🔥Relato Erótico de Fantasías Eróticas: Excitadas y sin fuerza de voluntad. ❌Sin Censura❌

¡PRUEBA LA NUEVA WEB: EROTISMOSINTABÚ!


VER CONTENIDO PROHIBIDO



Fecha: 2019-12-08


Excitadas y sin fuerza de voluntad.


Autor: mariaruizred

Categoría: Fantasías Eróticas

Consecuencia de un tratamiento las mujeres sufren un elevado aumento de la excitación sexual y una paralela pérdida de la fuerza de voluntad. Una difícil elección, la muerte o el sexo desenfrenado y sin control. Queridos amigos lectores, hoy comienzo un nuevo relato de ficción, imaginando un futuro cercano en el que por distintas circunstancias las mujeres se encuentren en un estado de creciente excitación y una pérdida de voluntad que las convierta en marionetas en manos de los hombres. ¿Sois capaces de imaginar un futuro así?. Atreveros a leerlo y me decís que os parece ese futuro hipotético. SITUÉMONOS Verano del año 2025, han pasado doce meses desde que se produjo la pandemia denominada “ la Gran Plaga”. Más de mil doscientos millones de mujeres han fallecido en todo el mundo, sí, solo mujeres, porque es una enfermedad genética de origen desconocido que afecta solamente a las hembras del planeta. La mayoría conocemos las diferencias genéticas entre los hombres y las mujeres: los hombres tienen cromosomas sexuales X e Y, mientras que las mujeres tienen dos cromosomas X. También sabemos que los genes de estos cromosomas pueden actuar de forma diferente en hombres y en mujeres. algunos de los genes diferenciados por género están implicados en el funcionamiento cerebral, algo que volvería a abrir el debate sobre las diferencias en el comportamiento masculino y femenino. Esta diferencia genética también podría explicar por qué los hombres y las mujeres muchas veces reaccionan de forma distinta a las enfermedades. En concreto “La Gran Plaga” afectó solamente a mujeres en las que por edad habían alcanzado la fase de la menopausia. La menopausia es un fenómeno natural que se produce en el cuerpo de las mujeres y que se caracteriza por el cese de la actividad de los ovarios de manera progresiva y por la disminución de los niveles de hormonas. Ese cese progresivo termina desencadenando la desaparición de la menstruación. Es un proceso lento y progresivo que afecta de manera diferente a cada mujer. Suele experimentarse entre los 44 y los 52 años, aunque por supuesto, existen mujeres a las que se les retrasa y a las que se les adelanta. Sin avisar, sin motivo aparente, en un período extremadamente corto, menos de 3 meses todas las mujeres del planeta, en edad madura que habían alcanzado la fase de la menopausia fallecieron. El mundo sufrió un colapso sin precedentes, nuestra civilización se mostró impotente, incapaz de reaccionar, de encontrar una cura, ni siquiera de encontrar una explicación. La cruda realidad es que en el mundo no quedan apenas mujeres con edades superiores a los 50 años, mas de mil millones de hombres del planeta se han quedado viudos de un plumazo. Nuestra civilización ha tardado mas de nueve meses en encontrar una explicación, una respuesta que no trasciende a la población en general, tan sólo unos pocos son conocedores de la realidad, entre ellos se encuentra Juan, nuestro protagonista, científico español de renombre, genetista, que forma parte del denominado Centro Mundial de Respuesta a la Crisis (CMRC). Aturdido por la tensión acumulada en los últimos nueve meses de trabajo constante Juan llega a casa donde le espera Marisa, su mujer. El calor era sofocante en aquel verano del primer aniversario de La Plaga. La vida había sido maravillosa para ellos, Juan a sus 50 años es una eminencia en su campo, genetista de prestigio mundial, autor de infinidad de libros relacionados con la genética humana fue de los primeros en ser reclutado para el plan de emergencia mundial y trasladado al CMRC para liderar una parte importante de las investigaciones relacionadas con La Plaga. -¿Que ocurre Juan?, te veo agotado, ¿Habéis encontrado respuestas?, Hoy has venido muy temprano, ¿sucede algo?- pregunta Marisa, su esposa, ella es una mujer de 46 años, rubia, de gran melena rizada, alta, sobre el 1.75, delgada, de pechos firmes, no muy grandes, puntiagudos, piernas largas y un culo prominente, redondo, rotundo. Por su edad ha comenzado a tener desarreglos hormonales, el inicio de la menopausia está cerca. Juan y Marisa tienes dos hijos adolescentes, Jorge un jovencito apuesto y Marga un poco mas joven, rubita como su madre, cara bonita pero que le hacía aparentar menos años de los que tenía, en contraste con su cuerpo, gordita, de abundantes carnes, nalgas poderosas que formaban un tremendo culazo y tetas mucho mas grandes que las de su madre pero algo caídas por su volumen a pesar de su edad. Ambos están en el centro de actividades para jóvenes, del complejo residencial, cuando su padre llega a casa. La familia vive en una urbanización exclusiva, reservada para científicos del CMRC, consta de un rascacielos inmenso con viviendas de lujo, oficinas, centro comercial y todo tipo de servicios. El edificio es un anexo al complejo de investigación donde Juan investiga una solución para La Plaga. -La plaga no ha terminado. Esta atacando a un gran número de mujeres con un nivel hormonal bajo. Con la llegada de la menopausia desciende en picado la producción hormonal y por eso han sido las primeras afectadas. Si queremos frenar la plaga tenemos que incrementar considerablemente el nivel hormonal en todas las mujeres fértiles del planeta.- Explicó Juan a su mujer con voz seria. -Bueno, eso ya es un avance, sabéis cual es la causa y cómo solucionarlo. ¿Porque estas tan triste cariño?, te veo muy afectado.- respondió Marisa -El Consejo Mundial acaba de aprobar la administración masiva de hormonas para frenar La Plaga. Es algo muy arriesgado, no sabemos las consecuencias que eso puede traernos, los ensayos clínicos son muy pocos todavía, son todo hipótesis de trabajo ¿Y si no sale bien?, podemos exterminar a la raza humana- dijo Juan con voz apagada -Cariño es mejor eso que nada, yo tengo desarreglos con mi período, estoy en fase inicial premenopausia, pero en cualquier momento puedo ser la siguiente víctima, quiero tener una esperanza, algo a lo que aferrarme.- le replicó Marisa -Lo sé cielo, lo sé, por eso he dado mi visto bueno a la administración global de las hormonas, pensando en vosotras sobre todo. El mundo no va ha conocer los verdaderos riesgos del tratamiento, son muchos, conocerlos podría ocasionar el caos en el planeta y como especie no nos hemos recuperado del golpe de ver perder a 1.200 millones de personas. La administración masiva está garantizada, gracias a los implantes digitales que todos llevamos conectados a internet, las dosis de cada persona se administrarán diariamente on-line de forma automática igual que hacemos ahora con cualquier medicina.- -Eso es una gran noticia cariño, no me imagino colas inmensas para vacunarse, afortunadamente la tecnología nos será de gran ayuda para hacerlo on-line -Eso sería inviable Marisa, no es una vacuna, la administración de hormonas tiene que ser diaria para mantener un determinado nivel en cada persona, solo via internet es posible realizar algo así, de forma personalizada, para todo el mundo y diariamente. Está comprobado que determinado nivel hormonal frena el ataque de la plaga pero lo que no conocemos son los efectos secundarios que puede ocasionar la administración elevada de hormonas de forma continuada a una mujer. -Cariño, sean los que sean los efectos secundarios siempre serán mejor que la muerte. ¿no te parece? ¿que efectos secundarios pensáis que pueden ocasionar las hormonas?