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Fecha: 2019-12-10


Madurito interesante


Autor: TrovoDecimo

Categoría: Sexo con Maduros

Un hombre cuarentón peinando canas, pero con una piel que no se correspondía con su cabello. Sus facciones marcadas y barbilla varonil le hacían un ser atractivo sin ser demasiado guapo. Su mirada sin duda era penetrante de ojos oscuros, conjugaba con la voz profunda y cautivadora... El desconocido que me folló. Hacía un calor infernal esa noche, me di cuenta nada más bajar del coche en el aeropuerto. Estiré las piernas entumecidas andando un poco alrededor del taxi de mi padre, ese día le turné para que pudiera descansar…. Durante el verano le ayudaba haciendo unas horas por las mañanas para que el pudiera alargar la jornada, casi siempre viajes desde ese aeropuerto al pueblo costero de al lado donde vivíamos; el trabajo me permitía ganar un dinerillo. Solo las mañanas normalmente, pero ese día mi padre tenía unas cosas que hacer e hice la noche. Abrí el maletero para coger el agua fresca de una nevera portátil, eran más de las doce sin mucho tráfico, solo una hora después podría regresar a casa…. – Hola preciosa reconocería ese culo entre un millón, es espectacular. Oí la voz del baboso compañero de mi padre detrás de mí guardando cola. – Mañana se lo cuentas a mi padre, seguro que le gustara saber lo que su amigo piensa del culo de su hija, le dije cortando así el ataque. Saqué la botella de agua y estaba bebiendo cuando le vi llegar…, estaba hablando por teléfono y me sonrió, supe entonces que había presenciado la escenita del salido asqueroso del gordo compañero de papá, pero al momento empezó a discutir al teléfono. Media hora después era la siguiente en la parada…, por fin mi última carrera y me iba a casa. La puerta se abrió y me giré para pedir a donde iba, le reconocí al instante… – ¿Podría llevarme aquí? Dijo enseñándome la dirección, el nombre y hasta la habitación en el hotel más lujoso de la zona… – Por supuesto, dije poniendo el coche en marcha y la calefacción a tope. Pasó casi toda la carrera discutiendo al teléfono, por lo visto tenían que haberle alquilado un coche y al no hacerlo bien llevaba un par de horas tirado en el aeropuerto sin que nadie hubiera podido a esas horas solucionarle la papeleta… – ¿Conoce el hotel? Espero que al menos en eso no hayan metido la pata. – Pues no creo, es el mejor de la zona, le dije mirándole por el retrovisor. – Menos mal que me das una buena noticia, he tenido una semana desastrosa, dijo volviendo a su móvil y dando por acabada la conversación. Ajusté la música ambiental y seguí conduciendo rumbo a su hotel, en un momento dado dejó el móvil y apoyando la cabeza pude ver que cerraba los ojos para relajarse. Crucé el pueblo y a las afueras vi que el local de moda parecía en pleno apogeo, disminuí la marcha y pude ver los dos coches de unos amigos y el de mi novio. La imagen de José pasó por mi mente, llevábamos dos años saliendo intermitentemente ya que en invierno estudiaba en la universidad lejos de allí y apenas nos veíamos, solo en vacaciones y alguna escapada…, no lo llevábamos mal, tampoco era una relación pasional, había demasiadas lagunas entre ambos, siempre que decidía que lo mejor era dejarlo, llegaban las vacaciones y al final sucumbíamos creo más por comodidad que por otra cosa. Yo también me había decidido por cambiar de carrera y ese año comenzaría la de derecho empresarial. Mis padres discutían mucho sobre mi indecisión, con 22 años debía de marcarme un rumbo o llegaría tarde a todo… Por fin llegamos al hotel y al parar ante la entrada se incorporó y bajó, yo hice lo mismo para sacar sus maletas del maletero. Tras entregárselas volví a inclinarme para mirar el taxímetro y al decirle el precio me pagó, fui a por el cambio y entonces me dijo… – Quédatelo. Aunque me granjeé una de esas miradas furiosas, tal vez por no haberle llevado por la ruta más rápida. – A todo esto necesito hacer constar un hecho…, el hombre ese tenía razón, es realmente espectacular. Dijo con una sonrisa cogiendo su maleta y entrando en el hotel con una sonrisa. Tardé unos segundos en darme cuenta de que hablaba de mi culo, pero lejos de cabrearme sonreí satisfecha y entré al coche. Había decidido