que me excitaba un poquito, pero no quería que él lo notara. Me corrí una vez y noté como esos espasmos de mi coñito le excitaron aún más, así que empezó a follarme aún más rápido, oyendo como gemía cada vez más. Sabía que se iba a volver a correr, y antes de eso, fui yo quien me corrí de nuevo. Seguidamente él se corrió dentro de mí, llenándome el coño entero de su semen. Cuando la sacó, noté como me chorreaba el coño, por las piernas. No pude limpiarme, asique tuve que irme de ahí chorreando. Me dijo que mañana empezaba a trabajar, y me advirtió que cada vez que entraba en su oficina, tenía que vestir como iba y obedecer todo lo que él me decía. También tenía que obedecer a los camareros y hacer lo que ellos pidiesen.

Autor: lunaheiss Categoría: Dominación

Leer relato »

Celina y yo en el motel

2020-07-26


Mi amiga y yo nos dirigimos con rumbo a uno de los moteles que hay en nuestra ciudad. En el camino Celina me sorprendió al acariciar mi pene sobre mi pantalón. Le pregunté: —¿se te perdió algo amor? —ella sonríe pícaramente y me dice: —Sí, pero ya lo encontré —y me baja el cierre del pantalón y saca mi pene y comienza a pajear lentamente. Tuve que hacer un esfuerzo para concentrarme en el camino porque la muy traviesa comenzó a chupármelo. Qué buena mamada me estaba dando Celina. Yo con una mano acariciaba su cabello. Por fin llegamos a nuestro destino. Estaciono el auto dentro del garaje, cierro la puerta y apago el motor, no vaya a pasar que nos muramos intoxicados por el monóxido de carbono jejeje. Cuando voy a abrir la puerta del lado de Celina, ella me recibe con las piernas abiertas sin sus pantys. Ella me dice: —primero quiero que me cojas aquí adentro del carro papi. Yo ya estaba empalmado y listo para la acción. Echo su asiento para atrás, abro más sus piernas, meto mi cabeza entre ellas y comienzo con una mamada con lengua entera. Repaso mi lengua por toda su rajita y la saboreo. Creo que ya me estoy volviendo adicto a su sabor. Es delicioso. Celina sujeta con fuerza mi cabeza para no dejarme escapar. —puta madre, tú si mamas rico… me vas a hacer venir temprano huevón —dicho por mi dulce niña. Yo estaba embelesado mamando ese chochito tan rico. Celina arqueó su espalda en señal de que se estaba viniendo. —mmm ayyy papi… —y se vino bien rápido y no fue para menos con la mamada que le di. Se quedó quieta en el asiento y yo aproveché para levantarla y cargarla hasta la habitación. Allí la acosté en una cama King y aproveché para desnudarme. Ella se quitó la ropa que le quedaba. Dios que hermosa estaba. Su cuerpo ya era mi vicio. Celina es una chica delgada, pero bien formada. Tiene una carita de niña que la hace ver más joven. Un cabello rizado, unas tetitas pequeñas, pero deliciosas, una boquita que sabe besar, un vientre plano adornado con un primoroso ombligo. Tiene una cinturita estrecha y un culito redondito que tiene forma de corazón cuando arquea la espalda. —Celina ponte cómoda que quiero recorrer tu cuerpo —Loco ¿qué me vas a hacer?”. —Nada malo, solo admirar tu belleza. La acuesto boca abajo y recorro cada parte de su piel comenzando por su cabello. En su espalda tiene un lunar que yo beso tiernamente. Su espalda es suave. Cuando llego a sus nalgas veo que tiene una manchita de nacimiento en la derecha que a mí me parece una mariposa. Beso y beso ese cuerpecito y sin que ella se lo espere, separo sus nalgas y punteo con mi lengua en su estrecho culito. —ay papi ¿qué haces? —tranquila, solo recorro mi territorio. —ah ¿sí? Loco sigue soñando que tú allí no vas a entrar. —jijijiji yo sé esperar mi amor. —déjate de hablar y mámame la chucha que ya estoy arrecha —dijo mi dulce angelito. La volteo y separo sus piernas y le propino una tortura lenta en su clítoris con la punta de la lengua. Ella agarra mi cabeza y me quiere arrancar los cabellos. En un dos por tres me acuesto y formamos un 69. Ella sujeta mi pene y lo chupa deliciosamente mientras que yo lamo su chuchita y chupo su clítoris. Cada vez que lo chupo ella emite un gemido que me excita más. —ay puta madre que rico mamas papiiii… —suave amor que me vas a hacer venir y te vas a tener que tragar mi leche… —me tienes arrecha papi… quiero pinga. Y entonces me suelta, se incorpora sobre mí y ella solita se ensarta en mi pene que estaba duro como piedra. ¡Mierda!! he tenido que hacer un esfuerzo sobre humano por no venirme. Su chucha engulló todo mi pene sin ningún esfuerzo por lo mojada que estaba. Esa niña ha comenzado un contoneo infernal que la he sujetado de la cintura para controlarla pues me iba a hacer venir muy rápido si no la controlaba. Celina está poseída por el deseo y más hermosa que nunca. Ella me besa y me mira con lujuria. Me dice al oído: —culéame, culéame papi, yo soy tu puta… esa pinga es solo mía míaaaa… De esa boquita solo salían obscenidades producto de su calentura. Eso me ponía a mil y la bombeaba con fuerza haciéndola chillar del gusto. —¡Celina estás deliciosa amor!!! —¿Papi te gusta que sea tu putita? —Por supuesto, hace rato deseaba estar así contigo, no tienes ideas las veces que me he pajeado usándote como inspiración. —¡Pues ya me tienes a tu merced huevón!!!! —Exprímeme los huevos princesita. Sentía cómo su chuchita apretaba mi pene y eso me provocaba un placer nunca sentido. Parecería que tenía una succionadora allí. Qué niña más rica esta que me estoy culeando. Así estuvo ella sobre mí varios minutos hasta que la volteo y la pongo en posición de perrito. Ella pone su culito en pompa y yo me deleito viendo esa escena. ¡Que belleza de culo tiene esta hembra!!!! Me digo a mí mismo. Ella se queda quieta esperando a ver qué sucede y yo le doy una mamada de chuchita que le pone a gemir… —Ayyy putooo pervertido, ¡que rico mamas!!!! —Es lo menos que se merece una chucha así —le dije. —¡Chucha sigue puto puto puto!!!! —Y la sorprendo con otra mamada en el mismísimo culo. Ella agarra la sábana con fuerza y chilla. —¡Ayyy hijueputaaaa!!!… me encanta. Me acomodo detrás de ella y le meto la pinga en la chucha de un solo golpe. Entró como cuchillo caliente en mantequilla de lo mojada que estaba. Ella se arquea y me mira. Yo la sujeto de la cintura para que no se me escape y comienzo un ataque sin misericordia contra su chuchita. La posición resalta aún más la forma de corazón de su culo. ¡Mierda!! creo que me estoy enamorando de esta chiquilla, pensé. Celina meneaba su culito de forma acompasada y eso me provocaba más placer. Ya casi ni tenía que bombearla, ella misma se movía buscando su placer con metidas y sacadas tan ricas que no sé cuánto aguantaría yo antes de venirme. —¡Ay puta madre que culiona soy!!! ¡Me encanta papi como me culeas!!! Yo me recuesto de su espalda y la beso y muerdo y le susurro al oído: —Ya eres mi puta Celina, quiero que seas mi mujer de cama siempre amor, ¡te quiero nena! —Sí papi sí quiero ser tu mujer, tu puta… te doy todo lo que quieras, pero culéame papi culéame… —¿Todo bebe? —Sí todo papi. —Entonces quiero tu culito ahora mismo… —Papi dale, pero ya, antes que me arrepienta… Y así como estaba, le lamo el hoyito y le introduzco el índice y hago círculos para ir dilatándolo. Ella asustada me mira y me dice: “papi suavecito por fa”. A todo esto, yo no paraba de bombearla porque no quería que se me enfriara la nena. Después de un ratito, le meto dos dedos en el culito. Ella gime deliciosamente y aprieta la sábana de la cama. Sigo lubricando su culito con saliva. Ya está casi listo, lo he abierto lo suficiente para meter el glande. —Mami estás lista, prepárate que voy a entrar. —Ay papi suavecito por fa… Coloco mi glande en la entrada de su culito ya dilatado y comienzo a empujar. —Ayyyy papi suave suave papi —y hunde su cara en la almohada. Yo la sujeto firmemente de la cintura y empujo poco a poco. Está tan estrecho ese agujerito. En un momento dado, mi glande entra y su esfínter se dilata formando un precioso anillo que me atrapa. Que sensación tan deliciosa. —Papi me duele… —Tranquila bebe ya falta poco… Mientras le susurro palabritas al oído, acaricio su clítoris para mantenerla excitada y beso su espalda y mejillas. Ella se queda quieta como esperando lo peor, pero no llega, pues la penetro lentamente hasta el fondo y el dolor va desapareciendo. Meto y saco con suavidad para que ella se acostumbre. Al rato ya Celina comienza a moverse o más bien a menearse, indicación que ya lo está disfrutando. Le susurro: —¿te gusta mami? —Sí, ya no me duele, aunque se siente raro, pero me gusta. Yo nunca pensé que lo haría por ahí. Eres un perverso loco, y ahora te quiero más papi. —Cómo me gusta oírte decir eso amor. Ya no había vuelta atrás, comienzo a embestirla lenta pero constantemente. Sentía cómo me apretaba. Celina tenía los ojos cerrados y se mordía los labios y su respiración estaba agitada. Me sorprendió cuando su manita agarró mis huevos como queriendo exprimirlos. Esta niña me estaba dando una lección de sexo como nunca antes y esto que apenas era nuestra segunda sesión. Yo de tanto embestirla ya sentía que me venía, pues con la presión de su esfínter ya no iba a aguantar mucho para descargar y se lo hice saber: —Mami ya no voy a aguantar mucho, ¿dónde quieres mi leche? —¡Adentro papi déjamela toda adentro!!! Y así fue, la sujeté fuerte de la cintura y la atraje hacía mí y comencé a descargar toda mi leche dentro de su culo. Ella apretó la sábana y trataba de controlar la respiración. Yo daba bufidos como un toro furioso mientras me descargaba. No la iba a soltar hasta que mis huevos quedaran vacíos y ella lo entendió bien pues cooperaba con su meneo como tratando de exprimir hasta la última gota de mis huevos. Caí suavemente sobre su espalda y besé su nuca y le susurré: —Celina, me has hecho el hombre más feliz, no sabes cuánto te quiero chiquita mía. —Papi yo te quiero tanto, ahora que me has hecho sentir lo que nunca había sentido. Soy tuya cuando quieras. Me acosté bien y la puse sobre mi pecho y nos quedamos dormidos… y aún nos quedaban 2 horas en la habitación… ¿qué pasará después???

Autor: Tu Pirata Soy Y Categoría: Dominación

Leer relato »

Un encuentro esperado

2020-07-26


Esperé mucho tiempo para al fin conocer al chico... Y haré que sea inolvidable, me aseguraré de satisfacerlo. Primero que nada me presento mi nombre es Daniela y soy de México, tengo 21 años. Mido 1.65 tengo el cabello café oscuro, soy algo blanca, mi talla de brasier es 40DD y soy un poquito gordita. Este es mi primer relato, espero que lo disfruten. Todo empezó hace un año... Hay un grupo de chicos que hacen videos para youtube y que llevaba tiempo conociendolos, sobre todo a uno (el menos popular) resulta que hasta el número del otro teníamos y solíamos platicar mucho, con bastante rapidez hubo cierta confianza y empezamos a seducirnos mutuamente, el era alto, moreno, fornido y tenía manos grandes, eso me encantaba ya que sentía que me tomaría bien duro... En fin nos llegamos a hacer videollamadas y mandarnos fotos subidas de tono, ese juego lo estuvimos manejando por un año hasta que se dio la oportunidad de conocerlo. Asistí a un evento en el cual se presentaría, el ya sabia que iría, lo vi por primera vez en persona y fue perfecto, al terminar el evento habíamos quedado que el iría al cuarto de hotel donde estaba hospedada que solo estaba a una cuadra del evento, llege a mi habitación y me cambié para recibirlo, llevaba un baby doll negro (que el me había dicho que le encantaba) y termine de arreglarme, el llegó a mi habitación a eso de las 10:30 pm. -Hola guapo -Hola chulada veo que te traes lo que me gusta Me sonrió pícaramente y puso su mano en mi cintura mientras me besaba el cuello y los labios -No sabes cuanto he esperado para tenerte conmigo preciosa -Así? Haz lo que siempre quisiste, te necesito Cerramos la puerta y nos dirigimos a la cama, me acostó sobre ella y me empezó a arrancar el baby doll mientras yo le quitaba la camisa y el pantalón -Oh si no sabes cuanto deseo hacerte mia, serás mi putita personal esta noche escuchaste -ahh si, sabes que solo soy tuya Saque su verga y se la empeze a sonar mientras estaba encima de mi, después cambiamos y el se sentí en la cama me tomo del cabello fuertemente y le empeze a chupar su verga, sus embestidas eran fuertes y constantes el marcaba el ritmo mientras que yo con dificultad tomaba aire, el bufaba como un toro cayendo en los más profundos deseos mientras me decía que era su putita personal, que era una maldita zorra, que me castigaria por ser una niña mala Terminó en mi boca y me obligó a tragarme todo su semen y a limpiarselo, en cuanto termine me acostó sobre la cama y me puso en cuatro, estaba fuera de si, agresivo y sin control pero eso me volvía loca, quería complacer a mi macho sin importarme nada. Escupió sobre mi culo y de una estocada rápida me lo metió por completo, iba a gritar porque era virgen de ahí, pero el me jalo el pelo y me dijo que cerrará la boca, empezó un mete y saca bastante doloroso, sentía que mi culo me ardía, al pasar de los minutos me fui acostumbrado y empeze a gozar como toda una putita, el lo noto, sabia que me encantaba que el me dominara. -Mira nada más que putita me saliste chiquita, pero sabes que no te preocupes que aquí te voy a dar toda la leche que una zorra como tu necesita. Yo gemia como una maldita perra en celo, mientras que el me jalaba del cabello y con la otra mano azotaba mi trasero, después de varias embestidas se corrió en mi culo y terminé agotada, el se separo de mi y se paro a tomar una ducha yo me quedé acostada en la cama saboreando mis jugos Bueno hasta aquí mi primer relato, espero que les haya gustado y de igual forma cualquier comentario pueden escribirme a mi correo: angeladaniela073@gmail.com