- pregunto curiosa Marisa al tiempo que estaba muy ilusionada con saber que había una esperanza de seguir con vida. -Pueden ser de todo tipo, las hormonas pueden producir cambios físicos en el cuerpo humano, por ejemplo en las mujeres un aumento de los senos… Marisa no pudo contener la risa y soltó una fuerte carcajada -jajaja si todo el problema es que nos crezcan las tetas no me vendrá mal un aumento de pecho gratis jajaja- reía Marisa mientras sus manos fueron instintivamente a sus pechos, dos conos no muy grandes pero firmes y mirando al frente como los de una jovencita. Juan no pudo evitar reírse al ver la actitud de su mujer, desde luego esa consecuencia no era nada comparada con la muerte, -es solo el ejemplo más claro pero no sabemos bien si puede haber o no otro tipo de afecciones físicas. Lo que si está claro que un aumento considerablemente del nivel hormonal supone aumentar exponencialmente el nivel de la líbido…- Una nueva carcajada de Marisa resonó en el salón -¿Quieres decir que las mujeres estaremos mas cachondas? jajajaja, con las tetas mas grandes y con mas ganas de marcha jajajaja, pues a mi me suena fenomenal este tratamiento- añadió Marisa en tono socarrón. La cara de Juan se tornó mas seria -No es tan sencillo de explicar, nunca se han probado los efectos de un tratamiento así de forma continuada, hablamos de una administración elevada y diaria. Actualmente con la muerte de tantos millones de mujeres hay una desproporción clara entre hombres y mujeres, está aumentando vertiginosamente el número de violaciones y de secuestros de mujeres para obligarlas a prostituirse. Las putas ganan hoy en dia diez veces mas que hace un año. Incrementar de forma brusca el deseo sexual de todas las mujeres en edad fértil puede suponer un cambio social de imprevisibles consecuencias.- -No te preocupes cariño, piensa en positivo, si me crecen las tetas y tengo mas ganas de follar nos vendrá muy bien, la verdad es que los últimos años lo hacemos muy poco. Cualquier cosa será mejor que la expectativa de la muerte- dijo Marisa que se abrazó a su marido de forma cariñosa Juan se abrazó a su mujer, no quiso darle mas argumentos ni hacerle ver las consecuencias que estos podrían tener en una sociedad como la actual con un déficit tan repentino y acusado de mujeres sobre todo en varones de mediana edad. Por ejemplo evitó decirle que la administración elevada de hormonas a una mujer junto con el aumento de líbido, un aumento que podría llegar a ser incontrolable en muchas mujeres dadas las dosis que estaban contemplando, producía también algunas afecciònes en el cerebro, como podía ser la zona del córtex prefrontal donde reside entre otras cosas la fuerza de voluntad. Juan se imaginaba las consecuencias que podría tener si en la sociedad actual las mujeres eran estimuladas sexualmente, de forma artificial, de un modo que no pudiesen controlar y al mismo tiempo su cerebro se veía afectado reduciendo la fuerza de voluntad, la capacidad de decidir por uno mismo de forma consciente, ese hecho era una de las consecuencias que demostraban todas las pruebas realizadas. -Por cierto cariño, tu padre ha llamado, viene mañana, pasará una temporada con nosotros, desde que murió tu madre se encuentra muy solo viviendo en el campo- dijo Marisa a su marido A Juan no pareció hacerle mucha gracia que su padre se instalase en su casa en aquellos momentos, el viejo Agustín, de 70 años, militar retirado, mantenía una vitalidad envidiable, terco como una mula, autoritario, les seguía tratando como si fuesen soldados de cuartel. -Vas a tener que ocuparte tú de él, Marisa. Yo voy a estar muy ocupado en las próximas fechas, mañana se comunicará oficialmente el tratamiento, en 48 horas todas las mujeres en edad reproductiva recibirán el tratamiento hormonal.- -¿Tan rápido? -Si Marisa, no hay tiempo que perder, no se ha hecho público pero hay muchos casos de fallecimientos de mujeres en todas las franjas de edad reproductiva. Hasta que veamos los efectos del tratamiento prefiero que Marga y tú permanezcan en casa.- -Pero Juan, sabes lo apurados que vamos en la empresa. Tenemos muchas bajas de personal y como Directora de Recursos Humanos es mi responsabilidad. Además ni siquiera tengo que salir del complejo, las oficinas están en la planta 22.- -Por favor, ten paciencia unos días, quiero conocer mejor vuestra reacción al tratamiento. Estaré más tranquilo sabiendo que Marga y Tú estáis en casa. Al día siguiente llegó el viejo Agustín, suegro de Marisa, que se instaló en una de las habitaciones de invitados de aquel espléndido piso de lujo.. El gobierno se esforzaba en tener muy cerca a las familias de los investigadores para garantizarse el mayor tiempo de dedicación posible. No se escatimaba en gastos, prácticamente todas sus necesidades estaban cubiertas sin necesidad de salir fuera de aquel monstruoso edificio donde no solo había viviendas, sino centro comercial, cines, oficinas, una pequeña ciudad en vertical. Un día más tarde Marisa y su hija comenzaban el tratamiento, vía wifi su implante neuronal se conectaba a internet y recibía la dosis de hormonas personalizada para cada una en función de su edad, parámetros biométricos, constantes vitales. Era un proceso que en circunstancias normales no debería superar los diez minutos pero dado el colapso de la red global la transferencia demoraba aproximadamente treinta minutos. Durante ese período de tiempo las mujeres conectadas permanecían en un estado latente de somnolencia inducida, relajación, similar al efecto de la anestesia en un quirófano. Marisa y su hija Marga solían sentarse en el sofá del salón para conectarse después del desayuno cuando Jorge, el hijo, se marchaba al centro de actividades juveniles. Juan, su marido, iniciaba la jornada un par de horas antes y no regresaba hasta altas horas de la noche. Por su parte el viejo Agustín aguantaba en la cama hasta media mañana. Esa rutina se repitió durante la primera semana, aparentemente no había ningún efecto secundario por el tratamiento hormonal. Juan regresaba satisfecho por las noches contando cómo se habían reducido drásticamente el número de fallecimientos desde el comienzo del tratamiento. Todo parecía ir de forma satisfactoria de momento. Al octavo día de tratamiento cuando Marisa y su hija despertaron tras media hora de recibir hormonas on-line seguían cogidas de las manos como siempre pero Marga se dirigió a su madre: -Mama, me siento rara, ayer comenzó a picarme mucho ahí abajo, me siento muy excitada, anoche tuve que masturbarme varias veces, no podía dejar de hacerlo. Me quema el chichi.- -Tranquila hija, es por el tratamiento, seguro que se pasa pronto, papá está trabajando en ello. Yo tambien me siento asi, tienes que intentar controlarlo- dijo Marisa que también había tenido que masturbarse varias veces la noche anterior ante la falta de atenciones de su marido, pero se quedo preocupada por el comentario de su hija. Aquella tarde Marga no salió de su cuarto ni siquiera para ver con su abuelo las viejas películas que solían ver los dos sentados en el sofá, abuelo y nieta estaban muy unidos. Marisa se movía sin parar por la casa, se sentía muy excitada, los mismos picores intensos en su sexo que le había descrito su hija. Intentaba controlar sus ganas de encerrarse en el baño para masturbarse pero a medida que pasaban las horas era mas difícil hacerlo, mordía sus labios, juntaba las rodillas, aquel deseo casi necesidad de sexo la estaba matando de ganas por follar. Se dejó llevar por ese deseo y se metió en el baño necesitaba tocarse, correrse, tenía auténtica ansiedad por alcanzar un orgasmo. MARISA EN LA OFICINA Sentada en la taza del WC comenzó a masturbarse compulsivamente y alcanzó con rapidez un primer orgasmo, “joder que ganas tenía de correrme” pensó Marisa cuando de pronto sonó su móvil, era Roberto, su ayudante en el Departamento de Recursos Humanos. -Dime Roberto, ¿que ocurre?- preguntó Marisa -Jefa perdone que le moleste, estamos desbordados, con la situación de emergencia faltan a su puesto de trabajo todas las mujeres, de nuestra empresa dependen gran parte de las infraestructuras tecnológicas que hacen que se puedan suministrar las hormonas on-line. Hay que reestructurar todos los equipos de trabajo o corremos grave riesgo de colapsar el sistema. Le necesitamos Jefa- decía con voz de súplica el voluntarioso aunque inexperto Roberto que se hacía cargo del trabajo que debería estar realizando Marisa. -Tranquilo Roberto, ahora bajo a la planta 22, revisamos la situación y ponemos en marcha un plan de trabajo, no creo que nos lleve mas de dos o tres horas. Espérame ahí, ahora voy.