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Maia de 9, una verdadera hija de puta

2024-02-20


Lo que pasa cuando un macho pajero se queda a cargo de una nena de 9…. Hola a todos, me presento, mi nombre es Diego, soy de Uruguay, tengo 35 años y toda mi vida fui un gran consumidor de prostitutas y pornografía, nunca tuve gran paciencia para la conquista ni mucho menos y esa siempre fue mi salvación. Soy un hombre normal, mido 1.80m, soy rubio y tengo un cuerpo promedio, ni gordo, ni flaco, pero sin vellos. Hago ejercicio para mantenerme en forma ya que trabajo desde casa y no salgo mucho excepto para ir a tener algún encuentro con una trabajadora sexual. En mi casa, herencia de mi abuelo, tengo un gran patio por lo cual decidí edificar unas pequeñas casas de un dormitorio para rentarlas y tener un ingreso pasivo. Hace tres años, durante mis noches de mujeres pagas conocí a una morena espectacular de entonces 26 años, hoy tiene 29, con cabello negro y largo, tetas operadas y culito parado llamada Sabrina, ella es un mujerón increíble, hace todo lo que le pido y más -con billete de por medio, obvio- por esta razón empezamos una relación de negocios imparable. En una charla post coito me contó que no tenía a dónde ir, que no encontraba alquiler, yo obviamente le ofrecí uno de mis apartamentos y aceptó sin ningún problema. El pago que a ella le aceptaba obviamente era en dinero o un servicio con anal incluído. Sabrina se mudó al apartamento con su preciosa hija llamada Maia de, actualmente, 9 añitos pero cuando llegó tenía 6; también igual de morena que la madre, una piel divina y una carita de ángel con dientecitos chuecos. Con Sabrina entablamos una relación de amistad y fraternidad, prácticamente contrataba sus servicios una vez a la semana más el pago del alquiler que, sorpresa, muy pocas veces fue en dinero. Pasó el tiempo, llegó el verano y Sabrina me comentó que su mamá tuvo un mal año económico, que necesitaba ayudarla. Como era época de vacaciones y todo el mundo estaba en la plata, lo obvio era ir a la playa a trabajar allá pero no tenía con quién dejar a la pequeña Maia ya que el padre de la niña estaba preso y la abuela no podía hacerse cargo, obviamente, ¿a quién le pidieron el favor? ¡Al tonto de turno! O sea, a mí. -Por favor te lo pido, Dieguito… por fa. – Dijo Sabri abrazándome con tono mimoso. -No pero… tengo muchas cosas que hacer, Sabrina, no. – Le respondía yo. Sabrina se puso muy pesada en ese momento, empezó a tocar mi verga y, claro, se me empezó a hinchar. -Porfa papi, por fa Diegui… Vos sabés que sos mi cliente favorito… De a poco Sabri me abrió mis pantalones y empezó a frotar su cara contra mi bulto. -Noo… pero, no puedo. – Decía yo. Fue ahí que Sabrina me empezó a chupar la verga como la puta asquerosa que ella es, la tragaba toda, la manoseaba, tocaba mi verga, se la metía hasta los huevos que previamente me lamió y empezó a pajearme. Muy rico, apenas se veía la mano de Sabrina que me pajeaba y ponía su lengua de puta en la punta de mi verga hasta que me vine. -AAAAAAHHHHGG SEEE SABRI, ASÍ. Sabrina tenía toda la boquita embarrada de mi leche, todo para pedirme que cuide a su hija. Obviamente tuve que aceptar, ella quedó en pagarme con tres sesiones de anal pero bueno, las putas hacen lo que quieren conmigo. Llegó el día en que Sabrina se iba a trabajar a la playa en Punta del Este, se despidió de la pequeña Maia quien quedó a mi cargo. Maia es una nena hermosa, llena de vida, linda, con el pelo negro y un cuerpo divino, increíble para sólo tener nueve años… Es digna hija de su madre que también es hermosa. Pasaron los días y Maia estaba un poco triste porque extrañaba a su mamá por lo cual intenté alegrarla, compré comida chatarra para pasar una noche de risas y pelis, todo fluía bien hasta que estabamos en la cama mirando una peli y empezaron las preguntas… -¿A dónde fue mi mamá, tío? ¡La extraño mucho! – Me preguntó Maia. Aunque yo no era el tío, ella me trataba así. -Mai, tu mamá fue a trabajar, tu abuelita necesita dinero por eso tu mamá está trabajando muy duro para darte a vos y a tu abuela lo mejor. – Le dije serio. -Pero no entiendo, tío… Si yo ayudo a mi mamá en su negocio, ¿por qué no me llevó? -¿Cómo que… qué? – Me quedé desconcertado. -Sí, tío. Yo siempre la ayudo y ella no me quiso llevar a la playa. – Me dijo con cara triste y los ojitos vidriosos. -Eh pero, ¿en qué ayudas a tu mamá? – Volví a preguntar curioso. -A jugar a los novios, tío. Como vos también jugás con mamá, que yo los vi varias veces, jiji… – Respondió Maia entre risas. No podía procesar lo que Maia me estaba contando, Sabrina su mamá…¿la estaba prostituyendo? ¿QUÉ? -Pero eso es un juego de adultos, mi amor…¿Cómo lo juegas? – Pregunté. -Primero mami se da besitos con el señor, después le doy besitos yo a él y nos sacamos la ropita, a mí eso me da vergüenza, tío, pero me gusta jugar a los novios. – Respondió Maia. Una chiquilina de 9 años, quien yo conocía desde los seis me confesaba que su propia madre la estaba vendiendo. Estaba paralizado con la situación. -¿Y dónde te los besitos el señor? -Acá, acá y acá. – Dijo Maia señalando primero su boca, después su vaginita y por último su potito. Ufff, qué rica situación, en ese momento yo estaba tieso y mi pija se había despertado, la tenía como piedra. -¿Hace mucho que ayudás a tu mamá en el trabajo, bebé? -Mmm, no mucho tío, desde el año pasado. La situación era muy excitante, mis pezones estaban erectos, tenía la piel de gallina, mi verga explotaba, la mitad de la sangre de mi cuerpo estaba violentamente agolpada en mi pija después de estás confesiones. -¿Y… te hacen algo acá? – Pregunté señalando la vaginita de Maia. -Sí por acá me dan besitos y también juega con la gallinita de los chicos. – Contó Maia. La pequeña Maia en su inocencia me relataba cómo su mamá la vendía en su presencia para que algún degenerado saciara su lujuria. -Wow, pero esos juegos son de adultos… – Dije. -Ayy tío pero a mí me gusta hacerlo. -¿En serio? -Sí, yo la paso muy rico jugando. Mi verga explotando y Maia diciéndome estas cosas fue casi letal para mí. -¿Jugarías conmigo? – Pregunté -¡Claro tío! – Respondió Maia. En ese momento ya había dejado mis principios morales en otra dimensión. Dejé afuera mi verga peluda y llena de venas en frente de la carita de Maia. -Saluda a mi gallinita, Mai. -Ayy, tío. Mai le dio tres besitos a mi verga dos en el tronco y uno en la cabeza y empezó a lamer mis bolas. Una corriente inmensa de electricidad pasó por todo mi cuerpo, me relajé un poco y pude sacarme toda mi ropa de la parte superior. Mientras tanto, Maia la chupaba como una cerda experimenta, para ella esto era un juego -Uff, qué rico, qué rica novia sos. – Decía yo. No podía negar sus genes, los de su madre que era una puta. Yo estaba arrodillado encima de mi cama y ella mamándome. Facilmente habremos estado 20 minutos de sexo oral, después de tantas revolcadas con prostitutas aprendí cómo retardar la acabada para que la hora no pase tan rápido. -Glup, glup, glup. – Era lo único que decía Mai. -Mai, mi amor, qué rico saludás, te quiero mucho princesa mía pero ahora yo quiero saludar a tu cotorrita, ¿puedo? -Sí tío, claro. Mai accedió rápidamente a quitarse su calzoncito color lila pastel y dejó a la luz ese hermoso papo de nena. Dios mío nunca había visto labios tan hermosos, mi lengua recorría esa vagina estrenada precozmente. -MMMMMMMMMMMMMMMMMM. – Decía mientras ingería esos jugos vaginales de nena. -Ayyy aayyy ayyy ayyyyy me hago pis, tío, qué rico. Chupé todo lo que tenía para chupar, lamí ese maravilloso clítoris de nueve añitos precioso, una conchita preciosa, nuevita en edad pero ya sin himen. Qué rico, me pregunté quién habrá sido el suertudo en estrenarla. -Ahora sí vas a sentir más rico bebé, abrí bien tus piernitas. – Dije mientras agarraba un condón de mi mesa de noche. Deslicé el preservativo sobre mi miembro, puse un poco de lubricante y se la froté por la raja de la concha y se la mandé toda adentro. -AAAAHH, AHHH, AHHHH. La conchita de mi princesa Maia se la tragaba toda. -AYYYY ayy ayyyy tío, qué rico ser tu novia. -See bebita, sos la mejor novia de todas. – Decía yo. Se la quité de la conchita y se la pasé por el culo a Maia -Mmmm, ¿por acá también se puede? – Pregunté babosamente. -Ayyy no tío por ahí no por favor noooo, noo. – Gritaba Maia. -SEEE POR ACÁ SÍ. Al decir eso se la incrusté por el culo, Maia pegó un grito que se escuchó en todos lados. -AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAYYYY TÍO ME DUELE TÍO. -SEGUÍ PUTA SEGUÍ, ARRRGG SEEE BEBÉ. – Decía yo. Maia estaba siendo empalada por mi verga, me excitaba mucho como se retorcía, empecé a embestir violentamente ese culazo de nena puta igual que su madre -Bastaaaaaa tío, me estás matando. – Suplicaba Maia. -¿Querías pija, puta? Ahí te doy. – Le decía a Maia sin importarme que fuese una nena de 9 años. Me moví unos dos minutos más hasta que todos los vellos de mi cuerpo se erizaron y exploté como una bolsa de leche dentro del culo de Maia, me desplomé sobre el cuerpo de mi bebita. -aaaaAHHHHHHH BEBÉ QUÉ RICOOOOOOOOOO. Maia mientras estaba llorando me separé de ella, me fui al baño a quitarme el condón y la dejé un rato sola para que procese, había sido literalmente violada por el culo. Después de ese momento Maia me pidió que no se la meta más por ahí, que le dolió mucho. Con el tiempo Sabrina, su mamá, se enteró y ahora quien me paga el alquiler es la pequeña Maia.