Autor: AngelaDaniela Categoría: Dominación

Leer relato »

De secretaria a esclava sexual

2020-01-05


Me llamo Germán y vivo en Argentina. Vivo solo, tengo relaciones pasajeras y eso me gusta pero esta relación que hoy vengo a contarles cambió mi forma de relacionarme en la intimidad. Por cuestiones laborales me presento en una empresa para encontrarme con un cliente, en la recepción se encuentra una hermosa mujer de 25 años. Me presento, ella llama al cliente y entablamos una charla de 3 minutos informal. Yo venía de una reunión en la cual salí muy favorecido y mi ego estaba a full. Así que la traté como si ella viniera por mí. Con altura, pero simpático. Entro en la reunión, al salir paso por la recepción. Ella me espera con una sonrisa y me acerco. -Me gusto la charla. La podríamos continuar con vino en un lugar más tranquilo. -si. (Me queda mirando con una sonrisa) si... Bueno me... (Le corto) -acá esta mi número, yo tengo el tuyo (señalo al teléfono de recepción) mejor anota tu número, te llamo y te convenzo. Me doy vuelta para saludar a un conocido, se acerca y en un segundo la miro. Agarro el papel con su número y con una mirada me retiro. A los dos días la llamo y entre charla nos quedamos de ver en un bar tranquilo de la ciudad. Ese día llegué 15 minutos tarde, ella me esperaba con una pollera corta y una camisa apretada, me acerco y al besarla casi en la boca ella algo se sorprendió, pedimos vino, hablamos de la vida y ella me sorprendió con un comentario. -La verdad me tomaste por sorpresa en la oficina. -(yo) porque, me gusto la charla y hoy la estamos pasando bien -sí, es que me invitan seguido y mi norma es no salir con alguien del trabajo, pero viniste tan decidido y eso me gusto. -Me alegra, voy por lo que me gusta, y a veces soy brusco en eso (ella solo sonrió) La tome delicadamente de la muñeca, me acerque como para besarla y cuando estaba a pocos centímetros. -bésame Ella me beso apasionada, la tomé de la nuca y note como algo se estremeció, me aleje varios centímetros y discretamente lleve mi manos desde su rodillas hasta su sexo. Su tanga estaba húmeda y atino a sacar mi mano y la beses y le dije: -separa un poco las piernas… veo que me desea (ella separa un poco las piernas y después de tocarla unos segundos, tomaos el vino y me pare indicando que nos íbamos) Al llegar a mi auto nos besamos contra la puerta, subimos al auto. -(ella) mi casa? -si -la dirección es… En el camino tocaba sus piernas y ella me abraso. Baje hasta su sexo. Le dije. -estas bien -muy bien (me besa) -(toco su tanga húmeda) me doy cuenta, sácate la tanga y dámela -eeee Ella dudo un segundo pero seguro le gusto más la situación que la vergüenza y se la quitó despacio con discreción, estaba sentada en auto y me la dio. -gracias, abre un poco las piernas Ella así lo hizo y le toque su sexo inundado, le frote el clítoris, ella se aferró a mi brazo como para que no lo saque. Llegamos a su departamento. Entramos en el asesor, yo tocaba su desnudes bajo su pollera, al entrar a su departamento nos fuimos hasta la cama, yo la desvestí y ella a mí. La di vuelta tomándola del cuello y con la otra mano fui a su sexo, introduje un dedo y con otro frotaba el clítoris, ella apretaba su cola contra mi miembro y no acostamos así, ella boca abajo y yo encima. La penetre algo brusco y estuve un par de minutos hasta que note si terrible excitación y pare, me levante un poco sin salir y dije: -para, estas bien. -sí, muy bien -Podemos para cuando quieras -No pares, haceme lo que quieras pero no pares La abrace fuerte, le mordí suavemente el cuello y la nuca, le toma de la parte superior del cuello y guie su boca a la mía. Y comencé un ritmo brusco de embestidas. Pare y me levante un poco. -levanta la cola (lo hiso al instante) que no se salga. Y la penetre con fuerzas, me elevaba ,ella no dejaba que salga elevando su cintura y la penetrarla con fuerza. El ritmo fue frenético. Ella llego varias veces al orgasmo, yo antes de acabar Salí y derrame mi semen en su cola. Me acerque diciendo: -ve a limpiarte y vuelve a esta posición. Al volver, desnuda se acostó boca abajo con las piernas algo separadas. Yo a un lado comienzo a tocarla. Bajo por la espalda hasta su cola y después su sexo -levanta la cintura (al hacerlo introduje dos dedos, y durante unas minutes estuve tocándola) Ella temblaba, la penetre despacio y acabo nuevamente. Nos quedamos dormidos. Al día siguiente me despierto solo, voy a la cocina y la encuentro preparando algo de comer, vestida con una remera larga y ropa interior, la abrazo por detrás besándola, se da vueltas y en 2 minutos estábamos desnudos sobre la mesa en un ritmo frenético. Llegamos juntos al orgasmo. Si salir de su vagina me senté en una silla. -Te gusta -Sí. Vos me gustas -Desde hoy cuando este en tu casa o la mía vas a andar sin ropa interior (la hice arrodillar en el piso y puse mi miembro cerca de su boca, lo tomo y lo introdujo en su boca, yo aparte sus manos para que solo utilice su boca) -Cada vez que te penetre luego me chuparas el miembro y si no acabe me haras terminar, si (ella atino a sacar el mi miembro de su boca para responder pero la tome del cabello) -No pares, si estás de acuerdo cierra los ojos dos veces (así lo hizo) solo pararas después de hacerme acabar Acto seguido comenzó un ritmo hermoso, me practicaba sexo oral con una dedicación hermosa. Acabe en su boca y solo dejo escapar algunas gotas. -Desde hoy vas a hace lo que te ordene pero debes estar de acuerdo. -(Ella) haceme lo que quieras. Pero… -No voy a lastimarte, pero sí a transformarte en mi esclava sexual.

Autor: extinto Categoría: Dominación

Leer relato »

Silvia la sumisa: Prostituida (1)