- respondió Marisa segura de si misma, como siempre. La situación parecía lo suficientemente importante como para no entretenerse mucho, por un momento pareció olvidarse de todo y centrar su mente en el trabajo, se concentró un par de minutos, puso la mente en blanco, intento relajar aquellos instintos sexuales que volvían a resurgir después de correrse y salió del baño. En el salón estaba su suegro Agustín, al que le dijo, de carrerilla, sin detenerse, que tenía que bajar a su oficina por un problema urgente y que en un par de horas estaría de regreso. -Esta bien hija, ¿pero ni siquiera vas a cambiarte de ropa?- dijo Agustín al verla salir de casa con la misma ropa. El aire acondicionado funcionaba a tope por culpa de aquel verano sofocante, pero su calentura era tal que toda la ropa le molestaba, se había puesto un vestidito corto rojo, de tirantes, amplio, de escote generoso en el que se marcaban bastante los pezones, se notaba de lejos que no llevaba sostén. Bajo el vestido un diminuto tanga negro, medias negras altas al muslo y zapatos de tacón que llevaba siempre incluso en casa “mas vale muerta que sencilla” se decía una y otra vez cuando le preguntaba su marido, sus medias y sus tacones eran parte de su piel. -No tengo tiempo de cambiarme Agustín, es urgente que baje, tan solo serán un par de horas de trabajo en mi despacho- respondió Marisa, pero ni ella misma entendió aquella reacción, jamás había salido tan provocativa de casa y menos para ir a trabajar. Aquella excitación que sentía era tan fuerte que la hacía comportarse de forma desinhibida, provocativa, su cuerpo le gritaba la necesidad de aparearse, cada poro de su piel pedía sexo, aunque ella en esos momentos no fuese muy consciente de ello. Cinco minutos después estaba en la planta 22, la mitad de las mesas vacías, todas las empleadas mujeres estaban en sus casas, avanzaba con paso firme y decidido, mirando al frente, sin fijarse en nadie, directa a su despacho, mientras una docena de hombres que la vieron entrar no le quitaban los ojos. “Buenos días Señora, buenos días jefa, que alegría verla jefa….” se escuchaba a medida que ella avanzaba por el pasillo central, pero Marisa no respondía a nadie, tenía la mirada fija en el despacho del fondo, el suyo. Cuando por fín lo alcanzó, entró decidida, -Pasa Roberto, infórmame de la situación y cierra la puerta- dijo al verle en su mesa junto a su despacho. Roberto pasó al despacho y cerró la puerta, dejó fuera un murmullo de voces de todos los empleados que estaban trabajando -“¿Habéis visto como ha venido la jefa?, vaya modelazo para pasear por la playa, menudos pitones marca”, decía uno de los mas veteranos. -“Ya te digo, ufff, ha pasado tan rápido que no la he podido ver por delante, pero por detrás joder que culazo marca, con un tanguita que se le clavaba en el culo… que pasada.. “ decía otro. -“¿Creeis que le habrá afectado el tratamiento? se comenta que hay mujeres que están salidas perdidas por culpa de las hormonas”- apuntillaba un tercero -”No lo se, pero te aseguro que como se agache delante de mí y le vea ese culo se la enchufo por si acaso, menudo trasero tiene la jefa. Que a gusto le daba una buena ración de polla aunque luego me despida merecería la pena. Siempre he pensado que ese marido que tiene la folla muy poco” decía otro Mientras tanto Roberto miraba a su jefa con los ojos como platos, no se lo podía creer, siempre tan seria, tan recatada y ahora estaba de pie, detrás de su mesa inclinada leyendo el informe que le había dejado su ayudante con aquel escote que dejaba ver por completo aquellas dos tetas pequeñas pero firmes, tiesas, dos conos con dos pitones que casi se le salían del vestido. Roberto recién licenciado con varios masters, un expediente muy brillante, pero era un chico joven, a sus 28 años había entrado directo como ayudante de dirección gracias a su expediente, pero carecía por completo de experiencia en dirección de equipos de trabajo. Era un joven apuesto, alto, fuerte, deportista y en aquellos momentos con una erección de caballo viendo las tetas a su jefa, permanecía firme sin mover un músculo, en silencio, delante de ella, esperando sus indicaciones, pero había un músculo que no podía controlar, su verga, que presionaba su pantalón de tal modo que parecía lo fuese a explotar. Tras unos eternos minutos en silencio los dos Marisa levantó por fín la cabeza de aquel informe, sus ojos se clavaron en su ayudante, mas concretamente en aquel bulto que marcaba su pantalón, era demasiado para su grado de excitación. -Bien ya tengo claro cómo tenemos que redistribuir el trabajo, tómate nota de lo que tenemos que hacer y encárgate de repartir las nuevas cargas. Roberto tomó nota de las indicaciones y lo anotó todo en la libreta que llevaba en sus manos. -Espera un momento, antes de marcharte tengo que pedirte un favor Roberto. - dijo en tono serio Marisa -Usted dirá Jefe, ¿que quiere que haga?- respondió dispuesto el joven Roberto. -Esas malditas hormonas me están volviendo loca. Necesito que me folles Roberto, tiene que quedar entre nosotros, pero necesito una polla con urgencia- la cara de Marisa era todo un poema mientras lo decía, sonaba a súplica, se mordía los labios, babeaba, juntaba las piernas como si se estuviera meando, -Claro Jefa, lo que usted mande, para eso estamos…- respondió Roberto que no se podía creer aquella petición. Marisa metió sus manos bajo el vestido y se bajó el tanga hasta las rodillas inclinándose sobre el lateral de la mesa, puso el culo en pompa y separó las piernas -¿A que esperas joder? métemela, follame, no aguanto más- suplicaba Marisa Roberto no se lo hizo repetir dos veces, se bajó la bragueta y sacó aquella verga que estaba a punto de reventar su pantalón, grande, gruesa, tiesa como un palo, se colocó entre las piernas de su jefe, apuntó a la raja de aquel coño cuidado, recortado, elegante, suave, jugoso, chorreante de flujo y de un solo golpe la penetró hasta el fondo. Una follada de auténtico empotrador, fuerte, violenta, con ganas, movimientos enérgicos, rápidos, una y otra vez, hasta el fondo y fuera, golpe tras golpe el ruido de dentro comenzó a escucharse fuera. -”¿Estáis oyendo?, se la está zumbando en el despacho”- dijo uno Al momento el grupo de los empleados estaban todos pegados a la puerta del despacho oyendo con nitidez las embestidas y el traqueteo de la mesa. -Sigue, sigue, no pares.. mas fuerte- gritaba Marisa que no podía controlarse Roberto no aguantó mucho mas, saco la verga y se corrió sobre las nalgas de Marisa, una hermosa lechada blanquecina, pastosa, chorretones de semen que se deslizaron por las nalgas y la espalda de Marisa comenzando a gotear en el suelo. -No pares joder… sigue.. quiero más..- decía Marisa no contenta con aquel impetuoso polvo pero demasiado breve para su calentura. -Lo siento Jefa.. yo ya me he corrido.. esto necesita recuperarse. Pero si quiere le digo a otro que pase- dijo Roberto mientras guardaba su polla dentro del pantalón. Roberto se encaminó a la puerta y al abrirla se encontró con el grupo de sus compañeros pegados a ella, lo habían escuchado todo. -Esta cachonda perdida, son los efectos de las hormonas, es como han dicho en las noticias, si es cierto lo que dicen el semen las calma, así que si quereís que os dure cachonda no os corrais dentro- dijo Roberto con total frialdad al grupo de sus compañeros, para aquel engreído novato era toda una hazaña haber sido el primero y se pavoneaba delante de todos mientras los demás le habrían paso. -Ya habéis oído chicos, que nadie se corra dentro, asi la puta de la Jefa nos durará cachonda para todos, venga haced una fila, por orden de antigüedad, de uno en uno, cada cinco minutos entra uno y pasa el siguiente así en una horita nos da tiempo a todos no vaya a ser que venga alguien- dijo el Jefe de sección mas veterano que parecía tener el respeto de todos. La docena de hombres organizaron la fila mientras el primero entraba en el despacho… -Dice Roberto que necesita polla ¿es cierto Jefa?