Autor: SPURIOUSVARLOT Categoría: BDSM

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Rencuetro inesperado

2024-02-20


Aquella tarde gris amenazaba lluvia y mucho aire viernes fin de semana sabía que estaría solo hasta el lunes por la noche mi pareja siempre me dejaba comida preparada para calentar tenia todo resfrigerado esperaba que pasara rápido mi tranporte no quería que me agarrara la lluvia a lo lejos ví hacercarse el camión pasajero que venía le hice señas para abordar y subí buscando un lugar venía lleno así que camine por el pasillo hasta los últimos asientos y ahí me encontré a Irán una chica que había conocido en mi trabajo y la saludé ella me respondió con una sonrisa y mientras le preguntaba como le iba note en su mirada algo de tristeza no me contó que tenía problemas pero se veía claro que andaba mal no quise seguir ese hilo de la plática en público así que me fui solo mirándola y hablando de otra cosa asi supe que estaría unos días en la casa de su mamá y de su padrastro cuando bajamos me contó en corto lo que le pasaba y aunque no se llebava bien con el esposo de su madre tendría que estar ahí hasta ver qué hacer con su problema que tenia con su pareja Irán estaba por cumplir los 16 cuando se junto con un chavo de su edad y apenas tenían 3 de estar viviendo en unión libre pero siempre tenían pleitos por falta de dinero y de trabajo sus padres de aquel les ayudaban pero no siempre y se debía a qué el chavito era flojo no le gustaba trabajar en fin su vida con el era un lío y como era de suponerse llegó el día que los padres les dieron un hasta aquí y la chamaca de apenas 19 ... ... agarró sus cosas y se salió de la casa de los suegros y su güey no la detuvo ni hiso nada por seguirla así fue que esa tarde caminando y platicando nos agarro la lluvia y nos mojamos era una tormenta loca que en segundos hiso las calles un río apenas pudimos cubrimos un poco bajo una corniza de una casa donde esperamos que pasará un poco y apenas notamos que dejó de caer agua salimos corriendo dirección a la casa de Irán me quedé mirando su ropa mojada pegada a su cuerpo había cambiado poco seguís delgada con buenas curvas pero no sé veía feliz llegando a su casa tocó el timbre una y otra vez pero nadie le abrió e intento otra vez hasta que salió una vecina de su mamá y le dijo que no había nadie que la sra salió con sus hijos y que de seguro llegaría tarde yo ví que Irán temblaba de frío y la lluvia volvió a caer igual de fuerte que antes y le dije ;si quieres vamos a mi casa estaré solo hasta el lunes regresamos más tarde a ver si ya llegó tu familia,ella levanto los hombros y acepto temblando de frío llegamos a casa y la dejé pasar dejamos los zapatos mojados afuera y después de dejar sus 2 mochilas en la entrada la deje sola unos minutos y fui a quitarme la ropa mojada estaba quitándome la playera cuando Irán me preguntó si podía cambiarse de ropa en mi baño y le dije que si,si quería una toalla se la pasaría saliendo de mi cuarto y respondió;siiiii gracias me tocas la puerta voy a cambiarme estoy bien mojada de todo,tarde unos minutos en salir con una toalla en la mano ..... salí a la sala y desde lejos ví que la puerta del baño no estaba bien cerrada y por el espejo alcanse a ver qué Irán estaba desnuda tratando de quitarse la tanga de hilo tenía bonito cuerpo me gustó ver sus tetas medianas todavía erguidas parecía tenerlas duras todavía no quise que se asustara así que le grite si estaba bien o necesitaba algo más y ella dijo,solo una toalla porfas ya me traje ropa seca según yo jijijiji, Irán se quitó del lugar donde estaba y dejé de verla por el espejo saco su mano y le di la toalla y me aleje mientras ella cerraba yo me había puesto un pantalón de pijama sin ropa interior y una playera de manga larga térmica en eso Irán me preguntó abriendo un poco la puerta;tendrás una playera que me prestes toda mi ropa se mojo solo encontré un shorts seco y no tengo nada para arriba porfas si,así que regrese a mi cuarto y busque encontré que darle y fui a dársela mi playera corta le quedó bien salió y pude verla nos quedamos mirando y le dije si quería tomarse un té para entrar en calor y un rato después ya estábamos viendo una película Irán sentada a un lado de mi mirando la pantalla y de vez en cuando volteaba a verle las tetas no tenía sostén puesto y se le notaban sus pezones bajo la tela de mi playera ella no dejaba de revisar su teléfono viendo la hora y no parecía estar tranquila y le dije; tranquila aquí puedes estar hasta que llegue tu familia que te perece si comemos algo ya es hora casi de cenar ya casi son las 7;siiiii está bien pero yo ... ... preparo dime dónde está todo cenamos viendo la peli está buena,detuve la película mientras Irán preparaba la cena y le dije dónde estaban las cosas y me pare a prender la estufa ella se quedó parada frente ala estufa yo me puse atrás de ella viendo sus nalgas bajo ese shorts que le quedaba ajustado y me hacerque tanto que ella sintió mi paquete pegado a sus nalgas y no se movió le prendí la lumbre sin alejarme de ella dijo;sabes que siempre te recuerdo me gustaba mucho cuando te ponías así atrás de mi y podía sentirte te extrañe mucho,la agarre de la cintura y le dije al oído;recuerdas que te dije y pedí muchas veces que no te fueras con ese flojo y mira que casi me hiciste; Irán se quedó callada sintiendo mi trozo de carne ponerse dura entre sus nalgas y me dejó darle unos tallones sabrosos termino de calentar la cena y sirvió la senté en mis piernas y así comimos ella no dejo de sentir mi verga tiesa pegada a su conchita y tenia bien parados sus pezones señal enequiboca de estar excitada terminar de comer fue lo mejor vendría después ya estábamos terminando de levantar la mesa cuando le llegó un mensaje a su teléfono era su mamá que le pregunto dónde estaba que ellos no llegarían esa noche que andaban en casa de la abuela y que estaba callendo un tormenton loco allá que no los dejaba salir ni al patio, Irán me pasó el teléfono y Vi lo que le decían ; no te preocupes ya te dije que aquí te puedes quedar dile a tu que estás en un lugar seguro que todo está bien,enseguida Irán le ...... respondió a su mamá y ya más tranquila seguimos viendo la película y sabiendo que a ella le gustaba sentir mi pito entre sus nalgas senté sobre de mi afuera estaba haciendo frío ya no llovía pero se dejaba sentir el aire contra la puerta y ventana ella tenía frío y fue por una cobija a mi cuarto regreso y se acomodo de nuevo sobre mi paquete que seguía duro le encantaba tener mi verga bajo su culito que abría y cerraba hecho la cobija encima de los dos tapandonos yo puse mis manos sobre su estómago y le pregunté;así pasas las tardes con aquel, irán volteó a verme y dijo;noooo ni de broma se la pasa jugando en su pinche teléfono y no me pela para nada hasta se queda dormido en la sala y me deja sola toda la noche;metí mis manos bajo la playera y dejo que le agarrara las duras tetas y las apreté le di un beso en la oreja y luego otro en su cuello inclino su cabeza un poco dejándome seguir agarró una de mis manos y la puso entre sus piernas yo le comencé a sobar la verija sobre el shorts y después la metí buscando con los dedos su rajita caliente que ya tenía mojada y comenzó a respirar más agitada y le dije;quieres coger,tienes ganas de ser mía toda la noche,agitada respondió;siiiiiiii quiero coger sí quiero ser tuya enséñame a gozar dame verga por dónde tú quieras quiero ser tu putita papi,le quite la playera y enseguida su pequeño shorts salió de sus piernas quedando desnuda bajo la cobija ahí mismo la acosté sobre el sillón y me acomode sobre ella para besarla comencé en ... ... su boca dándole lengua seguí con su cuello,y fui bajando por su cuerpo hasta llegar a la verija caliente que besé y lami dándole un oral que la llevo al orgasmo todo su cuerpo tembló con su venida me entrego su leche que trague con gusto Irán tenia una semana sin coger y me lo dijo mientras yo lamía las últimas gotas de su rica crema enseguida me puse de pie y le arrime mi verga a la boca algo nerviosa agarró mi pito con una mano y mirando mi verga desde la punta hasta las bolas me confesó que eso lo hacía poco que a su güey no le gustaba mamar verija y que las veces que se la cogía siempre la trataba mal y le gritaba si no me extrañaba a mi y nunca sentía rico que solo la husaban le besé la panocha y lami toda su vulva haciendo el 69 y ella comenzó a besar y lamer todo mi pito hasta que se lo metió a la boca yo le di otra vez lengua abriendo su raja y sobando su clítoris en unos minutos más la hice venirse llegó a un orgasmo delicioso dónde me dió chorros de leche agrisalada ella succionó sacándome unos chorros de mecos que saboreo y se trago enseguida me acomode entre sus piernas y le dejé ir la punta despacio gozando su rica verija hasta llegar al fondo y comencé hacer círculos dentro de ella y así sin salir estube moviendome hasta que ella misma empezó a mover las caderas buscando más acción y entendí que deseaba sentir mis penetraciones y empecé a salir y entrar cada vez más y más rápido aprisa sin dejar de mamar sus tetas mordiendo sus pezones pellisque sus nalgas mordí ...... esa carne dura de cada teta haciendo que se conbulcionara llegando al orgasmo una y otra vez sin detenerme y irán solo gemia y decía; siiiiiiii papi si así así rico dame más pito dame más duro mas rápido más rico asiiiii métela todaaa asiiii que rico me estás cogiendo papitooooo dame más duro,no supe cuánto tiempo pase dándole verga entraba y salía entero para llegar hasta el fondo y seguir cogiendo hasta que por fin dejé salir mis mecos le llene la panocha de leche y quedé rendido sobre ella que terminó bañada en sudor nos quedamos dormidos a las 10 de la noche desperté al sentir frío Irán se estaba bañando y entre a bañarme también ahí mismo le puse otra cogida la empine y se la metí sabroso hasta que sentí que se venía y espere que terminara para sacar mi pito de su panocha y así empinada se lo pase sobre el culo Irán se abrió las nalgas y me ofreció su ano diciendo;quieres mi culo, méteme tu rica verga mi culo será solo tuyo a nadie más se lo daré desde hoy soy y seré tu putita papi;no podía decir que no era el mejor regalo que podía darme esa putita ya era mi perrita y no tarde en abrirle el ojete poco a poco se lo fui clavando pujaba gemia y decía que le dolía mucho pero no quería dejar de sentir mi pito penetrar su ojete termine viniendome dentro de su ano después de gozar su roptura salí mirando mi pito sucio de caca y sangre que me lave y salimos del baño rumbo a la cama donde ella se quedó dormida yo me quedé despierto escribiendo este relato que hoy les mando si quieren segunda parte aquí los espero su amigo anonimo

Autor: Anónimo Categoría: BDSM

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Sumisa infiel y marido cornudo relato bondage BDSM