parar en el local con los colegas ya que mañana no trabajaba, al salir del recinto del hotel y coger carretera oí un sonido en el asiento de atrás y paré en el arcén para ver que era…, su móvil vibraba sobre el asiento. Di la vuelta y de regreso al hotel tras haber decidido dejarlo en recepción, pensé que con lo que lo usaba y recordando la habitación cambié de planes y decidí entregárselo en persona. Pasé por la recepción y tras saludar al chico de esta como si fuera una clienta más fui hacia el ascensor. Una vez ante su puerta no me sentía tan segura, pero me obligué a tocar con los nudillos y unos minutos después se abrió la puerta… – Vaya sorpresa, ¿A qué debo el honor de esta visita? Dijo con tono burlón, pero mirada encendida. – Se ha olvidado esto, le enseñé el teléfono. – Vaya, ni me había dado cuenta. Con esta visita me había hecho ilusiones pensando que se me arreglaba la semana. – Bueno me voy, dije cohibida por sus palabras y su mirada… – ¿Seguro que no quieres pasar chiquilla? De verdad me harías muy feliz e intentaría hacerte feliz a ti. Dijo pasando suavemente la yema de su dedo por mi mejilla. Durante unos segundos me quedé clavada en el sitio, incapaz de reaccionar ante ese hombre, luego tras decirle un “no puedo” salí casi corriendo. Ni dije adiós al de recepción, solo me monté en el coche y me alejé de allí. Conduje más excitada de lo que había estado nunca tras la invitación de ese desconocido, necesitaba volver a mi realidad y sacar ese hombre de mi cabeza. Un hombre cuarentón peinando canas, pero con una piel que no se correspondía con su cabello. Sus facciones marcadas y barbilla varonil le hacían un ser atractivo sin ser demasiado guapo. Su mirada sin duda era penetrante de ojos oscuros, conjugaba con la voz profunda y cautivadora semejante a las voces en off de ciertos documentales de la dos. Me debía doblar la edad, una edad similar a la de mi padre, pero para nada me sentiría violenta a su lado en cualquier evento…. Paré en el aparcamiento junto al coche de mi novio, me extrañó que no estuvieran los coches de los otros, pero en el fondo contenta de poder estar a solas con él tras varios días sin un minuto íntimo con él. Entré en el sitio atestado y no le vi tras un primer recorrido, no estaba ni en las dos barras, ni alrededores y decidí buscar en los sofás que rodeaban todo el local aunque nunca estábamos allí, eran para parejas ya que apenas se distinguía a nadie por la oscuridad en la que estaban. En la esquina más alejada y oscura pude verle al coger la copa de la mesa e inclinarse hacia adelante, dio un trago y la dejó para volver a apoyarse en el respaldo del sofá, solo entonces me di cuenta de que no estaba solo, por segunda vez esa noche me quedé plantada…, esta vez viendo como mi novio besaba a una mujer. En ese momento ella se incorporó para beber del mismo vaso que había bebido él y pude verla… era Alicia, una de las chicas del grupo con la que no tenía demasiada confianza. No sé cuánto tiempo pasó hasta que se separaron, su mirada se cruzó con la mía en ese instante. Me vio allí de pie a unos metros de donde ellos estaban, con una cara de odio, repugnancia y frustración. Salí del local aturdida, sin poderme creer aun lo que acababa de ver, me dolía más lo tonta que había sido cuando sabía que la cosa no iba bien, siguiendo en esa relación…¡Eso me jodía más que la traición! Entré furiosa en el coche dispuesta a irme a casa, miles de momentos pasaron por mi mente, a pesar de lo poco claro que tenía el desenlace de lo nuestro, nunca le había sido infiel y no sé porque recordé al hombre del hotel tras ese pensamiento. Llegué a casa, aparqué, abrí la verja y me dispuse a ir hacia lo que desde hacía unos meses era mi casa, al lado de la casa grande había un pasillo empedrado, al final de este una casita que siempre había sido garaje y almacén, pero este último invierno mis padres habían convertido en un loft coqueto y monísimo para que tuviera más intimidad. Me llamó mil veces, mandó mil mensajes excusándose, pero no quería saber nada de él, para mí esa relación estaba muerta, finiquitada, capú…. Al día siguiente siguió bombardeándome a llamadas y mensajes, pero le quité el sonido al móvil y trabajé toda la mañana por suerte sin parar. A las dos