2019-12-16


Voy a relatar una de las experiencias más fuertes que he tenido con Marcos, desde que le he jurado sumisión. Estaba yo en el trabajo, cuando recibí una llamada de Marcos. -Nena, cuando salgas de trabajar, vete a casa y arréglate para una noche muy especial. Ponte ese vestido blanco, ceñido, que tanto realza tu figura, y pasaré a recogerte cuando salga yo del trabajo. -¿Pero qué vamos a hacer?- contesté yo con desgana. -Nena no debería decírtelo, pero en fin… Te quiero llevar a cenar al hotel NH. -Ah genial, me encanta, me pondré deslumbrante para ti. -Lo sé, hablamos más tarde nena. Así que continué trabajando, con ganas de terminar cuanto antes e irme a casa para arreglarme. Aquel día salí de trabajar sobre las 21:30, más o menos. Por suerte vivo muy cerca del trabajo, así que tenía que arreglarme muy rápido, para que, como muy tarde, Marcos me pudiera recoger sobre las 22:15. Lo bueno es que tenía muy claro qué ponerme, porque él ya me había dicho qué quería que llevase, así que el vestido fue lo primero que cogí. Era un vestido blanco de tirantes, escotado, muy ajustado y cortísimo. Normalmente con este tipo de ropa suelo ponerme ropa interior blanca, porque como transparenta un poco, queda bastante más discreto. Pero esta vez quería sorprenderle y como no tenía mucho margen, decidí ponerme un tanga de color negro, y un sujetador de encaje del mismo color. Me recogí el pelo en una trenza, me pinté los labios, me pinté los ojos estilo Cleopatra, para acentuar el color verde de mis ojos y me maquillé. Me apliqué el último perfume que Marcos me había regalado (black xs de Paco Rabanne) que sabía que le encantaba, elegí unos zapatos abiertos, cogidos al tobillo, de tacón de aguja, de color negro, que me hacían unas piernas preciosas. Antes de salir me miré en el espejo, y ciertamente había conseguido mi propósito. La ropa interior resaltaba debajo del traje blanco, los tacones me hacían más esbelta, el pelo recogido y la pintura de los ojos, hacían destacar mi color de ojos. Esta noche seguro que lo sorprendo, -pensé para mí-. Sonó el portero y lo cogí. -Nena, baja. Vamos ya tarde -Voy. Efectivamente eran ya las 22:30 cuando salí del portal y me crucé con un vecino que no pudo evitar girarse y exclamar. -¡Joder con la vecina! – exclamó. Me subí en el coche de Marcos y se quedó boquiabierto. -Nena vas impresionante; joder estás… Perfecta. -Gracias - Y nos besamos profundamente. Mientras íbamos para el hotel, Marcos y yo fuimos hablando y tonteando en el coche. Yo le cogía el paquete y el me metía mano por debajo del vestido. Cuando llegamos al hotel yo iba ya súper cachonda. Aparcamos en el parking del hotel y cogimos el ascensor, donde aprovechamos para seguir enrollándonos hasta que se abrieron las puertas, en la recepción del hotel. Atravesamos el Hall del hotel hasta el restaurante, donde a la entrada nos esperaba un maitre. Marcos habló con él y nos dirigió a una mesa en la que se encontraban tres hombres y 5 sillas. -Hola buenas noches - dijo uno de ellos. -Hola, perdonar la espera - contestó Marcos. Eran tres hombres muy bien vestidos, con traje, aproximadamente de mediana edad. -Hola tú debes ser Silvia ¿No?- dijo otro de ellos -Sí ¿Y vosotros, quienes sois?- respondí, bastante confundida. -Espera nena; te presento, son Óscar, Sergio y Daniel. Unos ejecutivos de una empresa de Madrid; están de congreso aquí y nos querían invitar a cenar. -¿Pero de qué os conocéis y por qué no me habías dicho nada? -Bueno era una sorpresa, les hablé de ti y deseaban conocerte, eso es todo. -Sí, Silvia, además eres mucho más impresionante en directo que en fotos. - dijo Óscar, que era el que llevaba la voz cantante de ellos. - ¿Qué fotos? – pregunté intrigada. -Pues las del anuncio. – respondió Oscar. Y me mostró en su móvil un anuncio de una página de contactos, en la que aparecía yo y que me ofrecía por una cantidad de dinero acordar; y en la que me describía como una zorrita sumisa y complaciente, que hacía de todo. -Nos gustaste nada más verte, llamamos a tu novio y acordamos un precio. Y bueno… Aquí estamos- comentó Óscar. -¿Hay algún problema? no queremos líos - dijo Sergio. Miré a Marcos y pensé “así que te dedicas a venderme como una vulgar puta, ¿No? Pues seré una, ya verás” y con ese pensamiento decidí seguir para adelante, y hacerles pasar a aquellos tres hombres la mejor noche de sus vidas Y antes de Marcos pudiese contestar, respondí yo. -No ninguno, solo que no sabía que mi novio me vendía por internet; pero no os preocupéis, os aseguró que merezco la pena y que lo vamos a pasar muy bien. -respondí mientras miraba a Marcos, pensando en cómo sería mi venganza. Comenzamos a cenar, aunque yo no tenía muchas ganas. Solo quería subir a la habitación con aquellos tres hombres y darles todo por lo que habían pagado. Estuvimos charlando sobre en qué consistía su trabajo y si esto que íbamos a hacer, lo habíamos hecho alguna vez. A lo que respondí que nunca, pero que no se preocuparan porque tenía mucha experiencia en tríos con dos y más hombres. Ellos alucinaban con las cosas que Marcos les contaba, y se mostraban ansiosos por comprobar si eso era así. Así que terminamos de cenar, y a continuación dos de ellos se fueron para la habitación. -Bueno un placer conocerte Marcos y a ti deseando verte arriba - dijo Sergio lanzándome un beso. -Nos vemos ahora arriba, estoy impaciente - comentó Dani. -Es conveniente que no nos vean subir los cuatro a la vez. - dijo Óscar. Cuando pasaron unos minutos, Óscar me miró y me dijo: vamos, preciosa. Yo miré a Marcos cómo preguntándole con la mirada si eso era lo que quería, su contestación no pudo ser más clara, me cogió del culo y me besó, diciéndome al oído. -Sé una zorrita sumisa, y déjame en buen lugar. -No se arrepentirán, pero ya hablaremos de esto. – le contesté. -Bueno pareja es hora de que nos vayamos. Mañana a las 8 la tendrás aquí, como acordamos Así que cogí a Óscar de la mano y nos fuimos hacía el ascensor; mientras Marcos quedaba atrás, no pude evitar pensar en qué podía estar pensando en ese instante. Yo, por el contrario, me estaba poniendo nerviosa, ya que nunca lo había hecho sin que Marcos por lo menos estuviese presente. Subimos al ascensor donde había una pareja joven, ambos nos miraban un poco sorprendidos por la evidente diferencia de edad. Entonces Óscar aprovecho y me cogió fuerte por la cintura, pegándome a él y cogiéndome del culo mientras me besaba. La pareja no sabía para dónde mirar mientras nos enrollábamos, (cosa que no hacía nada mal). Se bajaron en la misma planta que nosotros y mientras salíamos al pasillo el chico se giraba para mirar, mientras Óscar aún me cogía del culo. -Ese también quiere follarte - me dijo mientras sonreía. Entramos en la habitación, donde nada más entrar a mano derecha había un baño bastante grande, a continuación una cama de matrimonio enorme, dos sillones, un televisor, un mueble bar, un escritorio y una terraza exterior con unas vistas espectaculares. En un sillón se encontraba Sergio el más joven de los tres; en los pies de la cama se encontraba Dani que sería de la misma edad que Óscar; en la mesa pude observar una caja abierta de pastillas azules, que eran inconfundibles. Ellos se encontraban ya en ropa interior, pudiendo observar que Sergio estaba muy bien físicamente y que Dani tenía una barriga cervecera. Óscar se me acercó por detrás, y bruscamente me tiró de los tirantes del vestido hasta mi cintura, exponiendo mis tetas con el sujetador. -Eeeeh, tranquilos- protesté. -Zorrita, no hemos pagado para tener paciencia, queremos usarte y eso es lo que haremos. Hasta mañana a las 8 eres nuestra y harás todo lo que se te pida, ¿Entiendes? dijo Oscar. Un escalofrío me recorrió la espalda; pensaban usarme como una vulgar puta. -No lo volveré a decir, ¿Lo entiendes?- espetó de nuevo. Asentí con la cabeza. -Muy bien, pues empieza a demostrar lo que vales Me cogió el sujetador y me lo quito, dejando mis pechos al aire. -Joder, que buena estás y vaya tetas que gastas. Ven, ponte de rodillas y usa esas tetas con mi polla - dijo Oscar. Oscar me giró y me obligó a ponerme de rodillas, se sacó la polla y me golpeó con ella en la cara. -Vamos zorra, abre la boca Me cogió de la cara fuertemente y me escupió en la boca y a continuación, me puso su polla entre las tetas, obligándome a hacerle una cubana. Sus amigos me rodearon inmediatamente y me acercaron sus pollas para que se las chupara. Comencé alternar las pollas de Dani y Sergio, mientras con mis pechos continuaba haciéndole una cubana a Oscar. -Joder como chupas, cabrona - dijo Dani. -Sí; es una auténtica puta- siguió Sergio. Ambos peleaban por mi boca tirándome del pelo, mientras Óscar aumentaba su ritmo en mis pechos. La baba caía de mi boca sobre mis tetas, que ya estaban empapadas por el pre semen de Óscar. Yo no paraba de tragármelas: estaba empezando a disfrutar y necesitaba más. Oscar y Dani me cogieron en volandas y me echaron sobre la cama. Dani se puso entre mis muslos apartándome el tanga y comenzó a comerme el coño. -Aaaah sííí - grité cogiéndole de la cabeza. -Calla y chúpamela, zorra - dijo Óscar introduciéndome su polla hasta la garganta. Me encontraba boca arriba en la cama, con Dani entre mis muslos y Óscar sobre mí, a cuatro patas, con sus rodillas a los lados de mis hombros y su polla dentro de mi boca, metiéndomela hasta el fondo, follándome la garganta. Sergio puso su polla en mi mano para que lo pajeara, mientras Oscar seguía follándome la garganta sin piedad y Dani, entre sus babas y mis flujos, me ponía el coño chorreando. Dani me quito el tanga y el vestido dejándome completamente desnuda, y comenzó a restregar su polla por mi coño. Dani seguía jugando con su polla a la entrada de mi coño, restregándola por mi clítoris, metiéndola un poco y sacándola. Con esos manejos yo ya estaba cachondísima y necesitaba una polla dentro de mi coño; pero no podía esperar, la necesitaba ya. -Métemela ya, por favor - le supliqué. -¿La quieres?-preguntó Dani. -¡Sííí!