2024-02-08


Las aventuras de una pareja donde él disfruta siendo cornudo sumiso, y ella disfruta siendo sumisa y sometida por otros Amos haciendo cornudo a su novio sumiso. Mi trabajo de azafata en un lujoso edificio de oficinas famosas por alojar abogados, arquitectos, y empresarios, consistía en abrir la puerta a las personas, saludarles amable, sonreír, estar siempre guapa, indicarles dónde está el ascensor, o tal despacho, y cosas por el estilo. A pesar de mi profesionalidad, las jornadas de ocho horas, vestida con los zapatos de tacón alto de aguja, la minifalda demasiado corta justo por debajo de las nalgas, medias hasta el muslo, y con la camiseta ceñida elástica, eran muy aburridas, pero por suerte tenía en el mostrador de recepción una secretaria de recepción, para sellar documentos, entregar hojas, y mil cosas que hacen las secretarias. En los ratos tranquilos nos divertíamos hablando entre nosotros, y un día especialmente aburrido y lluvioso, donde no había casi nada de actividad, no pusimos a hablar de sexo. En aquella conversación le expliqué que yo tengo pareja, pero que somos muy liberales, y que a mí me excita mucho ser sumisa sometida por Amos dominantes que me imponen disciplina y educación, que me castigan, que me humillan, que me atan, y le comenté que a mi novio le excita ser cornudo y saber que estoy sometida y torturada por Amos que me tienen dominada. La secretaria conocía a mi novio porque viene a buscarme todos los días a los siete de la tarde y nos vamos en coche, por lo que era más fácil entrar en detalles privados. Hablamos mucho del tema, casi monotemática la conversación toda la tarde, y le expliqué muchas cosas con aquella confianza de que entre dos compañeras de trabajo se guardan los secretos. Sin embargo, lejos de guardar los secretos, se lo explicó al de seguridad y al arquitecto y al abogado y hasta al de la limpieza, sin que yo lo supiera. Descubrí que lo sabía todo el mundo, hombres y mujeres, un martes en que habló conmigo un economista. Me dijo si quería trabajar para él, sueldo el doble y jornadas menos agotadoras. Yo estaba encantada, pero le dije que yo no tengo ni idea de economía, a lo cual me respondió que aprenderé rápido. Me citó al finalizar mi jornada, ya que él se iba más tarde. A las siete en punto, ni un minuto más ni un minuto menos, di el recado a la secretaria que dijera a mi novio que se esperara en el vestíbulo, porque yo estaría en el despacho del economista que me ofrecía trabajo, y disparada entré en el ascensor. Pulsé el botón de la tercera planta. Bajé del ascensor, llamé a su timbre, y el señor me abrió la puerta. Cerró la puerta, y apenas cerró la puerta, allí, de pie, me comentó que necesita una chica sumisa y obediente para su despacho. “Yo soy sumisa y obediente” – dije sonriendo en broma e inocente. “Lo sé” – me respondió –“ya me han contado que te gusta ser sumisa”. En ese momento me quedé perpleja, y me di cuenta que la secretaria había ido hablando de mi fantasía por todos sitios. “¿Te gusta ser sumisa?” – y tímidamente dije que sí. “¿Te gusta que tu novio lo sepa?” – y volví a decir que sí. Entonces me ofreció trabajo en su despacho, contrato laboral estable de secretaria, y de sueldo me ofrecía cobrar el doble de lo que ganaba. Tareas que debía aceptar eran variadas, el papeleo típico, atender el teléfono y la agenda, limpiar la oficina, ordenar, pero siendo siempre y cada minuto eficiente, obediente y sumisa. Me preguntó si lo aceptaba, y me salió un sí de dentro, espontáneo, natural, y real. Fuimos a su despacho. Contrato laboral ya lo tenía redactado, tan sólo faltaba incluir mi nombre y mi firma, que plasmé cuando lo imprimió. Ya imprimido, me dio copia, y justo lo guardé en el bolso me dio una orden clara y escueta. “Ponte mirando contra la pared, apoya las manos en la pared, brazos en alto abiertos y las piernas muy abiertas, y no te gires” – me ordenó. Me levanté de la silla, y tardé muy pocos segundos en colocarme en ese posado típico de los cacheos y de los prisioneros. “Pero mi novio está en el vestíbulo esperándome” – comenté. “Lo sé” – dijo tranquilo – “y sé que le gusta ser cornudo, así que le diré que suba y que te vea” – y de repente sentí un escalofrío que reconozco de los preliminares en mi excitación y sumisión. Tras una pausa breve me impuso sus normas de disciplina. “No hablarás si yo no te doy permiso. No dirás nada. No quiero oírte. Estarás en silencio, callada, y cuando te pregunté me responderás sólo con un “sí señor” y nada más. ¿Lo has entendido?” – y al instante, con voz suave, le respondí “sí señor”. “No me mires en ningún momento. ¡Mirada agachada al suelo siempre! ¡Desde ya! ¡Mira al suelo! ¡Ya!” – y al instante obedecí. Me dijo que en ningún momento mirara recto, y tampoco mirara al Amo. “Cuando te castigue y te azote me dirás “gracias, señor”. Cuando te diga que has hecho mal las cosas dirás “perdón, señor”, y cuando te dé una orden me dirás “sí señor” y nada más. ¿Lo has entendido?” – y le respondí “sí señor”. Entonces me dijo que me quedará inmóvil. Sus manos tomaron el cosido bajo de mi camiseta, empujó hacia arriba, y me quitó la camiseta. Por ello perdí el posado un instante, pero lo recupere sin esperar orden en menos de lo que dura un abrir y cerrar de párpados. Desabrochó mi sensual sujetador de lencería morada, y seguí en el posado erótico, ahora ya con mis pechos firmes y tersos al desnudo. Empujar la minifalda fue muy sencillo pues era apenas una goma elástica, y le siguió de inmediato y sin pausa la braguita a conjunto. Tan sólo tuve que mover levemente una pierna para que fuese posible quitarme la ropa, pero de brazos seguí inalterable, apoyadas las palmas en la pared, bien lejos de mis hombros y por encima de la cabeza. En apenas un minuto ya estaba desnuda, y de vestimenta tan sólo lucía los tortuosos zapatos de tacón de vértigo que hacía las delicias del señor. Me ordenó seguir quieta, callada e inmóvil. Le oí abrir un cajón de su escritorio, regresar, y una venda de tela gruesa y elástica me dejó con los ojos vendados. Ya con los ojos vendados, tomó su teléfono, llamó a recepción, y preguntó si había llegado mi novio. Le dijeron que sí, y pidió que subiera. Yo temblaba de nervios y emoción en silencio. Cuando sonó el timbre mi corazón se puso a mil, y ya cuando entró en el despacho se me disparó a ochenta latidos por minuto por lo menos. ¡Incontables! La entrada de mi novio fue muy intensa para mí. No habló, no preguntó, y no dijo nada. Supuse que debería de estar mirándome embobado pensé, que se debería de sentar en el sillón que vi al llegar, y absorta en lo que estaría pensando me sorprendió un azote de regla en mi culo. “¿Qué se dice?” – me ordenó el Amo, y al instante dije “gracias, señor”. Inmediato sentí el segundo, y dije “gracias, señor”. Otro azote, “gracias, señor”. “¿Te gusta, verdad?”. “sí, señor”. Volvió a azotarme, y volví a decir “gracias, señor”. Lo decía yo tras cada azote, y aunque fue con la voz trémula seguí obediente hasta el último azote, quince en esa serie, “gracias, señor”, dije en el último. Con el culo rojo y caliente me ordenó mantenerme inmóvil en la posición hasta nueva orden. Yo seguía cabizbaja, y con el oído estaba sumamente atenta a si mi novio decía algo o hacia cualquier tipo de gesto. Seguía callado, y mi tímpano lo único que captaba era al señor moverse con un misterio sensual que me hizo más sensible a cada ruido. Entre los sonidos capté el chirrido del respaldo del sofá, y una sonrisa trazaron mis labios. Me quedé en silencio y a la espera. Los minutos me parecieron horas. En medio de esa incertidumbre, el Amo se acercó hasta tocar su camisa con su espalda. Me susurró en voz baja al oído que mi novio me estaba mirando, que sonreía y se le veía feliz, y que le iba a dar su demostración de cornudo, justo cuando puso las yemas de su dedo en mi clítoris y empezó a masturbarme. Aprisionó mi clítoris con su índice, o mejor dicho creo que fue el anular, y frotaba con un tacto que yo lo disfrutaba plenamente. Me imaginaba la mirada atenta de mi novio, oyendo mis suspiros mientras tocaba mi clítoris y mis labios que lo rodean. Notaba mi vagina empaparse, muy húmeda, y esperaba que en cualquier momento metiera un dedo, pero el Amo seguía inmerso en mi clítoris. Yo controlaba los jadeos para no ser escandalosa, pero cuando su lengua resbaló por mi cuello fue inevitable los gemidos a mayor volumen. No podía reprimirme. Yo movía sólo la cabeza de un lado a otro. Mi cuerpo estaba empezando a advertir de las convulsiones que nos invaden en el orgasmo correrme, y el orgasmo se avecinaba porque movía su mano sobre mi clítoris a la velocidad del rayo. Frotaba dominante y controlador, y me lamía el cuello que me derretía. Poseída por el placer, aguanté las piernas estoicas, cerré los labios mordisqueados con mis dientes para contener los gemidos, pero entonces aumentaron los resoplidos nasales. El orgasmo era inmediato, y el correrme fue como un poder sobrenatural contra el que no podía, o no sabía, o no quise, luchar. Me entregué, y gemí como una loca posesa al tener el orgasmo. Luego, con las últimas convulsiones, se apartó, aunque me mantuvo inmóvil en esa posición los minutos posteriores en los que yo resoplaba cachonda y excitada. “date la vuelta y ponte de rodillas” – y al instante obedecí. Ya de rodillas, me indicó que mirara al suelo. “Vas a ser una buena perrita, ¿verdad que sí?”. “sí señor” – respondí. “Pon las manos a la espalda” – me indicó, y yo, de rodillas, desnuda y cabizbaja, puse mis manos a la espalda, con el Amo que se erigía de pie delante de mí. “Me gustas” – dijo erótico y morboso, y tras una pausa corta añadió – “eres una preciosa perrita sumisa”. Yo seguí postrada y callada. Entonces se dirigió a mi novio. Le dijo que me había contratado para trabajar para él, y que iba a impartirme disciplina severa y estricta cada minuto del día para ser dócil y obediente. Le explicó que tengo prohibido hablar sin permiso, que no puedo mirarle, y que su novia era de él en esa oficina. Para demostrarlo, acarició mis pechos desnudos con sus manos, manoseó cuanto quiso, y jugueteó con mis pezones erectos. “¿Te gusta que te toque, zorra?” – me preguntó. “Sí, señor” – respondí sincera. Fue breve el toqueteo, porque tan sólo fue una demostración para que mi novio me viera y se supiera cornudo. Entonces tomó un juego de esposas, cerró cada aro en cada una de mis muñecas, y ya con las manos atadas a la espalda, me ordenó levantarme. Casi andando a empujones y trompicones porque los tacones altos y los ojos vendados me impedían andar con facilidad me condujo hasta un lateral de la mesa. “Abre la boca” – y yo, al hacerlo, noté que entraba una gruesa bola redonda y maciza en el interior de mi boca. Llevó las correas por cada mejilla, apretó y cerró la hebilla al máximo de presión detrás de mi nuca, dejándome sólidamente amordazada. Tomó acto seguido dos pinzas de metal, las colocó cada una en un pezón, y apretó la rosca hasta presionar mis pezones. “¿Te duele, zorra?” – quiso saber, y tan sólo pude emitir un “ffffiiiiii fffefffeeoooorr” por culpa de la mordaza. “Pues vas a sufrir más todavía” – añadió con perversión. Me puso un collar en el cuello, que supuse debía de llevar un aro en el centro, porque me ordenó inclinarme en posición de boca abajo hasta acostar mi ombligo y mis pechos con las pinzas sobre la madera plana de la mesa. La frente también tocaba la mesa, y en algún sitio debió de haber un enganche o cadena a la mesa, porque al darme la orden de incorporarme vi que no podía levantarme de la superficie de la mesa. Sólo estaba inclinada y tumbada sobre la mesa de cintura hacia arriba. Las piernas seguían rectas de pie. Me ordenó abrirlas, mucho, al máximo, y sentí aro de esposas en cada uno de mis tobillos. Tenía las piernas que no podía abrirlas más. Estaban al máximo de abiertas, cada una a un extremo, y deduje que el otro aro de las esposas estaba sujeta a algún hierro o pata de la mesa en cada extremo, porque no podía cerrarlas ni un milímetro. Ya en esa posición, un dedo entró en mi vagina empapada, y un gemido de excitación brotó en mí con la misma fuerza que estalla un volcán. Lo movió, y en la parte superior, según estaba atada, encontró un punto que me enloquecía. Se entretuvo volviéndome loca de placer, y en ese momento inicial le dijo a mi novio que se desnudara. El tiempo que tardó en desnudarse estuvo manteniendo el ritmo fijo con el dedo, sostenido, sin alterarlo, el cual ya era muchísimo placer para mí, y cuando ya estaba desnudo le ordenó a mi novio que se pusiera de pie, que tomara el antifaz de cuero que había en el primer cajón del escritorio, que se vendara la ojos, y con los ojos vendados anduviera hasta topar con la pared. “Tu novio es muy obediente, zorrita” – me dijo al tiempo que rotaba el dedo explorando todos los puntos de mi vagina. Yo gemí increíble de excitación. “Colócate como estaba tu perrita” – le ordenó – “de cara a la pared, las manos apoyadas bien abiertas, separa las piernas, y quédate quieto y callado mientras me follo a tu novia” – añadió. Imaginé a mi novio en esa posición, y me excité a niveles gigantescos. Apenas me había dado cuenta de que había quitado el dedo de mi vagina, pero fue un segundo sólo la pausa. Al instante entró un vibrador, del tamaño de una polla, y el murmuro amordazada se oyó por toda la oficina. Otro segundo vibrador, de aquellos que son estimuladores de clítoris, se posó a toda marcha sobre mi clítoris, y el orgasmo vino a esa velocidad de un halcón que se tira a por su presa. “MMMMppfpffffiififiifif mmmpppffffiiii fffffiiii” – gemí yo amordazada. Aún correrme, mantuvo los vibradores en plena función, y al tener el segundo orgasmo oí al señor hablar a mi novio. Le dijo que escuchara cómo disfruto, cómo soy suya, cómo me usa atada, y todo ese discurso me elevó la sensibilidad a un nivel que llegó el tercer orgasmo. Y me vino un cuarto orgasmo. Estaba muy claro que me quería torturar y agotar en una sesión de multiorgasmos contra la cual estaba indefensa, imposible de liberarme, atada y amordazada, con mi novio sumiso obedeciendo las órdenes del Señor, allí quieto, inmóvil, callado, desnudo, disciplinado, y el hecho de pensar todo esto me provocó un orgasmo que pareció interminable, que duró minutos, o a lo mejor fueron dos seguidos y unidos. A esas alturas es difícil decirlo, porque yo ya había perdido toda cordura. “Ahora me voy a follar a mi sumisa, que es tu novia” – dijo, y la frase me encendió a un punto ya estratosférico. Su polla entró muy adentro, directa, y estaba yo tan empapada que se oía el chapoteo. Embistió que me apretara contra la mesa, y las pinzas de los pezones se apretaron más contra la mesa. Dolían, pero su dolor aumentaba la excitación. Aceleró las embestidas, llegaba su rabo al fondo, y el hilo de baba que me regateaba hacía rato por la comisura del labio a ambos lados de la mordaza se hizo mayor. Ya era un río de baba, y notaba en mi barbilla y mi pómulo un charco de baba que se había formado sobre la mesa. Fueron cinco o diez minutos celestiales, o quince, no lo sé, porque no tenía reloj, y tampoco me importaba. Al final se corrió, y los orgasmos han de ser contagiosos, porque al mismo tiempo yo también me corrí. Entonces se apartó, y aún yo jadeando y suspirando por la respiración acelerada de la excitación noté una fusta azotar mi nalga diestra. “¿qué se dice, sumisa?” – me ordenó, y yo al instante, lo mejor que pude, dije “fffffafaffiiiass fmmmfeeeooorrrr” – que significa “gracias señor” estando amordazada. Azotó un segundo, y al decir el mismo “gracias, señor” me dijo que no me entendía, que no vocalizaba bien, que debía de aprender a vocalizar, y en cada azote yo intentaba decir “gracias, señor” con mayor claridad pero era imposible. El culo me ardía cuando volvió a meter un vibrador, y a la vez que lo agitó adelante y atrás volvió a imprimir otra tanda de azotes en mi culo que debía de estar de rojo brillante. Debió de ser unos veinte cuando se detuvo. Liberó mi cuello de la mesa y me quitó la mordaza cuando recuperé la verticalidad. “Eres una guarra viciosa, ¿verdad que sí?” – me dijo. “Sí, señor” – respondí. “Dilo. Di que eres una guarra viciosa. Que te oiga tu novio” – y bien alto lo repetí. “Sí, señor, soy una guarra viciosa, señor” – dije sumisa, y entonces me dijo que tenía algo para enseñarme. Me quitó la venda, y vi nítida la imagen de mi novio contra la pared, desnudo, con sus ojos vendados agachados mirando al suelo, y la polla tiesa a reventar, que casi daba contra la pared. Se había excitado muchísimo oyéndome. “Mira cómo has dejado la mesa de baba” – me amonestó, y yo, ya disciplinada y sumisa, dije “perdón, señor”. Entonces me dijo que lo iba a limpiar. Me quitó las pinzas de los pezones, después todas las esposas, me entregó el juego de muñecas con la llave, y me ordenó que se las pusiera a mi novio. Sin pensármelo, fui rápida hasta él, cogí sus brazos con decisión y firmeza, y cumpliendo sus órdenes cerré las esposas en las muñecas de mi novio atadas a la espalda. Ya atado, me dio las pinzas. “Pónselas” – me ordenó, y rauda le puse encantada las pinzas en los pezones, apretadas de tal modo que debió de dolerle, pues al colocarlas hizo un gesto de doblar el torso, y eso curiosamente me encantó mucho más. “Ahora azótalo, que sepa lo que vas a sentir cada día” – y queriendo que mi novio sintiera el mismo ardor que yo notaba tomé la fusta, en silencio, sin hablar, y el repertorio de azotes que le di le dejaron el culo que el rojo del tomate es pálido comparado con su culo. Curiosamente no dijo nada, no habló, no comentó, sólo emitía resoplidos y sonidos guturales y nasales que reprimía en cada azote. Le arreé hasta treinta, y allí el economista me ordenó parar. Tenía el culo que se notaba la temperatura caliente sólo acercando la mano a la piel. “Ponle esto a tu cornudo”. El juguete que me dio me pareció una idea maravillosa, que yo lo había pensado más de una vez y que lo habíamos hablado con mi pareja, pero al final, con aquello de que lo vas dejando para el día siguiente, nunca lo habíamos comprado. Se trataba de un cinturón de castidad, y sintiendo una mezcla de emocionada y excitada me acerqué a mi novio, lo volteé, introduje su pene flácido dentro de la jaula diminuta hecha de rejas sólidas, cerré el aro detrás de sus testículos para afianzar el cinturón, y lo bloqueé con el candado. Quedaba de ese modo su pene inservible para sexo, dado era imposible erección o penetración con su forma curva hacia abajo, y el gemido de frustración e impotencia y sumisión que emitió mi novio me excitó muchísimo. Llave no me dio, con lo que es fácil deducir que se la tenía guardada, y que de ninguna manera se podría quitar el cinturón de castidad que estaba obligado a llevar, sin tener la llave. “Ahora limpia la mesa” – me ordenó acto seguido – “que quede igual de limpia y seca que estaba antes de tu baba”. Tomé paños y productos de limpiar muebles en un armario de cuarto de limpieza, y comencé a limpiar a conciencia. Estaba dejando la superficie de la madera que relucía brillante mientras el señor le explicaba a mi novio que iba a llevar el cinturón de castidad como mínimo hasta el viernes, y que a partir de hoy, y durante cada semana de lunes a viernes, yo era su perrita sexual, su sumisa, su zorrita, y él sería el cornudo de la sumisa. Al acabar de limpiar, y previa revisión del señor, nos ordenó vestirnos. Quitó las esposas y las pinzas a mi novio, nos vestimos, y nos condujo hasta la puerta de salida. “Mañana a las nueve en punto ya tienes que haber llegado” – me recordó. “Sí, señor” – admití cabizbaja. “Cuando llegues al timbre te abriré la puerta. Saluda siempre al venir y al irte o al llegar yo con el buenos días señor, buenas tardes señor, o el buenas noches señor, cabizbaja y sumisa. ¿lo entiendes?” – y contesté “sí señor”. Cuando entres te indicaré tus tareas, ¡ahora vete y sé puntual!” – y al instante respondí diciendo “sí señor”. Salimos de la oficina, mi novio con el cinturón de castidad puesto, y yo con muchísima impaciencia de comenzar el nuevo día. “Buenas noches, señor” – dije al despedirme, y mirando cabizbaja al suelo salí camino de nuestro piso.