del mediodía llegué a casa, dejé las llaves y después de comer me dispuse a irme a mi cueva… – Yo ya he acabado hasta pasado mañana, le dije a mi padre recordando que al día siguiente librábamos. Intenté descansar durante un par de horas pero bullía por dentro de rabia, al final me puse un biquini y decidí perderme para darme un baño, quería estar sola. – Mama me voy, le dije besándola antes de subirme a la moto. Me paré en la cafetería cerca de casa a tomar un café, necesitaba la cafeína para espabilarme. No pensé que allí estaría José y tras dos sorbos apareció a mi lado en la barra. – Tenemos que hablar. – No tenemos nada más que decirnos. – Siento mucho lo sucedido, era la primera vez. – No necesito saberlo, ya no me importa. – Perdóname, no quiero que lo dejemos. – Demasiado tarde, deberías haberlo pensando antes de ir besándote con otras. Ahora déjame, dije dándole un último trago a mi café. – No quiero que te vayas así sola, escúchame al menos, intenté soltarme de su brazo En ese movimiento al girarme vi al hombre del taxi de la noche anterior, este a un metro en la barra miraba la escena con atención. – Creo que la señorita ya te ha dejado claro lo que quiere, suéltala y no te preocupes no se va sola, yo voy con ella, dijo cogiéndome del brazo y sacándome de la cafetería. – No necesitaba que me rescatara. – Lo sé pero me apetecía. ¿Dónde vas? – Voy a darme un baño. – ¿Puedo acompañarte? – Quiero estar sola y además no vas con los zapatos adecuados para donde voy, le dije mirando sus zapatos caros. El miró mis zapatillas tipo escalador de neopreno y dijo… – Dame un minuto, cogió las llaves del contacto de la moto y desapareció. Dos minutos después regreso con una bolsa de la tienda de al lado, sabía que dentro llevaba unas zapatillas parecidas a los mías. – Sube, le dije al ver a otro de los de la pandilla acercarse. Él miró la moto con recelo pero subió, se agarró ligeramente a mi cintura y arranqué. Cinco minutos después cogía un desvió, sus manos me quemaban en la cintura, su proximidad me ponía en tensión y deseaba llegar para poder respirar con normalidad. Llegamos, paré y nos bajamos, él se puso las zapatillas a mi petición, mientras yo me colgaba la bolsa. Aparté unos matorrales y empezamos a descender…. – Ve detrás de mí. – Será un placer, dijo con esa sonrisa caliente que me encendía. – Fíjate donde pones los pies. – Eso será más difícil, siguió de broma. Llegamos abajo y se quedó mirando la pequeña playa salvaje en la que solo había dos grupitos de gente, el más grande ya estaba recogiendo y el otro formado por dos parejas, estaban tumbadas al sol, completamente desnudos…. – Vaya esto va mejorando, la compañía es buenísima, la playa espectacular y además nudista. – Más que nudista es mixta, aquí simplemente la gente va como quiere. Saqué la toalla y nos sentamos en ella, le miré y pensé que sus ropas caras no pegaban en ese lugar, pero él era tan camaleónico que no parecía para nada incomodo o fuera de lugar. – Me muero por darme un chapuzón, dije de repente acalorada. Me levanté, me desvestí en un momento y sin perder tiempo corrí al agua. Él se quedó quieto, mirándome sin pestañear y sin ocultar que le gustaba lo que veía. Me sumergí intentando olvidar su mirada oscura de depredador, que debo reconocer me entusiasmaba… nadé unos minutos, al regresar a la zona donde hacia pie le vi entrar en el agua. Vino hacia mí y nadamos juntos un rato sin rozarnos. – ¿Quieres un poco de té helado? – Sí, sí, sí. Espero a que saliera para seguirme, nos sentamos en la toalla y le pase la botella medio helada de té… – Lo siento pero no hay vasos, no esperaba compañía. – No importa, dijo bebiendo mientras mira al horizonte dejándome mecer el pelo por la ligera brisa del mar. La pareja que quedaba empezaba a vestirse y a recoger sus cosas, eran más de las siete de la tarde y la playa estaba desierta, un escalofrió recorrió mi columna… – ¿Te da miedo que nos quedemos solos…? – No me das miedo si te refieres a eso. No eres de esos tipos que lo dé… – Este lugar es realmente espectacular ¡Gracias por enseñármelo! Dijo cambiando de tema. Ese hombre me producía mil sensaciones pero ninguna de ellas tenía nada que ver con el miedo… la lujuria, lascivia o la excitación carnal, Sí, pero