- dijo el primero en tono chulesco nada mas entrar y cerrar la puerta tras él. Marisa permanecía en la misma postura que la había dejado Roberto, inclinada sobre la mesa, ni siquiera se había movido esperando que un nuevo macho entrase para continuar lo que Roberto había dejado a medias. -¿No me ves? ¿A que estas esperando?- respondió Marisa en tono altivo, un tono al que todos estaban demasiado acostumbrados. -No puta no, estoy harto de tus órdenes, de tus humillaciones, de tus aires de señora pija, si quieres polla te la vas a tener que ganar o dejaremos que revientes de ganas sino haces todo lo que te digamos. ¿Me has entendido putón? Aquella voz dominante, el tono autoritario, activaron algo en el cerebro de Marisa, fue como darle a un interruptor, su carácter prepotente se desvaneció como un azucarillo en un café caliente, la dejó en estado de alerta, como esperando una indicación, paralizada, … en modo pausa. -No me gusta que me des la espalda, |Siéntate sobre la mesa| |ábrete de piernas| quiero verte la cara cuando te la meta- Marisa obedeció sin rechistar, se subió a la mesa, se puso frente a su empleado con las piernas completamente abiertas, sus pies y el culo apoyados en el borde de la mesa, su coño completamente abierto y expuesto a la mirada de su empleado. En silencio, sin quejas, sin peticiones por su parte, aquel tono y aquella voz autoritaria parecían haber desconectado su fuerza de voluntad. Ni siquiera su excitación era capaz de superar aquel bloqueo mental que había surgido de repente en su cabeza. -Asi me gusta, que seas una buena perra obediente. Ahora si que puedes pedir que te joda, |Dilo puta| |Di que tienes ganas que te la meta|- dijo el hombre colocado frente a Marisa, con la verga en la mano, dura, firme, esperando ser ensartada en aquel coño tan deseado por todos los empleados. -Jódeme, tengo ganas de que me la metas- dijo Marisa repitiendo las palabras que le habían dicho y el hombre no esperó mas, apoyo la verga en la entrada del coño y en un par de movimientos la calzo hasta la base, comenzando a follarla. Los cinco minutos pasaron deprisa, no tardó en abrirse la puerta y entrar el siguiente ansioso por ocupar el puesto del que la seguía follando. -Aparta, se te han pasado los 5 minutos- le dijo dándole un empujón. -¿Te importa que me quede mirando mientras me pajeo? No me ha dado tiempo a correrme- dijo el primero -Haz lo que quieras, yo no tengo ganas de esperar, el tiempo corre y quiero ser el primero en follarla por detrás- -Espera, mándale exactamente lo que quieres, no se muy bien porqué pero tengo la sensación que obedece órdenes concretas, cortas y sencillas. Creo que tiene que ver algo con la pérdida de voluntad.- dijo el primero mientras no dejaba de pajearse. -Está bien, veamos. Tú, zorra, bajate de la mesa, quítate el vestido y ponte a cuatro patas en el suelo.- ordenó el segundo, viendo que Marisa cumplía exactamente las instrucciones. -Vaya tetas mas ricas, menudos pitones tiene la muy guarra. ¿Te importa que se los sobe mientras me pajeo?- volvió a pedir el primero El segundo lo miraba con cara de pocos amigos, ansioso por encular a su jefa puesta en el suelo a cuatro patas con el culo en pompa y el con la polla apuntando a la entrada del ojete. -Haz lo que quieras, pero no me toques los cojones mas, el tiempo se pasa y quiero metérsela bien, |cállate de una puta vez|- dijo cabreado el segundo comenzando la enculada mientras el otro le sobaba las tetas sin dejar de pajearse. Así fueron pasando los doce durante una hora, mamadas, folladas de coño y culo se fueron sucediendo una tras otra, ninguno se corrió dentro de Marisa que obedecía cualquier indicación que se le decía, fuese la que fuese. Gemía y se retorcía de gusto a cada embestida, incluso tuvo varios orgasmos, pero la excitación de su cuerpo no decaía, al contrario daba la sensación de estar cada vez mas cachonda. Algunos se corrieron sobre su cuerpo, sus tetas y sus nalgas chorreaba semen, varios no consiguieron llegar al orgasmo por la premura del tiempo, terminada la ronda algunos decidieron disfrutar humillandola, haciendo que se exhibiera, adoptando poses obscenas, desfilando como si fuese una modelo en una pasarela formada por las mesas en hilera. Haciendo que se masturbara con las manos y con todo tipo de objetos disponibles en la oficina. Varios comenzaron a grabar videos de estas escenas o hacer fotos de las poses mas provocativas. ”No me lo puedo creer..” era la frase mas repetida por aquellos hombres que seguían siendo sus empleados y ahora la trataban como basura, como un objeto, como una muñeca hinchable o como un robot al que se le pide cualquier cosa. Los que seguían sin correrse quisieron repetir, nadie puso impedimento alguno, comenzaron a follarla de nuevo, esta vez ocupando todos sus agujeros al mismo tiempo, sentada sobre la polla de alguno, enculada por otro y mamando al mismo tiempo. Alguno no debió poder aguantarse en aquella situación y se corrió dentro, a los pocos segundos el efecto milagroso del semen como antídoto a las hormonas hizo su efecto. Marisa recuperó el semblante, su fuerza de voluntad, la razón, había sido plenamente consciente de todo lo ocurrido, sentía vergüenza, asco y al mismo tiempo sabía que su cuerpo necesitaba del semen de un hombre para volver a la cordura, a la razón. -|Basta ya| Dejadme|- grito Marisa, desembarazándose de aquellos hombres, su tono seco, duro, el tono de la jefe de siempre hizo que todos se apartasen. Ella volvió a su despacho, se limpio con unas toallitas como pudo, se puso su ropa y salió de allí, en silencio, sin ser capaz de mirarles a la cara. Habían pasado casi 3 horas cuando regreso a casa, entró con el mismo silencio yendo directamente al baño, necesitaba urgentemente una ducha, limpiarse su cuerpo que frotó con fuerza como si quisiera arrancarse la piel, tardó un buen rato en salir. Su suegro la esperaba en la puerta, no dió ninguna explicación de lo ocurrido, ahora lo único que quería era descansar, su cuerpo estaba agotado, se metió en la cama y tardó casi 6 horas en despertar. ELSUEGRO, LA NUERA Y LA NIETA Su suegro estaba en el sofá como esperando que apareciese, Marisa no soportaba al viejo Agustín, siempre malhumorado, quejoso de todo y por todo, él la trataba a gritos, autoritario, como si su Nuera fuese un vulgar soldado de cuartel. Ella le replicaba siempre como si fuese uno de sus empleados y acababan cada uno por su lado sin hablarse durante horas. Estaba claro que no se soportaban. -Tienes la cocina hecha un asco, mas te vale ponerte a limpiar en lugar de holgazanear en la cama todo el día. ¿Dónde está mi nieta? ¿Está enferma? Es raro que no salga para ver una película como todas las tardes- dijo el viejo Agustín dirigiéndose a Marisa. -No soy una criada. Viene una chica tres veces por semana para encargarse de esas cosas- Respondió Marisa sintiéndose molesta porque su suegro le dijese lo que tenía que hacer y viendo venir una nueva discusión con el viejo mandón. De repente se acordó de su hija, no sabía cómo se encontraba, ¿habría tenido la misma excitación que ella?, lo último que recordaba de ella era la conversación por la mañana cuando le confesó que se había pasado la noche masturbandose. -A mí no me repliques, si te digo que limpies, limpias. Aprende a tenerme respeto.