Autor: PAREJASUMISA Categoría: BDSM

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Primera vez de esclavo (1)

2024-01-18


Desde pequeño he acumulado episodios de tipo fetichista o sexual, pero ninguno tan fuerte, tan intenso, como el de mi primera sesión BDSM como sumiso.. [Me llamo Yoel. Tengo actualmente 22 años. Soy muy delgado, bajito, y de piel clarita. Tengo el cabello negro y soy lampiño, salvo en pubis y axilas. Y además de fetichista y nudista, soy esclavo.] En el momento en que se ambienta esta historia, yo había estado con algunos hombres antes, unos poco mayores que yo, otros para quienes podría ser su hijo, y sin embargo, ansiaba algo más. Contactábamos por aplicaciones creadas para encuentros y, hasta que quedábamos para conocernos, me ponía en lo peor; quiero decir con ello que imaginaba que no serían tipos normales, sino pérfidos degenerados que me secuestrarían, disfrutarían de mi cuerpo a placer y me devolverían a la calle sin darme oportunidad siquiera de escupir su semen. En función del físico del violador de turno, me recreaba con unas fantasías u otras, pero siempre con la misma idea en mente: yo como sujeto pasivo, sumiso de sus depravaciones, débil y desarmado ante su fuerza viril y su miembro desproporcionado. Me tocaba construyendo esa fantasía en mi mente mientras intercambiábamos mensajes, pensando que sería como las últimas veces, solo que con el morbo disparado, sin posibilidad de quedar insatisfecho. El fuego de mi entrepierna en acción me impulsaba a conducir la conversación hacia el sexo, lo que estoy seguro que agradecían. Otros en mi lugar habrían actuado como si no les impulsara la libido, sino el deseo de amistad y lo que surja, como suele decirse, pero yo me mostraba como alguien curioso y, en muchas ocasiones, inocente, alguien que ha leído un poco sobre fetiches y ansía ponerlo en práctica o, por lo menos, conocerlo en primera persona, tener sus primeras experiencias. Lo cierto es que había tenido varias, tanto con amigos (meros juegos entre adolescentes estúpidos) como con desconocidos, pero eso no se lo iba a contar. Me excitaba ponerme en el lugar de quien se entrega desde la ignorancia, de quien no es capaz de prever lo que el activo hará con él. Y así, sin ser del todo consciente de ello, desarrollé una enorme atracción por los roles de amo y sumiso que me han acompañado en los 4 años siguientes. La idea venía de lejos y se había ido gestando a fuego lento a través de chats y encuentros más o menos placenteros. Poco a poco iba a más, o, por así decirlo, exigía más de mis amantes, de la manera en que exige un pasivo poco experimentado: dando pistas de lo que quería, invitándoles a no cortarse ni ser demasiado cuidadosos, poniéndome a cuatro patas y lamiéndoles de arriba abajo para que su deseo venciera a su humanidad y me trataran como el objeto que ansiaba ser. Conseguía que me penetraran más rápido, que utilizaran mi boca y me dieran nalgadas, pero no que calmaran esa sed de “algo mas” que había despertado en mí. Hasta que conocí a Alberto, un chico joven (19 años. Dos más que yo) de quien no esperaba gran cosa y con quien casi había descartado quedar cuando, de repente, me hechizó hablándome de las sesiones de BDSM que había organizado en casa. No alardeó de ello, tan solo lo mencionó de pasada cuando pregunté por sus gustos, y me la puso tan dura leer que inmovilizaba y se follaba cada agujero de sus amantes que ignoré otros chats y me convencí al instante de que debía quedar con él, como si fuera la gran oportunidad de mi vida y no debiera dejarla escapar. Proporcionaba pocos detalles, ya digo que no presumía ni se hacía el interesante, pero cada palabra era como una gota de agua fresca para el peregrino sediento que vaga por el desierto. Me habló de palabras de seguridad, del famoso semáforo (verde, naranja y rojo), de arcadas, golpes, humillaciones y gritos, de varios de sus juguetes de placer, y no sé cómo conseguí frenar mi muñeca y evitar correrme al instante. Cubrí mi erección con los slips para evitar tocarme de ahí en adelante y reservarme para el momento en que Alberto se animara a llevarme a su casa, lo que tuvo que esperar dos semanas. Yo sabía que, de correrme, muchas de mis fantasías dejarían de ser tal cosa, pues no había desarrollado aún mi faceta de esclavo. Cuando le había dicho a algunos hombres que me pisaran la cara, me hicieran tal o cual práctica con intensidad o pusieran sus axilas en mi cara, había experimentado que, tras eyacular, yo perdía gran parte del interés y no disfrutaba tanto, hasta el punto muchas veces de desagradarme. Por ende, pensé que no debía correrme hasta el final de la sesión con Alberto, y tampoco tocarme hasta entonces, para poder disfrutarlo al máximo. Él vivía lo en una casa bastante normal y, al contrario de lo que llegué a imaginar, no contaba con un “cuarto de juegos” ni nada parecido. Me condujo a su dormitorio, cerró la puerta a su paso, me agarró de los brazos y me puso de espaldas a él, demostrando una fuerza que su aspecto disimulaba a la perfección. Era casi tan delgado como yo y tenía menos pelo en el cuerpo, a excepción del pubis, donde luego descubriría que le crecía abundante. Los músculos se le marcaban al ejercer su dominio y podía convertirse en cuestión de segundos en alguien temible. Me puso unas esposas a la espalda y, privándome de mis brazos, pateó mis piernas para doblarlas y obligarme a arrodillarme, trayendo a continuación una venda y una mordaza y colocándomelas de tal manera que llegué a pensar que ni él mismo, cuando acabara, sería capaz de quitármelas. Escuché algo metálico y supe por el roce lo que tramaba: estaba recortando mi camiseta. Haría lo mismo con el resto de mi ropa, no desnudándome, sino abriendo entradas a mi cuerpo. No hablamos esa tarde porque no había nada de qué hablar, así lo habíamos acordado por chat: Él pretendía pasar una hora conociéndonos en persona y charlando antes de comenzar el juego, y puso mucho empeño en dejarme bien claras las palabras de seguridad, pero conseguí nublar su mente a base de mentiras y juramentos: “lo he hecho muchas veces”, “me gusta más así”, “si no, no disfruto”, “adoro que me humillen”, “no hay límites”, incluso ponía ejemplos muy locos y extremos de cosas que podía hacerme, con el fin de que perdiera ese miedo que parecía hacerle dudar. Le conté que me ponía mucho que me utilizaran como un esclavo e hicieran conmigo cuanto quisieran, pero que yo me resistiría y una parte de mí trataría de escaparse o frenar la sesión, pero que bajo ningún concepto debía sentir lástima ni compadecerse de mí. Yo accedía libremente y aceptaba las consecuencias, tomando toda la responsabilidad en el asunto; sabía dónde me metía y a qué estaba accediendo. “Lo importante ahora es que tú sepas cumplir con tu rol y, sobre todo, disfrutarme, sin pensar en mi dolor o mi placer, sino únicamente en el tuyo”, dije, mostrando una confianza y una seguridad que en realidad no tenía. “Haré cuanto me ordenes y soportaré todo lo que quieras hacerme, y si no, asegúrate de que así sea.” Él seguía insistiendo en la palabra de seguridad, y yo empeñado en eliminar posibilidad de abandonar el juego. “Quiero que me amordaces”. Entonces propuso comunicarnos por gestos. “¿Aún no lo has entendido? Si me das la posibilidad de pararte, voy a hacerlo. No quiero esa posibilidad. No me preguntes si estoy bien, no me dejes suelto, átame, pégame, tortúrame, haz lo que sea necesario, pero no pongas fin a la sesión hasta que estés satisfecho. Lo único que te pido es que no me dejes correrme”. Él explicó algo preocupado que había estado con otras personas que empezaron tan animados como yo y enseguida le suplicaron dejarlo porque no podían aguantarlo más. Lejos de asustarme, me excitó. “Probablemente grite, llore, suplique, me retuerza, intente decirte algo, haga lo posible por convencerte y parar. Bajo ningún concepto lo hagas. Da igual si sangro, vomito o me meo encima. Sigue hasta el final y, sobre todo, disuádeme de abandonar a la fuerza.” “¿Cuánto tiempo quieres que dure”?, preguntó, ya convencido. Respondí: “Puedo quedarme a pasar la noche”. “Ya, pero ¿cuándo quieres que dure la sesión? Porque pueden ser tres horas, cinco o hasta la mañana siguiente, pero eso yo creo que para ti va a ser excesivo”. Insistí en que no era excesivo y que, por mí, como si me colgaba del techo y se dedicaba a pegarme hasta las ocho de la mañana. La idea de disponer de mí a voluntad y que yo no pudiera escapar le volvió loco. Y a mí también. Había varias mentiras en mi discurso. No había cumplido los dieciocho todavía, no había tenido experiencia antes en ese tipo de prácticas, no sabía a lo que accedía (o no conocía hasta dónde podía llegar) y no habría soportado que me pegara durante ocho horas, ni siquiera que me colgara del techo tres minutos. Pero ya no había vuelta atrás ni forma de renunciar a una condena que yo mismo me había impuesto y que inauguraría mi carrera como esclavo.