el miedo nada de nada… – Aun no has visto lo mejor, ven. En un arranque poniéndome en pie. Recogimos la toalla, la bolsa y la ropa y andamos hacia el final de la calita, volví a retirar unos arbustos y pasamos. Él se quedó parado viendo las piedras que formaban una pequeña cueva, arriba y alrededor unos pinos que escondían ese paradisiaco lugar de arena blanca hasta el mar, un pasillo de rocas enormes, que era lo que se veía desde el otro lado te llevaban mar adentro juntándose con la otra playa… – ¿Qué te parece? – Me he quedado sin palabras y eso no me pasa a menudo. – Vamos a bañarnos, aquí el agua está más calentita. – Antes me has dicho que no me tenías miedo… entonces ¿Porque te has puesto la parte de arriba del bikini? – ¿Cómo sabes que no la llevo normalmente? – Por el tono diferenciado de tu piel…, dijo con una sonrisa. Era cierto, siempre hacia topless pero me había dado vergüenza. Me levanté de nuevo acalorada, me ponía que ese hombre hablara con tanta claridad sin intentar nada, solo me miraba pero en ningún momento intentaba invadir mi zona de confort. Anduve cuatro pasos hasta el agua, me giré y él seguía sentado sobre la toalla, no intentó camuflar ni esconder su mirada de deseo. Mirándole supe que no iba a saltar sobre mí, si no le demostraba que quería que saltara, si no se lo pedía con mi lenguaje corporal, mis gestos… era un hombre que leía sin palabras todo lo que acontecía a su alrededor, mi cuerpo también. Entonces decidí que quería vivir aquello, decidí que estaba cansada de pensar como seria vivir una aventura así. Seguí andando pero llevé mi mano a mi espalda, desabroché el cierre del sujetador y me lo quité lanzándolo a la arena sin girarme. Entré en el agua y solo cuando me cubrió hasta el cuello me giré y entonces le vi entrar en el agua, desnudo y semi excitado…, su erección comenzaba a ser visible a una legua…, tan cerca su dotación viril se veía descomunal, no demasiado larga en esos momentos, pero era una verga que llegaría a medir sobre los 20 cm, y sobre todo sí era excesivamente gruesa, muy superior a mi muñeca. Sin dejar de mirarme y sin intentar ocultar su erección, que me dejo hipnotizada desde el primer instante. Se paró cuando el agua le llegó a la cintura, su mirada ahora era aún más oscura, en ella había demasiadas promesas y no me pude resistir. Me acerqué lentamente contorneando las caderas por la fuerza a la que obliga el agua. Unos metros antes de llegar a su lado dijo… – No quiero que hagas esto por despecho… – ¡¿Tu deseabas esto ayer cuando te traje el móvil?! – Deseaba esto desde un minuto antes de que apareciera ese imbécil del amigo de tu padre. Esa noche te vi yo primero… – Deseé quedarme cuando me lo pediste, y aun no sabía nada de lo que descubrí después cuando regresé frustrada por no haber sido capaz de quedarme. – ¡¡Joder niña!! Dijo rozando mis pezones duros con las yemas de los dedos. Un escalofrió recorrió mi columna y automáticamente arqueé la espalda buscando más… – Estás increíble, haces que no sea capaz de pensar en nada que no sea follarte… Su lenguaje soez contrastaba con su postura rígida sin intentar nada más que ese simple roce de sus dedos. Jadeé más excitada de lo que recordaba haber estado nunca, por primera vez quería gritarle a un hombre que me poseyera como un salvaje, necesitaba sentirle, quería más. Me abracé a su cuello y pegué mi cuerpo al suyo, necesitaba sentir su calor. Su erección se aplastó contra mi cadera. Bajó la cabeza y simplemente devoró mi boca, en ese momento perdí el control de mi propio cuerpo. Su beso y la necesidad me consumían lentamente inflamándome por dentro, mis pezones rozaban su pecho, sentía sus finos pelillos en mi piel y me frotaba contra su pecho correspondiendo a su apasionado beso. Jamás me habían besado con tal intensidad, también es verdad que nunca tuve la oportunidad de estar con un macho tan suculento… me embriagaba su masculinidad. Poseía una anatomía cuasi perfecta, brazos fuertes y bien formados de músculos fibrosos, un abdomen con una ligera barriguita donde hubo una marcada tableta de chocolate duro, coronado por unos pechos perfilados y contundentes. Su cintura estrecha y espalda ancha aterciopelada con un fino vello rubio. Un madurito resultón, un maduro