- Espetó Agustín a su nuera con voz seca y seria. Aquella frase dura, seca, directa, de nuevo activó algo en el cerebro de Marisa, ¿se estaba repitiendo de nuevo lo ocurrido horas antes?, tan solo habían pasado unas horas, 7 u 8 horas quizás. De nuevo sentía aquella excitación que le recorría el cuerpo, aquel calor que invadía todo su ser saliendo de sus entrañas. Su cabeza se bloqueaba, como si hubiese perdido toda fuerza de voluntad para oponerse a su suegro. Y de su boca salieron palabras como si fuese una autómata. -¿Que quiere que haga? ¿Que tengo que hacer?- dijo Marisa con voz sumisa El viejo Agustín la miró sorprendido, ¿era su nuera quien había formulado aquellas preguntas?, no recordaba que nunca se hubiese comportado así. Recordó las palabras de su hijo la noche que llegó, cuando se quedaron a solas los dos Juan le confesó sus temores del tratamiento hormonal, entre ellos la posible pérdida de voluntad ¿su nuera había respondido así por el tratamiento?. La observó con detalle, asimilando de nuevo las palabras que había dicho su nuera. -La cocina está sucia, quiero que limpies el suelo y los armarios altos. Esa niñata que viene solo limpia hasta donde le llegan las manos.- El mismo tono seco de voz seria. Una orden clara y directa. -Si claro, ahora mismo lo hago- respondió Marisa con la misma voz sumisa dirigiéndose hacia la terraza para coger la escalera plegable que le permitiese alcanzar los armarios altos de la cocina. Agustín la siguió con la mirada viendo como ella se daba la vuelta y caminaba delante de él. Marisa era una mujer de carácter, acostumbrada a dirigir personas, sería, siempre elegante vestida pero de forma discreta, ni siquiera estando en casa era capaz de desprenderse de sus tacones, sus medias, su falda de tubo casi a la altura de las rodillas, su blusa blanca abotonada casi hasta el cuello. Se había puesto ropa limpia al despertar, una ropa mas acorde a la que solía llevar. El viejo Agustín clavó sus ojos en aquellas nalgas grandes, redondas, rotundas que destacaban en la figura delgada, alta, atractiva de su nuera. A pesar de su avanzada edad a sus 70 años mantenía una buena forma física y seguía disfrutando de generosas erecciones con bastante regularidad pero hacía bastante que no practicaba sexo con ninguna mujer. Circunstancia que le obligaba a masturbarse con frecuencia. Marisa no tardó en volver con aquella alta escalera plegable, gotas de sudor caían por su frente, la blusa blanca se había rozado con la escalera algo sucia y estaba manchada de polvo y sudor. El sudor no era por arrastrar la maldita escalera sino por la excitación creciente que emanaba de su cuerpo, su respiración agitada no podía ocultarla y el viejo Agustín se dió perfecta cuenta. El la observaba fijamente mientras Marisa extendía la escalera y la acercaba junto a los armarios de la cocina. Llevaba un par de paños en una mano y líquido quitagrasas en la otra, intentó subir a la escalera pero la estrecha falda le incomodaba. Sus manos bajaron y se subió la falda lo suficiente para poder ascender por los peldaños, aquellos tacones altos no eran el mejor calzado para subirse a la escalera, aún así consiguió ascender hasta que sus brazos alcanzaron los armarios altos de la cocina. El viejo Agustín se acercó a la escalera, ella parecía ajena a la presencia de su suegro, se afanaba en pasar el paño por los armarios de manera mecánica, parecía un robot al que le das una instrucción. Había subido lo suficiente la falda para que pudiese subir por los peldaños dejando ver sus medias negras hasta medio muslo, sus pies juntos en el peldaño hacían que tuviese las piernas pegadas. Agustín a los pies de la escalera tenía su cabeza a la altura del culo de su nuera. Ella actuaba como si él no estuviera. -Separa las piernas, echa el culo hacia atrás- dijo el viejo Agustín con tono firme. Igual que si de una máquina se tratase Marisa obedeció al instante, sus pies se separaron tocando los extremos del peldaño en el que se apoyaban, flexiono un poco las caderas y echó sus nalgas hacia atrás mientras continuaba pasando el paño por el armario ajena a todo lo demás. Sus piernas se separaron dejando a la vista el final de sus medias negras en la parte alta del muslo, Agustín bajo un poco la cabeza y pudo ver perfectamente por debajo de la falda el culo de su nuera, redondo, macizo, potente, aquella braguita rosa pálido, estrecha, que se ajustaba a su entrepierna, aquella marca de humedad en el centro, perfectamente definida, estaba mojada, no podía ocultarlo. Marisa se paró, el armario estaba limpio, para continuar tenía que bajar y mover la escalera, estaba quieta como si esperase una nueva instrucción, quizás la presencia del hombre producía aquel efecto paralizante al estar en su camino para poder continuar haciendo lo que le había ordenado. Agustín quiso comprobar si era así, dió un par de pasos hacia atrás apartándose de la escalera y vio como ella sin decir nada bajaba de nuevo al suelo, movía la escalera y volvía a subir para continuar limpiando el siguiente armario, sus piernas ahora se separaron sin decirle nada, flexionó el cuerpo y echó el culo hacia atrás, no hubo que repetírselo. Agustín observaba con detalle el comportamiento de su nuera, intentaba comprender cómo funcionaba su cerebro consecuencia de aquel chute brutal de hormonas que la hacía sentirse tan excitada al tiempo que afectaba de forma tan radical a su voluntad y capacidad para gestionar sus decisiones por si misma. El viejo comenzó a darle pequeñas instrucciones para comprobar su grado de respuesta, “para, sube el brazo, bájalo, haz esto o aquello..”, las respuestas eran inmediatas, sin objeciones, sin comentarios, tenían que ser cosas claras, concretas, si él hablaba mucho haciendo la instrucción complicada ella se bloqueaba, se paralizaba o continuaba con la última instrucción. Tras unos minutos así la hizo continuar limpiando al tiempo que le hacía preguntas para que ella respondiese, la palabra funcionaba igual que las acciones, ella respondía de forma escueta, simple, para obtener mas detalles tenía que pedirselos expresamente. -¿Te gusta que tu suegro este en casa?- pregunto por ejemplo Agustín, la respuesta de ella fué un escueto “No”, para ampliarla tuvo que repreguntar. -Dime todo por lo que no te gusta que tu suegro este en casa- -Me hace sentir incómoda, es autoritario, tiene mal genio, me siento observada, tiene la mirada sucia, viciosa, me parece un viejo verde, no me gusta que tenga tantas familiaridades con mi hija, por mucho que sea su nieta tengo la sensación que intenta aprovecharse de ella, he visto cómo la acaricia con disimulo…..- respondía Marisa de forma mecánica sin dejar de limpiar en ningún momento. “Vaya, vaya, así que piensas todo eso, de modo que te hago sentirte incómoda, observada, y tu siempre tan señorona, tan estirada, no entiendo como mi hijo pudo casarse con una pija como tu. Te crees la reina porque todos te tienen miedo en tu empresa como Directora de Recursos Humanos, te gusta verlos humillados, eres prepotente, orgullosa, creida. Estoy convencido que en el trabajo todos te odian, me encantaría escuchar lo que piensan tus empleados de ti.” pensaba Agustín que había vuelto a ponerse junto a la escalera observando la entrepierna de su nuera mientras limpiaba. -| Para |, deja de limpiar- ordenó Agustín, viendo como al instante su nuera dejaba de limpiar y se quedaba quieta con los brazos estirados a lo largo de su cuerpo. -Bajate las bragas hasta las rodillas- ordenó el viejo a continuación viendo como las manos de Marisa se metían bajo la falda tirando de las gomas laterales de sus bragas hasta dejarlas a la altura de sus rodillas que separadas las mantenían tensadas. -Sube mas la falda, quiero verte bien el culo- dijó Agustín viendo como ella la cogía con las dos manos hasta dejarla enrollada en su cintura dejando sus nalgas desnudas completamente a la vista, sin ningún pudor, sin ninguna objeción, nada de protestas, nada de dudas...Desde luego los efectos secundarios del tratamiento eran la fantasía más deseada por millones de hombres en el mundo, una obediencia ciega de las mujeres a cualquier petición de un hombre sea la que fuese y todo ello estando permanente excitada, caliente, dispuesta… Los ojos de Agustín se fijaron ahora en aquel coño desnudo, de escaso vello recortado, muy cuidado, un chocho de lujo, de grandes labios sonrosados, enmarcado por aquellas medias negras altas al muslo y sobre todo aquel culazo, redondo, elevado, firme, nadie podría decir viendo solo el culo que pertenecía a una mujer de su edad. -Abre bien las nalgas con las dos manos- ordenó a continuación viendo como Marisa se apoyaba con su pecho en las barras de la escalera echándose hacia adelante al tiempo que sus dos manos separaban aquellas dos nalgas gloriosas mostrando la entrada del ano, sonrosado, bastante dilatado, parecía que su nuera se dejaba que la jodieran bien por detrás. La escalera se balanceo un poco y Agustín tuvo miedo que terminase cayendo al suelo. -Baja de la escalera- ordenó Agustin observaba a su nuera disfrutando de la escena, decidido a comprobar los límites de aquella obediencia ciega, si existían. -Vas hecha una guarra| Mira como te has puesto la blusa| |Vamos, quitatela| ¿A que estas esperando?