Autor: ANTINOOYOEL Categoría: BDSM

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Cerdita en Semana Santa

2024-01-18


Llegó a la dirección indicada unas pocas casas y nadie por la calle una zona apartada del casco urbano. Me quito toda la ropa y esta la dejó en una bolsa dentro del maletero entrando a la vivienda con una bolsa en la que llevo varias pelucas con un calzado de tacón y así como me trajeron al mundo voy hacia la puerta de la vivienda que se encuentra abierta. Ya en el interior encuentro a mi pareja anfitriona los dos rondan los 60 años ella un metro sesenta y cinco enfundaba en un vestido elegante en el que se aprecia no llevar sujetador sus piernas enfundadas en las medias de color negro grandes pantorrillas muslos y caderas anchas y un buen culo todo de buen tamaño pelo hasta el hombro color castaño de cara guapa maquillada labios ojos. El hombre unos setenta y cinco pelo canoso corpulento enfundado en una camisa y un pantalón de pinzas en el que se aprecia su paquete sin slip por lo que parece. Después del saludo unos minutos con varias preguntas y entre ellos hablan al oído para decirme que me dan el visto bueno. Me indican una habitación donde encuentro un sujetador y un minivestido de empleada de hogar o chacha, no hay bragas pensé que podía haberlas traído yo misma me coloco una de las pelucas y de esa guisa salgo hasta el salón donde el matrimonio se encuentra de pie. Bueno zorrita me dice la señora tus tareas para hoy van a convencer ya en primer lugar para ver tu disposición quiero que limpies el sable de mi marido. El hombre está con los brazos ... ... cruzados a la espalda me acerco a él y agachándome empiezo a soltar primero su cinturón luego el botón y por último empiezo a bajar la cremallera hasta que salta una hermosa polla morcillona todavía sin descapullar y un tamaño prometedor, bajando un poco más los pantalones aprecio que está completamente depilado y empiezo a hacer mi trabajo pasando mi lengua desde sus gordos huevos hasta llegar a la punta y así varias veces hasta que su polla empieza a retraerse el pellejo dejando un bonito y gordo capullo brillante a la vista que me introduzco en la boca y empiezo a deleitarme pasando la lengua succionándolo y chupeteándolo, el hombre jadea y suspira con fuerza y me hace parar varias veces jactándose de que soy una buena mamona y que ha estado varias veces a punto de correrse. Bueno bueno tenemos una buena guarrilla dice la señora qué tal si me das un poquito de placer a mí, la mujer me da la espalda y me indica que me meta la cabeza bajo su vestido, me arrastro hasta la mujer y introduzco mi cabeza bajo ese vestido puedo comprobar que está sin bragas y separando las piernas y agachándose un poco me ofrece todo ese culazo en el que empiezo a pasar la lengua hasta encontrar su orificio en el que empiezo a juguetear sintiendo como esta se estremece y empieza a gozar restregándose contra mi cara, sí sí chupa cerda chupa cómo me gusta como me vi en el culo guarra parece ser que ha llegado al orgasmo simplemente pasando mi lengua en su ano, y dando un paso para adelante me ...... ordena mi siguiente trabajo, indicándome el baño y dándome unos productos de limpieza me ordena que lo limpie y lo deje como la patena. Antes de irse me incrusta un consolador en forma de cono que al principio cuesta entrar dejándome la zona bastante dolorida y marchándose ambos a la calle. Sobre cuarenta minutos después regresan yo acabo de terminar de limpiar el baño y creo que ha quedado muy bien. Bueno zorrita vamos a ver bien parece que lo has dejado muy bien limpio así me gusta creo que vas a quedar contratada el fin de semana, pasando un dedo por el borde de la taza me indica que pase mi lengua por dicho borde como prueba de que he hecho buen trabajo. Así lo hago ya que sé que está completamente limpio y aclarado de productos tóxicos. Bueno cerdita quítate el desolador limpia bien tu intestino y ven a la cocina con él. En la cocina me ordena meterme el consolador que he tenido en el culo en la boca como prueba de que lo haya limpiado bien y así de esa guisa el consolador pegado sobre la encimera mi culo queda expuesto llegando el marido que prácticamente sin ninguna complicación me la incrusta de un solo golpe otro Consolador sintiendo una buena punzada con este consolador me folla durante un par de minutos. La señora me ordena a pelar unas patatas, mientras hago este trabajo puedo oír perfectamente como la pareja está follando en el salón jadeando ambos hasta que la señora es la que ni un primer instante tiene el orgasmo. Cerdita oigo como me ... ... llama la señora acercándome hacia el salón los encuentros a los dos completamente desnudos sentados en el sofá la polla de él completamente mojada por los flujos de esta y mi primer trabajo es hacerle la limpieza, he podido fijarme en la señora luce una buena mata de pelo en su coño mi segundo trabajo es pasar la lengua por todo aquello sintiendo como ese pubis está completamente encharcado al igual que lo profundo de su vagina con mi lengua jugueteando por toda esa zona consigo que la señora tenga un nuevo orgasmo volviendo a incrementarse otra vez una gran humedad en su vagina. Entre jadeos y suspiros la mujer requiere que el marido se la folle y me ordena que de placer a su macho, el hombre me indica que le haga una buena comida de culo como lo hice antes a su mujer. Yo como chica obediente empiezo a juguetear en la raja de este culo hasta llegar a su esfínter donde mi lengua empieza a juguetear hasta sacar buenos jadeos y ver como el echa el culo para atrás para que mi lengua profundice en su caricia. La mujer tiene otro orgasmo entre jadeos gritos y suspiros mientras el hombre ya bufa y suspira con más fuerza anunciando su corrida que coincide con un nuevo orgasmo de la señora el salón se ha llenado de suspiros jadeos y palabras malsonantes hasta que el hombre retira su polla de coñazo de su mujer, blandiendo su polla me indica que se la limpie todavía gotea las últimas gotas de leche y está de un color blanquecino mezcla entre la corrida de su mujer y la del ... ... hombre limpio esa polla hasta llegar a sus huevos que también están completamente mojados haciendo mi trabajo como se me indica. Bueno cerdita ahora quiero que me hagas una buena limpieza de coño, me indican que me tumbe del sofá boca arriba poniéndose ella de cuclillas y separando sus nalgas empiezo a ver cómo va asomando una cantidad de flujo que va cayendo sobre mi boca si ni siquiera utilizar mi lengua así caen varios goterones entre flujos y esperma del macho hasta que esta baja va su culo para que ahora mi lengua rebusque en su coño haciendo una limpieza total. Los dos han quedado satisfechos y ahora vamos los tres a la cocina a preparar la cena entre comentarios de la buena follada. Ya en la cocina la señora le dice al marido bueno creo que ya va siendo hora que te folles a la chacha. El hombre empieza a tocarme el culo las caderas metiendo sus manos para tocar mi cuerpo sintiendo como pegado a mi cuerpo me hace notar su bulto, este me da la vuelta y sin yo esperarlo empieza a besarme la cara los labios para empezar a besarme en la boca lastimamente mientras la mujer nos observa el beso dura unos minutos hasta que el hombre me obliga a bajar a meterme su polla en la boca que el chupeteo durante unos minutos jugueteando y alternando con ... ... sus huevos e incluso ofreciéndome el macho su año, el placer que proporciona el macho hace subir la temperatura mientras la mujer no pierde detalle y se frota su coño, alentando al hombre para que me folle de una vez, la mujer se sienta sobre la encimera abriendo sus piernas y mostrándome con un dedo lo que tengo que hacer mientras en esa posición el hombre apoya su capullo en mi ano y empieza a penetrarme poco a poco sin parar hasta sentir como sus huevos acaricia los míos para volver a sacarla e incrustarla nuevamente, siento dolor y placer saboreando el coño de la señora y siendo follada por el hombre la follada dura como un cuarto de hora sintiendo flojera en mis piernas y cansancio en mi lengua de tanto comerme ese coño peludo al que he sacado un par de orgasmos. El hombre empieza a jadear con más fuerza hasta el punto que sacando la polla de mi culo y quitándose el condón me obliga a meterme esa verga la boca donde derrama sobre mi lengua su espesa corrida que voy tragando poco a poco hasta incrustarme toda la verga la boca y ordeñarla poco a poco. Los tres estamos agotados así que terminamos haciendo la cena para ponernos a cenar juntos los tres hasta aquí este miércoles de Semana Santa, este relato lo he escrito a la noche en mi habitación.

Autor: criss_cd Categoría: BDSM

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Mi hermanita quiere macho

2024-01-18


Esto pasó hace tiempo tenía mucho sin tomar vacaciones estaba yo terminando de cumplir mis 28 años y en esos días la menor de mis hermanas estaba en sus 18 de buen cuerpo y bonita yo tenía mi cuarto afuera de la casa porque tenía el trabajo de traslado y había veces que llegaba de viaje y me gustaba descansar sin oír ruidos aquella vez llegue de madrugada no esperaba encontrar a nadie despierto a esa hora pero entre despacio sin hacer ruido cerré la puerta y al entrar a la sala ví a mi hermana menor haciendo algunos trabajos de escuela estaba con una blusa de tirantes casi transparente sin sostén se notaban sus pezones y abajo llevaba solo puesta una tanguita que apenas le cubría la panocha me quedé mirando ese delicioso espectáculo y la verdad me gustó mucho la verga se me puso dura y se hiso un bulto grande bajo mi pantalón creo que ella sintió mi presencia y al verme descubierto camine dónde ella estaba la saludé de beso sin hacer caso a sus carnes firmes me dijo en voz baja.,hola quieres algo de cenar ya estaba por irme a acostar.,noooo manita vengo rendido maneje todo el día y solo quiero dormir al rato nos vemos chaoo.,me despedí de ella mirando de reojo sus chiches erguidas y note que tenía sus pezones parados bajo la delgada tela de su blusa de tirantes camine a mi cuarto y entre avente mi mochila y no cerré la puerta que se quedó semiabirta me saque el pantalón y la camisa sucia de sudor me tire en la cama boca arriba solo con mi trusa no supe cuánto tiempo paso ... ... estaba comenzando a quedarme dormido recordando la vicion del cuerpo de mi hermana y tenia la verga dura bajo mi trusa con los ojos cerrados plácidamente de repente sentí como ponían una mano sobre mi abdomen y escuché la voz de mi hermanita que me decía de cariño como siempre.,amor corazón te traje un vaso con leche tibia para que duermas pronto.,abrí los ojos y ella tenía cerca de mi un vaso con leche y no retiro su mano de mi abdomen duro bien marcado por hacer ejercicio se quedó mirando mi paquete bajo mi trusa y noto que tenía dura mi verga y casi se salia por el resorte agarre el vaso viendo que tenía su mirada clavada en mi verga la hice moverse bajo mi trusa no quitó la mano de mi al contrario me frotó poniendo su mano sobre mi hombligo sonrió y dijo., puedo quedarme a dormir contigo Lena me cerró la puerta y no saque la llave.,si amor está bien allá tengo más cobertores acustate ya es tarde.,me tomé la leche y me quedé mirando que mi hermanita jalo el cubrecama y se metió a la cama y me dijo.,no te vas a tapar la noche se está poniendo fría.,si solo voy a darme un baño rápido creo que vengo oliendo mal.,me levanté y agarre mis toallas entre a bañarme y quitarme el olor a hediondo del sudor estando bajo la regadera me lave bien todo y le di una buena lavada a mi pito tratando de tranquilizar mi mente y dejar de estar excitado pero no me pude quitar de la mente esa imaginen de senos erguidos de mi hermanita salí del baño con la toalla enredada en la cintura listo para ...... acostarme mi hermanita estaba ya acostada de lado me metí bajo el cubrecama y pude ver sus hermosas nalgas y su tanguita metida entre sus glúteos me tape y acomode a unos centímetros de ella apague la luz y trate de dormirme me quedé sintiendo mi camote duro y sentí como Bella se movió buscando el calor de mi cuerpo y sentí sus nalgas pegarse a mi pierna no me quise alejar no me puse trusa por no molestar a mi linda compañera de cama solo avente la toalla y me metí desnudo a la cama así que puse sentir su piel pegada a la mía solo fue cosa de ponerme de lado para tener de frente las nalgas de Bella y los pocos milímetros que la alejaban de mi fueron superados por un movimiento de ella que puso de lleno sus nalgas sobre mi pito duro quedando entre sus glúteos no hiso nada por alejarse y yo le pase un brazo por la cintura para abrazarla sentí como se movió lento despacio sintiendo mi trozo de carne dura hasta ese momento me di cuenta que no tenía puesta la blusita pues se pego a mi pecho y solo dijo.,abrázame fuerte corazón tengo frío.,mi mano se apoyo sobre su vientre y me pegue más a ella que no dejo de mover las nalgas y le dije.,ya no te muevas mami ya duérmete o vas hacer enojar a mi niño y te va a escupir., Bella rio levemente y dijo.,niño cuál niño este que tengo entre mis nalgas no es ningún niño papiiiii., Bella metió su mano entre nosotros y agarró mi verga dura y se la puso sobre la panocha dándose unos tallones sabrosos y dijo.,cogeme papito tengo ganas de ... ... macho y quiero que seas tu el primero en darme leche siempre te deseado., Bella levanto una pierna y coloco mi punta en la entrada de su verija que ya tenía bien mojada despacio empuje mi cuerpo contra ella y sentí como le abrí la panocha y Bella empujó sus nalgas contra mi clavándose toda mi verga entre pujidos yo sentí como le tronaba la vuelva a cada bombeada se la metí entera puse una mano en sus chiches se las frote y jale sus pezones enseguida me salí de ella y la puse boca arriba eche sus piernas a mis hombros y de nuevo la penetre hasta el fondo Bella se mordía los labios para no gritar por unos segundos me quedé sin moverme estaba hasta el fondo de ella mirando su cara y la besé.,así querías estar con este macho vas a ser mi puta perrita eso quieres.,siiiii mi amor si eso quiero voy a ser tu perrita todos los días de mi vida quiero ser tu puta papitooooo dame duro cogeme fuerte parteme bien la panocha y lléname de leche quiero sentir como te vienes dentro de mi.,muy lento comencé a salir y entrar Bella movía las caderas diciendo.,espere mucho este momento desde que ví dura tu verga la quise para mí.,bella me confesó que me vio muchas veces dormido con la verga dura mientras yo le bombeaba la panocha con mi verga gruesa me clavo las uñas en la espalda cada estocada dejaba escapar un gemido yo me adueñe de sus duras chiches que chupe con gusto.,haaaay amor me arde mucho siento que me rasgas las entrañas pero siento ricooo métela toda dame tu leche.,su verija estaba muy ...... caliente y estrecha me gustó ser el primero en darle pito antes de venirme la puse boca abajo y abriendo sus nalgas busque su clítoris para frotarlo mi pito quedó pegado a su ojete se me antojaba romperle también el culo pero me detuve no quise lastimarla ya tenía mucho con la estrenada de panocha así que le metí de nuevo el pito en su panocha y la llene de carne dura bella estaba sudando yo entraba y salía primero lento despacio y poco a poco le daba duro y rápido la lleve al orgasmo más de 4 veces seguidas hasta que me vine dentro de ella mirando su cara de satisfacción nos besamos y se quedó quieta sintió mi verga perder dureza para salir de su conchita me tire boca arriba a su lado y bella se acomodo sobre mi besando mi cuello,hombros y pecho así fue bajando hasta que estubo su cara frente a mí verga la agarro con una mano y se la metió en la boca y comenzó a chupar la no tardó en ponerme tiesa otra vez la Vi con muchas ganas de seguir cogiendo así que está vez la puse en cuatro y se la metí solo podía oír sus gemidos y sentir como se movía le di leche 2 veces más terminamos cansados de tanto coger me gano el sueño y me quedé dentro de ella y fui despertando casi a medio día busque a bella en mi cama y solo encontré su ropa interior sostén y tanga junto con un recado que me decía.,disfrute mucho me gustó cómo me estrenaste me salí temprano al colegio te veo en la noche para darte mi culo te amo y quiero ser toda tuya.,me levanté a bañarme y comer para encerrarme de ... ... nuevo me quedé viendo películas y me dormí de nuevo cuando abrí los ojos ya era de noche pensé en salir a la cocina para cenar pero no fue necesario bella ya me había llevado un plato con sandwiches y una jarra con agua me comí todo lo que me dejó estaba recordando todo lo que le hice a bella la noche anterior y eso me puso dura la verga me la estaba sobando justo en ese momento ví que mi puerta se abrió despacio y la cara de bella apareció y dijo sonriendo.,hola corazón mío veo que ya te comiste lo que te prepare quieres tu postre.,la Vi entrar con su bata larga de cama le pregunté por los demás de la familia y dijo.,ya se fueron todos a dormir ya son más de las 10 de la noche te la aventaste durmiendo todo el día amor te deje rendido y satisfecho.,bella se acomodo sobre mis piernas poniendo su culito ensima de mi verga dura que le mojó la tela de su bata la tenía agarrada de las nalgas pegándola más a mi dándose de tallones me dijo.,me duele todo el cuerpo parecía que me pasó un tractor encima casi no puedo moverme me dejaste toda molida mi amor.,pero si tú no me dejaste nada de leche perra me sacaste toda mi pito apenas está volviendo a la vida siente como se mueve bajo tu culo.,bella se bajó de mis piernas y se inclino para agarrar mi camote y le dió varios besos y después comenzó a pasarle la lengua desde la punta hasta los huevos que ya tenían leche y dijo.,se ve que ya están llenos de leche para mi culo hoy si me rompes el ano papi quiero sentirte dentro de mi ano dicen ...... mis amigas que por ahí duele mucho.,tenía a bella entre mis piernas comiendo verga trato varias veces meterla toda en su boca pero se dió cuenta que era muy larga y gorda apenas metía la mitad y sentía ahogarse aún así pasaba la lengua a todo lo largo dejando salíba le quite la bata y quedó sin nada la jale del cabello parandola y la monte en mis piernas su verija se abrió y la agarro apuntando a la entrada de su panocha y se la metió lento pujando así empezó la segunda vez que le di verga a Bella