- grité con ganas. -Pues pídelo bien, putita. -Por favor, ¡quiero tu polla!, ¡métemela ya!, la necesito; ¡por favor!, ¡métemela toda! - suplicaba. -Muy bien; así me gusta. Pues ¡toma polla, puta! - dijo, mientras me la metía hasta el fondo. Su polla, de gran tamaño, impactó contra mi útero y un calambre recorrió mi cuerpo desde lo más profundo de mi coño hasta la cabeza, quedándome prácticamente sin respiración. Comencé a gemir como una loca y él, aumento aún más el ritmo. Óscar se sentó sobre mi cara poniendo su inmundo culo y sus huevos sobre mi boca, me cogió de la cabeza y me dijo: -Vamos, límpiame el culo con tu lengua, puta. Pienso aprovechar cada céntimo de lo que he pagado por ti. - Me sentía como una puta barata usada por aquellos hombres; Dani continuaba follándome duro y, mientras, yo lamía el culo y los huevos de Oscar. Su culo apestaba un poco a mierda y estaba lleno de pelos, cosa que me daba asco; pero yo esa noche no era Silvia, era una puta por la que habían pagado y así me iba a portar. Dani no pudo aguantar más y se corrió abundantemente dentro de mí. Sentí cada chorro de semen entrar en mi útero, hasta que mi coño se desbordó por tanta cantidad de leche. Oscar entonces cambio de posición, se puso detrás de mí y me puso a cuatro patas en el suelo, me escupió en mi culo y comenzó a lamerme el ano; mientras, Dani me puso su polla en mi boca para que se la limpiara de semen y mis jugos. -Dios; qué pedazo de guarra estás hecha. Creo que esas disfrutando tú más que nosotros, putita, comento Dani. Tras unos instantes de comerme mi culo, Oscar comenzó a empujar su glande dentro de mi culo. Yo notaba como mi ano se iba abriendo e iba aceptando aquella maravillosa polla dentro de mí. Dani, tras habérsela limpiado bien, se apartó para dejar su sitio en mi boca a Sergio. Podéis imaginaros qué situación: yo, completamente desnuda, a cuatro patas en el suelo, con una polla dentro de mi culo y otra alojada en la boca, pero llegándome hasta la garganta. Yo, que el principio estaba un tanto asustada, a medida que avanzaba la fiesta cada vez me encontraba más y más cachonda, y ellos empezaban a estar un poco fuera de sí. Oscar, mientras con su polla me penetraba el culo, con una mano me azotaba las cachas y con la otra empujaba mi cabeza hacia la polla de Sergio, haciendo que me penetrase hasta el fondo de la garganta. -Vamos, puta zorra, ¡chúpasela bien chupada! - me ordenaba Oscar, mientras no dejaba de empujar mi cabeza hacia la polla de Sergio. Oscar empezó a moverse cada vez más rápido, notaba sus testículos golpear mi coño y cada centímetro de su polla entrar sin piedad en mi culo con una fuerza descomunal. Me destrozaba. No contento con eso, Oscar me cogió un brazo desde atrás y me lo sujetó sobre mi espalda. En ese momento yo solo tenía tres apoyos en el suelo; mis dos rodillas y uno de mis brazos, con lo que apenas podía sujetarme, y mi equilibrio se hizo muy inestable, debido a la falta de apoyo y sus embestidas en mi culo, que cada vez eran más intensas. Estando yo agachada como una perra, mis tetas colgaban y se bamboleaban al ritmo de sus embestidas, y mi garganta ocupada en gran parte por la polla de Sergio que empezaba a molestarme, provocándome grandes náuseas que contenía como buenamente podía. La polla de Sergio, que entraba y salía continuamente de mi garganta hacía que a veces tuviera falta de oxígeno y mis ojos comenzaron a producir unos grandes lagrimones, que se derramaban por mis mejillas, dejando sobre ellas claras marcas de rímel y de la sombra de ojos que había utilizado en mi maquillaje. No sé cuánto tiempo estaría en esa situación. Se me hizo bastante largo, pero yo no dejaba de gozar con el placer que me proporcionaban esas dos pollas dentro de mi boca y culo. Y no cesaba de pedirles, cuando tenía ocasión. - ¡Más! ¡Quiero más! ¡Dadme más fuerte! ¡Joooder! – gritaba fuera de mí. Justo fue entonces cuando Sergio sujetó con fuerza mi cabeza contra su polla, enterrándola por completo en mi garganta, y comenzó a correrse, casi directamente en mi estómago, de lo profundo que la tenía metida. Su corrida no parecía tener fin. Notaba perfectamente convulsionar su polla en mi garganta, mientras luchaba desesperadamente por contener mis náuseas y no vomitar su corrida y mi cena. -Aaaah ¡Traga! ¡Traga! ¡Puta!, exclamaba Sergio, completamente descontrolado, sujetándome la cabeza para mantener su polla dentro de mi garganta. Acto seguido fue Oscar quien se corrió en lo más profundo de mis intestinos, agarrándome fuertemente por mis caderas. Notaba salir su semen caliente y rebosar de mi culo, juntándose con el semen de su amigo Dani que aún chorreaba por mi entrepierna y goteaba al suelo desde mis muslos. -Dios; qué culo tienes, zorrita, me piropeó Oscar mientras sacaba su polla de mi culo. Nada más sacarla, Óscar me la puso en la cara para que yo se la limpiara. Yo lo miraba con cara de niña golosa. Cogí de inmediato su polla y le comí los huevos, para pasar después mi lengua por todo su tronco, hasta llegar a su glande, donde con mi lengua recogí los restos de semen de la corona de su capullo. Luego, con la punta de mi lengua comencé a jugar con su uretra, mientras que con mi mano masajeaba sus huevos y estrujaba su polla para que saliera hasta la última gota de su néctar, que me bebí completamente fuera de mí, de lo cachonda que me habían puesto. -Dios; qué buena eres, comento Óscar con los ojos cerrados. -Bueno chicos voy al baño para lavarme un poco. -No tardes mucho, que solo acabamos de empezar - dijo Sergio riéndose. Me senté en el bidé, y con mis dedos y el chorro del agua intentaba sacar el semen de mi interior. En eso estaba cuando apareció Dani por la puerta del baño. -Perdona chica, pero necesito mear. Y se puso a orinar delante de mí. Yo mientras tanto, seguía a lo mío, hasta que Dani término de orinar, se giró, y mirándome, me dijo. -Límpiamela -¿Perdona? -He dicho que me la limpies; puta. Y antes de que pudiera decir que no, me agarró del pelo y tapándome la nariz, me la metió en la boca. El sabor era amargo y no pude resistirme a limpiársela; después de todo, esa noche era de ellos. -Ooooh que gusto, exclamó. Cuando termine de dejársela limpia, me levantó y me sentó en la tapa del váter. -Nena ahora te toca a ti. Y cogió con un dedo, y comenzó a estimularme el clítoris y con la otra mano me introducía dos dedos en el coño, cada vez de manera más frenética, hasta que me corrí como una cerda. -Aaaah me corro - exclamé. Cuando hube terminado, él salió del baño y yo quedé en la taza del váter, hecha polvo. Era incapaz de imaginar cómo iba a aguantar ese ritmo durante toda la noche. Al poco conseguí levantarme y salir del baño. Volví a la habitación y ahí me esperaban los tres con sus pollas mirando al techo, duras como piedras. -Ven, preciosa - dijo Sergio, indicándome la cama. Me aproximé a la cama, y me puse entre Sergio y Dani. Oscar había salido a la terraza a fumar. Ambos comenzaron a besarme y meterme mano. Yo intentaba controlar la situación, pero no podía. Eran dos pulpos y tenían las pollas durísimas, seguramente debido a las pastillas azules. Me puse de rodillas a los pies de la cama y comencé a chuparles y lamerles las pollas. Esta vez sería yo quien llevaría la iniciativa, así que me puse sobre Sergio y me metí su polla en el coño, mientras le indicaba a Dani que metiese su polla en mi culo. Así que comencé a follármelos. Notaba aquellas dos pollas cómo se abrían paso y luchaban en mi interior. -Joder, que tía- exclamaba Dani. -Que pedazo de guarra estás hecha, dijo Sergio. -Soy vuestra puta, ¿no? Pues folladme los dos a la vez, ¡joder! Aahh Yo movía mis caderas para notar aquellas dos pollas lo más profundo que pudiera. -Vaya vaya, o sea que salgo a fumar y en cuanto me doy la vuelta ya estáis follando sin mí, dijo Oscar. -Cállate y méteme tu polla en mi boca, le dije, ansiosa de tener las tres pollas a la vez. Y así lo hizo, me estaban follando los tres a la vez, uno por cada agujero. El olor a sexo inundaba la habitación yo solo pensaba en darles placer y en qué me follaran. Quería demostrarles que había salido barata. Por un rato solo se escuchaba, sonidos como: -ahhggg, chop, chop, uhnn, etc… Solo era sexo. Puro sexo. Un sexo salvaje, animal, sin ataduras, sin complejos, sin remordimientos. Así estuvimos un buen rato. Yo en la misma posición, pero ellos intercambiaban mis agujeros y yo casi no podía más. Hasta que Sergio y Dani se corrieron en mi cara y mi culo; Oscar que todavía no se había corrido se encontraba follándome mi coño, mientras el semen de Sergio chorreaba por mi cara y mi pelo. Óscar se incorporó y me cogió de la mano. -Ven putita, siempre he deseado hacer esto. Y me saco a la terraza, para continuar follándome con las manos puestas en la barandilla. Me embestía con ganas, mientras me cogía con fuerza de mi cintura. Mis tetas se movían sin control y yo no podía parar de gemir mientras me follaba, mi culo chorreaba el semen de Dani y mi cara y pelo estaban manchados del semen de Sergio. Tenía la sensación de que me observaban desde la calle, lo cual me ponía aún más cachonda. -¿Te gusta, puta? -Sííí ahh ahhh. Me sacó la polla del coño y me puso de rodillas, corriéndose en mi cara y mis tetas, diciéndome. -Toma leche, zorra, ¡toma! Su semen caía por mi cara, mis tetas, y hasta mi coño, antes de caer al suelo de la terraza. Yo estaba cansada, pero ellos no me iban a dejar descansar el resto de la noche. -Vamos límpiamela- me ordeno. Y ahí mismo en la terraza y de cuclillas, comencé a limpiársela. Suavemente desde los huevos, hasta el frenillo, recorriendo toda su polla, mientras recogía los restos de semen y mis propios jugos. -Joder, eres mucho mejor que cualquier vulgar puta Yo asentía, y mirándole fijamente a los ojos, seguía recorriendo su polla suavemente con mi lengua. Cuando terminé me incorpore y me fije, que en la terraza de al lado nuestra, había un hombre joven haciéndose una paja, mientras nos observaba. -Vaya, parece que tenemos un admirador- me dijo al oído Oscar. -¡Eh amigo!, ¿te gusta lo que ves?- le dijo Oscar mientras me cogía por detrás los pechos, y a modo de ofrecimiento se los mostraba. -¿Qué coño estás haciendo? – dije indignada. -Calla joder. Ya te he dicho que esta noche eras nuestra – dijo mientras me apretaba los pezones. -Claro amigo, y ¿a quién no le gustaría? - dijo el chico. -Te la cedo un rato, con la condición de que la uses en la terraza – le ofreció Oscar. -En serio…Claro joder lo que tú digas – acepto sin dudar el chico. Intenté negarme, pero fue en balde, ya que volvió a recordarme que habían pagado por mi para toda la noche, y que según en palabras de mi chico no había limites en aquello que desearán hacerme hacer, y que yo desde el mismo momento en que accedí a subir con ellos también había aceptado las condiciones. A sus amigos les pareció una idea genial; y mientras pensaban pajearse los tres en un recipiente a mi salud mientras nos observaban en la terraza. Para salir del cuarto, solo me dejaron una toalla de baño, que apenas me cubría nada. En el momento que salí al pasillo, me dio un escalofrío, ya que estaba expuesta a que cualquier persona me pudiera ver, aunque afortunadamente era la habitación de al lado y el recorrido fue corto. Cuando la puerta de se abrió, pude observar a un chico de unos 18 años, muy bien físicamente y que me esperaba completamente desnudo. -Pasa, corre pasa- dijo el chico apresuradamente. -¿Te importa si me ducho? Es que estoy pegajosa de tanto semen. – le dije mientras dejaba caer la toalla al suelo del cuarto, para meterme en la ducha. -C-claro…Guauuu, eres un pibón joder- exclamo al verme sin la toalla. CONTINUARÁ… silviahot1992@outlook.es