- “Este tratamiento es una maravilla” se dijo para si Agustin acercándose a su nuera y poniéndose frente a ella. mientras Marisa dejaba caer la falda en el suelo y se desabotonaba su blusa por completo para terminar en el suelo también. Marisa quedó frente a su suegro en lenceria, zapatos negros de tacón, medias negras, sujetador y braguitas color rosa pálido que seguían bajadas a la altura de sus rodillas. Un dedo del viejo se acercó a los labios de ella… -Lamelo perrita, lamelo…- dijo haciendo que ella comenzase a chuparle el dedo como si fuese la mejor golosina del mundo.-No dejes de chupar el dedo, quiero hacerte algunas preguntas, tú asentiras o negaras con la cabeza Marisa asintió con la cabeza sin dejar de chupar el dedo de su suegro. -¿Estas cachonda? - afirmación -¿Tienes muchas ganas de que te metan una buena verga? - afirmación -¿Mi hijo te folla con frecuencia? - negación -¿Te folla el culo? - negación -Tienes el culo muy dilatado, no me creo que no te follen. ¿Le has puesto alguna vez los cuernos a tu marido? - afirmación -Maldita puta, sacate el dedo de la boca, me vas a contar eso con detalle- dijo Agustín sacando el móvil del bolsillo y activando la grabadora. Marisa permaneció callada, de nuevo Agustín tuvo que reformular preguntas cortas, directas y concretas para obtener las respuestas deseadas.-¿Con quien le has puesto los cuernos a tu marido? ¿Cuantas veces? ¿Con que frecuencia? ¿Un solo hombre o mas de uno?- -Con el director de la empresa, muchas veces, dos o tres veces por semana, solo él hasta hoy que me han follado mis empleados en la oficina- respondió Marisa -Maldita zorra, sabía que eras una puta, seguro que mi hijo te folla poco ¿cuánto hace que no te la mete? Respònde puta|- insistió el suegro. -Hace muchos meses desde antes de la Crisis, no se le levanta, dice que tiene la cabeza en otras cosas- dijo Marisa sin rodeos -Y tu aparentando ser una mojigata, ¿Donde te follas a tu jefe? seguro que el si que te da por el culo ¿es asi?- -En su despacho siempre, cuando todos se van. Me la mete por delante, por detrás, se la chupo, hago todo lo que me pide, soy su perra.- respondió Marisa con total crudeza. -¿Que te atrae de tu jefe? ¿Te lo tiraste para ascender o te obligo?- -Es dominante, me atraen los hombres así, Juan es buena persona pero no me hace sentir como mi jefe, mi marido no tiene carácter.- -¿Te han follado y dado por el culo tus empleados hoy? ¿por eso llevas el culo tan rojo y dilatado? -Si, me han follado todos- respondió sin reparos Marisa. -¿Cuantas pollas te la han metido esta mañana? -Doce, creo.- respondió al instante Marisa -No me extraña que tengas el culo como un abrevadero de patos, joder- comentó Agustín, entre cabreado y sorprendido por la claridad de las respuestas. Marisa respondía como si fuese una autómata, sin expresiones, sin emoción, la mirada un poco perdida, era consciente de todo lo que decía, lo que hacía, pero tenía la sensación como si su voluntad estuviera anulada, apagada. Su mente se activaba con órdenes sencillas, directas, acatándolas de forma mecánica. Sudaba, tenía la respiración agitada, el coño le ardía, el afrodisíaco mas potente del mundo no habría sido capaz de llevarla a un estado de excitación semejante. Le costaba pensar, razonar, un único estímulo comenzaba a ocupar por completo su mente, el deseo terrible de aparearse con un macho. El viejo Agustín no daba crédito a lo que estaba viendo, su nuera en ropa interior delante de él era tan solo un muñeco, una marioneta dispuesta a obedecer cualquier indicación, sin pensar, sin razonar, un robot de carne, real, muy real… -|Quítate el sostén|- Las manos de Marisa buscaron en su espalda el cierre del sujetador para abrirlo y quitárselo sin poner ninguna objeción y tirándolo al suelo. Dos pechos no muy grandes, de forma cónica, firmes, areolas grandes sonrosadas, pezones grandes y muy puntiagudos, ahora duros, prominentes, que no podían ocultar el estado de excitación de la mujer. Las manos de Agustín se lanzaron a manosear aquellos pechos de su nuera, duros, firmes, parecía mentira que fuesen naturales estando tan tiesos mirando al frente pero no había rastro de silicona en ellos. Marisa se dejaba manosear con mirada indiferente, sin poder objeción alguna, al contrario su respiración agitada y sus leves jadeos indicaban el grado de excitación en el que se encontraba. -¿Te gusta que te toque las tetas puta? -Sí- respondió de modo lacónico Viendo la ausencia total de resistencia por parte de su nuera Agustín comenzó a sobarle todo el cuerpo a su antojo, sus manos bajaron al culo de Marisa, amasándolo con descaro, magreándolo a placer, para pasar luego una mano a su coño, metiendo dos dedos dentro, masturbándola, ella comenzo a gemir y no tardó en sacar un chorro de flujo de su sexo, se había corrido en apenas un minuto pero sus jadeos no cesaban, al contrario, parecía que aquello había estimulado más si cabe su grado de excitación. -Estas chorreando como una perra, ansiosa por que te la metan como a una guarra. Vete a tu cuarto, quiero que saques la ropa mas provocativa que tengas, vestidos cortos, minifaldas, transparencias, cualquier cosa que sirva para vestirte como una puta. Espérame allí, yo iré a revisar lo que tienes- Marisa se dió la vuelta, tal como estaba se dirigió a su cuarto dejando su ropa en el suelo en mitad de la cocina -Espera| Recoge tu ropa, llévatela|- dijo Agustín viendo como su nuera se agachaba para recoger sus prendas y ahora si se dirigía a su cuarto con ellas en las manos, desnuda, sus medias y zapatos de tacón eran las únicas prendes. Esa circunstancia parecía no afectarle lo más mínimo. Agustín vio como Marisa entraba en el dormitorio de matrimonio y aprovechó la ocasión para dirigirse hacia el cuarto de su nieta. La puerta estaba cerrada, se escuchaban gemidos dentro, sin pensarlo su mano se apoyó en la manecilla de la puerta y abrió. Sobre la cama, su nieta Marga completamente desnuda abierta de piernas se masturbaba compulsivamente metiéndose los dedos en un coño juvenil completamente ausente de vello. La chica giró la cabeza, vio a su abuelo, pero no dijo nada, no cesó su masturbación, igual que si estuviese estudiando o comiendo, con toda la naturalidad, sin vergüenza, sin sentirse incómoda, … -Marga, |deja de tocarte, levántate|- ordenó Agustín. La chica obedeció al instante, Agustín la observaba, rubia de gran melena rizada como su madre, carita y cuerpo pecosos, ojos azules, boca grande, nariz pequeña. No muy alta, gordita, pechos grandes, algo caídos, bastante mas grandes que los de su madre, areolas y pezones pequeños, nalgas potentes, poderosas que le hacían un culazo grande pero atractivo. Se puso de pie junto a la cama, igual que un soldado de cuartel en la revista matutina, permanecía firme, inmóvil, la mirada al frente sin fijar en ningún punto, como si estuviese mirando al infinito, ajena totalmente al hecho de encontrarse completamente desnuda. -¿Que hacías?