interesante para perderse con él. Me pareció el mejor recambio a mi deshonesto novio ¡La suerte estaba conmigo! Sus manos aferraron mi culo y me empujaron hacia él, me abracé con fuerza de su cuello y rodeé con mis piernas sus caderas. Su pollón enhiesto rozaba mi chochito caliente, solo mis bragas impedían la penetración. El seguía besándome, chupando mis labios, lamiéndolos, mordiéndolos y yo quería más. Necesitaba de hombría para sentirme viva, realizada… mujer. Como pude metí la mano entre ambos y aparté la tela del bikini a un lado de mi coño, procurando que uno de mis cachetes sujetara la braguita en mi culo, para no invadir de nuevo mi rajita vaginal con la tela… – ¿Estás segura de que es esto lo que quieres pequeña? – No preguntes y calla… ¡¡Solo tienes que follarme!! ¡Vamos fóllame! Le pedí febrilmente con una voz que apenas reconocía. Me agarró del culo, mordió mi labio inferior y fue clavándome en su polla con tanta lentitud que chillé de placer y desesperación. Noté su capullo en mi entrada perfectamente enfilada sin necesidad de guiarla por la extrema rigidez del semejante falo. Busqué hacer coincidir mi estrecho agujerito con el gordo capullo semejante a un casco militar alemán que tenía por glande, costando un poco abrirme las apretadas paredes. Empujé hacia abajo con decisión hasta que su punta abocardó mi coño… el resto de la verga se fue introduciendo con pequeños clavados cada vez más profundos hasta que entró por completo. Con ambas manos me subía y bajaba sobre su mástil mientras yo solo podía jadear e intentar respirar. Su polla abría mi vaginita en una expansión hasta ahora desconocida, llegando a lugares donde nadie había entrado… Ese gran cipote me llenaba completamente, me enloquecía de placer frotando todas y cada una de las terminaciones nerviosas de mi vagina… – ¡¡Que rico…!! Le gritaba. – Tú sí que eres rica chiquilla, dijo bajando la cabeza atrapando uno de mis pezones. Mordisqueó y chupeteó para terminar tirando ligeramente, luego el otro… – ¡Dios mío nena que caliente esta tu coñito! Volvió a morder uno de mis pezones, clavo sus dedos en mi carne moviéndome, mientras sentía como llegaba el orgasmo hasta que me corrí como una loca. Él salió de mi interior y se colocó detrás de mí, apartó mi pelo hacia un lado y empezó a besar mi cuello mientras sus manos aferraban mis pechos y los masajeaba flojito subiendo poco a poco la intensidad para terminar sobándolos a placer, besando y mordiendo la piel de mi cuello y mis hombros. Fuimos andando sin despegarnos hacia la orilla, cuando el agua nos llegaba solo a las rodillas se separó unos centímetros solo para bajar la braga de mi bikini, me la quitó y la lanzó junto a la otra ropa. Alujados del agua, hizo que me apoyara en una gran roca, me separó las piernas y aferrado a mi cintura volvió a penetrarme desde atrás. Su estoque entró en un solo y certero golpe… El muy cabrón me ensartó hasta el fondo, pudiendo sentir el choque de sus pelotas contra mi vulva. Ambos gemimos, subí el culo para que pudiera profundizar más, lo entendió a la primera porque ahora le era más fácil entrar y salir con rapidez acariciando mis muslos, mis caderas. Después subía por mi torso hasta agarrar de nuevo mis tetas, luego bajo por mi estómago acariciando mi pubis bellamente recortado para acabar en mi conejito depilado. Continúa en mi web... https://sesionesorgasmicas.blogspot.com/ que puedes encontrar en mi perfil de autor. Pasó sus dedos índice y corazón por toda la raja entre los labios hinchados, partidos más bien por la gruesa verga, y acarició mi clítoris con verdadera fruición hasta que unos minutos después volví a correrme con la misma intensidad que la primera vez. Volvió a separarse y me llevó a la orilla, me senté y él me tumbo, separó mis piernas, flexionó mis rodillas y se tumbó boca abajo, entonces sentí su lengua en mi chumino realizando el 69 más apasionante que jamás imaginé…, sus labios succionaron mi clítoris aun inflamado por los orgasmos y volví a retorcerme de placer con un nuevo orgasmo que me pilló por sorpresa por lo rápido que fue. Sé que soy multi-orgásmica, pero no a tal extremo. El lejos de apartarse lamió hasta la última gotita expelida por mi coño. Una vez lamido y relamido toda mi entrepierna, se tumbó