Autor: Silviahot1992 Categoría: Dominación

Leer relato »

Silvia la sumisa (Partes 1 y 2)

2019-12-09


Me llamo Silvia, tengo 27 años, soy pelirroja, tengo los ojos verdes, mido 1.70, peso 56 kg y mis medidas son 93-60-90; mi novio y mis amigos dicen que estoy muy buena. Me encanta el sexo y sobre todo sentirme dominada (uf como me pone). Os voy a contar como fue mi primer trío y de cómo mi chico me hizo ser la sumisa que soy hoy en día. Cuando tenía 21 años comencé a vivir con mi novio; podéis imaginaros que lo hacíamos a todas horas, yo no le decía que no a nada, practicábamos sexo en todas las posturas y formas. Una noche cuando estábamos en el salón viendo porno, vimos una escena en la que el marido de la chica la entregaba a sus tres amigos y estos le hicieron de todo; esta escena me puso súper caliente así que me arrodillé delante de Marcos (mi novio) y le comí la polla y los huevos con ganas, me la metí hasta el fondo de la garganta mientras él me agarraba el pelo con fuerza a la vez que se corría en mi estómago. Más tarde en la cama me preguntó que me había hecho ponerme así de cachonda tan de repente, le dije que la sumisión con que la chica había aceptado el ofrecimiento de su marido. El tema lo dejamos aparcado ahí y no me comento nada en los días siguientes. Dos días después me llamo por teléfono a la casa: Marcos: Silvia porque no te arreglas y bajas a la cafetería de la esquina, que estoy con un par de amigos. Silvia: ¿Qué amigos? Marcos: Ramón y Mario, anda ponte algo sexy y baja Silvia: ¿algo sexy? Marcos: Si ponte la mini falda escocesa, la camisa blanca y los pantys negros. Silvia: Pero se me ve todo con eso. Marcos: Te he dicho que te lo pongas y que bajes de una vez, ¡YA! No me atreví a replicarle, así que le hice caso y me vestí como me había dicho. Bajé y los hombres se giraban para mirarme, cuando llegué a la cafetería (que por suerte está al lado de mi casa) vi que Marcos estaba en una mesa, en una esquina de la cafetería con dos chicos realmente guapos. Marcos: Silvia estos son Ramón y Mario, dos amigos del curro. Silvia: Hola (le di dos besos a cada uno y un morreo a Marcos) Ramón: Joder Marcos no mentías, vaya pedazo de tía. Mario: Que cabrón, vaya suerte tienes. Marcos: Y eso nos es nada, además es una guarra de cuidado. Yo en ese momento me puse toda colorada y no sabía que decir. Marcos me miro y me dijo: Marcos: Coge a Ramón, vete al baño de hombres y le comes la polla como tú sabes. Aun no sé muy bien porque, pero me levanté y cogí de la mano a Ramón yendo los dos hacía el baño de caballeros. Con cuidado entramos en el baño y sin mediar palabra me arrodille y le baje la cremallera, dejando salir una hermosa polla de unos 20 cm. Empecé a besar aquella hermosa polla y comerle los huevos, hasta que el no pudo aguantar más y me cogió del pelo fuertemente metiéndome su polla hasta el fondo de mi garganta, literalmente me follo la garganta sin miramientos, corriéndose abundantemente en mi estómago. Ramón: Traga puta Silvia: ghhghghhh (me lo trague todo) Ramón: Zorra ahora límpiamela bien y quédate aquí. Ramón salió y odio reconocer que me corrí por cómo me había tratado. Sin tiempo a recomponer me entro en el baño Mario y se me quedo mirando. Mario: Dios que buena estas y que puta eres, ven aquí. Me puso contra la pared del baño, me quito el tanga y me lo metió en la boca. Mario: Y ahora calladita, a ver si eres tan buena como dice tu novio, puta. Me volvió a poner contra la pared y empezó a comerme el culo e introducir dos y tres dedos. Mario: Si que te han dado por el culo nena, ten entran hasta cuatro dedos, pedazo de puta te voy a reventar. Silvia: uggghhhh. De golpe me vi ensartada contra la pared por la enorme polla de Mario (tenía por lo menos 25 cm) Mientras, me agarraba de las tetas y tiraba de mis pezones como si quisiera quedárselos, y yo caliente como una perra y no sabía porqué; Mario se tiró por lo menos 10 minutos destrozándome el culo hasta que nos corrimos los dos a la vez, dejándome allí tirada y dolorida, pero muy satisfecha. Mario: Tu novio tiene razón eres putita sumisa, nos lo vamos a pasar muy bien contigo puta. Me recompuse como pude y salí de allí, yendo hacía la mesa en la que estaban los tres mirándome, cuando me senté todavía me chorreaba él semen de Mario por las piernas, poniendo el asiento todo perdido. Marcos: ¿Qué tal putita mía? Silvia: No sé, creo que me va a gustar ser vuestra puta. Marcos: Esto solo acaba de empezar putita. Luego de haberme entregado a sus amigos en el baño de una cafetería cerca de nuestra casa, permanecimos sentados allí, mientras los amigos le narraban con pelos y señales lo que me habían hecho cada uno en el baño. Yo mientras notaba como me chorreaba el semen de Mario y cómo estaba poniendo de empapado mi tanga y el asiento. Marcos, mientras, se mostraba orgulloso de cómo me había comportado con sus amigos. Llamaron al camarero para pedir unos cafés y cuando me tocó pedir a mí. -Y la señorita que va a querer? -Una mitad (café con leche en Málaga) -Si pero jefe tráeselo con café solo, que la leche ya se la he dado yo jajaja, dijo Ramón. El camarero se me quedó mirando y yo no sabía dónde meterme. Cuando el camarero se fue con la comanda, Marcos me dijo: -Silvia, parece ser que le has gustado al camarero -Sí, que cabrón, no te quitaba ojo, dijo Mario. -Vas a quitarte dos botones de la camisa, y le vas a enseñar esas maravillosas tetas que tienes, me ordenó Marcos. -Pero… -Ni pero ni nada; da gracias a que no te hago ir al baño a quitarte el sujetador, así que hazlo antes de que me arrepienta. Así que discretamente me quite dos botones más de la camisa, dejando casi libres mis pechos. Cuando el camarero volvió se quedó cortado. No sabía dónde mirar, pero por más que lo intentaba no paraba de mirarme. Una vez nos dejó los cafés, observamos cómo empezó a comentarle algo a su compañero, mirando hacia mí. -Parece que tienes dos nuevos fans, Silvia, me dijo Marcos. -Pobres quizás otro día deberías dejar que se la follen bien follada, añadió Mario Cuando terminamos de tomarnos el café me hicieron ir a pagar así. Casi se me salían las tetas y los dos camareros que me cobraron no me quitaban ojo, mientras mi novio y sus amigos no paraban de murmurar. Salimos de la cafetería y cuando creía que nos despediríamos de sus amigos, Marcos me sorprendió. -Bueno, qué. ¿Os apetece seguir con la fiesta o es mucha hembra para vosotros? Mario y Ramón se miraron entre ello y luego me miraron a mí. -Joder pues claro que voy, me muero de ganas de jodérmela, dijo Mario. -¿Estás de broma? estoy deseando follármela, añadió Ramón. Yo no me lo podía creer, Marcos pensaba seguir ofreciéndome a sus amigos, pero eso me puso cachondísima. -Pues vamos, que lo vamos a pasar de puta madre con mi zorrita. Diciendo eso me dio un cachete en el culo para que fuera delante hacia nuestra casa. Por el camino nos cruzamos con algunos chicos del barrio que nos conocen y vi cómo me miraban y hablaban entre ellos. Cuando llegamos al portal mi novio me paró y me llevo al juego de las escaleras. -Silvia, quítate el sujetador y el tanga -Estás de broma, ¿no? Marcos ese momento me cogió del pelo. -No me hagas repetírtelo o te desnudo aquí mismo y te follamos aquí. -Vale Marcos, lo hago. Así que allí mismo me bajé el tanga, que estaba chorreando semen, y me quité el sujetador. -Buena chica, así me gusta. Que obedezcas sin rechistar. Ahora, tira para el ascensor. Esperamos el ascensor y cuando se abrieron las puertas aparecieron mis dos vecinos de enfrenté, quedándose de piedra, ya que era evidente que no llevaba sujetador. En el ascensor los tres empezaron a manosearme por todas partes. -Zorrita, métete un dedo en el culo y saborea el semen de mi amigo Yo me estaba poniendo tan caliente que lo hice sin rechistar. Me metí el dedo índice y recogí un poco del semen que todavía tenía, lo lamí y me chupé el dedo, con cara de viciosa. Eso los puso más frenéticos, tanto que pensé que me follarían allí mismo. -La que te vamos a dar, dijo Ramón, mientras me mordía el cuello. -Vas a ver lo que es bueno, remachó Mario, mientras me metía un dedo en el coño. -Mira, Silvia. Te voy a convertir en una sumisa de mierda. Cuando acabé contigo, dejaré que tu padre te folle, ¡puta! Y mientras decía eso no dejaba de pellizcarme los pezones, lo que hizo que me calentase mucho más. Estaba salida, deseando follar. Por fin llegamos a nuestra planta, salimos y entramos en nuestra casa. Cuando yo estaba más caliente y su amigos prácticamente los tenía encima, Marcos dijo. -Parad, que lo vamos hacer mejor. -Joder tío, qué coño dices, mírala está caliente como una perra, vociferó Mario. -Por eso, tengo que enseñarle quién manda -Joder, tío, qué tienes en mente, preguntó Ramón. -La quiero convertir en mi sumisa, y para eso tengo que enseñarle quién decide y como y cuando se folla y con quién. -Enserio me vais a dejar así. Estoy cachonda perdida. Necesito, no una, sino un buen par de pollas, o tres, cuanto antes. -Tu calla, que luego verás, dijo mi novio. -Venga macho, pero más vale que merezca la pena esperar, soltó Mario. -Ya te digo, remachó Ramón. -Ven Silvia, vamos al cuarto que te voy a preparar, y vosotros coger lo que queráis. Marcos me llevo al cuarto y me desnudó, se puso a buscarme ropa mientras yo permanecía de pie sin decir nada. Me saco un camisón de encaje blanco y unas ligas del mismo color. Me ordenó que me lo pusiera y mientras él empezó a sacar juguetes eróticos que habíamos comprado hacía tiempo. -Así muy guapa, ahora ponte esto en tu culo (unas bolas chinas) y esto en el coño (un vibrador) Me vendó los ojos, me ató las manos a la espalda y me puso un cinturón al cuello apretándome lo justo. Me sentía completamente a su disposición, pero lejos de tener miedo, me puse aún más cachonda. Estaba impaciente por que me follaran Mario, Ramón y mi propio novio. Deseaba tener dentro de mí sus tres pollas. Y lo quería cuanto antes. Acto seguido, tirando de la correa, me sacó hacia el salón donde estaban sus amigos. -Vamos no jodas, exclamó Mario al verme llegar como si fuera un perrito. -Dios, pero que zorra más sumisa, coño, dijo Ramón. -Silvia, ponte de rodillas, que ahora los tres te vamos a follar la garganta -Sí, cariño En ese momento me tiró del pelo hacia atrás y me dijo -De cariño nada: soy tu puto amo (y me escupió en la boca), ¿te enteras, puta? -Sí, mi Amo. Lo que tú digas. -Eso es. Bueno, qué pasa ¿Necesitáis una invitación para follarle la garganta? Preguntó mi novio a sus amigos. En ese momento, sin poder ver quién era quien, me pusieron las tres pollas en mi cara e intenté ir comiéndomelas. -No zorrita ansiosa, tú solo abre la boca. He dicho que te vamos a follar la garganta Así que le hice caso y abrí mi boca todo lo que pude, y empezaron a escupirme en la boca, entonces me cogió alguno fuerte del pelo y empezó a follarme literalmente la garganta. Mario: ¡Come puta! Silvia: ugggghha Mario: ¡Traga! ¡Cómo noto mi polla en su garganta! Silvia: agggg (las babas me caían por las comisuras de los labios y a duras penas podía respirar) Marcos: Para; puta; no te corras todavía Entonces Marcos puso el vibrador en marcha, y yo creía que me moría de gusto, y cuando abrí mi boca para gemir de tanto placer, Mario volvió a la carga; enterró su polla en mi boca de un solo golpe y esta vez sí se corrió en mi estómago. -Toma leche puta cerda ajjjj -uggghhgg, apenas pude balbucear, casi ahogada por tan fantástica corrida. Cuando yo estaba a punto de correrme, Marcos paró el vibrador. -No. No. todavía no, zorrita. Aún no permito que te corras. Lo harás cuando yo te lo ordené. ¿Entendido, puta? Entonces Ramón me puso su culo en mi boca y me sujeto la cabeza -Vamos ¡Cerda!, límpiame el culo con tu lengua. Yo empecé a lamer aquel culo peludo, que me daba arcadas. -O si así, ooooh que gusto puta, ahora cómeme los huevos. Sí. Dame tus huevos, soy una puta zorra hambrienta -Eso es putita vaya lengua tienes, ahora traga hasta el fondo -agghh, chillé, cuando con un brutal empujón, Ramón me metió su polla hasta la laringe. -Marcos le voy a quitar la venda, quiero que me mire con esos ojazos mientras le follo a lo bestia la garganta. -Lo que quieras amigo. Puedes hacer con esa puta zorra lo que se te antoje. Es tuya. Así que me quitó la venda y me agarró con fuerza del cuello mientras me follaba la garganta -Mírame puta, mírame a los ojos mientras te follo la garganta ¡joder! Noto mi polla en su garganta con mis manos ufffff aagggg, era lo único que podía farfullar con esa enorme polla dentro de mi boca. Me saco la polla de la garganta y se corrió en mi cara -Toma puta; toma toda mi leche en toda tu cara. Me chorreaba el semen por mi cara y caía hasta mis tetas. Tenía la garganta toda irritada, apenas podía hablar. La follada que me regaló Ramón fue bárbara y despiadada. Casi me destroza, pero yo me quedé con ganas de más. -Y ahora: córrete; puta. Y Marcos encendió el vibrador al máximo. Yo, en la posición que estaba, caí hacia un lado y me corrí como una cerda. - Y ahora a follar. Así que recupérate pronto. -Sí, mi Amo. Marcos se tumbó en el suelo, Mario y Ramón me cogieron en brazos, para ponerme encima de él. -Ven que te folle ese coño de guarra que tienes, zorra. -Por fin amo, estaba deseando tu polla. Me la clavó hasta el útero de un solo golpe y mientras el semen de Ramón escurría desde mi cara -ahhhhh sí. Me encanta tu polla amo, seré tu puta sumisa siempre, agggh -Te gusta mi polla, guarra, eh? Te gustaría que tú padre te follara, eh zorra? Te gustaría tener la polla de tu padre en tu culo verdad, eh? -No amo, solo quiero tu polla, ahhhggg -Vamos puta; dime la verdad. En ese momento Mario saco las bolas chinas de mi culo y me ensartó con su polla hasta los huevos. Sentía los dos pollas pelear por mi interior violentamente. -Agggh si follarme cabrones, destrozadme el culo y el coño agggh -Contesta o dejamos de follarte puta -No agggh, seguid follándome. Si quiero follarme a mi padre y también al tuyo, ahhh quiero ser vuestra puta agghh Mario tiraba de mis brazos y me embestía muy duro, para que pudiera tragarme la polla de Ramón hasta la campanilla, yo estaba fuera de mi. Tenía una enorme polla en cada uno de mis agujeros. -Pedazo de culo el que tienes puta, te lo voy a destrozar. -Aggghhf era lo único que podía decir. -Come polla ¡Puta! Traga, coño, traga, gritaba Ramón. -Me corro ahhhh, toma leche, toma hasta el útero puta, chilló Marcos -ahhhh si, traga, traga, ufff que gustazo puta, bramaba Ramón. -Yo también me corro, toma hasta el intestino, ¡zorraaa!! Tomaaa! Aullaba Mario, mientras llenaba mi culo de semen. -ahhhhggg sí ahhh siii dadme vuestro semen siiii por favor ahhh Nos corrimos los cuatro casi a la vez. Yo quedé derrengada y llena de leche por todos mis orificios, encima de Marcos. Mario y Ramón se sentaron en el sillón -Te ha gustado, putita. -Sí, sí mi Amo. -Muy bien así me gusta. Ahora límpianos las pollas y te puedes ir a dormir -Sí, mi Amo. Cómo pude me incorporé (tenía las manos atadas a la espalda) y uno a uno les limpié sus pollas de semen y jugos míos con mi lengua, mientras les agradecía el haberme follado así. Continuará… silviahot1992@outlook.es

