🔥Relato Erótico de Primera Vez: Encuentro campestre ❌Sin Censura❌

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Fecha: 2019-09-17


Encuentro campestre


Autor: Sexticles

Categoría: Primera Vez

Me apetecía ir de picnic, alejarme de la ciudad, respirar aire fresco y relajarme yo solo en medio de la naturaleza, de modo que cogí mi moto y me alejé de las zonas urbanas lo más que pude, hasta un sitio al que suelo acudir a encontrarme conmigo mismo. Una vez llegué y me dispuse a colocar mi manta para tumbarme a contemplar las estrellas y sentir el aire puro inundando mis pulmones, oí unos gemidos que venían de detrás de uno arbustos, a unos pocos metros de donde me encontraba. Me acerqué a ver de que se trataba y, oculto tras los arbustos pude ver como una chica preciosa se estaba dando placer con ayuda de un consolador. Vaya, parece que mi sitio especial no es tan desconocido después de todo, pensé para mi mismo. La escena me resultaba sumamente excitante y no quise interrumpirla pero no podía dejar de observar como se acariciaba con su consolador, como lo frotaba sobre su clítoris, se lo introducía en el coño, lo sacaba de nuevo, jugaba con el sobre sus labios, gemía cada vez que se lo introducía, con las piernas abiertas y completamente desnuda, cubierta solo por los rayos del sol, echada sobre unas mantas similares a las que yo llevaba. Mi polla no tardó en reaccionar al espectáculo con una erección que no pude ni quise contener, de hecho, amparado por la maleza que ocultaba mi posición, la saqué a que le diera el aire y empecé a masturbarme imaginando que era mi miembro el que se deslizaba sobre ese coño que incluso desde la distancia, se podía ver lo mojadito que se estaba poniendo. Ella estaba absorta en sus juegos, tan segura como estaba yo de que por allí no rondaría nadie que la m*****ara. (qué equivocados estábamos). Tenía los ojos cerrados, el cuello echado para atrás de modo que sus pezones apuntaban a las nubes, tras un rato acariciándose con el aparato, decidió ponerlo en un modo más activo, se recostó sobre la manta y comenzó a moverlo en círculos dentro de su coño. A veces lo metía un poco más adentro y lo volvía a sacar, nunca del todo, con la otra mano se acariciaba las tetas, se pellizcaba los pezones, todo esto aderezado con gemidos que no hacía nada por reprimir, creyéndose sola en aquel paraje, ignorando que tenía un excitado espectador. Mi polla palpitaba en mi mano mientras la agitaba deseando unirme a ella en una comunión de placer, entonces ella alcanzó el orgasmo, o algo parecido, porque empezó a gritar todavía más mientras se retorcía sobre la manta, encogía los dedos de los pies, se mordía el labio, temblaba... o era un orgasmo o un ataque epiléptico. La escena terminó de excitarme y me corrí sobre las hojas del arbusto que tenía delante, no pude evitar soltar un gemido al terminar, me pareció inaudible, pero, o ella tenía un oído muy fino o mi sonido fue más elevado de lo que a mí me había parecido, porque ella salió inmediatamente del trance y se puso a mirar en mi dirección. En cuanto me vio trató de taparse con la manta, entre avergonzada y enfadada por verme allí con la polla en la mano (el arbusto tampoco me ocultaba tanto como creía como pude comprobar) ¿Que haces ahí, pervertido? Gritó. Más o menos lo mismo que tú, darme placer al aire libre, gracias por la inspiración, no quise interrumpirte. Mi tono y mi sonrisa consiguieron relajar un poco su tensión, me subí los pantalones, guardé mi polla y decidí acercarme. Ella cambió el tono al darse cuenta de que yo tenía el mismo derecho que ella de disfrutar de la naturaleza, y que la única diferencia es que yo había tenido la suerte de no tener que usar exclusivamente la imaginación. Nos presentamos, y empezamos una pequeña charla, y no tardamos mucho tras las presentaciones en derivar el tema hacia el sexo, que al fin era lo que había hecho que nos encontrásemos. Decidimos que no tenía mucho sentido no aprovechar que ambos estábamos en la misma página, y las palabras dieron paso a las caricias, los besos.., y el ambiente se empezó a caldear de nuevo. Mis manos recorrían sus muslos, desde las rodillas a su entrepierna, caliente y empapada. Las suyas buscaban mi polla mientras nuestros labios se encontraban y se saboreaban, su lengua invadía mi boca, la mía contraatacaba, y la pasión iba en aumento. Estábamos los dos sentados sobre la manta, sus manos rodeaban mi polla y recorrían toda su longitud, eran suaves y presionaban mi contorno, sus dedos acariciaban el borde de mi glande, mientras los míos se abrían paso hacia el interior de su empapada rajita, sus paredes me acogían con ternura y calidez, los movía de forma similar a como había visto que ella movía su juguete. No tardé en arrancarle los primeros gemidos de placer cuando mis dedos comenzaron a presionar las rugosidades de su sexo, contra la cara interna de su pelvis, asediando su punto de placer por el interior mientras mi pulgar rozaba el entorno de su clítoris. Ella se inclinó sobre mi polla envolviéndola con sus labios, su húmeda lengua salía a acariciar mis huevos y cubrirlos de saliva, alternaba lamidas y chupadas, engullía mi miembro cada vez más al fondo de su garganta, su boca estaba literalmente hecha agua, lo mismo que su coño, y sus babas resbalaban sobre mi tallo, ella sorbía y volvía a meter parte de la saliva de nuevo en su boca. Los jugos que manaban profusamente de su coño empapaban mi e incluso la manta que había debajo. Me recosté de costado a su lado y mientras ella me comía la polla de una manera deliciosa, yo trataba de corresponderla actuando con mi lengua sobre su vagina, recorriendo sus labios, dando golpecitos sobre su clítoris, penetrando en su rajita a robar su delicioso néctar. Mientras ella movía su cabeza para hacer desaparecer completamente mi polla en su interior a pesar de las arcadas que le provocaba el contacto de mi glande con su úvula. Seguimos en un delicioso número mágico llevándonos al borde del orgasmo mutuamente para detenernos por unos segundos antes de retomar, retrasando el momento y haciendo aún más intensas las sensaciones. Cuando mi eyaculación era ya inminente la avisé por si no quería que le llenase la boca sorpresivamente, ella separó su cara, y empezó a pajearme y a golpearse la cara y los senos con mi capullo hasta conseguir hacer salir mis descargas que aterrizaron sobre sus labios, su cuello, su melena, sus tetas; dejando toda su piel cubierta por densas y templadas gotas de mi leche. Me miraba mientras se relamía y recogía con sus dedos los restos de lefa que salpicaban su cuerpo y los iba llevando a la boca, chupándose los dedos de la misma sensual forma en que antes me estaba chupando la polla. Así tumbados nos quedamos un rato para recuperar fuerzas antes de volver a la acción justo a la puesta de sol. Texto por @sexticles


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