Autor: Anónimo Categoría: BDSM

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Me excita mucho pegarle a mi madre.

2024-01-12


Relato de severo trato y de golpes de un hijo a su madre. . Queridos lectores hoy quiero narrar un episodio que disfruté con mi madre, en el cual, apareció la vena de amo que tuve en mi juventud y que algún día os narraré. En dicha época disfruté de tres experiencias en las que las mujeres, de las que ya os hablaré, sufrieron o disfrutaron de una serie de castigos corporales infringidos por mí. Pero ese será el argumento de otras historias, hoy me centro en este episodio de amor y de sexo duro entre mi querida madre y yo. Fui a recogerla a la estación de autobuses como solía hacer siempre. Llegó puntual y se bajó del mismo: A sus 60 años seguia preciosa. Venía radiante, traía puesto una falda negra muy ajustada. La falda la quedaba por encima de sus rodillas. Era lo suficientemente corta como para no resultar obscena pero demasiado llamativa para ser llevada por una mujer de su edad. Hay que tener en cuenta que mi madre por esa época estaba ya por encima de los 60 años, no muy por encima, pero seguía siendo una mujer espectacular. A su vez traía una blusa de manga corta muy vaporosa que realzaba su cuerpo y sus pechos. Cuando la besé en la cara para saludarnos me di cuenta de que sus pezones se marcaban demasiado en dicha blusa, por lo que deduje que venía sin sujetador, lo que me pareció impropio para una mujer decente. No le dije nada en ese momento, pero en casa se lo haría saber. Caminamos hacia casa y en un lugar de la acera que era bastante estrecho nos cruzamos con gente, con lo cual la dejé pasar delante para seguirla detrás y fue cuando vi que mi madre llevaba esa falda corta, la cual, tenía una raja trasera bastante exagerada. Al caminar se abría lo suficiente como para dejar gran parte de sus muslos visibles. Ese tipo de detalles en su vestimenta, que ella había elegido para deleitar a su hijo, me enervaron y me parecieron exagerados, pero no dije nada disimulando mi enfado. Seguimos caminando para casa hasta que llegamos al portal. Caminamos hacia el ascensor, ella delante y yo detrás. Pude observar de nuevo la abertura que llevaba mi madre en esa falda. De nuevo me pareció excesiva. Al entrar en el ascensor se acercó a mí y me besó en la boca. “Tengo una sorpresa para ti amor”, me dijo. “No llevo bragas”, me comentó sonriendo y acercando sus labios a los míos. A mí esa fue la gota que colmó el vaso. Accioné el pulsador y subimos a mi planta. Me mantuve en silencio y muy serio, cosa que a ella empezó a preocuparle, estaba acostumbrada a mis morreos en el ascensor y ese día me notó muy raro. Llegamos al tercero y salimos del ascensor dirigiéndonos a mi piso, de nuevo ella delante y yo tras ella, con lo cual, el enfado que llevaba aumentó aún más. Al entrar en casa y dejar su bolso en el suelo la apoyé contra la puerta. Mi madre ya estaba con cara seria por que no entendía mi reacción y me miraba como preocupada. La miré a los ojos de forma dominante y le dije: “Ábreme las piernas mamá, ábrelas que vea como vienes, cómo sea verdad que vienes sin bragas te vas a enterar”, le dije. Mi madre se quedó muda tras oírme y agachó su mirada hacia el suelo, pero no movió sus piernas. Viendo que no obedecía la levanté la barbilla con mi mano y le dije: “ A mí me miras a la cara cuando te hable y cuando yo te pida algo obedeces inmediatamente mamá”. ¿Te enteras o no?, le dije, y sin mediar ni una palabra más le asesté un bofetón en la cara, doblándole la cabeza hacia el lado contrario de forma muy violenta. “Ahhhhhhh………hijo……joder que dolor!!!!!!, me dijo mientras sus ojos se le ponían brillantes, comenzaban a lagrimearle. La miré enojado y le dije: “Ya lo deberías saber mamá, primero por no obedecerme y por no abrirte de piernas cuando yo te lo pido y segundo por venir vestida como una golfa y encima sin bragas y sin sujetador, que también he notado que no lo llevas.” “¿Sabes lo que eres madre?”, le dije, “Eres una puta desobediente y eso se paga así”. Y le pegué otra bofetada igual de dura que la primera que la hizo volver la cara de nuevo hacia un lado. Mi madre volvió a exclamar de dolor y me miró lentamente a los ojos. Aprecié que las lágrimas caían ya de sus ojos y bajaban por su cara, haciéndole correr el rimmel que llevaba en los ojos. Yo la miraba seriamente a la cara. “Te he dicho que me abras las piernas mamá”. Esta vez ni se lo pensó. Mi madre apoyada en la puerta de mi casa abrió sus piernas en silencio, silencio roto sólo por sus sollozos y por un leve, “hijo……ahhh……hijo…..perdóname…..ahhh……perdóname por favor……ahhh……pensé que iba a gustarte que viniese así……ahhhh……lo siento……..lo siento…….” Yo la miraba fijamente a la cara y bajé mi mano metiéndola entre sus piernas. Subí su falda hacia arriba lo suficiente como para llegar con mi mano a su coño. Manoseé a mi madre entre las piernas llevándome la sorpresa de que estaba mojadísima. “Eres una puta mamá. Eres una golfa. Vienes sin bragas, vienes sin sujetador marcando los pezones y encima esto.” Saqué mi mano de su coño y la llevé a su boca refregándosela por los labios y haciendo que su carmín se corriera por su boca. Ella al sentir su flujo refregado por mí en su boca, agachó su cabeza seguramente muy avergonzada. Y aumentó su llanto. “Esto no va a quedar así mamá, esto no lo vas a olvidar, no te da vergüenza puta, ven aquí”. Le dije mientras la cogía fuertemente de un brazo y la llevaba a la mesa de mi salón. Mi madre sollozaba avergonzada y me medía perdón entre lágrimas. “Hijo…..perdona……hijo…….ahhhh……no ha sido buena idea……..tienes razón hijo mío……..no es propio de una mujer ir así por la calle………perdona……perdona………” Llegué y la cogí del pelo. La apoyé contra la mesa dejando su culo ofrecido. Solté mi mano derecha de su melena y la agarré del pelo ahora con mi mano izquierda, sujetándola duramente. Estoy seguro de que la estaba doliendo. Ni corto ni perezoso le pegué un duro azote en el glúteo derecho y a continuación otro igual de duro en el glúteo izquierdo. “Ahhhhhhhh……..ahhhhhhhhhh”, exclamó mientras intentaba zafarse tensando su torso. No lo consiguió por que la tenía sujeta del pelo cada vez más fuertemente. “Eres una puta madre, te vistes como una puta para ir por la calle y eso no te lo voy a permitir”. A mi madre al estar apoyada sobre la mesa la falda se le subió hacia arriba, dejando sus muslos al aire. Bajé mi mano acariciándole uno de ellos y sin pensarlo empecé a azotarla en sus muslos incesantemente. “Toma puta……zaaaasssss………zaaaassssss……..toma…….zaaaaaasssss……..zaaaaaasssss……………golfa……….zaaaaassssss……..zaaaaaaasssssss……….¿te gusta provocar eh??????………………zaaaaasssss…..zaaaaaassssss……..¿te gusta ir así provocando verdad????” Le tenía los muslos enrojecidos a mi madre y le agarré la falda y se la subí de un tirón hacia arriba dejando su culo totalmente expuesto. “Zaaaasssss……… zaaaaaassssss……..toma zorraaaa……..zaaaaassssss……….zaaaaasssss……..vas a saber lo que es bueno golfa…….zaaaaassss………zaaassssss……….” De la primera tanda le di 14 ó 15 azotes en sus nalgas y en su culo usando casi toda la dureza posible. Quería que supiese que eso no estaba siendo una broma. Tengo que decir que me encanta y me excita mucho pegarle a mi madre. Cesé mi paliza y llevé mi mano a la entrepierna de mi madre por detrás y cuál fue mi sorpresa. Ella exclamaba del intenso dolor que le estaban produciendo mis azotes pero su coño estaba empapado de flujos, eso me encendió más aún y comencé a frotarle mis dedos contra su vulva y contra su clítoris de forma violenta, más que masturbarla lo que quería era castigarla. “Puta………puta………si estás chorreando mamá………golfa……..te está poniendo cachonda que tu hijo te azote……….golfa……qué vergüenza me das……..golfa.” Le decía mientras castigaba su clítoris y alternaba dicho castigo con penetraciones de mis dos dedos en su vagina llegando lo más profundo que podía y apretándoselos bien dentro contra las paredes de su mojada vagina. Se los metía y se los sacaba con violencia y la humedad de su coño incluso lograba que se oyese cierto chof chof. Mi madre cambió los gemidos de dolor producidos por mis azotes por jadeos de placer, producidos por la masturbación y penetración que le estaba propinando. Eso no hizo más que enfadarme aún más. “Perdóname hijo……….perdóname……..ahhhhh……lo siento………..amor…….lo siento………..tienes razón………..soy una putaaaaa……….aaaaahhhhh……..aaaahhhhh…….aaaaahhhhh…….me estás matando de dolor,,,,,,ahhhhhhh…….pero me estás dando mucho gusto…….aaaahhhhh……..ahhhhhh….” Esa fue la gota que volvió a colmar el vaso, verla así vejada y azotada y encima confesándome que se estaba muriendo de gusto. Apreté varias veces mis dedos dentro de su vagina y los metía y sacaba rápida y violentamente hasta que terminé por sacarlos de un tirón. Mi madre jadeó y empezó a mover el culo como una zorra, una zorra sumisa era en lo que se estaba convirtiendo. “Veo que no tienes bastante mamá”, le dije, “ahora si que te vas a enterar de lo que es bueno”. Me desabroché el cinturón y lo saqué de las trinchas de mi pantalón de un tirón. Doblé la correa por la mitad y agarré la hebilla y la punta de cuero en una mano y me puse tras ella. El primer correazo fue directo a su culo. El chasquido se escuchó nítidamente y el posterior grito de mi madre aún más. El segundo y tercer correazo fueron a parar a sus muslos. Mi madre intentó llevarse las manos atrás de su cuerpo y el siguiente correazo se lo di en los dedos. Ella entendió que era mejor estarse quieta, por lo que quitó las manos de ahí llevándolas hacia arriba y se sujetó a los bordes de la mesa con ellas. Yo estaba detrás de mi madre y me sentía poderoso y dominante. Miraba sus piernas y su culo que ya empezaban a relucir las marcas del cuero. Levanté mi brazo ejecutor hacia arriba y crucé la espalda de mi madre con dos nuevos correazos que la hicieron estremecerse de dolor. Mi madre gritaba y exclamaba del dolor que sentía y levantaba un pie del suelo lo que hizo que los dos siguientes correazos fueran a golpear sus gemelos. Entendió perfectamente que debía estarse quieta. Le propiné el siguiente correazo en la parte interior de uno de sus muslos y el siguiente en el otro. Gritó como una puta y separó sus piernas. Al verla así abierta de piernas me coloqué entre ellas y bajé el brazo con el que sujetaba la correa y sin pudor lo subí rápidamente hacia arriba con la correa entre sus piernas. Mi madre al sentir el cuero golpear su coño y su clítoris chilló como una perra y comenzó a suplicar y a llorar. “Aaaaaahhhhhhh………aaaaahhhhhhhh………no……..aaaaahhhhhhh……..por favor……..ahhhhhhhh……me duele………me duele……..ahhhhhhh…….para……..para……….aaaaaahhhhhhh……me duele………..para……..aaahhhhhhhh…….no me pegues más …….por favor………ahhhhhhhh……..paraaaaaaaaa……….ahi no…..por favor hijo…..ahí me duele mucho……..ahhhhhh…….ahí no……..ahhhhhhh” Sentí pena al ver a mi madre suplicar clemencia y solté la correa en la mesa. Me pude tras ella. Doblé mis rodillas poniéndolas sobre el suelo. Acerqué mi boca a sus piernas y comencé a besar cada marca que le había producido. No solo las besaba, sino que se las lamía como queriendo curar las heridas a mi hembra. Le pasé la lengua con mi saliva por sus muslos, por sus glúteos y llegué a agacharme tanto que incluso lamí sus gemelos, levantando su pierna asida por su tobillo y recreándome en la parte inferior de las piernas de mamá. Mi madre calzaba unos tacones no demasiado altos que hacían sus pies muy bellos y yo presa de un estado febril de morbo le quité primero uno de ellos dejando su pie desnudo. No dudé en llevar mi boca y mi lengua a la planta del pie de mi madre lamiéndosela desde los dedos hasta el talón, dejando luego su pie desnudo en el frío suelo para pasar a repetir el mismo acto fetichista en el otro pie. La descalcé y le lamí la planta del pie a mi madre. Tras ese acto fetichista y sucio que disfruté lamiéndole los pies a mi madre subí de nuevo mi torso hacia arriba y acerqué mi boca a su pubis. Ella al estar así apoyada sobre la mesa tenía el coñito justo a la altura de mi boca. No pude resistirme y comencé a lamérselo. Me quedé de nuevo sorprendido al apreciar, que, tras tan dura paliza, mi madre seguía con los labios mojados. Estaba descubriendo lo sumisa que era mi madre. Hay mujeres que se excitan con la dureza de sus hombres y ella era de ese tipo de mujeres. Me recreé en comerle el coño y en pasar mi nariz por su entrepierna. El olor vaginal de mi madre me volvía loco. Decenas de veces le había cogido las bragas sucias para olérselas de joven y ahora lo tenía en directo para mí. Noté como ella se volvía a tranquilizar tras la enorme paliza que le había dado. Mis juegos en sus pies y ahora mis atenciones bucales y olfativas en su coño la estaban poniendo de nuevo a tono, si es que había dejado de estarlo. Había llegado la hora de follármela. Me incorporé poniéndome de pie. No tenía ni la más mínima intención de moverme de allí, así que me bajé los pantalones y lo slips. Agarré a mi madre por las caderas y de un golpe la penetré. Mi madre estaba completamente doblegada a su macho. Se le notaba extenuada por la paliza recibida y su actitud era de sumisa total. Yo tiraba de sus caderas hacia mí mientras la empujaba con mi pelvis, penetrándola a mi antojo. Era como follarte a una puta sumisa y esclava, en eso había convertido a mi madre aquella tarde. “¿Has aprendido la lección mamá?”, le decía mientras la penetraba profundamente desde atrás. “¿Has aprendido que debes ser menos provocativa y que debes obedecerme cuando te pido algo?”. “De aquí en adelante vas a ser mi puta sumisa mamá, te voy a educar a mi manera amor mío.” Mi madre se ponía de puntillas descalza a cada embestida que recibía de mí y callaba. Sólo se la oía un leve gemido provocado por el placer que sentía con cada penetración de su hijo. La volví a agarrar del pelo y tiré de ella hacia atrás con dureza y no dijo absolutamente nada. Continué jodiéndola así a mi antojo, dándole golpes con mi pelvis en su culo. No tuve ni la más mínima intención de que disfrutara, aunque sé que lo estaba haciendo y sólo me dediqué a satisfacer mi placer. Así que no tardó en llegarme el orgasmo y en vaciarme completamente en el coño de mi madre. Cuando salí de ella agotado le dije: “Ve a ponerte unas bragas y un sujetador golfa,” y espero que no olvides lo que hoy has aprendido.” Mi madre obediente se fue al baño con su bolsa y se puso unas bragas y cubrío sus senos con un sujetador. Volvió conmigo al salón en silencio y se sentó a mi lado en el sofá calladita y avergonzada por lo que acababa de recibir de su propio hijo. Sólo de atrevió a decirme. “Lo siento hijo, perdóname.” “Perdóname por ir tan provocativa y por ser una golfa”. “He aprendido la lección”. Y se echó en mi regazo y nos pusimos a ver la tele tranquilamente. Espero que os guste……