Autor: Silviahot1992 Categoría: Dominación

Leer relato »

Educando como sumisas a las hijas de mi jefe 3

2019-11-28


Sigo “educando” a las dos hermanas y tras someterlas a diversas penurias, provoco su enfrentamiento al ordenar que se castiguen entre ellas. La brutalidad de Natalia con Eva me permite consolarla y que ésta se cambie de bando. También les dejo el:Relato Anterior La noche transcurrió sin novedad. Nada que valga la pena contarse, excepto un par de polvos a la muchacha más por satisfacción personal que por necesidad. Natalia tiene una constitución atlética. Un culo duro y un cuerpo escultural que provocan que cualquier hombre que la tenga desnuda a su lado no pueda evitar follársela. Lo único destacable fue que observé un pequeño cambio, la segunda vez que la tomé no solo se dejó hacerlo, sino que participó activamente e incluso creí descubrir un deje de protesta cuando conseguí correrme, como si se hubiese quedado insatisfecha y deseara más. El despertador sonó a las ocho de la mañana, tenía que irme al trabajo por lo que sin dirigirles la palabra me levanté a ducharme. El agua caliente que cayó sobre mi cara consiguió espabilarme. Siguiendo mi plan preconcebido, me afeité y me vestí tranquilamente sin hacer caso a las dos mujeres que atadas a la cama me miraban expectantes. No sabían que les deparaba mi perversa mente, pero esperaban angustiadas mi siguiente paso. No tuvieron que aguardar mucho porque después de desayunar opíparamente, volví a la habitación con dos litros de leche. ―Zorritas, tenéis que desayunar. Dándole a cada una un tetrabrik, me senté a observar mientras les decía: ― Bebéroslo entero. Que no quede gota. No se hicieron de rogar, cogiendo la leche con ambasmanos, se bebieron todo por miedo a enfadarme. Viendo que habían obedecido dócilmente, me despedí de ellas diciéndoles: ―Hasta esta noche. Eva, asustada, me preguntó que si las iba a dejar así. Cogiéndola del pelo le di un beso posesivo. Mi lengua forzó su boca y durante un minuto me entretuve magreándola antes de contestarle: ― Tú, ¿qué crees? Al cerrar la puerta, escuché su desamparo. Durante el día no me dejaron parar los diversos asuntos se amontonaban en mi mesa, no hay que olvidar que el jefe me había dejado solo y ahora tenía que hacer el trabajo de los dos. Reunión tras reunión se fueron pasando las horas sin que me diera cuenta, la actividad del día a día me impidió pensar en las dos bellas muchachas que me esperan pacientemente en casa. Mi secretaria no me dejó descansar durante toda la jornada, que si tenía que autorizar una obra, que si tenía que firmar unos cheques.... Isabel llevaba trabajando conmigo desde que llegué a la empresa y era quizás la persona que mejor me conocía. No tenía que decirle nada que ella sabía en cada momento lo que me ocurría. La confianza con ella era máxima, hasta tal grado que cuando humillado por las hermanitas estuve a punto de dimitir, hablé con ella para que se viniera conmigo al siguiente trabajo. Por eso cuando al volver, le conté que no la había presentado y tuve que explicarle lo que había pasado, así como lo que pensaba hacer. Ella al igual que yo era de origen humilde, por lo que la idea de hacer pagar a esas dos pijas con su propia cosecha le pareció una idea estupenda y lejos de tratar de convencer para que no lo hiciera, se prestó voluntaria para lo que necesitara. En ese momento, le dije que por ahora no me hacía faltapero que no me olvidaría de ella si me urgía ayuda. Por eso no me extrañó, cuando ya estábamos a punto de salir de la oficina, que me preguntase como me había ido con las dos fierecillas. ―Bien, son unas niñatas tontas, pero están aprendiendo―contesté. ―No seas malo, ¡cuéntame! Me hizo gracia su interés y como no tenía nada que perder, ya que si me salía mal el adiestramiento tanto a ella como a mínos pondrían de patitas en la calle, le hice un pequeño resumen. Le expliqué la reacción de sus novios al enterarse de que no tenían un duro, el castigo que le di a Natalia por echarme un laxante en la comida. A esa altura sus ojos ya brillaban, pero fue cuando le conté como me habían tratado de asesinar y cuál había sido mi venganza, cuando ya sin reparos me pidió que le diera detalles. A un hombre no le hace falta que le piquen en demasía para que cuente los detalles de sus conquistas y yo no era una excepción, de forma que le explique cómo les había obligado a regalarme un espectáculo lésbico e incestuoso, como me habían hecho el sexo oral y sobre todo como les había dejado atadas a la cama desde la mañana. ― ¡Que envidia! ― la escuché decir cuando ya se iba. En ese momento no supe que era lo que envidiaba, si a mí por tener a dos mujeres a mi disposición o a ellas por el tratamiento que les había dado. No me preocupó el descubrir la causa porque recapacitando sobre ello decidí que, en menos de una semana, la haría participe de mi juego y entonces lo sabría. La idea no me desagradaba, porque, aunque Isabel estaba un poco gordita tenía unos pechos y un culo de escándalo. Satisfecho con el trabajo realizado y caliente tras la conversación con mi secretaria, salí de mi despacho y bajando al garaje cogí mi coche. Las calles y los semáforos pasaban a mi lado sin darme cuenta, mi mente solo podía pensar en mis dos juguetes esperando atadas a la cama la llegada de su amo. Las luces del chalé estaban apagadas. «Buena señal», pensé ya que al salir de la casa era de día y si ellas no habían conseguido zafarse de sus esposas, nadie podía haberlas encendido. Subiendo por las escaleras, lo hice con precaución porque bien podrían haberse soltado y estar esperándome en el rellano.Pero al abrir la puerta de mi cuarto y antes de encender la luz, ya supe que no lo habían logrado al llegarme el olor a orín reconcentrado. Era parte de mi plan, un litro de leche por cada una y la imposibilidad de ir al baño no podía tener otro resultado que ambas mujeres lo hubiese tenido que hacer sobre la alfombra persa de su viejo. «Deben de estar aterrorizadas y hambrientas, anoche les impedí cenar por lo que deben de llevar más de treinta horas sin probar bocado». Al encender la luz, cerraron los ojos del dolor. Me dieron hasta un poco de pena al observar el resultado de su castigo. Despeinadas, con el rímel corrido, los labios agrietados de la sedy asustadas, terriblemente asustadas. ― ¿Cómo están mis putitas? ― pregunté alegremente. ―Muy bien, amo― contestaron al unísono. Su recibimiento me sonó a música celestial y al no tener que recordarles mi título, decidí darles un premio. Yendo al baño, serví un vaso de agua. ― ¿Tenéis sed? ― sus ojos casi se salieron de sus orbitas alcontemplar el preciado líquido ―Tumbaros. Como perras bien amaestradas, me obedecieron sin tener que repetir la orden y cuando las vi perfectamente acostadas sobre el colchón, derramé el agua sobre sus cuerpos. No les había terminado de decir: ―Bebed― cuando como posesas se lanzaron una sobre otra, absorbiendo el agua que corría por sus cuerpos. Tanto me gustó el ver como se lamían una a otra los pechos, las piernas, el estómago e incluso el coño en busca de satisfacer su sed que siendo magnánimo les volví a premiar con otro vaso. Ya con menos sed, me imploraron que las liberase y llorandome juraban que iban a cumplir el pacto. Fueron tan insistentes y sinceras que llegué a cabrearme. ― ¡Silencio! ― les grité: ―No os he dado permiso para hablar. Todavía no estaban listas, decidí saliendo del cuarto y yéndome a cenar. Después de comerme un pollo recalentado y dos cervezas, no tuve más remedio que hacer caso a mis niñas, no fueran a desmayarse de hambre ya que esta noche las necesitaba enteras. Por lo que abriendo el refrigerador me proveí de lo necesario. ― ¿Tenéis hambre? ― las pregunté, pero al no recibir contestación abriendo la bolsa fui poniendo sobre el aparador lejos de su alcance jamón, queso e incluso un bote de nata montada. Y haciendo que me iba volví a interrogarles diciendo: ― ¿Seguro? ―Sí, mi amo, estoy hambrienta― contestó Eva. ―Y yo, amo― dijo su hermana llorando de vergüenza. Sin responderlas, me acerqué primero a la mayor y solté la esposa que estaba sujeta al dosel de la cama para acto seguido volvérsela a cerrar sobre su otra muñeca con los brazos hacia atrás y la tumbé en la cama. Ninguna de las dos conocía mi plan por lo que sumisamente Natalia se dejó que repitiera con ella la misma operación. Una vez en posición de manera que no pudiesen usar sus manos, les abrí las piernas y enchufándoles el bote de nata montada, en sus sexos,se los llené de forma que sus vaginas y entrepiernas quedaron anegadas. ―Ahora comed. Fue una delicia el observar desde la silla como trataban de llegar a su sexo reptando como culebras sobre el colchón hasta que las dos formaron un perfecto sesenta y nueve, y como con fruición se fueron comiendo entre ellas en un ágape totalmente sexual. Sus lenguas no tuvieron más remedio que buscar el alimento dentro de la vagina de la otra y contra su voluntad tanto deseo hizo que se excitaran, lo que era mi intención. En esa posición las dejé unos cinco minutos hasta que ya no quedaba ni rastro de la crema en sus coños. ― ¿Queréis más? A las dos se le había abierto el apetito y las dos me contestaron que sí. ―Bien, pero ahora de una en una. Y obligando a Eva a tumbarse de cara, le abrí las nalgas y rociando abundantemente su ojete, se lo puse en la cara a su hermana. Natalia no tuvo reparos en comenzar a chuparle el culo. Tanta era su hambre que creo que incluso metió la lengua por el negro agujero. Una vez que había acabado repetí la operación intercambiando los papeles, pero en esta ocasión, Eva no se conformó con la nata, sino que cuando ya no quedaba rastro siguió con el flujo que manaba de la cueva de la morena. La visión de su culo en pompa mientras le comía todo me hizo poner bruto, pero tuve que reprimir las ganas de pegarle un buen polvo ya que tenía otros planes y separándolas les dije: ―Jamón y queso solo hay para una. ¿A cuál creéis que debo de dárselo? Se formó un alboroto, las dos mujeres me pedían que fuera ella la elegida. Llorando y chillando se echaban una a la otra la culpa de todo. Que si había sido culpa de Natalia la idea de humillarme, que, si Eva había intentado pegarme un tiro, etc... No se daban cuenta, pero estaba consiguiendo separarlas, por lo que después de escuchar sus tonterías le ordené callar. ―Homo hominis lupus. Hubiese pagado por haber grabado sus caras, ninguna de las dos había oído nunca esa sentencia latina por lo que tuve que explicársela. ―El hombre es un lobo para el hombre. Acto seguido, agarré a la rubia y atándole una mano a cada columna de la cama, liberé a la morena. ―Gracias, te prometo obedecer― suspiró aliviada Natalia al sentir sus muñecas libres. El consuelo le duró poco, porque poniendo en sus manos una pequeña fusta, le susurré al oído: ―Veinte latigazos, y que sean fuertes. Eva empezó a chillar pidiéndole a su hermana pequeña que no lo hiciera, mientras me insultaba diciendo que me arrepentiría. ―Treinta― grité. Mi voz autoritaria sacó a Nati, del ensimismamiento en que había caído y acercándose a su hermana, le contestó: ―Te digo lo que tú me dijiste ayer, ¡lo siento! ―empezando a descargar toda su furia y frustración reprimida sobre el trasero de su hermana. Latigazo tras latigazo, se vengó de mí, de ella, y de la vida. Gemidos de dolor, insultos, ruegos de Eva, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas al hacerlo, pero sus ojos mostraban una firma resolución que solo se aplacó cuando habiendo terminado vio el resultado de su ira. Ambas nalgas estaban al rojo vivo. ―Come― le dije dándole su premio, al atarla nuevamente. Devoró las lonchas de jamón y los trozos de queso, mientras yo descolgaba a su hermana. La pobre muchacha estaba llorando, no comprendía que alguien de su propia sangre hubiese sido tan bestial solo por tener algo que llevarse a la boca. Sacándola de la habitación y llevándola a su cuarto, se llevóla sorpresa que, sobre la cama, había una cena completa, con su sopa, su pan, el pollo que había dejado e incluso una botella de vino. ―Túmbate en la cama, y come mientras te curo― le dije dulcemente mientras le daba un beso en la mejilla. No creyendo en su fortuna, empezó a cenar mientras yo extendía una crema hidratante en su maltratado culo. ―"¡Pobrecita!", "¡Que bestia!", "¡Como se ha pasado!"―, no dejé de decir mientras la atendía ―pero bebe un poco de vino te vendrá bien. Con el estómago lleno, y bastante alcohol en el cuerpo, la muchacha no pudo reprimir su dolor y se echó a llorar. Consolándola la abracé acariciándola durante minutos hasta que se hubo repuesto un poco, y entonces le ordené que fuera al baño a hacer sus necesidades. Me miró agradecida y sin que yo se lo pidiera me dio un beso en los labios diciéndome: ―Gracias, amo. Aproveché a desnudarme mientras se levantaba al aseo, y al volver era otra, perfectamente peinada y maquillada, venía dispuesta a conquistarme. Yo por supuesto, me dejé, y dando una palmada en el colchón le dije: ―Hoy dormirás conmigo. Una sonrisa iluminó su cara, y coquetamente se acercó a la cama, tratándome de calentar. No hacía falta, la rubia ya me había puesto a cien, por lo que por primera vez pude disfrutar de esos pechos enormes y de sus negras aureolas. Buscando el efecto de la zanahoria y el palo, mi lengua recorrió lentamente su cuello, y como si le diera miedo el acercarse a su pezón, tardó una eternidad en decidirse a atacar sus rugosidades y su oscura superficie, pero cuando lo hizo y mis dientes mordisquearon suavemente sus botones, Eva me regaló un suspiro y una buena ración del flujo que manaba de su cueva. ―Amo― le oí decir, antes de que bajando por mi cuerpo su boca se hiciera fuerte en mi miembro, y humedeciéndola empezara a practicar la ancestral penetración oral. La muchacha, no solo sabía comerse una almeja, sino que además era una experta mamadora, que sin sentir arcadas se incrustó todo mi pene en su garganta. Me apetecía correrme dentro de su boca, pero aún más hacerlo dentro de su culo, por lo que, sacándolo de su prisión, la puse de espaldas, y rociándola con aceite, empecé a relajar su ojete. ―Soy virgen de ahí―, me dijo sin protestar, como pidiéndome que se lo hiciera despacio. Su sumisión me agradó, y haciéndole caso me entretuve acariciando sus músculos circulares hasta que mi dedo entraba y salía con facilidad. Fue entonces cuando le introduje el segundo. Eva notando que no la iba a forzar, se dejó hacer de forma que rápidamente estaba lista para que la desvirgara. Acariciando su cabeza, le dije: ―Ponte en pompa. Cuidadosamente le separé las nalgas, y colocando mi lengua al principio de su espalda, recorrí el canalillo bordeado por sus rotundas nalgas. Su garganta emitió un suspiro cuando mis dientes le dieron un pequeño mordisco a ese glúteo tan apetecible, siguiendo a continuación su camino hacia mi objetivo. Inconscientemente levantó un poco más su trasero para facilitarme las cosas, y por fin pude disfrutar del olor a hembra insatisfecha que manaba su sexo. Poniendo la punta de mi glande en su entrada trasera, me entretuve jugando con los rebordes de su ano, hasta que viéndola completamente relajada, forcé la entrada de su anillo. ―Por favor―, gritó al sentir la cabeza de mi pene en su interior. Pero sin pausa hice caso omiso de su dolor y lentamente fui completando mi penetración de manera que toda mi piel pudo sentir la dureza de su esfínter al traspasarlo. Con mi verga completamente en su interior, dejé que se relajara, dándole besos y diciéndole cosas agradables. El dolor era grande, pero soportable, y rápidamente su ano se acostumbró al castigo. Viéndola aliviada, empecé a moverme. Era un movimiento continuo sin brusquedades, de manera que poco a poco su resistencia fue cediendo y mi pene entraba y salía con mayor facilidad. El placer fue desplazando al dolor, y Eva tomando impulso con sus brazos incrementó el ritmo de nuestra cabalgada, diciendo: ―No me lo puedo creer, ¡me encanta! Sus palabras fueron el banderazo de salida, a un galope frenético. Con mis testículos golpeando su trasero como si fuera un frontón, y con mis manos apoyadas en sus hombros, éramos yegua y jinete. Y como buena cabalgadura, relinchó de gusto, cuando azotándole el culo le exigí que incrementara su velocidad. ―Más fuerte―, me pidió. No sabía a qué se refería si al azote o a mis penetraciones por lo que no tuve más que aumentar la fuerza de ambas para complacerla. Era alucinante verla moverse, gimiendo de placer con mi vara en su interior. Totalmente fuera de sí, apoyándose con un solo brazo, usó su mano libre para masturbarse ferozmente, mientras me pedía que me corriera. Todo en ella, anticipaba su clímax, por lo que acelerando todavía más mis embistes, y usando mi pene como si fuera una espada, la acuchillé cruelmente mientras se desplomaba sobre las sabanas. Su almeja totalmente empapada por el flujo no pudo contener tal cantidad y brotando como un geiser, me mojó las piernas. Tanta calentura, terminó por excitarme y en intensas oleadas de placer, me derramé en su interior, llenando su intestino con mi semilla. Escucharla decir “Gracias amo” nuevamente, fue como cuando recibí mi primer sobresaliente en la carrera, una pasada, y dándole la vuelta, le coloqué las esposas diciéndole: ―Ves esclava, como si obedeces puedes disfrutar. Bajó los ojos ruborizada, pero escuché como de sus labios en bajito salía un avergonzado: ―Sí, amo. Sin darse cuenta, Eva se estaba convirtiendo en mi sierva, paulatinamente la violencia, las privaciones estaban transformando a la pija. Pero la fuerza más potente, con la que contaba era con su espíritu de supervivencia, hermana contra hermana compitiendo por mis favores. ―Quiero verte guapa―, le ordené, ― ¿cuál es tu camisón más sexi? ―El rojo. Abriendo el cajón de la cómoda, lo saqué, diciéndole que se lo pusiera. La muchacha suspiró aliviada al sentir el tacto de la primera ropa en más de veinticuatro horas. ―Amo, ¿cómo te puedo agradecer esto? ―, me dijo insinuándose. ―Durmiendo, mañana será otro día. Su cara de felicidad era completa, creía que por fin me había conquistado, se veía ya como mi preferida. Y acomodándose él colchón, se relajó cayendo dormida al instante. Esperé a que su sueño fuera profundo antes de levantarme. Comprobando que seguía profundamente adormecida, coloqué las sábanas de forma que taparan las esposas, pero mostrando claramente sus piernas apenas tapadas por el camisón. Salí al pasillo, con dirección al cuarto del viejo. Al abrir la puerta, el tufo a orín me resultó insoportable. Natalia, totalmente sucia y despeinada, lloraba en silencio. ―Nati― le dije usando su apelativo familiar, mientras la liberaba ―no alces la voz, no vaya a ser que nos oiga tu hermana. Déjame que te lleve al baño. Te debes de estar a punto de hacer encima. La niña, me miró con una mezcla de agradecimiento y de suspicacia, no se fiaba de mis intenciones, pero al ver que la acercaba al cuarto de baño, sin importarle mi presencia, se sentó en él, y violentamente descargó sus intestinos. ―Lo siento, mi niña, pero no puedo hacer nada más por mejorar tu estado, porque he llegado a un acuerdo con tu hermana― dije mientras se limpiaba: ―No sé cómo decírtelo,pero tu hermana te ha vendido. Alzó la cabeza para gritarme: ― ¡No te creo! ―Ese es tu problema, eres demasiado inocente. Eva se ha entregado a mis brazos, quiere ser mi favorita, sin importarle tú. Es más, mientras se duchaba, y maquillaba se reía de lo sucia que tú estabas. ― ¿Se ha duchado? ― respondió alucinada. ―No solo eso, está durmiendo en su cama, sin esposas, con un precioso camisón, contenta de servirme, y además ha cenado como una dama, y no las obras que tú has comido. ― ¡Es imposible! ¡Cerdo! Mi hermana no lo haría. Le solté un bofetón: ―Soy amo. Y colocándole las esposas y un trapo en la boca para que no hablara, la llevé a la otra habitación. ― ¡Mira! ― le espeté señalándole a Eva―No te he mentido, está limpia, suelta, y dispuesta. Te ha engañado, mientras tú sufres, ella disfruta. La angustia de la muchacha se multiplicó por mil al ver sobre la mesa, los restos de la cena. Totalmente convencida, se dejó llevar de vuelta al cuarto de su viejo. Mentalmente estaba humillada, hundida. Atándola otra vez a la cama, repleta de orín, al quitarle el bozal hecho con el pañuelo, le di un suave beso en los labios, mientras le decía: ―Tú ibas a ser la primera, pero ella se te ha adelantado. ― ¡Amo!, dime lo que tengo que hacer para ser tu mejor esclava. Solté una carcajada al escuchárselo decir, y dándole otro beso en los labios, le solté: ―Dormir, mañana será otro día. Misma frase, distinto significado. «Le queda poco para ser totalmente mía», pensé mientras cerraba la puerta dejándola hundida en la miseria. ————————————-Continuará—————————————————— (golfoenmadrid@outlook.es)

Autor: GOLFOENMADRID Categoría: Dominación

Leer relato »