- preguntó el abuelo -Tocarme, me pica mucho el chichi, no puedo dejar de hacerlo- dijo ella con naturalidad, indiferencia, igual que si le preguntasen por un plato de la comida. -¿Has tenido sexo alguna vez con un chico? ¿Has follado ya?- preguntó Agustín -No, nunca- respondió al instante con toda naturalidad Agustín recordaba las conversaciones con su nieta las tardes de aquella semana, la chica le había contado que salía con un chico, un amigo especial como ella lo llamaba sin dar muchos mas detalles, Marga era una chica tímida, reservada, siempre se escabulle de aquellas preguntas incómodas cuando su madre se mostraba mas pesada de la cuenta. En aquel mundo actual de tanta facilidad para las relaciones sexuales los jóvenes se iniciaban a muy temprana edad, lo encontraban natural, fácil, placentero, “amigos con derecho a roce” lo llamaban. Pero Marga parecía salirse de esos esquemas era mas parecida a las jovencitas de otra época, asustadiza, vergonzosa y sin embargo ahí estaba completamente desnuda, expuesta ante la mirada de su abuelo que la observaba con detalle y a ella parecía no importarle lo más mínimo. Agustín curioso se decidió a continuar con las preguntas igual que había hecho minutos antes con su nuera, la madre de Marga. -¿Como se llama tu novio?, ese amigo especial que dices que tienes.- -Luis- dijo lacónica Marga -Seguro que Luis te mete mano, se pone cachondo contigo cuando te besa, ¿te toca las tetas Marga? -Si- volvió a responder la chica -Así que no le dejas que te folle, seguro que eso no le gusta, ¿le haces pajas? ¿se la chupas? -Si, sí- volvió a decir Marga -¿Donde? ¿Cuando?, cuéntamelo Marga -En los baños del centro de formación, en los descansos, en el parque, en el centro comercial, cuando estamos solos.- detalló la chica -mmm que rico, y ¿te gusta chuparsela? ¿te gusta hacerle pajas?- -No, no me gusta- dijo sorprendiendo con su respuesta a Agustín -¿Por Qué lo haces entonces? -Luis me gusta, no quiero que me deje, no quiero que eso se lo hagan otras chicas mas guapas. Sus amigos se burlan de mi porque soy gorda- respondió la nieta -¿Sus amigos se burlan de ti? ¿Y el no les dice nada? -Les dice que ninguna chica de clase tiene las tetas mas gordas que yo- -¿Y a ti no te molesta que diga eso? No me parece manera de defender a su novia. -No me importa. Se que es verdad, ninguna chica las tiene mas grandes que yo. -¿Has estado con otros chicos? Además de tu novio quiero decir, ¿otros chicos te han tocado o tu les has tocado? -Si, los amigos de Luis y un profesor.- respondió sincera Marga sorprendiendo con la respuesta a su abuelo. -¿Los amigos de tu novio? ¿y él lo consiente? ¿El lo sabe?- preguntó Agustín sorprendido por aquella respuesta -Si, el les dice que comprueben que son las mas gordas de la clase. Yo me dejo hacer para que siga conmigo.- la cara de Marga reflejaba no solo sinceridad sino desagrado por aquello, se notaba que era consciente que estaban abusando de ella pero no quería decir nada por miedo a perder al único novio que había tenido. -Menudo novio tienes. Te trata como una puta. ¿Y tu dejas solo que te manoseen o les haces algo mas a sus amigos? -Alguna vez Luis me ha pedido que se las toque y a un par que se la chupe tambien. -Vaya con tu novio, menuda pieza está hecho. ¿Y eso del profesor como fué? ¿Que le hiciste? -Solo fué una chupada, un día, para que Luis aprobase un examen. -Menudo chuloputas tienes de novio| -Comprendo. Quiero ver como lo hiciste, arrodíllate delante de mí. Cogete las tetas con las dos manos- Ordenó el abuelo bajándose la cremallera y sacando una hermosa verga, tiesa como un palo. La joven Marga se arrodillo delante de su abuelo, sus manos cogieron aquellas dos hermosas y grandes tetas caídas, intentando abarcarlas con las dos manos al tiempo que las juntaban, cogiéndolas como si las ofreciera, levantó la cabeza y esperó, simplemente esperó. Su abuelo le acercó la verga a sus labios, era grande, mas grande que la de su novio, dura, firme como un palo, bastante gruesa, su glande presionó en la boca. -Abre la boca Marga, quiero que me la chupes como hiciste con ese profesor- ordenó el abuelo. La chica no se lo hizo repetir, abrió la boca y comenzó a chupar con ganas, lamia ansiosa, esforzándose porque aquella verga madura entrase toda en su boca, le costaba conseguirlo. Notó las dos manos de su abuelo cogiendola de la nuca, tirando hacia él hasta que la tuvo toda metida hasta el fondo de su garganta, no la dejó sacarla de nuevo, mantuvo la presión unos segundos, ella sentía como un reflujo subía de su estómago a su boca, tenía arcadas, ganas de vomitar, babeaba mucho. -Uhmm muy bien hija, muy bien, la chupas muy bien, te cabe enterita en la boca, chupasela al abuelo, chupala con ganas, asi, asi, uhmmm que bien lo haces- las manos del viejo Agustín dejaron de presionar la cabeza de su nieta hacia él y dejó que la chica comenzase a chupar con ganas metiendo y sacando su verga una y otra vez de principio a final, desde el glande hasta la base del miembro viril, penetraciones secas, tragandola toda, haciendo que la chica no dejase de babear… La chica se esforzaba en tragarla entera, lo hacía de forma mecánica, sin sentimientos, sin emociones, pero poniendo todo el interés del que era capaz, su cerebro le permitía ser consciente de lo que hacía, pero su fuerza de voluntad totalmente anulada le impedía negarse, una fuerza que no podía controlar la obligaba a obedecer ciegamente cualquier indicación, sin dudarlo, sin titubeos, de manera robótica pero inmediata. -Uhm uhm muy bien hija, muy bien, vas a sacarle toda la leche al abuelo, mmm, sigue, sigue mas rápido, voy a correrme en tu boquita…. mmm mmm si, si, ya toma, tómala toda, trágatela toda… - decía el viejo sin poder controlar la eyaculación en la boca de su nieta. Marga trago hasta la última gota, no fue una gran corrida en cantidad, era una leche espesa, ácida, que impregnó de sabor toda su boca y le costó digerir. La verga se ablandó al instante, volviendo a su flacidez natural, no dejó de lamerla hasta que salió por completo de su boca. -Muy bien hija, muy bien, lo haces muy bien Marga- decía satisfecho el abuelo guardando la verga de nuevo dentro de su pantalón. De repente los gritos de Juan que acababa de llegar a casa sonaron en la entrada, -Marisa, Marga, padre, ¿Donde estais?- -Vístete Marga, es tu padre, algo ocurre no es normal que venga tan temprano- dijo el viejo Agustín saliendo del dormitorio de su nieta. Juan había entrado en el dormitorio de matrimonio viendo a Marisa desnuda sacando ropa de su armario tal como le había ordenado su suegro ajena a los gritos de su marido -Dios mío, tú tambien, |vistete Marisa|- ordeno Juan a su mujer viendo su mirada perdida y que actuaba como un robot, ese era el motivo de llegar tan pronto a su casa. -¿Que ocurre hijo? ¿a que vienen esos gritos?- preguntó el viejo Agustín viendo nervioso perdido a su hijo que salía del dormitorio conyugal. -Es una locura padre, los malditos efectos secundarios del tratamiento. Las mujeres están fuera de sí, ansiosas por tener sexo con el primero que se les pone delante, sin voluntad propia, actúan como robots, el mundo se ha vuelto loco- decía Juan a su padre, desesperado por las consecuencias de aquel tratamiento que él mismo había autorizado. -Y Marga? ¿dónde está? ¿sabes si está afectada también?- preguntó Juan -Lleva todo el dia encerrada en su cuarto, no ha salido de su habitación- dijo Agustín a su hijo sin querer dar mas explicaciones. -Seguro que también está afectada, todas las mujeres que han recibido el tratamiento de las hormonas lo están, a partir de la semana de tratamiento comienzan a aparecer los efectos secundarios, pobre niña, pobre hija mía, yo soy el responsable de esto…- decía Juan echándose a llorar en brazos de su padre. -Tranquilo hijo, tu solo intentas encontrar una solución, no eres responsable de nada- decía Agustín intentando animar a su hijo. En ese momento sonó la puerta de casa, era Jorge, el hijo de Juan que venía con la cara blanca, asustado….