sobre mí, entre mis piernas abiertas y rodamos por la arena, apoyé en estas mis rodillas y busqué su rabo mantenido en lo más alto desde hacía ya veinte minutos… Un macho con mayúsculas de la que no sabía todavía cuál era su límite. Apoyé las manos en su pecho y me penetré con su mástil una vez más…, mi coño abría con toda facilidad succionándolo en demasía. Notaba con ansiedad como mi vagina se tragaba una y otra vez todo el tronco inhiesto de semejante animal, hasta embadurnar de mi flujo sus apretadas pelotas donde estaría hirviendo la leche que me invadiría el fondo de mi coño…Él miraba extasiado como mis pechos se balanceaban, apreté su polla con mi vagina, bajé y subí resbalando dejándome disfrutar cada milímetro de tan robusta tranca… – Nena no puedo más, tienes que parar… – ¿Y si no paro…? Le pregunte juguetona. – Si no lo haces llenaré tu caliente chochito de una buena cantidad de leche espesa. Me relamí e incrementé mis movimientos, apreté más su polla contra mi chocho, entonces de pronto oí sus gemidos roncos acompañados de jadeos satisfechos, al tiempo que su polla palpitaba en mi interior. – Eres una bruja, no pares cielo, no pares, sigue nena así, sigue…dijo antes de aullar. Percibía cada convulsión seguida de chorros de leche caliente que anegaban mi fondo uterino. Los aldabonazos se concatenaban vaciando esperma espeso por chorretones largos, fácilmente identificables dentro de mi calenturiento chumino escaseado del más auténtico semen de macho ibérico…. Debió derramar al menos ocho chorros de lefa en todo ese intervalo de veinte segundos eyaculando como un venado. Su caliente semen inundó mi vagina y no paré de succionar con las paredes de mi vagina como si estuviera ordeñándolo, quería hasta la última gota. Estaba tan pendiente de él que no me di cuenta, no noté como llegaba el mío y explosionó de repente partiéndome en dos, haciendo que gritara como una loca cayendo sobre su pecho. Cuando paré, aún seguimos acoplados durante un buen rato, como cuando se aparean dos perros. Recostada sobre su pecho sentía el latido de su corazón acompasado con el mío adquiriendo la normalidad de su pulso… Unos minutos después me arrastró al agua y nos bañamos desnudos durante más de media hora, luego salimos y nos tumbamos en la toalla. Acababa de tener el mejor sexo de mi vida con un desconocido, en una playa pública…. Un polvazo de antología, del que no me preocupaba que hubiese vaciado su corpulentos testículos recargados de esperma, inseminando mi fértil útero. Aquel recargado sexo duro bien valía la pena correr el pequeño riesgo de quedarme preñada de semejante ejemplar de Semental…. Él apoyó el codo y me miró detalladamente… – ¿Que miras? – Tu precioso cuerpo. – Bueno… si tú lo dices… yo difiero de eso, podría hacer varios recortes. – Pues yo no quitaría nada. Bebimos, reímos y charlamos hasta que el sol empezó a caer. – Debemos abandonar el paraíso, o se complicará la cosa para subir. A regañadientes me ayudó a recoger, luego nos vestimos y empezamos a subir de nuevo. – ¿Qué te trae por aquí? – De visita a un amigo, por cierto no sé ni cómo te llamas chiquilla… – Eso es lo que más me atrae de todo esto, no quiero saber quién eres, ni a que te dedicas, ni la vida que llevas cuando no estés aquí…ahora. Sin mentiras, sin explicaciones, sin excusas. ¿Lo entiendes? – Sí, pero quiero más. – Tengo cena con unas amigas, es el cumpleaños de una de ellas y no puedo faltar. – ¿Esta noche en mi hotel a la hora que sea? – De acuerdo. Media hora después estaba en casa, bajo la ducha, aun sentía cosquillas entre las piernas. Había decidido ir a la cena y escaparme con una excusa en cuanto pudiera para regresar al hotel con mi nuevo amante. Antes de salir de casa cogí la bolsa del regalo de Maite y antes de irme decidí pasar por casa para despedirme…. – Hola mamá, me voy al cumpleaños de Maite no sé si dormiré en su casa, no me esperes, le dije cogiendo una patatilla del cuenco que llevaba. – Hija coge aire que vas a ahogarte…, antes de irte entra a saludar a papá. Seguro que se alegra de presentarte a su mejor amigo, que por cierto va a ser el nuevo rector de tu universidad el año que viene… CONTINÚA... (trovo_decimo@hotmail.com)


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