La extorsion de Luis

2019-11-28


Relato de humillación de como un error en una red social te puede costar muy caro, no te quedes con la intriga de las vejaciones sexuales a cambio de no desvelar nuestro secreto que padeció Frida. La historia que os relato a continuación fue en gran parte culpa mía por un error garrafal con un ordenador de mi empresa. En horas de trabajo, ingresé a la cuenta de red social que manejamos mi esposa y yo para nuestros encuentros liberales con otros hombres y por un olvido en cerrar la sesión iniciada; Luis, el informático de nuestra empresa, descubrió y rastreó el perfil en una limpieza general que le hizo al computador que solía manejar yo en mi trabajo y a partir de ahí ocurrió esa gran calamidad que os voy a relatar. Luis, es el típico trepa que suele haber en todos los trabajos, chivato, mal compañero y que su único fin dentro de la empresa es buscarse un ansiado ascenso para lo cual pisotea a quién haga falta y por eso ni que decir tiene está muy mal visto por el resto de compañeros. Encima, y por lo que me cuentan mis compañeras, es muy poco agraciado físicamente, algo obeso y suele visitar poco la ducha por el hedor que suele ir acompañándolo al cabo de la jornada laboral a lo que se le une lo salido que es pues ya alguna que otra compañera ha dado las quejas por sus continuos arrimones a ellas y miradas lascivas. Toda una joya que se le precie y lógicamente con esas señas de identidad sabemos que ni está casado ni tiene pareja estable, cosa por otra parte fácil de adivinar pues es un ser absolutamente despreciable. Una mañana, estando en mi trabajo es cuando recibo la fatal noticia, Luis no coincidía conmigo esa semana pues estaba de turno de tarde y veo en mi teléfono un mensaje y era un video de él. Yo que apenas tengo contacto con él me extraño en recibirlo y cuando lo abrí se me vino el mundo al suelo. Me vi a Luis en mi dormitorio sentado en mi cama junto a mi mujer y esparcidas por toda la cama, decenas de fotos de las que teníamos en nuestro perfil comprometidas de escenas de sexo con otros hombres. Le pregunté que era todo eso, la cara de mi esposa era un poema, y Luis muy socarrón me confesó que desde el ordenador de la empresa no se debía acceder a ciertos sitios pues las consecuencias pueden ser fatales, tanto íntimas o personales como laborales pues eso incluso podría acarrearme el despido de mi puesto de trabajo. Así que tanto mi esposa como yo estábamos a merced de la voluntad del seboso de Luis en tanto que ya por conversación telefónica, me comentó la de pajas que se había hecho pensando en mi mujer pues él deseaba encontrársela en las diferentes convivencias que solemos hacer al cabo del año en nuestra empresa por lo sugerente y buena que está. Frida es un portento de mujer, desde que nos iniciamos en el mundo swinger nunca nos faltaron pretendientes pues es una Milf en potencia, curvas por doquier en muslos, culo respingón y redondo y el remate de dos enormes tetones fruto de los dos embarazos que tuvo y que hacen las delicias mías y de todo buen macho que se precie pues le encanta salir escotada a la calle atrayendo miradas por donde va. Vista la situación, le pedí hablar con mi esposa a lo que éste gustoso le cedió el teléfono y mi mujer con la voz entrecortada tan sólo me espetó, que no había otra opción que aceptar lo que Luis pidiera. Mi impotencia fue desoladora, me fui al aseo y lloré de rabia por la situación a la que tenía que enfrentarse mi esposa y encima sin poder estar allí con ella. Luis muy astuto me dijo, cómo comprenderas no grabaré ni me tomaré fotos donde salga yo explícitamente de lo que va a ocurrir en breve en tu alcoba, pero siendo condescendiente a lo mejor te envio algo de la puta de tu mujer para que disfrutes del encuentro que vamos a tener. Recibí al tiempo varias fotos de mi esposa con lencería sexy y en tacones, y alguna de ellas ya de cuclillas mamando la verguita pues su dotación era encima ínfima del cabrón de Luis pero evidentemente sin mostrar su rostro. Al regresar a casa ya a la tarde, le pedí a mi mujer Frida que me contara que es lo que pasó. Con toda la frialdad del mundo, Luis la amenazó en no tener compasión en destruir nuestra vida social y laboral si no accedía a sus pretensiones sexuales, para ello, la obligó a lucir una lencería sexy de las múltiples que ella tiene y para ello la hizo probarse varios conjuntos hasta dar con uno de su agrado; Luís vino con una mochila, al abrirla sacó varios juguetes sexuales y se empecinó con una polla negra de unos 25 ctms. Para que mi esposa jugara con ella mientras él empezaba a cachondearse, Mi esposa me hizo hincapié en su mal olor corporal y lo poco atractivo que era. Pasado un tiempo, fue cuando la puso de cuclillas frente a él y le obligó a chupar su ridícula polla, ya erecto no llegaba ni a los 14 ctms, ella tuvo que con sus dedos pajearlo y le tiró el pellejo de su polla hacia atrás dejando al descubierto su glande y una mezcla de olor a orina y sucio que casi hace vomitar a mi mujer a lo que Luis con vehemencia la agarró del pelo y apretó fuerte contra su gorda barriga llena de pelos también su cara mientras éste movía sus caderas en ademán de estar follando la boca de mi mujer. Ella con lágrimas en los ojos no tenía otra opción, la extorsión que nos estaba haciendo Luis comenzó y la única ilusión de Frida y lo que se convirtió en su propósito fue en intentar que eyaculara lo antes posible para dar fin a esa violación que estaba sufriendo. Haciendo de tripas corazón, quiso revertir la situación mostrándose algo más complaciente con Luis para hacer creer a este que le estaba gustando y así ganarse su excitación para hacerle descargar la leche lo más rápido posible, así pues la mamada que le estaba dando empezó a coger brío y cuando encontró un ritmo más contundente el cerdo de Luis la apartó de golpe antes de que eyaculara… tonto no era y quería disfrutar de mi mujer a tope. La tiró encima de la cama y la puso a 4 y Luis como un león, se abalanzó a su culo y coño devorando con violencia ambos dando a mi mujer una extraña sensación de placer y daño a la vez, ya que con su cara enterrada dentro del culo de Frida , escupía, lamía y mordía sus glúteos, dedeaba su ano y absorbía los labios vaginales dando pequeñas mordidas a estos haciendo esa sensación de daño y placer a mi mujer a lo que este azotando su culo duramente le insinuaba que se estaba dando cuenta que le estaba gustando y que si ella quería podía llegar al clímax aunque siendo cruelmente sincero con ella, le confesó que no iba a buscar ni mucho menos el placer de Frida ya que consideraba que con la de pollas que se había follado ya ella, él era consciente que no iba a dar la talla y sólo quería su disfrute personal….. y por eso vino acompañado de esa gran polla negra de látex, Asi que puso ese enorme pollón encima de la mesita de noche que por la altura le venía mejor y obligó a Frida a sentarse en ella mientras que él de pie en la cama recibía de nuevo otra mamada de Frida fajándose esta vez también con sus dos pequeñas bolas que tenía como huevos . A Frida no le gustan las pollas de látex, ya le regalé hace bastante tiempo una y apenas la usamos, dice que es demasiado fría y le gusta sentir el calor de la carne de la polla atravesando su coño así que de nuevo tuvo que armarse de coraje y casi con el coño seco tuvo que sentarse en ese pollón donde el dolor se vió considerablemente aumentado, ella jadeaba y animaba a Luis a darle su leche caliente y este con la mirada perdida solo acertaba a decir que siguiera chupando que es lo que le gustaba por zorra y ramera, la situación le pudo a Frida, y para estimularse, acarició su clítoris mientras se pegaba esos sentones en ese verga para así trasladar el dolor al placer y a su vez pudo hasta conseguir un leve orgasmo ante el asombro de Luis a lo que este reaccionó tumbándose en la cama y obligando a Frida a cabalgar su mini polla y ahí con la iniciativa por primera vez llevada por ella, cabalgó duramente su verga buscando acabar rápido mientras este mordía sus tetas y las abofeteaba mientras Frida llena de odio le agarraba con fuerza por el cuello con ambas manos y Luis al sentirse obligado la volcó a un lado de la cama y de ladito pretendió sin éxito clavar su pollita por el culazo de Frida; era demasiado culo como para una verguita tan pequeña querer clavarla en esa postura, entonces la insultó llamándola putona y que quería romperle el culo a lo que le pidió de nuevo ponerse a 4 y ya así mi mujer sintió esa polla invadiendo su culo sin apenas llegar a sentir placer, para ella tener esa verguita dentro de su ano era como cuando un buen macho le mete solo la punta en su ano. En el vaivén, pellizcaba sus tetas mientras la clavaba y ya le reconoció que tenía ganas de venirse e invitó a Frida a pedir donde quería su leche caliente, ésta, para evitar contratiempos, la pidió en sus tetas o en su cara y el maricón de Luis al escucharlo no pudo aguantar más y en repetidas ocasiones gritó descontrolado “me corro”, “ me corro” … y siguiendo el patrón de crueldad de su malvada extorsión ,de golpe se la sacó del culo y acto seguido y sin esperarlo Frida igualmente se la introdujo en su coño y recostó su pecho en la espalda de Frida para inmovilizarla mientras eyaculó hasta la última gota dentro de su coño mientras Frida le gritaba “NOOO” NOOO”. Al sacársela después de estar largo tiempo encima de la espalda de Frida para recuperarse, notó por el muslo de Frida parte de su corrida y con un dedo la recogió y se la ofreció a la boca y ella con todo el asco del mundo no tuvo más remedio que tragárselo. Por último, el cerdo de Luis sabiendo que era un delito lo que cometió juró a mi esposa que no iba a volver a ocurrir y que ya tenía otros objetivos dentro de la empresa para continuar con su depravada vida sexual con lo que nos dió a entender que no era la primera vez que hacía algo similar.

Autor: Frida Categoría: Dominación

Leer relato »