Autor: JAGO150 Categoría: BDSM

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100 pesos por el culo, 200 al natural.

2024-01-07


Nuevamente uso a Darinei, y le doy otra idea para que gane más dinero, al tiempo que tengo mas planes para ella. Logré modificar mi horario para salir de trabajar a las 2, y así llegar a casa en el momento que la pequeña Darinei terminara de dar servicio, porque antes el horario me ganaba y la nenita se salvaba de atenderme, pero se le termino la suerte, va a tener que aguantar una buena cogida. Llegué y como costumbre vi a un insignificante chico vistiéndose mientras la zorrita estaba tirada en el colchón viejo. En cuanto se fue abrí la puerta, mientras la nenita guardaba un billete en su mochila. -¿Como estas pequeña? ¿ya te cogieron hoy?- la niña solo me miraba con cierto temor, ese dulce temor de una presa que no sabe que hacer-Si señor, ya me iba a mi casa- Me decía pensando que así se libraría de mí- Que coincidencia, justo quería ir contigo hacia allá- Daris solo me miró confundida -¿Cómo? –solo alcanzó a preguntar. Con un zape en su cabecita reaccionó -Que te voy a romper el culo en tu casa putita, no pensé que fueras tan estúpida ¿O se te olvidó que me tienes que obedecer en todo?- ella solo se sobaba –Y muévete si no quieres que te vaya mal- Sumisa terminó de vestirse y fuimos a su casa. Al ser un barrio pobre nadie prestaba atención de lo que iba a suceder. Entramos a su casa, pequeña pero muy ordenada y limpia, lo único sucio era la putilla esta. -Llévame a tu cuarto – le ordené inmediatamente, la niña ya estaba entendiendo que solo podía obedecer. Ese cuarto era infantil, de color rosa con peluches en la cama, y posters en las paredes. Decidí cerrar con seguro, lo que ese cuarto iba a presenciar tenía que quedarse aquí. Comencé a quitarme la ropa mientras ella solo me miraba y discretamente saqué mi navaja. Con la verga ya parada la miré –Quítate todo menos tu braga-. La niña obedeció. Poco a poco las prendas iban cayendo dejándome ver de nuevo esa niña que estaba punto de ser brutalmente violada. La tomé de la mano y la empuje en la cama, boca arriba para ver ese perfecto cuerpo, previamente usada por un chico de prepa, lamí esos pezones y con la navaja rasgué ese calzoncito, como ya estaba usada no la estimulé lubricada o no era lo de menos. Los gritos de la niña mientras mi verga empezaba a invadirla eran gloriosos para mí. Ese calor que se daba dentro de ella y lo estrecho de su cuerpo era el mejor estimulante. Esa vagina infantil daba mucho placer, a cambio de provocarle dolores agudos y algunas lágrimas a su dueña yo está disfrutando. Por inercia la nena sostuvo un oso de su cama, con el que quería cubrir sus no tan pequeños pechos. Era una mezcla entre ternura y morbosidad. Ocasionalmente la jalaba del cabello para acercarla y besarla, silenciando momentáneamente sus gritos, pasando a ser pujidos dulces de esa nenita. Pasaron los minutos mientras Daris ya comenzaba a gozarlo, aun cuando su panocha reflejaba un ardor provocado por la cogida que le estaba acomodando, aunado a sus jugos vaginales que impregnaban al peluche. La abofeteaba un poco para que no gozara tanto, hay que educarlas que primero deben complacer y luego les toca gozar. No aguanté más y me vacié dentro de ella- Ah si, te voy a dejar llena de leche putita-. Sali de ella para acostarme a su lado y pasar mi mano por su cuerpo. Ella solo miraba al techo al tiempo que unas lágrimas aún salían de sus ojos. Era increíble como podía disfrutar tola la situación con una niña así. Todo se tensó por un momento cuando el teléfono de la casa sonó –Debe ser mami- Me dijo, no podía correr riesgos asi que tome la navaja, y agarre a Daris del cabello- Mas te vale no decir que estoy aquí, vamos a contestar muévete, y nada de lloriqueos estúpida – Ella solo obedeció, el teléfono estaba en la planta baja. Yo descolgué y puse el altavoz, quería estar listo para lo que fuera. -Bueno- Trataba de decir la nena, a pesar del peligro era excitante la situación. Solté la navaja y empecé a tentar su irritada concha, al tiempo que le hacía señas que se callase. – Hola mi amor, ¿todo bien en la casa? – Era notorio que no estaba enterada –Mmjm- Solo decía la niña para no delatar la sensación de ardor y gozo que le provocaban mis manos- Bueno amor, haz tu tarea llego a las 11, te dejé comida, no le abras a extraños, te amo -. Inesperadamente colgó, la nena colocó la bocina en su lugar mientras yo sonreía. – Que bien zorrita, tenemos casa sola.- le decía con maldad presionando mis dedos en su vagina mientras la nena trataba de separarlos –Pero ya lo atendí, son $50 – Me decía urgida. Un tirón de greñas bastó para que se le quitaran las ínfulas – Tu a mí no me ordenas ni me sugieres nada, en 4 putita que quiero tu culo.- Con fuerza la puse en posición la cual exhibía un ano ligeramente irritado, por el chico que recientemente estuvo ahí. Le di unas buenas nalgadas para poner en tono ese culo redondo con sus quejidos de fondo. Al no tener con que lubricar una vez más disfrute penetrarla por la fuerza, esa reacción de los músculos al ser forzados por un invasor es única. Sus quejidos de dolor no hacían más que excitarme – Se que te gusta guarra ¿Qué diría tu madre de ver como disfrutas una verga? Le susurraba en su oído, no por miedo a que alguien escuchara, sino pare entrar en la mente de la zorrita. Rosaba un poco su recién usada vagina, aun irritada de lo que hicimos en su cama, explorando sus reacciones. Solo gemidos y gritos era lo que pasaba, nunca había encontrado una prostituta que te hiciera gozar tanto. Al poco tiempo me vine dentro de ese culito. Unos 6 chorros de semen inundaron la colita de esta pequeña. Salí violetamente y ella se dejó caer en el piso, dejándome admirar mi obra maestra: Una putita fatigada, con un cuerpo que daba placer aún sin estar desarrollado completamente, pero apuntaba a ser una scort de las caras, pero con la diferencia que esta me atendía mejor. -Señor, ¿Por qué no usa globo para que lo atienda?, me han dicho que es peligroso- Me pregunto la nena -Es peligroso si ya tuvieras la regla, no seas tonta, podrías cobrar 200 si te dejas usar sin condón mientras no te puedas embarazar- Le hice descubrir un nuevo rubro -¿Me va a pagar 200?- preguntaba ilusionada la niña -No, ya te enseñe a aguantarla por el culo y fue gratis, considera que te estoy ayudando y que te voy a reventar si sigues molestando- ultimé, al tiempo que me levanté. Mientras Daris recuperaba el aliento seguí observando la casa, y al fondo visualicé la recamara de la madre. Me levanté y fui a revisar esa habitación, a ver que podía averiguar. Vi sus papeles y descubrí que trabaja para uno de mis clientes, algo que usaría a mi favor. Por lo demás era la típica recámara de una madre soltera, con ropa muy ajustada y un cajón con tangas muy pequeñas, no encontré alguna foto, pero me la imaginaba una zorra total, de ahí el buen cuerpo de la niña. Además, con esa ropa supongo cuando no trabaja la madre se dedica a buscar una verga que se la coja. Tomé la tanga más diminuta y fui por mi celular, si tengo una putita así a mi disposición era hora de sacarle provecho -Ven aquí gatita- la niña como pudo acudió al llamado. Al verla le arrojé la prenda -Ponte eso- Daris me negaba con la cabeza –A mami no le gusta que tome sus cosas- No la iba a dejar hacer su voluntad- Te hace falta que te eduquen, tráeme las pinzas con las que tu madre cuelga la ropa , rápido puta- Le ordené, más le vale entender que debe obedecer, porque tengo planes para ella. Regresó temblorosa, y me entregó un recipiente con las pinzas, yo la subí a la cama al tiempo que la tomé del cabello y la inqué –Mira pendeja, ya me harté que quieras hacer tu voluntad, pon las manos en la nuca, si las pasas adelante te ira peor ¿entiendes? -si- cabizbaja se sometía Tomé una pinza y abriéndole la acerque a su pezón izquierdo-A mí me obedeces a lo que yo diga ¿entendido?-Asustada respondió que si , acto seguido solté la pinza sobre ese infantil pecho. Un alarido salió de la pequeña, despertando cada vez mas el morbo. Tome una segunda pinza ahora en el otro pezón- De ahora en adelante a cualquiera que atiendas obedeces y punto ¿Queda claro?- La excitación me estaba inspirando –Si si lo que quiera pero no me ponga…Ah!- Se interrumpió porque solté la pinza sobre su pequeño seno. Esa reacción me convenció de usar una tercera. Esta la acerqué a su pequeño clítoris. -Ahora, próximamente traeré a amigos para que los atiendas y lo harás sin quejas, porque si te atreves la pagaras caro ¿Comprendes? – No esperé respuesta y solté el último instrumento de tortura. La nena temblaba y se retorcía, pero como la sostuve con fuerza no tenía mucho margen de maniobra -Qué bueno que entiendas, ahora para que te quede bien claro quiero de nuevo tu culo- La arrojé a la cama y solo tuve que apuntar a su anito ya rojizo y entró de un solo empuje. Esta vez al ritmo de las estocadas jugaba con las pinzas en el cuerpo de la nena, las de los pezones las retorcía y la de su panochita solo la estiraba, me sorprendió que con esta eran más gemidos que quejidos de dolor. Así son todas las nenas, les gusta por el culo y que uno las someta. Fue muy poco tiempo pues me había deslechado muy bien, y a pesar de ser poca leche unas gotas se asomaban del ya inflamado recto de la pequeña. Sin embargo su culo no sería el destino final de mi lefa, salí de ella y busque su cara para venirme en ella- No te limpies- le indiqué. A tirones quité las pinzas de Daris y de nuevo le arrojé la tanga –Póntela y te colocas de nuevo en 4- Sin objetar obedeció y pude ver aún mejor ese culo bien tornado. Tomé fotos de ella en esa posición y en muchas otras. La que más me excitaba era una donde la ponía boca arriba y con sus deditos de ladeaba la tanga, mostrando su ya muy usada panocha. Una vez le hice las fotos le quité la tanguita para que la usara cuando la tuviera en mi casa y a continuación le indiqué que se tragara toda la leche que dejé en su cara. Con mucho asco llevo a cabo la tarea, pero al terminar fue al baño a vomitar. Estaba muy cansado para reprenderla por lo que solo la ignoré y fui a su cuarto por mi ropa ya para irme. Ya vestido me asomé al baño donde solo estaba tirada -La leche no se vomita, por hoy te perdono, pero mañana me las vas a pagar putita, y una vez que termines limpia todo, no querrás que sepan la puta que vive aquí ¿Verdad?- la nena solo asintió y me fui tranquilo a casa. Las fotos la subí a un grupo de hombres con mucho dinero interesados en culitos como el de Daris, y las ofertas llegaron por montones, vaya que le sacaré provecho a esa zorrita. Disculpen que tardo en actualizar, pero trabajo y estoy con la otra historia, y como luego me la jalo escribiendo se complica un poco la cosa pero se pondrán interesantes los demás relatos lo juro. Por favor califica, comparte y comenta, creo que a más de uno le puede gustar. O háblame por X: @shadowinn2 No los ignoro, solo tardo en responder