-papá, abuelo.. menos mal que estais en casa. Han cerrado el centro de actividades juveniles, nos han mandado a todos a casa, las chicas se han vuelto locas, se comportan de forma muy extraña- Juan intentó calmarse, se abrazó a su hijo, cuando estuvo un poco mas sereno les expuso la situación -el gobierno recomienda que todo el mundo debe permanecer en sus casas, las mujeres actúan como robots, obedecen ciegamente todo lo que se les dice, cualquier cosa y las hormonas les han producido un estado de excitación que no pueden controlar. Están ocurriendo violaciones en masa en cualquier lugar, transportes públicos, centros de trabajo, la situación está fuera de control.- Jorge el hijo ratificaba las palabras de su padre relatando lo que había ocurrido en el centro de actividades, lo que había visto en la tele que transmitían escenas en directo por las calles, en los portales de las casas, en el metro, multitud de mujeres practicando sexo con el primero que se lo pedía, obedeciendo todo tipo de perversiones, haciendo que se desnudaran en cualquier lugar, abusadas y violadas en grupo. Una locura indescriptible. Por ese motivo habían ordenado que todo el mundo fuese a sus casas. -Lo sé hijo lo sé, yo he visto lo mismo por las cámaras de seguridad que hay instaladas en toda la ciudad, lo veíamos impotentes desde el centro de control, no podíamos hacer nada- dijo su padre abatido. -Quizás lo mejor sea suspender el tratamiento, si el responsable de esta locura son las malditas hormonas dejad de sumistrarselas a la población- dijo Agustín, aquello parecía sensato pero Juan le explicó el motivo de no hacerlo. -No podemos hacer eso padre, si suspendemos el tratamiento el virus matara millones de mujeres, quizás sea la extinción de nuestra especie. De momento es lo único que hemos encontrado que frena el virus- -Entonces, ¿Cuál es la solución papá?- preguntó su hijo Jorge -Por su propia seguridad, al menos de momento, todas las mujeres deberán permanecer en sus casas, se está activando un plan de emergencia para abastecer a las que viven solas o sin recursos. Hoy en día está todo informatizado y tenemos identificada a cada persona, donde vive, con quién, etc.- explicó Juan -Si, eso está bien, pero no van a permanecer recluidas el resto de sus vidas en sus casas- matizó el viejo Agustín. -Estamos trabajando en un compuesto que anule ciertos efectos de las hormonas, que las mujeres puedan recuperar su voluntad y reducir el grado de excitación que les producen. Pero de momento solo estamos en pruebas, la base del compuesto es el esperma masculino, hemos comprobado que después de practicar sexo las mujeres recuperan durante unas horas su voluntad y los niveles de excitación se reducen de forma drástica.- dijo resignado Juan -Quieres decir hijo que la única solución para que las mujeres recuperen la cordura ahora mismo es follar como conejos?- preguntó el viejo Agustín a su hijo. -Si, suena grotesco pero es así, la inoculación de semen masculino produce esos efectos, al menos durante unas horas, no es un período fijo, pueden ser de 4 a 12 horas dependiendo de la cantidad y calidad del semen que su cuerpo asimila- explicaba Juan como si estuviese detallando el argumento de una película porno. -Papá esto me parece una pesadilla, dime que no estoy soñando por favor- decía Jorge, el pobre chaval estaba temblando todavía después de lo que había visto aquel día. -Tranquilo hijo, lo solucionaremos, mientras hay vida hay esperanza, fue peor cuando murió la abuela y millones como ella sin poder hacer nada- dijo Juan con voz amable a su hijo. -Una pregunta hijo, ¿el efecto del semen se produce solo con el coito vaginal?- preguntó Agustín -No padre, de cualquier modo que el cuerpo de la mujer lo asimile, da igual si lo traga o si entra vía rectal. Pero con una particularidad, solo es efectivo en el instante de la eyaculación, solo funciona en ese instante, creemos que por las condiciones de temperatura corporal, pero hemos probado inyectandolo y no funciona, ahora mismo no podemos almacenar semen para sumistrarlo a las mujeres, no es efectivo, por eso estamos trabajando todavía en un compuesto que consiga los mismos resultados. Necesitamos solucionarlo con mucha urgencia.- explicó Juan -Bueno imagino que tampoco será tan grave que las mujeres estén en sus casas unos días- dijo Agustín -No es tan sencillo padre, el grado de excitación que han experimentado hoy las mujeres como primer día sabemos que irá incrementándose en los siguientes hasta un grado que puede hacerselo insoportable. Para entenderlo sería como poner una olla de agua a hervir en el fuego, si no apagas el fuego el agua va subiendo de temperatura, no podemos apagar el fuego, pero si podemos añadir agua fría para bajar la temperatura, ese es el efecto que produce el semen en el cuerpo de la mujer. Por ese motivo las mujeres que no tengan sexo y reciban una eyaculación de forma rápida su cuerpo irá aumentando la excitación hasta un límite que posiblemente no puedan controlar- dijo Juan con voz apagada, aquello sonaba a broma pero desde luego de serlo era una broma de muy mal gusto. -Hijo creo que tienes una tarea que hacer ya con Marisa- dijo con voz sería Agustín. -Sinceramente padre, no se si soy capaz, hace mas de un año que no tengo sexo con mi mujer y dudo que ahora por mucho que lo necesite se me levanté, me he tomado ya un par de pastillas azules para lograrlo y de momento nada. La verdad no se que hacer y también está Marga, mi pobre hija, |Dios mío, todo esto es una locura| Tengo que volver al trabajo, solo quería ver que estabais todos bien. Cuidad de las chicas, yo volveré en cuanto pueda- dijo Juan ya mas calmado pero sabiendo que ahora lo primero era su trabajo, de él dependía en gran medida encontrar una solución para aquella catástrofe global. Juan se marchó de casa sin querer ver ni a su mujer ni a su hija, no sabía como actuar con ellas, ¿que hacer?, quizás era un cobarde, pero ahora sabía que estan bien en casa acompañadas por su padre y su hijo, tenía que centrarse en poder encontrar una solución para todas las mujeres. Agustín se quedó con nieto Jorge en el salón de la casa, ninguno de los dos hablaba, aquella situación de pesadilla les desbordaba. -Hijo tendrás que ser fuerte, ya eres un hombrecito, si tu madre o tu hermana nos necesitan tendremos que ayudarles para que se encuentren mejor- dijo abrazando a su nieto. -Abuelo yo no creo que pueda, son mi madre y mi hermana- respondió Jorge imaginando lo que le sugería su abuelo. -Hijo, estas muy desarrollado, eres joven, yo ya soy muy mayor con suerte podría una vez, tu padre ya has oído que no puede, ellas te van a necesitar, ¿prefieres que sea cualquier extraño?, ya oíste a tu padre, se pondrán peor si no lo hacen.- -Abuelo, yo….- el chico no sabía que decir se le hacía un nudo en la garganta solo de pensarlo. -Está bien hijo, seguro que tu padre será capaz de encontrar una solución… pero sigo contando contigo si ellas te necesitan.- El día se hizo largo para Agustín teniendo a su nieto pegado a él todo el tiempo. Por unas horas abandonó las intenciones que tenía con su nuera, Marisa. Marga mas relajada después de recibir el semen de su abuelo dormía plácidamente. A las pocas horas comenzaron a escucharse gemidos que provenían del dormitorio de Marisa, la excitación iba en aumento, no podía evitar masturbarse compulsivamente. Eran altas horas de la noche cuando Juan regreso a casa con cara de preocupación, se le notaba abatido por completo. Necesitaba desahogarse con alguien y su padre le esperaba sentado en el sofá. Jorge, su hijo, hacía bastante rato que se había acostado. -¿Que tal todo hijo? ¿Habéis encontrado una solución?- preguntó ansioso Agustín -La situación se está complicando padre. Hay mujeres que no son capaces de soportar el grado de exci


¡PRUEBA LA NUEVA WEB: EROTISMOSINTABÚ!


¿Qué te parece el relato?