Rozando el Paraíso 3

2019-11-24


Este relato consta de 39 capítulos. Relato Anterior El mismo sueño de siempre la despertó poco antes de que sonara el despertador. La noche anterior le había costado dormirse con las palabras de Orlando y de Mari mezclándose en su cabeza y poniéndola al borde de un ataque de ansiedad. Se miró al espejo. Su aspecto no era tan malo como esperaba. Solo unas leves ojeras. Luego sus mirada resbaló por su cuerpo desnudo. Sus pechos eran grandes y pálidos, con venas azules y tortuosas recorriéndolos y unos pezones grandes y rosados. Su barriga ya no era tan firme como lo había sido y sus muslos, aunque no tenían celulitis, eran un poco más gruesos de lo que desearía. Se observó la piel pálida cuajada de lunares con mirada crítica, recordando la vez que había intentado broncearse. Casi un mes de sesiones de rayos UVA y carotenos, solo consiguieron que su piel adoptase un insano color hepático. Afortunadamente desapareció rápido, porque las siguientes dos semanas Mari se reía a carcajada limpia cada vez que aparecía por la puerta del archivo. Sacudiendo la cabeza entró en la ducha y se lavó rápidamente, se vistió y se calzó las nuevas bailarinas que había comprado. Ayudada por la dependienta había elegido unas negras con un poco de tacón, apenas dos dedos y que por la parte del talón se elevaban y terminaban en una tira de cuero que se cerraba en torno a su tobillo. Le parecían muy bonitas, pero no estaba segura. Quizás debería devolverlas... Luego miró las viejas, raídas y deslustradas y se dijo que hasta unos zapatos de payaso le quedarían mejor que aquellos gastados zapatos. Los pobres habían cumplido con su trabajo, ahora merecían el retiro. Los tiró a la basura y miró la hora. Aun era pronto, así que se dirigió de nuevo al baño y cogió el segundo objeto que había comprado la tarde anterior, una barra de labios de un color coral un poco apagado. Lo abrió y lo miró no de todo convencida. Finalmente se lo aplicó sobre los labios y los juntó mientras se miraba al espejo. Se imaginó encontrándose de nuevo con Orlando. ¿Pensaría que se había pintado los labios para él? ¿Deseaba que lo pensara? Estaba hecha un lío. Se miró de nuevo al espejo. Aquella mujer no era ella. No se sentía cómoda. Por mucho que dijese Mari, Bris se sentía rara, como si estuviese disfrazándose. Con un suspiro se limpió los labios. Después de todo, lo más probable es que no volviese a ver a aquel hombre. Tan confusa como si acabase de levantarse cogió el bolso y salió a la calle. A pesar de que la biblioteca estaba a apenas diez minutos de su casa, cuando llegó ya echaba de menos sus viejos zapatos. Los nuevos le estaban haciendo daño. Mari ya estaba en su puesto detrás del ordenador y no se le escapó la nueva adquisición. —Vaya, zapatos nuevos, y para variar no son los trastos insulsos que sueles comprar. Felicidades. —Serán bonitos, pero me están matando. —dijo ella sentándose en su mesa de trabajo y descalzándose con un gesto de alivio. —¿Los has comprado para tu chico? —preguntó su compañera con malicia. —Vamos, Mari. Tú misma me has estado dando la tabarra con que cambiase los viejos, ahora no me vengas con paranoias. Solo he visto a ese hombre una vez. Lo más probable es que no lo vuelva a ver jamás. —Yo no lo creo. Lo que me contaste no parece un simple encuentro casual. —Déjalo ya y ponte a trabajar. —replicó Bris cansada del tema— Simplemente estaba aburrido y me dio un poco de charla. Nada más. Mari la miró y sonrió. No dijo nada, pero Bris se sentía desnuda ante ella. Estaba segura de que su amiga podía percibir el hueco que tenía en el estomago. La ansiedad que sentía con cada minuto que pasaba y la absurda sensación, no, el absurdo deseo de que el hombre estuviese de nuevo esperándola en el banco. Odiaba ser tan transparente. *** Desde la ventana, ya vestido, la vio llegar. Por el ocular del telescopio vio como la mujer avanzaba rápidamente por el camino de grava hasta tener a la vista el banco. La vio pararse un instante. Podía sentir su decepción al no verle en el banco y eso le produjo una especial satisfacción. Sin apresurarse la dejó sentarse. Podía ver su cara de desilusión, el ceño arrugado y los labios ligeramente fruncidos. Estaba deliciosa. Finalmente la mujer suspiró y preparó su pequeña merienda. Apartándose del telescopio se puso los zapatos y bajó a la calle. Procurando hacer el menor ruido posible entró en el parque y se acercó a ella desde la izquierda, oculto a la vista de la mujer por un espeso seto. Briseida comía con la cabeza baja, ajena a lo que pasaba a su alrededor, así que cuando apareció y se sentó a su lado la sorprendió totalmente. La mujer, que en ese momento estaba bebiendo un poco de zumo se atragantó y tosió. —Hola, Bris. ¿Qué tal? —encantado observó como ella intentaba recuperarse y se limpiaba con una servilleta de papel mientras su rostro se teñía de un vivo color rojo. —Orlando, ¡Qué sorpresa! Perdona pero me has pillado desprevenida. —Parecías distraída. ¿En que estabas pensando? —Oh, en nada especial. —dijo la mujer ruborizándose de nuevo mientras buscaba una excusa creíble— En el libro. Eso... en Las Flores del Mal. —Todavía no me has dicho cuál es tu poema favorito. —la desafió. —Aun no lo he leído entero y además tendría que traducirlo del francés. —Anda, ¿Por qué no lo intentas? Hazlo por mí. —le pidió él viendo con satisfacción como Bris se estremecía levemente. —Está bien. —suspiró ella mientras sacaba el libro del bolso y pasaba las páginas con delicadeza buscando el poema perfecto. "La calle, aturdida, aullaba a mi alrededor. Alta, delgada, de luto, con dolor majestuoso, Pasó una mujer a mi lado, con mano... —no sé cómo se dice...— ¿Fastuosa? Alzaba y mecía lo mismo festón que dobladillo; Ágil y noble pasó, con piernas de estatua. Mi alma no cesaba de beber de sus pupilas, Cielo lívido con gérmenes tormentosos, La dulzura que fascina y el placer que mata. Un relámpago... ¡Y ya la noche! — Belleza fugitiva, Mirada que me hizo renacer, ¿Es que no te veré más sino en la eternidad? Desde ya, ¡lejos de aquí! ¡Demasiado tarde! ¡Quizás nunca! Ignoro de dónde vienes, y no sabes a donde voy, ¡Oh, tú!, a quien hubiese amado, ¡oh, tú que lo supiste! " Había empezado apenas susurrando y vacilando, intentando buscar la palabra adecuada, pero era obvio que dominaba el idioma y pronto ganó en seguridad. No había esperado que lo hiciese tan bien, pero lo que más le había sorprendido había sido la elección. Había optado por un poema que hablaba de encuentros fugaces y oportunidades perdidas. Quizás Bris no podía evitar pensar ponerse en la piel del poeta. —Lo has hecho muy bien. —dijo él haciendo un simulacro de aplauso. —No sé. Simplemente he traducido casi literalmente, si pudieses leerlo en el idioma original verías que no tiene punto de comparación es todo tan... —se cayó sin lograr encontrar la palabra perfecta. —¿Por qué no me lees otro? Acompañó la petición con un leve movimiento de su cabeza, acercándola a la de Bris. La mujer le miró y pareció aspirar unos instantes el perfume que emanaba de su cuerpo antes de responder. —Lo siento. —se excusó— No tengo tiempo. Tengo que volver al trabajo. —Me gustaría saber algo más de ti. Ni siquiera sé dónde aprendiste a hablar tan bien el francés. ¿Te apetece tomar un café cuando termines de trabajar? —Bueno, no sé... —dudó ella— La verdad es que tengo un montón de trabajo atrasado. Tengo un libro entre manos que tenemos que prestar para una exposición y me quedaré toda la tarde. —Pues entonces una cerveza y un par de tapas. No soy exigente. Bris sonrió y le miró de nuevo. Era obvio que se le habían acabado las excusas. Le dijo que probablemente estaría fuera a las ocho y él le señaló la terraza de un pequeño bar que había justo frente a la salida este del parque. Tras unos instantes de duda en los que parecía que iba a echarse atrás, la joven le dijo que allí estaría y se levantó. Apoyando la mano en el respaldo se giró y la observó alejarse. Aquella mujer cada vez le gustaba más. Además de hermosa, la había sorprendido con su amplia cultura, pero lo que más le había gustado era la forma natural en la que bajaba los ojos cuando él la hablaba y lo fácilmente que aceptaba sus sugerencias. Apenas había tenido que insistir para que ella cumpliese sus deseos. Aquella mujer tenía potencial. Casi fuera de su campo visual, Bris se giró un instante. Él siguió mirándola con descaro y ella enrojeció ligeramente antes de desaparecer sin sospechar que aquel día sería el primero de una nueva vida. *** —¡Vaya! ¡Qué colorada vienes! —le saludó Mari al llegar al archivo. —Se me ha ido el santo al cielo otra vez y he tenido que correr. —se excusó Bris. —Ya, ya. —respondió la mujer en plan tu no me la pegas, mientras seguía tecleando en su ordenador. Afortunadamente tenía mucho trabajo que hacer y pudo esquivar las preguntas de su compañera. Tras fichar se dirigió a la sala de restauración. Sobre la mesa permanecía abierto un viejo códice del siglo XII. Bris se puso los guantes, cogió su instrumental y antes de empezar a trabajar acarició la superficie de vitela con reverencia. Era una obra dedicada al canto gregoriano. Bris no sabía interpretar aquella forma de notación, aun así no pudo evitar quedarse embelesada un par de minutos observando los primorosos detalles de la obra. Acercando la lupa con luz incorporada se sentó y comenzó a trabajar. Mientras limpiaba manchas de la superficie de la vitela y retocaba suavemente los daños que el tiempo había producido en las ilustraciones se sentía en paz. Las horas fueron transcurriendo. Desde muy lejos oyó que Mari se despedía y la dejaba sola en el archivo. Nunca se sentía más cómoda que cuando se quedaba allí con la única compañía de aquellos miles de libros. Trabajó con eficiencia, parando solo para descansar un poco la vista y las cervicales que empezaban a quejarse tras llevar tanto tiempo inclinada sobre la mesa y para cuando llegó el final de la jornada había avanzado bastante. Miró el reloj. Eran casi las ocho menos cuarto. Entonces recordó su cita (o algo parecido, aun no sabía muy bien cómo calificarlo) y la paz se vio sustituida por una mezcla de ansiedad y excitación. Quería ir y a la vez quería estar en el otro extremo de la tierra, pero aquel hombre la había subyugado con su elegancia y no podía evitar sentirse atraída por él. Además, parecía sinceramente interesado en ella. Y esa era la causa de su ansiedad. ¿Podía fiarse de él o solo era una muesca más para su cinturón? Si Orlando la hería, probablemente nunca volvería a confiar en ningún hombre. Y aun no estaba segura de lo que había visto en ella. No se lo podía explicar. Ella solo se consideraba un ratón de biblioteca más. Se apresuró por el camino de grava que atravesaba el parque, pero pronto tuvo que aflojar el paso, los malditos zapatos nuevos le estaban haciendo daño. Cuando llegó al bar pasaban un par de minutos de las ocho. Él esperaba sentado en una de las mesas de la terraza con el ceño ligeramente fruncido, aunque al verla inmediatamente cambio el gesto. —Lo siento mucho, pero estreno zapatos y me han hecho un poco de daño. Por eso me he retrasado. —se disculpó ella sin saber muy bien por qué, ya que apenas se había retrasado unos instantes. Orlando sonrió satisfecho mientras le quitaba importancia con un gesto. Tras invitarla a sentarse a su lado, de cara al parque, llamó al camarero. Él pidió una cerveza y unos frutos secos mientras que Bris se decantó por un bitter y una buena ración de tortilla de patata. Bebieron en silencio observando cómo las sombras del ocaso avanzaban por el parque. El día, que había sido espléndido, estaba dando paso a una noche estrellada y fresca. Podía haberse quedado sentada mirando al firmamento toda la noche. Finalmente fue él el que rompió aquel silencio cómplice. —Probablemente este es uno de los lugares más hermosos de la ciudad. Doy gracias de que siga siendo un secreto para los turistas. Bris se limitó a asentir mientras observaba como los últimos rayos del sol acariciaban las primeras hojas de los castaños de indias y arrancaban destellos dorados en las verjas del parque. —Por los secretos. —dijo él entrechocando su copa con el vaso de Bris. —¿Te gustan los secretos? —preguntó ella. —Supongo que como a todo el mundo me gusta mantener los míos a salvo y descubrir los de los demás. —respondió él. —¿Tienes muchos? —Imagino que no más que tú. Todos tenemos secretos, las personas sin secretos son aburridas. Bris asintió de nuevo pensando que Orlando no dejaba de tener razón. Las personas con secretos estaban rodeadas de un aura de misterio irresistible para ella y aquel hombre parecía ocultar muchos, estaba a punto de pedirle que le revelase alguno cuando él se adelantó. —¿Por qué el nombre de Briseida? —Mi padre era catedrático de griego en la universidad y no pudo resistirse, así que fui la niña con el nombre más raro de la clase. —A mí me parece bonito. —comentó él— Tu padre tenía gusto. Podía haberte puesto Górgona o Clitemestra. ¿Te enseñó griego? —Además de francés, inglés y un poco de latín. —dijo ella sonrojándose al percibir la mirada de aprobación de Orlando— ¿Y tú a qué te dedicas? —Soy ingeniero. Diseño aparatos electrónicos. —¿De qué tipo? —De todo tipo. Trabajo desde casa para una firma de hardware. Ellos me encargan un aparato y yo lo diseño y les hago un prototipo que luego ellos modifican y adaptan a sus propias especificaciones. —Parece muy interesante. —No te creas. La mayoría de las veces lo que hago son pequeñas modificaciones de un diseño anterior. Los últimos rayos del sol desaparecieron en el horizonte. Bris cogió otro bocado de la tortilla. Al levantar la vista vio los ojos de Orlando fijos en ella y sin saber qué hacer optó por sonreír mientras seguía masticando. La mirada de aquel hombre era intensa y escrutadora y se sintió desnuda ante él, como si fuese capaz de adivinar todos sus pensamientos. —¿Puedo hacerte una pregunta? —dijo él rompiendo el encantamiento al que la estaba sometiendo. —Sí, claro. —dijo ella después de pegar un trago de refresco. —¿De qué te escondes? —No entiendo... —dijo ella intentando evitar una respuesta. —Eres la mujer más hermosa que he visto, pero te escondes bajo esa ropa y esos actitud torpe y temerosa. —Esta ropa es el uniforme de mi trabajo... —Sí, pero estoy seguro de que tus jefes no te exigen que lo lleves tan raido. Además andas ligeramente encorvada, sin apenas maquillaje, como si te avergonzases de ser alta y esbelta y evitas las miradas de las personas. ¿Es por algo que te ocurrió en el pasado? ¿Una mala experiencia? ¿Con un hombre? La imagen de su primo Javier con aquella sonrisa lujuriosa se le apareció evocada por las palabras de Orlando y no pudo evitar que las lágrimas afloraran en sus ojos. Tuvo que morderse el interior del labio inferior para contenerlas y evitar que corriesen por sus mejillas. Aquello había sido un golpe bajo y aunque Orlando no parecía reírse de ella, no pudo evitar sentirse vulnerable y asustada. Incapaz de contener por un instante más sus emociones, se levantó sin decir nada y cogiendo el bolso se dirigió al parque todo lo rápido que su nuevo calzado le permitía. Por el rabillo del ojo vio como él dejaba un billete y se apresuraba tras ella. Quería y no quería que la siguiera. Apretó el paso e incluso intentó correr, pero los zapatos se clavaban en la piel de sus talones causándole tanto dolor que tuvo que aflojar el paso. Apenas había recorrido un tercio del parque cuando notó como una mano se cerraba en torno a su brazo. Intentó desembarazarse de ella y seguir andando, pero Orlando era demasiado fuerte. Con firmeza, pero sin llegar a ser brusco, la empujó por el césped hasta que quedó acorralada contra el tronco de un árbol. Sin mediar palabra Orlando la besó. Sus labios se abrieron involuntariamente dejando pasar la lengua del hombre e impregnado su boca del amargo sabor de la cerveza. Paralizada por el terror, sintió como la mano de Orlando se deslizaba por su cuerpo tanteando sus pechos y desapareciendo entre sus piernas. Su mente gritaba exhortándola a defenderse, pero su cuerpo deseaba aquel contacto abrumador. Sin ser consciente de lo que hacía, Bris separó ligeramente las piernas dejando que él acariciase su pubis. —Tranquila, yo te protegeré. Conmigo nadie te hará daño. —dijo él deshaciendo el beso y susurrando a su oído— Y te garantizo que jamás habrás sentido un placer semejante. A pesar de estar protegidas por las bragas y los pantis, los dedos de Orlando dieron rápidamente con sus zonas más sensibles estimulándolas. El placer irradiaba en oleadas desde su bajo vientre, inundando todas sus terminaciones nerviosas hasta el punto de que no pudo evitar soltar un gemido. Con la respiración agitada bajó la cabeza y se agarró a los hombros de aquel desconocido que la estaba manipulando como una muñeca y cerró los ojos solo concentrada en disfrutar de aquellas sensaciones que siempre pensó vedadas para ella. —Soy exigente, pero si confías en mí te garantizo que nunca sentirás nada ni remotamente parecido a lo que experimentarás conmigo. —continuó el mientras le acariciaba el cabello con la mano libre. Bris estaba totalmente a merced de aquel hombre. Incapaz de resistirse se limitaba a abrir la boca para coger intensas bocanadas de aire que luego expulsaba en forma de quedos gemidos. Su cerebro seguía gritando y enviándole imágenes de aquella aciagas noches con su primo, pero su cuerpo se había rebelado finalmente ante tanta soledad. A pesar de que ella no había sido consciente, ansiaba los brazos protectores y las caricias de un hombre con desesperación. Finalmente abrió los ojos y se dio cuenta de donde estaba y lo que estaba haciendo y apartó a Orlando con suavidad. Al contrario de lo que esperaba, el no insistió. No la acorraló contra el árbol para seguir magreándola o incluso para follarla, simplemente le dio un nuevo beso, largo y tierno, sin apresuramientos ni violencia y se retiró un paso dándole espacio. No parecía ni ansioso ni confuso, solo la observaba. —Te espero mañana cuando termines de trabajar. —dijo tendiéndole una tarjeta con su nombre y dirección— Si no te interesa puedes estar tranquila, no te volveré a molestar. A continuación le acarició la mejilla y la dejó allí, apoyada en el árbol excitada y confusa con la tarjeta de él en la mano y la falda del uniforme aun arremangada en torno a su cintura. Poco a poco los zapatos mordiendo la piel de sus pies y la áspera corteza del árbol clavándose en su espalda, le fueron devolviendo a la realidad. La luna llena había aparecido desde detrás de un campanario iluminando el parque y deslumbrándola. Cuando volvió la vista Orlando había desaparecido. Renqueando y con la cabeza hecha un lío volvió a casa. Estaba tan cansada que se fue directamente a la cama. (alexblame@gmx.es)

Autor: Alex Blame Categoría: Dominación

Leer relato »

¡PRUEBA LA NUEVA WEB: EROTISMOSINTABÚ!