Autor: @shadowinn2 Categoría: BDSM

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Convertidas en vaqueras sexis

2024-01-01


Estoy en este desierto de la parte oeste desde hace algunos años , y hace ya tambien ese tiempo que gasto esta broma curiosa e increible. un elegante hombre del este me hablo de la piedra filosofal, yo sabia que teoricamente convertia metales comunes como el plomo en metales como el oro y la plata. pero me dijo que tenia mas cualidades , curar todas las enfermedades , conceder la inmortalidad , devolver la juventud o hacer a las personas mas inteligentes bellas y nobles de lo que son. algunos creian que convertir el plomo en oro era una metafora, que la piedra filosofal era algo que mejoraba a las personas en todos los aspectos. segun el y otros estudiosos un alquimista frances habia sido el que mas se habia aproximado. habia consegido algo que volvia bella a cualquier mujer era un paso pero que tambien le daba una gran apetencia sexual. el alquimista habia escrito la formula pero desaconsejaba su empleo por los efectos secundarios. dijo que como mucho habria dos copias del libro en el mundo y una estaba en la costa este. yo no lo creia, ningun hombre sensato creeria en algo asi. pero no tenia nada mejor que hacer. pase un año recorriendo bibliotecas privadas o publicas librerias donde vendian libros antiguos e incluso iglesias. hasta que di con el libro. desde que empezaron a gustarme las mujeres soñe con algo que pudiera transformarlas a mi gusto. los ingredientes debidamente mezclados forman una piedra que convertida en polvo y disuelta en agua destilada la convierte en ... ... ... ... un liquido que tiene ese efecto. la primera vez que lo probe segi a una mujer poco atractiva sexualmente , muy poco atractiva. y cuando se descuido cambie el agua de su cantimplora por este liquido no creia que pasara nada pero el resultado fue sorprendente.hoy lo vuelvo a hacer sigo a esa castaña y cuando se aleja de su caballo cambio el agua de su cantimplora por el liquido que yo denomino milagroso. ella lo bebe en el desierto es normal tener sed. ocurre lo primero que les ocurre empieza a agitarse su expresion es preocupada, y asustada. lo segundo es desnudarse, cae al suelo y se inicia el cambio.empieza a lanzar gemidos de dolor y placer, el proceso es doloroso y placentero a la vez . resulta excitante oir sus gemidos de dolor y placer y ver como su cuerpo se remodela. ahaaaaa ¿que me esta pasando? tarda entre una y dos horas esta ha tardado hora y media. se levanta, unas veces se empiezan a vestir y otras se quedan desnudas, esta ha empezado a vestirse pero todavia semidesnuda, afortunadamente llevaba lenceria aceptable lo sufiente como para realzar sus nuevos encantos. la diferencia con antes es notable. ella empieza a masturbarse, introduce su dedo indice en su vagina y empieza a darse con fuerza y apasionadamente mientras acaricia sus piernas. sus bien formadas piernas de piel mas firme y suave que antaño. toca su coño un poco mientras sube y vientre y va directa a sus tetas esos pechos que an aumentado dos tallas y son mas redondos y turgentes que antes ... ... ahaa dios sige acariciandolos dandose mucho placer a si misma mientras mueve fogosamente su dedo indice dentro de ella . agita el pelo castaño mas suave y sedoso que antes mientras sige moviendo su dedo indice dentro y apasionadamente en su interior. es increible el placer que siento me encanta acaricia sus senos siente un intenso placer mientras los acaricia en especial es sus pezones que ahora apuntan hacia arriba y vuelve a acariciar su vientre ahora firme y de musculos fuertes. acaricia sus muslos bien torneados sin comprender como estan mejor formados que antes y vuelve a acriciar sus pezones y sus senos hasta que el placer en el interior de su vagina y sus pechos la hacen eyacular.todas se masturban , no se si para conocer su nuevo cuerpo, la masturbacion femenina es un buen metodo para que una mujer conozca su cuerpo o por que a aumentado significativamente su apetencia sexual. probablemente ni ellas lo sepan , yo me ... ... acerco a ella me fijo en sus ahora bien torneadas ... ... piernas y en su culo un culo de primera. yo les explico lo ocurrido, ellas me insultan o me abofetean a veces las dos cosas pero siempre sonrien. eres un cabron dice,pero sonrie, con su bonita cara y pomulos bien formados. hago esto como mucho una media docena de veces al año, al principio pense en hacerlo a menudo con mujeres normales, pero las personas que se dirigen hasta mas alla del desierto son personas dentro de la estadistica, el numero de mujeres especialmente atractivas, de aspecto normal o muy poco atractivas sexualmente esta dentro de lo normal. llamaria demasiado la atencion hacerlo demasiadas veces y a mi me gusta ver como se transforman las poco agraciadas. me encanta ver como esos callos se convierten en bombones. me quedo un tiempo con ellas para ayudarles a acostumbrarse a su nuevo aspecto, cambiar e look, se visten mas provocativamente y adaptarse a su bastante mayor apetito sexual . teniendo sexo con ellas principalmente. para mi esto es mejor que convertir el plomo en oro.

Autor: Anónimo Categoría: BDSM

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Mi jefe fue mi amo III

2023-12-29


Durante tres meses estuve trabajando en el bufete de abogados de Julio, y casi todos los días, sobre el mediodía, me llamaba a su despacho para usarme. A veces me pedía que le hiciera una felación, entonces simplemente se quedaba sentado en su silla, disfrutando del placer que yo le daba con mi boca. En algunas de aquellas ocasiones, él seguía con su trabajo, y yo se la chupaba bajo la mesa de escritorio, hasta que su polla estallaba y entonces comprobaba que me lo tragaba todo. Yo intentaba siempre complacerle, por supuesto. Algunos días me pedía que pusiera mis manos en el escritorio, inclinada, y él se situaba detrás y me follaba. Unas veces escogía mi coño, otras veces mi culo, pero el resultado final era el mismo; Julio se corría dentro de mí. Como ya dije anteriormente, aquello me hacía sentir mal por un lado, pero terriblemente bien por otro. Me hacía sentir mal en relación con mi pareja, Tony. En aquel tiempo llevábamos dos años como pareja y ya buscábamos piso para irnos a vivir juntos. No es que nunca le hubiese puesto los cuernos; ya conté en una entrada que me follé a su mejor amigo una noche. Pero para mí no era lo mismo un polvo sin premeditación ni ensañamiento que lo que estaba haciendo en mi trabajo. ¡Prácticamente le ponía los cuernos todos los días de lunes a viernes! Pero aquello, debo reconocer, también me daba morbo. Despertaba el lado perverso que hay en mí. Había algo excitante en el hecho de “ser mala”. Sin embargo, los juegos de Julio iban ... ... cada vez más allá. En una ocasión, se desabrochó el cinturón y, estando inclinada con las manos en su escritorio, comenzó a azotar mis nalgas con él. Tengo que reconocer que me excitó sobremanera (sí, me gusta ser dominada en la cama) y luego, cuando me folló, tuve uno de los orgasmos más maravillosos que había sentido hasta entonces. Pero los azotes me dejó las nalgas magulladas durante un tiempo, así que tuve que cuidarme mucho de que mi chico no me viera desnuda. Durante más de una semana estuve evitando tener sexo con él o desvestirme en su presencia. En otra ocasión en la que Tony me recogió del trabajo advirtió una mancha blanca en mi chaqueta. ¡Le había hecho una felación a Julio y no me había dado cuenta de que una parte de su corrida había caído en mi ropa! Le dije que era helado y Tony se lo creyó. Otro día, Julio me pidió que le hiciera una mamada a su socio, otro abogado al que llamaremos Andrés para preservar su anonimato. Fue la única vez que me negué a un mandato de mi jefe. Llevaba unos dos meses trabajando como secretaria en aquel bufete cuando comencé a plantearme seriamente que debía dejarlo. No es que no me excitara todo aquello, pero mi relación con Julio, por las razones que he mencionado, era cada vez más peligrosa. El suceso que me decidió finalmente a dar el paso ocurrió un día como otro cualquiera. Sobre el mediodía Julio me hizo llamar a su despacho. Me imaginaba que quería que se la chupara o follarme, pero en aquella ocasión sacó una venda de seda de su bolsillo. Sin decirme nada me tapó los ojos con ella. Tengo que reconocer que me excitaba aquella situación. Sentí sus manos recorrer todo mi cuerpo; mis tetas, mi viente, mi coño, mis caderas, mis nalgas... Entonces me puso de rodillas presionándome desde los hombros. No podía ver nada, pero sentí su polla rozando mis labios, buscando la manera de entrar a mi boca. No le puse obstáculos y abrí mi boca para que pudiera deslizar dentro su miembro duro y húmedo. Primero dejó que yo se la chupara a mi ritmo, y se la mamé despacio pero con dedicación. Agarré la base de su polla con mi mano derecha y comencé a mover mi cabeza adelante y hacia atrás, suavemente, cerrando mis labios en torno a su polla. Con mi lengua recorría su polla una y otra vez. Después de un rato, él tomó las riendas, colocando una de mano en mi cabeza. Me empujó con fuerza hacia él, haciendo que su polla se deslizara por mi garganta y mi nariz tocase su pubis. A partir de ahí comenzó a salir y a entrar, a salir y a entrar, a salir y a entrar... Y al cabo de unos cinco minutos se corrió. Se corrió en mi boca, sobre mi lengua y en mis labios. Entonces me quité la venda y vi que estaba de rodillas ante Andrés, y que era su polla la que tenía a pocos centímetros de mi cara. ¡Julio me había hecho chupársela a su socio! -Eres un cerdo -le espeté a Julio. Le anuncié que dejaba el trabajo, y aquella fue la última vez que vi a Julio.

Autor: tony e irene Categoría: BDSM

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